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Migraciones laborales entre la Isla de Chiloé (Chile) y Patagonia Austral:
relaciones históricas y cambios recientes en un espacio transnacional
Catalina Gobantes (Universidad de Chile)
Jonathan Barton (Universidad Católica de Chile)
Álvaro Román (Universidad Católica de Chile)
Alejandro Salazar (Universidad Católica de Chile)
Esta ponencia se enmarca en el proyecto FONDECYT Regular 2010
No.1100519, “Planificando una monocultura: actores y transformaciones
territoriales en Chiloé frente al desarrollo de la salmonicultura, 1982-2008”
(Chile), y cuenta con el apoyo adicional del proyecto del Norwegian Research
Council, “Negotiating New Political Spaces” (Noruega).
Introducción
Desde fines del siglo XIX hasta la década de 1980, más del 50% de la
población nacida en la Provincia de Chiloé se empleó temporal o
definitivamente en industrias regionales intensivas en mano de obra no
calificada, localizadas en la Patagonia Austral chilena y argentina. Este
territorio corresponde a las Regiones de Aysén del General Carlos Ibáñez del
Campo y de Magallanes y la Antártica Chilena, en Chile, y a las Provincias de
Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en
Argentina.
La emigración desde Chiloé se ha visto recientemente disminuida en
parte por el declive de algunas de estas industrias, pero principalmente por el
fuerte desarrollo de la salmonicultura en la Provincia desde 1982. Ello ha
generado importantes migraciones de retorno y ha incidido tanto en la
disminución de la tradicional emigración chilota como en una fuerte migración
campo-ciudad al interior del Archipiélago.
Esta ponencia aborda los flujos migratorios de población desde el
Archipiélago de Chiloé hacia la Patagonia Austral a partir de la tercera década
del siglo XX. Desde un enfoque regional, nos centramos en los esquemas
migratorios y en la relevancia de la migración laboral hacia Patagonia como rito
de pasaje de los jóvenes chilotes. En este sentido, nuestro estudio se
concentra tanto en las trayectorias de los migrantes hacia sus lugares de
destino, como en las implicancias de los movimientos migratorios para sus
comunidades de origen.
Los resultados que se presentan provienen de una investigación aún en
curso, y los datos se basan en dos fuentes principales: un estudio etnográfico
llevado a cabo durante el año 2010 en Chiloé, y el análisis de una serie de más
de 80 relatos de vida de chilotes en Patagonia, publicados por el historiador
Felipe Montiel (2006 y 2010). De manera complementaria, se analizan fuentes
secundarias y microdatos censales referidos a migración interna en Chile.
Migrantes chilenos en la Patagonia Argentina
Al igual que las demás migraciones limítrofes, la migración chilena en
Argentina se relaciona estrechamente con el desarrollo de las economías
regionales de exportación. Sin embargo, a diferencia de lo descrito para otros
inmigrantes, la chilena no ha seguido los patrones de asentamiento de las
migraciones internas –que han tendido a dirigirse al Área Metropolitana de
Buenos Aires–, sino que se ha concentrado y mantenido en las provincias
patagónicas, donde reside más del 50% de los chilenos en Argentina (Benencia,
2009) (Cuadro 1).
En este contexto, los mayores flujos migratorios de chilenos a la
Patagonia Argentina corresponden al período de implementación de la política
de sustitución de importaciones (1930-1970) y hasta mediados de los años 90,
con un corto período de retracción durante el conflicto por el Canal Beagle en
1978.
CUADRO 1
Distribución de los inmigrantes chilenos en Argentina, 1991
Región
Geográfica
Distribución
inmigrantes
chilenos por
regiones
Área Metropolitana 18,4
Resto de Bs.As. 11,4
Centro 2,9
Cuyo 12,2
Noreste 0,2
Noroeste 1,0
Patagonia 53,9
Total país 100,0
Fuente: Benencia, 2009
En la región patagónica se distinguen dos grandes polos de atracción
para los migrantes que buscan mejores oportunidades de empleo. Por un lado,
las Provincias de Neuquén y Río Negro (Patagonia Norte), que se caracterizan
principalmente por ofrecer empleo en la fruticultura de exportación; y por la otra,
las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego (Patagonia Austral),
donde se ha concentrado la demanda de mano de obra asociada a la
ganadería ovina, la minería del carbón y la explotación de hidrocarburos. En
1997, la Patagonia Norte concentraba el 29,16% de los inmigrantes chilenos en
Argentina y Patagonia Austral el 22,7% (Cuadro 2).
Debe tenerse en consideración que los datos censales sólo registran
aquella población legalmente asentada, quedando fuera la radicación no
documentada (ingresados en su mayoría como turistas) y la que no permanece
en el país (“golondrina”).
CUADRO 2
Localización de la población chilena según número de residentes, en provincias
y grandes centros poblados de la Patagonia Argentina, 1997
Centros poblados y provincias de
destino en Patagonia Argentina
Número de
residentes
chilenos
%
Total país 244.087 100,00
Neuquén (Neuquén) 29.981 12,28
Bariloche (Río Negro) 41.206 16,88
Total Patagonia Norte 71.187 29,16
C.Rivadavia, Trelew y Esquel (Chubut) 24.004 9,83
Río Gallegos (Santa Cruz) 22.450 9,19
Río Grande y Ushuaia (Tierra del Fuego) 8.986 3,68
Total Patagonia Austral 55.440 22,70
Total Patagonia Argentina 126.627 51,86
Fuente: adaptado de Benencia, 2009
Si bien la inmigración a la Patagonia Norte se encuentra bastante
documentada (Benencia, 2000; Cerutti y Petruccelli, 2001; Sassone, Sánchez y
Matossian, 2007; Ciarallo, et.al., 2008; Gundermann, González y De Ruyt,
2009; Matossian, 2010, entre otros), la Patagonia Austral no ha despertado el
mismo interés, con la excepción del estudio de Mármora (1968) sobre los
migrantes chilenos en Comodoro Rivadavia. Asimismo, la mayoría de los
trabajos citados se ha enfocado exclusivamente en los mecanismos de
integración o marginalidad de los inmigrantes en sus lugares de destino, no
abordándose la situación en los lugares de origen.
A pesar de esta desigualdad de información disponible, podemos
deducir que los migrantes en cada zona provienen de regiones diferentes, lo
que se observa a partir de la localización de los pasos fronterizos (Figura 1).
FIGURA 1
Pasos fronterizos y principales ciudades de la Patagonia
Fuente: elaboración propia
De acuerdo con su localización, mientras la migración hacia las
provincias de Neuquén y Río Negro se originaría principalmente en la Región
de la Araucanía (Temuco), Los Ríos (Valdivia) y Los Lagos (Osorno y Puerto
Montt) –lo que es confirmado por la bibliografía–, los flujos que se dirigen a la
Patagonia Austral provendrían de las regiones fronterizas de Aysén (Aysén y
Coyhaique) y Magallanes (Puerto Natales y Punta Arenas).
Pero las regiones patagónicas de Chile (Aysén y Magallanes) han sido
ellas mismas un foco de atracción de migraciones internas. Por ejemplo, si
revisamos el lugar de nacimiento de la población que residía en esta zona en
1982, se observa que cerca del 45% había nacido en una región chilena
diferente (Cuadro 3).
Pasos fronterizos
CUADRO 3
Población residente e inmigrante interna en la Patagonia Chilena, 1982
Región
Población
residente
No
migrantes
Inmigrantes
Tasa de
inmigración
De Aysén 65.561 42.384 23.177 35,35
De Magallanes 129.141 64.807 64.334 49,82
Total Patagonia
Chilena
194.702 107.191 87.511 44,95
Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/
De acuerdo con los datos censales de migración entre Divisiones
Administrativas Menores –correspondientes a las Comunas–, esta inmigración
proviene de los más diversos lugares del territorio nacional. Sin embargo, se
observa una alta presencia de población originaria de las comunas de la
Provincia de Chiloé (Región de Los Lagos). Ésta se concentra especialmente
en la ciudad de Punta Arenas, seguida de las ciudades de Puerto Natales,
Coyhaique, Aysén y Porvenir (Cuadro 4).
CUADRO 4
Población chilota residente en comunas de Patagonia Chilena, 1982
Región de Aysén
Región de Magallanes y Antártica
Chilena
Comuna de
Residencia
Habitual
N° Residentes
nacidos en
Chiloé
Comuna de
Residencia
Habitual
N° Residentes
nacidos en
Chiloé
Coyhaique 3.259 Natales 3.632
Lago Verde 21
Torres Del
Paine
109
Aysén 1.839 Punta Arenas 15.084
Cisnes 233 Rio Verde 169
Guaitecas 313 Laguna Blanca 161
Chile Chico 212 San Gregorio 402
Río Ibáñez 191 Porvenir 1.126
Cochrane 78 Primavera 324
O’Higgins 15 Timaukel 143
Tortel 10 Navarino 81
Antártica 0
Total chilotes 6.171 Total chilotes 21.231
% del total de
inmigrantes
26,6
% del total de
inmigrantes
33,0
Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/
Considerando la importancia que ha tenido la población chilota en la
composición demográfica de las regiones patagónicas chilenas, es probable
que sea también relevante entre la población que ha migrado desde éstas a la
Patagonia Austral Argentina.
Esta hipótesis se ve fortalecida por la existencia de numerosas
organizaciones chilotas en el territorio patagónico, entre las que destaca el
“Centro Hijos de Chiloé” de Punta Arenas. Por otra parte, las asociaciones de
chilenos en Patagonia Argentina cuentan también con una mayoría proveniente
de Chiloé. Entre éstas destacan:
a) “Centro Chileno”, con sede en Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia.
b) “Asociación 18 de Septiembre” de Río Gallegos.
c) “Centro de Residentes Chileno-Argentinos” de El Calafate.
d) “Centro de Residentes Chilenos” de Comodoro Rivadavia.
Además se han registrado otras asociaciones de residentes chilenos en
San Julián, Puerto Santa Cruz y Río Turbio.
Con el objetivo de profundizar en las trayectorias migratorias de la
población chilota en Patagonia, a continuación de presentan los resultados
preliminares de una serie de entrevistas enfocadas en la experiencia de esos
viajeros.
Trayectorias migratorias de chilotes en la Patagonia Austral
Cuando se llega por primera vez al Archipiélago de Chiloé, llama la
atención el dinamismo de sus principales centros urbanos y la numerosa
población proveniente de los más distantes lugares del país. Estas cualidades
se relacionan directamente con el vertiginoso crecimiento de la industria del
salmón en las últimas décadas, y aun cuando ésta sufrió una enorme crisis en
el 2007 –cuyos efectos aún se perciben–, la Provincia sigue siendo el principal
polo de desarrollo de la salmonicultura en Chile.
Ese dinamismo y mixtura de orígenes contrastan a simple vista con la
sencillez y relativo aislamiento de cientos de pequeñas localidades donde sus
habitantes viven de la ganadería de pequeña escala y la agricultura de
autoabastecimiento, muchas veces complementadas con actividades de pesca
y marisqueo artesanales. Sin embargo, ese aislamiento es sólo aparente.
Mucho antes de la construcción de carreteras y la pavimentación de caminos
para favorecer el transporte de salmones, los chilotes ya elaboraban
avanzadas embarcaciones y lograban combatir así las dificultades que los
bosques imponían al desplazamiento, algo indispensable para el intercambio
comercial y la interacción social. Así, la vasta experiencia de navegación de
esta población se extendió tempranamente desde el Canal de Chacao hasta el
Estrecho de Magallanes.
Desde mediados del siglo XIX los chilotes fueron además el principal
contingente para el poblamiento de las nuevas ciudades que se fundaban:
Punta Arenas en 1848, Porvenir en 1894 y Puerto Natales en 1911. Todas ellas
crecieron enormemente con el auge de la explotación ganadera, favorecida a
su vez por el crecimiento de la industria textil británica, dando origen a un
movimiento migratorio que llegaría a conocerse como la “diáspora chilota”
(Urbina, 2010:12) (Cuadro 5). Esta estrecha relación se consolidó además con
la creación de la Región de Los Canales en 1950, que agrupaba a la actual
Provincia de Chiloé y las Regiones de Aysén y Magallanes en una única unidad
político-administrativa.
CUADRO 5
Población en las provincias de la Región de Los Canales, 1895-1952
Provincia 1895 1907 1920 1930 1940 1952
Chiloé 77.750 88.619 110.348 90.971 101.706 100.687
Aysén - - - 9.711 17.014 26.262
Magallanes 5.170 17.330 28.960 37.913 48.813 55.206
Total Los
Canales
82.920 105.949 139.308 138.595 167.533 182.155
Fuente: Mancilla y Rehbein, 2007
Como bien observan Mancilla y Rehbein (2007), la dinámica de
crecimiento constante de la población de Chiloé entre fines del siglo XIX y la
segunda década del siglo XX sufrió un quiebre hacia 1930, lo que coincide con
el aumento de población en las regiones patagónicas. Asimismo, a pesar de
existir una leve alza en 1940, la tendencia nos indica la persistencia de un
movimiento emigratorio.
Los primeros viajes temporales de esta población fueron protagonizados
por chilotes que partían estacionalmente a la caza de lobos marinos y la tala de
ciprés en las Guaitecas, o en busca de oro en las cercanías de Cucao. El resto
del tiempo lo dedicaban a la agricultura, que en su ausencia quedaba a cargo
de la mujer, los hijos más pequeños y los parientes que vivieran en las
cercanías:
- “Mi padre fue viajero, trabajó cazando lobos marinos en la lobería de
Chaiguaco… Salían en el mes de Diciembre para regresar a fines de
Enero... // También mi padre hacía otros viajes en busca de oro y de ahí
aprovechaban el mismo viaje para cazar los coipos… eso era de Abril
hasta Agosto, porque en esa época la piel estaba bien para trabajar y
curtir los cueros, antes hacían abrigos con eso y eso se vendía. // El
dinero que obtenían por la venta le alcanzaba para comprar las cosas de
comer en la casa para dos o tres meses, porque él venía a estar a la
casa un mes o dos meses… Yo me acuerdo de eso porque él nunca
dejó abandonada la agricultura”. (Sonia Filomena Vera Vera, Comuna de
Chonchi, en Montiel, 2010:27).
- “… primero comencé a trabajar de obrero, de hachero, cortaba ciprés en
las Guaitecas… Ya en Octubre más o menos se iba uno y la temporada
duraba cuatro o cinco meses a veces. //… yo hice dos temporadas y se
ganó un poquito nomás que alcanzaba para comprarse un par de
zapatos o cualquier cosa; poco pagaban esos ricos…”. (Benjamín Nauto,
Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:46-47).
La instalación de las primeras empresas de navegación marcó un hito
decisivo. En 1938 se creó FERRONAVE, la división marítima de la Empresa de
Ferrocarriles del Estado, que unió regularmente las ciudades de Puerto Montt y
Punta Arenas. Los chilotes entonces sólo debían cruzar el Canal de Chacao
para embarcarse hacia el sur. En la década de 1950 esta empresa – ahora bajo
el nombre de Empresa Marítima del Estado (EMPREMAR) – incorporó una
línea directa entre el puerto de Castro y Punta Arenas (Montiel, 2010:23).
A pesar de las repetidas crisis suscitadas por la baja en la demanda
internacional de carbón, lana y carne de cordero, o por coyunturales nevazones
que afectaban a la industria ganadera, la migración chilota hacia la Patagonia
se mantuvo relativamente estable entre mediados de los años 30 y fines de la
década del 70.
Estos viajes tomaban una de tres posibles modalidades: migraciones
temporales dependientes de las diversas ocupaciones (esquila y faena en
frigoríficos, principalmente); semipermanentes en uno o varios empleos durante
más de un ciclo anual; o permanentes, lo que implicaba la radicación definitiva
fuera de Chiloé. Estas mismas modalidades han sido identificadas en la
caracterización de los movimientos migratorios de campesinos mapuche hacia
las regiones argentinas de Neuquén y Río Negro (Gundermann, González y De
Ruyt, 2009).
El trayecto que seguían estos flujos tenía dos destinos diferentes: Puerto
Aysén o Punta Arenas. Quienes se dirigían a Puerto Aysén podían embarcarse
en Castro o en alguno de los puertos intermedios del archipiélago, y seguir el
rumbo hacia Coyhaique y las estancias cercanas, o llegar hasta Comodoro
Rivadavia o Caleta Olivia, en Argentina:
- “Se embarcaban en el puerto de Chonchi, habían unos barquitos chicos
no de la empresa marítima, sino de unos pequeños empresarios de
Chonchi que tenían unos barquitos y movilizaban gente a Puerto Aysén
que después seguía para Coyhaique y de ahí cruzaban a Balmaceda,
Coyhaique Alto y se trasladaban a territorio argentino a la zona de Santa
Cruz y a Comodoro Rivadavia que ya era provincia de Chubut. En todas
esas partes frecuentó el chilote ganándose la vida”. (Humberto Gómez
Bórquez, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:106).
Quienes se dirigían a Punta Arenas podían hacerlo embarcándose en
Puerto Montt o Castro. Desde Punta Arenas existían líneas de buses hacia
Puerto Natales, Río Turbio, Río Gallegos y San Julián. Asimismo, muchos
chilotes optaban por cruzar a Tierra del Fuego en lancha (desembarcando en la
llamada “Bahía Chilota”, cerca de Porvenir), y desde ahí se movilizaban hacia
Río Grande, Ushuaia y las estancias de la zona. Si bien ya en 1930 se había
abierto una ruta aérea entre Puerto Montt y Punta Arenas, y posteriormente
desde Punta Arenas a Río Grande, su uso no fue frecuente entre los viajeros
chilotes, excepto entre aquellos cuyos empleadores pagaban el pasaje.
FIGURA 2
Principales puertos de embarque en Chiloé y sus destinos en la Patagonia
Fuente: elaboración propia en base a Montiel (2010) e imagen disponible en
www.chiloeweb.com
La situación económica en Chiloé no era fácil a mediados del siglo XX.
Además de la nula inversión en obras públicas por parte del Estado, gran parte
del territorio estaba ocupado por bosques impenetrables. Por otra parte, la
mayoría de las propiedades agrícolas eran “chacras” de alrededor de 600 m2
(Mancilla y Rehbein, 2007:93). Si bien la subsistencia era posible a partir de
estas pequeñas unidades productivas, las constantes fluctuaciones en el precio
del trigo y la papa –los principales cultivos del Archipiélago–, las dificultades
para transportar estos productos fuera de Chiloé y el inclemente clima hacían
muchas veces preferible el empleo temporal en otras industrias. Por lo demás,
para muchos chilotes esta migración laboral era la única fuente de dinero pues
la economía chilota se basaba mayoritariamente en el trueque y en complejos
mecanismos de trabajo colaborativo.
Las fuentes de empleo dependían del lugar de destino. En primer lugar,
la industria ganadera ofrecía trabajo estacional en las grandes estancias
ubicadas en todo el territorio patagónico, tanto en Chile como en Argentina.
Asociados a éstas se instalaron numerosos frigoríficos, privilegiándose la
localización en puertos para la exportación de lana y carne. Los más
importantes estaban en Puerto Natales y el vecino Puerto Bories; en Puerto
Santa Cruz, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Los considerables puestos
de trabajo que ofrecía el frigorífico de Río Gallegos junto con otras industrias
menores, hicieron de esta ciudad un sitio de gran atractivo para los chilotes.
En segundo lugar, una de las industrias más importantes de la región fue
la del gas y el petróleo. Con centros en Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, y
una importante refinería en Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires), esta
industria atrajo principalmente a aquellos chilotes que desembarcaban en
Aysén, quienes tendieron a asentarse en los campamentos construidos por las
empresas petroleras.
Otras industrias relevantes en demanda de mano de obra no calificada
fueron la minería del carbón en Río Turbio, la metalúrgica y agrícola en Chubut,
y la minería de arcilla en San Julián. En algunas zonas de la costa atlántica
fueron también importantes las plantas procesadoras asociadas a la pesca
industrial.
Finalmente, en todos los centros urbanos que crecían con el desarrollo
de las industrias regionales se ofrecía empleo en construcción, y en los puertos
existían también posibilidades laborales en múltiples tareas. Otro tanto ocurría
en las zonas en que se construían obras públicas de gran envergadura: líneas
de ferrocarril, carreteras, gasoductos, etc. En estas ciudades no fueron pocos
los chilotes que ascendieron social y económicamente con la instalación de
bares y pequeños locales comerciales.
La radicación temprana de chilotes en Patagonia fue creando extensas
redes de conocidos y familiares a las que se apelaba toda vez que se decidía
emprender el viaje en busca de empleo o de aquel ideal de vida errante del que
tantas veces se oyó hablar en torno al fogón. Por otra parte, ser oriundo de
Chiloé constituía un argumento suficiente para ser recibido y ayudado por los
“paisanos” radicados en los más remotos lugares, fortaleciéndose en la lejanía
el sentimiento de arraigo.
El primer viaje ocurría generalmente a los 16 años, edad en la que ya se
había abandonado la educación escolar y era posible obtener un contrato de
trabajo formal en las estancias (Montiel, 2010). Ese viaje se emprendía
tradicionalmente en compañía del padre o algún tío o vecino, y en el caso de
emplearse en una estancia, las temporadas se hacían como parte de una
“comparsa” o “cuadrilla” (grupo de hombres que cubría las más diversas
ocupaciones necesarias en las estancias). Otra forma recurrente de comenzar
era cumpliendo el servicio militar en Aysén o Punta Arenas, donde solían
quedarse los jóvenes chilotes durante varios ciclos anuales.
El trabajo podía buscarse una vez arribado a la Patagonia, pero en
muchas ocasiones se accedía a él a través de contratistas o “enganchadores” a
los que se contactaba en Chiloé o en las principales ciudades australes del
país. Con el tiempo, esos mismos trabajadores chilotes podían transformarse
en reclutadores de mano de obra entre las islas del Archipiélago. En definitiva,
el lugar de destino dependía en gran medida de la localización de las redes con
que contaba el trabajador.
Las redes eran necesarias también cuando la demanda de boletos de
barco era muy alta. Estos “padrinos” aseguraban la posibilidad de viajar y eran
además importantes fuentes de información sobre ofertas de empleo en
lugares distantes. Las oficinas de venta de pasajes entregaban también
información sobre la situación laboral en los lugares de destino, y en ellos se
publicaban carteles de advertencia en los momentos de crisis y cesantía
(Mancilla y Rehbein, 2007:93-94). Lo mismo sucedía con radios y periódicos
locales, que siguen siendo fundamentales para el mercado laboral interno de la
Provincia.
Los flujos migratorios descritos generaron también fuertes
transformaciones en las comunidades de origen de los viajeros. En primer lugar,
éstos adquirían un estatus especial entre sus pares, que se manifestaba
mediante la compra de vestimenta y accesorios como relojes y cinturones:
- “… uno se dedicaba a vestirse, regresé pilchado con 3 trajes, se vestía
de pies a cabeza, buenos zapatos, camisa, corbata, pantalón, chaqueta
y buen reloj de pulsera”. (Segundo Cárcamo Andrade, Comuna de
Castro, en Montiel, 2010:100).
- “El che amigo se vestía con bombachas, unos pantalones grandotes que
habían antes y botas acordeonadas, pañuelo de cuello y boina. El
paisano nuestro se vestía con esa pinta para mandarse las partes aquí
en Chile, también era costumbre comprarse un traje y corbata para que
en Chile se cachiporree”. (Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao,
en Montiel, 2010:70).
Más relevante aún era la inversión del ahorro de años de trabajo en
mejoras para el hogar o la compra de terrenos y animales, lo que muchas
veces permitió el acceso a la educación de hijos y nietos, así como la
posibilidad de tener un predio en caso de no haber heredado.
El sistema de herencia en Chiloé aparece como un elemento
fundamental en las estrategias de los migrantes. Si bien esto no ha sido
abordado aún en nuestro estudio, hemos podido observar que los terrenos de
los padres se subdividen en chacras que se van entregando a los hijos en el
orden en que éstos se emparejan. En la actualidad, se tiende a dar preferencia
a las hijas en situación de convivencia pues siendo mujeres tienen mejores
posibilidades de recibir un subsidio estatal para construir su casa (posibilidades
que aumentan si se trata de una madre soltera). Por su parte, los jóvenes que
partían por primera vez a la Patagonia solían hacerlo siendo solteros, por lo
tanto, a su regreso no siempre contaban con un terreno propio.
Por su parte, los cortos viajes de retorno implicaban generalmente la
provisión de alimento y ropa para todos los miembros de la familia, lo que
actuaba también en favor del prestigio de los viajeros:
- “… yo cuidé mi plata. Una vez me fui a Puerto Montt a comprar 25
quintales de harina y como 2 bolsas de azúcar, hierba y todo, me fui al
fin para allá, para que le dé de comer a mis hijos, compraba en
cantidades, dos años lo hice así”. (Amadeo Pérez Pérez, Comuna de
Dalcahue, en Montiel, 2010:56).
- “Por esos viajes hice todo lo que tengo, mi casita, compré terreno,
eduqué mis hijos, tengo mi lanchita allá abajo tirada y así estoy feliz con
lo que trabajé…”. (Carlos Rogelio Muñoz Alvarado, Comuna de
Quinchao, en Montiel 2010:83).
- “Mi padre cuando vino trajo harta plata porque este campo en el que
estamos hoy estaba todo sucio y él lo hizo limpiar y en aquella época
hizo una casa también porque la casa no era así como ahora antes de
que él saliera”. (Tulio Orlando Mayorga Cárdenas, Comuna de Quinchao,
en Montiel, 2010:92).
Sin embargo, el viaje de jóvenes y adultos durante largas temporadas
operaba en desmedro de las labores agrícolas. Con ello se fue fortaleciendo el
rol de la mujer y los ancianos en los campos, al mismo tiempo que los
numerosos hijos se criaban ayudando a sus mayores antes de partir rumbo al
sur. Hoy en día siguen siendo en su mayoría mujeres quienes se encargan de
vender el excedente de su producción en las ferias locales.
Cabe destacar que el total de viajeros entrevistados se casó en Chiloé,
siendo la búsqueda de una esposa chilota un importante motivo para el regreso
temporal o definitivo al Archipiélago:
- “… entré directamente a YPF, estuve trabajando 8 años, buena pega y
buena paga… después yo me vine para acá, pedí la baja y me vine con
mi platita, vine acá, me busqué una mujer y hasta la fecha estoy acá…”.
(Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:68).
- “Hice 35 años de esquilador, en total más de 40 temporadas, cuando fui
cabro estuve como 8 años sin venir para acá y cuando ya conocí mi
mujer iba a esquilar nomás y me venía…”. (Carlos Rogelio Muñoz
Alvarado, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:82).
La década de 1980 marcó un cambio profundo en las vidas de los
chilotes. Por una parte, las fluctuaciones de la moneda argentina, la
depreciación de los productos ganaderos y la crisis de la empresa petrolera
YPF hicieron cada vez menos favorable el cambio y más escaso el trabajo. En
ello contribuyó también la radicación de muchos de los migrantes, lo que fue
paulatinamente estabilizando la oferta de mano de obra (sumado también a la
crisis de la industria azucarera en el noroeste argentino, que propició la
migración masiva de esa población hacia las provincias patagónicas).
Por el lado chileno, la exitosa instalación de la salmonicultura en 1982
dio el golpe decisivo. Miles de personas de todo el país se trasladaron a Chiloé
para emplearse en las diversas tareas de la industria. Así, mientras algunos
campesinos encontraron trabajo cerca de sus hogares en centros de cultivo –lo
que es compatible con las labores agrícola-ganaderas–, fueron muchos más
los que se proletarizaron empleándose en las plantas de proceso y producción
de alimentos para la industria, debiendo trasladarse a los centros urbanos.
Pero esta vez las mujeres no se quedaron en los campos para reemplazar el
trabajo masculino: ellas también fueron atraídas por las posibilidades de
independencia económica que ofrecía la industria y la urbanización. Muchos de
esos campos han sido vendidos a los recién llegados, convirtiéndolos en
residencias suburbanas.
Por último y a la par del declive del viaje como experiencia fundamental
en la vida de los jóvenes chilotes, la monetarización de la economía propiciada
por la transformación del campesinado en mano de obra asalariada urbana ha
afectado también los tradicionales mecanismos de trabajo solidario en el
campo. Éstas y otras manifestaciones culturales han pasado a ser en la
actualidad parte de una historia cada vez más lejana en el tiempo.
Conclusiones preliminares
El desarrollo de las economías regionales juega un papel central para la
comprensión de las dinámicas migratorias en el extremo sur del continente. Sin
embargo, a partir del trabajo realizado hasta la fecha podemos sostener que no
se trata sólo de un fenómeno económico.
Desde la perspectiva de su motivación, las migraciones chilotas a la
Patagonia se explican en parte por la búsqueda de mejores oportunidades de
empleo que las existentes en Chiloé. Pero más que un mejor salario en
términos comparativos, se trataría de una oportunidad de obtener dinero en
oposición al intercambio no monetario prevaleciente en el Archipiélago a
mediados del siglo XX.
Por otra parte, el viaje por mar y el enfrentamiento del chilote con la
naturaleza patagónica forman parte también de un imaginario complejo en que
se mezclan la mitología, el paso a la adultez, el prestigio y el ideal errante del
viajero. Este imaginario desempeña un rol fundamental en las decisiones que
motivan el viaje de los chilotes (demás está decir que este imaginario es
exclusivamente masculino).
En lo que respecta a la elección del destino de las migraciones, puede
afirmarse que las distancias entre puntos de origen y destino son un factor
menor comparado con la existencia de redes familiares y la solidaridad entre
chilotes. Éstas operan tanto en la elección de los puntos de destino como en
las estrategias adoptadas para la inserción laboral. Asimismo, ser oriundo de
Chiloé constituye una cualidad central en la identidad de los viajeros y es
probable que lo siga siendo entre quienes se radicaron fuera de la Provincia.
En este sentido, surgen algunas interrogantes que exceden los alcances
del trabajo hasta ahora realizado. En primer lugar, existe un sesgo en la
muestra del estudio toda vez que los entrevistados son trabajadores que
retornaron a Chiloé. Por lo mismo, cabe preguntarse sobre las estrategias de
inserción social de los migrantes permanentes y el papel de las redes sociales
y la identificación como chilotes o chilenos en dicho proceso. En relación a lo
anterior, nos preguntamos por las posibilidades de una identidad asociada a
una pertenencia binacional, particularmente en lo referido a las generaciones
descendientes de chilotes nacidos en Argentina. Teniendo en consideración las
disputas limítrofes que han caracterizado a la región por una parte, y dado el
fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia de los chilotes, por la otra, ¿es
posible que estas migraciones constituyan un caso excepcional de
identificación fuera de las fronteras nacionales, donde el referente no sea la
nación sino el particular territorio del Archipiélago de Chiloé?
Bibliografía
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Migraciones laborales Chiloé-Patagonia Austral (Gobantes et.al)

  • 1. Migraciones laborales entre la Isla de Chiloé (Chile) y Patagonia Austral: relaciones históricas y cambios recientes en un espacio transnacional Catalina Gobantes (Universidad de Chile) Jonathan Barton (Universidad Católica de Chile) Álvaro Román (Universidad Católica de Chile) Alejandro Salazar (Universidad Católica de Chile) Esta ponencia se enmarca en el proyecto FONDECYT Regular 2010 No.1100519, “Planificando una monocultura: actores y transformaciones territoriales en Chiloé frente al desarrollo de la salmonicultura, 1982-2008” (Chile), y cuenta con el apoyo adicional del proyecto del Norwegian Research Council, “Negotiating New Political Spaces” (Noruega). Introducción Desde fines del siglo XIX hasta la década de 1980, más del 50% de la población nacida en la Provincia de Chiloé se empleó temporal o definitivamente en industrias regionales intensivas en mano de obra no calificada, localizadas en la Patagonia Austral chilena y argentina. Este territorio corresponde a las Regiones de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo y de Magallanes y la Antártica Chilena, en Chile, y a las Provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en Argentina. La emigración desde Chiloé se ha visto recientemente disminuida en parte por el declive de algunas de estas industrias, pero principalmente por el fuerte desarrollo de la salmonicultura en la Provincia desde 1982. Ello ha generado importantes migraciones de retorno y ha incidido tanto en la disminución de la tradicional emigración chilota como en una fuerte migración campo-ciudad al interior del Archipiélago. Esta ponencia aborda los flujos migratorios de población desde el Archipiélago de Chiloé hacia la Patagonia Austral a partir de la tercera década del siglo XX. Desde un enfoque regional, nos centramos en los esquemas
  • 2. migratorios y en la relevancia de la migración laboral hacia Patagonia como rito de pasaje de los jóvenes chilotes. En este sentido, nuestro estudio se concentra tanto en las trayectorias de los migrantes hacia sus lugares de destino, como en las implicancias de los movimientos migratorios para sus comunidades de origen. Los resultados que se presentan provienen de una investigación aún en curso, y los datos se basan en dos fuentes principales: un estudio etnográfico llevado a cabo durante el año 2010 en Chiloé, y el análisis de una serie de más de 80 relatos de vida de chilotes en Patagonia, publicados por el historiador Felipe Montiel (2006 y 2010). De manera complementaria, se analizan fuentes secundarias y microdatos censales referidos a migración interna en Chile. Migrantes chilenos en la Patagonia Argentina Al igual que las demás migraciones limítrofes, la migración chilena en Argentina se relaciona estrechamente con el desarrollo de las economías regionales de exportación. Sin embargo, a diferencia de lo descrito para otros inmigrantes, la chilena no ha seguido los patrones de asentamiento de las migraciones internas –que han tendido a dirigirse al Área Metropolitana de Buenos Aires–, sino que se ha concentrado y mantenido en las provincias patagónicas, donde reside más del 50% de los chilenos en Argentina (Benencia, 2009) (Cuadro 1). En este contexto, los mayores flujos migratorios de chilenos a la Patagonia Argentina corresponden al período de implementación de la política de sustitución de importaciones (1930-1970) y hasta mediados de los años 90, con un corto período de retracción durante el conflicto por el Canal Beagle en 1978.
  • 3. CUADRO 1 Distribución de los inmigrantes chilenos en Argentina, 1991 Región Geográfica Distribución inmigrantes chilenos por regiones Área Metropolitana 18,4 Resto de Bs.As. 11,4 Centro 2,9 Cuyo 12,2 Noreste 0,2 Noroeste 1,0 Patagonia 53,9 Total país 100,0 Fuente: Benencia, 2009 En la región patagónica se distinguen dos grandes polos de atracción para los migrantes que buscan mejores oportunidades de empleo. Por un lado, las Provincias de Neuquén y Río Negro (Patagonia Norte), que se caracterizan principalmente por ofrecer empleo en la fruticultura de exportación; y por la otra, las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego (Patagonia Austral), donde se ha concentrado la demanda de mano de obra asociada a la ganadería ovina, la minería del carbón y la explotación de hidrocarburos. En 1997, la Patagonia Norte concentraba el 29,16% de los inmigrantes chilenos en Argentina y Patagonia Austral el 22,7% (Cuadro 2). Debe tenerse en consideración que los datos censales sólo registran aquella población legalmente asentada, quedando fuera la radicación no documentada (ingresados en su mayoría como turistas) y la que no permanece en el país (“golondrina”).
  • 4. CUADRO 2 Localización de la población chilena según número de residentes, en provincias y grandes centros poblados de la Patagonia Argentina, 1997 Centros poblados y provincias de destino en Patagonia Argentina Número de residentes chilenos % Total país 244.087 100,00 Neuquén (Neuquén) 29.981 12,28 Bariloche (Río Negro) 41.206 16,88 Total Patagonia Norte 71.187 29,16 C.Rivadavia, Trelew y Esquel (Chubut) 24.004 9,83 Río Gallegos (Santa Cruz) 22.450 9,19 Río Grande y Ushuaia (Tierra del Fuego) 8.986 3,68 Total Patagonia Austral 55.440 22,70 Total Patagonia Argentina 126.627 51,86 Fuente: adaptado de Benencia, 2009 Si bien la inmigración a la Patagonia Norte se encuentra bastante documentada (Benencia, 2000; Cerutti y Petruccelli, 2001; Sassone, Sánchez y Matossian, 2007; Ciarallo, et.al., 2008; Gundermann, González y De Ruyt, 2009; Matossian, 2010, entre otros), la Patagonia Austral no ha despertado el mismo interés, con la excepción del estudio de Mármora (1968) sobre los migrantes chilenos en Comodoro Rivadavia. Asimismo, la mayoría de los trabajos citados se ha enfocado exclusivamente en los mecanismos de integración o marginalidad de los inmigrantes en sus lugares de destino, no abordándose la situación en los lugares de origen. A pesar de esta desigualdad de información disponible, podemos deducir que los migrantes en cada zona provienen de regiones diferentes, lo que se observa a partir de la localización de los pasos fronterizos (Figura 1).
  • 5. FIGURA 1 Pasos fronterizos y principales ciudades de la Patagonia Fuente: elaboración propia De acuerdo con su localización, mientras la migración hacia las provincias de Neuquén y Río Negro se originaría principalmente en la Región de la Araucanía (Temuco), Los Ríos (Valdivia) y Los Lagos (Osorno y Puerto Montt) –lo que es confirmado por la bibliografía–, los flujos que se dirigen a la Patagonia Austral provendrían de las regiones fronterizas de Aysén (Aysén y Coyhaique) y Magallanes (Puerto Natales y Punta Arenas). Pero las regiones patagónicas de Chile (Aysén y Magallanes) han sido ellas mismas un foco de atracción de migraciones internas. Por ejemplo, si revisamos el lugar de nacimiento de la población que residía en esta zona en 1982, se observa que cerca del 45% había nacido en una región chilena diferente (Cuadro 3). Pasos fronterizos
  • 6. CUADRO 3 Población residente e inmigrante interna en la Patagonia Chilena, 1982 Región Población residente No migrantes Inmigrantes Tasa de inmigración De Aysén 65.561 42.384 23.177 35,35 De Magallanes 129.141 64.807 64.334 49,82 Total Patagonia Chilena 194.702 107.191 87.511 44,95 Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/ De acuerdo con los datos censales de migración entre Divisiones Administrativas Menores –correspondientes a las Comunas–, esta inmigración proviene de los más diversos lugares del territorio nacional. Sin embargo, se observa una alta presencia de población originaria de las comunas de la Provincia de Chiloé (Región de Los Lagos). Ésta se concentra especialmente en la ciudad de Punta Arenas, seguida de las ciudades de Puerto Natales, Coyhaique, Aysén y Porvenir (Cuadro 4). CUADRO 4 Población chilota residente en comunas de Patagonia Chilena, 1982 Región de Aysén Región de Magallanes y Antártica Chilena Comuna de Residencia Habitual N° Residentes nacidos en Chiloé Comuna de Residencia Habitual N° Residentes nacidos en Chiloé Coyhaique 3.259 Natales 3.632 Lago Verde 21 Torres Del Paine 109 Aysén 1.839 Punta Arenas 15.084 Cisnes 233 Rio Verde 169 Guaitecas 313 Laguna Blanca 161 Chile Chico 212 San Gregorio 402 Río Ibáñez 191 Porvenir 1.126 Cochrane 78 Primavera 324 O’Higgins 15 Timaukel 143 Tortel 10 Navarino 81 Antártica 0 Total chilotes 6.171 Total chilotes 21.231 % del total de inmigrantes 26,6 % del total de inmigrantes 33,0 Fuente: www.cepal.org/migracion/migracion_interna/
  • 7. Considerando la importancia que ha tenido la población chilota en la composición demográfica de las regiones patagónicas chilenas, es probable que sea también relevante entre la población que ha migrado desde éstas a la Patagonia Austral Argentina. Esta hipótesis se ve fortalecida por la existencia de numerosas organizaciones chilotas en el territorio patagónico, entre las que destaca el “Centro Hijos de Chiloé” de Punta Arenas. Por otra parte, las asociaciones de chilenos en Patagonia Argentina cuentan también con una mayoría proveniente de Chiloé. Entre éstas destacan: a) “Centro Chileno”, con sede en Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia. b) “Asociación 18 de Septiembre” de Río Gallegos. c) “Centro de Residentes Chileno-Argentinos” de El Calafate. d) “Centro de Residentes Chilenos” de Comodoro Rivadavia. Además se han registrado otras asociaciones de residentes chilenos en San Julián, Puerto Santa Cruz y Río Turbio. Con el objetivo de profundizar en las trayectorias migratorias de la población chilota en Patagonia, a continuación de presentan los resultados preliminares de una serie de entrevistas enfocadas en la experiencia de esos viajeros. Trayectorias migratorias de chilotes en la Patagonia Austral Cuando se llega por primera vez al Archipiélago de Chiloé, llama la atención el dinamismo de sus principales centros urbanos y la numerosa población proveniente de los más distantes lugares del país. Estas cualidades se relacionan directamente con el vertiginoso crecimiento de la industria del salmón en las últimas décadas, y aun cuando ésta sufrió una enorme crisis en el 2007 –cuyos efectos aún se perciben–, la Provincia sigue siendo el principal polo de desarrollo de la salmonicultura en Chile. Ese dinamismo y mixtura de orígenes contrastan a simple vista con la sencillez y relativo aislamiento de cientos de pequeñas localidades donde sus habitantes viven de la ganadería de pequeña escala y la agricultura de
  • 8. autoabastecimiento, muchas veces complementadas con actividades de pesca y marisqueo artesanales. Sin embargo, ese aislamiento es sólo aparente. Mucho antes de la construcción de carreteras y la pavimentación de caminos para favorecer el transporte de salmones, los chilotes ya elaboraban avanzadas embarcaciones y lograban combatir así las dificultades que los bosques imponían al desplazamiento, algo indispensable para el intercambio comercial y la interacción social. Así, la vasta experiencia de navegación de esta población se extendió tempranamente desde el Canal de Chacao hasta el Estrecho de Magallanes. Desde mediados del siglo XIX los chilotes fueron además el principal contingente para el poblamiento de las nuevas ciudades que se fundaban: Punta Arenas en 1848, Porvenir en 1894 y Puerto Natales en 1911. Todas ellas crecieron enormemente con el auge de la explotación ganadera, favorecida a su vez por el crecimiento de la industria textil británica, dando origen a un movimiento migratorio que llegaría a conocerse como la “diáspora chilota” (Urbina, 2010:12) (Cuadro 5). Esta estrecha relación se consolidó además con la creación de la Región de Los Canales en 1950, que agrupaba a la actual Provincia de Chiloé y las Regiones de Aysén y Magallanes en una única unidad político-administrativa. CUADRO 5 Población en las provincias de la Región de Los Canales, 1895-1952 Provincia 1895 1907 1920 1930 1940 1952 Chiloé 77.750 88.619 110.348 90.971 101.706 100.687 Aysén - - - 9.711 17.014 26.262 Magallanes 5.170 17.330 28.960 37.913 48.813 55.206 Total Los Canales 82.920 105.949 139.308 138.595 167.533 182.155 Fuente: Mancilla y Rehbein, 2007 Como bien observan Mancilla y Rehbein (2007), la dinámica de crecimiento constante de la población de Chiloé entre fines del siglo XIX y la segunda década del siglo XX sufrió un quiebre hacia 1930, lo que coincide con el aumento de población en las regiones patagónicas. Asimismo, a pesar de
  • 9. existir una leve alza en 1940, la tendencia nos indica la persistencia de un movimiento emigratorio. Los primeros viajes temporales de esta población fueron protagonizados por chilotes que partían estacionalmente a la caza de lobos marinos y la tala de ciprés en las Guaitecas, o en busca de oro en las cercanías de Cucao. El resto del tiempo lo dedicaban a la agricultura, que en su ausencia quedaba a cargo de la mujer, los hijos más pequeños y los parientes que vivieran en las cercanías: - “Mi padre fue viajero, trabajó cazando lobos marinos en la lobería de Chaiguaco… Salían en el mes de Diciembre para regresar a fines de Enero... // También mi padre hacía otros viajes en busca de oro y de ahí aprovechaban el mismo viaje para cazar los coipos… eso era de Abril hasta Agosto, porque en esa época la piel estaba bien para trabajar y curtir los cueros, antes hacían abrigos con eso y eso se vendía. // El dinero que obtenían por la venta le alcanzaba para comprar las cosas de comer en la casa para dos o tres meses, porque él venía a estar a la casa un mes o dos meses… Yo me acuerdo de eso porque él nunca dejó abandonada la agricultura”. (Sonia Filomena Vera Vera, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:27). - “… primero comencé a trabajar de obrero, de hachero, cortaba ciprés en las Guaitecas… Ya en Octubre más o menos se iba uno y la temporada duraba cuatro o cinco meses a veces. //… yo hice dos temporadas y se ganó un poquito nomás que alcanzaba para comprarse un par de zapatos o cualquier cosa; poco pagaban esos ricos…”. (Benjamín Nauto, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:46-47). La instalación de las primeras empresas de navegación marcó un hito decisivo. En 1938 se creó FERRONAVE, la división marítima de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, que unió regularmente las ciudades de Puerto Montt y Punta Arenas. Los chilotes entonces sólo debían cruzar el Canal de Chacao para embarcarse hacia el sur. En la década de 1950 esta empresa – ahora bajo
  • 10. el nombre de Empresa Marítima del Estado (EMPREMAR) – incorporó una línea directa entre el puerto de Castro y Punta Arenas (Montiel, 2010:23). A pesar de las repetidas crisis suscitadas por la baja en la demanda internacional de carbón, lana y carne de cordero, o por coyunturales nevazones que afectaban a la industria ganadera, la migración chilota hacia la Patagonia se mantuvo relativamente estable entre mediados de los años 30 y fines de la década del 70. Estos viajes tomaban una de tres posibles modalidades: migraciones temporales dependientes de las diversas ocupaciones (esquila y faena en frigoríficos, principalmente); semipermanentes en uno o varios empleos durante más de un ciclo anual; o permanentes, lo que implicaba la radicación definitiva fuera de Chiloé. Estas mismas modalidades han sido identificadas en la caracterización de los movimientos migratorios de campesinos mapuche hacia las regiones argentinas de Neuquén y Río Negro (Gundermann, González y De Ruyt, 2009). El trayecto que seguían estos flujos tenía dos destinos diferentes: Puerto Aysén o Punta Arenas. Quienes se dirigían a Puerto Aysén podían embarcarse en Castro o en alguno de los puertos intermedios del archipiélago, y seguir el rumbo hacia Coyhaique y las estancias cercanas, o llegar hasta Comodoro Rivadavia o Caleta Olivia, en Argentina: - “Se embarcaban en el puerto de Chonchi, habían unos barquitos chicos no de la empresa marítima, sino de unos pequeños empresarios de Chonchi que tenían unos barquitos y movilizaban gente a Puerto Aysén que después seguía para Coyhaique y de ahí cruzaban a Balmaceda, Coyhaique Alto y se trasladaban a territorio argentino a la zona de Santa Cruz y a Comodoro Rivadavia que ya era provincia de Chubut. En todas esas partes frecuentó el chilote ganándose la vida”. (Humberto Gómez Bórquez, Comuna de Chonchi, en Montiel, 2010:106). Quienes se dirigían a Punta Arenas podían hacerlo embarcándose en Puerto Montt o Castro. Desde Punta Arenas existían líneas de buses hacia Puerto Natales, Río Turbio, Río Gallegos y San Julián. Asimismo, muchos chilotes optaban por cruzar a Tierra del Fuego en lancha (desembarcando en la
  • 11. llamada “Bahía Chilota”, cerca de Porvenir), y desde ahí se movilizaban hacia Río Grande, Ushuaia y las estancias de la zona. Si bien ya en 1930 se había abierto una ruta aérea entre Puerto Montt y Punta Arenas, y posteriormente desde Punta Arenas a Río Grande, su uso no fue frecuente entre los viajeros chilotes, excepto entre aquellos cuyos empleadores pagaban el pasaje. FIGURA 2 Principales puertos de embarque en Chiloé y sus destinos en la Patagonia Fuente: elaboración propia en base a Montiel (2010) e imagen disponible en www.chiloeweb.com La situación económica en Chiloé no era fácil a mediados del siglo XX. Además de la nula inversión en obras públicas por parte del Estado, gran parte del territorio estaba ocupado por bosques impenetrables. Por otra parte, la mayoría de las propiedades agrícolas eran “chacras” de alrededor de 600 m2 (Mancilla y Rehbein, 2007:93). Si bien la subsistencia era posible a partir de
  • 12. estas pequeñas unidades productivas, las constantes fluctuaciones en el precio del trigo y la papa –los principales cultivos del Archipiélago–, las dificultades para transportar estos productos fuera de Chiloé y el inclemente clima hacían muchas veces preferible el empleo temporal en otras industrias. Por lo demás, para muchos chilotes esta migración laboral era la única fuente de dinero pues la economía chilota se basaba mayoritariamente en el trueque y en complejos mecanismos de trabajo colaborativo. Las fuentes de empleo dependían del lugar de destino. En primer lugar, la industria ganadera ofrecía trabajo estacional en las grandes estancias ubicadas en todo el territorio patagónico, tanto en Chile como en Argentina. Asociados a éstas se instalaron numerosos frigoríficos, privilegiándose la localización en puertos para la exportación de lana y carne. Los más importantes estaban en Puerto Natales y el vecino Puerto Bories; en Puerto Santa Cruz, San Julián, Río Gallegos y Río Grande. Los considerables puestos de trabajo que ofrecía el frigorífico de Río Gallegos junto con otras industrias menores, hicieron de esta ciudad un sitio de gran atractivo para los chilotes. En segundo lugar, una de las industrias más importantes de la región fue la del gas y el petróleo. Con centros en Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, y una importante refinería en Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires), esta industria atrajo principalmente a aquellos chilotes que desembarcaban en Aysén, quienes tendieron a asentarse en los campamentos construidos por las empresas petroleras. Otras industrias relevantes en demanda de mano de obra no calificada fueron la minería del carbón en Río Turbio, la metalúrgica y agrícola en Chubut, y la minería de arcilla en San Julián. En algunas zonas de la costa atlántica fueron también importantes las plantas procesadoras asociadas a la pesca industrial. Finalmente, en todos los centros urbanos que crecían con el desarrollo de las industrias regionales se ofrecía empleo en construcción, y en los puertos existían también posibilidades laborales en múltiples tareas. Otro tanto ocurría en las zonas en que se construían obras públicas de gran envergadura: líneas de ferrocarril, carreteras, gasoductos, etc. En estas ciudades no fueron pocos los chilotes que ascendieron social y económicamente con la instalación de bares y pequeños locales comerciales.
  • 13. La radicación temprana de chilotes en Patagonia fue creando extensas redes de conocidos y familiares a las que se apelaba toda vez que se decidía emprender el viaje en busca de empleo o de aquel ideal de vida errante del que tantas veces se oyó hablar en torno al fogón. Por otra parte, ser oriundo de Chiloé constituía un argumento suficiente para ser recibido y ayudado por los “paisanos” radicados en los más remotos lugares, fortaleciéndose en la lejanía el sentimiento de arraigo. El primer viaje ocurría generalmente a los 16 años, edad en la que ya se había abandonado la educación escolar y era posible obtener un contrato de trabajo formal en las estancias (Montiel, 2010). Ese viaje se emprendía tradicionalmente en compañía del padre o algún tío o vecino, y en el caso de emplearse en una estancia, las temporadas se hacían como parte de una “comparsa” o “cuadrilla” (grupo de hombres que cubría las más diversas ocupaciones necesarias en las estancias). Otra forma recurrente de comenzar era cumpliendo el servicio militar en Aysén o Punta Arenas, donde solían quedarse los jóvenes chilotes durante varios ciclos anuales. El trabajo podía buscarse una vez arribado a la Patagonia, pero en muchas ocasiones se accedía a él a través de contratistas o “enganchadores” a los que se contactaba en Chiloé o en las principales ciudades australes del país. Con el tiempo, esos mismos trabajadores chilotes podían transformarse en reclutadores de mano de obra entre las islas del Archipiélago. En definitiva, el lugar de destino dependía en gran medida de la localización de las redes con que contaba el trabajador. Las redes eran necesarias también cuando la demanda de boletos de barco era muy alta. Estos “padrinos” aseguraban la posibilidad de viajar y eran además importantes fuentes de información sobre ofertas de empleo en lugares distantes. Las oficinas de venta de pasajes entregaban también información sobre la situación laboral en los lugares de destino, y en ellos se publicaban carteles de advertencia en los momentos de crisis y cesantía (Mancilla y Rehbein, 2007:93-94). Lo mismo sucedía con radios y periódicos locales, que siguen siendo fundamentales para el mercado laboral interno de la Provincia. Los flujos migratorios descritos generaron también fuertes transformaciones en las comunidades de origen de los viajeros. En primer lugar,
  • 14. éstos adquirían un estatus especial entre sus pares, que se manifestaba mediante la compra de vestimenta y accesorios como relojes y cinturones: - “… uno se dedicaba a vestirse, regresé pilchado con 3 trajes, se vestía de pies a cabeza, buenos zapatos, camisa, corbata, pantalón, chaqueta y buen reloj de pulsera”. (Segundo Cárcamo Andrade, Comuna de Castro, en Montiel, 2010:100). - “El che amigo se vestía con bombachas, unos pantalones grandotes que habían antes y botas acordeonadas, pañuelo de cuello y boina. El paisano nuestro se vestía con esa pinta para mandarse las partes aquí en Chile, también era costumbre comprarse un traje y corbata para que en Chile se cachiporree”. (Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:70). Más relevante aún era la inversión del ahorro de años de trabajo en mejoras para el hogar o la compra de terrenos y animales, lo que muchas veces permitió el acceso a la educación de hijos y nietos, así como la posibilidad de tener un predio en caso de no haber heredado. El sistema de herencia en Chiloé aparece como un elemento fundamental en las estrategias de los migrantes. Si bien esto no ha sido abordado aún en nuestro estudio, hemos podido observar que los terrenos de los padres se subdividen en chacras que se van entregando a los hijos en el orden en que éstos se emparejan. En la actualidad, se tiende a dar preferencia a las hijas en situación de convivencia pues siendo mujeres tienen mejores posibilidades de recibir un subsidio estatal para construir su casa (posibilidades que aumentan si se trata de una madre soltera). Por su parte, los jóvenes que partían por primera vez a la Patagonia solían hacerlo siendo solteros, por lo tanto, a su regreso no siempre contaban con un terreno propio. Por su parte, los cortos viajes de retorno implicaban generalmente la provisión de alimento y ropa para todos los miembros de la familia, lo que actuaba también en favor del prestigio de los viajeros:
  • 15. - “… yo cuidé mi plata. Una vez me fui a Puerto Montt a comprar 25 quintales de harina y como 2 bolsas de azúcar, hierba y todo, me fui al fin para allá, para que le dé de comer a mis hijos, compraba en cantidades, dos años lo hice así”. (Amadeo Pérez Pérez, Comuna de Dalcahue, en Montiel, 2010:56). - “Por esos viajes hice todo lo que tengo, mi casita, compré terreno, eduqué mis hijos, tengo mi lanchita allá abajo tirada y así estoy feliz con lo que trabajé…”. (Carlos Rogelio Muñoz Alvarado, Comuna de Quinchao, en Montiel 2010:83). - “Mi padre cuando vino trajo harta plata porque este campo en el que estamos hoy estaba todo sucio y él lo hizo limpiar y en aquella época hizo una casa también porque la casa no era así como ahora antes de que él saliera”. (Tulio Orlando Mayorga Cárdenas, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:92). Sin embargo, el viaje de jóvenes y adultos durante largas temporadas operaba en desmedro de las labores agrícolas. Con ello se fue fortaleciendo el rol de la mujer y los ancianos en los campos, al mismo tiempo que los numerosos hijos se criaban ayudando a sus mayores antes de partir rumbo al sur. Hoy en día siguen siendo en su mayoría mujeres quienes se encargan de vender el excedente de su producción en las ferias locales. Cabe destacar que el total de viajeros entrevistados se casó en Chiloé, siendo la búsqueda de una esposa chilota un importante motivo para el regreso temporal o definitivo al Archipiélago: - “… entré directamente a YPF, estuve trabajando 8 años, buena pega y buena paga… después yo me vine para acá, pedí la baja y me vine con mi platita, vine acá, me busqué una mujer y hasta la fecha estoy acá…”. (Roberto Mancilla Soto, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:68). - “Hice 35 años de esquilador, en total más de 40 temporadas, cuando fui cabro estuve como 8 años sin venir para acá y cuando ya conocí mi
  • 16. mujer iba a esquilar nomás y me venía…”. (Carlos Rogelio Muñoz Alvarado, Comuna de Quinchao, en Montiel, 2010:82). La década de 1980 marcó un cambio profundo en las vidas de los chilotes. Por una parte, las fluctuaciones de la moneda argentina, la depreciación de los productos ganaderos y la crisis de la empresa petrolera YPF hicieron cada vez menos favorable el cambio y más escaso el trabajo. En ello contribuyó también la radicación de muchos de los migrantes, lo que fue paulatinamente estabilizando la oferta de mano de obra (sumado también a la crisis de la industria azucarera en el noroeste argentino, que propició la migración masiva de esa población hacia las provincias patagónicas). Por el lado chileno, la exitosa instalación de la salmonicultura en 1982 dio el golpe decisivo. Miles de personas de todo el país se trasladaron a Chiloé para emplearse en las diversas tareas de la industria. Así, mientras algunos campesinos encontraron trabajo cerca de sus hogares en centros de cultivo –lo que es compatible con las labores agrícola-ganaderas–, fueron muchos más los que se proletarizaron empleándose en las plantas de proceso y producción de alimentos para la industria, debiendo trasladarse a los centros urbanos. Pero esta vez las mujeres no se quedaron en los campos para reemplazar el trabajo masculino: ellas también fueron atraídas por las posibilidades de independencia económica que ofrecía la industria y la urbanización. Muchos de esos campos han sido vendidos a los recién llegados, convirtiéndolos en residencias suburbanas. Por último y a la par del declive del viaje como experiencia fundamental en la vida de los jóvenes chilotes, la monetarización de la economía propiciada por la transformación del campesinado en mano de obra asalariada urbana ha afectado también los tradicionales mecanismos de trabajo solidario en el campo. Éstas y otras manifestaciones culturales han pasado a ser en la actualidad parte de una historia cada vez más lejana en el tiempo.
  • 17. Conclusiones preliminares El desarrollo de las economías regionales juega un papel central para la comprensión de las dinámicas migratorias en el extremo sur del continente. Sin embargo, a partir del trabajo realizado hasta la fecha podemos sostener que no se trata sólo de un fenómeno económico. Desde la perspectiva de su motivación, las migraciones chilotas a la Patagonia se explican en parte por la búsqueda de mejores oportunidades de empleo que las existentes en Chiloé. Pero más que un mejor salario en términos comparativos, se trataría de una oportunidad de obtener dinero en oposición al intercambio no monetario prevaleciente en el Archipiélago a mediados del siglo XX. Por otra parte, el viaje por mar y el enfrentamiento del chilote con la naturaleza patagónica forman parte también de un imaginario complejo en que se mezclan la mitología, el paso a la adultez, el prestigio y el ideal errante del viajero. Este imaginario desempeña un rol fundamental en las decisiones que motivan el viaje de los chilotes (demás está decir que este imaginario es exclusivamente masculino). En lo que respecta a la elección del destino de las migraciones, puede afirmarse que las distancias entre puntos de origen y destino son un factor menor comparado con la existencia de redes familiares y la solidaridad entre chilotes. Éstas operan tanto en la elección de los puntos de destino como en las estrategias adoptadas para la inserción laboral. Asimismo, ser oriundo de Chiloé constituye una cualidad central en la identidad de los viajeros y es probable que lo siga siendo entre quienes se radicaron fuera de la Provincia. En este sentido, surgen algunas interrogantes que exceden los alcances del trabajo hasta ahora realizado. En primer lugar, existe un sesgo en la muestra del estudio toda vez que los entrevistados son trabajadores que retornaron a Chiloé. Por lo mismo, cabe preguntarse sobre las estrategias de inserción social de los migrantes permanentes y el papel de las redes sociales y la identificación como chilotes o chilenos en dicho proceso. En relación a lo anterior, nos preguntamos por las posibilidades de una identidad asociada a una pertenencia binacional, particularmente en lo referido a las generaciones descendientes de chilotes nacidos en Argentina. Teniendo en consideración las
  • 18. disputas limítrofes que han caracterizado a la región por una parte, y dado el fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia de los chilotes, por la otra, ¿es posible que estas migraciones constituyan un caso excepcional de identificación fuera de las fronteras nacionales, donde el referente no sea la nación sino el particular territorio del Archipiélago de Chiloé?
  • 19. Bibliografía BENENCIA, Roberto, (2000), “Colectividades de extranjeros en Neuquén: génesis y trayectorias de sus organizaciones”. En Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 15 (45): 299-336. ______ (2009), “La inmigración limítrofe”. En Devoto, F., Historia de la inmigración en la Argentina (Apéndice de la 3ª edición, pp.433-484). Buenos Aires, Argentina: Sudamericana. CELADE - División de Población, (s/f), Migración Interna en América Latina y el Caribe (MIALC). Base de Datos disponible en www.cepal.org, www.cepal.org/migracion/migracion_interna/ [último acceso: 15/03/2011]. CERUTTI, Ángel y PETRUCCELLI, Ariel (2001), “Chilenos en Neuquén 1883- 1930”. En Scripta Ethnológica [En línea], no. 23: 77-87. URL: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/148/14802302.pdf CIARALLO, Ana; RADONICH, Martha; TRPIN, Verónica y GROSSO, Javier, (2008), “Migración y trabajo en la construcción de territorios en la fruticultura del Alto Valle de Río Negro”. Trabajo presentado en 3as Jornadas de Historia de la Patagonia [En línea], San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008. URL: http://www.hechohistorico.com.ar/Trabajos/Jornadas%20de%20Bariloch e%20-%202008/Ciarallo%20et%20al.pdf GUNDERMANN, Hans; GONZÁLEZ, Héctor y DE RUYT, Larisa, (2009), “Migración y movilidad mapuche a la Patagonia Argentina”. En Magallania [En línea], vol. 37 (1): 21-35. URL: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/506/50614618003.pdf MANCILLA, Claudia y REHBEIN, Rodrigo, (2007), De viajes y retornos: Una aproximación al estudio del imaginario de la vida errante en el Chiloé de
  • 20. la primera mitad del siglo XX [En línea]. Tesis (Antropología) Universidad Austral de Chile, no publicada. URL: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2007/ffm269d/doc/ffm269d.pdf MÁRMORA, Lelio, (1968), Migración al sur (argentinos y chilenos en Comodoro Rivadavia). Buenos Aires: Libera. MATOSSIAN, Brenda, (2010), “Expansión urbana y migración. El caso de los migrantes chilenos en San Carlos de Bariloche como actores destacados en la conformación de barrios populares”. En Scripta Nova, vol. 14, no. 331(76). Disponible en www.ub.edu, http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn- 331/sn-331-76.htm [último acceso: 12/03/2011]. MONTIEL, Felipe, (2006), Los últimos constructores de artilugios de madera en Chiloé. De la carpintería de ribera a los artilugios de la muerte. Temuco, Chile: Imprenta Austral. ______ (2010), Chiloé. Historias de viajeros. Castro: Fondo de Cultura de la I. Municipalidad de Castro. SASSONE, Susana; SÁNCHEZ, Darío y MATOSSIAN, Brenda, (2007), “Diferenciación social y fragmentación espacial: el caso de San Carlos de Bariloche”. En Contribuciones Científicas GÆA, vol. 19. Disponible en www.gaea.org.ar, www.gaea.org.ar/contribuciones/contribuciones_vol19_Sassone- Sanchez- Matossian.pdf [último acceso: 12/03/2011]. URBINA, María Ximena. (2010). “Presentación”. En Montiel, F., Chiloé. Historias de viajeros, pp.10-13. Castro: Fondo de Cultura de la I. Municipalidad de Castro.