Los dioses en la antigua Roma se dividían en dos tipos: los dioses del estado, que incluían a Júpiter, Juno y Minerva; y los dioses familiares o domésticos, como los manes, lares y penates. Para evitar la ira de los dioses, los romanos realizaban sacrificios fuera de los templos. Los dioses romanos eran similares pero con diferentes nombres a los dioses griegos como Zeus, Poseidón y Ares.