El documento describe los procedimientos del sacrificio en el antiguo Israel para el perdón de pecados. Dependiendo del tipo y gravedad del pecado, así como del cargo de la persona, se requería una víctima diferente. Al imponer las manos sobre la víctima y matarla, el pecador transfería su culpa a ella. La sangre se usaba para limpiar el altar y el Lugar Santo, transfiriendo así la culpa de la persona al santuario de Dios. De forma similar, Jesús cargó con los pecados de la humanidad en la cruz