La revolución inglesa comenzó en 1642 cuando el rey Carlos I abandonó Londres, dando inicio a una guerra civil que terminó con su decapitación. Tras la muerte del rey, Oliver Cromwell se convirtió en el gobernante absoluto de Inglaterra hasta su muerte en 1658. En 1689, una segunda revolución puso fin a la monarquía absoluta de los Estuardo y estableció una monarquía constitucional con poderes limitados para el monarca y un sistema de gobierno separado en poderes ejecutivo,