Este poema marca un cambio en la poesía de Blas de Otero, pasando de una poesía existencial a una poesía social. Aunque ha perdido muchas cosas a lo largo de su vida, el poeta afirma que aún le queda la palabra, con la cual denunciará las injusticias sociales de su patria a través de figuras literarias como el paralelismo y la metáfora.