La princesa Raquel siempre tuvo una vena literaria desde su infancia. Después de estudiar y casarse, trabajó como contable durante el día pero solo podía escribir cuentos por la noche. El nacimiento de su hija Blanca rompió el hechizo, permitiéndole escribir también de día. Inspirada por sus hijas, decidió ofrecer sus cuentos a otros niños y empresas. El hada Flora le sugirió que debería compartir sus cuentos más allá de su familia.