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Una teoría solida
Los sindicatos son, para mí, ese tipo de organización que permite juntar voces y acciones, y
proyectos, y luchas colectivas. No solo lo entendido así; sino que mi participación con ellos siempre
fue en esa perspectiva. Recuerdo como, desde mi opción politica, mi historia supuso tratar de
acceder a una tipificación. Como en ese encontrarse con pares. En el proceso de dilucidación de lo
que éramos como individualidad, contada a partir de enhebrar lo individual y lo colectivo. Un
registro memorístico que me permite, en el presente, una recordación. Un hilo conductor lógico, en
lo que esto tiene de conciliar organización y teoría. Siendo así, entonces, miro hacia atrás. En
aquellas discusiones y acciones de convocación plena. Es decir, cosiendo la huelga a uno o varios
momentos históricos. Aceptar la teoría del socialismo potente, tratando de encontrar el
camino preciso. Una posición, la mía, desarrollando la teoría de la organizaciones
obreras. Con una aplicación creativa de la teoría leninista y trotskista. Todo, en un
universo de posibilidades y la combinación de estas. Lejanos están, por cierto, los
periodos dinámicos en que, paso a paso, acumulaba perfiles, al momento de enfrentar
un proceso determinado. Para mí, sigue siendo claro que el fracaso no es de la teoría
marxista, leninistas trotskistas. El fracaso fue y será de las teorías y acciones
estalinistas
En eso de ir yendo en luchas concretas; fui asimilando la noción básica del movimiento obrero. Con
claridad absoluta. No reniego, ni tengo porque hacerlo, del soporte válido del ser en sí para sí.
Asumiendo, de verdad, el vuelo teórico y práctico de la dirección de la clase obrera en el proceso
revolucionario. Anti capitalista. Y es que lo fundamental esta está dado. La burguesía sigue siendo
la usufructuaria del proceso de acumulación capitalista, sobre los hombros de las obreras y los
obreros. Otra cosa es que, en esa dialéctica necesaria, este poder ha derivado en la configuración
de lo que yo he llamado siempre “bloque de clases en el poder”. Entenderlo así, supone el manejo
de vertebración de un dominio. Transitando por los momentos y períodos en que, la burguesía, se
adapta a procesos como los de la globalización.
Entonces, la burguesía industrial, comercial, financiera y agraria; se erigen como beneficiarias
directas. Inclusive, por la vía más virulenta, el capital financiero ejerce como punta de lanza de
esos sectores burgueses en el poder.
A pesar de esto, nunca he caído en la simpleza y torcida teorización que permite “desplazamientos”
proclives a subsumir el concepto de lucha de clases anclado, en hegemonías de los y las
trabajadores (a) al servicio del Estado y/o de las entidades de bienes y servicios. Haciendo soporte
en las entidades y empresas financieras. En lo que Marx definió como empresas capitalistas que no
producen ningún tipo de plusvalía. De eso dan cuenta los grundrisse (Elementos Fundamentales
para la Crítica de la Economía Politica 1857-858). Marx propone una interpretación en la cual, la
plusvalía se origina en el costo no pagado a los obreros y obreras que trabajan en las fábricas y
centros de producción de mercancías que, en su base, tienen el soporte plusválico concretos. Así,
entonces, hace expresión en la cual, los otros sectores de la burguesía solo hacen construcción del capital
ocioso. Por una vía, en la cual, la burguesía financiera y comercial se entronizan como soporte fundamental del
bloque de clases en el poder. Caso aparte, es la participación de la burguesía agraria.
En esto de buscar verdades en torno a los decrépitos (no necesariamente en alusión a sus edades)
dirigentes sindicales en nuestro país, tengo que señalar lo que ha sido mi recorrido. La más
expresiva, tiene que con la confrontación a mis pares. Tanto como proponer un entendido en el cual se
pueda valorar la significación que adquiere un paro por parte de los trabajadores (como lo hice arriba) de las
empresas de bienes y servicios y los trabajadores y trabajadoras estatales. Si los comparamos con las huelgas
obreras, resulta que estas últimas son las que se pueden exhibir como la exacta confrontación y nervio de la
burguesía industrial. Los obreros y obreras, en la historia de los las luchas anticapitalistas. Nada que ver entre
una cosa y la otra. Por ejemplo, mi visión y perspectiva, sigue colocando la huelga obrera como centro.
Ahora bien, la burguesía, como dije antes, se va acomodando a los procesos globales. A partir de
ahí, propone un bifurcación deleznable. La globalización económica incide en todos los procesos
internacionales. Siendo así, como en realidad es, se abre espacio la ideología como fundamento de
superestructura. Una vocinglería que arremete en contra de la clase obrera. Una modernización
conceptual; tal y como las habían prefigurado, Lukács y Gramsci Una visión que me dio insumos
para no claudicar. Como en esa sapiencia necesaria, al momento de referenciar los íconos
benévolos.
Otro de los aspectos centrales, en mi posición tiene que ver con los roles de obreros, obreras y (en
general) los trabajadores y trabajadoras de las empresas de bienes y servicios; así como de los
trabajadores y trabajadoras en le entidades estatales. Es algo así como centrar la atención al nexo
entre los paros y los sectores heterogéneos que componen lo que yo denomino “cuerpo de masas”
que reciben afectaciones por los mismos. Algo parecido a proponer el entendido de “movimientos
urbanos” en la pluma conceptual de Castell. Es decir, a manera de ejemplo, he propuesto una
opción que permita conjugar el verbo conciliar. Una vía que permita, a manera de ejemplo, acceder
a exposiciones, campañas y movilizaciones. Con el debido respeto a quienes, tendencial y/o
realmente tienen que realizar desplazamientos propios. Sin ninguna vinculación con las acciones,
paros y movilizaciones. En este sentido, recuerdo con mucha pasión nuestras acciones en barrios y
ciudades, cuando se trataba de apoyar las huelgas obreras. Un entendido en el cual hacía primacía
la divulgación, la solidaridad y apoyo económico. Lo mismo en campañas de solidaridad con la
lucha sandinista en Nicaragua. Y de solidad con la lucha politica y El Salvador y Guatemala.
Siempre he propuesto que no debemos realizar acciones que provoquen repudio por parte de los
sectores heterogéneos que hacen parte de “cuerpos de masas”, susceptibles de ser convencidos de
la justeza de paros y/o movimientos reivindicativos. En este sentido, no es lo mismo “forzar a los
otros y las otras a que nos entiendan y apoyen.” En contrario, debe ser una convocatoria sin
vulneración de sus derechos fundamentales.
En pasado recién y, en veces constante, asistimos a expresiones que violentan (así se diga que
pacíficamente) a usuarias y usuarios de comunidades educativas y a sus necesidades de
desplazamiento. Es violencia sutil, pero violencia en sí. A manera de ejemplo: ¿por qué tienen que
verse perjudicados y perjudicadas los y las habitantes urbanos y sectores campesinos; a cuenta del
paro de maestros, maestras, y trabajadores al servicio del Estado?
Otro aspecto que ha convocado mi atención es, eso de las ideologías del día a día. Son visiones
inmediatas del universo. Y, en preciso aquellos y aquellas que, simplemente viven su instar
inmediato. A quienes, en cuerpo de esas “ideologías” del estar pasando. Y que no tienen por qué
ser violentados y violentadas en su fuero de compromiso. Es ese tipo de “ideologías”, las que
azuzan los gobiernos nacionales, municipales y los “medios” para desprestigiar a quienes ejercen
como colectivos y/o sujetos individuales. La lucha por sus reivindicaciones
Sin pretender oportunismo. Ni desviación espuria, Fecode hizo en este “paro de maestros y
maestras; lo mismo de todos los años anteriores. Con el agravante de pretender hacer creer que la
“lucha reclamaba derechos para estudiantes, padres y madres de familia”. Cuando, lo único
palpable inmediato fueron los dos puntos por ciento con respecto a los otros y otras trabadores
(as) del Estado. Sin pretender alusiones mentirosas y/o desviacionistas, lo “otro diferente en el
acuerdo”, habla de la participación en la junta que tiene como trabajo el sistema general de
participaciones”. Porque, estar ahí es sofisma de distracción. Eso y nada es nada. La construcción
de colegios con infraestructura para implementar la jornada única, fue algo que ha estado
presente en los movimientos y paros del pasado. No se desprende del acuerdo, nada diferente. La
opción de cero a siempre; es una politica que viene de atrás. Tanto por gobiernos y movimientos
locales; como en las ciudades mayores.
Y, vuelve y juega, quienes asistimos en pasivo (padres madres y estudiantes), tenemos que aceptar
que “se corra todo el proceso lectivo. Escuché por ahí a un dirigente de Fecode, decir: ¡es eso. Es
decir reponemos horas no trabajadas, después de vacaciones”. Digo yo: “vaya, vaya que man tan
verraco”. Y recuerdo lo que ya he dicho en el pasado: la ley del azadón. Todo para maestros y
maestras. Pero, invito a cualquiera a que lo compruebe: cuando se trata de aplicar autoritarismo en
el aula y, en general en las instituciones educativas, fungen como sujetos de vergüenza. Ya he
dicho, también en el pasado. ¿Dónde están las políticas de equidad de género. Las acciones
respetuosas de creencia religiosas?. Puedo apostar que, nunca, Fecode y sus afiliados y afiliadas,
harán un paro con reivindicaciones como esas.
Para terminar: ¿en qué quedó la implementación de la lucha por una nueva ley general
de la educación?. Lo que tenemos es una ley que data desde 1994. Pero, no sólo eso, es
una ley de trámite. Es decir de decir y hacer cosas al garete.
Anexo: escrito que propone una interpretación filosófica en torno al ser individual y ser
colectivo. (en ponencia presentada al Congreso Iberoamericano por el derecho a la
salud, 2015, Bogotá D.C.)
1. De la reflexión primera.
1.1 De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo
Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el
significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo
externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las
otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo
conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto
individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que
toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la
transforma.
1.2 Acerca del (la) sujeto (a) individual.
Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está
involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales
que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a)
entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto
(a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados.
Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse
utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las
condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa;
escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as).
Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde
la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica
propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción;
relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su
autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad.
Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la
elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía.
Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía.
Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso de internalización sin
la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como
verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en
términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la
internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales
determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la
exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos
(as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una
actuación conjunta.
La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria
entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la
exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal
homogéneo. Veamos:
La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la exterioridad,
independiente. Es válida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia de los (as) otros (as);
así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir
de insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as)
como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la
naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de
utilidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias.
Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera
individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as)
que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos
derivados de su relación con ese territorio común.
Visto así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como sinónimo de
unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si bien es cierto, en
principio, que la intervención colectiva para la transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las
cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la
acumulación individual; no es menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo
individual, como proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo
elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás.
El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y conceptos.
Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones individuales; en el mismo
contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a otro se
hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar
para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos
derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, po rque la
construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual
se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como
posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a
jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del trabajo
colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la
evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los
cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e
individuales.
Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la
asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la
exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de
la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes
propios originados en su particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los
(a) otros (as)
1.3 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.
El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a),
construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La
percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para
recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y
continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria
simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo
aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el
contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se
hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así
se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al
proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología
para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias
perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as).
Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los
cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo;
sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la
obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa
memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición
y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de
procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de
la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad,
en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so
pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la
concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones
profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a)
individual vivo, como actor válido.
En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por
parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas,
paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no
son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive
que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le esté permitido transgredirlas. Está
obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su
decisión es hacer trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la
opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que
esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la
simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la
construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a
la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda
claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la
exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza.
Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones conscientes o
inconscientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento
acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a
ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la
comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.Toda herejía, en principio,
es una acción individual. Compromete a quien realia una interpretación diferente y se decide a proponerla
como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como
referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modificación total, radical. Algo así como o son
esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer
una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un
significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el
(la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata
de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones
nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de
acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el
proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda
presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una
sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la
modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las
nuevas.
De todas maneras, bien sea que se actúe en un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación
hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el
ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes
establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que
ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y
nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior.
1.4 Del sujeto Colectivo
Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las
acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir.
Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su
configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado
escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición
asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante
con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema
radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que
implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento
mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que
traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una
definición desde la perspectiva cultural.
De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado
al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual aparece la interrelación entre
los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos
como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como código s,
pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la
complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del
recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de
ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales
que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones
ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos.
La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con
los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o
reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad
personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y
acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir
características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer
una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de
todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para
definir.
La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en
términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino también en términos de
apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la
construcción de los códigos, referentes, o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático;
por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad;
es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los
representan y los imponen.
2. De la noción de poder y su ejercicio.
Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir
de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la
aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como
referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para
consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como
referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad
que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí,
puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hacen posible esa interacción. Supone
la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros
(as) como pares que comparten una misma identidad colectiva.
2.1 ¿Qué es el poder?
Hablaba arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as)
sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada
uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra,
definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de
centrar y orientar el quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se
involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado
inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que
simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que
trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo.
También había expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presencia de quien
o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos
principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese
sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).
Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad
supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los
excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior
podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en
ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como
superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa
misma vía, la figura de beneficiarios o no beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas
relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as)
que no ejercen como tal.
Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón
como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as)
sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza.
Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y
aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce
como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en
cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado.
Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo,
desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferencias hacia la
interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la
aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de
un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como
figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas
condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo).
El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido
sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as); o sobre estos (as), entendido como colectivo
que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.
Tal y como lo he insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes
adquieren la capacidad para hacerlo. Acceder a esta capacidad, se explica según sea la interpretación
asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de
control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual
entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la
exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a).
Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que
acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freud en
“Tótem y Tabú”...y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y
el estado”. Con mayor claridad, Marcuse, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en
tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y
Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-,
desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).
Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos
referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este
(a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados
de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por est a vía, en consecuencia,
podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes
primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto)
poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe
expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera
individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una
sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los
referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo.
2.2. El poder político.
A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco
Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis
como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis
como organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución
invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social.
Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque
de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al
estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no
sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el
principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social.
Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su
sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por
naturaleza le pertenece.
Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error
pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una
metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…”1
Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al
concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control político. Lo
anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva.
Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados
procesos previos. Es decir: la política no constituye una opción originada en el proceso de internalización que
efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones
acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de
una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones
que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una
convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o
definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, e n
otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han
separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos.
La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es
ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-esclavismo-
feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el
asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de
los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo
con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva
descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse,
necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones
sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en
cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la
actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:
“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y
aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como
crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…
..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y
endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia
de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el germen y preparar el cerebro humano
1 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá
para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones,
señala el comienzo de la civilización...”2
Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiación unilateral
de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas
determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de
usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de
bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de
control y, por esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del
control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que
predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las
relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.
A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación
política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes
actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos
(...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la
instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el
desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a
quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la
intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este
contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio
por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en
escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es,
entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se
trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que
lo acompañan y sustentan.
Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por
medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de
ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza,
con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción
posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o
quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción
de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se
configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una
sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo
hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo
que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan e l
castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su
connotación política.
Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del
derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus
normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea
Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento,
hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El
nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la
polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica
sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los
2 Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia,
1972.
judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés
y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido
en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las
leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó,
como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3
2.3 El concepto de Estado
Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una
connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado
territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento.
Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva
de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de
entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias,
como figuras mucho más complejas en lo que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y
distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (...o
los) sujeto (os).
Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va
convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal
manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es
obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias
próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro,
la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que
ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).
Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los
términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese
conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco,
en los siguientes términos:
“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética
racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas
las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y
debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la
fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es
malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la
verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su
propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales,
tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile
deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino
mandatos arbitrarios...”4
Hasta aquí queda claro, en mi línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder
político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral,
una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual
que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir
3 Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica
4 Friedrich, C.J., obra citada.
el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La
inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como
cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a
su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica
asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcuse:
“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también
contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del
marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido
seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo
hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un
nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada
vez más eficaz...*5
Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que respecta al
espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los
mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en
perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite
reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a
cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.
Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es otra cosa
que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del
sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan
territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una
connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para
la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales
comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de
igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los
súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y
desarrolladas en el marco permitido por el Estado.
3. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación.
La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión,
mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo
uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su
significado con respecto al poder y sus manifestaciones.
Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y
desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas
o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación
que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con
respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen
beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.
En mi línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la
dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos
ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y
5 Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica
que adquiere la aplicación del poder y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea
sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios
transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su
identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen
fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones
que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo
con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un
entendido del Estado, como una sumatoria de micro poderes; a la manera de de bloque de sectores o de
clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen
intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les
permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la
“delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.
Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la
profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo considero importante, en razón a que se insinúa una interpretación
del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarro llo político y
económico en nuestro País.
“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente
conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han
prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la
subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y
obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los
conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el
conservadurismo político.
En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se
prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un
terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa
coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han
trastocado el orden en que estaba cimentada.
Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de
relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el
pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de
crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la
fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia
percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”6
A partir de esta opción mía de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que
permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de
expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta.
3.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.
La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una
determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y
metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación
6 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de supe rficie; indagando por las
condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos
niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la
participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las
condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las
instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte
propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las
instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de
imposición.
Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones
antropológicas y culturales. Por esta vía, se ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de
diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones
sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del
conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta
opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado a la pertenencia a una determinada
raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de
especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de
posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de
civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.
Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las
instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en
razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de
apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de
civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los
paradigmas allí consignados.
En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de
la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación
Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto
que consideramos válido. Veamos:
“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio
estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que
articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese
centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción
heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que
impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su
propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha
existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.
Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-poder económico y
político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los
dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo
de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que
respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La
escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las
culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro
hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin,
cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas,
atadas a las condiciones que impone el centro-poder..7
Arribo, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales
periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y
dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante.
Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles
asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios.
Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de
intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se
identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión
avanzada de la civilización.
Surge entonces, en mi opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o
sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta como originaria de
paradigmas, pautas y comportamientos. Para mi, esto no es otra cosa que la denominación de popular,
referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica propia y unas expresiones propias,
diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que
adquiere el contexto social y económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus
expresiones individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las
pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al
lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de
producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se advierte en
la definición anterior.
Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave para dilucidar
ese significado, tiene que ver con el entendido de contexto social y económico. Ya decía antes: es un
escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario,
constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones
sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes
adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe
o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación
económica y política.
Ahora bien, como lo he postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se tipifiquen como
sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos del poder, se erige la
heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la
posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los cuales se ejerce dominación política y
económica; pero que han accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como
poseedores y usufructuarios del conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el
comportamiento de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio
plusválico y cultural.
Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como
expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación
político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación, una conclusión fundamental: no todo
sector social dominado es, necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al
7 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo,
noviembre 1999, Bogotá D.C.
momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a
determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías.
Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y escenarios
heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opción en la cual se
configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición
necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de
producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones
puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones
híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a
posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de
algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses
y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación
teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos. En veces, puede
hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación
con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir
tipologías; es pertinente presentar una expresión como la siguiente:
“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como lo
afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental ocupado
por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización, arbitraria a
nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el
Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un
movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el
contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un
contenido político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o
socialista.
Vayamos por partes:
A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio
burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones
de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación burguesa,
un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus
tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la
opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin
plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual se enfrenta un
movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su
programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”8
Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías preestablecidas. De lo
que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como paradigmas inamovibles. En mi caso, he
efectuado un recorrido amplio; a través del cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con
las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos (as). Esto me ha permitido proponer la asunción de
conceptos asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio
de las cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación.
8 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”.Artículo escrito
en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval Los
pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y
11 de abril de 1986.
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Una sólida teoría sindical

  • 1. Una teoría solida Los sindicatos son, para mí, ese tipo de organización que permite juntar voces y acciones, y proyectos, y luchas colectivas. No solo lo entendido así; sino que mi participación con ellos siempre fue en esa perspectiva. Recuerdo como, desde mi opción politica, mi historia supuso tratar de acceder a una tipificación. Como en ese encontrarse con pares. En el proceso de dilucidación de lo que éramos como individualidad, contada a partir de enhebrar lo individual y lo colectivo. Un registro memorístico que me permite, en el presente, una recordación. Un hilo conductor lógico, en lo que esto tiene de conciliar organización y teoría. Siendo así, entonces, miro hacia atrás. En aquellas discusiones y acciones de convocación plena. Es decir, cosiendo la huelga a uno o varios momentos históricos. Aceptar la teoría del socialismo potente, tratando de encontrar el camino preciso. Una posición, la mía, desarrollando la teoría de la organizaciones obreras. Con una aplicación creativa de la teoría leninista y trotskista. Todo, en un universo de posibilidades y la combinación de estas. Lejanos están, por cierto, los periodos dinámicos en que, paso a paso, acumulaba perfiles, al momento de enfrentar un proceso determinado. Para mí, sigue siendo claro que el fracaso no es de la teoría marxista, leninistas trotskistas. El fracaso fue y será de las teorías y acciones estalinistas En eso de ir yendo en luchas concretas; fui asimilando la noción básica del movimiento obrero. Con claridad absoluta. No reniego, ni tengo porque hacerlo, del soporte válido del ser en sí para sí. Asumiendo, de verdad, el vuelo teórico y práctico de la dirección de la clase obrera en el proceso revolucionario. Anti capitalista. Y es que lo fundamental esta está dado. La burguesía sigue siendo la usufructuaria del proceso de acumulación capitalista, sobre los hombros de las obreras y los obreros. Otra cosa es que, en esa dialéctica necesaria, este poder ha derivado en la configuración de lo que yo he llamado siempre “bloque de clases en el poder”. Entenderlo así, supone el manejo de vertebración de un dominio. Transitando por los momentos y períodos en que, la burguesía, se adapta a procesos como los de la globalización. Entonces, la burguesía industrial, comercial, financiera y agraria; se erigen como beneficiarias directas. Inclusive, por la vía más virulenta, el capital financiero ejerce como punta de lanza de esos sectores burgueses en el poder. A pesar de esto, nunca he caído en la simpleza y torcida teorización que permite “desplazamientos” proclives a subsumir el concepto de lucha de clases anclado, en hegemonías de los y las trabajadores (a) al servicio del Estado y/o de las entidades de bienes y servicios. Haciendo soporte en las entidades y empresas financieras. En lo que Marx definió como empresas capitalistas que no producen ningún tipo de plusvalía. De eso dan cuenta los grundrisse (Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Politica 1857-858). Marx propone una interpretación en la cual, la plusvalía se origina en el costo no pagado a los obreros y obreras que trabajan en las fábricas y centros de producción de mercancías que, en su base, tienen el soporte plusválico concretos. Así, entonces, hace expresión en la cual, los otros sectores de la burguesía solo hacen construcción del capital ocioso. Por una vía, en la cual, la burguesía financiera y comercial se entronizan como soporte fundamental del bloque de clases en el poder. Caso aparte, es la participación de la burguesía agraria. En esto de buscar verdades en torno a los decrépitos (no necesariamente en alusión a sus edades) dirigentes sindicales en nuestro país, tengo que señalar lo que ha sido mi recorrido. La más expresiva, tiene que con la confrontación a mis pares. Tanto como proponer un entendido en el cual se pueda valorar la significación que adquiere un paro por parte de los trabajadores (como lo hice arriba) de las empresas de bienes y servicios y los trabajadores y trabajadoras estatales. Si los comparamos con las huelgas obreras, resulta que estas últimas son las que se pueden exhibir como la exacta confrontación y nervio de la burguesía industrial. Los obreros y obreras, en la historia de los las luchas anticapitalistas. Nada que ver entre una cosa y la otra. Por ejemplo, mi visión y perspectiva, sigue colocando la huelga obrera como centro. Ahora bien, la burguesía, como dije antes, se va acomodando a los procesos globales. A partir de ahí, propone un bifurcación deleznable. La globalización económica incide en todos los procesos
  • 2. internacionales. Siendo así, como en realidad es, se abre espacio la ideología como fundamento de superestructura. Una vocinglería que arremete en contra de la clase obrera. Una modernización conceptual; tal y como las habían prefigurado, Lukács y Gramsci Una visión que me dio insumos para no claudicar. Como en esa sapiencia necesaria, al momento de referenciar los íconos benévolos. Otro de los aspectos centrales, en mi posición tiene que ver con los roles de obreros, obreras y (en general) los trabajadores y trabajadoras de las empresas de bienes y servicios; así como de los trabajadores y trabajadoras en le entidades estatales. Es algo así como centrar la atención al nexo entre los paros y los sectores heterogéneos que componen lo que yo denomino “cuerpo de masas” que reciben afectaciones por los mismos. Algo parecido a proponer el entendido de “movimientos urbanos” en la pluma conceptual de Castell. Es decir, a manera de ejemplo, he propuesto una opción que permita conjugar el verbo conciliar. Una vía que permita, a manera de ejemplo, acceder a exposiciones, campañas y movilizaciones. Con el debido respeto a quienes, tendencial y/o realmente tienen que realizar desplazamientos propios. Sin ninguna vinculación con las acciones, paros y movilizaciones. En este sentido, recuerdo con mucha pasión nuestras acciones en barrios y ciudades, cuando se trataba de apoyar las huelgas obreras. Un entendido en el cual hacía primacía la divulgación, la solidaridad y apoyo económico. Lo mismo en campañas de solidaridad con la lucha sandinista en Nicaragua. Y de solidad con la lucha politica y El Salvador y Guatemala. Siempre he propuesto que no debemos realizar acciones que provoquen repudio por parte de los sectores heterogéneos que hacen parte de “cuerpos de masas”, susceptibles de ser convencidos de la justeza de paros y/o movimientos reivindicativos. En este sentido, no es lo mismo “forzar a los otros y las otras a que nos entiendan y apoyen.” En contrario, debe ser una convocatoria sin vulneración de sus derechos fundamentales. En pasado recién y, en veces constante, asistimos a expresiones que violentan (así se diga que pacíficamente) a usuarias y usuarios de comunidades educativas y a sus necesidades de desplazamiento. Es violencia sutil, pero violencia en sí. A manera de ejemplo: ¿por qué tienen que verse perjudicados y perjudicadas los y las habitantes urbanos y sectores campesinos; a cuenta del paro de maestros, maestras, y trabajadores al servicio del Estado? Otro aspecto que ha convocado mi atención es, eso de las ideologías del día a día. Son visiones inmediatas del universo. Y, en preciso aquellos y aquellas que, simplemente viven su instar inmediato. A quienes, en cuerpo de esas “ideologías” del estar pasando. Y que no tienen por qué ser violentados y violentadas en su fuero de compromiso. Es ese tipo de “ideologías”, las que azuzan los gobiernos nacionales, municipales y los “medios” para desprestigiar a quienes ejercen como colectivos y/o sujetos individuales. La lucha por sus reivindicaciones Sin pretender oportunismo. Ni desviación espuria, Fecode hizo en este “paro de maestros y maestras; lo mismo de todos los años anteriores. Con el agravante de pretender hacer creer que la “lucha reclamaba derechos para estudiantes, padres y madres de familia”. Cuando, lo único palpable inmediato fueron los dos puntos por ciento con respecto a los otros y otras trabadores (as) del Estado. Sin pretender alusiones mentirosas y/o desviacionistas, lo “otro diferente en el acuerdo”, habla de la participación en la junta que tiene como trabajo el sistema general de participaciones”. Porque, estar ahí es sofisma de distracción. Eso y nada es nada. La construcción de colegios con infraestructura para implementar la jornada única, fue algo que ha estado presente en los movimientos y paros del pasado. No se desprende del acuerdo, nada diferente. La opción de cero a siempre; es una politica que viene de atrás. Tanto por gobiernos y movimientos locales; como en las ciudades mayores. Y, vuelve y juega, quienes asistimos en pasivo (padres madres y estudiantes), tenemos que aceptar que “se corra todo el proceso lectivo. Escuché por ahí a un dirigente de Fecode, decir: ¡es eso. Es decir reponemos horas no trabajadas, después de vacaciones”. Digo yo: “vaya, vaya que man tan verraco”. Y recuerdo lo que ya he dicho en el pasado: la ley del azadón. Todo para maestros y
  • 3. maestras. Pero, invito a cualquiera a que lo compruebe: cuando se trata de aplicar autoritarismo en el aula y, en general en las instituciones educativas, fungen como sujetos de vergüenza. Ya he dicho, también en el pasado. ¿Dónde están las políticas de equidad de género. Las acciones respetuosas de creencia religiosas?. Puedo apostar que, nunca, Fecode y sus afiliados y afiliadas, harán un paro con reivindicaciones como esas. Para terminar: ¿en qué quedó la implementación de la lucha por una nueva ley general de la educación?. Lo que tenemos es una ley que data desde 1994. Pero, no sólo eso, es una ley de trámite. Es decir de decir y hacer cosas al garete. Anexo: escrito que propone una interpretación filosófica en torno al ser individual y ser colectivo. (en ponencia presentada al Congreso Iberoamericano por el derecho a la salud, 2015, Bogotá D.C.) 1. De la reflexión primera. 1.1 De lo conciente y lo inconciente. De lo individual y lo colectivo Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la transforma. 1.2 Acerca del (la) sujeto (a) individual. Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa; escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as). Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía. Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la
  • 4. exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos (as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una actuación conjunta. La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal homogéneo. Veamos: La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la exterioridad, independiente. Es válida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se diferencia de los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde la relación con la naturaleza se ejerce a partir de insumos y procedimientos elementales. A manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de utilidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias. Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as) que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio común. Visto así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como sinónimo de unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la exterioridad. Si bien es cierto, en principio, que la intervención colectiva para la transformación de la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales la división de las mismas(..o del trabajo) no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la acumulación individual; no es menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo individual, como proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás. El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar visiones y conceptos. Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de opciones individuales; en el mismo contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De no ser así, el tránsito de un período a otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y la inventiva. Esto traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, po rque la construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la apropiación del producto derivado del trabajo colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e individuales. Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los (a) otros (as)
  • 5. 1.3 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo. El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a) primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido. En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se subsume, como quiera que no le esté permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones conscientes o inconscientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realia una interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva a una modificación total, radical. Algo así como o son
  • 6. esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas. De todas maneras, bien sea que se actúe en un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior. 1.4 Del sujeto Colectivo Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero no la puede subsumir. Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir, se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones) y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural. De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma línea de reflexión: los referentes, entendidos como código s, pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos. La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer
  • 7. una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en la libertad para definir. La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes, o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los imponen. 2. De la noción de poder y su ejercicio. Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hacen posible esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva. 2.1 ¿Qué es el poder? Hablaba arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación, por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orientar el quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo. También había expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as). Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa misma vía, la figura de beneficiarios o no beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal.
  • 8. Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente, inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado. Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo). El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as); o sobre estos (as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control. Tal y como lo he insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo. Acceder a esta capacidad, se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freud en “Tótem y Tabú”...y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcuse, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.). Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por est a vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo. 2.2. El poder político. A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada por Francisco Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social.
  • 9. Su República no es una descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad (rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le pertenece. Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…”1 Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la política no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, e n otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos. La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad primitiva-esclavismo- feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente: “..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas… ..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie, para desarrollar el germen y preparar el cerebro humano 1 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá
  • 10. para la aceptación de su influencia de contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de la civilización...”2 Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la apropiación unilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas, por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces, no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella. A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo, por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El territorio, en este contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se efectúa la interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales) adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo acompañan y sustentan. Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual. El proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad. Ya no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece, ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan e l castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su connotación política. Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin embargo, para los 2 Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.
  • 11. judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19: 1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó, como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3 2.3 El concepto de Estado Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia, una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio acatamiento. Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (...o los) sujeto (os). Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación; ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau). Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a), entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos: “..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos arbitrarios...”4 Hasta aquí queda claro, en mi línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir 3 Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica 4 Friedrich, C.J., obra citada.
  • 12. el bagaje conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcuse: “El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más eficaz...*5 Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control. Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado. 3. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación. La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones. Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí. En mi línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se pueda explicar y generalizar la cobertura y 5 Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
  • 13. afectación de la dominación. Lo nuestro es más la pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micro poderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”. Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo considero importante, en razón a que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto de la historia del desarro llo político y económico en nuestro País. “..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el conservadurismo político. En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada. Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”6 A partir de esta opción mía de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las cuales este se concreta. 3.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder. La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado, como representación 6 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
  • 14. objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de supe rficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y de imposición. Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, se ha desembocado en expresiones que delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un instrumento de diferenciación asociado a la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación. Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados. En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos: “…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido. Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin,
  • 15. cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro-poder..7 Arribo, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión avanzada de la civilización. Surge entonces, en mi opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para mi, esto no es otra cosa que la denominación de popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se advierte en la definición anterior. Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de contexto social y económico. Ya decía antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación económica y política. Ahora bien, como lo he postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores sociales sobre los cuales se ejerce dominación política y económica; pero que han accededlo a determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios del conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento de aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y cultural. Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación, una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al 7 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.
  • 16. momento de tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías. Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es pertinente presentar una expresión como la siguiente: “… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización, arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un contenido político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o socialista. Vayamos por partes: A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”8 Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías preestablecidas. De lo que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como paradigmas inamovibles. En mi caso, he efectuado un recorrido amplio; a través del cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con las condiciones que actúan sobre los (as) sujetos (as). Esto me ha permitido proponer la asunción de conceptos asociados a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio de las cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación. 8 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales urbanos”.Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap-peval Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y 11 de abril de 1986.