El documento discute la importancia de enseñar la filosofía cristiana en lugar de filosofías seculares. Argumenta que como maestros cristianos debemos defender la filosofía cristiana y preparar a los estudiantes para enfrentar los problemas del mundo desde esa perspectiva. También señala que la fe y la razón no están en conflicto, sino que ambas son dones de Dios que deben formar parte de la educación cristiana.