1. LA CIUDAD PLANIFICADA
El Plan General de Ordenación Urbana fue considerado como la columna vertebral del urbanismo; como la figura legal encargada
de trasladar a la realidad las teorías urbanas de movimiento moderno. Posicionarse a favor de “la ciudad por partes” suponía
cuestionar el riesgo del plan en la situación contemporánea y proponer estrategias de intervención más cercanas a la especificidad de
las distintas zonas de la ciudad.
El Plan General se pone en crisis luego de la Crisis del Petróleo; ya que aparecieron los primeros reclamos a
favor de que la planificación se adaptara a la nueva realidad urbana, una realidad cambiante y conflictiva que
no se podía abordar desde los objetivos a largo plazo de los Planes Generales tradicionales.
Era necesario redefinir los instrumentos urbanísticos heredados del movimiento moderno. (La Tendenza ya
lo había intentado hacer, pero su nueva teoría urbana tuvo el problema de no poder adaptarse a la ciudad
contemporánea)
A partir de 1980, cuando se reactiva el crecimiento económico, la figura del plan fue suplantada por lo que
Peter Hall denominó “la ciudad de los promotores”. Empezaron a tener lugar los inversores privados. A partir de entonces, la
ciudad empezó a proyectarse de manera parcial, flexible y a corto plazo.
La consigna para la lógica de “la ciudad de los promotores” era: el mercado decide, la administración gestiona.
La visión culturalista de la ciudad sigue defendiendo la vigencia del Plan General y sus métodos de
regulación, pero, postulando al mismo tiempo una refundación del mismo que lo haga operativo en la sociedad
y economías contemporáneas.
A Bernardo Secchi se le debe uno de los esfuerzos más relevantes por adaptar la figura del Plan General a
las circunstancias socioeconómicas contemporáneas.
En las ciudades europeas irrumpieron muchos fenómenos:
- fin del crecimiento urbano
- descenso de la población
- desmantelamiento industrial
- terciarización
Para Secchi había un tema crucial en esta nueva etapa: la reutilización de la ciudad existente.
La ciudad europea cambiaría, pero su preocupación no sería el crecimiento físico y poblacional, sino que la
calidad de vida de sus habitantes fuera mejor.
Secchi postulaba que la mejora de la calidad de vida debía acometer sin dilapidar el territorio agrícola y natural.
La única manera de hacerlo era reutilizar la ciudad existente.
El problema era que el Plan General tradicional no contaba con los instrumentos apropiados para poder
efectuarlo, para dar un nuevo sentido a la ciudad consolidada.
Esto exigía definir un nuevo tipo de análisis urbano (El propuesto por La Tendenza no era operativo en la
lógica tardocapitalista, es decir, el Plan General no podía seguir negando las leyes del mercado)
2. El objetivo para esto era abandonar la visión totalizante de la ciudad de la disciplina y utilizar la historia para buscar huellas, indicios,
trazados que ayuden a reestablecer conexiones interrumpidas, a encontrar significados a los distintos fragmentos urbanos.
Secchi propone la estrategia de “reglas” y “excepciones”
En la ciudad heredada era posible reconocer “reglas”, maneras de actuar repetidas (modos de asentamiento,
subdivisiones del suelo, tipos arquitectónicos, etc.) que tienen origen en la identidad y tradición de las
ciudades.
Las “excepción” es un concepto que hace referencia a enclaves urbanos específicos, lugares irrepetibles e
imposibles de explicar desde los códigos que determinan las reglas.
Desde las “reglas” y las “excepciones” es posible abarcar la ciudad contemporánea en toda su complejidad.
Una vez hecha la metodología de análisis, había que reformular el Plan General.
La propuesta consistía en establecer relaciones entre los distintos barrios (los barrios especulativos y aquellos
que tenían identidad propia). La manera de hacerlo era actuar en las zonas “maleables”, es decir, en las áreas
obsoletas o marginales, cuyas propiedades y funciones se pueden modificar fácilmente.
“Planes de primera generación” (1950) Su principal objetivo era la expansión urbana
“Planes de segunda generación” (1970) Estaban empeñados en dotar a la ciudad de servicios sociales
adecuados (influidos por La Tendenza)
Los “Planes de tercera generación” (1980) Se caracterizaban por limitarse a modificar la ciudad existente
y aspiraban a adecuar su espacio a las necesidades de la sociedad contemporánea.
El Plan de Milán de 1980 es un ejemplo de los “Planes de tercera generación”.
Proponía contener el crecimiento hacia la periferia y concentrarlo en el tejido urbano preexistente.
El Plan se tuvo que modificar varias veces a lo largo de los años.
El caso de Milán demuestra las dificultades que encontraron los “Planes de tercera generación” en su
apuesta por alcanzar uno de sus principales objetivos: conectar con la realidad socioeconómica
contemporánea.
Los “Planes de tercera generación” no quisieron asumir que los poderes públicos por sí solos no podían
controlar el desarrollo urbanístico de la ciudad.
Por todas estas dificultades, en varios países se intentaron hacer diversos tipos de planes. El de mayor interés
fue el Plan Estratégico.
El Plan Estratégico Es un documento “en proceso” que evoluciona según las circunstancias; que
aprovecha estrategias y atiende a la demanda de ciudadanos y empresas.
Plan General Plan Estratégico
Cerrado en el tiempo y en el espacio Documento “en proceso” que evoluciona
según las circunstancias
Establece medidas normativas y
tecnocráticas