Las manos son una fuente principal de contagio de enfermedades, por lo que es importante inculcar el hábito del lavado de manos frecuente en los niños, especialmente antes de comer, después de jugar, ir al baño o toser. Lavarse las manos con jabón y agua por al menos 30 segundos reduce la transmisión de enfermedades respiratorias y gastrointestinales. Aunque el jabón y agua son lo mejor, productos a base de alcohol también sirven si no hay otras opciones disponibles.