La civilización mesopotámica se formó entre los ríos Tigris y Éufrates, donde desarrolló una agricultura próspera gracias a las condiciones favorables de la región. La abundancia de recursos forestales y acuíferos creó una gran riqueza natural que sustentó la economía mesopotámica, basada principalmente en la agricultura. La región de Mesopotamia también fue el hogar de una cultura con importantes logros militares y religiosos.