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Drizdo Losovsky
Edición: Editorial Guijalbo, Mexico 1969. - Akal Editor, Madrid 1978.
Lengua: Castellano.
Digitalización: Koba.
Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com/
Índice
MARX Y LOS SINDICATOS..................................1
1. Los sindicatos y la lucha de clases del
proletariado............................................................1
2. Marx contra el proudhonismo y el bakuninismo.
...............................................................................4
3. Contra el lassallismo, el oportunismo alemán. ..7
5. Marx y el movimiento obrero francés. ............16
6. Marx al otro lado del Atlántico........................24
7. Marx las reivindicaciones de la clase obrera. ..30
9. Los pseudomarxistas y los críticos de Marx....41
PROGRAMA DE ACCIÓN DE LA
INTERNACIONAL SINDICAL ROJA..................47
Prólogo. ...............................................................47
1. La agudización de la lucha de clases...............47
2. La acción directa..............................................48
3. Sindicatos profesionales y sindicatos
industriales...........................................................50
4. Los comités de fábrica y de empresa...............51
5. La lucha contra el paro. ...................................53
6. El cierre de fábricas y las jornadas de trabajo
reducidas..............................................................55
7. La ocupación de fábricas y empresas por los
obreros.................................................................56
8. El nivel de vida de las masas obreras. .............59
9. La táctica capitalista de la reducción de salarios.
.............................................................................60
10. La mujer en la industria.................................62
11. Los convenios colectivos...............................63
12. Las bandas patronales....................................64
13. Las organizaciones obreras de autodefensa...66
14. El control de la producción............................68
15. La participación de los obreros en los
beneficios.............................................................70
16. La militarización de las empresas..................72
17. Las magistraturas de trabajo y el arbitraje
obligatorio............................................................73
18. La política fiscal. ...........................................75
19. Las reformas y la revolución. ........................77
20. La unidad del frente revolucionario...............79
21. ¿Destruir o conquistar los sindicatos? ...........82
22. Estrategia reformista y estrategia
revolucionaria......................................................84
Conclusión...........................................................87
LOS SINDICATOS EN LA UNIÓN SOVIÉTICA.89
1. Los sindicatos antes de la revolución de octubre.
.............................................................................89
2. Las tareas de los sindicatos después de la
revolución de octubre. .........................................90
3. Formas y métodos de acción sindical..............91
4. Independencia y neutralidad de los sindicatos
obreros.................................................................93
5. Las contradicciones entre la ciudad y el campo.
.............................................................................94
6. La revolución rusa está estrechamente ligada al
movimiento obrero internacional.........................95
7. El contenido de la Nueva Política Económica.96
8. El Estado soviético y los sindicatos................ 97
9. Las nuevas tareas de los sindicatos obreros.... 99
10. Los nuevos métodos y formas de acción
sindical.............................................................. 100
11. La retirada, criticada por la izquierda y la
derecha.............................................................. 102
12. Los mismos objetivos con nuevos métodos.104
MARX Y LOS SI DICATOS.
1. Los sindicatos y la lucha de clases del
proletariado.
Marx comenzó a pensar como político en una
época en que los sindicatos acababan de nacer. Se
hizo comunista, cuando en algunos países los
sindicatos se hallaban en el comienzo de su
cristalización, surgiendo del seno de formas diversas
de mutualidades (Francia) y en otros (Inglaterra)
dirigían huelgas económicas y la lucha por el derecho
de sufragio. Tenía ante sus ojos formas embrionarias
de organizaciones, sumamente primitivas, de
ideología y composición abigarradas, con todos los
signos reveladores de su origen. Y la grandeza de
Marx consiste, precisamente, en haberse dado cuenta
de que no eran más que balbuceos de infancia de la
clase obrera, y que por lo tanto no se podía juzgar por
estas formas primitivas del movimiento, del papel
histórico de estas organizaciones ni de los cauces de
su desarrollo.
Marx veía en los sindicatos, ante todo, centros
organizadores, focos de agrupamiento de las fuerzas
de los obreros, organizaciones destinadas a darles su
primera educación de clase. ¿Qué es lo que le
importaba fundamentalmente a Marx? El hecho de
que los obreros dispersos y en competencia mutua,
comenzaran a actuar conjuntamente. En esto vio
Marx la garantía de la transformación de la clase
obrera en una fuerza independiente. Marx y Engels
insisten frecuentemente en la idea de que los
sindicatos son escuelas de solidaridad, escuelas de
socialismo. Su correspondencia nos proporciona a
este respecto material abundante; en sus cartas
planteaban más abierta y brutalmente una serie de
cuestiones que no podían plantear, teniendo en
cuenta el nivel del movimiento, en la prensa
socialista internacional.
Los sindicatos son escuelas del socialismo. Pero
Marx no se limita a enunciar fórmulas. Desarrolla su
pensamiento y aborda la cuestión de los sindicatos en
sus distintos aspectos. Es el autor de la resolución,
adoptada en el Congreso de la Iª Internacional,
celebrado en Ginebra, en 1866, sobre "El pasado, el
presente y futuro de los sindicatos". ¿Cuál ha sido,
pues, el pasado de los sindicatos?
"El capital es poder social concentrado,
mientras que el obrero sólo dispone de su fuerza
de trabajo. El contrato entre capital y trabajo no
puede, pues, descansar nunca en justas
condiciones, ni aun en el sentido de la justicia de
una sociedad que pone la posesión de los medios
materiales de vida y de producción de un lado, y
la fuerza productiva viviente en el opuesto.
"Del lado del obrero, su única fuerza social es
su masa. Pero la fuerza de la masa se rompe por la
desunión. La división de los obreros es el
producto y el resultado de la inevitable
competencia entre ellos mismos. Los sindicatos
nacen precisamente del espontáneo impulso de los
obreros a eliminar, o por lo menos a reducir, esta
competencia, a fin de conseguir en los contratos
condiciones que les coloquen al menos en
situación superior a la de los simples esclavos.
"El fin inmediato de los sindicatos se concreta,
pues, en las exigencias del día, en los medios de
resistencia contra los incesantes ataques del
capital; en una palabra, en la cuestión del salario y
de la jornada. Esta actividad no sólo está
justificada, sino que es necesaria. No se les puede
privar: de ella en tanto que perdure el modo actual
de producción. Al contrario, es necesario
generalizarla, fundando y organizando sindicatos
en todos los países.
"Por otra parte, los sindicatos, sin que sean
conscientes de ello, han llegado a ser el eje de la
organización de la clase obrera, como las
municipalidades y las parroquias medioevales lo
fueron para la burguesía. Si los sindicatos son
indispensables para la guerra de guerrillas
cotidiana entre el capital y el trabajo, son todavía
importantes como medio organizado para la
abolición del sistema mismo del trabajo
asalariado."
Marx declara que los sindicatos tienen aún mayor
importancia como factores de organización para la
supresión del sistema de trabajo asalariado mismo.
Eso prueba que Marx atribuyó una gran importancia
política a los sindicatos, que no veía en ellos de
ningún modo organizaciones apolíticas y neutrales.
Cada vez que los sindicatos se encerraban en los
estrechos marcos corporativos, Marx intervenía
fustigándolos apasionadamente.
En la segunda parte de la misma resolución, bajo
el título "Su presente", leemos:
"Hasta ahora; los sindicatos han atendido
Drizdo Losovsky2
demasiado exclusivamente las luchas locales e
inmediatas contra el capital. Todavía no han
comprendido del todo su fuerza para atacar el
sistema de esclavitud del asalariado y el modo de
producción actual. Se han mantenido por lo
mismo demasiado alejados de los movimientos
generales sociales y políticos. Sin embargo, en los
últimos tiempos, parecen haber despertado en
cierta medida a la conciencia de su gran tarea
histórica, como se puede deducir, por ejemplo, de
su participación en los movimientos políticos
recientes de Inglaterra, de una más alta
concepción de su función en los Estados Unidos,
y de la resolución adoptada por la última gran
conferencia de delegados de los trade-unionistas
en Sheiffield. La resolución dice así:
"Esta Conferencia estima en todo su valor los
esfuerzos de la Asociación Internacional para unir
a los obreros de todos los países en una unión
fraternal común, y recomienda con todo interés a
las diferentes organizaciones representadas en la
Conferencia que se hagan miembros de la
Asociación, en la convicción de que ésta es
necesaria para el progreso y bienestar de todo el
proletariado."
En esta parte de la resolución hallamos ya una
crítica aguda de los sindicatos que se apartan de la
política y ese mismo texto subraya y destaca
claramente la importancia de los sindicatos que
comienzan a comprender su gran misión histórica.
Si se tiene en cuenta el nivel del movimiento
sindical de la séptima década del siglo pasado, hemos
de comprender la altura en que se sitúan las
apreciaciones de Marx sobre el movimiento sindical
de su tiempo. Marx, teniendo en cuenta que los
sindicatos se encontraban aún en su infancia, no
consideraba, sin embargo, posible hacerles ninguna
concesión política. Marx planteaba ante ellos tareas
no solamente económicas, sino también problemas
generales de clase.
Pero Marx no se limita a definir el pasado y el
presente de los sindicatos. He aquí lo que se dice en
esta resolución con respecto a su porvenir:
"Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos
deben aprender a actuar ahora de modo más
consciente como ejes de la organización de la
clase obrera, por el interés superior de su
emancipación total. Deberán apoyar todo
movimiento político o social que se encamine
directamente a este fin. En tanto que se
consideran a sí mismos como vanguardia y
representación de toda la clase obrera, y puesto
que obran de acuerdo con esta significación,
deben conseguir atraerse a los que están fuera de
los sindicatos. Deben ocuparse cuidadosamente de
los intereses de las capas trabajadoras peor
pagadas, por ejemplo, de los obreros agrícolas, a
quienes circunstancias especialmente
desfavorables han privado de su fuerza de
resistencia. Deben llevar a todo el mundo a la
convicción de que sus esfuerzos, lejos de ser
egoístas y ambiciosos, han de tener más bien por
fin la emancipación de las masas oprimidas."
Esta resolución fue escrita hace sesenta y ocho
años. Pero ¿se puede decir que ha envejecido, que
estas tareas no convienen a los sindicatos de los
países capitalistas de nuestro tiempo? De ninguna
manera. Hallamos ahí expuestas con la fuerza de
concentración y la claridad tan propia de Marx, las
tareas fundamentales de los sindicatos de los países
capitalistas. Pero Marx no se limita a esto.
El problema de las relaciones mutuas entre la
economía y la política, surgía siempre ante Marx y la
Iª Internacional, por él dirigida. Y se vio en la
necesidad de defender su punto de vista sobre estas
relaciones, contra los bakuninistas, los lasallianos,
los trade-unionistas, etc. Por eso vuelve
frecuentemente sobre esta cuestión. Muy
característica e instructiva a este respecto es la
resolución, escrita por él, "sobre las tareas políticas
de la clase obrera" adoptada por la Conferencia de
Londres, de la Asociación Internacional de
Trabajadores (17-23 de septiembre de 1871). En esa
resolución leemos lo siguiente:
"Teniendo en cuenta que la Internacional se
encuentra frente a una reacción desenfrenada que
aplasta cínicamente todo esfuerzo emancipador de
los trabajadores y pretende mantener por medio
de la fuerza bruta la división en clases y el
dominio político de las clases poseedoras que
resulta de ello;
"que en contra del poder colectivo de las clases
poseedoras el proletariado puede actuar, como
clase, solamente constituyéndose en partido
político distinto, opuesto a todos los añejos
partidos creados por las clases dominantes;
"que esta constitución del proletariado en un
partido político es indispensable para asegurar la
victoria de la revolución social y de su objetivo
final, la supresión de las clases;
"que la unificación de las fuerzas obreras, ya
alcanzada por las luchas económicas, debe servir
también como palanca en su lucha contra el poder
político de los explotadores;
"la Conferencia recuerda a todos los miembros
de la Internacional, que en la clase obrera
militante, el movimiento económico y la actividad
política están ligados entre sí indisolublemente."
En esta resolución hallamos otra vez la idea de
que los sindicatos deben servir de palanca potente de
la clase obrera, para la lucha contra el sistema de
explotación. Contra todos los intentos de los
bakuninistas de dividir la lucha general de clases y de
separar la economía de la política, de ponerlas en
pugna, la Iª Internacional recuerda que en el plan de
combate de la clase obrera, el movimiento
Marx y los sindicatos 3
económico y la actividad política están ligados entre
sí indisolublemente.
Dos meses después, en la carta a Bolte, fechada el
23 de febrero de 1871, Marx plantea de nuevo la
cuestión de las relaciones entre la política y la
economía, determinando en ella el lugar que
corresponde a la lucha económica, en la lucha
general de clase del proletariado. Marx escribe:
"El movimiento político de la clase obrera
tiene por finalidad, naturalmente, la conquista del
poder político para sí misma, y para eso es
necesario, como es lógico, que vaya adelante una
organización de la clase obrera relativamente
desarrollada que se ha formado de sus propias
luchas económicas.
"Por otra parte, todo movimiento en que la
clase obrera se oponga como clase a las clases
dominantes, procurando vencerlas por una presión
exterior, es un movimiento político. Por ejemplo,
el intento de conseguir por la huelga en una
fábrica o en un gremio determinado o de
determinados capitalistas, una limitación de la
jornada, es un movimiento puramente económico.
En cambio, un movimiento encaminado a
conseguir una ley de ocho horas, etc., es un
movimiento político. Y de este modo, de los
movimientos económicos aislados de los obreros,
surge en cualquier momento un movimiento
político, es decir, un movimiento de la clase para
ver satisfechas sus reivindicaciones en forma
general, de modo que posean fuerza social
obligatoria. Si estos movimientos se realizan
poniendo por delante a una determinada
organización, son también, un medio para que
éstas se desarrollen."
Había necesidad no solamente de resolver el
problema de la importancia, de la lucha económica,
sino también la cuestión de las relaciones entre la
organización económica y política de la clase obrera.
A este respecto es muy característica la decisión del
Congreso Internacional de la Haya de la Asociación
Internacional de Trabajadores (2-7 septiembre de
1872). El Congreso de la Haya adoptó, a propuesta
de Marx, una resolución "sobre la actividad política
del proletariado". En esta resolución leemos que:
"Contra la fuerza social de las clases
poseedoras, no puede actuar el proletariado como
clase, más que constituyéndose en partido político
especial, opuesto a todos los viejos partidos
creados por las clases poseedoras; que esta
organización del proletariado en un partido
político es indispensable para asegurar el triunfo
de la revolución social y su objetivo final la
abolición de las clases; que la unión de las fuerzas
del proletariado que ya se ha conseguido por las
luchas económicas, debe servir también como
palanca para la lucha contra el poder político de
sus explotadores. En vista de que los propietarios
de la tierra y del capital aprovechan siempre sus
privilegios políticos para salvaguardar y eternizar
sus monopolios económicos y para la
esclavización del trabajo, la conquista del poder
político se plantea como la gran tarea del
proletariado."
Al terminar el Congreso, Marx intervino en el
mitin con un discurso donde subrayó el sentido
esencial de las decisiones adoptadas. Ahora bien:
¿qué es, según Marx, lo principal en las decisiones
del Congreso de la Haya que fue, como es sabido, el
punto culminante del desarrollo de la Iª
Internacional?
"El Congreso de La Haya ha realizado un
trabajo importante. Ha proclamado la necesidad
de la lucha de la clase obrera, tanto en el terreno
político como económico, contra la vieja sociedad
en descomposición.
"Debemos reconocer que en la mayoría de los
países continentales, la fuerza debe servir como
palanca para nuestra revolución; habrá necesidad,
en un momento dado, de apelar a la fuerza para
implantar definitivamente el reino del trabajo."
Una vez más tenemos ante nosotros una precisa y
clara definición del lugar de la lucha económica en la
lucha general de clase del proletariado. Los
sindicatos deben ser en manos de la clase obrera "la
palanca de la lucha contra el poder político de sus
explotadores".
La cuestión de las relaciones entre la lucha
económica y política, constituye el eje de la doctrina
de Marx. Tanto menos admisible es entonces la
actitud ligera y negligente frente a esta cuestión de
algunos historiadores soviéticos. Esta negligencia la
ha demostrado J. Steklov en su voluminoso libro
consagrado a la Iª Internacional. El compañero
Steklov escribe que Marx empleó la fórmula
siguiente en la exposición de motivos del reglamento
de la Asociación Internacional de Trabajadores: "La
lucha política está subordinada como un medio a la
lucha económica del proletariado" (pág. 122). Luego
el compañero Steklov se esfuerza "por disculpar" al
autor de esta fórmula, pero se embrolla, porque
hubiera sido difícil "disculpar" a Marx, si hubiera
escrito algo semejante. Tomemos el tercer capítulo
del mismo libro del compañero Steklov y allí, en la
"exposición de motivos", citada íntegramente en la
página 61 leemos lo siguiente:
"La emancipación económica de la clase
obrera es el gran objetivo al cual debe ser
supeditado como medio, todo movimiento
político."
Esto es lo que escribió Marx. ¿Pero es que pueden
confundirse la lucha económica y la emancipación
económica de la clase obrera? Si Marx hubiese
escrito lo que le atribuye el compañero Steklov,
hubiera sido un vulgar proudhoniano y nosotros le
hubiéramos combatido porque eso significaría
Drizdo Losovsky4
colocar la lucha económica por encima de la lucha
política. Pero Marx, como vemos, no escribió nunca
nada semejante.
Carlos Marx sentía la pulsación de las masas y
sabía el lenguaje que era preciso emplear con ellas en
cada momento. Desde este punto de vista es muy útil
comparar el Manifiesto Comunista (1847) con la
Proclama Inaugural de la Iª Internacional, escrita
diecisiete años más tarde. La proclama inaugural de
la Iª Internacional es un documento de frente único,
tendiente a atraer las capas y organizaciones de
obreros aún no maduras para el comunismo. En toda
ella no se cita una sola vez la palabra comunismo y, a
pesar de eso, es, del principio al fin, un documento
comunista. John Commons, escribe: "La Proclama
inaugural, es un documento sindical y no un
manifiesto comunista."
Es esta una apreciación absolutamente falsa,
porque no es la forma, sino el contenido, lo que
determina el carácter de la Proclama Inaugural. Es
muy cierto que la situación económica de los
obreros, la legislación obrera, etc., ocupan el centro
de su atención, pero en el mismo documento señala
Marx que la conquista del poder político se ha
transformado en el gran deber de la clase obrera, y a
continuación aborda la cuestión del Partido, pero de
una manera especial. He aquí lo que dice Marx:
"Los obreros cuentan con uno de los elementos
del éxito: la cantidad. Pero la cantidad tiene peso
únicamente cuando está unida por la organización
y guiada por el saber. La experiencia del pasado
ha demostrado que el menosprecio a la unión
fraternal que existe entre los obreros de los
distintos países y que debería impulsarlos al
mutuo apoyo en la lucha por su emancipación,
encuentra su castigo en la derrota común de sus
esfuerzos dispersos."
He aquí una fórmula poco habitual en la pluma de
Marx. Primero, la "masa obrera agrupada por la
unión" es considerada por Marx en un triple punto de
vista: la masa agrupada en el sindicato, la masa
unificada en el partido político y la masa unificada en
la Internacional. Tampoco es habitual la expresión:
"El papel dirigente del saber." ¿A qué se refiere? ¿Al
papel dirigente de la ciencia universitaria, de los
profesores académicos? Nada de esto. Aquí la
palabra saber es el pseudónimo del comunismo.
Marx utilizó intencionalmente expresiones y
fórmulas que permitiesen penetrar profundamente en
las masas.
"La Asociación Internacional de Trabajadores,
escribió F. Engels, tenía por objeto reunir en un
inmenso ejército a toda la ciase obrera de Europa
y América. No podía, pues, partir de los
principios expuestos en el Manifiesto. Debía darse
un programa que no cerrara las puertas a las Trade
Unions inglesas, a los proudhonianos franceses,
belgas, italianos y españoles, y a los lassallianos
alemanes."
"Era muy difícil exponer esta cuestión de
manera, escribía Marx, que nuestras concepciones
adquiriesen una forma aceptable para el estado
actual del movimiento obrero... Se necesita
tiempo para que la presión renovada autorice el
viejo lenguaje audaz."
Marx habla aquí de la forma de exponer las ideas,
no de su esencia. Cuando se trataba del principio, de
la esencia de las ideas comunistas, Marx fue duro e
intransigente; pero manifestaba una extraordinaria
flexibilidad y capacidad para presentar la esencia de
sus ideas en las más diversas formas. Así se explica
"el lenguaje sindical" de la Proclama Inaugural, el
documento más notable después del Manifiesto
Comunista. Así fue como Marx, persiguiendo el
único fin de impregnar al movimiento obrero de
conciencia comunista, cambiaba las formas y
métodos de relación con las masas, de acuerdo con el
nivel del movimiento y el carácter de las
organizaciones obreras de su época.
Determinar con acierto la relación entre la lucha
económica y política, significa definir acertadamente
la relación entre los sindicatos y el partido. Aun
atribuyendo un enorme significado a la lucha
económica del proletariado y a los sindicatos, Marx
subraya siempre la supremacía de la política sobre la
economía, es decir, subraya la cuestión que fue
puesta como base de todo el trabajo del Partido
Bolchevique y de la Internacional Comunista.
Cuando hablamos de la supremacía de la política
sobre la economía, no significa que los sindicatos
deben transformarse en un partido político o que
deben adoptar un programa puramente de partido; no
quiere decir que haya que borrar la diferencia entre
los sindicatos y el Partido. No. No es esto lo que
quería decir Marx. Marx subrayaba la importancia de
los sindicatos como centros organizadores de las
amplias masas obreras, y combatió la tendencia a
meter en el mismo saco los partidos y los sindicatos.
Consideraba que la organización política y
económica del proletariado tiene un solo objetivo,
pero cada una con sus propios métodos específicos.
2. Marx contra el proudhonismo y el
bakuninismo.
Marx forjó su concepción del mundo y su táctica,
a través de una encarnizada lucha ideológica y
política. Tuvo en primer lugar, que chocar con las
teorías considerablemente difundidas de Proudhon.
Proudhon es el tipo de socialista pequeñoburgués, en
cuyos trabajos las palabras audaces se compaginan
con teorías revolucionarias. Publicista de talento,
representante de un vago socialismo sentimental, "de
pies a cabeza filósofo y economista de la pequeña
burguesía" (Marx), que ha arrojado a la cara de la
burguesía la violenta fórmula acusadora "la
propiedad es un robo", Proudhon se creyó el teórico
Marx y los sindicatos 5
"de las clases obreras" y se lanzó audazmente a
disertaciones teóricas sobre la "filosofía de la
miseria". Pero la teoría fue precisamente el talón de
Aquiles de Proudhon, porque no pasó de los límites
de la ciencia liberal burguesa de su tiempo, y de aquí
el violento ataque de Marx contra Proudhon y el
proudhonismo. Proudhon publicó un libro
pretencioso, La Filosofía de la miseria, en el que
intentó determinar las leyes de desarrollo de la
sociedad. En este libro, Proudhon reveló a todo el
mundo las siguientes tesis que nos interesan aquí:
"Todo movimiento de alza en los salarios no
puede tener otro efecto que el de un alza en el
trigo, en el vino, etc.; es decir, el efecto de una
carestía. Pues, ¿qué es el salario? Es el precio del
costo del trigo, etc., es el precio integral de todas
las cosas. Profundicemos más la cuestión: el
salario es la proporcionalidad de los elementos
que componen la riqueza y que son consumidos
reproductivamente todos los días, por la masa de
los trabajadores. Ahora bien, doblar los salarios...
es conceder a cada uno de los productores una
parte mayor que su producto, lo cual es
contradictorio; y si el alza sólo se verifica en un
número reducido de industrias, es provocar una
perturbación general en los cambios, en una
palabra, una carestía. Yo declaro que es imposible
que las huelgas seguidas de un aumento de
salarios no tengan por resultado un
encarecimiento general, esto es tan cierto como
dos y dos son cuatro."
A estos ampulosos e ignorantes razonamientos de
Proudhon, Marx añade: "De todas estas afirmaciones,
nosotros solamente aceptamos una: esto es, que dos y
dos son cuatro."
¿Cuál es la significación política de esta
intervención de Proudhon? Detener a los obreros en
la lucha por el aumento de los salarios. Si el aumento
de salarios nada rinde a los obreros, si en la medida
en que aumentan los salarios aumentan los precios
proporcionalmente, la lucha de los obreros pierde en
realidad todo sentido.
Marx descubrió inmediatamente la esencia
reaccionaria de esta filosofía, y con la pasión que le
era peculiar arremetió contra los razonamientos
puramente patronales del apóstol anarquista. Pero
Proudhon siguió más adelante por la misma línea,
expresándose resueltamente contra el movimiento
huelguístico. He aquí lo que leemos en la misma
Filosofía de la miseria:
"La huelga de los obreros es ilegal, y no es
sólo el Código penal quien lo dice; es el sistema
económico, es la necesidad del orden
establecido... Que cada obrero, individualmente,
goce de la libre disposición de su persona y de sus
brazos, es cosa que se puede tolerar, pero que los
obreros traten, por medio de coaliciones, de
violentar el monopolio, es lo que la sociedad no
puede permitir."
A sus ojos es inadmisible la unificación de los
obreros para la lucha en común contra los patronos.
Es decir, se sitúa en el punto de vista de los
legisladores reaccionarios de los países capitalistas
de su época, que castigaban siempre el menor conato
de coalición de los obreros. Marx sabía con quién
tenía que vérselas. Sabía por qué esas ideas
reaccionarias corrían en Francia, y su respuesta la da,
por consiguiente, en un análisis de la esterilidad
teórica de Proudhon y de sus conclusiones políticas
anti-obreras. He aquí lo que escribió Marx en la
Miseria de la filosofía con respecto a esta verborrea
reaccionaria de Proudhon:
"La gran industria aglomera en un solo punto
una multitud de gente, desconocidos unos de
otros. La competencia divide sus intereses. Pero el
sostenimiento del salario, este interés común que
tienen contra su patrono, los reúne en un mismo
pensamiento de resistencia: coalición. Así, la
coalición tiene siempre un doble objeto: el de
hacer que cese entre ellos la competencia para
poder hacer una competencia general al
capitalista. Si el primer objeto de resistencia ha
sido sólo el sostenimiento de los salarios, a
medida que los capitalistas, a su vez, se reúnen en
un pensamiento de represión, las coaliciones,
aisladas al principio, se forman en grupos, y
enfrente del capital, siempre reunido, el
sostenimiento de la asociación viene a ser para
ellos más importante que la del salario. Esto es tan
cierto, que los economistas ingleses se muestran
sorprendidos de ver a los obreros sacrificar una
buena parte del salario en favor de las
asociaciones, que a los ojos de estos economistas,
sólo fueron establecidas en favor del salario. En
esta lucha -verdadera guerra civil- se reúnen y se
desarrollan los elementos necesarios para una
batalla venidera. Una vez llegada a este punto, la
asociación adquiere un carácter político."
Respondiendo a la actitud puramente patronal de
Proudhon frente al movimiento huelguístico, Marx
escribe:
"Se han hecho numerosas investigaciones para
trazar las diferentes fases históricas que ha
recorrido la burguesía, desde la Comuna o
Municipio hasta su constitución como clase.
"Pero cuando se trata de darse cuenta exacta de
las huelgas y demás formas en que los proletarios
efectúan a nuestra vista su organización como
clase, unos se sienten presas de verdadero terror, y
otros afectan un desdén trascendental.
"Una clase oprimida es la condición vital de
toda sociedad fundada en el antagonismo de
clases. La emancipación de la clase oprimida
implica, pues, necesariamente, la creación de una
nueva sociedad. Para que la clase oprimida pueda
emanciparse, es preciso qué los poderes
Drizdo Losovsky6
productivos adquiridos ya y las relaciones sociales
existentes no puedan coexistir. De todos los
instrumentos de producción, el mayor poder
productivo es la misma clase revolucionaria. La
organización de los elementos revolucionarios
como clase, supone la existencia de todas las
fuerzas productivas que podían engendrarse en el
seno de la sociedad antigua."
Marx se percató inmediatamente de que los sabios
burgueses "imparciales" tratan de escamotear la
lucha económica, o de no verla. Critica ásperamente
la posición negativa de los ideólogos de la burguesía,
frente al movimiento económico del proletariado.
Observó muy bien cómo los ruidosos
"revolucionarios" de la especie de Proudhon,
muestran un menosprecio "trascendental" por la
lucha de la clase obrera por sus intereses vitales. ¿No
tenemos hoy también de estos "revolucionarios" que
expresan un menosprecio "trascendental" por la lucha
económica del proletariado? Y, aunque no muy
numerosos, existen también hasta en nuestras filas
comunistas.
¿Cuál fue la clave de todas las desventuras de
Proudhon? Engels lo dijo en la carta a Marx del 21
de agosto de 1851, de la siguiente manera:
"He leído a Proudhon hasta la mitad y me
adhiero íntegramente a tu punto de vista. Su
llamamiento a la burguesía, su vuelta a Saint
Simon y otros muchos pasajes semejantes, incluso
en la parte crítica, prueban que para él la clase
industrial, la burguesía y el proletariado, son en
realidad idénticos, y que considera que se hallan
en oposición sólo debido a que la revolución no
ha terminado."
En su carta a Kugelmann, del 9 de noviembre de
1866, Marx escribe a propósito de Proudhon:
"Proudhon ha causado un daño enorme. Al
comienzo, su aparente crítica y su simulada
oposición a los utópicos (él mismo no es más que
un utopista pequeñoburgués, mientras que en las
utopías de un Fourrier, de un Owen, etc., se halla
el presentimiento y la expresión fantástica de un
nuevo mundo), han seducido y corrompido a la
"juventud dorada", los estudiantes, después a los
obreros, especialmente a los de París, que,
ocupados en la producción de artículos de lujo,
continúan atados, sin saberlo, a todas las
antiguallas."
En la carta a Engels del 20 de junio de 1866,
Marx habla del "Stirnerismo Proudhonizado", y dice
que:
"Proudhon tiende a individualizar la
humanidad", y que desde el punto de vista de
Proudhon:
"la historia debe cesar en todos los países y
que todo el mundo esperará a que los franceses
estén maduros para hacer la revolución social".
Como es sabido, Proudhon es el fundador del
anarco-sindicalismo. Por lo menos esto es lo que
dicen y escriben los anarcosindicalistas, colocándole
por encima de Marx -"el venerador del Estado"-.
Pero los anarco-sindicalistas se cuidan muy bien de
decir que Proudhon fue un enemigo acérrimo del
derecho de coalición y del movimiento huelguístico.
Su odio a las huelgas fue tan profundo que hasta
justificaba la matanza de los huelguistas. He aquí lo
que escribió Proudhon en 1846, en su obra Filosofía
de la miseria:
"Que cada obrero individualmente goce de la
libre disposición de su persona y de sus brazos, es
cosa que se puede tolerar; pero que los obreros
traten, por medio de coaliciones, sin considerar
los grandes intereses sociales ni las prescripciones
de la ley, de violentar la libertad y el derecho de
los patronos, la sociedad no lo puede tolerar.
Aplicar la fuerza contra los patronos y
terratenientes, desorganizar los talleres, paralizar
el trabajo, poner bajo amenaza el capital, significa
conspirar una ruina general. Las autoridades que
hicieron asesinar a los mineros de River-de-Giex
se sintieron profundamente infelices; pero
actuaron como el antiguo Brutus, que se vio en la
necesidad de escoger entre el amor de padre y su
deber de cónsul. Se imponía sacrificar a sus
propios hijos, para salvar la República. Brutus no
vaciló y las generaciones que le siguieron no se
atrevieron a condenarlo."
Proudhon tampoco comprendió que si la
burguesía se manifiesta en favor de la coalición, no
es por puro gusto, sino porque se ve obligada a ello
debido a la lucha incesante de los obreros. Proudhon
se lanza contra los partidarios del derecho de
coalición y escribe:
"La ley que autoriza las coaliciones es
fundamentalmente antijurídica, antieconómica,
contraria a todo régimen social y a todo orden.
Cada concesión adquirida por medio de esta ley es
un abuso y es nula de por sí, y puede dar motivo a
la formación de un proceso y persecución penal...
"Yo repudio especialmente la nueva ley,
porque la coalición con el propósito de aumentar
o disminuir los salarios, es absolutamente igual
que la coalición con el propósito de aumentar o
disminuir los precios de los víveres y de las
mercancías."
¿Qué se puede decir de estos razonamientos? Así
no puede razonar más que un pequeño burgués
rabioso, que por una parte grita "la propiedad es un
robo" y por la otra "disparad contra los huelguistas".
¿Cómo entienden esta contradicción los
discípulos de Proudhon? Uno de ellos, Máximo
Leroy, que escribió una introducción al libro La
capacidad política de las clases obreras, deseoso de
mostrar la grandeza de Proudhon, cita una serie de
extractos suyos sobre la lucha de clases, sobre la
guerra entre el trabajo y el capital y sintetiza de la
Marx y los sindicatos 7
siguiente forma la esencia del proudhonismo:
"Lucha de clases, y sin embargo, ninguna
incitación a la subversión social. Lucha de clases
y, sin embargo, exhortación a los obreros a
colaborar con la clase media. Lucha de clases y,
sin embargo, proscripción de las huelgas. Lucha
de clases y, sin embargo, colaboración de clases."
¿Cómo soluciona el mismo Leroy estas flagrantes
contradicciones de Proudhon? No las soluciona ni las
explica, nos informa solamente que la clave de las
doctrinas de Proudhon está en el mutualismo que:
"Proudhon no proponía ni el misticismo de la
catástrofe emancipada, ni un programa de
estrategia militar, porque nunca juzgó a la clase
obrera como una secta, como un ejército. La
concebía como una clase laboriosa, sin dogma y
sin amo, inquieta por una verdad en perpetuo
devenir, en resumen, como viviendo una vasta
experiencia saintsimoniana."
¿Podían acaso Marx y Engels aceptar en lo más
mínimo, esa increíble confusión que introducía
Proudhon en el movimiento obrero? Evidentemente,
no. Emprendieron una lucha encarnizada contra
Proudhon y el proudhonismo.
Pero los proudhonianos, que se manifestaban
contra los sindicatos, el derecho de huelga, etc., se
vieron obligados, bajos los golpes de la experiencia
misma, a modificar sus concepciones. En la carta de
Marx a Engels del 12 de septiembre de 1868 leemos:
"Es un gran progreso que los buenos
proudhonianos belgas y franceses, que
reclamaban dogmáticamente en Ginebra (1866) y
en Lausana (1867) contra los trade--unions, etc.,
sean actualmente sus partidarios más fanáticos."
Esta carta evidencia que los proudhonianos dieron
media vuelta a la teoría de su maestro, que no por eso
se hizo mejor. Y precisamente por eso, Marx y
Engels emprendieron una lucha encarnizada contra la
teoría y la práctica bakuninista. El continuador de la
causa de Proudhon fue su discípulo más grande,
Miguel Bakunin, el cual se dio cuenta de las
debilidades y lagunas de las concepciones de
Proudhon.
Bakunin, que apreciaba altamente a Proudhon,
emitió sin embargo, el juicio siguiente sobre él:
"Proudhon, a pesar de todos sus esfuerzos por
colocarse en el plano de la realidad, siguió siendo
idealista y metafísico. Proudhon, no obstante
todos sus esfuerzos por sacudir las tradiciones del
idealismo clásico, siguió siendo, sin embargo, un
idealista incorregible, que se inspiraba, como le
dije dos meses antes de su muerte, tan pronto en
la Biblia como en el derecho romano, y
permaneció metafísico hasta sus últimos días."
Claro es que al lado de Proudhon, Bakunin era un
águila. Bakunin es una gran figura revolucionaria, un
rebelde, que estuvo siempre, como dijo Herzen, "en
el último extremo". Un hombre dotado de formidable
energía y de un inmenso talento de organizador. Pero
era un gran señor en revuelta. Su concepto del mundo
es una mezcla de Hegel, Stirner y del
insurreccionalismo ruso a lo Pugachov. No veía las
clases, hablaba siempre del pueblo. Bakunin nunca
hablaba de la clase obrera, sino de los peones, de los
obreros no calificados, de la gente pobre, de la parte
más depauperada de la población, del populacho sin
profesión y oponía la mentalidad revolucionaria del
lumpen-proletariado a la mentalidad reaccionaria de
la aristocracia obrera, en la que incluía a la mayor
parte de los trabajadores. A Bakunin no le agradaba
mucho que Marx creara círculos en los que leía
conferencias a los obreros. En su carta a Annenkov
del 28 de diciembre de 1847, Bakunin escribe que
"Marx se ocupa del mismo trabajo inútil que en el
pasado, echa a perder a los productores
transformándolos en razonadores".
¿Qué era, pues, el bakuninismo como sistema? El
mismo Bakunin decía que es el sistema anárquico de
Proudhon, ampliado, desarrollado y emancipado por
nosotros de todos los floripondios metafísicos,
idealistas y doctrinarios.
Así tenemos ante nosotros un proudhonismo
perfeccionado, tan lejos del marxismo desde el punto
de vista teórico y político como el proudhonismo
puro.
Bakunin negaba todo Estado, la lucha política y la
organización política del proletariado. La lucha entre
Marx y Bakunin, fue la lucha entre dos concepciones
distintas del mundo, dos sistemas y teorías distintos,
fue una lucha entre dos líneas políticas y tácticas
distintas, lo que no podía dejar de reflejarse en el
problema de organización. El problema de
organización no fue, por consiguiente, la causa, sino
solamente el motivo de la escisión.
“¿Qué política debe seguir la Internacional en
el transcurso de este período más o menos largo
que nos separa de la terrible revolución social que
todos presentimos?"
3. Contra el lassallismo, el oportunismo
alemán.
Marx seguía con la mayor atención el desarrollo
del movimiento obrero en Alemania. La revolución
de 1848 fue el punto culminante de la actividad del
movimiento obrero de la Alemania de entonces.
Después de 1848 comienza el reflujo, el movimiento
obrero se dispersa. Una parte considerable de los
elementos revolucionarios se ve obligada a emigrar a
Francia, Inglaterra y Estados Unidos. En Alemania
misma comienzan a surgir toda suerte de
hermandades, sociedades de ayuda mutua y otros
embriones de sindicatos, etc.
Marx y Engels mantenían estrechas relaciones con
la emigración obrera revolucionaria y con los
elementos revolucionarios que permanecieron en el
país. Después del año 1848 comienza en Alemania el
Drizdo Losovsky8
período de la reacción política e ideológica y una
serie de compañeros de armas de Marx se alejan del
movimiento revolucionario. Marx trabajaba
persistentemente en el desenvolvimiento de su
concepción filosófica del mundo, en la elaboración
de su sistema económico, llevando a cabo
simultáneamente una intensa actividad político-
literaria. A fines del año 1850 la depresión empieza a
desaparecer. En Alemania comienza el ascenso del
movimiento obrero. Lassalle organiza en 1863 "La
Asociación General de Obreros" y plantea
abiertamente la cuestión de los objetivos y de los
derechos políticos de la clase obrera. Lassalle, que
aparece en la arena política en el momento en que
comienza la animación, comprendió el cambio
producido en la mentalidad de las masas obreras y
debido a esto su "Asociación General de Obreros" se
hizo muy popular. Marx y Engels apreciaban mucho
a Lassalle. "Lassalle, a pesar de todos sus “peros”, es
firme y enérgico", escribía Marx a Engels el 10 de
marzo de 1853. "Lassalle es el único que tiene
todavía la audacia de seguir en correspondencia con
Londres, y es necesario conseguir que este
intercambio no se le torne fastidioso", escribía Marx
a Engels el 18 de julio de 1853. En una carta a
Schweitzer fechada el 13 de octubre de 1868,
escribe: "Después de quince años de letargo, Lassalle
ha despertado de nuevo, en Alemania, al movimiento
obrero. Este es su mérito inmortal."
Pero desde el comienzo, Marx y Engels
observaron una serie de graves defectos en la teoría y
en la actividad de Lassalle. Los desacuerdos iban
aumentando a medida que Lassalle manifestaba su
errónea orientación. Lassalle desconfiaba de la lucha
de los obreros por el derecho de coalición y no veía
la utilidad de las huelgas. "El derecho de coalición no
puede dar ninguna ventaja al obrero. No puede
determinar un mejoramiento real de su situación."
Tales eran las máximas de Lassalle. Lassalle hablaba
de la "triste experiencia" de las huelgas inglesas.
Consideraba estéril la lucha por el aumento de los
salarios, puesto que la clase obrera es incapaz de
cambiar la ley de bronce de los salarios, que según él
es la piedra angular de toda ciencia "económica".
Como panacea a todos los males, Lassalle plantea las
dos reivindicaciones siguientes: Sufragio universal y
subsidio del Estado a las Asociaciones de
Producción. En consecuencia, negaba la lucha
económica de la clase obrera y la utilidad de los
sindicatos. Esta concepción de Lassalle fue ajena a
Marx:
"Lassalle fue contrario al movimiento de
coalición -escribe Marx a Engels el 13 de febrero
de 1865-; Liebknecht lo ha improvisado entre los
tipógrafos de Berlín con sus propios medios,
contra la voluntad de Lassalle."
La lucha entre Marx y Lassalle comenzó con
motivo de la llamada "ley de bronce" del salario. Esta
ley de bronce del salario no era en el fondo más que
una reedición de las teorías proudhonianas y de la ley
de Malthus sobre la población. ¿Qué es, en esencia
esta teoría? Todos los esfuerzos que el obrero realice,
todas sus luchas, no le harán obtener nada en el
sentido del mejoramiento de su situación. Esta teoría,
que condena las luchas económicas organizadas, que
las considera estériles, no podía contar con la
simpatía de Marx. Este criticó duramente la "ley de
bronce de los salarios", demostrando que los salarios
están compuestos de dos partes: contienen el mínimo
físico y el mínimo social, que cambia de acuerdo con
las condiciones histórico-sociales. Lassalle no
solamente insistió en su "ley de bronce de los
salarios", sino que se orientaba cada vez más hacia el
Estado bismarkiano, esperándolo todo de las
subvenciones del Estado.
"He señalado muchas veces que quiero la
asociación individual y voluntaria... pero para
poder formarse, debe obtener del Estado -
mediante un empréstito- el capital necesario.
"Para elevar vuestra clase, para emancipar no
solamente a algunos obreros, sino al trabajo
mismo se necesitan millones de pesos y sólo el
Estado y la legislación los pueden dar."
Esta era la solución simplista que Lassalle,
hombre de gran capacidad, daba al problema obrero.
Es necesario comenzar por obtener el derecho al
sufragio universal, y después, el gobierno dará
"millones y millones de pesos".
¿Podía acaso Marx dejar de luchar contra esta
funesta utopía manifiestamente pequeñoburguesa?
El 9 de abril de 1863, Marx escribía a Engels:
"Lassalle me ha enviado hace dos días la carta
abierta “Al Comité Obrero Central” del
“Congreso Obrero de Leipzig”. Se comporta
como un futuro dictador de los obreros, lanzando
con aire pomposo frases que tomó de nosotros.
Las diferencias entre el salario y el capital las
resuelve con “la mayor facilidad”. A saber: los
obreros deben hacer agitación por el sufragio
universal y luego enviar a la cámara de diputados
a personas como él, “dotadas de la brillante arma
de la ciencia”. Luego, ellos construirán fábricas
obreras, para lo cual el Estado facilitará capital y
estas empresas cubrirán poco a poco todo el país.
Todo eso es admirablemente nuevo."
Después de la muerte de Lassalle, la "Asociación
de Obreros" fue presidida por Schweitzer, que
comenzó a manifestarse partidario del derecho de
coalición e incluso de la lucha por los salarios. Pero
Schweitzer, a pesar de haberse alejado de su maestro,
llega, sin embargo, en una serie de artículos a las
siguientes conclusiones:
"1. La huelga es necesariamente estéril desde
el punto de vista económico.
"2. No obstante, la huelga es un magnífico
medio de encender el movimiento obrero y
Marx y los sindicatos 9
elevarlo hasta el nivel de la formación en la clase
obrera, de una conciencia de clase propia.
"3. Donde el movimiento obrero pueda actuar
abiertamente para su objetivo final, las huelgas,
en general, no deben ser aprobadas, porque la
clase obrera necesita de toda su fuerza para la
conquista de su objetivo final, el cambio de las
bases sociales. Ahora bien: las huelgas distraen
muchas fuerzas del objetivo final, y no conducen
más que a un resultado ilusorio: el aumento de los
salarios."
Marx seguía atentamente la evolución de la
"Asociación General Obrera de Alemania", pues
sabía que en lo concerniente al derecho de coalición,
halla entre los lassallianos la mayor confusión. Marx
escribe el 13 de febrero de 1865 a Schweitzer:
"Las coaliciones y los sindicatos que surgen de
las mismas, no solamente son de gran importancia
como medios de organización de la clase obrera
para la lucha contra la burguesía; su importancia
se refleja en el hecho de que hasta los obreros de
Estados Unidos del Norte, a pesar del derecho al
voto y de la República, no pueden prescindir de
él. Pero además, en Prusia, y, en general, en
Alemania, el derecho de coalición es una brecha
abierta en el régimen de dominación policíaca y
burocrática, rompe la ley de domesticidad y la
economía feudal en el campo; en una palabra, es
una medida de transformación de los “súbditos”
en ciudadanos mayores de edad, que el partido
progresista, es decir, todos los partidos burgueses
de oposición podrían aceptar, si no fuesen idiotas,
cien veces mejor que el gobierno de Prusia, y con
mayor razón, que el gobierno de un Bismarck."
En la misma carta, Marx se detiene en la famosa
idea lassalliana de los subsidios del Estado. He aquí
lo que escribe Marx, con motivo de este socialismo
gubernamental monárquico-prusiano:
"La nefasta ilusión de Lassalle de una
intervención socialista del gobierno prusiano, no
cabe duda que irá seguida de una inevitable
decepción. La lógica de las cosas hablará por sí
misma. Pero el honor del Partido Obrero exige
que descarte semejantes quimeras antes que su
inanidad estalle al contacto con la experiencia. La
clase obrera es revolucionaria o no es nada."
Esta notable carta nos muestra las causas de la
hostilidad de Marx contra el lassallismo. La clase
obrera es revolucionaria o no es nada, esto era lo que
determinaba la línea de conducta de Carlos Marx.
Marx conceptuaba a la "Asociación General
Obrera" como una organización sectaria y volvió a
ocuparse muchas veces de esta cuestión. En sus
cartas a Schweitzer, Marx expresaba continuamente
este concepto suyo sobre el carácter sectario de la
"Asociación General Obrera". En ellas da una
definición clásica de lo que es el sectarismo. He aquí,
por ejemplo, lo que Marx escribe el 13 de octubre de
1868:
“'Como todos los fundadores de sectas,
Lassalle negaba toda ligazón natural con el
movimiento obrero anterior en Alemania y en el
extranjero. Cayó en el mismo error de Proudhon,
de no buscar la base real de su agitación en los
verdaderos elementos del movimiento de clase,
sino que quería orientar la marcha del mismo
mediante una fórmula doctrinaria determinada.
"Usted mismo ha experimentado en su propia
persona la oposición entre el movimiento de secta
y el movimiento de clase. La secta busca su razón
de ser en su “point d'honneur”, no en lo que tiene
de común con el movimiento de clases, sino en el
talismán especial que la distingue de este
movimiento. Cuando usted propuso convocar el
Congreso de Hamburgo para la constitución de
los sindicatos, no pudo romper la resistencia
sectaria más que amenazando con renunciar a la
presidencia. Además, usted se vio obligado a
doblar su propia persona, declarando que una vez
actuaba como jefe de secta y otra vez en
representación del movimiento de clase.
"La disolución de la “Asociación General
Obrera Alemana”, le brindó la ocasión de dar un
importante paso hacia adelante y de declarar, o de
probar, que actualmente hemos entrado en una
nueva fase del desarrollo y que el movimiento de
secta está ya maduro para disolverse en el
movimiento de clase y liquidar definitivamente
todas esas supervivencias...
"En lo que concierne a los elementos justos
que contenía la secta, debían ser introducidos en
el movimiento general, para enriquecerle. En
lugar de esto, habéis exigido del movimiento de
clase que se subordine a un movimiento sectario
particular. Los que no entraban en el círculo de
vuestros amigos, deducían que usted desea
conservar, a toda costa, su movimiento obrero
particular."
Cuando Schweitzer envió a Marx, antes del
Congreso de Hamburgo, el proyecto de estatutos de
su nueva “Asociación General Obrera”, Marx
aprovechó la ocasión para hacerle la más severa
crítica. Marx consideraba que un agrupamiento
político-sindical no era viable y que la centralización
burocrática era sumamente peligrosa, especialmente
para Alemania.
En su carta a Schweitzer, de fecha 13 de
septiembre de 1868, Marx escribe:
"En lo que concierne al proyecto de estatutos,
lo considero erróneo desde el punto de vista de los
principios, y creo tener tanta experiencia en las
cuestiones del movimiento sindical como
cualquiera de mis contemporáneos. Sin entrar
aquí en detalles, diré solamente que ese tipo de
organización, con todo lo cómodo que es para las
sociedades secretas y para la unión de sectarios,
Drizdo Losovsky10
contradice la esencia misma de las trade-unions.
Pero aun suponiendo que semejante organización
sea posible, y debo decir que “tout bonnement” la
considero francamente imposible, no sería
deseable y menos para Alemania. Aquí, donde el
obrero sufre desde la infancia un adiestramiento
burocrático y tiene fe en los superiores, lo más
importante es que aprenda a caminar sin la ayuda
de nadie.
"Vuestro plan no es práctico tampoco en otros
aspectos. En la organización existen tres poderes
independientes de diferente origen: 1) comité
elegido por oficios; 2) presidente, una persona
completamente inútil, elegida por sufragio
general; 3) un congreso elegido por localidades.
En fin, fuentes de conflictos por doquiera. ¡Y es
ésta la organización que debe servir para acciones
rápidas!
"Lassalle ha cometido un gran error al querer
imitar “al elegido del sufragio universal” (de la
constitución francesa de 1852). ¡Y eso para las
trade-unions! Estas se ven obligadas a ocuparse
principalmente de cuestiones de dinero, y usted no
tardará en ver que aquí termina todo poder
dictatorial"
Lo que es notable en esta carta, no es solamente la
crítica concreta, aniquiladora del supercentralismo de
Lassalle-Schweitzer, sino también la posición de
principio en esta cuestión: es preciso enseñar al
obrero alemán "a marchar sin la ayuda de nadie".
Marx y Engels plantearon varias veces esta cuestión
en sus cartas. Sabían lo que significa el
adiestramiento burocrático y temían que si la
organización del partido y de los sindicatos llegasen
a tener una estructura burocrática, podría causarse un
daño inmenso a la clase obrera de Alemania. En ésta
como en todas las demás cuestiones, las palabras de
Marx resultaron proféticamente justas. El centralismo
burocrático de la socialdemocracia alemana, que
corresponde a las tradiciones "nacionales" de la
domesticación cuartelera prusiana, ahoga todavía el
movimiento obrero de Alemania.
Marx y Engels manifestaron muchas veces su
parecer respecto a las ínfulas dictatoriales del
heredero de Lassalle, Schweitzer. Demostraban que
su orientación no podía menos de provocar la ruina
de su organización y que era necesario elegir entre la
organización sindical de masas y el aislamiento
sectario.
Después del Congreso de Hamburgo, Marx
escribe a Engels el 26 de septiembre de 1868:
"Lo que hay sobre todo de ridículo en
Schweitzer -y claro que le es impuesto por los
prejuicios de su ejército y su título de presidente
de la “Asociación General Obrera Alemana”- es
que invoque sin cesar las palabras del maestro y
que a cada nueva concesión a las necesidades del
verdadero movimiento obrero pretenda
tímidamente que no contradice los santísimos
dogmas de Lassalle. El Congreso de Hamburgo ha
sentido instintivamente, con justa razón, que el
verdadero movimiento obrero (las trade-uniones,
etc.), amenazan a la “Asociación General Obrera
de Alemania” como organización específica de la
secta lassalliana."
Marx subraya que es imposible hacer entrar a las
amplias masas en una organización sectaria.
Marx habla de esto en su carta a P. Bolte, el 23 de
noviembre de 1871:
"...La organización de Lassalle es simplemente
una organización sectaria, y como tal, hostil a la
organización del verdadero movimiento obrero
que quiere crear la Internacional."
Marx y Engels plantearon de nuevo la cuestión de
la actitud frente al lassallismo con motivo del
Congreso de fusión de los lassallianos y los
partidarios de Eissenach, en 1875, en Gotha.
En una carta a Bebel fechada el 18-28 de marzo
de 1875, Engels escribe a propósito del programa de
Gotha, entre otras cosas, lo siguiente:
“Ni una palabra se dice de la organización de
la clase obrera, como tal clase, por medio de los
sindicatos. Y éste es un punto de suma
importancia; porque los sindicatos son la
verdadera organización de clase del proletariado
con los cuales realiza su lucha diaria contra el
capital, en los que se educa y a los que ya hoy día
es imposible aplastar, ni siquiera mediante la más
severa reacción (como la que impera actualmente
en París). Dada la importancia que esta
organización adquiere en Alemania, nos parece
absolutamente necesario hacer mención de ella en
el programa, y en la medida de lo posible, darle
un lugar determinado en la organización del
Partido."
Tal es la crítica del programa de Gotha desde el
punto de vista de las dos cuestiones. Pero, en
realidad, "las glosas marginales sobre el programa
del Partido obrero alemán" exceden ampliamente los
límites de estas dos cuestiones.
Liebknecht y Bebel estaban muy descontentos de
la severa crítica hecha por Marx y Engels al
programa de Gotha. Bebel, al citar en sus memorias
estas cartas de Engels, añade melancólicamente:
"No era fácil ponerse de acuerdo con los dos
viejos de Londres. Lo que a nosotros nos parecía
un cálculo inteligente y una táctica hábil, ellos lo
juzgaban como una debilidad y un espíritu de
conciliación irresponsable."
Esta objeción es muy característica de Bebel. En
la socialdemocracia alemana, ya en los primeros días
de su función, se había establecido el hábito de
explicar las desviaciones de los principios del
marxismo con razones de táctica, como si la táctica
fuera algo desligado e independiente de las
concepciones de principio.
Marx y los sindicatos 11
Marx y Engels se opusieron a la fusión de los
lassallianos con los partidarios de Eisenach, puesto
que la plataforma de fusión era no solamente
equívoca, sino también errónea. Marx lo manifestó
en su carta a Bracke, el 5 de mayo de 1875:
"Todo paso hacia adelante, todo movimiento
real, es más importante que una docena de
programas. Si, pues, era imposible exceder el
programa de Eisenach -y las circunstancias no lo
permitían- era necesario concluir simplemente un
acuerdo para la acción contra el enemigo común.
Se fabrica, por el contrario, un programa de
principio (en lugar de aplazarlo hasta el momento
en que una cuestión de esta índole estuviese
preparada por una larga actividad común), lo que
equivale a plantar públicamente jalones que
permitirán al mundo entero juzgar el nivel del
movimiento del Partido."
En el movimiento obrero de la Alemania de
entonces, no solamente había la tendencia de los
Lassalle-Schweitzer a destruir los sindicatos
transformándolos en un partido, sino también las
tendencias opuestas, es decir, el considerar a los
sindicatos como la única forma del movimiento
obrero. En este sentido pecó J. F. Becker, dirigente
de la sección alemana de la "Asociación
Internacional de Trabajadores".
En el período en que se comenzó a formar en
Alemania el partido político del proletariado, el
problema más difícil y complicado fue el de las
relaciones entre toda la variedad de sociedades
educativas, los sindicatos y el Partido.
Hemos visto la solución que daban a esta cuestión
Lassalle y Schweitzer y las objeciones de Marx y
Engels a este tipo de organización. J. F. Becker
redactó un proyecto de proposición, en 1869, con
motivo de la formación de un partido político obrero
(los partidarios de Eisenach) defendiendo la idea de
que la única forma verdadera del movimiento obrero
son los sindicatos. He aquí cómo J. F. Becker
formula su afirmación:
"Considerando que solamente los sindicatos
representan la forma justa de las organizaciones
obreras, también para la sociedad futura, y en
vista de los conocimientos especiales que
prevalecen en su medio y contribuyen a la
formación de una conciencia social exacta; y que
en la medida que se perfecciona la organización
de los sindicatos, las sociedades mixtas (como por
ejemplo la “Asociación General Obrera Alemana”
y las uniones de educación obrera) pierden su
razón de ser y después de cumplir su misión de
iniciadores pierden también su derecho a la
existencia, etcétera.
Esta manera de plantear la cuestión no podía
surgir más que porque no se tenía una idea clara de lo
que es un partido y de cómo debe estar construido.
Bebel estaba muy preocupado por este proyecto y
preguntó a Marx su posición frente a él. Marx
contestó que no tenía nada de común con ese
documento.
También Engels reaccionó inmediatamente con
violencia, expresando a propósito de esta cuestión,
no sólo su opinión personal, sino también la de Marx:
"El viejo Becker debe haberse vuelto
completamente loco. ¿Cómo es posible que
proclame a los sindicatos como auténtica forma
de agrupación de los obreros y base de toda
organización, y que todas las demás asociaciones
deben tener solamente un carácter provisional? ¡Y
todo eso en un país donde los verdaderos
sindicatos no existen todavía! ¡Y qué
“organización” embrollada! Por un lado, los
sindicatos de cada oficio se centralizan en el
comité nacional, y por otro, diversos sindicatos de
cada localidad organizan su comité central. Si lo
que se desea es que haya discordias permanentes,
ésa es la organización que se debe adoptar. Pero
en realidad, detrás de todo esto se oculta
simplemente el viejo artesano alemán, que quiere
salvar su tienda como base de la unidad de la
organización obrera."
A Marx no se le podía cazar en el cepo de una
frase revolucionaria. Cuando algún socialista
contemporáneo comenzaba a emplear frases
demasiado infladas, Marx le atacaba resueltamente.
A este respecto, es muy característica la diferencia de
actitud de Marx frente a Bernstein y a Most.
Bernstein acusaba a Most de "izquierdismo",
insinuando veladamente sus opiniones
pequeñoburguesas de derecha; Marx reaccionó
contra el intento de Bernstein de introducir su
contrabando.
En carta del 19 de septiembre de 1879, Marx
escribe a Sorge:
"Nuestras divergencias con Most no tienen
nada de común con los desacuerdos con esos
señores de Zúrich (el trío compuesto por el doctor
Hochbert, Bernstein su secretario y Schramm).
Nosotros no reprochamos a Most que su
“Libertad” sea demasiado revolucionaria, sino que
no tiene contenido revolucionario y se limita a
hacer fraseología revolucionaria."
Marx y Engels mantuvieron una lucha despiadada
contra todos los matices del oportunismo, contra toda
ausencia de principios y contra el método "familiar"
en la política. No permitían que se disimularan las
divergencias teóricas y políticas y estaban siempre -
como dice el escritor Gleb Uspenski- "listos para la
pelea".
Lenin señalaba especialmente en 1907 esta
característica, en su introducción a las cartas de Marx
y Engels a Sorge. Como estaban tan cerca del
movimiento obrero alemán, es aquí donde se
patentiza con más evidencia el papel dirigente de
Marx y Engels y su lucha por la claridad teórica, la
Drizdo Losovsky12
firmeza política y la audacia de táctica.
Marx y Engels fueron los primeros en dar la voz
de alarma con motivo de la penetración en la
socialdemocracia alemana de elementos
manifiestamente ajenos y exigían un control riguroso
sobre "la banda de doctores, estudiantes y la crápula
socialistas de cátedra", que ya entonces
desempeñaban un papel desproporcional. Marx
protestaba contra "estos señores" teóricamente nulos
e inservibles en la práctica, que pretenden arrancar
los dientes al socialismo, que ellos han
confeccionado según sus recetas universitarias, y
sobre todo, al partido socialdemócrata, e instruir a los
obreros, o, como ellos dicen, darles los "elementos de
instrucción". "No son ni más ni menos que
lamentables charlatanes contrarrevolucionarios."
4. Marx y el movimiento sindical en Inglaterra.
La primera mitad del siglo XIX se caracterizó por
un impetuoso crecimiento y desarrollo del
movimiento sindical en Inglaterra. Inmediatamente
después de la supresión del decreto prohibitivo de las
coaliciones, en 1824, las trade-uniones salen de la
clandestinidad y comienzan a extenderse por toda
Inglaterra. Las trade-uniones inglesas eran
organizaciones estrechamente gremialistas, que se
proponían únicamente finalidades prácticas
(disminución de la jornada de trabajo, aumento de los
salarios, etc.). Marx y Engels observaron durante
decenas de años el desarrollo del movimiento obrero
de Inglaterra. La primera gran obra de Engels
dedicada a la situación de la clase obrera de
Inglaterra y El capital, genial obra de Marx, están
basadas en el estudio de la economía: inglesa y del
movimiento obrero de Inglaterra.
Marx y Engels veían el carácter estrechamente
gremial de las trade-uniones y su horizonte
restringido, pero las consideraban sin embargo un
serio paso hacia adelante en el desarrollo del
movimiento obrero inglés, y no solamente inglés.
"Con el fin de quebrar el poder de la
burguesía, escribía Engels, se necesita algo más
que sindicatos obreros y huelgas. Pero esos
sindicatos y las huelgas originadas por ellos,
tienen importancia principalmente por representar
el primer intento de los obreros por suprimir la
competencia. Su existencia supone la
comprensión de que la dominación de la
burguesía se basa solamente en la competencia de
los obreros entre sí, es decir, en la ausencia de
solidaridad obrera, en la oposición de los intereses
de una parte de los obreros a los intereses de
otros. Y precisamente porque todos sus esfuerzos
están orientados, aunque sea unilateral y
estrechamente, contra la competencia, contra el
nervio vital del régimen social contemporáneo,
son un peligro para ese régimen. Difícilmente el
obrero podía encontrar un punto más vulnerable
en el régimen de la burguesía y en todo el régimen
social contemporáneo."
El mal fundamental del movimiento sindical
inglés, ya en aquel período, consistía en las
concepciones socialistas todavía vagas y confusas
que tenían los jefes más avanzados. El socialismo
inglés de aquella época era extraordinariamente
magro y anémico. He aquí cómo caracteriza Engels a
los socialistas de esa época:
"El padre del socialismo inglés fue el
fabricante Owen y por esto su socialismo, aun
excediendo en el fondo los límites de las
contradicciones entre la burguesía y el
proletariado, guarda, no obstante, por su forma,
una actitud muy tolerante con la burguesía, y muy
injusta con el proletariado. Los socialistas son
completamente domesticados y pacíficos,
reconocen como justificadas las condiciones
existentes, por malas que sean, ya que niegan para
su modificación, cualquier camino que no sea el
de la prédica pública... Los socialistas se quejan
continuamente de la desmoralización de las clases
inferiores. Comprenden, sin duda, la causa del
odio de los obreros contra la burguesía, pero
consideran que este odio, que es el único medio
de llevar a los obreros hacia adelante, es estéril y
predican una filantropía y un amor universal, que
es mucho más estéril para la realidad de la
Inglaterra moderna. No reconocen más que el
desarrollo psicológico, el desarrollo del hombre
abstracto completamente aislado del pasado,
mientras que todo el mundo, y con él cada
individuo, brotan sobre el terreno de este pasado.
Por eso son demasiado científicos, demasiado
metafísicos, y no hacen gran cosa."
Engels acompaña esta brillante característica del
socialismo inglés, con un análisis del cartismo y de la
diferenciación que se verificó en él después de los
impetuosos y sangrientos sucesos de los años 1839-
42. Engels consideraba que el verdadero socialismo
surgiría del cartismo.
"Sin duda, los “cartistas” son muy atrasados,
poco instruidos, pero al menos son, en cuerpo y
alma, verdaderos proletarios, representantes del
proletariado."
Las trade-uniones son un arma de lucha contra los
capitalistas, y, por consiguiente, la creación de los
sindicatos constituye para los obreros un serio
progreso. Esta idea pasa a través de todo El capital de
Marx. Así, por ejemplo, al esbozar un amplio cuadro
de la lucha de los obreros por la disminución de la
jornada de trabajo, Marx escribe:
"La constitución, a fines de 1865, de una trade-
union de los obreros agrícolas, primero en
Escocia, es un acontecimiento histórico."
Una prueba de la gran importancia que Marx
atribuía a las trade-uniones, es que fue él el iniciador
de la incorporación de las trade-uniones a la Iª
Marx y los sindicatos 13
Internacional, y que hizo cuanto le fue posible por
ponerse en contacto directo con las secciones locales
de las trade-uniones inglesas.
El 1º de abril de 1865, el sindicato de carpinteros
de Chelsey invita a una delegación, para que se les
expliquen los principios de la Asociación
Internacional. Weston hace un informe sobre la
delegación al sindicato de mineros. El 3 de abril de
1866, el Comité Ejecutivo del sindicato inglés de
sastres manifiesta sus sentimientos cordiales hacia de
Asociación Internacional de Trabajadores y promete
ingresar en ella. En esta misma fecha, el Consejo
General se da por informado del deseo de los
hilanderos de Coventry, de ingresar en la
Internacional. El 1º de abril de 1866, se lee una
comunicación anunciando que la sociedad de
zapateros del barrio de West-End, ha hecho un
donativo de una libra esterlina para el Consejo
General, y se propone enviar a Odger como delegado
al Congreso. El 10 de abril de 1866, este sindicato es
aceptado como parte de la Asociación Internacional
de Trabajadores. En la misma fecha se comunica que
Weston y Young fueron como delegados a la
Asamblea del Comité de yeseros. El 19 de mayo de
1866, Young hace un informe sobre la asistencia de
él y de Lafargue a la sección local de la sociedad de
ladrilleros. Fueron recibidos con gran entusiasmo y
se les prometió apoyarles. El 15 de mayo de 1866, la
sección del sindicato unificado de obreros sastres de
Darlington es aceptada en la Internacional. El 17 de
junio de 1866 se da lectura a una información de la
sociedad de toneleros "La mano de hierro", que
decidió adherirse a la Internacional, imponiendo a
todos sus miembros la cuota de un chelín por persona
para el financiamiento del Congreso de Ginebra. En
esta misma reunión se anuncia que una asamblea de
obreros carpinteros que recibió a la delegación de la
Internacional, resolvió contribuir con una libra
esterlina para sufragar los gastos del Congreso.
Estas actas son muy significativas, porque reflejan
el interés que existía entre una parte de las trade-
unions por la Iª Internacional. En el órgano de Johann
Philipe Becker, Vorbote, del mes de mayo de 1866,
se habla de cinco grandes sindicatos que ingresaron
colectivamente en la Internacional (hasta entonces
sólo se afiliaban a la Internacional sindicatos
individuales). Los sindicatos adheridos fueron: el
sindicato de tejedores de cintas de seda, con mil
miembros; el sindicato de sastres (8.000 miembros);
el de zapateros (9.000 miembros); luego el sindicato
de mecánicos y los obreros de la fabricación de rejas.
También se habían adherido a la Internacional los
sindicatos de picapedreros de Londres y Stradford,
muchas pequeñas sociedades y por último la Unión
Unificada de Mecánicos Ingleses, que tenía 33.000
miembros. El número de noviembre de Vorbote
comunica la adhesión a la Internacional del sindicato
de canasteros (300 miembros) y de la Unión de
Peones (28.000 miembros).
El informe del Congreso de Basilea, escrito por
Marx, anuncia que en el Congreso general de las
trade-unions inglesas que acababa de reunirse en
Birmingham, fue adoptada la siguiente resolución:
"Considerando que la Asociación Internacional
de Trabajadores se propone unificar a las masas
trabajadoras y defender sus intereses que son en
todas partes idénticos, el Congreso recomienda a
los obreros del Reino Unido, y especialmente a
las corporaciones obreras organizadas, que
apoyen esta Asociación y les sugiere
insistentemente que se adhieran a ella. A la vez el
Congreso tiene la convicción de que la realización
de los principios de la Internacional, conducirá a
la instauración de una paz sólida entre todos los
pueblos del mundo."
No obstante, es necesario tener en cuenta que una
gran parte de las trade-unions se negaron a adherirse
a la Internacional. Así, por ejemplo, cuando el
Consejo General de la Asociación Internacional de
Trabajadores se dirigió, en 1866, al Consejo de la
trade-unions de Londres instándole a adherirse a la
Internacional, y en caso de negativa, a admitir en una
asamblea a un representante de ésta para exponer las
concepciones de la Asociación Internacional de
Trabajadores, el Consejo de trade-unions de Londres
contestó negativamente. Sin embargo, había en el
Consejo General de la Asociación Internacional de
Trabajadores un crecido grupo de ingleses: Odger,
Applegarth, Weston, Lookfort, etc., ocupando Odger
la presidencia del Consejo General.
Es interesante señalar que Sidney y Beatriz Webb,
historiadores del trade-unionismo inglés, en los dos
tomos de su Teoría y práctica del trade-unionismo
inglés, no dedicaron ni una sola página a la posición
de las trade-unions inglesas frente a la Iª
Internacional, y en su historia del trade-unionismo
dedican a este problema solamente una nota de pie de
página.
Sin embargo, esta cuestión no es de menor
importancia que los estatutos de cualquier unión o
que la opinión de los economistas y de los curas
ingleses sobre el mal que causa el trade-unionismo y
el carácter antirreligioso del movimiento
huelguístico.
Los historiadores fabianos del trade-unionismo
creían, evidentemente, que esa actitud desdeñosa
frente a Marx y a la Asociación Internacional de
Trabajadores, disminuiría los méritos de ambos. Pero
se equivocaron y su manera de obrar prueba una vez
más que Marx y la Iª Internacional siguen inspirando
horror a los intelectuales socializantes.
Engels, que venía observando durante el curso de
largos años el desarrollo de las ideas socialistas y
semisocialistas en Inglaterra, definió brillantemente
el socialismo fabiano. En una carta a Sorge, fechada
el 18 de enero de 1893, leemos lo siguiente:
Drizdo Losovsky14
"Aquí, en Londres, los fabianos son una banda
de “carreristas”, que tienen, sin embargo, bastante
buen sentido para comprender que la revolución
social es inevitable; pero al no querer confiar este
gigantesco trabajo al “grosero” proletariado
solamente, han expresado su “benévolo” deseo de
colocarse a su cabeza. El temor a la revolución es
su principio fundamental. Son “intelectuales” por
excelencia; su socialismo es un socialismo
municipal; es el municipio y no toda la nación,
quien debe ser por lo menos al comienzo, el
propietario de todos los medios de producción.
Presentan su socialismo como la consecuencia
extrema, pero inevitable, del liberalismo burgués.
Y de ahí su táctica: No combatir con decisión,
como a enemigos, a los liberales, sino empujarlos
hacia conclusiones socialistas, es decir, burlarlos
para impregnar de socialismo el liberalismo; no
oponer candidatos socialistas a los liberales, sino
hacérselos aceptar con miles de maniobras... Pero
no comprenden que librándose a este juego serán
ellos los engañados o engañarán al socialismo.
"Los fabianos han editado junto a sus
antiguallas algunas buenas obras de propaganda
que son lo mejor que en este terreno han hecho los
ingleses. Pero apenas tornan a su táctica
específica: disimular las luchas de clases, la cosa
huele mal. De ahí su odio fanático contra Marx y
contra todos nosotros."
El Consejo General de la Iª Internacional tenía
una composición extraordinariamente heterogénea y
por eso se desarrollaba constantemente en su seno
una lucha sobre los problemas fundamentales
económicos y políticos del movimiento obrero. A
este respecto, es muy característica la discusión que
tuvo lugar en el Consejo General de la Asociación
Internacional de Trabajadores entre Marx y Weston,
sobre la cuestión del salario, los precios y las
ganancias.
A principios de noviembre de 1864, Marx escribe
a Engels:
"Además un viejo “owenista”, Weston,
hombre amable y simpático, actualmente
fabricante; ha presentado un programa
extraordinariamente extenso y terriblemente
confuso."
Este hombre "amable y simpático" era un gran
confusionista y el Consejo General resolvió organizar
una discusión sobre la cuestión en litigio. El 20 de
mayo de 1865, Marx escribe a Engels:
"Hoy, por la tarde, asamblea extraordinaria de
la Internacional. Un viejo compañero, antiguo
owenista, Weston (carpintero), ha presentado dos
tesis que defiende incansablemente:
"1. Que un alza general de la norma de los
salarios, no puede favorecer en nada a los obreros.
"2. Que, por consecuencia, las trade-unions
son perjudiciales.
"Si estas dos tesis, en las cuales es el único en
creer, fuesen aceptadas, provocaríamos un enorme
escándalo, tanto frente a las trade-unions locales,
como también en relación con la epidemia de
huelgas que reina actualmente en el continente.
En esta ocasión (ya que a esta asamblea serán
admitidas también personas no pertenecientes al
Consejo), tendrá el apoyo de un inglés que
escribió un folleto en el mismo sentido. El público
espera naturalmente una refutación de mi parte.
Yo, naturalmente, conozco de antemano los dos
puntos fundamentales:
"1. Que el salario determina el valor de las
mercancías.
"2. Que si los capitalistas pagan hoy 5 chelines
en lugar de cuatro, tendrán que vender mañana
sus mercancías (debido a la demanda creciente)
por 5 chelines en lugar de cuatro."
La discusión entre Marx y Weston se reflejó así
en las actas del Consejo General:
"El 30 de mayo de 1865 Weston pronunció su
discurso sobre los salarios. Interviene Marx,
formulando conceptos contrarios a los de Weston.
El 24 de junio de 1865, Marx dio lectura a una
parte de su disertación sobre los salarios, en
respuesta a la disertación de Weston. El 27 de
junio de 1865 Marx lee el final de su disertación
sobre los salarios. El 4 de julio de 1865 siguieron
las discusiones con respecto a las posiciones de
Weston y Marx.”
Desgraciadamente los debates no han llegado
hasta nosotros. No obstante, sabemos lo que Marx
dijo en esas asambleas. Su disertación en el Consejo
General "Salario, precio y beneficio", es una
exposición de la parte correspondiente al tomo I del
Capital. Marx expone aquí en los dos puntos
siguientes, la opinión de Weston:
"1. La masa de la producción nacional es algo
fijo, una cantidad o magnitud constante, como
dirían los matemáticos.
"2. El importe de los salarios reales, es decir,
los salarios medios por la cantidad de objetos de
consumo que con ellos se pueden adquirir, es una
suma fija, una magnitud también constante."
"Las ideas expresadas aquí por el ciudadano
Weston podrían haberse encerrado en una cáscara de
nuez", dijo Marx al comienzo de su discurso. Y en
efecto, a medida que Marx analiza la teoría de
Weston, se esclarece que la cáscara de nuez está
completamente vacía. Al analizarlos sofismas de la
economía política burguesa que defendía "el bueno y
amable" Weston, Marx llega a las siguientes
conclusiones teóricas y prácticas:
"1. Una elevación general de la tasa de salarios
producirá una reducción del beneficio general,
pero no afectará en su conjunto a los precios de
las mercancías.
"2. La tendencia general de la producción
Marx y los sindicatos 15
capitalista no es elevar, sino reducir el salario
normal medio.
"3. Los sindicatos trabajan bien como centros
de resistencia contra los ataques del capital; pero
demuestran ser en parte ineficientes a
consecuencia del uso mal comprendido de su
fuerza. En general yerran su camino porque se
limitan a una guerra de guerrillas contra los
efectos del sistema existente, en vez de laborar al
mismo tiempo para su transformación, usando de
su fuerza organizada como palanca para la
liberación definitiva de la clase obrera, es decir,
para la abolición definitiva del sistema del
salario."
Esta respuesta de Marx no necesita hoy, cincuenta
años después de su muerte, comentarios especiales,
porque las ideas de Marx se han hecho patrimonio de
millones de hombres. Pero es necesario tener en
cuenta el estado de ánimo en que debió encontrarse
Marx cuando se vio en la necesidad, en la dirección
de la Internacional, de sostener una discusión sobre
un problema que debía haber sido claro para los
dirigentes del movimiento obrero. Si Marx dio a
Weston una respuesta tan científica y tan seriamente
fundamentada, fue precisamente porque alrededor de
este problema había vacilaciones, confusiones y
teorías manifiestamente erróneas en todos los países.
Una gran parte de las trade-unions inglesas se
desinteresaban de semejantes cuestiones y juzgaban a
la Iª Internacional como una organización que no
obligaba a nadie ni a nada. Marx y Engels
comprobaban cómo los líderes de los sindicatos y el
movimiento cartista se decoloraban desde el punto de
vista político, y cómo la burguesía logró domesticar a
los sindicatos, convirtiéndolos en apéndices de los
partidos burgueses. De aquí proviene su apreciación
tan dura sobre la dirección del movimiento obrero
inglés. Como uno de los dirigentes del movimiento
cartista comenzase a predicar la colaboración de los
obreros con la burguesía, Marx escribe a Engels el 24
de noviembre de 1857 lo siguiente:
"Jones juega aquí un papel muy torpe. Tú
sabes que mucho antes de la crisis y sin otra
intención que la de tener un pretexto para la
agitación en aquel período de calma, había
convocado a una conferencia cartista, a la cual
debían haber sido invitados también los radicales
burgueses. Pero actualmente, en lugar de
aprovechar la crisis, mantiene con perseverancia
su invento absurdo e indigna a los obreros
predicándoles la colaboración con la burguesía."
La "evolución" de Jones preocupaba a Marx y
Engels. El 7 de octubre de 1858, Engels escribía a
Marx:
"La historia de Jones es repugnante... Después
de esto, estaría uno casi tentado de creer que el
movimiento proletario inglés, en su tradicional
forma cartista, debe desaparecer completamente
antes de desarrollarse en una nueva forma viable.
Me parece que el nuevo paso de Jones, ligado con
los anteriores en el mismo sentido, se relaciona en
realidad con el hecho de que el proletariado inglés
se aburguesa cada vez más, de manera que esta
nación, la más burguesa de todas, parece querer
llegar a tener al lado de la burguesía una
aristocracia aburguesada y un proletariado
aburguesado. Para una nación que explota a todo
el mundo, esto se justifica hasta cierto punto."
El 11 de febrero de 1878, Marx escribe a
Guillermo Liebknecht:
"Debido al período de corrupción que
comenzó a partir de 1848, la clase obrera de
Inglaterra fue desmoralizándose cada vez más y
llegó por fin al estado de un simple apéndice del
gran partido liberal, es decir, del partido de sus
propios opresores capitalistas. Su dirección pasó
enteramente a manos de los jefes venales de las
trade-unions y de los agitadores de profesión."
Una serie de trade-unions adoptaron una actitud
de simpatía a la creación de la Iª Internacional, pero
otras la consideraron como una posibilidad de
obtener de ella una ayuda determinada en caso de
huelga. El 25 de febrero de 1865 Marx escribe a
Engels:
"En lo que respecta a las uniones de Londres,
cada día viene una nueva adhesión. Así es que
poco a poco, nos convertimos en una fuerza. Pero
de aquí surge la dificultad."
La dificultad consiste en que estas adhesiones no
significan, de ninguna manera, que esas trade-unions
acepten íntegramente el punto de vista de la Iª
Internacional. Marx se daba cuenta y, sin embargo,
atribuía una gran importancia a la adhesión de las
trade-unions a la Asociación Internacional de
Trabajadores. El 15 de enero de 1866, escribe a
Kugelmann:
"Hemos logrado atraer al movimiento a la
única verdadera gran organización obrera: las
trade-unions inglesas que antes se ocupaban
exclusivamente de cuestiones de salarios."
Pero Marx comprendía que las trade-unions
estaban lejos de haber dicho su última palabra y que
los choques con los jefes de las trade-unions eran
inevitables. Como entre las trade-unions inglesas se
difundió la especie de que la Asociación
Internacional de Trabajadores podía ayudar durante
las huelgas, algunos de los jefes que no tenían nada
de común con el socialismo, comenzaron a correr
hacia la Internacional. El 11 de septiembre de 1867,
Marx escribe a Engels:
"Los pájaros ingleses de las trade-unions para
los que íbamos “demasiado lejos”, llegan
corriendo hacia nosotros."
La idea que Marx tenía de los jefes de las trade-
uniones inglesas, puede verse en la siguiente carta a
Kugelmann:
Drizdo Losovsky16
"En Inglaterra solamente progresa en el
momento actual, el movimiento de los obreros
agrícolas. Los obreros industriales tienen que
librarse ante todo de sus dirigentes actuales.
Cuando yo atacaba en el congreso de La Haya a
estos individuos, sabía que me atraía con esto la
impopularidad, las calumnias, etc. Pero esto me
ha dejado siempre indiferente, comienzan ya a
convencerse de que al denunciarlos cumplía con
un deber."
En las obras de Engels encontramos páginas
brillantes consagradas a definir el movimiento obrero
de Inglaterra. El 17 de junio de 1879, Engels escribe
lo siguiente a Bernstein:
"Desde los últimos años el movimiento obrero
inglés gira en el círculo vicioso de las huelgas por
el aumento de los salarios y la disminución de la
jornada de trabajo, y no como un medio
provisional, no como un medio de propaganda y
organización, sino como un objetivo final. Las
trade-unions excluyen incluso por principio,
estatutariamente, toda acción política, y por
consiguiente la participación en toda la actividad
general de la clase obrera como clase. Desde el
punto de vista político, la clase obrera se divide en
conservadores y liberal-radicales, en partidarios
del ministerio de Disraeli (Beaconsfield) y del
ministerio Gladstone. Por consiguiente, sólo se
puede hablar de un movimiento obrero en
Inglaterra en la medida en que se producen
huelgas, las cuales, victoriosas o no, no hacen
avanzar el movimiento un solo paso. Estas
huelgas, provocadas conscientemente en los
últimos años de estancamiento de los negocios,
por los capitalistas, que buscaban un pretexto para
cerrar sus fábricas, huelgas durante las cuales la
clase obrera no se mueve, cuando se inflan hasta
adquirir dimensiones de una lucha histórica
mundial... a mi modo de ver, no pueden más que
perjudicar a nuestra clase. No debe disimularse la
circunstancia de que no existe aquí, por el
momento, un verdadero movimiento obrero, en el
sentido continental de la palabra."
5. Marx y el movimiento obrero francés.
Una de las fuentes del marxismo es, como es
sabido, el socialismo francés. ¿Qué es lo que Marx
ha tomado del socialismo francés, y qué es lo que le
dio?
Al estudiar las revoluciones burguesas de Francia,
Marx demostró en sus obras, con la fuerza que le
caracteriza, cómo la burguesía hace de los obreros su
carne de cañón y cómo después de la revolución
torna contra la clase obrera todas las fuerzas, tanto
del viejo como del nuevo Poder del Estado. Marx se
dio cuenta del carácter utópico del programa de
Babeuf, Saint Simon, Charles Fourier y Cabet, pero
los apreciaba altamente como precursores del
socialismo científico. Marx sabía distinguir entre el
sincero socialismo utópico y la politiquería socialista
pequeñoburguesa de Louis Blanc y compañía. Marx
creó el socialismo científico mediante la negación
dialéctica del socialismo utópico y la viva
elaboración de la impetuosa historia de la obra
revolucionaria de las masas trabajadoras de Francia.
La experiencia revolucionaria de las masas, es
precisamente la principal y fundamental fuente
francesa del marxismo.
La conspiración de los Iguales, fue la respuesta de
las masas desilusionadas de la Gran Revolución, al
triunfo de la reacción thermidoriana. Los
"babeufistas", como se sabe, expusieron sus
concepciones en cuatro documentos: 1) Manifiesto
de los Iguales; 2) Análisis de la doctrina; 3) El acto
de insurrección; 4) Los decretos.
Los "babeufistas", se propusieron organizar la
insurrección de los pobres contra los ricos; y dándose
cuenta exacta de que la raíz de todo el mal consistía
en la propiedad, luchaban por el establecimiento de
la igualdad económica. El manifiesto de los Iguales
proclama que: "La Revolución Francesa es solamente
la precursora de otra revolución más grande, más
imponente, que será la última."
El aplastamiento de la conspiración de los Iguales
y la victoria de Napoleón sobre el enemigo interior y
exterior, provocó una cierta depresión en las masas.
Las ideas socialistas comienzan a aparecer en forma
de teorías semirreligiosas y semi-socialistas. El
aristócrata Saint Simon y el desclasado Charles
Fourier, aparecen con sus planes de transformación
de la sociedad. La parte positiva de su ideología
consiste, no en los planes del futuro feliz, sino en la
crítica del presente y en el cuidado que ponen en
señalar el antagonismo entre los poseedores y los no
poseedores. Pero, por diferentes que sean en sus
orígenes y en sus planes, ambos, Saint Simon y
Fourier, se dirigían "a la gente de corazón", teniendo
la esperanza de atraer a los capitalistas progresistas y
transformar pacíficamente a la humanidad, desviada
del camino de la razón. Los dos utopistas no
pensaban siquiera en una revolución.
Como ni Saint Simon ni Fourier veían la fuerza
social que pudiese realizar sus sueños, se dirigían a
las fuerzas del más allá, a la religión.
Después de señalar que la obra de Babeuf
"expresa las reivindicaciones del proletariado", Marx
y Engels escriben sobre los utopistas:
"Los inventores de estos sistemas se dieron
cuenta del antagonismo de las clases, así como de
la acción de los elementos disolventes en la
misma sociedad dominante. Pero no advierten del
lado del proletariado ninguna independencia
histórica, ningún movimiento histórico que le sea
propio.
"Como el desarrollo del antagonismo de las
clases va de par con el desarrollo de la industria,
Marx y los sindicatos 17
no advierten de antemano las condiciones
materiales de la emancipación del proletariado, y
se aventuran en busca de una ciencia social, de
leyes sociales, con el fin de crear esas
condiciones.
"Pero la forma rudimentaria de la lucha de las
clases, así como su propia posición social, les
lleva a considerarse muy por encima de todo
antagonismo de clases. Desean mejorar las
condiciones materiales de la vida para todos los
miembros de la sociedad, hasta para los más
privilegiados. Por consecuencia no cesan de
llamar a la sociedad entera sin distinción y
asimismo se dirigen con preferencia a la clase
dominante.
"Repudian, pues, toda acción política y, sobre
todo, toda acción revolucionaria, y se proponen
alcanzar su objeto por medios pacíficos y
ensayando abrir camino al nuevo evangelio social
por la fuerza del ejemplo, por las experiencias en
pequeño, que siempre fracasan, naturalmente."
Muy interesante es la apreciación que da Engels
de los utopistas franceses en su famoso libro Anti-
Dühring. Después de subrayar el retraso de las
relaciones económicas de Francia, a comienzos del
siglo XIX, Engels escribe:
"Lo que Saint Simon subraya es lo siguiente:
siempre y en todas partes le interesa ante todo “el
destino de la clase más numerosa y más pobre...”
"Ya en las cartas de Ginebra, de Saint Simon,
encontramos el principio de que “todos los
hombres deben trabajar”; en esa misma obra
afirma que el reino del terror en Francia, fue el
reino de las clases desposeídas.
"Ahora bien, en 1802, era un descubrimiento
absolutamente genial concebir la Revolución
francesa como una lucha de clases entre la
nobleza, la burguesía y las masas desposeídas.
"En Fourier hallamos una crítica del régimen
social existente que, sobre ser de espíritu
verdaderamente francés, no es menos penetrante y
profunda."
Esto muestra las razones por qué Marx y Engels
sentían estima por los utopistas. Lo que les importaba
era que los utopistas habían lanzado al mundo
palabras nuevas, para aquellos tiempos, sobre los
intereses de los desposeídos, que veían las
contradicciones de clase, etc. Otra actitud muy
distinta tomaron Marx y Engels frente a sus
discípulos, que arrastraron el movimiento hacia atrás
deseando estancarse en la etapa ya franqueada.
En el "Manifiesto Comunista" leemos respecto a
ellos lo siguiente:
"Si en muchos aspectos los autores de esos
sistemas eran revolucionarios, las sectas formadas
por sus discípulos son siempre reaccionarias, pues
sus secuaces se obstinan en oponer las viejas
concepciones de su maestro a la evolución
histórica del proletariado. Buscan, pues, y en esto
son lógicos, entorpecer la lucha de las clases y
conciliar los antagonismos...
"Poco a poco caen en la categoría de los
socialistas reaccionarios o conservadores descritos
más arriba y sólo se distinguen por una pedantería
más sistemática y una fe supersticiosa y fanática
en la eficacia maravillosa de su ciencia social.
"Opónense, pues, con encarnizamiento a toda
acción política de la clase obrera, pues semejante
acción no puede provenir, a su juicio, sino de
ciega falta de fe en el nuevo evangelio."
El comunista-utopista Etienne Cabet también se
parecía bien poco a su antecesor Babeuf. Si éste
preparaba la insurrección y quería levantar a las
masas contra los que explotaban la revolución para
enriquecerse, Etienne Cabet soñaba con la
instauración pacífica de la sociedad comunista. Su
Viaje a Icaria termina con las siguientes palabras:
"Si yo tuviera la revolución en mi mano,
guardaría la mano cerrada aunque tuviera que
morir en el destierro."
Aquí el miedo a la revolución proviene de la
decepción causada por las revoluciones pasadas, que
terminaron todas desfavorablemente para la clase
obrera.
¿Qué relación tienen, pues, todos estos pensadores
de la primera mitad del siglo XIX, con Marx y el
marxismo? Algunos escritores piensan, que el
marxismo es la suma de ideas de Saint Simon,
Fourier y sus discípulos. A esta idea llega el
socialista francés Paúl Luis, que escribió lo siguiente:
"Louis Blanc y Vidal han indicado la
necesidad de recurrir al poder del Estado y han
patrocinado el principio de la conquista del poder
público como condición previa indispensable de
toda revolución. Pecqueur y Cabet fueron los
primeros en darnos una exposición detallada del
colectivismo y del comunismo. Finalmente,
Proudhon expresó con relieve las contradicciones
de los intereses de clase, mostró los defectos de la
propiedad privada, la constante explotación del
obrero asalariado por los capitalistas, descubrió
las contradicciones internas del régimen
económico que engendra tantos más infelices,
cuanto más riquezas produce. Si reunimos todo
esto en un solo haz, obtendremos la expresión casi
completa del marxismo."
¿Se puede decir que la suma de concepciones de
los socialistas utópicos, comunistas utópicos y
socialistas pequeño-burgueses como Proudhon y
Louis Blanc forman "casi el marxismo"? De ninguna
manera. Esto sería no ver lo que distingue el
marxismo de todas las teorías socialistas francesas de
aquellos tiempos. Es cierto que Marx había elaborado
críticamente todo lo que había sido creado en Francia
en el dominio de las ideas socialistas, pero ¿qué es lo
que él aportó de nuevo?
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Losovsky escritos sindicales

  • 1. EEssccrriittooss ssiinnddiiccaalleess Drizdo Losovsky Edición: Editorial Guijalbo, Mexico 1969. - Akal Editor, Madrid 1978. Lengua: Castellano. Digitalización: Koba. Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com/
  • 2. Índice MARX Y LOS SINDICATOS..................................1 1. Los sindicatos y la lucha de clases del proletariado............................................................1 2. Marx contra el proudhonismo y el bakuninismo. ...............................................................................4 3. Contra el lassallismo, el oportunismo alemán. ..7 5. Marx y el movimiento obrero francés. ............16 6. Marx al otro lado del Atlántico........................24 7. Marx las reivindicaciones de la clase obrera. ..30 9. Los pseudomarxistas y los críticos de Marx....41 PROGRAMA DE ACCIÓN DE LA INTERNACIONAL SINDICAL ROJA..................47 Prólogo. ...............................................................47 1. La agudización de la lucha de clases...............47 2. La acción directa..............................................48 3. Sindicatos profesionales y sindicatos industriales...........................................................50 4. Los comités de fábrica y de empresa...............51 5. La lucha contra el paro. ...................................53 6. El cierre de fábricas y las jornadas de trabajo reducidas..............................................................55 7. La ocupación de fábricas y empresas por los obreros.................................................................56 8. El nivel de vida de las masas obreras. .............59 9. La táctica capitalista de la reducción de salarios. .............................................................................60 10. La mujer en la industria.................................62 11. Los convenios colectivos...............................63 12. Las bandas patronales....................................64 13. Las organizaciones obreras de autodefensa...66 14. El control de la producción............................68 15. La participación de los obreros en los beneficios.............................................................70 16. La militarización de las empresas..................72 17. Las magistraturas de trabajo y el arbitraje obligatorio............................................................73 18. La política fiscal. ...........................................75 19. Las reformas y la revolución. ........................77 20. La unidad del frente revolucionario...............79 21. ¿Destruir o conquistar los sindicatos? ...........82 22. Estrategia reformista y estrategia revolucionaria......................................................84 Conclusión...........................................................87 LOS SINDICATOS EN LA UNIÓN SOVIÉTICA.89 1. Los sindicatos antes de la revolución de octubre. .............................................................................89 2. Las tareas de los sindicatos después de la revolución de octubre. .........................................90 3. Formas y métodos de acción sindical..............91 4. Independencia y neutralidad de los sindicatos obreros.................................................................93 5. Las contradicciones entre la ciudad y el campo. .............................................................................94 6. La revolución rusa está estrechamente ligada al movimiento obrero internacional.........................95 7. El contenido de la Nueva Política Económica.96 8. El Estado soviético y los sindicatos................ 97 9. Las nuevas tareas de los sindicatos obreros.... 99 10. Los nuevos métodos y formas de acción sindical.............................................................. 100 11. La retirada, criticada por la izquierda y la derecha.............................................................. 102 12. Los mismos objetivos con nuevos métodos.104
  • 3. MARX Y LOS SI DICATOS. 1. Los sindicatos y la lucha de clases del proletariado. Marx comenzó a pensar como político en una época en que los sindicatos acababan de nacer. Se hizo comunista, cuando en algunos países los sindicatos se hallaban en el comienzo de su cristalización, surgiendo del seno de formas diversas de mutualidades (Francia) y en otros (Inglaterra) dirigían huelgas económicas y la lucha por el derecho de sufragio. Tenía ante sus ojos formas embrionarias de organizaciones, sumamente primitivas, de ideología y composición abigarradas, con todos los signos reveladores de su origen. Y la grandeza de Marx consiste, precisamente, en haberse dado cuenta de que no eran más que balbuceos de infancia de la clase obrera, y que por lo tanto no se podía juzgar por estas formas primitivas del movimiento, del papel histórico de estas organizaciones ni de los cauces de su desarrollo. Marx veía en los sindicatos, ante todo, centros organizadores, focos de agrupamiento de las fuerzas de los obreros, organizaciones destinadas a darles su primera educación de clase. ¿Qué es lo que le importaba fundamentalmente a Marx? El hecho de que los obreros dispersos y en competencia mutua, comenzaran a actuar conjuntamente. En esto vio Marx la garantía de la transformación de la clase obrera en una fuerza independiente. Marx y Engels insisten frecuentemente en la idea de que los sindicatos son escuelas de solidaridad, escuelas de socialismo. Su correspondencia nos proporciona a este respecto material abundante; en sus cartas planteaban más abierta y brutalmente una serie de cuestiones que no podían plantear, teniendo en cuenta el nivel del movimiento, en la prensa socialista internacional. Los sindicatos son escuelas del socialismo. Pero Marx no se limita a enunciar fórmulas. Desarrolla su pensamiento y aborda la cuestión de los sindicatos en sus distintos aspectos. Es el autor de la resolución, adoptada en el Congreso de la Iª Internacional, celebrado en Ginebra, en 1866, sobre "El pasado, el presente y futuro de los sindicatos". ¿Cuál ha sido, pues, el pasado de los sindicatos? "El capital es poder social concentrado, mientras que el obrero sólo dispone de su fuerza de trabajo. El contrato entre capital y trabajo no puede, pues, descansar nunca en justas condiciones, ni aun en el sentido de la justicia de una sociedad que pone la posesión de los medios materiales de vida y de producción de un lado, y la fuerza productiva viviente en el opuesto. "Del lado del obrero, su única fuerza social es su masa. Pero la fuerza de la masa se rompe por la desunión. La división de los obreros es el producto y el resultado de la inevitable competencia entre ellos mismos. Los sindicatos nacen precisamente del espontáneo impulso de los obreros a eliminar, o por lo menos a reducir, esta competencia, a fin de conseguir en los contratos condiciones que les coloquen al menos en situación superior a la de los simples esclavos. "El fin inmediato de los sindicatos se concreta, pues, en las exigencias del día, en los medios de resistencia contra los incesantes ataques del capital; en una palabra, en la cuestión del salario y de la jornada. Esta actividad no sólo está justificada, sino que es necesaria. No se les puede privar: de ella en tanto que perdure el modo actual de producción. Al contrario, es necesario generalizarla, fundando y organizando sindicatos en todos los países. "Por otra parte, los sindicatos, sin que sean conscientes de ello, han llegado a ser el eje de la organización de la clase obrera, como las municipalidades y las parroquias medioevales lo fueron para la burguesía. Si los sindicatos son indispensables para la guerra de guerrillas cotidiana entre el capital y el trabajo, son todavía importantes como medio organizado para la abolición del sistema mismo del trabajo asalariado." Marx declara que los sindicatos tienen aún mayor importancia como factores de organización para la supresión del sistema de trabajo asalariado mismo. Eso prueba que Marx atribuyó una gran importancia política a los sindicatos, que no veía en ellos de ningún modo organizaciones apolíticas y neutrales. Cada vez que los sindicatos se encerraban en los estrechos marcos corporativos, Marx intervenía fustigándolos apasionadamente. En la segunda parte de la misma resolución, bajo el título "Su presente", leemos: "Hasta ahora; los sindicatos han atendido
  • 4. Drizdo Losovsky2 demasiado exclusivamente las luchas locales e inmediatas contra el capital. Todavía no han comprendido del todo su fuerza para atacar el sistema de esclavitud del asalariado y el modo de producción actual. Se han mantenido por lo mismo demasiado alejados de los movimientos generales sociales y políticos. Sin embargo, en los últimos tiempos, parecen haber despertado en cierta medida a la conciencia de su gran tarea histórica, como se puede deducir, por ejemplo, de su participación en los movimientos políticos recientes de Inglaterra, de una más alta concepción de su función en los Estados Unidos, y de la resolución adoptada por la última gran conferencia de delegados de los trade-unionistas en Sheiffield. La resolución dice así: "Esta Conferencia estima en todo su valor los esfuerzos de la Asociación Internacional para unir a los obreros de todos los países en una unión fraternal común, y recomienda con todo interés a las diferentes organizaciones representadas en la Conferencia que se hagan miembros de la Asociación, en la convicción de que ésta es necesaria para el progreso y bienestar de todo el proletariado." En esta parte de la resolución hallamos ya una crítica aguda de los sindicatos que se apartan de la política y ese mismo texto subraya y destaca claramente la importancia de los sindicatos que comienzan a comprender su gran misión histórica. Si se tiene en cuenta el nivel del movimiento sindical de la séptima década del siglo pasado, hemos de comprender la altura en que se sitúan las apreciaciones de Marx sobre el movimiento sindical de su tiempo. Marx, teniendo en cuenta que los sindicatos se encontraban aún en su infancia, no consideraba, sin embargo, posible hacerles ninguna concesión política. Marx planteaba ante ellos tareas no solamente económicas, sino también problemas generales de clase. Pero Marx no se limita a definir el pasado y el presente de los sindicatos. He aquí lo que se dice en esta resolución con respecto a su porvenir: "Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo más consciente como ejes de la organización de la clase obrera, por el interés superior de su emancipación total. Deberán apoyar todo movimiento político o social que se encamine directamente a este fin. En tanto que se consideran a sí mismos como vanguardia y representación de toda la clase obrera, y puesto que obran de acuerdo con esta significación, deben conseguir atraerse a los que están fuera de los sindicatos. Deben ocuparse cuidadosamente de los intereses de las capas trabajadoras peor pagadas, por ejemplo, de los obreros agrícolas, a quienes circunstancias especialmente desfavorables han privado de su fuerza de resistencia. Deben llevar a todo el mundo a la convicción de que sus esfuerzos, lejos de ser egoístas y ambiciosos, han de tener más bien por fin la emancipación de las masas oprimidas." Esta resolución fue escrita hace sesenta y ocho años. Pero ¿se puede decir que ha envejecido, que estas tareas no convienen a los sindicatos de los países capitalistas de nuestro tiempo? De ninguna manera. Hallamos ahí expuestas con la fuerza de concentración y la claridad tan propia de Marx, las tareas fundamentales de los sindicatos de los países capitalistas. Pero Marx no se limita a esto. El problema de las relaciones mutuas entre la economía y la política, surgía siempre ante Marx y la Iª Internacional, por él dirigida. Y se vio en la necesidad de defender su punto de vista sobre estas relaciones, contra los bakuninistas, los lasallianos, los trade-unionistas, etc. Por eso vuelve frecuentemente sobre esta cuestión. Muy característica e instructiva a este respecto es la resolución, escrita por él, "sobre las tareas políticas de la clase obrera" adoptada por la Conferencia de Londres, de la Asociación Internacional de Trabajadores (17-23 de septiembre de 1871). En esa resolución leemos lo siguiente: "Teniendo en cuenta que la Internacional se encuentra frente a una reacción desenfrenada que aplasta cínicamente todo esfuerzo emancipador de los trabajadores y pretende mantener por medio de la fuerza bruta la división en clases y el dominio político de las clases poseedoras que resulta de ello; "que en contra del poder colectivo de las clases poseedoras el proletariado puede actuar, como clase, solamente constituyéndose en partido político distinto, opuesto a todos los añejos partidos creados por las clases dominantes; "que esta constitución del proletariado en un partido político es indispensable para asegurar la victoria de la revolución social y de su objetivo final, la supresión de las clases; "que la unificación de las fuerzas obreras, ya alcanzada por las luchas económicas, debe servir también como palanca en su lucha contra el poder político de los explotadores; "la Conferencia recuerda a todos los miembros de la Internacional, que en la clase obrera militante, el movimiento económico y la actividad política están ligados entre sí indisolublemente." En esta resolución hallamos otra vez la idea de que los sindicatos deben servir de palanca potente de la clase obrera, para la lucha contra el sistema de explotación. Contra todos los intentos de los bakuninistas de dividir la lucha general de clases y de separar la economía de la política, de ponerlas en pugna, la Iª Internacional recuerda que en el plan de combate de la clase obrera, el movimiento
  • 5. Marx y los sindicatos 3 económico y la actividad política están ligados entre sí indisolublemente. Dos meses después, en la carta a Bolte, fechada el 23 de febrero de 1871, Marx plantea de nuevo la cuestión de las relaciones entre la política y la economía, determinando en ella el lugar que corresponde a la lucha económica, en la lucha general de clase del proletariado. Marx escribe: "El movimiento político de la clase obrera tiene por finalidad, naturalmente, la conquista del poder político para sí misma, y para eso es necesario, como es lógico, que vaya adelante una organización de la clase obrera relativamente desarrollada que se ha formado de sus propias luchas económicas. "Por otra parte, todo movimiento en que la clase obrera se oponga como clase a las clases dominantes, procurando vencerlas por una presión exterior, es un movimiento político. Por ejemplo, el intento de conseguir por la huelga en una fábrica o en un gremio determinado o de determinados capitalistas, una limitación de la jornada, es un movimiento puramente económico. En cambio, un movimiento encaminado a conseguir una ley de ocho horas, etc., es un movimiento político. Y de este modo, de los movimientos económicos aislados de los obreros, surge en cualquier momento un movimiento político, es decir, un movimiento de la clase para ver satisfechas sus reivindicaciones en forma general, de modo que posean fuerza social obligatoria. Si estos movimientos se realizan poniendo por delante a una determinada organización, son también, un medio para que éstas se desarrollen." Había necesidad no solamente de resolver el problema de la importancia, de la lucha económica, sino también la cuestión de las relaciones entre la organización económica y política de la clase obrera. A este respecto es muy característica la decisión del Congreso Internacional de la Haya de la Asociación Internacional de Trabajadores (2-7 septiembre de 1872). El Congreso de la Haya adoptó, a propuesta de Marx, una resolución "sobre la actividad política del proletariado". En esta resolución leemos que: "Contra la fuerza social de las clases poseedoras, no puede actuar el proletariado como clase, más que constituyéndose en partido político especial, opuesto a todos los viejos partidos creados por las clases poseedoras; que esta organización del proletariado en un partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y su objetivo final la abolición de las clases; que la unión de las fuerzas del proletariado que ya se ha conseguido por las luchas económicas, debe servir también como palanca para la lucha contra el poder político de sus explotadores. En vista de que los propietarios de la tierra y del capital aprovechan siempre sus privilegios políticos para salvaguardar y eternizar sus monopolios económicos y para la esclavización del trabajo, la conquista del poder político se plantea como la gran tarea del proletariado." Al terminar el Congreso, Marx intervino en el mitin con un discurso donde subrayó el sentido esencial de las decisiones adoptadas. Ahora bien: ¿qué es, según Marx, lo principal en las decisiones del Congreso de la Haya que fue, como es sabido, el punto culminante del desarrollo de la Iª Internacional? "El Congreso de La Haya ha realizado un trabajo importante. Ha proclamado la necesidad de la lucha de la clase obrera, tanto en el terreno político como económico, contra la vieja sociedad en descomposición. "Debemos reconocer que en la mayoría de los países continentales, la fuerza debe servir como palanca para nuestra revolución; habrá necesidad, en un momento dado, de apelar a la fuerza para implantar definitivamente el reino del trabajo." Una vez más tenemos ante nosotros una precisa y clara definición del lugar de la lucha económica en la lucha general de clase del proletariado. Los sindicatos deben ser en manos de la clase obrera "la palanca de la lucha contra el poder político de sus explotadores". La cuestión de las relaciones entre la lucha económica y política, constituye el eje de la doctrina de Marx. Tanto menos admisible es entonces la actitud ligera y negligente frente a esta cuestión de algunos historiadores soviéticos. Esta negligencia la ha demostrado J. Steklov en su voluminoso libro consagrado a la Iª Internacional. El compañero Steklov escribe que Marx empleó la fórmula siguiente en la exposición de motivos del reglamento de la Asociación Internacional de Trabajadores: "La lucha política está subordinada como un medio a la lucha económica del proletariado" (pág. 122). Luego el compañero Steklov se esfuerza "por disculpar" al autor de esta fórmula, pero se embrolla, porque hubiera sido difícil "disculpar" a Marx, si hubiera escrito algo semejante. Tomemos el tercer capítulo del mismo libro del compañero Steklov y allí, en la "exposición de motivos", citada íntegramente en la página 61 leemos lo siguiente: "La emancipación económica de la clase obrera es el gran objetivo al cual debe ser supeditado como medio, todo movimiento político." Esto es lo que escribió Marx. ¿Pero es que pueden confundirse la lucha económica y la emancipación económica de la clase obrera? Si Marx hubiese escrito lo que le atribuye el compañero Steklov, hubiera sido un vulgar proudhoniano y nosotros le hubiéramos combatido porque eso significaría
  • 6. Drizdo Losovsky4 colocar la lucha económica por encima de la lucha política. Pero Marx, como vemos, no escribió nunca nada semejante. Carlos Marx sentía la pulsación de las masas y sabía el lenguaje que era preciso emplear con ellas en cada momento. Desde este punto de vista es muy útil comparar el Manifiesto Comunista (1847) con la Proclama Inaugural de la Iª Internacional, escrita diecisiete años más tarde. La proclama inaugural de la Iª Internacional es un documento de frente único, tendiente a atraer las capas y organizaciones de obreros aún no maduras para el comunismo. En toda ella no se cita una sola vez la palabra comunismo y, a pesar de eso, es, del principio al fin, un documento comunista. John Commons, escribe: "La Proclama inaugural, es un documento sindical y no un manifiesto comunista." Es esta una apreciación absolutamente falsa, porque no es la forma, sino el contenido, lo que determina el carácter de la Proclama Inaugural. Es muy cierto que la situación económica de los obreros, la legislación obrera, etc., ocupan el centro de su atención, pero en el mismo documento señala Marx que la conquista del poder político se ha transformado en el gran deber de la clase obrera, y a continuación aborda la cuestión del Partido, pero de una manera especial. He aquí lo que dice Marx: "Los obreros cuentan con uno de los elementos del éxito: la cantidad. Pero la cantidad tiene peso únicamente cuando está unida por la organización y guiada por el saber. La experiencia del pasado ha demostrado que el menosprecio a la unión fraternal que existe entre los obreros de los distintos países y que debería impulsarlos al mutuo apoyo en la lucha por su emancipación, encuentra su castigo en la derrota común de sus esfuerzos dispersos." He aquí una fórmula poco habitual en la pluma de Marx. Primero, la "masa obrera agrupada por la unión" es considerada por Marx en un triple punto de vista: la masa agrupada en el sindicato, la masa unificada en el partido político y la masa unificada en la Internacional. Tampoco es habitual la expresión: "El papel dirigente del saber." ¿A qué se refiere? ¿Al papel dirigente de la ciencia universitaria, de los profesores académicos? Nada de esto. Aquí la palabra saber es el pseudónimo del comunismo. Marx utilizó intencionalmente expresiones y fórmulas que permitiesen penetrar profundamente en las masas. "La Asociación Internacional de Trabajadores, escribió F. Engels, tenía por objeto reunir en un inmenso ejército a toda la ciase obrera de Europa y América. No podía, pues, partir de los principios expuestos en el Manifiesto. Debía darse un programa que no cerrara las puertas a las Trade Unions inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles, y a los lassallianos alemanes." "Era muy difícil exponer esta cuestión de manera, escribía Marx, que nuestras concepciones adquiriesen una forma aceptable para el estado actual del movimiento obrero... Se necesita tiempo para que la presión renovada autorice el viejo lenguaje audaz." Marx habla aquí de la forma de exponer las ideas, no de su esencia. Cuando se trataba del principio, de la esencia de las ideas comunistas, Marx fue duro e intransigente; pero manifestaba una extraordinaria flexibilidad y capacidad para presentar la esencia de sus ideas en las más diversas formas. Así se explica "el lenguaje sindical" de la Proclama Inaugural, el documento más notable después del Manifiesto Comunista. Así fue como Marx, persiguiendo el único fin de impregnar al movimiento obrero de conciencia comunista, cambiaba las formas y métodos de relación con las masas, de acuerdo con el nivel del movimiento y el carácter de las organizaciones obreras de su época. Determinar con acierto la relación entre la lucha económica y política, significa definir acertadamente la relación entre los sindicatos y el partido. Aun atribuyendo un enorme significado a la lucha económica del proletariado y a los sindicatos, Marx subraya siempre la supremacía de la política sobre la economía, es decir, subraya la cuestión que fue puesta como base de todo el trabajo del Partido Bolchevique y de la Internacional Comunista. Cuando hablamos de la supremacía de la política sobre la economía, no significa que los sindicatos deben transformarse en un partido político o que deben adoptar un programa puramente de partido; no quiere decir que haya que borrar la diferencia entre los sindicatos y el Partido. No. No es esto lo que quería decir Marx. Marx subrayaba la importancia de los sindicatos como centros organizadores de las amplias masas obreras, y combatió la tendencia a meter en el mismo saco los partidos y los sindicatos. Consideraba que la organización política y económica del proletariado tiene un solo objetivo, pero cada una con sus propios métodos específicos. 2. Marx contra el proudhonismo y el bakuninismo. Marx forjó su concepción del mundo y su táctica, a través de una encarnizada lucha ideológica y política. Tuvo en primer lugar, que chocar con las teorías considerablemente difundidas de Proudhon. Proudhon es el tipo de socialista pequeñoburgués, en cuyos trabajos las palabras audaces se compaginan con teorías revolucionarias. Publicista de talento, representante de un vago socialismo sentimental, "de pies a cabeza filósofo y economista de la pequeña burguesía" (Marx), que ha arrojado a la cara de la burguesía la violenta fórmula acusadora "la propiedad es un robo", Proudhon se creyó el teórico
  • 7. Marx y los sindicatos 5 "de las clases obreras" y se lanzó audazmente a disertaciones teóricas sobre la "filosofía de la miseria". Pero la teoría fue precisamente el talón de Aquiles de Proudhon, porque no pasó de los límites de la ciencia liberal burguesa de su tiempo, y de aquí el violento ataque de Marx contra Proudhon y el proudhonismo. Proudhon publicó un libro pretencioso, La Filosofía de la miseria, en el que intentó determinar las leyes de desarrollo de la sociedad. En este libro, Proudhon reveló a todo el mundo las siguientes tesis que nos interesan aquí: "Todo movimiento de alza en los salarios no puede tener otro efecto que el de un alza en el trigo, en el vino, etc.; es decir, el efecto de una carestía. Pues, ¿qué es el salario? Es el precio del costo del trigo, etc., es el precio integral de todas las cosas. Profundicemos más la cuestión: el salario es la proporcionalidad de los elementos que componen la riqueza y que son consumidos reproductivamente todos los días, por la masa de los trabajadores. Ahora bien, doblar los salarios... es conceder a cada uno de los productores una parte mayor que su producto, lo cual es contradictorio; y si el alza sólo se verifica en un número reducido de industrias, es provocar una perturbación general en los cambios, en una palabra, una carestía. Yo declaro que es imposible que las huelgas seguidas de un aumento de salarios no tengan por resultado un encarecimiento general, esto es tan cierto como dos y dos son cuatro." A estos ampulosos e ignorantes razonamientos de Proudhon, Marx añade: "De todas estas afirmaciones, nosotros solamente aceptamos una: esto es, que dos y dos son cuatro." ¿Cuál es la significación política de esta intervención de Proudhon? Detener a los obreros en la lucha por el aumento de los salarios. Si el aumento de salarios nada rinde a los obreros, si en la medida en que aumentan los salarios aumentan los precios proporcionalmente, la lucha de los obreros pierde en realidad todo sentido. Marx descubrió inmediatamente la esencia reaccionaria de esta filosofía, y con la pasión que le era peculiar arremetió contra los razonamientos puramente patronales del apóstol anarquista. Pero Proudhon siguió más adelante por la misma línea, expresándose resueltamente contra el movimiento huelguístico. He aquí lo que leemos en la misma Filosofía de la miseria: "La huelga de los obreros es ilegal, y no es sólo el Código penal quien lo dice; es el sistema económico, es la necesidad del orden establecido... Que cada obrero, individualmente, goce de la libre disposición de su persona y de sus brazos, es cosa que se puede tolerar, pero que los obreros traten, por medio de coaliciones, de violentar el monopolio, es lo que la sociedad no puede permitir." A sus ojos es inadmisible la unificación de los obreros para la lucha en común contra los patronos. Es decir, se sitúa en el punto de vista de los legisladores reaccionarios de los países capitalistas de su época, que castigaban siempre el menor conato de coalición de los obreros. Marx sabía con quién tenía que vérselas. Sabía por qué esas ideas reaccionarias corrían en Francia, y su respuesta la da, por consiguiente, en un análisis de la esterilidad teórica de Proudhon y de sus conclusiones políticas anti-obreras. He aquí lo que escribió Marx en la Miseria de la filosofía con respecto a esta verborrea reaccionaria de Proudhon: "La gran industria aglomera en un solo punto una multitud de gente, desconocidos unos de otros. La competencia divide sus intereses. Pero el sostenimiento del salario, este interés común que tienen contra su patrono, los reúne en un mismo pensamiento de resistencia: coalición. Así, la coalición tiene siempre un doble objeto: el de hacer que cese entre ellos la competencia para poder hacer una competencia general al capitalista. Si el primer objeto de resistencia ha sido sólo el sostenimiento de los salarios, a medida que los capitalistas, a su vez, se reúnen en un pensamiento de represión, las coaliciones, aisladas al principio, se forman en grupos, y enfrente del capital, siempre reunido, el sostenimiento de la asociación viene a ser para ellos más importante que la del salario. Esto es tan cierto, que los economistas ingleses se muestran sorprendidos de ver a los obreros sacrificar una buena parte del salario en favor de las asociaciones, que a los ojos de estos economistas, sólo fueron establecidas en favor del salario. En esta lucha -verdadera guerra civil- se reúnen y se desarrollan los elementos necesarios para una batalla venidera. Una vez llegada a este punto, la asociación adquiere un carácter político." Respondiendo a la actitud puramente patronal de Proudhon frente al movimiento huelguístico, Marx escribe: "Se han hecho numerosas investigaciones para trazar las diferentes fases históricas que ha recorrido la burguesía, desde la Comuna o Municipio hasta su constitución como clase. "Pero cuando se trata de darse cuenta exacta de las huelgas y demás formas en que los proletarios efectúan a nuestra vista su organización como clase, unos se sienten presas de verdadero terror, y otros afectan un desdén trascendental. "Una clase oprimida es la condición vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente, la creación de una nueva sociedad. Para que la clase oprimida pueda emanciparse, es preciso qué los poderes
  • 8. Drizdo Losovsky6 productivos adquiridos ya y las relaciones sociales existentes no puedan coexistir. De todos los instrumentos de producción, el mayor poder productivo es la misma clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase, supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la sociedad antigua." Marx se percató inmediatamente de que los sabios burgueses "imparciales" tratan de escamotear la lucha económica, o de no verla. Critica ásperamente la posición negativa de los ideólogos de la burguesía, frente al movimiento económico del proletariado. Observó muy bien cómo los ruidosos "revolucionarios" de la especie de Proudhon, muestran un menosprecio "trascendental" por la lucha de la clase obrera por sus intereses vitales. ¿No tenemos hoy también de estos "revolucionarios" que expresan un menosprecio "trascendental" por la lucha económica del proletariado? Y, aunque no muy numerosos, existen también hasta en nuestras filas comunistas. ¿Cuál fue la clave de todas las desventuras de Proudhon? Engels lo dijo en la carta a Marx del 21 de agosto de 1851, de la siguiente manera: "He leído a Proudhon hasta la mitad y me adhiero íntegramente a tu punto de vista. Su llamamiento a la burguesía, su vuelta a Saint Simon y otros muchos pasajes semejantes, incluso en la parte crítica, prueban que para él la clase industrial, la burguesía y el proletariado, son en realidad idénticos, y que considera que se hallan en oposición sólo debido a que la revolución no ha terminado." En su carta a Kugelmann, del 9 de noviembre de 1866, Marx escribe a propósito de Proudhon: "Proudhon ha causado un daño enorme. Al comienzo, su aparente crítica y su simulada oposición a los utópicos (él mismo no es más que un utopista pequeñoburgués, mientras que en las utopías de un Fourrier, de un Owen, etc., se halla el presentimiento y la expresión fantástica de un nuevo mundo), han seducido y corrompido a la "juventud dorada", los estudiantes, después a los obreros, especialmente a los de París, que, ocupados en la producción de artículos de lujo, continúan atados, sin saberlo, a todas las antiguallas." En la carta a Engels del 20 de junio de 1866, Marx habla del "Stirnerismo Proudhonizado", y dice que: "Proudhon tiende a individualizar la humanidad", y que desde el punto de vista de Proudhon: "la historia debe cesar en todos los países y que todo el mundo esperará a que los franceses estén maduros para hacer la revolución social". Como es sabido, Proudhon es el fundador del anarco-sindicalismo. Por lo menos esto es lo que dicen y escriben los anarcosindicalistas, colocándole por encima de Marx -"el venerador del Estado"-. Pero los anarco-sindicalistas se cuidan muy bien de decir que Proudhon fue un enemigo acérrimo del derecho de coalición y del movimiento huelguístico. Su odio a las huelgas fue tan profundo que hasta justificaba la matanza de los huelguistas. He aquí lo que escribió Proudhon en 1846, en su obra Filosofía de la miseria: "Que cada obrero individualmente goce de la libre disposición de su persona y de sus brazos, es cosa que se puede tolerar; pero que los obreros traten, por medio de coaliciones, sin considerar los grandes intereses sociales ni las prescripciones de la ley, de violentar la libertad y el derecho de los patronos, la sociedad no lo puede tolerar. Aplicar la fuerza contra los patronos y terratenientes, desorganizar los talleres, paralizar el trabajo, poner bajo amenaza el capital, significa conspirar una ruina general. Las autoridades que hicieron asesinar a los mineros de River-de-Giex se sintieron profundamente infelices; pero actuaron como el antiguo Brutus, que se vio en la necesidad de escoger entre el amor de padre y su deber de cónsul. Se imponía sacrificar a sus propios hijos, para salvar la República. Brutus no vaciló y las generaciones que le siguieron no se atrevieron a condenarlo." Proudhon tampoco comprendió que si la burguesía se manifiesta en favor de la coalición, no es por puro gusto, sino porque se ve obligada a ello debido a la lucha incesante de los obreros. Proudhon se lanza contra los partidarios del derecho de coalición y escribe: "La ley que autoriza las coaliciones es fundamentalmente antijurídica, antieconómica, contraria a todo régimen social y a todo orden. Cada concesión adquirida por medio de esta ley es un abuso y es nula de por sí, y puede dar motivo a la formación de un proceso y persecución penal... "Yo repudio especialmente la nueva ley, porque la coalición con el propósito de aumentar o disminuir los salarios, es absolutamente igual que la coalición con el propósito de aumentar o disminuir los precios de los víveres y de las mercancías." ¿Qué se puede decir de estos razonamientos? Así no puede razonar más que un pequeño burgués rabioso, que por una parte grita "la propiedad es un robo" y por la otra "disparad contra los huelguistas". ¿Cómo entienden esta contradicción los discípulos de Proudhon? Uno de ellos, Máximo Leroy, que escribió una introducción al libro La capacidad política de las clases obreras, deseoso de mostrar la grandeza de Proudhon, cita una serie de extractos suyos sobre la lucha de clases, sobre la guerra entre el trabajo y el capital y sintetiza de la
  • 9. Marx y los sindicatos 7 siguiente forma la esencia del proudhonismo: "Lucha de clases, y sin embargo, ninguna incitación a la subversión social. Lucha de clases y, sin embargo, exhortación a los obreros a colaborar con la clase media. Lucha de clases y, sin embargo, proscripción de las huelgas. Lucha de clases y, sin embargo, colaboración de clases." ¿Cómo soluciona el mismo Leroy estas flagrantes contradicciones de Proudhon? No las soluciona ni las explica, nos informa solamente que la clave de las doctrinas de Proudhon está en el mutualismo que: "Proudhon no proponía ni el misticismo de la catástrofe emancipada, ni un programa de estrategia militar, porque nunca juzgó a la clase obrera como una secta, como un ejército. La concebía como una clase laboriosa, sin dogma y sin amo, inquieta por una verdad en perpetuo devenir, en resumen, como viviendo una vasta experiencia saintsimoniana." ¿Podían acaso Marx y Engels aceptar en lo más mínimo, esa increíble confusión que introducía Proudhon en el movimiento obrero? Evidentemente, no. Emprendieron una lucha encarnizada contra Proudhon y el proudhonismo. Pero los proudhonianos, que se manifestaban contra los sindicatos, el derecho de huelga, etc., se vieron obligados, bajos los golpes de la experiencia misma, a modificar sus concepciones. En la carta de Marx a Engels del 12 de septiembre de 1868 leemos: "Es un gran progreso que los buenos proudhonianos belgas y franceses, que reclamaban dogmáticamente en Ginebra (1866) y en Lausana (1867) contra los trade--unions, etc., sean actualmente sus partidarios más fanáticos." Esta carta evidencia que los proudhonianos dieron media vuelta a la teoría de su maestro, que no por eso se hizo mejor. Y precisamente por eso, Marx y Engels emprendieron una lucha encarnizada contra la teoría y la práctica bakuninista. El continuador de la causa de Proudhon fue su discípulo más grande, Miguel Bakunin, el cual se dio cuenta de las debilidades y lagunas de las concepciones de Proudhon. Bakunin, que apreciaba altamente a Proudhon, emitió sin embargo, el juicio siguiente sobre él: "Proudhon, a pesar de todos sus esfuerzos por colocarse en el plano de la realidad, siguió siendo idealista y metafísico. Proudhon, no obstante todos sus esfuerzos por sacudir las tradiciones del idealismo clásico, siguió siendo, sin embargo, un idealista incorregible, que se inspiraba, como le dije dos meses antes de su muerte, tan pronto en la Biblia como en el derecho romano, y permaneció metafísico hasta sus últimos días." Claro es que al lado de Proudhon, Bakunin era un águila. Bakunin es una gran figura revolucionaria, un rebelde, que estuvo siempre, como dijo Herzen, "en el último extremo". Un hombre dotado de formidable energía y de un inmenso talento de organizador. Pero era un gran señor en revuelta. Su concepto del mundo es una mezcla de Hegel, Stirner y del insurreccionalismo ruso a lo Pugachov. No veía las clases, hablaba siempre del pueblo. Bakunin nunca hablaba de la clase obrera, sino de los peones, de los obreros no calificados, de la gente pobre, de la parte más depauperada de la población, del populacho sin profesión y oponía la mentalidad revolucionaria del lumpen-proletariado a la mentalidad reaccionaria de la aristocracia obrera, en la que incluía a la mayor parte de los trabajadores. A Bakunin no le agradaba mucho que Marx creara círculos en los que leía conferencias a los obreros. En su carta a Annenkov del 28 de diciembre de 1847, Bakunin escribe que "Marx se ocupa del mismo trabajo inútil que en el pasado, echa a perder a los productores transformándolos en razonadores". ¿Qué era, pues, el bakuninismo como sistema? El mismo Bakunin decía que es el sistema anárquico de Proudhon, ampliado, desarrollado y emancipado por nosotros de todos los floripondios metafísicos, idealistas y doctrinarios. Así tenemos ante nosotros un proudhonismo perfeccionado, tan lejos del marxismo desde el punto de vista teórico y político como el proudhonismo puro. Bakunin negaba todo Estado, la lucha política y la organización política del proletariado. La lucha entre Marx y Bakunin, fue la lucha entre dos concepciones distintas del mundo, dos sistemas y teorías distintos, fue una lucha entre dos líneas políticas y tácticas distintas, lo que no podía dejar de reflejarse en el problema de organización. El problema de organización no fue, por consiguiente, la causa, sino solamente el motivo de la escisión. “¿Qué política debe seguir la Internacional en el transcurso de este período más o menos largo que nos separa de la terrible revolución social que todos presentimos?" 3. Contra el lassallismo, el oportunismo alemán. Marx seguía con la mayor atención el desarrollo del movimiento obrero en Alemania. La revolución de 1848 fue el punto culminante de la actividad del movimiento obrero de la Alemania de entonces. Después de 1848 comienza el reflujo, el movimiento obrero se dispersa. Una parte considerable de los elementos revolucionarios se ve obligada a emigrar a Francia, Inglaterra y Estados Unidos. En Alemania misma comienzan a surgir toda suerte de hermandades, sociedades de ayuda mutua y otros embriones de sindicatos, etc. Marx y Engels mantenían estrechas relaciones con la emigración obrera revolucionaria y con los elementos revolucionarios que permanecieron en el país. Después del año 1848 comienza en Alemania el
  • 10. Drizdo Losovsky8 período de la reacción política e ideológica y una serie de compañeros de armas de Marx se alejan del movimiento revolucionario. Marx trabajaba persistentemente en el desenvolvimiento de su concepción filosófica del mundo, en la elaboración de su sistema económico, llevando a cabo simultáneamente una intensa actividad político- literaria. A fines del año 1850 la depresión empieza a desaparecer. En Alemania comienza el ascenso del movimiento obrero. Lassalle organiza en 1863 "La Asociación General de Obreros" y plantea abiertamente la cuestión de los objetivos y de los derechos políticos de la clase obrera. Lassalle, que aparece en la arena política en el momento en que comienza la animación, comprendió el cambio producido en la mentalidad de las masas obreras y debido a esto su "Asociación General de Obreros" se hizo muy popular. Marx y Engels apreciaban mucho a Lassalle. "Lassalle, a pesar de todos sus “peros”, es firme y enérgico", escribía Marx a Engels el 10 de marzo de 1853. "Lassalle es el único que tiene todavía la audacia de seguir en correspondencia con Londres, y es necesario conseguir que este intercambio no se le torne fastidioso", escribía Marx a Engels el 18 de julio de 1853. En una carta a Schweitzer fechada el 13 de octubre de 1868, escribe: "Después de quince años de letargo, Lassalle ha despertado de nuevo, en Alemania, al movimiento obrero. Este es su mérito inmortal." Pero desde el comienzo, Marx y Engels observaron una serie de graves defectos en la teoría y en la actividad de Lassalle. Los desacuerdos iban aumentando a medida que Lassalle manifestaba su errónea orientación. Lassalle desconfiaba de la lucha de los obreros por el derecho de coalición y no veía la utilidad de las huelgas. "El derecho de coalición no puede dar ninguna ventaja al obrero. No puede determinar un mejoramiento real de su situación." Tales eran las máximas de Lassalle. Lassalle hablaba de la "triste experiencia" de las huelgas inglesas. Consideraba estéril la lucha por el aumento de los salarios, puesto que la clase obrera es incapaz de cambiar la ley de bronce de los salarios, que según él es la piedra angular de toda ciencia "económica". Como panacea a todos los males, Lassalle plantea las dos reivindicaciones siguientes: Sufragio universal y subsidio del Estado a las Asociaciones de Producción. En consecuencia, negaba la lucha económica de la clase obrera y la utilidad de los sindicatos. Esta concepción de Lassalle fue ajena a Marx: "Lassalle fue contrario al movimiento de coalición -escribe Marx a Engels el 13 de febrero de 1865-; Liebknecht lo ha improvisado entre los tipógrafos de Berlín con sus propios medios, contra la voluntad de Lassalle." La lucha entre Marx y Lassalle comenzó con motivo de la llamada "ley de bronce" del salario. Esta ley de bronce del salario no era en el fondo más que una reedición de las teorías proudhonianas y de la ley de Malthus sobre la población. ¿Qué es, en esencia esta teoría? Todos los esfuerzos que el obrero realice, todas sus luchas, no le harán obtener nada en el sentido del mejoramiento de su situación. Esta teoría, que condena las luchas económicas organizadas, que las considera estériles, no podía contar con la simpatía de Marx. Este criticó duramente la "ley de bronce de los salarios", demostrando que los salarios están compuestos de dos partes: contienen el mínimo físico y el mínimo social, que cambia de acuerdo con las condiciones histórico-sociales. Lassalle no solamente insistió en su "ley de bronce de los salarios", sino que se orientaba cada vez más hacia el Estado bismarkiano, esperándolo todo de las subvenciones del Estado. "He señalado muchas veces que quiero la asociación individual y voluntaria... pero para poder formarse, debe obtener del Estado - mediante un empréstito- el capital necesario. "Para elevar vuestra clase, para emancipar no solamente a algunos obreros, sino al trabajo mismo se necesitan millones de pesos y sólo el Estado y la legislación los pueden dar." Esta era la solución simplista que Lassalle, hombre de gran capacidad, daba al problema obrero. Es necesario comenzar por obtener el derecho al sufragio universal, y después, el gobierno dará "millones y millones de pesos". ¿Podía acaso Marx dejar de luchar contra esta funesta utopía manifiestamente pequeñoburguesa? El 9 de abril de 1863, Marx escribía a Engels: "Lassalle me ha enviado hace dos días la carta abierta “Al Comité Obrero Central” del “Congreso Obrero de Leipzig”. Se comporta como un futuro dictador de los obreros, lanzando con aire pomposo frases que tomó de nosotros. Las diferencias entre el salario y el capital las resuelve con “la mayor facilidad”. A saber: los obreros deben hacer agitación por el sufragio universal y luego enviar a la cámara de diputados a personas como él, “dotadas de la brillante arma de la ciencia”. Luego, ellos construirán fábricas obreras, para lo cual el Estado facilitará capital y estas empresas cubrirán poco a poco todo el país. Todo eso es admirablemente nuevo." Después de la muerte de Lassalle, la "Asociación de Obreros" fue presidida por Schweitzer, que comenzó a manifestarse partidario del derecho de coalición e incluso de la lucha por los salarios. Pero Schweitzer, a pesar de haberse alejado de su maestro, llega, sin embargo, en una serie de artículos a las siguientes conclusiones: "1. La huelga es necesariamente estéril desde el punto de vista económico. "2. No obstante, la huelga es un magnífico medio de encender el movimiento obrero y
  • 11. Marx y los sindicatos 9 elevarlo hasta el nivel de la formación en la clase obrera, de una conciencia de clase propia. "3. Donde el movimiento obrero pueda actuar abiertamente para su objetivo final, las huelgas, en general, no deben ser aprobadas, porque la clase obrera necesita de toda su fuerza para la conquista de su objetivo final, el cambio de las bases sociales. Ahora bien: las huelgas distraen muchas fuerzas del objetivo final, y no conducen más que a un resultado ilusorio: el aumento de los salarios." Marx seguía atentamente la evolución de la "Asociación General Obrera de Alemania", pues sabía que en lo concerniente al derecho de coalición, halla entre los lassallianos la mayor confusión. Marx escribe el 13 de febrero de 1865 a Schweitzer: "Las coaliciones y los sindicatos que surgen de las mismas, no solamente son de gran importancia como medios de organización de la clase obrera para la lucha contra la burguesía; su importancia se refleja en el hecho de que hasta los obreros de Estados Unidos del Norte, a pesar del derecho al voto y de la República, no pueden prescindir de él. Pero además, en Prusia, y, en general, en Alemania, el derecho de coalición es una brecha abierta en el régimen de dominación policíaca y burocrática, rompe la ley de domesticidad y la economía feudal en el campo; en una palabra, es una medida de transformación de los “súbditos” en ciudadanos mayores de edad, que el partido progresista, es decir, todos los partidos burgueses de oposición podrían aceptar, si no fuesen idiotas, cien veces mejor que el gobierno de Prusia, y con mayor razón, que el gobierno de un Bismarck." En la misma carta, Marx se detiene en la famosa idea lassalliana de los subsidios del Estado. He aquí lo que escribe Marx, con motivo de este socialismo gubernamental monárquico-prusiano: "La nefasta ilusión de Lassalle de una intervención socialista del gobierno prusiano, no cabe duda que irá seguida de una inevitable decepción. La lógica de las cosas hablará por sí misma. Pero el honor del Partido Obrero exige que descarte semejantes quimeras antes que su inanidad estalle al contacto con la experiencia. La clase obrera es revolucionaria o no es nada." Esta notable carta nos muestra las causas de la hostilidad de Marx contra el lassallismo. La clase obrera es revolucionaria o no es nada, esto era lo que determinaba la línea de conducta de Carlos Marx. Marx conceptuaba a la "Asociación General Obrera" como una organización sectaria y volvió a ocuparse muchas veces de esta cuestión. En sus cartas a Schweitzer, Marx expresaba continuamente este concepto suyo sobre el carácter sectario de la "Asociación General Obrera". En ellas da una definición clásica de lo que es el sectarismo. He aquí, por ejemplo, lo que Marx escribe el 13 de octubre de 1868: “'Como todos los fundadores de sectas, Lassalle negaba toda ligazón natural con el movimiento obrero anterior en Alemania y en el extranjero. Cayó en el mismo error de Proudhon, de no buscar la base real de su agitación en los verdaderos elementos del movimiento de clase, sino que quería orientar la marcha del mismo mediante una fórmula doctrinaria determinada. "Usted mismo ha experimentado en su propia persona la oposición entre el movimiento de secta y el movimiento de clase. La secta busca su razón de ser en su “point d'honneur”, no en lo que tiene de común con el movimiento de clases, sino en el talismán especial que la distingue de este movimiento. Cuando usted propuso convocar el Congreso de Hamburgo para la constitución de los sindicatos, no pudo romper la resistencia sectaria más que amenazando con renunciar a la presidencia. Además, usted se vio obligado a doblar su propia persona, declarando que una vez actuaba como jefe de secta y otra vez en representación del movimiento de clase. "La disolución de la “Asociación General Obrera Alemana”, le brindó la ocasión de dar un importante paso hacia adelante y de declarar, o de probar, que actualmente hemos entrado en una nueva fase del desarrollo y que el movimiento de secta está ya maduro para disolverse en el movimiento de clase y liquidar definitivamente todas esas supervivencias... "En lo que concierne a los elementos justos que contenía la secta, debían ser introducidos en el movimiento general, para enriquecerle. En lugar de esto, habéis exigido del movimiento de clase que se subordine a un movimiento sectario particular. Los que no entraban en el círculo de vuestros amigos, deducían que usted desea conservar, a toda costa, su movimiento obrero particular." Cuando Schweitzer envió a Marx, antes del Congreso de Hamburgo, el proyecto de estatutos de su nueva “Asociación General Obrera”, Marx aprovechó la ocasión para hacerle la más severa crítica. Marx consideraba que un agrupamiento político-sindical no era viable y que la centralización burocrática era sumamente peligrosa, especialmente para Alemania. En su carta a Schweitzer, de fecha 13 de septiembre de 1868, Marx escribe: "En lo que concierne al proyecto de estatutos, lo considero erróneo desde el punto de vista de los principios, y creo tener tanta experiencia en las cuestiones del movimiento sindical como cualquiera de mis contemporáneos. Sin entrar aquí en detalles, diré solamente que ese tipo de organización, con todo lo cómodo que es para las sociedades secretas y para la unión de sectarios,
  • 12. Drizdo Losovsky10 contradice la esencia misma de las trade-unions. Pero aun suponiendo que semejante organización sea posible, y debo decir que “tout bonnement” la considero francamente imposible, no sería deseable y menos para Alemania. Aquí, donde el obrero sufre desde la infancia un adiestramiento burocrático y tiene fe en los superiores, lo más importante es que aprenda a caminar sin la ayuda de nadie. "Vuestro plan no es práctico tampoco en otros aspectos. En la organización existen tres poderes independientes de diferente origen: 1) comité elegido por oficios; 2) presidente, una persona completamente inútil, elegida por sufragio general; 3) un congreso elegido por localidades. En fin, fuentes de conflictos por doquiera. ¡Y es ésta la organización que debe servir para acciones rápidas! "Lassalle ha cometido un gran error al querer imitar “al elegido del sufragio universal” (de la constitución francesa de 1852). ¡Y eso para las trade-unions! Estas se ven obligadas a ocuparse principalmente de cuestiones de dinero, y usted no tardará en ver que aquí termina todo poder dictatorial" Lo que es notable en esta carta, no es solamente la crítica concreta, aniquiladora del supercentralismo de Lassalle-Schweitzer, sino también la posición de principio en esta cuestión: es preciso enseñar al obrero alemán "a marchar sin la ayuda de nadie". Marx y Engels plantearon varias veces esta cuestión en sus cartas. Sabían lo que significa el adiestramiento burocrático y temían que si la organización del partido y de los sindicatos llegasen a tener una estructura burocrática, podría causarse un daño inmenso a la clase obrera de Alemania. En ésta como en todas las demás cuestiones, las palabras de Marx resultaron proféticamente justas. El centralismo burocrático de la socialdemocracia alemana, que corresponde a las tradiciones "nacionales" de la domesticación cuartelera prusiana, ahoga todavía el movimiento obrero de Alemania. Marx y Engels manifestaron muchas veces su parecer respecto a las ínfulas dictatoriales del heredero de Lassalle, Schweitzer. Demostraban que su orientación no podía menos de provocar la ruina de su organización y que era necesario elegir entre la organización sindical de masas y el aislamiento sectario. Después del Congreso de Hamburgo, Marx escribe a Engels el 26 de septiembre de 1868: "Lo que hay sobre todo de ridículo en Schweitzer -y claro que le es impuesto por los prejuicios de su ejército y su título de presidente de la “Asociación General Obrera Alemana”- es que invoque sin cesar las palabras del maestro y que a cada nueva concesión a las necesidades del verdadero movimiento obrero pretenda tímidamente que no contradice los santísimos dogmas de Lassalle. El Congreso de Hamburgo ha sentido instintivamente, con justa razón, que el verdadero movimiento obrero (las trade-uniones, etc.), amenazan a la “Asociación General Obrera de Alemania” como organización específica de la secta lassalliana." Marx subraya que es imposible hacer entrar a las amplias masas en una organización sectaria. Marx habla de esto en su carta a P. Bolte, el 23 de noviembre de 1871: "...La organización de Lassalle es simplemente una organización sectaria, y como tal, hostil a la organización del verdadero movimiento obrero que quiere crear la Internacional." Marx y Engels plantearon de nuevo la cuestión de la actitud frente al lassallismo con motivo del Congreso de fusión de los lassallianos y los partidarios de Eissenach, en 1875, en Gotha. En una carta a Bebel fechada el 18-28 de marzo de 1875, Engels escribe a propósito del programa de Gotha, entre otras cosas, lo siguiente: “Ni una palabra se dice de la organización de la clase obrera, como tal clase, por medio de los sindicatos. Y éste es un punto de suma importancia; porque los sindicatos son la verdadera organización de clase del proletariado con los cuales realiza su lucha diaria contra el capital, en los que se educa y a los que ya hoy día es imposible aplastar, ni siquiera mediante la más severa reacción (como la que impera actualmente en París). Dada la importancia que esta organización adquiere en Alemania, nos parece absolutamente necesario hacer mención de ella en el programa, y en la medida de lo posible, darle un lugar determinado en la organización del Partido." Tal es la crítica del programa de Gotha desde el punto de vista de las dos cuestiones. Pero, en realidad, "las glosas marginales sobre el programa del Partido obrero alemán" exceden ampliamente los límites de estas dos cuestiones. Liebknecht y Bebel estaban muy descontentos de la severa crítica hecha por Marx y Engels al programa de Gotha. Bebel, al citar en sus memorias estas cartas de Engels, añade melancólicamente: "No era fácil ponerse de acuerdo con los dos viejos de Londres. Lo que a nosotros nos parecía un cálculo inteligente y una táctica hábil, ellos lo juzgaban como una debilidad y un espíritu de conciliación irresponsable." Esta objeción es muy característica de Bebel. En la socialdemocracia alemana, ya en los primeros días de su función, se había establecido el hábito de explicar las desviaciones de los principios del marxismo con razones de táctica, como si la táctica fuera algo desligado e independiente de las concepciones de principio.
  • 13. Marx y los sindicatos 11 Marx y Engels se opusieron a la fusión de los lassallianos con los partidarios de Eisenach, puesto que la plataforma de fusión era no solamente equívoca, sino también errónea. Marx lo manifestó en su carta a Bracke, el 5 de mayo de 1875: "Todo paso hacia adelante, todo movimiento real, es más importante que una docena de programas. Si, pues, era imposible exceder el programa de Eisenach -y las circunstancias no lo permitían- era necesario concluir simplemente un acuerdo para la acción contra el enemigo común. Se fabrica, por el contrario, un programa de principio (en lugar de aplazarlo hasta el momento en que una cuestión de esta índole estuviese preparada por una larga actividad común), lo que equivale a plantar públicamente jalones que permitirán al mundo entero juzgar el nivel del movimiento del Partido." En el movimiento obrero de la Alemania de entonces, no solamente había la tendencia de los Lassalle-Schweitzer a destruir los sindicatos transformándolos en un partido, sino también las tendencias opuestas, es decir, el considerar a los sindicatos como la única forma del movimiento obrero. En este sentido pecó J. F. Becker, dirigente de la sección alemana de la "Asociación Internacional de Trabajadores". En el período en que se comenzó a formar en Alemania el partido político del proletariado, el problema más difícil y complicado fue el de las relaciones entre toda la variedad de sociedades educativas, los sindicatos y el Partido. Hemos visto la solución que daban a esta cuestión Lassalle y Schweitzer y las objeciones de Marx y Engels a este tipo de organización. J. F. Becker redactó un proyecto de proposición, en 1869, con motivo de la formación de un partido político obrero (los partidarios de Eisenach) defendiendo la idea de que la única forma verdadera del movimiento obrero son los sindicatos. He aquí cómo J. F. Becker formula su afirmación: "Considerando que solamente los sindicatos representan la forma justa de las organizaciones obreras, también para la sociedad futura, y en vista de los conocimientos especiales que prevalecen en su medio y contribuyen a la formación de una conciencia social exacta; y que en la medida que se perfecciona la organización de los sindicatos, las sociedades mixtas (como por ejemplo la “Asociación General Obrera Alemana” y las uniones de educación obrera) pierden su razón de ser y después de cumplir su misión de iniciadores pierden también su derecho a la existencia, etcétera. Esta manera de plantear la cuestión no podía surgir más que porque no se tenía una idea clara de lo que es un partido y de cómo debe estar construido. Bebel estaba muy preocupado por este proyecto y preguntó a Marx su posición frente a él. Marx contestó que no tenía nada de común con ese documento. También Engels reaccionó inmediatamente con violencia, expresando a propósito de esta cuestión, no sólo su opinión personal, sino también la de Marx: "El viejo Becker debe haberse vuelto completamente loco. ¿Cómo es posible que proclame a los sindicatos como auténtica forma de agrupación de los obreros y base de toda organización, y que todas las demás asociaciones deben tener solamente un carácter provisional? ¡Y todo eso en un país donde los verdaderos sindicatos no existen todavía! ¡Y qué “organización” embrollada! Por un lado, los sindicatos de cada oficio se centralizan en el comité nacional, y por otro, diversos sindicatos de cada localidad organizan su comité central. Si lo que se desea es que haya discordias permanentes, ésa es la organización que se debe adoptar. Pero en realidad, detrás de todo esto se oculta simplemente el viejo artesano alemán, que quiere salvar su tienda como base de la unidad de la organización obrera." A Marx no se le podía cazar en el cepo de una frase revolucionaria. Cuando algún socialista contemporáneo comenzaba a emplear frases demasiado infladas, Marx le atacaba resueltamente. A este respecto, es muy característica la diferencia de actitud de Marx frente a Bernstein y a Most. Bernstein acusaba a Most de "izquierdismo", insinuando veladamente sus opiniones pequeñoburguesas de derecha; Marx reaccionó contra el intento de Bernstein de introducir su contrabando. En carta del 19 de septiembre de 1879, Marx escribe a Sorge: "Nuestras divergencias con Most no tienen nada de común con los desacuerdos con esos señores de Zúrich (el trío compuesto por el doctor Hochbert, Bernstein su secretario y Schramm). Nosotros no reprochamos a Most que su “Libertad” sea demasiado revolucionaria, sino que no tiene contenido revolucionario y se limita a hacer fraseología revolucionaria." Marx y Engels mantuvieron una lucha despiadada contra todos los matices del oportunismo, contra toda ausencia de principios y contra el método "familiar" en la política. No permitían que se disimularan las divergencias teóricas y políticas y estaban siempre - como dice el escritor Gleb Uspenski- "listos para la pelea". Lenin señalaba especialmente en 1907 esta característica, en su introducción a las cartas de Marx y Engels a Sorge. Como estaban tan cerca del movimiento obrero alemán, es aquí donde se patentiza con más evidencia el papel dirigente de Marx y Engels y su lucha por la claridad teórica, la
  • 14. Drizdo Losovsky12 firmeza política y la audacia de táctica. Marx y Engels fueron los primeros en dar la voz de alarma con motivo de la penetración en la socialdemocracia alemana de elementos manifiestamente ajenos y exigían un control riguroso sobre "la banda de doctores, estudiantes y la crápula socialistas de cátedra", que ya entonces desempeñaban un papel desproporcional. Marx protestaba contra "estos señores" teóricamente nulos e inservibles en la práctica, que pretenden arrancar los dientes al socialismo, que ellos han confeccionado según sus recetas universitarias, y sobre todo, al partido socialdemócrata, e instruir a los obreros, o, como ellos dicen, darles los "elementos de instrucción". "No son ni más ni menos que lamentables charlatanes contrarrevolucionarios." 4. Marx y el movimiento sindical en Inglaterra. La primera mitad del siglo XIX se caracterizó por un impetuoso crecimiento y desarrollo del movimiento sindical en Inglaterra. Inmediatamente después de la supresión del decreto prohibitivo de las coaliciones, en 1824, las trade-uniones salen de la clandestinidad y comienzan a extenderse por toda Inglaterra. Las trade-uniones inglesas eran organizaciones estrechamente gremialistas, que se proponían únicamente finalidades prácticas (disminución de la jornada de trabajo, aumento de los salarios, etc.). Marx y Engels observaron durante decenas de años el desarrollo del movimiento obrero de Inglaterra. La primera gran obra de Engels dedicada a la situación de la clase obrera de Inglaterra y El capital, genial obra de Marx, están basadas en el estudio de la economía: inglesa y del movimiento obrero de Inglaterra. Marx y Engels veían el carácter estrechamente gremial de las trade-uniones y su horizonte restringido, pero las consideraban sin embargo un serio paso hacia adelante en el desarrollo del movimiento obrero inglés, y no solamente inglés. "Con el fin de quebrar el poder de la burguesía, escribía Engels, se necesita algo más que sindicatos obreros y huelgas. Pero esos sindicatos y las huelgas originadas por ellos, tienen importancia principalmente por representar el primer intento de los obreros por suprimir la competencia. Su existencia supone la comprensión de que la dominación de la burguesía se basa solamente en la competencia de los obreros entre sí, es decir, en la ausencia de solidaridad obrera, en la oposición de los intereses de una parte de los obreros a los intereses de otros. Y precisamente porque todos sus esfuerzos están orientados, aunque sea unilateral y estrechamente, contra la competencia, contra el nervio vital del régimen social contemporáneo, son un peligro para ese régimen. Difícilmente el obrero podía encontrar un punto más vulnerable en el régimen de la burguesía y en todo el régimen social contemporáneo." El mal fundamental del movimiento sindical inglés, ya en aquel período, consistía en las concepciones socialistas todavía vagas y confusas que tenían los jefes más avanzados. El socialismo inglés de aquella época era extraordinariamente magro y anémico. He aquí cómo caracteriza Engels a los socialistas de esa época: "El padre del socialismo inglés fue el fabricante Owen y por esto su socialismo, aun excediendo en el fondo los límites de las contradicciones entre la burguesía y el proletariado, guarda, no obstante, por su forma, una actitud muy tolerante con la burguesía, y muy injusta con el proletariado. Los socialistas son completamente domesticados y pacíficos, reconocen como justificadas las condiciones existentes, por malas que sean, ya que niegan para su modificación, cualquier camino que no sea el de la prédica pública... Los socialistas se quejan continuamente de la desmoralización de las clases inferiores. Comprenden, sin duda, la causa del odio de los obreros contra la burguesía, pero consideran que este odio, que es el único medio de llevar a los obreros hacia adelante, es estéril y predican una filantropía y un amor universal, que es mucho más estéril para la realidad de la Inglaterra moderna. No reconocen más que el desarrollo psicológico, el desarrollo del hombre abstracto completamente aislado del pasado, mientras que todo el mundo, y con él cada individuo, brotan sobre el terreno de este pasado. Por eso son demasiado científicos, demasiado metafísicos, y no hacen gran cosa." Engels acompaña esta brillante característica del socialismo inglés, con un análisis del cartismo y de la diferenciación que se verificó en él después de los impetuosos y sangrientos sucesos de los años 1839- 42. Engels consideraba que el verdadero socialismo surgiría del cartismo. "Sin duda, los “cartistas” son muy atrasados, poco instruidos, pero al menos son, en cuerpo y alma, verdaderos proletarios, representantes del proletariado." Las trade-uniones son un arma de lucha contra los capitalistas, y, por consiguiente, la creación de los sindicatos constituye para los obreros un serio progreso. Esta idea pasa a través de todo El capital de Marx. Así, por ejemplo, al esbozar un amplio cuadro de la lucha de los obreros por la disminución de la jornada de trabajo, Marx escribe: "La constitución, a fines de 1865, de una trade- union de los obreros agrícolas, primero en Escocia, es un acontecimiento histórico." Una prueba de la gran importancia que Marx atribuía a las trade-uniones, es que fue él el iniciador de la incorporación de las trade-uniones a la Iª
  • 15. Marx y los sindicatos 13 Internacional, y que hizo cuanto le fue posible por ponerse en contacto directo con las secciones locales de las trade-uniones inglesas. El 1º de abril de 1865, el sindicato de carpinteros de Chelsey invita a una delegación, para que se les expliquen los principios de la Asociación Internacional. Weston hace un informe sobre la delegación al sindicato de mineros. El 3 de abril de 1866, el Comité Ejecutivo del sindicato inglés de sastres manifiesta sus sentimientos cordiales hacia de Asociación Internacional de Trabajadores y promete ingresar en ella. En esta misma fecha, el Consejo General se da por informado del deseo de los hilanderos de Coventry, de ingresar en la Internacional. El 1º de abril de 1866, se lee una comunicación anunciando que la sociedad de zapateros del barrio de West-End, ha hecho un donativo de una libra esterlina para el Consejo General, y se propone enviar a Odger como delegado al Congreso. El 10 de abril de 1866, este sindicato es aceptado como parte de la Asociación Internacional de Trabajadores. En la misma fecha se comunica que Weston y Young fueron como delegados a la Asamblea del Comité de yeseros. El 19 de mayo de 1866, Young hace un informe sobre la asistencia de él y de Lafargue a la sección local de la sociedad de ladrilleros. Fueron recibidos con gran entusiasmo y se les prometió apoyarles. El 15 de mayo de 1866, la sección del sindicato unificado de obreros sastres de Darlington es aceptada en la Internacional. El 17 de junio de 1866 se da lectura a una información de la sociedad de toneleros "La mano de hierro", que decidió adherirse a la Internacional, imponiendo a todos sus miembros la cuota de un chelín por persona para el financiamiento del Congreso de Ginebra. En esta misma reunión se anuncia que una asamblea de obreros carpinteros que recibió a la delegación de la Internacional, resolvió contribuir con una libra esterlina para sufragar los gastos del Congreso. Estas actas son muy significativas, porque reflejan el interés que existía entre una parte de las trade- unions por la Iª Internacional. En el órgano de Johann Philipe Becker, Vorbote, del mes de mayo de 1866, se habla de cinco grandes sindicatos que ingresaron colectivamente en la Internacional (hasta entonces sólo se afiliaban a la Internacional sindicatos individuales). Los sindicatos adheridos fueron: el sindicato de tejedores de cintas de seda, con mil miembros; el sindicato de sastres (8.000 miembros); el de zapateros (9.000 miembros); luego el sindicato de mecánicos y los obreros de la fabricación de rejas. También se habían adherido a la Internacional los sindicatos de picapedreros de Londres y Stradford, muchas pequeñas sociedades y por último la Unión Unificada de Mecánicos Ingleses, que tenía 33.000 miembros. El número de noviembre de Vorbote comunica la adhesión a la Internacional del sindicato de canasteros (300 miembros) y de la Unión de Peones (28.000 miembros). El informe del Congreso de Basilea, escrito por Marx, anuncia que en el Congreso general de las trade-unions inglesas que acababa de reunirse en Birmingham, fue adoptada la siguiente resolución: "Considerando que la Asociación Internacional de Trabajadores se propone unificar a las masas trabajadoras y defender sus intereses que son en todas partes idénticos, el Congreso recomienda a los obreros del Reino Unido, y especialmente a las corporaciones obreras organizadas, que apoyen esta Asociación y les sugiere insistentemente que se adhieran a ella. A la vez el Congreso tiene la convicción de que la realización de los principios de la Internacional, conducirá a la instauración de una paz sólida entre todos los pueblos del mundo." No obstante, es necesario tener en cuenta que una gran parte de las trade-unions se negaron a adherirse a la Internacional. Así, por ejemplo, cuando el Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores se dirigió, en 1866, al Consejo de la trade-unions de Londres instándole a adherirse a la Internacional, y en caso de negativa, a admitir en una asamblea a un representante de ésta para exponer las concepciones de la Asociación Internacional de Trabajadores, el Consejo de trade-unions de Londres contestó negativamente. Sin embargo, había en el Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores un crecido grupo de ingleses: Odger, Applegarth, Weston, Lookfort, etc., ocupando Odger la presidencia del Consejo General. Es interesante señalar que Sidney y Beatriz Webb, historiadores del trade-unionismo inglés, en los dos tomos de su Teoría y práctica del trade-unionismo inglés, no dedicaron ni una sola página a la posición de las trade-unions inglesas frente a la Iª Internacional, y en su historia del trade-unionismo dedican a este problema solamente una nota de pie de página. Sin embargo, esta cuestión no es de menor importancia que los estatutos de cualquier unión o que la opinión de los economistas y de los curas ingleses sobre el mal que causa el trade-unionismo y el carácter antirreligioso del movimiento huelguístico. Los historiadores fabianos del trade-unionismo creían, evidentemente, que esa actitud desdeñosa frente a Marx y a la Asociación Internacional de Trabajadores, disminuiría los méritos de ambos. Pero se equivocaron y su manera de obrar prueba una vez más que Marx y la Iª Internacional siguen inspirando horror a los intelectuales socializantes. Engels, que venía observando durante el curso de largos años el desarrollo de las ideas socialistas y semisocialistas en Inglaterra, definió brillantemente el socialismo fabiano. En una carta a Sorge, fechada el 18 de enero de 1893, leemos lo siguiente:
  • 16. Drizdo Losovsky14 "Aquí, en Londres, los fabianos son una banda de “carreristas”, que tienen, sin embargo, bastante buen sentido para comprender que la revolución social es inevitable; pero al no querer confiar este gigantesco trabajo al “grosero” proletariado solamente, han expresado su “benévolo” deseo de colocarse a su cabeza. El temor a la revolución es su principio fundamental. Son “intelectuales” por excelencia; su socialismo es un socialismo municipal; es el municipio y no toda la nación, quien debe ser por lo menos al comienzo, el propietario de todos los medios de producción. Presentan su socialismo como la consecuencia extrema, pero inevitable, del liberalismo burgués. Y de ahí su táctica: No combatir con decisión, como a enemigos, a los liberales, sino empujarlos hacia conclusiones socialistas, es decir, burlarlos para impregnar de socialismo el liberalismo; no oponer candidatos socialistas a los liberales, sino hacérselos aceptar con miles de maniobras... Pero no comprenden que librándose a este juego serán ellos los engañados o engañarán al socialismo. "Los fabianos han editado junto a sus antiguallas algunas buenas obras de propaganda que son lo mejor que en este terreno han hecho los ingleses. Pero apenas tornan a su táctica específica: disimular las luchas de clases, la cosa huele mal. De ahí su odio fanático contra Marx y contra todos nosotros." El Consejo General de la Iª Internacional tenía una composición extraordinariamente heterogénea y por eso se desarrollaba constantemente en su seno una lucha sobre los problemas fundamentales económicos y políticos del movimiento obrero. A este respecto, es muy característica la discusión que tuvo lugar en el Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores entre Marx y Weston, sobre la cuestión del salario, los precios y las ganancias. A principios de noviembre de 1864, Marx escribe a Engels: "Además un viejo “owenista”, Weston, hombre amable y simpático, actualmente fabricante; ha presentado un programa extraordinariamente extenso y terriblemente confuso." Este hombre "amable y simpático" era un gran confusionista y el Consejo General resolvió organizar una discusión sobre la cuestión en litigio. El 20 de mayo de 1865, Marx escribe a Engels: "Hoy, por la tarde, asamblea extraordinaria de la Internacional. Un viejo compañero, antiguo owenista, Weston (carpintero), ha presentado dos tesis que defiende incansablemente: "1. Que un alza general de la norma de los salarios, no puede favorecer en nada a los obreros. "2. Que, por consecuencia, las trade-unions son perjudiciales. "Si estas dos tesis, en las cuales es el único en creer, fuesen aceptadas, provocaríamos un enorme escándalo, tanto frente a las trade-unions locales, como también en relación con la epidemia de huelgas que reina actualmente en el continente. En esta ocasión (ya que a esta asamblea serán admitidas también personas no pertenecientes al Consejo), tendrá el apoyo de un inglés que escribió un folleto en el mismo sentido. El público espera naturalmente una refutación de mi parte. Yo, naturalmente, conozco de antemano los dos puntos fundamentales: "1. Que el salario determina el valor de las mercancías. "2. Que si los capitalistas pagan hoy 5 chelines en lugar de cuatro, tendrán que vender mañana sus mercancías (debido a la demanda creciente) por 5 chelines en lugar de cuatro." La discusión entre Marx y Weston se reflejó así en las actas del Consejo General: "El 30 de mayo de 1865 Weston pronunció su discurso sobre los salarios. Interviene Marx, formulando conceptos contrarios a los de Weston. El 24 de junio de 1865, Marx dio lectura a una parte de su disertación sobre los salarios, en respuesta a la disertación de Weston. El 27 de junio de 1865 Marx lee el final de su disertación sobre los salarios. El 4 de julio de 1865 siguieron las discusiones con respecto a las posiciones de Weston y Marx.” Desgraciadamente los debates no han llegado hasta nosotros. No obstante, sabemos lo que Marx dijo en esas asambleas. Su disertación en el Consejo General "Salario, precio y beneficio", es una exposición de la parte correspondiente al tomo I del Capital. Marx expone aquí en los dos puntos siguientes, la opinión de Weston: "1. La masa de la producción nacional es algo fijo, una cantidad o magnitud constante, como dirían los matemáticos. "2. El importe de los salarios reales, es decir, los salarios medios por la cantidad de objetos de consumo que con ellos se pueden adquirir, es una suma fija, una magnitud también constante." "Las ideas expresadas aquí por el ciudadano Weston podrían haberse encerrado en una cáscara de nuez", dijo Marx al comienzo de su discurso. Y en efecto, a medida que Marx analiza la teoría de Weston, se esclarece que la cáscara de nuez está completamente vacía. Al analizarlos sofismas de la economía política burguesa que defendía "el bueno y amable" Weston, Marx llega a las siguientes conclusiones teóricas y prácticas: "1. Una elevación general de la tasa de salarios producirá una reducción del beneficio general, pero no afectará en su conjunto a los precios de las mercancías. "2. La tendencia general de la producción
  • 17. Marx y los sindicatos 15 capitalista no es elevar, sino reducir el salario normal medio. "3. Los sindicatos trabajan bien como centros de resistencia contra los ataques del capital; pero demuestran ser en parte ineficientes a consecuencia del uso mal comprendido de su fuerza. En general yerran su camino porque se limitan a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de laborar al mismo tiempo para su transformación, usando de su fuerza organizada como palanca para la liberación definitiva de la clase obrera, es decir, para la abolición definitiva del sistema del salario." Esta respuesta de Marx no necesita hoy, cincuenta años después de su muerte, comentarios especiales, porque las ideas de Marx se han hecho patrimonio de millones de hombres. Pero es necesario tener en cuenta el estado de ánimo en que debió encontrarse Marx cuando se vio en la necesidad, en la dirección de la Internacional, de sostener una discusión sobre un problema que debía haber sido claro para los dirigentes del movimiento obrero. Si Marx dio a Weston una respuesta tan científica y tan seriamente fundamentada, fue precisamente porque alrededor de este problema había vacilaciones, confusiones y teorías manifiestamente erróneas en todos los países. Una gran parte de las trade-unions inglesas se desinteresaban de semejantes cuestiones y juzgaban a la Iª Internacional como una organización que no obligaba a nadie ni a nada. Marx y Engels comprobaban cómo los líderes de los sindicatos y el movimiento cartista se decoloraban desde el punto de vista político, y cómo la burguesía logró domesticar a los sindicatos, convirtiéndolos en apéndices de los partidos burgueses. De aquí proviene su apreciación tan dura sobre la dirección del movimiento obrero inglés. Como uno de los dirigentes del movimiento cartista comenzase a predicar la colaboración de los obreros con la burguesía, Marx escribe a Engels el 24 de noviembre de 1857 lo siguiente: "Jones juega aquí un papel muy torpe. Tú sabes que mucho antes de la crisis y sin otra intención que la de tener un pretexto para la agitación en aquel período de calma, había convocado a una conferencia cartista, a la cual debían haber sido invitados también los radicales burgueses. Pero actualmente, en lugar de aprovechar la crisis, mantiene con perseverancia su invento absurdo e indigna a los obreros predicándoles la colaboración con la burguesía." La "evolución" de Jones preocupaba a Marx y Engels. El 7 de octubre de 1858, Engels escribía a Marx: "La historia de Jones es repugnante... Después de esto, estaría uno casi tentado de creer que el movimiento proletario inglés, en su tradicional forma cartista, debe desaparecer completamente antes de desarrollarse en una nueva forma viable. Me parece que el nuevo paso de Jones, ligado con los anteriores en el mismo sentido, se relaciona en realidad con el hecho de que el proletariado inglés se aburguesa cada vez más, de manera que esta nación, la más burguesa de todas, parece querer llegar a tener al lado de la burguesía una aristocracia aburguesada y un proletariado aburguesado. Para una nación que explota a todo el mundo, esto se justifica hasta cierto punto." El 11 de febrero de 1878, Marx escribe a Guillermo Liebknecht: "Debido al período de corrupción que comenzó a partir de 1848, la clase obrera de Inglaterra fue desmoralizándose cada vez más y llegó por fin al estado de un simple apéndice del gran partido liberal, es decir, del partido de sus propios opresores capitalistas. Su dirección pasó enteramente a manos de los jefes venales de las trade-unions y de los agitadores de profesión." Una serie de trade-unions adoptaron una actitud de simpatía a la creación de la Iª Internacional, pero otras la consideraron como una posibilidad de obtener de ella una ayuda determinada en caso de huelga. El 25 de febrero de 1865 Marx escribe a Engels: "En lo que respecta a las uniones de Londres, cada día viene una nueva adhesión. Así es que poco a poco, nos convertimos en una fuerza. Pero de aquí surge la dificultad." La dificultad consiste en que estas adhesiones no significan, de ninguna manera, que esas trade-unions acepten íntegramente el punto de vista de la Iª Internacional. Marx se daba cuenta y, sin embargo, atribuía una gran importancia a la adhesión de las trade-unions a la Asociación Internacional de Trabajadores. El 15 de enero de 1866, escribe a Kugelmann: "Hemos logrado atraer al movimiento a la única verdadera gran organización obrera: las trade-unions inglesas que antes se ocupaban exclusivamente de cuestiones de salarios." Pero Marx comprendía que las trade-unions estaban lejos de haber dicho su última palabra y que los choques con los jefes de las trade-unions eran inevitables. Como entre las trade-unions inglesas se difundió la especie de que la Asociación Internacional de Trabajadores podía ayudar durante las huelgas, algunos de los jefes que no tenían nada de común con el socialismo, comenzaron a correr hacia la Internacional. El 11 de septiembre de 1867, Marx escribe a Engels: "Los pájaros ingleses de las trade-unions para los que íbamos “demasiado lejos”, llegan corriendo hacia nosotros." La idea que Marx tenía de los jefes de las trade- uniones inglesas, puede verse en la siguiente carta a Kugelmann:
  • 18. Drizdo Losovsky16 "En Inglaterra solamente progresa en el momento actual, el movimiento de los obreros agrícolas. Los obreros industriales tienen que librarse ante todo de sus dirigentes actuales. Cuando yo atacaba en el congreso de La Haya a estos individuos, sabía que me atraía con esto la impopularidad, las calumnias, etc. Pero esto me ha dejado siempre indiferente, comienzan ya a convencerse de que al denunciarlos cumplía con un deber." En las obras de Engels encontramos páginas brillantes consagradas a definir el movimiento obrero de Inglaterra. El 17 de junio de 1879, Engels escribe lo siguiente a Bernstein: "Desde los últimos años el movimiento obrero inglés gira en el círculo vicioso de las huelgas por el aumento de los salarios y la disminución de la jornada de trabajo, y no como un medio provisional, no como un medio de propaganda y organización, sino como un objetivo final. Las trade-unions excluyen incluso por principio, estatutariamente, toda acción política, y por consiguiente la participación en toda la actividad general de la clase obrera como clase. Desde el punto de vista político, la clase obrera se divide en conservadores y liberal-radicales, en partidarios del ministerio de Disraeli (Beaconsfield) y del ministerio Gladstone. Por consiguiente, sólo se puede hablar de un movimiento obrero en Inglaterra en la medida en que se producen huelgas, las cuales, victoriosas o no, no hacen avanzar el movimiento un solo paso. Estas huelgas, provocadas conscientemente en los últimos años de estancamiento de los negocios, por los capitalistas, que buscaban un pretexto para cerrar sus fábricas, huelgas durante las cuales la clase obrera no se mueve, cuando se inflan hasta adquirir dimensiones de una lucha histórica mundial... a mi modo de ver, no pueden más que perjudicar a nuestra clase. No debe disimularse la circunstancia de que no existe aquí, por el momento, un verdadero movimiento obrero, en el sentido continental de la palabra." 5. Marx y el movimiento obrero francés. Una de las fuentes del marxismo es, como es sabido, el socialismo francés. ¿Qué es lo que Marx ha tomado del socialismo francés, y qué es lo que le dio? Al estudiar las revoluciones burguesas de Francia, Marx demostró en sus obras, con la fuerza que le caracteriza, cómo la burguesía hace de los obreros su carne de cañón y cómo después de la revolución torna contra la clase obrera todas las fuerzas, tanto del viejo como del nuevo Poder del Estado. Marx se dio cuenta del carácter utópico del programa de Babeuf, Saint Simon, Charles Fourier y Cabet, pero los apreciaba altamente como precursores del socialismo científico. Marx sabía distinguir entre el sincero socialismo utópico y la politiquería socialista pequeñoburguesa de Louis Blanc y compañía. Marx creó el socialismo científico mediante la negación dialéctica del socialismo utópico y la viva elaboración de la impetuosa historia de la obra revolucionaria de las masas trabajadoras de Francia. La experiencia revolucionaria de las masas, es precisamente la principal y fundamental fuente francesa del marxismo. La conspiración de los Iguales, fue la respuesta de las masas desilusionadas de la Gran Revolución, al triunfo de la reacción thermidoriana. Los "babeufistas", como se sabe, expusieron sus concepciones en cuatro documentos: 1) Manifiesto de los Iguales; 2) Análisis de la doctrina; 3) El acto de insurrección; 4) Los decretos. Los "babeufistas", se propusieron organizar la insurrección de los pobres contra los ricos; y dándose cuenta exacta de que la raíz de todo el mal consistía en la propiedad, luchaban por el establecimiento de la igualdad económica. El manifiesto de los Iguales proclama que: "La Revolución Francesa es solamente la precursora de otra revolución más grande, más imponente, que será la última." El aplastamiento de la conspiración de los Iguales y la victoria de Napoleón sobre el enemigo interior y exterior, provocó una cierta depresión en las masas. Las ideas socialistas comienzan a aparecer en forma de teorías semirreligiosas y semi-socialistas. El aristócrata Saint Simon y el desclasado Charles Fourier, aparecen con sus planes de transformación de la sociedad. La parte positiva de su ideología consiste, no en los planes del futuro feliz, sino en la crítica del presente y en el cuidado que ponen en señalar el antagonismo entre los poseedores y los no poseedores. Pero, por diferentes que sean en sus orígenes y en sus planes, ambos, Saint Simon y Fourier, se dirigían "a la gente de corazón", teniendo la esperanza de atraer a los capitalistas progresistas y transformar pacíficamente a la humanidad, desviada del camino de la razón. Los dos utopistas no pensaban siquiera en una revolución. Como ni Saint Simon ni Fourier veían la fuerza social que pudiese realizar sus sueños, se dirigían a las fuerzas del más allá, a la religión. Después de señalar que la obra de Babeuf "expresa las reivindicaciones del proletariado", Marx y Engels escriben sobre los utopistas: "Los inventores de estos sistemas se dieron cuenta del antagonismo de las clases, así como de la acción de los elementos disolventes en la misma sociedad dominante. Pero no advierten del lado del proletariado ninguna independencia histórica, ningún movimiento histórico que le sea propio. "Como el desarrollo del antagonismo de las clases va de par con el desarrollo de la industria,
  • 19. Marx y los sindicatos 17 no advierten de antemano las condiciones materiales de la emancipación del proletariado, y se aventuran en busca de una ciencia social, de leyes sociales, con el fin de crear esas condiciones. "Pero la forma rudimentaria de la lucha de las clases, así como su propia posición social, les lleva a considerarse muy por encima de todo antagonismo de clases. Desean mejorar las condiciones materiales de la vida para todos los miembros de la sociedad, hasta para los más privilegiados. Por consecuencia no cesan de llamar a la sociedad entera sin distinción y asimismo se dirigen con preferencia a la clase dominante. "Repudian, pues, toda acción política y, sobre todo, toda acción revolucionaria, y se proponen alcanzar su objeto por medios pacíficos y ensayando abrir camino al nuevo evangelio social por la fuerza del ejemplo, por las experiencias en pequeño, que siempre fracasan, naturalmente." Muy interesante es la apreciación que da Engels de los utopistas franceses en su famoso libro Anti- Dühring. Después de subrayar el retraso de las relaciones económicas de Francia, a comienzos del siglo XIX, Engels escribe: "Lo que Saint Simon subraya es lo siguiente: siempre y en todas partes le interesa ante todo “el destino de la clase más numerosa y más pobre...” "Ya en las cartas de Ginebra, de Saint Simon, encontramos el principio de que “todos los hombres deben trabajar”; en esa misma obra afirma que el reino del terror en Francia, fue el reino de las clases desposeídas. "Ahora bien, en 1802, era un descubrimiento absolutamente genial concebir la Revolución francesa como una lucha de clases entre la nobleza, la burguesía y las masas desposeídas. "En Fourier hallamos una crítica del régimen social existente que, sobre ser de espíritu verdaderamente francés, no es menos penetrante y profunda." Esto muestra las razones por qué Marx y Engels sentían estima por los utopistas. Lo que les importaba era que los utopistas habían lanzado al mundo palabras nuevas, para aquellos tiempos, sobre los intereses de los desposeídos, que veían las contradicciones de clase, etc. Otra actitud muy distinta tomaron Marx y Engels frente a sus discípulos, que arrastraron el movimiento hacia atrás deseando estancarse en la etapa ya franqueada. En el "Manifiesto Comunista" leemos respecto a ellos lo siguiente: "Si en muchos aspectos los autores de esos sistemas eran revolucionarios, las sectas formadas por sus discípulos son siempre reaccionarias, pues sus secuaces se obstinan en oponer las viejas concepciones de su maestro a la evolución histórica del proletariado. Buscan, pues, y en esto son lógicos, entorpecer la lucha de las clases y conciliar los antagonismos... "Poco a poco caen en la categoría de los socialistas reaccionarios o conservadores descritos más arriba y sólo se distinguen por una pedantería más sistemática y una fe supersticiosa y fanática en la eficacia maravillosa de su ciencia social. "Opónense, pues, con encarnizamiento a toda acción política de la clase obrera, pues semejante acción no puede provenir, a su juicio, sino de ciega falta de fe en el nuevo evangelio." El comunista-utopista Etienne Cabet también se parecía bien poco a su antecesor Babeuf. Si éste preparaba la insurrección y quería levantar a las masas contra los que explotaban la revolución para enriquecerse, Etienne Cabet soñaba con la instauración pacífica de la sociedad comunista. Su Viaje a Icaria termina con las siguientes palabras: "Si yo tuviera la revolución en mi mano, guardaría la mano cerrada aunque tuviera que morir en el destierro." Aquí el miedo a la revolución proviene de la decepción causada por las revoluciones pasadas, que terminaron todas desfavorablemente para la clase obrera. ¿Qué relación tienen, pues, todos estos pensadores de la primera mitad del siglo XIX, con Marx y el marxismo? Algunos escritores piensan, que el marxismo es la suma de ideas de Saint Simon, Fourier y sus discípulos. A esta idea llega el socialista francés Paúl Luis, que escribió lo siguiente: "Louis Blanc y Vidal han indicado la necesidad de recurrir al poder del Estado y han patrocinado el principio de la conquista del poder público como condición previa indispensable de toda revolución. Pecqueur y Cabet fueron los primeros en darnos una exposición detallada del colectivismo y del comunismo. Finalmente, Proudhon expresó con relieve las contradicciones de los intereses de clase, mostró los defectos de la propiedad privada, la constante explotación del obrero asalariado por los capitalistas, descubrió las contradicciones internas del régimen económico que engendra tantos más infelices, cuanto más riquezas produce. Si reunimos todo esto en un solo haz, obtendremos la expresión casi completa del marxismo." ¿Se puede decir que la suma de concepciones de los socialistas utópicos, comunistas utópicos y socialistas pequeño-burgueses como Proudhon y Louis Blanc forman "casi el marxismo"? De ninguna manera. Esto sería no ver lo que distingue el marxismo de todas las teorías socialistas francesas de aquellos tiempos. Es cierto que Marx había elaborado críticamente todo lo que había sido creado en Francia en el dominio de las ideas socialistas, pero ¿qué es lo que él aportó de nuevo?