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El viejo pescador y su lucha contra el gran pez
1. EL VIEJO Y EL MAR
Santiago es un pescador ya anciano que, día tras día, sale a navegar en su barco en busca de
peces por las aguas cubanas del mar Caribe. Santiago es un hombre solitario, curtido por la vida,
acostumbrado a la dureza del mar y las inclemencias del tiempo, que le habían otorgado un buen
número de arrugas, antiguas cicatrices y manchas en la piel. "Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y
estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos", en ellos resplandecía un brillo de
resistencia y desafío.
Su joven ayudante Manolín dejó de acompañarle tras 84 días sin conseguir pescar nada junto a él;
sus padres, convencidos de que el anciano estaba afectado por la mala suerte, decidieron que se
enrolara en otro barco que tuviera más éxito con la pesca. Aunque Manolín, para el que Santiago
era casi como un padre, nunca dejó de preocuparse y ayudar al anciano siempre que le era posible.
Pero el viejo Santiago no se rinde: sale al mar una vez más, buscando su suerte y con ella la
reafirmación de su antigua valía como pescador. Esta vez es diferente: un gran pez cae en su
trampa y el anciano no está dispuesto a dejarlo escapar. El ejemplar es enorme, mayor que la propia
barca, pero la valentía y obstinación de Santiago consiguen reducirlo y el pez es capturado por el
viejo pescador, que finalmente logra capturarlo y matarlo. Sin embargo, en los días que duró la
travesía de vuelta a tierra los tiburones devoran poco a poco al gran pez sin que Santiago pueda
evitarlo, a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas.
El viejo pescador arriba al puerto derrotado, con la espina del pez como único trofeo. A pesar de
ello, los restos del animal sirven como prueba de la gran hazaña y le devuelven el prestigio y la
admiración perdida.
"El viejo y el mar" es un emotivo relato cargado de simbolismo, en el que Ernest Hemingway
trata temas como la soledad, la vejez, la sensación de cercanía a la muerte, el cariño o la
nostalgia. Aunque sobre todos ellos destaca la eterna lucha del hombre contra las adversidades, la
dureza de la vida, el poder de la voluntad, la importancia de la dignidad humana, la necesidad de
superación personal. Según Carlos Pujol, "la lucha del hombre y el pez, solos frente a frente,
mar adentro, es una parábola del individualismo que extrae de su derrota ante las fuerzas de la
naturaleza, del destino, la íntima convicción de que su esfuerzo denodado y su negativa a darse por
vencido a pesar de todo, constituyen ya una victoria".
La historia que cuenta Hemingway en "El viejo y el mar" es, en definitiva, un reto tardío del
anciano pescador consigo mismo. Santiago, a sabiendas de que es su última oportunidad, le echa
un pulso a la vida y de este combate, en el que sus únicas armas son el ímpetu, el esfuerzo y la
valentía, sale fortalecido. Hay algo épico en el triunfo de un hombre contra el mundo, hay algo
que se antoja grande y casi divino. Debe ser cuestión de carácter, de personalidad, porque como
dice Hemingway: "El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido,
pero no derrotado