La pereza se define como la falta de estímulo, deseo o voluntad para realizar actividades necesarias o creativas. La pereza puede causar obesidad, soledad, baja autoestima y enfermedades. Se considera un pecado porque aparta al creyente de sus obligaciones espirituales y puede causar consecuencias destructivas. Para evitar la pereza, se recomienda mantener una actitud positiva, distraerse con actividades no materiales y ayudar a los demás.