Saverio Mercadante era una estatua solitaria en un jardín que cobra vida y habla con unos niños. Decide acompañarlos de paseo y descubren que su teatro vacío está repleto de gente y orquesta tocando música. Los niños intentan tocar los instrumentos pero no pueden. La madre de Saverio, Rosa Bia, llega con pan para todos y la orquesta vuelve a tocar bien. Mercadante pide a San Cristóbal que le permita viajar a España para dirigir su orquesta como en el pasado.