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No. 23 • Diciembre de 2013
Medellín, Colombia
Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia
ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
ISSN: 0123-3386
Comité Editorial
María Rocío Bedoya Bedoya
Jorge Aristizábal Osa
Sara Castro Gutiérrez
Editor
Carlos Enrique Restrepo
Portada
Diagramación y Diseño
Mery Murillo Á.
Diseñadora
Todográficas Ltda.
Composición de textos, prepensa digital e impresión
Todográficas Ltda.
Todograficas92@gmail.com
ASOPRUDEA
Bloque 22, oficina 107
Ciudad Universitaria
Teléfonos 2195360 y 2636106
asoprudea@udea.edu.co
http://asoprudea.udea.edu.co
JUNTA DIRECTIVA 2013 – 2014
ASOCIACIÓN DE PROFESORES
María Rocío Bedoya Bedoya .................................................................Presidenta
rociob2006@yahoo.es
Marìa Cecilia Plested Álvarez ................................................................Vicepresidenta
plested@gmail.com
Jorge Aristizábal Ossa .........................................................................Secretario
jarist@une.net.co
Walter Alonso Santos Abello.................................................................Tesorero
walta13@gmail.com
María Eugenia Villa Sepúlveda ..............................................................Vocal 1
mvillasepulveda@gmail.com
Marco Antonio Vélez Vélez....................................................................Vocal 2
marco_vvg@yahoo.es
José Joaquín García García...................................................................Vocal 3
yocolombiano@yahoo.com.mx
Sara Yaneth Fernández Moreno ............................................................Suplente 1
spartacolombia@yahoo.com.mx
Marta Luz Ramírez Franco ...................................................................Suplente 2
maluzisa@gmail.com
Auxilio Ramírez Pérez .........................................................................Suplente 3
aurape@udea.edu.co
Darío Gil Torres ..................................................................................Suplente 4
dabgito@yahoo.es
Didier Álvarez Zapata ..........................................................................Suplente 5
dialnucleo@gmail.com
Efraín Oviedo Regino...........................................................................Suplente 6
eoviedo@udea.edu.co
Carlos Arturo Morales Vallecilla .............................................................Suplente 7
cmoralesvallecilla@gmail.com
Tabla de contenido
Editorial
Poder constituyente: un compromiso ciudadano para la
reconducción de la universidad pública	
María Rocío Bedoya Bedoya............................................................................ 9
Puntual
Crítica a la celebración anticipada de los 200 años de la Universidad de Antioquia
en 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
Luis Javier Caicedo.......................................................................................11
Dual
Investigación científica y privatización del conocimiento en la Universidad de
Antioquia (1990-2002). Una mirada a las Actas del Consejo Superior Universitario
Juan Guillermo Gómez García........................................................................39
Nociones de investigación en la Universidad de Antioquia
Selnich Vivas Hurtado...................................................................................53
Documental
Dossier: I Foro Nacional Interuniversitario
PODER CONSTITUYENTE:
Compromiso ciudadano para la reconducción de la universidad pública
Proceso constituyente en la Universidad de Nariño
La reforma de la Universidad de Nariño. El debate:
Universidad-Empresa-Estado o Universidad-Región-Estado
María Elena Erazo Coral................................................................................65
La reforma en la Universidad de Nariño
Julián Sabogal Tamayo.................................................................................77
Historia de la reforma universitaria
Vicente Fernando Salas Salazar.....................................................................89
Proceso constituyente en la Universidad del Tolima
Constituyente universitaria: proyecto de
autonomía, democracia y pensamiento
Boris Edgardo Moreno / Carlos Arturo Gamboa / Andrés Tafur Villarreal
Camilo Andrés Padilla...................................................................................99
Proceso constituyente en la Universidad de Antioquia
Algunas reflexiones sobre lo constituyente en la Universidad de Antioquia
Claustro de Profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias políticas...............117
Manifiesto de Medellín..........................................................................................127
Magistral
Instituciones de la cultura libre
Gabriel Zaid..............................................................................................133
La paradoja de la cultura en la universidad latinoamericana
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas........................................................137
Universidad-biopolítica. Razones para las nuevas luchas estudiantiles
Carlos Enrique Restrepo..............................................................................151
Temporales, cátedra, ocasionales, cobertura, circulares, taxistas… sin Estado
William de Jesús Estrada.............................................................................163
Solaz
¿Adónde se han ido los profesores?
José Carlos Bermejo Barrera........................................................................167
Discografía navideña
Víctor Villa Mejía........................................................................................169
Mirando hacia adentro. Una reflexión ante la labor docente
Francisco Díaz Posada.................................................................................177
99Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
PODER CONSTITUYENTE: UN COMPROMISO
CIUDADANO PARA LA RECONDUCCIÓN DE LA
UNIVERSIDAD PÚBLICA
discusiones teóricas para la construcción
de una propuesta alternativa a la Ley 30
de 1992; la edificación de un paradigma
de Universidad comprometido con las
necesidades de la región desde el Bienvivir
como modo de vida alternativo; y la
necesidad de reformar la Universidad para
hacer posible su misión con la sociedad.
Los profesores de UDENAR piensan que “la
gran mayoría de los(as) universitarios(as)
no se resignan a ser pensados por otros,
a que otros tracen nuestros destinos;
aunque el camino sea incierto, lento y
con altibajos preferimos arriesgarnos
a tener que resignarnos a la miserable
existencia de ejecutores mecánicos de
políticas externas nacionalizadas que nos
dejan sin sueños, sin utopías, por eso
nos arriesgamos a hacer nuestros propios
caminos para construir nuestro destino,
por eso cumpliremos la tarea de volver
a casa para mirar el mundo y construir
una universidad-región con capacidad
de autodeterminarse y que aporte a la
construcción de una sociedad justa”.
En cuanto a las reflexiones que nos deja
la ponencia elaborada por los profesores
del claustro de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de
Antioquia, cabe subrayar los siguientes
interrogantes: ¿hasta qué punto podemos
y queremos replantear la Universidad?;
¿realmente contamos con un movimiento
profesoral multitudinario que esté
dispuesto a hacerlo, teniendo en cuenta
la gran cantidad de profesores ocasionales
y de cátedra que tienen que preocuparse
Durante los días 1 y 2 de agosto de
2013 y en el marco del proceso de
análisis que que actualmente adelanta la
Mesa Multiestamentaria de Análisis a la
Transformación Institucional (MMATI) en la
Universidad de Antioquia en respuesta al
proceso de transformación organizacional
iniciado por la directiva, los distintos
estamentos universitarios nos dimos a la
tarea de reflexionar, debatir e intercambiar
experiencias sobre algunos procesos
que se han llevado a cabo en distintos
lugares del país sobre la Reconducción de
la Universidad Pública de cara al actual
modelo de educación, al proyecto de
reforma de la Ley 30 de 1992 y al proceso
de transformación organizacional, para
nosotros institucional.
En este evento nos nutrimos de los
aportes realizados por profesores de
distintas universidades, entre los que cabe
destacar la ponencia sobre El paradigma
Universidad-Región en la Reforma de la
Universidad de Nariño que recoge los
aspectos teóricos, la historia de la reforma
universitaria y los aspectos sustantivos
que dan cuenta del momento actual
en el cual se encuentra el proceso de la
Reforma en la Universidad de Nariño; y
Algunas reflexiones sobre la constituyente
en la Universidad de Antioquia, ponencia
elaborada por el claustro de profesores de
la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
de la Universidad de Antioquia.
Son muchos los aprendizajes que nos
deja la experiencia de los nariñenses: las
10
María Rocío Bedoya Bedoya
10 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
por su cotidianidad?; ¿en dónde están
las multitudes estudiantiles?; ¿estamos
conectados con ellos?; ¿podemos
comprendernos?; ¿hay acuerdos en
relación con lo que queremos hacer de
esta Universidad?
De la Universidad del Tolima aprendemos
la tenacidad del estudiantado, la voluntad
política y el papel del profesorado, pero
también el riesgo del voluntarismo, del
aislamiento, de la timidez.
De los estudiantes aprendemos el respeto
en la diferencia, el aporte al debate desde
las organizaciones, desde las Asambleas
generales, desde los independientes,
argumentos, claridades y preguntas
pertinentes. Si no sueñan cambiar el
mundo y la Universidad a los veinte,
¿cuándo?
¿Por qué vamos a Villavicencio y no
a Bogotá? Las regiones hablan un
pensamiento crítico propio, situado, que
recoge lo que somos y las particularidades
de cada quien. Si la universidad
pública construye nación, tenemos que
interrogarnos cómo se construye nación
en cada una de ellas y desde cada rincón
del país.
¿Por qué hacemos un Manifiesto lleno
de voluntades, postura, desobediencia y
esperanza? Porque no queremos el modelo
organizacional que nos ofrecen, porque
queremos seguir siendo instituciones
públicas al servicio del país y de la nación,
no de la empresa y del mercado, y porque
queremos pensarnos para ser parte de
la construcción colectiva del futuro, no
obreros en cadena, maquiladores del saber
de otros.
Insistimos en la dinámica nacional,
llamando a todas las universidades
públicas. El modelo universitario que se
impone es un modelo global, ordenado por
agencias financiadoras que nada tienen
que ver con lo público y por un Ministerio
orientado a comercializar saberes y
servicios, no a la formación ciudadana
integral, constructora de ciudadanía.
Sin duda, estamos ante un proceso
complejo, que requiere estudio, debate,
reflexión e inteligencia política. El proyecto
de reforma a la Ley 30 de 1992 planteado
por el gobierno de Juan Manuel Santos,
la respuesta de la Mesa Amplia Nacional
Estudiantil MANE con la elaboración
de un proyecto de reforma educativa
alternativo, y el proceso de transformación
institucional que se lleva a cabo en la
Universidad de Antioquia constituyen
una gran oportunidad que no deberíamos
dejar pasar para discutir, intercambiar
argumentos, hablar y avivar la discusión
política, en una Universidad que cada vez
se anula más debido al surgimiento de la
técnica, los afanes de los indicadores y las
urgencias del día a día. Eso, precisamente,
es lo que nos debería animar a seguir
debatiendo entre todos los estamentos: el
sentido de nuestro quehacer universitario.
Lo constituyente ya vendrá después,
cuando las fuerzas sociales estén listas
para ello. Además, el país vive el momento
trascendental de las negociaciones de
paz que pueden poner fin a un ciclo de
violencia de más de medio siglo y dar
paso a la construcción por parte de toda
la sociedad de una nación más justa,
democrática y equitativa para el siglo XXI.
Nos corresponde como Universidad Pública
repensar cuál es nuestro papel en este
nuevo contexto.
María Rocío Bedoya Bedoya
Presidenta Asoprudea
1111Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA
DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD
DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de
Antioquia en 2013
Luis Javier Caicedo*
Enero de 2013
I. Introducción
Una lectura, desde la cultura general, de
los hechos y los documentos de la época
de la Independencia permite apreciar
que la Universidad de Antioquia no nació
en 1803, porque el régimen colonial hizo
fracasar el proyecto original gestado
desde finales del siglo XVIII. Es más, la
decisión de las autoridades virreinales en
1808 de negar el estudio de facultades
mayores (Teología, Derecho y Filosofía) en
el pequeño colegio que funcionaba en el
convento de San Francisco de Medellín (que
*	 Asesor de comunidades indígenas. Editor de la página www.albicentenario.com, sitio no oficial
dedicado a los 200 años de la Independencia de Colombia y de Latinoamérica.
12
Luis Javier Caicedo
12 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
sólo dictaba primeras letras y gramática)
fue un motivo determinante para que
la elite antioqueña apoyara el Grito de
Independencia de 1810; por lo que una
de las primeras medidas de esa revolución
en nuestro medio fue ordenar, mediante la
Constitución estadual de 1812, la creación
de “un colegio y universidad”, para lo cual
se cerró el convento franciscano y en el
mismo local empezó a funcionar al año
siguiente el Colegio de Antioquia. Cuando
las fuerzas patriotas ganan la guerra, el
Congreso de Cúcuta dispone la fundación
de la Universidad Central en Bogotá y
de colegios con estudios mayores en las
provincias. Entre ellos se restablece,
el 9 de octubre de 1822, el Colegio de
Antioquia, al que en 1827 se le autoriza
la Facultad de Derecho. De ahí que esta
institución –que en 1871 toma el nombre
de Universidad de Antioquia– no sea de
origen colonial sino republicano, siendo
una conquista de las independencias de
Antioquia y de Colombia.
Este relato no es inventado. Hace parte del
patrimonio colectivo, como es fácilmente
verificable, porque el 9 de octubre fue
establecido como Día Clásico de la
Universidad; porque en 1922 se celebró
el Centenario y con ese motivo se erigió
el obelisco que hoy puede verse al frente
del edificio antiguo en la Plazuela San
Ignacio, y porque en 1972 se celebró el
Sesquicentenario, coincidiendo con la
inauguración de la Ciudad Universitaria.
Todo hacía prever, entonces, que el
Bicentenario correspondía en 2022. Sin
embargo, en 1993, con un acto en la
Facultad de Artes, la rectoría conmemoró
los 190 años de fundación del Alma Máter
y convocó a los 200 años para 2003,
tomando como origen de la misma la
construcción en 1803 del convento de San
Francisco, con su pequeño colegio anexo.
Desde1999elsuscritosedirigióalaRectoría,
a la Vicerrectoría de Investigaciones, al
Consejo Superior, al Departamento de
Historia, al Departamento de Ciencia
Política y a la Asociación de Profesores,
tratando de hacer caer en la cuenta de
que podía haber un error en la fecha de
la efeméride. Pero, salvo la asociación
docente, nadie hizo caso, y ni siquiera se
abrió un espacio institucional para debatir
el tema. Para medio informar a la gente,
al suscrito le tocó acudir a pegar carteles
y panfletos en los muros de la Ciudad
Universitaria, cual grafitero trasgresor.
Ya encima la conmemoración, a comienzos
de 2003, se pronunciaron en contra de
la efeméride anticipada el columnista
Alberto Aguirre (q.e.p.d.) y la Academia
Colombiana de Historia. El Congreso de
la República archivó el proyecto de Ley de
Honores presentado por los parlamentarios
antioqueños y la Administración Postal
Nacional negó la emisión de la estampilla
solicitada por la Universidad.
Finalmente la fiesta de los 200 Años se
hizo en la fecha definida (octubre de
2003), aunque, en un gesto meritorio, las
ediciones conmemorativas reconocieron
que la fecha de fundación estaba en
disputa1
.
Empero, la Universidad sigue cabalgando
sobre el imaginario colonial. No sólo el
año 1803 quedó impreso en el impostado
marco barroco que se le agregó al escudo
del claustro, sino que en 2007 el presidente
1.	 Universidad de Antioquia. Memoria de una efeméride 1803-2003 (Eduardo Domínguez Gómez y Juan
Guillermo Gómez Mejía Eds.), Medellín, abril de 2004. También el periódico Alma Máter de la época
(Nº 514 de septiembre de 2003).
13
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
13Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
Uribe descubrió a la entrada del Paraninfo
una placa conmemorativa en honor del rey
Juan Carlos de Borbón, agradeciendo que
su pariente Carlos IV hubiese mandado
construir el edificio.
La fundamentación es la misma que en
2003, como aparece en el relato histórico
incluidoenlavoz“UniversidaddeAntioquia”
de la enciclopedia virtual Wikipedia, según
el cual el colegio-convento tuvo unas
cátedras que no se dictaron, mientras
se oculta que era un colegio de primeras
letras; no se menciona que dicho colegio
fue suprimido con la independencia
sino que “entró en receso”; tampoco se
nombra el nuevo Colegio de Antioquia
creado por la Constitución de Antioquia de
1812, poniendo a los maestros-próceres a
dictar clases en el limbo; se pasa por alto
toda la reforma educativa nacional de la
nueva República, y se reduce la fundación
definitiva de 1822 a la simple instauración
de un nuevo plan de estudios en el plantel:
En los tiempos coloniales la sociedad
antioqueña dependía de los colegios y
universidades bogotanas y de los seminarios
payaneses para la educación de sus hijos.
Desde finales del período colonial los
vecinos de la Villa de Medellín, actual capital
del Departamento, solicitaron a la Corona
española permiso para crear un colegio-
convento.
Esta iniciativa logró su cometido en 1801,
por medio de la Real Cédula del 9 de
febrero del mismo año, en el cual, el rey
Carlos IV autoriza la creación del Colegio
de Franciscanos. Esta primera fundación
franciscana inició sus labores en el año de
1803, con la enseñanza de la Gramática, la
Filosofía y el Latín, en un local del costado
norte de lo que hoy es el Parque de Berrío,
bajo la dirección de Fray Rafael de la Serna.
El 2 de agosto del mismo año se puso la
primera piedra y se inició la construcción
de lo que actualmente es, en la Plazuela de
San Ignacio, el Paraninfo, Aula Máxima de
la Universidad.
El Real Colegio de Franciscanos entró en
receso con la revolución de la independencia
de Colombia, pero sirvió de base para
las cátedras de gramática y filología que
dictaron los próceres de la independencia
Miguel Uribe Restrepo, Liborio Mejía y José
Félix de Restrepo. En 1822, consolidada la
independencia nacional, el Vicepresidente
de la República, General Francisco de Paula
Santander, promovió la instauración de un
nuevo plan educativo en el plantel, que
adquirió el nombre de Colegio de Antioquia.
Cinco años más tarde, el Presidente Simón
Bolívar concedió la autorización para impartir
enseñanza en jurisprudencia (Consultada el
14 de enero de 2013).
Es preocupante que trascurridos diez años
se siga sosteniendo un discurso plagado
de inexactitudes. Por eso, y aspirando a
que se hayan superado las circunstancias
que impidieron en la década pasada el
debate, es oportuno dar al público los
presentes elementos ilustrativos sobre la
época fundacional de la Universidad de
Antioquia, que tal vez no sean el “pasto
espiritual” que pedían los antioqueños en
1794, pero igual sirven para alimentar la
cultura.
El presente artículo es el resumen del
libro inédito Orígenes republicanos de la
Universidad de Antioquia y de la educación
superior pública en Colombia (2004);
resumen que a su vez fue incluido como
un capítulo del libro, igualmente inédito,
Disputas por la historia en los Bicentenarios
de Colombia y Latinoamérica (2009).
Este último libro consta de los siguientes
capítulos:
1.	 La celebración anticipada de los 200
años de la fundación de la Universidad
de Antioquia
2.	 La política gubernamental de no-
celebración frustró el Bicentenario
colombiano
3.	 La renuncia del indígena Lorenzo Muelas
a la Comisión de Honor del Bicentenario,
14
Luis Javier Caicedo
14 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
o la memoria del despojo y el etnocidio
que produjo la independencia
4.	 La construcción del bicentenario
latinoamericano y los intentos de
España por hispanizar la celebración de
las independencias
De los capítulos referenciados, el segundo
recibió mención en la “2da Convocatoria
Internacional ‘Bicentenarios en Acción’”
(2011), organizada por las universidades
The New School de New York, UBA de
Argentina y UNAM de México. Y el capítulo
cuarto fue publicado, por invitación, en
la revista Caravelle, Cahiers du monde
hispanique et luso-brésilien (N° 94, 2010)
de la Universidad de Toulouse, Francia.
Esperemos que la presente y precaria
edición del capítulo primero merezca a
lo menos una mirada de la comunidad
universitaria.
Agradecido de aquellas personas que
creyeron en la sinceridad y pertinencia del
debate acerca de la fecha de fundación de
la Universidad.
El autor.
II. La celebración anticipada de
los 200 años de la fundación de
la Universidad de Antioquia
Identificar la fecha de fundación de un pueblo
suele suscitar polémicas, no sólo por la
diversidad de fuentes y de argumentos que se
tienen para precisar temporalmente el hecho,
sino también por la diferente valoración
del papel de factores sociales, económicos,
religiosos o político-administrativos que
inciden para que tal fundación se lleve a cabo.
Lo cierto es que precisar con exactitud esa
fecha es un ejercicio valioso, sobre todo en el
momento de las celebraciones, pero más aún
cuando se quiere constatar que la cohesión,
la identidad y la pertenencia local, es decir, la
existencia de un proyecto colectivo en torno a
un lugar geográfico, resiste el paso del tiempo
y las adversidades que a diario someten a
prueba esa idea del destino común fundada
en el arraigo territorial.
Juan Carlos Vélez (1)2
1. Cronología básica
Las fechas claves para acercarse a los
orígenes de la Universidad de Antioquia
son las siguientes:
1727. Fundación de un colegio jesuita en
la provincia de Antioquia.
1767. Expulsión de los jesuitas. Antio-
quia se queda sin colegio, y con muy
pocos religiosos que suministren el
pasto espiritual. Sólo las familias más
pudientes pueden enviar a sus hijos a los
únicos colegios mayores existentes en el
virreinato: San Bartolomé, del Rosario,
San Buenaventura y Universidad de Santo
Tomás en Santafé, y seminario de Popayán.
Enero de 1794. Solicitud del Cabildo de
Medellín a la corte de España para que
expida las cédulas reales necesarias para
que se autorice una fundación franciscana
con colegio en la Villa de la Candelaria de
Medellín. Para levantar la obra, los vecinos
ofrecían dineros recogidos, legados,
ornamentos religiosos, y el trabajo de
esclavos y peones. Población de Medellín:
de 20 a 25.000 almas.
14 de febrero de 1797. Cédula real dirigida
conjuntamente al virrey, a la Real Audiencia
2.	Las notas indicadas entre paréntesis aparecen al final del documento [N. de los Eds.].
15
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
15Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
y al obispo diocesano de Popayán en que
se les pide enviar a la corte un informe que
dé cuenta de la conveniencia de atender la
solicitud de los vasallos de la provincia de
Antioquia.
2 de febrero de 1801. El rey Carlos IV
expide en Aranjuez la real cédula por la
cual concede licencia para la fundación
de un convento de religiosos franciscanos
en Medellín, con la precisa obligación de
“mantener siempre en el convento de la
expresada villa dos maestros de primeras
letras, aunque sean legos, y otros dos de
gramática”.
1803. 21 de marzo: llegan cinco
franciscanos a Medellín, con fray Rafael
de la Serna en calidad de fundador. 20 de
junio: se empiezan a dictar clases en una
casa del marco de la plaza mayor (hoy
Parque de Berrío). 2 de agosto: se coloca
la primera piedra de la Iglesia, Convento
y Colegio de San Francisco en la actual
plazuela de San Ignacio.
19 de enero de 1804. Nueva real cédula,
por la cual se aprueba una solicitud del
ayuntamiento de Medellín para que se
confirmase el nombramiento de fray Rafael
de la Serna, y se le autorizase para preparar
un plan de estudios mayores y menores, y
para sacar de la Provincia de Santafé los
religiosos que considere necesarios para el
adelantamiento de la obra.
10 de agosto de 1806. Fray Rafael de la
Serna presenta al virrey en Santafé el
plan de estudios de facultades mayores y
menores para el colegio de Medellín.
22 de noviembre de 1807. En Santafé,
el claustro de doctores de la Universidad
de Santo Tomás (el ICFES de la época),
reprueba el plan de estudios.
25 de enero de 1808. El doctor Camilo
Torres Tenorio, representante del Colegio
Mayor del Rosario ante el Claustro Tomista,
presenta el informe definitivo, por el cual
se restringe el alcance del colegio fundado
en la remota villa de Medellín a una
escuela de primeras letras y de gramática,
en razón de que “importan cien veces más
en semejantes lugares los maestros de
primeras letras que las aulas de filosofía,
de teología y de cualesquiera otras
facultades. Todo el mundo necesita saber
leer, escribir, contar e instruirse en los
rudimentos de la fe; y no todos quieren,
pueden, ni necesitan ser teólogos, juristas
ni filósofos”.
11 de enero de 1809. El Cabildo de Medellín
apela esta decisión.
20 de julio de 1810. Grito de independencia
en Santafé (de Bogotá).
1810. Agosto 9: El español Pedro Sáenz
recibió en Rionegro una carta en donde se
le informaba acerca de los acontecimientos
sucedidos en Santafé el 20 de julio anterior.
Agosto 10: El Cabildo de Antioquia invitó a
sus pares de Rionegro, Medellín y Marinilla
a que se reunieran en Congreso provincial.
Agosto 30: Se instaló el Congreso
provincial, el cual terminó sesiones ocho
días después. Septiembre 1: Se formó
la Junta de gobierno, presidida por el
gobernador, realista, nacido en Panamá,
Francisco de Ayala.
1812. Se clausura el convento franciscano
de Medellín. Juan del Corral ordena la
expulsión del Estado del padre Rafael de la
Serna, acusado de perjudicar la causa de la
emancipación (fue sorprendido quemando
en su cuarto de clausura ejemplares de La
Bagatela, el periódico de Antonio Nariño).
La Constitución del Estado Soberano de
Antioquia de ese año dispuso: “Habrá
igualmente un colegio y universidad en
que se enseñe a los jóvenes de toda la
provincia la gramática, la filosofía en todos
16
Luis Javier Caicedo
16 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
sus ramos, la religión, la moral, el derecho
patrio con el público y el político de las
naciones”.
11 de agosto de 1813. Independencia
absoluta de Antioquia.
1813. Las nuevas autoridades fundan
el Colegio de Antioquia, que empieza
a funcionar en el edificio del convento
franciscano todavía en construcción.
Primeros rectores: Miguel Uribe Restrepo
y Liborio Mejía. Provenientes de Popayán,
acosados por el avance de las fuerzas
realistas, se vinculan al claustro Francisco
José de Caldas y José Félix de Restrepo.
Los alumnos alternan sus estudios con los
campos de batalla.
1814. Caldas funda la Escuela de Ingenieros
Militares en Medellín.
1816-1819. El ejército pacificador de
Pablo Morillo vence a las tropas patriotas.
Mueren en el cadalso Liborio Mejía, el sabio
Caldas y su tío Camilo Torres. Miguel Uribe
enloquece a la vista de sus compañeros
ejecutados. En Medellín se perdona la vida
a José Félix de Restrepo, quien queda al
frente del colegio.
1819. Las tropas patriotas, bajo el mando
de Bolívar, Santander, Anzoátegui y
Soublette, triunfan en el puente de Boyacá
y toman la capital del virreinato, a la
que le suprimen el “Santafé”. Congreso
de Angostura. Créase la República de
Colombia (Gran Colombia). El antiguo
virreinato de “Nueva Granada” toma el
nombre de “Cundinamarca”.
1821. Libres Nueva Granada y Venezuela,
y próxima la libertad de Quito, se reúne
en Cúcuta el primer Congreso de la nueva
nación llamada Colombia. José Félix de
Restrepo y Juan Manuel Restrepo asisten
por Antioquia. El 28 de julio el Congreso
expide la ley de educación que ordena crear
colegios y casas de estudios en distintas
partes del país, accesibles a los nuevos
ciudadanos, con currículos que abandonan
el clericalismo a favor de la ilustración, y
asigna para su funcionamiento los edificios
de los conventos que se clausuren.
1822. Bajo la presidencia de Bolívar, el
vicepresidente Santander y su ministro
del interior José Manuel Restrepo crean
los colegios de Boyacá (Tunja), Antioquia
(Medellín), San Simón (Ibagué) y Loja
(Quito, luego Ecuador), y la Universidad
de Mérida (Venezuela). El 9 de octubre se
expide el Decreto que crea el Colegio de
Antioquia: “Art. 1. Se establece un colegio
en la villa de Medellín, de la provincia de
Antioquia que se denominará colegio de
Antioquia, a cuyo fin se destina el edificio
del convento suprimido de san Francisco
con todas sus anexidades”.
1823. El 24 de enero se abren las clases
de primeras letras en el nuevo colegio. El
1º de abril asume la rectoría José María
Uribe Mondragón, hasta entonces cura de
Hato Viejo (hoy Bello). El 22 de septiembre
se inauguraron las cátedras de gramática,
retórica, filosofía y mineralogía.
1823-1824. En Cundinamarca se crean los
colegios de Santa Librada (Cali), el Istmo
(Panamá), Guanentá (San Gil), Santa
Marta y Cartagena, y en Venezuela, de
Cumaná y Guayana.
1826. El Congreso establece las
Universidades Centrales de Caracas,
Bogotá y Quito. La de Bogotá, germen de la
Universidad Nacional de Colombia, se cierra
en 1828, ante el fracaso de desmantelar
los intereses ligados al Colegio del Rosario
(el de San Bartolomé lo asume la nación,
porque los jesuitas estaban expulsados
desde 1776).
17
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
17Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
1827. A su regreso de la campaña del
sur, el Libertador firma el decreto del
2 de diciembre que crea la Escuela de
Jurisprudencia en Medellín, adscrita al
Colegio de Antioquia. El mismo año se
funda la Universidad de Popayán, sobre
la base del antiguo colegio-seminario
franciscano.
1834. Se solicitan estudios de medicina en
Medellín, pero no se aprueban.
1871. En la época federal, gobierno de
Pedro Justo Berrío, la Legislatura de
Antioquia expide la Ley 198, por la cual
el Colegio del Estado se transforma en la
Universidad de Antioquia.
2. El itinerario de las celebraciones
centenarias de la Universidad
La Universidad de Antioquia, ubicada
en Medellín, capital del Departamento
de Antioquia desde 1826, es la segunda
universidad pública en importancia en
Colombia, y sin duda hace parte del
proyecto cultural de los antioqueños,
quienes la tienen como su Alma Máter.
La Universidad de Antioquia tiene por su
Día Clásico el 9 de octubre de cada año,
en recuerdo del día memorable de 1822 en
que, bajo la presidencia errante de Simón
Bolívar, el vicepresidente Santander y su
ministro José Manuel Restrepo firmaron el
decreto que estableció de manera definitiva
el Colegio de Antioquia, dándole por sede
el edificio que aún posee la Universidad en
la Plazuela de San Ignacio de esta ciudad,
con lo cual se legalizaba al interior de la
nación recién libertada el colegio que como
un hecho revolucionario había establecido
en 1813, en el mismo sitio, la generación
de Juan del Corral, José Manuel Restrepo,
Francisco José de Caldas, Miguel Uribe
Restrepo, Liborio Mejía y José Félix de
Restrepo, entre otros, utilizando para ello
el edificio del convento y colegio de San
Francisco, empezado a construir en 1803
y suprimido por la misma revolución de
independencia.
Se suponía entonces que ese 9 de octubre
de 1822 se correspondía con la fecha de
fundación del Alma Máter. Había además
buenas razones para tenerla por tal, ya que
la Universidad y la sociedad antioqueña en
general habían celebrado con gran pompa y
boato el primer centenario en 1922 (aparte
de las ceremonias, hubo un concurso sobre
la historia del establecimiento educativo,
se colocó una columna emblemática al
frente del Paraninfo de la Universidad y el
Congreso Nacional expidió la respectiva
ley de honores), y en 1972 se conmemoró
el sesquicentenario, aunque esta vez con
menos pompa y más bien opacado por las
turbulencias estudiantiles que signaron
ese tiempo en todo el continente.
Sólo en una ocasión, en 1953, en el marco
de los desvíos generalizados de la época de
La Violencia partidista, la Universidad tomó
la fecha de 1803 como la de su fundación,
procediendo a celebrar aquel año el
sesquicentenario. Como se recordará de la
cronología, el 2 de agosto de 1803 se puso
la primera piedra de la construcción del
“Combento, Yglecia y Colegio de nuestro
Seráfico Padre San Francisco de Medellín”.
El cambio de fechas en esa época tiene
una explicación lógica en la historia
política reciente del país que, si bien no la
justifica, por lo menos le da algún sentido:
La Hegemonía Conservadora duró desde
1886 hasta 1930. Este año, por la división
de los conservadores, el partido liberal
llegó al poder, y como era terriblemente
usual, excluyó a los conservadores
de todas las esferas del gobierno. El
Departamento de Antioquia no fue ajeno a
esta lógica, y así el nuevo gobierno liberal
expulsó a los profesores conservadores
18
Luis Javier Caicedo
18 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
del claustro universitario. Los estudiantes
conservadores se solidarizaron con sus
maestros y entrambos se propusieron
crear una nueva institución educativa,
consiguieron una sede por los lados de la
antigua Plaza de Cisneros y muy pronto
obtuvieron el patronato del arzobispo de
Medellín. De esta manera se creó en 1936
la Universidad Pontificia Bolivariana, en
honor de Simón Bolívar, héroe icónico del
partido conservador. Para conmemorar
en 1940 el centenario de la muerte del
general Santander, héroe de los liberales
en el poder, el gobierno erigió una estatua
suya en la plazuela de San Ignacio,
al frente del edificio de la Universidad
de Antioquia. Cuando en 1946, por la
división de los liberales, los conservadores
volvieron al poder, se invirtió la situación,
y en esta ocasión fueron los conservadores
quienes tomaron el control del Alma Máter
y expulsaron a los profesores liberales,
quienes a su vez fundaron la Universidad
de Medellín en 1950.
En el nuevo escenario, al interior de la
Universidad de Antioquia se aplica íntegro
el proyecto político de Laureano Gómez:
confesional, hispanista y profranquista. Se
restablece la misa semanal, se consagra
el claustro a la Virgen de los Dolores, se
recortan los derechos estudiantiles y se
proclama una nueva fecha de fundación
de la Universidad, tomando por tal el
2 de agosto de 1803, con lo cual se
conseguían varios propósitos valiosos
para los gobernantes en turno: reafirmar
la vocación religiosa del establecimiento
educativo, resaltar su origen hispánico
y nobiliario, tomar retaliación frente al
liberalismo y borrar al general Santander
de la historia de la Universidad.
A este respecto, son los propios
historiadores del Alma Máter quienes
develan la índole amañada y retardataria
de la celebración de 1953, como puede
verse en el volumen Universidad de
Antioquia. Historia y presencia, publicado
en 1998, donde en el artículo “Bajo el
manto de la Virgen de los Dolores” la
socióloga María Teresa Uribe expresa que
revivir el mito de origen hizo parte de la
estrategia de Laureano Gómez dirigida a
reconquistar la educación pública para
la civilización cristiana, contraponiendo
civilización con barbarie, y a resaltar el
origen católico e hispano de la Universidad
(2). Por su parte, en la misma obra, en el
artículo “Celebración del sesquicentenario
de la Universidad”, el historiador Andrés
López Bermúdez observó que las notas
distintivas de la efeméride de 1953 fueron
el conservadurismo, el centralismo, el
autoritarismo y el nacionalismo franquista
(3).
Años después, pactado el perdón y olvido
sobre la muerte de los cien mil campesinos
en la época de La Violencia, el Frente
Nacional abrió la Universidad de Antioquia
a los dos partidos, y dentro de las medidas
simbólicas del nuevo régimen el entonces
Consejo Directivo de la Universidad
decretó en 1965 como Día Clásico del
establecimiento el 9 de octubre de cada
año, en memoria del decreto del 9 de
octubre de 1822 (4).
En concordancia con lo anterior, en 1972 se
rectificaron los fastos partidistas de 1953,
procediéndose de nuevo a la celebración
del sesquicentenario, en concordancia con
la tradición de 1922 (5).
Transcurridas otras dos décadas, en 1993,
con una exposición en la Facultad de
Artes, las directivas de la Universidad de
Antioquia celebraron lo que llamaron los
190 años de la Universidad y convocaron
el Bicentenario para 2003, retrocediendo
de nuevo la fundación a la época de la
colonia.
Toda vez que para finales del siglo XX
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CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
19Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
y comienzos del XXI no mediaban en el
ambiente nacional ni educativo pugnas
partidistas ni religiosas, y por el contrario
la universidad pública había consolidado su
carácter secular y los partidos tradicionales
tenían poco aliento a su interior, volver
sobre el mito de origen de la Universidad
de Antioquia no parece tener motivos
ideológicos, sino obedecer a una mera
estrategia de relaciones públicas, dirigida
a mejorar la imagen de la institución y a
conseguir un refuerzo de sus finanzas.
En este sentido, puede hablarse de
la celebración de los 200 años de la
Universidad de Antioquia en 2003 como
un típico “pseudoevento”, de los que hace
mención José Nun, ministro de cultura de
Argentina, en la clausura de los “Debates
de Mayo II”, foro preparatorio del segundo
centenario de la independencia de su país:
“Voy a empezar explicando muy
brevemente por qué en esta sesión nos
plantearemos la disyuntiva de que la
celebración del Bicentenario resulte un
evento o un pseudoevento. Daniel Boortin,
un prestigioso historiador norteamericano
que dirigió durante varios años la Biblioteca
de Washington, fue quien acuñó la noción
de pseudoevento.
Recuerdo que usaba un ejemplo muy claro.
Ocurrió que un hotel de San Francisco andaba
bastante mal y entonces al gerente se le
ocurrió llamar a una agencia de publicidad
para que levantase tanto su imagen como
sus ventas. Llegaron los expertos y, para su
sorpresa, de entrada no le pidieron ver las
habitaciones o los restaurantes o las diversas
salas. Le preguntaron, en cambio, cuándo se
había inaugurado el hotel y, al enterarse de
la fecha, repusieron de inmediato: ‘Quiere
decir que el año que viene este hotel va a
cumplir 75 años. ¡Ya tenemos la campaña!’.
Formaron de inmediato un comité presidido
por un ex coronel herido en Vietnam, por
varios magnates, artistas y políticos y
lanzaron una gran campaña celebrando los
75 años de la creación del hotel. Y –créase
o no– las ventas subieron inmediatamente
y el hotel se llenó de huéspedes. Ésta,
decía Boortin, es la típica creación de un
pseudoevento. Sin la intervención de la
agencia de publicidad, a nadie le hubiera
importado que el hotel cumpliese o no 75
años” (6).
3. En 1803 no se concretó el proyecto
colectivo de tener estudios superiores
en la Villa de Medellín
ParajustificarlacelebracióndelBicentenario
en 2003, la Universidad de Antioquia no
acudió a los argumentos conservaduristas
de 1953, pero el resultado fue el mismo:
negarle la fundación de la Universidad
a la generación de la independencia y
endosársela gratuitamente a los españoles
y al clero. El mensaje es claro: “La
Universidad de Antioquia fue fundada
en 1803 por fray Rafael de la Serna, con
base en la autorización del rey Carlos
IV en la cédula de 1801”. ¿Pero es esto
cierto? ¿Corresponde a un hecho histórico
verificable?
Elnuevoargumentodelclaustroantioqueño
consiste en afirmar que en el año 1803,
con la organización del colegio al interior
del convento franciscano, se coronan
con éxito las gestiones que desde 1794
adelantaba el Cabildo de Medellín ante el
rey de España, concretándose la aspiración
de la sociedad medellinense de contar con
un centro de “estudios superiores” en la
Villa, sin tener que enviar a los jóvenes
a Santafé (de Bogotá) o Popayán, únicas
ciudades con tal privilegio en el virreinato,
situación que condenaba a la ignorancia
y el atraso a la clase comercial y minera
emergente en Antioquia. Lo que se debe
celebrar, por tanto, según los descargos
de la Universidad, es la continuidad del
proyecto cultural antioqueño, que habría
sobrevivido incólume al tránsito de la
Colonia a la Independencia (7).
20
Luis Javier Caicedo
20 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
Para acceder a esta conclusión se deja de
lado la evidencia histórica y se acude a un
concepto difícil de precisar y de controlar
en el alcance de sus implicaciones, como
es el del “origen difuso” de la Universidad
de Antioquia:
“El Colegio-universidad se sitúa, desde
sus inicios, en una frontera ambigua cuyas
tensiones marcan, para bien o para mal,
sus primeros años como institución (…) Así,
pues, la frontera difusa en la que se sitúan
los orígenes del Colegio-universidad, entre
la colonia y la República, marcan su impronta
sobre el devenir de esta institución” (ídem).
Con esta percepción imprecisa, que tiene
por único sentido demostrar la continuidad
lineal del proyecto social y cultural más
grande de los antioqueños, termina
atribuyéndosele un carácter universitario
al Colegio de Nuestro Seráfico Señor
San Francisco de Medellín, carácter que
nunca tuvo, como está suficientemente
probado. De ahí que se hable del paso
“del Convento-universidad al Colegio-
universidad”, igualando en un solo proyecto
dos proyectos educativos completamente
distintos y hasta excluyentes, que nunca se
fundieron, y por el contrario culminaron en
la abrogación del primero en el fragor de la
guerra, cuando el gobierno insurgente no
se limitó a “asumir la dirección del Colegio”
y cambiar los profesores y el currículo,
sino que clausuró el convento-colegio,
expulsó al fundador (quien quemaba en
la intimidad de su celda los ejemplares
de La Bagatela de Nariño) y se quedó con
su edificio y rentas, fundando sobre estas
ruinas un nuevo Colegio.
Esto es tanto como decir que la
independencia de Colombia no se dio
entre 1810 y 1819 sino con la Revolución
de los Comuneros de 1781, que es cuando
inicia el proyecto independista de los
criollos (no importa que el movimiento
haya sido frustrado por la traición del
arzobispo-virrey), o desde el mismo 1500,
cuando comienza la resistencia indígena
contra el invasor extranjero. Aunque los
historiadores no gustan hoy de apelar a
mecanismos escolares de interpretación
histórica como el que distingue entre
antecedentes remotos y próximos de un
acontecimiento, son peores los efectos
de concebir una historia lineal, que no
contribuye para nada a construir identidad,
ciudadanía y modernidad.
Por muchos esfuerzos que haga la
Universidad por apelar al proyecto cultural
antioqueño, lo evidente es que no es cosa
de poca monta determinar el momento
en que dicho proyecto se hace realidad,
porque de ello depende la identidad
misma del Alma Máter: O la Universidad
de Antioquia es una institución de la
Colonia o una institución de la República;
la fundaron los españoles o la fundamos
los colombianos.
Que se trató una fundación netamente
republicana se percibe de los propios
relatos de la época. En este sentido las
crónicas de José Antonio Benítez, “El
Cojo”, que éste comenzó a escribir diez
años antes de la independencia (1797),
prueban de puño y letra de un personaje
de la época, por demás escribano público
y padre de familia de uno de los primeros
alumnos matriculados en el colegio en junio
de 1803, que la Fundación Franciscana
de la Villa de Medellín fue abolida por la
República:
“Cuando se estableció el nuevo Gobierno
Republicano en esta Provincia de Antioquia
a pedimento del Procurador General de esta
Villa, resolvieron las Cámaras, tomándose
los Informes necesarios, que mediante a
que los Devotos Padres Provinciales de
Santa Fé, no protegían la Fundación de San
Francisco ni le remitían Socios Geniales al
Padre Fundador Fray Rafael de la Serna, ni
guardaban armonía con él, y últimamente
21
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
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que no había de tener efecto dicha Fundación,
se sancionó su abolición y se decretó que
la Fábrica de Iglesia, Convento y Rentas se
redujese a la erección del Colegio, y Casa
de Artes Mayores y Menores, inclusive la
Escuela de Primeras Letras, como un destino
el más útil a la educación de la Juventud y
a la Sociedad. Se abrió la Aula, y Cátedra
de Filosofía el Día veinte y uno de Marzo
del año de mil ochocientos trece, siendo
el primer Catedrático, el Doctor Miguel de
Uribe Restrepo, y por haberse avecindado
en Antioquia, siguió dictando el curso, el
Señor Doctor Félix José de Restrepo y Vélez
a quien nombró el Gobierno de Catedrático.
Con la entrada del Gobierno Español en el
año de 1816 se suspendió esta Cátedra; pero
habiendo entrado el Gobierno republicano
el año de mil ochocientos diez y nueve se
volvió a abrir en el Claustro del Colegio el
Día 22 de septiembre, siendo Catedrático
el Doctor Francisco Antonio Obregón; y es
el primer Rector de este Colegio el Señor
Doctor José María Uribe Presbítero, y la
Cátedra de Gramática se abrió el día 3 de
marzo de mil ochocientos veinte y tres,
siendo su Catedrático, el Señor José Ignacio
Escobar y Vélez” (9).
La localización del fundamento en la
idea, los sueños o el proyecto cultural
antioqueño, sumada a la indiferencia
hacia la transformación producida por
el rompimiento de los lazos con España,
impide apreciar que, en el nivel macro, un
régimen moribundo como el colonial de
principios del siglo XIX estaba demasiado
agotado como para engendrar una
institución tan vital como la educación
superior pública en nuestro país. Más
específicamente, esta perspectiva tiende
una nebulosa sobre los textos que dificulta
leer en los documentos que el colegio
franciscano a que se quiere remontar la
fundación de la Universidad de Antioquia
nunca tuvo carácter de establecimiento
de estudios mayores (ni la cédula real de
1801 lo dice ni el claustro de la Universidad
Santo Tomás lo permitió); hace olvidar
que el colegio franciscano fue cerrado,
clausurado, “suprimido” con la revolución
(porque no era ese remedo de colegio
a lo que aspiraban los medellinenses),
y no deja apreciar que el Alma Máter
viene a ver la luz no como un hecho
antioqueño aislado, sino en el marco de la
transformación educativa producida a nivel
nacional y continental por la revolución de
independencia entre 1810 y 1824.
Ya se vio en la cronología esbozada que
para finales del siglo XVIII no existían en
Antioquia establecimientos de educación
de ninguna clase. Las primeras letras las
aprendían los interesados (los pudientes
dentro de la sociedad esclavista existente)
de manos de algunos religiosos que se
prestaban de oficio a impartir la instrucción
mínima, o de algunos laicos que a manera
de maestros errantes recorrían el reino.
De ahí en adelante tenían las familias que
enviar a sus hijos al Colegio Mayor del
Rosario, al Colegio Mayor de San Bartolomé
o al Colegio de San Buenaventura
(franciscano) en la capital del virreinato,
o al colegio seminario franciscano de
Popayán o, tardíamente, al Colegio Pinillos
de Santa Cruz de Mompox. Sólo en estos
colegios se podían cursar cátedras de
teología, jurisprudencia y gramática, los
estudios superiores de la época, a los
que se agregó el estudio de la filosofía,
entendida como ciencias naturales, en
contraposición a las ciencias reveladas. El
otorgamiento de grados estaba reservado
por el rey a la Universidad Santo Tomás
(de los padres dominicos). De ahí que las
diligentes gestiones adelantadas por el
cabildo de Medellín desde 1794 tuvieran
por objeto que el rey les autorizara la
creación de un Colegio, “donde cursasen
los jóvenes, a lo menos las facultades
precisas para el servicio de la iglesia
y gobierno político”, lo que –dadas las
circunstancias de su tiempo y la particular
religiosidad de los antioqueños– creían que
podrían obtener más fácil si presentaban
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Luis Javier Caicedo
22 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
la propuesta de colegio como anexa a la
creación de una orden religiosa, en este
caso los franciscanos, dada la expulsión de
la Compañía de Jesús.
El rey Carlos IV, padre de Fernando VII,
de quien nos independizamos gracias a
la ambición y a la perfidia de Napoleón,
autorizó por cédula real de febrero de 1801
la fundación del Convento franciscano en la
Villa de Medellín, disponiendo que siempre
tuviera dos maestros de primeras letras y
otros dos de gramática (10). Para dirigir
la fundación, el provincial seráfico designó
al religioso bogotano fray Rafael de la
Serna. La limitación de las asignaturas
autorizadas a primeras letras y a gramática
llevaron al ayuntamiento de Medellín
a solicitar que se autorizara formar un
plan de estudios mayores y menores, a
lo que el rey accedió en la nueva cédula
real de 1804 (cédula que, al decir de los
historiadores franciscanos, nunca existió,
es decir, se falsificó) (10bis), con base en
la cual el padre Serna presentó en 1806
un plan de estudios al virrey de Santafé,
que incluía los cursos mencionados de
teología, derecho civil y canónico, filosofía
y gramática. El virrey entregó el expediente
a la Universidad de Santo Tomás, la que
a su vez conformó un claustro de doce
doctores para estudiar dicho plan, el cual
fue reprobado desde la vista inicial en
1807 y de manera definitiva en 1808,
con base en un estudio preparado por el
abogado payanés Camilo Torres Tenorio
del Colegio del Rosario (redactor en 1809
del célebre “Memorial de agravios”), quien,
luego de hacer un análisis –peyorativo
por demás– de la situación de Medellín,
de la dimensión del colegio franciscano y
del contenido de las dos cédulas reales
concluye que en Medellín sólo se necesitan
escuelas de primeras letras y no teólogos,
juristas ni filósofos; que el colegio previsto
nunca pasaría de ser un colegio claustral;
que las rentas existentes sólo alcanzaban
para sostener un pequeño colegio, y que
no pudo ser la intención del rey autorizar
el estudio de las facultades mayores. El
aparte más significativo del concepto del
futuro prócer y mártir dice:
“Se advierte que en el plan de Medellín, se
habla sólo de una escuela de primeras letras,
cuando en la real cédula se suponen dos
en que no debe caber dispensación, pues
importan cien veces más en semejantes
lugares los maestros de primera letras
que las aulas de Filosofía, de Teología y
de cualesquiera otras facultades. Todo el
mundo necesita saber leer, escribir, contar
e instruirse en los rudimentos de la fe; y
no todos quieren, pueden, ni necesitan ser
teólogos, juristas, ni filósofos” (11).
En consecuencia, las autoridades del
virreinato rechazan la parte del plan de
estudios referente a estudios de derecho y
de teología, y apenas si se abrió la puerta
para que se enseñara filosofía, reduciendo
el currículo a escuela de primeras letras y
gramática, como estaba en la cédula de
1801.
Hasta ahí llegó el mentado proyecto cultural
antioqueño bajo el régimen colonial.
Como lo señaló el maestro Gerardo Molina
en un “Martes del Paraninfo” de 1979:
“esa universidad nueva, frágil no alcanzó
a echar músculos bajo el dominio español”
(11 bis).
Todavía en 1809, en la antesala de la
revolución, el ayuntamiento apelaba
para que por lo menos se les permitiera
a los vasallos de Medellín tener estudios
de teología para el pasto espiritual de los
habitantes de la villa (12).
Lo anterior quiere decir que el proyecto
cultural de los antioqueños, en vez de
haberse concretado con la fundación del
Convento-colegio de San Francisco, sufrió
un duro revés al negársele la apertura de
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CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
23Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
facultades mayores por parte de la trinca
universitaria de la capital del virreinato,
que no quería perder el monopolio que
detentaba sobre la formación del liderazgo
de la sociedad colonial, quedando reducido
dicho colegio al tamaño de una escuela de
primeras letras.
En conclusión, el Colegio Franciscano
autorizado por el rey en 1801 y que empezó
a construirse en 1803 nunca tuvo carácter
“universitario”, y por tanto sus breves
años de existencia no pueden tomarse
como el ciclo fundante de la Universidad
de Antioquia. Obvio que hacen parte de
su devenir histórico, pero no como su
fundación sino como la frustración que
llenó la copa de la paciencia antioqueña
frente a trescientos años de yugo español.
De hecho, los propios historiadores de
la Orden franciscana consideran hoy en
día que la fundación de su convento en
Medellín fue de lo más inoportuna, y que
tuvo tantos conflictos en su corta vida
que, de no haber sido por los hechos de la
revolución de 1810, “que sirvieron como
disculpa para excusar la suspensión de
la obra, muy posiblemente esta hubiese
fracasado por sí sola” (12 bis).
Es oportuno mencionar que la idea de tener
un convento-colegio en la Villa de Medellín
hacía también parte de un propósito
definido de las clases comerciantes por
convertir a esta floreciente ciudad de
25.000 habitantes en el eje económico,
cultural, religioso y político de Antioquia,
disputándole la capitalidad a Santafé de
Antioquia, la de orillas del Río Cauca,
entonces en franca decadencia.
Para que hubiera universidad de verdad en
esta tierra fue necesario hacer la guerra de
independencia (o si se prefiere, utilizar la
violencia). No es gratuito que el abogado
que en 1809 llevara la apelación del Cabildo
de Medellín ante el virrey contra el dictamen
del claustro de la Universidad Tomística,
José Manuel Restrepo, fuera designado
en 1812 por el gobierno revolucionario de
Antioquia para redactar el plan de estudios
del incipiente colegio republicano que
reemplazó al convento-colegio franciscano;
el mismo que en el Congreso de Cúcuta
promoviera la ley de colegios, y en su
texto abriera la puerta para que dichos
colegios no fueran establecidos sólo en las
capitales de las provincias; el mismo que
en 1822 estuviera firmando con Santander
el decreto de organización definitiva del
Colegio de Antioquia, y el mismo que en
1827 suscribiera al lado del Libertador
la creación de la Facultad de Derecho en
dicho Colegio. Es que al régimen español
se le depuso no por un mero ejercicio de
las armas, sino porque las armas fueron el
último recurso que le quedaba a las clases
emergentes (tan feroces en algunos casos
como los españoles de la conquista) para
abrirse paso en una sociedad bloqueada
por tres siglos de colonialismo externo, de
colonialismo santafereño y de colonialismo
espiritual e intelectual.
Por eso no es válido ubicar la fundación
de la Universidad de Antioquia durante la
Colonia, pues realmente nació contra ella,
ya que el régimen español, por las taras
propias de su entraña, impidió hasta último
momento que fructificara la aspiración
de los medellinenses de contar con los
estudios necesarios para servir a la Iglesia
y al gobierno político, como se decía en
la época. Fue necesario tomar las armas
y derrocar el régimen vigente, para que
en un nuevo discurso –que ya no habló de
almas sino de habitantes, de vasallos sino
de ciudadanos, de voluntad de Dios sino de
ciencia, de poder divino sino de soberanía
popular, de pasto espiritual sino de minas
y agricultura– surgieran por todo el país
de ese sueño llamado Colombia (desde
Venezuela hasta Quito) colegios que en su
momento llenaban las expectativas y las
24
Luis Javier Caicedo
24 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
apremiantes necesidades de la revolución
(difundir las luces, crear nación, moldear
ciudadanos) y que con el tiempo, en algunos
casos, devinieron en las universidades que
hoy conocemos, entre ellas el Alma Máter
de Antioquia.
Pero esto no fue un hecho aislado. El
Colegio de Antioquia fue apenas el
segundo entre catorce colegios creados
al inicio de la República, entre 1822 y
1828, en Venezuela, Nueva Granada y
Ecuador, en virtud de la Ley del 28 de
julio de 1821 (sancionada el 6 de agosto
siguiente), dictada por el Congreso de
Cúcuta bajo la consideración de “que la
educación pública es la base y fundamento
el gobierno representativo, una de las
primeras ventajas que los pueblos deben
conseguir de su independencia y libertad”.
Y al nivel de plan de estudios, la misma
ley autorizó que los nuevos colegios
pudieran convertirse en Universidades
(con facultades mayores y estudios válidos
para obtener grados universitarios).
Esto lo pudieron hacer porque estaban en
una revolución. Ya no tenían que rendirle
pleitesía a un Rey odiado en reserva ni
a un Dios injusto. Y es que para eso se
hacen las revoluciones, para que el pueblo
haga lo que el régimen (en este caso la
dominación española) le impedía hacer. De
ahí que cuando por fin, después de trece
años de guerra, se abrieron definitivamente
las puertas del nuevo colegio el 22 de
septiembre de 1823, quienes participaron
de ese momento actuaron siempre
concientes de su calidad de fundadores,
con el entusiasmo de quienes logran
en vida ver y disfrutar el triunfo de una
empresa que les llevó muchos años, de una
obra “que nunca la dominación española le
hubiera permitido presentar”, y asistir a “el
día más feliz para nuestra provincia, en el
que vemos erigirse por la primera vez el
monumento majestuoso de la sabiduría y
la humanidad” (13).
Habían triunfado. Por eso no hay identidad
entre el Colegio de la Nueva Fundación de
San Francisco de la Villa de Medellín de 1803
y el Colegio de Antioquia establecido con
la independencia (1813-1822). El primero
es un antecedente, pero la fundación de la
Universidad de Antioquia sólo ocurre con el
segundo. Y así lo celebró la Universidad en
1922 (el Centenario), en 1965 (Resolución
del Consejo Directivo que instituyó el 9 de
octubre como Día Clásico) y en 1972 (el
Sesquicentenario).
Por eso no tiene presentación entregarle
inmerecidamente al sistema colonialista,
al rey y a la Iglesia los laureles de
su fundación, arrebatándoselos a los
Libertadores. Héroes, mártires y hasta
locos despojados de la ganancia del botín
de la empresa emancipadora por una
generación tránsfuga que en 2003 propicia
una ceremonia ignominiosa de resignación
de su pasado.
Craso error, con el que no se puede ser
solidario por ser contrario a la razón (no
hubo tal colegio-universidad en 1803), pero
también porque los actos de 2003 no sólo
terminaron celebrando la etapa decadente
del viejo orden colonialista, sino que en su
anacronismo reeditaron, validándolos, los
valores que envolvían en sangre al país en
el sesquicentenario anticipado de 1953.
4. El debate sobre la oportunidad del
Bicentenario
Anunciado con diez años de anticipación el
proyecto de celebración de los 200 años de
fundación de la Universidad de Antioquia,
los dos lustros transcurrieron sin que al
interior del claustro se presentara objeción
alguna. Baste decir que el rector que en
1972 encabezó los actos conmemorativos
del sesquicentenario rectificado, fungía
para 2003 como representante de los
ex rectores en el Consejo Superior
25
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
25Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
Universitario, sin que pusiera reparo
alguno a la fecha.
El Departamento de Historia se marginó
ostensiblemente de cualquier debate.
Ni siquiera intervino para justificar
académicamente la celebración. De hecho
en diez años no hubo siquiera un foro o
una conferencia que refrescara los hechos
a conmemorar. No fueron publicados los
textos fundantes ni reeditadas las obras
clásicas sobre la historia del Alma Máter,
que es lo mínimo que debió contemplarse.
Los preparativos de la conmemoración
se limitaron a la producción de objetos
publicitarios (agendas, souvenires y
vallas) y al rediseño del sobrio escudo de la
institución para enmarcarlo en un retablo
rococó y agregarle la fecha 1803.
El único producto historiográfico del
período consistió en el libro de gran
formato Universidad de Antioquia: Historia
y presencia, publicado en 1998, una obra
colectiva coordinada por la socióloga
María Teresa Uribe de Hincapié, directora
del Instituto de Estudios Políticos de la
Universidad, el cual, como se vio atrás,
si en algo hace énfasis es en develar la
celebración del sesquicentenario en 1953
como una gran equivocación histórica
regional, inserta en la mayor equivocación
nacional que fue el período de La Violencia.
Al interior de la Universidad, sólo la
Asociación de Profesores promovió la
discusión en el seno del Consejo Superior
Universitario, pero este organismo negó la
peticiónderectificarlaefemérideaduciendo
que los jueces ya habían decidido la
cuestión, que había “cosa juzgada” (14).
La única publicación interna que le dio
cabida al debate fue la revista Uni/pluri-
versidad de la Facultad de Medicina.
De resto, el debate se dio extramuros.
El año 2000 el Tribunal Contencioso
Administrativo de Antioquia tramitó una
Acción Popular, por la cual el accionante
solicitaba suspender la celebración
universitaria de 2003, aduciendo violación
a los derechos colectivos al patrimonio
cultural y a la independencia de la nación.
Por sentencia del 2 de noviembre de
2000 el Tribunal se abstuvo de decidir de
fondo, en tanto las controversias históricas
escapaban a su competencia (15). El
Consejo de Estado confirmó esta decisión
(16).
Consultada por el Tribunal en el proceso
anterior, la Academia Colombiana de
Historia, a través de Luis Duque Gómez,
su presidente, conceptuó: “me permito
informar a ese Tribunal que la Universidad
de Antioquia fue fundada en la época de
la Independencia”, según el autorizado
historiador y académico doctor Emilio
Robledo, ex rector que fue de dicha
universidad, en su libro La Universidad
de Antioquia, publicado en Medellín en
1923, con motivo de su primer centenario,
páginas 9 a 13, cuya copia anexamos a la
presente” (16bis).
El año de la conmemoración atravesada se
produjo algún revuelo público alrededor de
la fecha de fundación del Alma Máter. El
10 de marzo de 2003 el maestro Alberto
Aguirre escribió en su columna “Cuadro”
del periódico El Colombiano de Medellín:
“Lo que aquí fundó Fray Rafael de la Serna
en 1803 fue un parvulario. La Universidad
de Antioquia no cumple 200 años. Y es una
majadería anclar su fundación en aquella
escuela primaria” (17).
Como es de usanza en los grandes
acontecimientos, las directivas de la
Universidad de Antioquia solicitaron a la
AdministraciónPostalNacional(Adpostal)la
emisión de una estampilla conmemorativa
de la efeméride bicentenaria. A su vez,
Adpostal solicitó un concepto previo a la
26
Luis Javier Caicedo
26 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
Academia Colombiana de Historia, órgano
consultivo del Gobierno Nacional. La
Academia, en concepto de abril de 2003,
manifestó que la Universidad de Antioquia
es una institución de la República, que
el colegio-convento de 1803 fue un
proyecto frustráneo y que los 200 años de
la fundación del Alma Máter se cumplen
el 9 de octubre de 2022 (18). Adpostal
acogió este concepto y, en consecuencia,
la celebración de los 200 años del claustro
antioqueño no dejó registro filatélico. El
concepto de la Academia Colombiana de
Historia fue respondido puntualmente por
la Universidad en la edición de septiembre
del periódico institucional Alma Máter Nº
514 de septiembre de 2003 (19).
De otro lado, la Universidad promovió
un proyecto de Ley de Honores ante el
Congreso de la República, el cual fue
archivado.
La polémica extramural finalmente no
consiguió que se suspendiera la celebración
anticipada de los 200 años de la fundación
de la Universidad de Antioquia, la que,
en efecto, se llevó a cabo el 9 de octubre
de 2003, teniendo como acto central una
Feria del Saber (Expouniversidad) en el
Palacio de Exposiciones de la ciudad; pero
sí logró que por lo menos la Universidad
reconociera públicamente, en las ediciones
conmemorativas, que la fecha de fundación
está en debate, y eso es una ganancia
apreciable para la sociedad.
Notas
(1) VÉLEZ, JUAN CARLOS. “A propósito de
la fundación de Ciudad Bolívar”, en Revista
De Interés. Suroeste Antioqueño, No. 63,
septiembre-octubre de 1999. El historiador
se refiere a la fundación del municipio de
Ciudad Bolívar (Antioquia).
(2) “La llegada de Laureano Gómez al
poder, en agosto de 1950, incrementó la
intolerancia política, la pugnacidad del
conflicto, la violencia en los campos y
ciudades y la presión sobre la educación
pública. En una conferencia en la Pontificia
Universidad Javeriana, el doctor Gómez
‘había atribuido la violencia al conflicto
entre la civilización cristiana y sus
enemigos’, en una versión libre y bastante
amañada de las tesis de los modernos
latinoamericanos que oponían civilización
a barbarie. Para Gómez, la civilización no
podía ser otra que la cristiana y la barbarie
definitivamente estaba encarnada en sus
enemigos, desde los agnósticos hasta los
comunistas, pasando por los liberales y los
masones. Al respecto escribió Maria Teresa
Uribe:
“De esta manera, el gobierno de Laureano
Gómez confió de nuevo la dirección de varios
establecimientos educativos importantes
a las comunidades religiosas: ‘los jesuitas
recuperaron el Colegio de San Bartolomé,
los Hermanos Cristianos el Instituto Técnico
Central, a los salesianos se les asignó la
dirección de varias escuelas públicas (…) no
menos de cinco comunidades masculinas y
trece femeninas llegaron a Colombia entre
1947 y 1953’.
“Otras instituciones educativas se cerraron
o se les cambió de nombre o de orientación.
En 1951 fueron cerradas la Normal Superior
en Bogotá y el Instituto Filológico de la
Universidad de Antioquia; y al Instituto
Central Femenino de Medellín, que había
tenido tanta importancia en la formación de
las primeras mujeres que ingresaron a la
Universidad, se le cambió de nombre y de
orientación: pasó a llamarse Instituto Isabel
La Católica, en una clara alusión a lo que se
pretendía con la educación: cristianizar una
tierra infestada de moros y paganos.
“En la Universidad de Antioquia, esa
propuesta de reconquista, además de
propiciar una nueva escisión, con la salida
de los profesores y los estudiantes liberales
para fundar la Universidad de Medellín,
trajo consigo la puesta en marcha de
varias actividades de culto religioso que
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CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
27Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
habían caído en desuso, como la asistencia
obligatoria a funciones religiosas y la
reimplantación del culto a la Virgen de los
Dolores, advocación a la cual, al parecer,
había sido consagrada la Universidad en
algún momento y que ahora se recuperaba
con toda pompa y boato.
“Como para que no quedara duda del sentido
católico que de ahí en adelante alumbraría
el quehacer de la Universidad, las directivas
conservadoras decidieron revivir su mito de
origen, y celebraron con gran despliegue el
sesquicentenario de la institución, tomando
como fecha de fundación la de 1803. De esta
manera, no sólo se reivindicaba su origen
católico sino que también se demeritaba al
general Santander, icono de la Universidad
liberal y cuyo centenario había sido celebrado
en 1940 con similares propósitos.
“La disputa entre los partidos por apropiarse,
para sus respectivos intereses electorales
y clientelistas, de un espacio por esencia
público, colectivo, comunicativo y abierto
a todas las corrientes del pensamiento y
a todas las alternativas ideológicas, volvía
a fracturar la Universidad, a dividirla, a
confrontarla con ella misma, en un proceso
doloroso y muy traumático” (María Teresa
Uribe de Hincapié, “Bajo el manto de la
Virgen de los Dolores”, en Universidad de
Antioquia. Historia y presencia, Medellín,
Editorial Universidad de Antioquia, 1998,
pág. 433).
(3) “A diferencia de lo sucedido con la
celebración del centenario en 1922,
oportunidad en la que el pensamiento
republicano orientó el evento hacia la
concordia y el fomento de las innovaciones
pragmáticas en función del desarrollo de la
nacionalidad colombiana, la nota distintiva
del sesquicentenario fue su marcado
conservadurismo. El tono centralista
y autoritario de la efeméride se hizo
evidente desde el señalamiento mismo
de la capital –no de la provincia– como
sede principal de las juntas encargadas de
llevar a cabo los actos conmemorativos”
(Andrés López Bermúdez, “Celebración
del sesquicentenario de la Universidad”,
en Universidad de Antioquia. Historia y
presencia, Medellín, Editorial Universidad
de Antioquia, 1998, pág. 441). Y
agrega que en esa época “se procuró el
establecimiento de símbolos distintivos
de la Universidad, muy a la manera
del nacionalismo español. De hecho, al
respecto podría decirse que se promovió
un modelo muy semejante al implantado
en la Península Ibérica por el franquismo
triunfante tras la guerra civil española”
(pág. 444). No sobra observar que al inicio
de este artículo, López Bermúdez da por
sabido que el Colegio de San Francisco
de 1803 es “antecedente primigenio de la
Universidad de Antioquia” (pág. 441).
(4) “Considerando (…) -e. Que el
mencionado decreto del 9 de octubre
constituye, pues, el punto de enlace y
el verdadero eslabón que establece la
continuidad entre el primitivo Colegio de
los franciscanos fundado por fray Rafael
de la Serna el 20 de junio de 1803, y el
instituto que transcurridos los años y por
ley de la legislatura y por decreto del doctor
Pedro Justo Berrío vino a ser desde 1871
la Universidad de Antioquia (…) Resuelve:
1. Celebrar el 9 de octubre como fecha
histórica de la Universidad, en memoria
del decreto por el cual definitivamente se
hizo oficial la enseñanza en los claustros
universitarios” (Crónica Universitaria,
Nº. 2, Asociación Colombiana de
Universidades, 1965, págs. 57-58,
citado por Luis Carlos Mantilla, OFM, Los
franciscanos en Colombia, tomo III, vol.
2, Bogotá, Universidad San Buenaventura,
2000, págs. 201-202).
(5) “Como justificación de este otro
sesquicentenario, se arguyó el hecho
de que, a diferencia de 1803, para 1822
‘ya contábamos con la libertad y éramos
nación soberana’” (Andrés López, op. cit.,
pág. 444).
28
Luis Javier Caicedo
28 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
(6) José Nun y Alejandro Grimson (comps.),
Convivencia y buen gobierno. Nación,
nacionalismo y democracia en América
Latina, Debates de Mayo II, Buenos Aires,
Ed. Edhasa, 2006.
(7) Actuando como testigo en el proceso
de acción popular seguido contra la
Universidad de Antioquia por la anticipación
de la fecha del Bicentenario, la socióloga
María Teresa Uribe declaró:
“PREGUNTADO [por el Tribunal]: Sírvase
manifestarle al Despacho, de manera
sucinta, cuáles fueron los hechos que
constituyeron el nacimiento de la Universidad
de Antioquia. CONTESTO: La Universidad
de Antioquia va a celebrar sus 200 años
en el año 2003, porque históricamente
se ha considerado esta como la fecha
de fundación de la Universidad, y si bien
existen teorías y argumentos que avalan
otras fechas, hay que tener presente que
los hechos históricos no tienen un origen
que se pueda determinar científicamente,
porque la historia no es una ciencia exacta,
es una interpretación entre otras posibles, y
además no es posible dirimir por vía jurídica
un debate histórico o científico”.
“PREGUNTADO [por el apoderado de la
Universidad]: ¿Por qué la fecha de 1803
como referencia para esta celebración?
CONTESTO: Porque en 1803 culmina un
anhelo de los habitantes de Antioquia
y Medellín por tener un Colegio y una
Universidad en la cual pudiesen sus hijos
estudiar sin tener que viajar a Bogotá,
Caracas o España, entonces en esa fecha
se dicta una ordenanza real para la creación
del Colegio y Universidad en Medellín,
se trae la comunidad franciscana para
encargarse de ese Colegio-Universidad y se
inicia la construcción del edificio llamado de
San Ignacio, en la plazuela de San Ignacio,
que ha pertenecido desde ese momento,
ahí funcionó la Universidad hasta que nos
pasamos a la ciudad universitaria en 1968
y este sigue siendo un edificio emblemático
de la Universidad de Antioquia” (Tribunal
Contencioso Administrativo de Antioquia,
Proceso Nº. 001.520-EEA, Acta de recepción
de testimonios del 21 de septiembre de
2000, subrayados fuera del texto).
Y en la respuesta de la Universidad al
concepto de la Academia Colombiana de
Historia se lee:
“Se pueden establecer hilos muy fuertes de
continuidad entre la fundación franciscana,
la refundación del colegio en tiempos del
Estado de Antioquia entre 1812 y 1815, y
la nueva fundación de Santander en 1822.
No se trató de cosas distintas y separadas;
las rupturas fueron políticas, ideológicas,
de contenidos académicos y de estructura
administrativa (colegio provincial hasta
1818; nacional desde 1822 hasta 1851),
como ocurre con cualquier institución de
larga vida. Pero no solamente los edificios
siguen siendo los mismos, lo que ya denota
algún sentido de continuidad y permanencia,
sino que se mantuvo el proyecto cultural
de los vecinos de Medellín, devenidos en
ciudadanos, quienes sostuvieron el colegio
con sus aportes, incluso después de 1822
(…) Es decir, se trató del mismo proyecto
regional y local, con momentos distintos
y con desenvolvimientos y cambios
sustanciales de orientación” (María Teresa
Uribe, “El origen de la Universidad de
Antioquia es 1803”, en María Teresa Uribe
(coordinadora), Universidad de Antioquia.
Memoria de una efeméride. 1803-2003,
libro conmemorativo del Bicentenario de
la Universidad de Antioquia, publicado con
el apoyo de Interconexión Eléctrica S.A.,
se terminó de imprimir en los talleres de
D’vinni Ltda., el 30 de abril de 2004, pág.
452).
(8) “El Colegio-universidad de Antioquia
se constituye en la dimensión pedagógica
del proyecto político y ético-cultural de los
intelectualesquellevaronacaboenlaregión
antioqueña el proceso de emancipación y
de fundación de la república. Así, la historia
de esta institución, con sus comienzos
difíciles, está imbricada y confundida con
los hechos, los personajes, las acciones
y los propósitos que animaron la lucha
29
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
29Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
de la independencia y por la creación de
un Estado propio y distinto; por ello, el
Colegio-universidad se sitúa, desde sus
inicios, en una frontera ambigua cuyas
tensiones marcan, para bien o para mal,
sus primeros años como institución (...)
“La faceta colonial ubica el Colegio en
el marco de las tensiones propias de la
época, un mundo social y político formado
por cuerpos, estamentos, comunidades
y autoridades en disputa; tensiones
desiguales y segmentadas, pero dirigidas
desde un centro único, la monarquía,
que en último término dirimía por vía de
autoridad las tensiones y los conflictos
entre las partes (...)
“Por su parte, el momento republicano,
vertiginoso, inesperado y proveedor
de cambios profundos y radicales, le
plantea a la reciente institución nuevos
retos y diferentes propósitos; el rey no
es soberano y las comunidades locales,
únicas con existencia real, reasumen los
derechos de soberanía, empiezan a diseñar
su propio orden, a redactar constituciones
y a definir sus propósitos de desarrollo y
control político. Ya no se trata de formar
‘vasallos’ ilustrados allende el mar para
la consolidación de los dos pilares de
la monarquía, España y América, como
pensaban, los constituyentes de Cádiz;
se trata de formar ‘vecinos instruidos’,
capaces de asumir la dirección del Estado
recién fundado, de administrar el gobierno,
de representar a la sociedad y de darle
vuelo a las potencialidades económicas
restringidas por el modelo colonial vigente.
“Para el logro de estos propósitos el Colegio-
universidad es un nódulo estratégico,
y muy rápidamente los constituyentes
antioqueños de 1812 comprenden que su
proyecto político y ético-cultural quedará
incompleto si no se ocupan de la dimensión
pedagógica y divulgativa; para lo cual les
resulta necesario asumir la dirección del
Colegio, cambiar su cuerpo profesoral,
reorientar las cátedras con sentido positivo
e ilustrado y complementar la formación
académica con la instrucción militar, pues
no bastaba con fundar la república, era
necesario defenderla (...)
“Así, pues, la frontera difusa en la que se
sitúan los orígenes del Colegio-universidad
entre la Colonia y La República, marca
su impronta sobre el devenir de esta
institución (...)” (María Teresa Uribe,
“Del Convento-Universidad al Colegio-
Universidad”, en Universidad de Antioquia,
Historia y presencia, op. cit., págs. 3 y 4,
subrayados fuera del texto).
(9) José Antonio Benítez. Carnero de
Medellín. Medellín, Ediciones Autores
Antioqueños, vol. 40, 1988, págs. 257
y 258. A propósito de esta obra, en su
refutación al concepto de la Academia de
Historia, al que califica de “incompleto y
superficial”, la Universidad de Antioquia
señala que aquella utiliza sólo documentos
que se hallan en Bogotá, “pero la academia
ignora completamente una amplia
documentación que reposa en los archivos
notariales, del Cabildo y de la Provincia de
Antioquia; no menciona los relatos escritos
por José Antonio Benítez, contemporáneo
de la fundación de la Universidad, autor
de El Carnero de Medellín” (María Teresa
Uribe, “El origen de la Universidad de
Antioquia es 1803”, op. cit., pág. 452).
(10) Apartes de la cédula real del 2 de
febrero de 1801 rezan: “El Rey. Por la Villa
de Medellín, Provincia de Antioquia, se me
hizo presente con documentos que para
su vasto vecindario compuesto de más de
veintemil almas solo había doce sacerdotes
útiles que le suministrasen el pasto
espiritual, los que aunque se desvelaban no
podían cumplir sus deseos conforme a sus
intenciones, y a la necesidad del crecido
30
Luis Javier Caicedo
30 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
número de habitantes. Que este poderoso
fundamento había excitado a varios
vecinos celosos a pensar sobre el remedio
de la falta de operarios espirituales,
estimulándoles el más doloroso estado en
que miran la juventud, sin tener Maestros
que sirvan para instruirla en las primeras
letras, Gramática y Filosofía, en aquella
Villa ni en toda la Provincia, siguiéndose
de esto grandes perjuicios así a los sujetos
pudientes como a los pobres porque
aquellos tienen que enviar a sus hijos a
Santa Fé, y éstos, por falta de facultades,
carecen de lograr una mediana instrucción,
resultando de aquí la continua vagancia y la
relajación de costumbres, siendo siempre
unos vasallos inútiles al Estado. Que para
evitar estos daños y otros que refería,
no hallaban dichos vecinos mejor medio
que el de la fundación de un Convento de
Franciscanos, de los de la Provincia de Santa
Fé que se componga de veinte sacerdotes
y cuatro legos con obligación de enseñar
las primeras letras, Gramática y Filosofía
y ayudar a los párrocos a suministrar el
pasto espiritual, según lo manifestaba
el Reverendo Obispo de Popayán en el
informe que se acompañaba (…)
“Y por cuanto visto, y examinado lo referido
en mi Consejo de Indias, con lo que informó
en el asunto el Comisario general de Indias
de la Religión de San Francisco y expuso mi
Fiscal, habiendo consultado en diez y seis
de diciembre próximo pasado, he venido
a acceder a la mencionada solicitud de la
Villa de Medellín, con la precisa calidad de
que la Provincia de observantes de Santa
Fé haga formal obligación de mantener
siempre en el Convento de expresada Villa
dos maestros de primeras letras, aunque
sean Legos, y otros dos de Gramática, y
todos cuatro de la aprobación de mi Virrey
de Santa Fé y del Reverendo Obispo de
Popayán” (Tomado de Emilio Robledo, op.
cit., págs. 623-626, subrayados fuera del
texto).
(10 bis) “Como se ve la cédula ponía al
padre Serna por encima de las autoridades
de la Provincia, facultándolo para una
función privativa del provincial, como era
nombrar a los religiosos para los oficios.
Este inusual procedimiento, jamás visto,
o por lo menos en muy raras ocasiones,
de saltarse las instancias y en este caso
ignorar la vía del provincial, haría más
tarde sospechosa la autenticidad de la
cédula, sobre todo porque el padre Serna
nunca quiso hacer demostración pública y
oficial de la misma, sino de su traslado”
(Mantilla, Luis Carlos. Los franciscanos
en Colombia, Tomo III, 1700 a 1830.
Volumen II. Bogotá: Ediciones Universidad
San Buenaventura, 2000, págs. 173-175,
subrayados fuera del texto).
(11) El mero tenor del escrito de Torres
es contundente en la negativa de las
pretensiones incluidas en el plan de
estudios:
“1°. Derecho Civil y Canónico. Que los
estudios de Derecho Civil y Canónico de
ningún modo estuviesen en un colegio
claustral, cual se supone ser el de la
expresada Villa y el mismo autor del
Plan en el artículo respectivo comprende
bien que no puede ser la intención de Su
Majestad semejante concesión. En efecto,
¿qué derecho enseñarían unos religiosos
observantes que no lo han aprendido en su
Convento Máximo de esta capital, de dónde
deberían ser sacados los maestros para este
fin; ni qué conocimientos pueden tener en
una Máteria tan ajena a su profesión, como
el Derecho Civil y Canónico, concordados
como debe ser y como se enseñan en el
Reino, con el real?
“2°. Que también debe excluirse del Colegio
de Medellín los públicos de Teología, o en
cuanto entenderse habilitados para obtener
grados en esta Universidad, ni en ninguna
otra del reino. La teología que se propone
enseñar en dicho plan es una teología
sistemática conforme a los principios de
la escuela de Escoto y esto sería inducir al
31
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
31Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
espíritu de partido tan reprobado en todas
las ciencias y mucho más en una tan sublime
y tan alta como la Teología no es escotística,
suarística ni tomística, sino evangélica (...)
“Actualmente se trata de la erección de un
obispado en la ciudad de Antioquia, capital
de la provincia del mismo nombre y de
donde dista la Villa de Medellín su subalterna
una sola jornada. A la erección del obispado
es consiguiente el establecimiento de un
seminario conforme al Concilio de Trento; y
allí podrán estudiar los jóvenes de Medellín y
de toda la diócesis las ciencias eclesiásticas
de su instituto y principalmente la teología,
sin los riesgos y las preocupaciones que
se han dicho y que a veces han turbado la
Iglesia y las repúblicas, como las famosas
Causas de Auxiliis.
“La Universidad entraría a hablar por menor
de los defectos que contiene el Plan en esta
parte, si no reprobara como generalmente
reprueba, el estudio de la Teología pública
en las aulas del pequeño Colegio de la Villa
de Medellín.
“Pero como la Universidad solo trata
acerca de los estudios públicos y no de
los monásticos, bien podrán los padres
del convento de Medellín tener sus aulas
privadas de Teología y aún enseñar en ellas
a los que quieran instruirse en sus escuelas,
sin aspirar a los grados académicos de las
universidades, ni que se reputen útiles y
bastantes para este efecto sus cursos (…)
“Se advierte que en el plan de Medellín, se
habla sólo de una escuela de primeras letras,
cuando en la real cédula se suponen dos
en que no debe caber dispensación, pues
importan cien veces más en semejantes
lugares los maestros de primera letras
que las aulas de Filosofía, de Teología y
de cualesquiera otras facultades. Todo el
mundo necesita saber leer, escribir, contar
e instruirse en los rudimentos de la fe; y
no todos quieren, pueden, ni necesitan ser
teólogos, juristas, ni filósofos (…)
“Principalmente descargados ya de otras
cátedras más bien de ostentación y de
ninguna utilidad o muy pequeña utilidad en
Medellín, como las de Derecho y Teología,
pueden dedicarse a las de Gramática y
primeras letras, en que al principio, tal vez
con más reflexión, se pensó únicamente.
Ni las rentas, ni la conventualidad que
habrá siempre en Medellín, permite otros
ensanches a sus estudios” (Guillermo
Hernández de Alba, Documentos para la
historia de la educación en Colombia. Tomo
VI, 1800-1806. Patronato Colombiano de
Artes y Ciencias. Bogotá, Editorial Kelly,
1985, págs. 297, 298, 299, 306 y 307).
(11bis). Gerardo Molina. “Universidad
oficial y privada”, en Memorias martes del
Paraninfo, Medellín, Ed. Universidad de
Antioquia, 1979, pág. 58).
(12) El ayuntamiento de Medellín protestó
el informe del claustro de la Santo Tomás,
por medio de Luis de Ovalle, quien a su vez
dio poder al doctor José Manuel Restrepo
para contestar el traslado de la censura
que hiciera la Universidad Tomística al
plan de estudios del colegio franciscano. El
memorial de Restrepo es del 11 de enero
de 1809, que en lo sustancial expone y
pide:
“Este cuerpo [el Cabildo] aunque apetece
tener en su patria todos los estudios que
puedan ilustrar aquella juventud, según
lo que pidió al Soberano y aunque ve lo
útiles que pudieran ser los de Derecho
civil y canónico para tener sabios y rectos
magistrados que gobernasen aquella
república, con todo no insiste vigorosamente
en que se le concedan. Conoce que son
bastante fundadas las objeciones hechas
por el Claustro de la Universidad y que por
ahora no podrían ser de tanta importancia
para la felicidad de la provincia de Antioquia,
como otros de primera necesidad (...)
“No sucede lo mismo con los estudios de
Teología. Estos en Medellín son de primera
necesidad (…)
“Así pido lo primero que en virtud de las
facultades concedidas en la real cédula de
32
Luis Javier Caicedo
32 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
19 de enero de 1804, se sirva mandar que
se funden en Medellín cátedras para estudios
públicos de Teología, Filosofía, Gramática y
dos de primeras letras, como lo previene la
real cédula de 1801.
“Pido lo segundo que mande vuestra
excelencia a la Universidad o a la persona
que tuviere a bien, el que forme el Plan de
estudios por el que se enseñe en Medellín la
Teología, la Filosofía, Gramática y primeras
letras.
“Pido lo tercero, que aprobado este Plan,
se sirva vuestra excelencia dar cuenta con
él a nuestro Soberano o al Tribunal que
lo represente, apoyando con su bondad
acostumbrada la solicitud del Cabildo de
Medellín, conforme a lo prevenido en la real
cédula de 1804. Por tanto,
“A vuestra excelencia pido y suplico se
sirva proveer como llevo pedido, pues en lo
necesario &ca.” (ídem., págs. 310-315).
(12bis) “Por otra parte, la obstinación del
Cabildo en que el fundador fuera el padre
fray Rafael de la Serna y no otro fraile de la
libre designación del Provincial, llevó a que
siendo aquel un religioso admirable por
muchos conceptos, pero que no acreditaba
las condiciones peculiares que requiere un
fundador, se hubiera convertido más bien
en la fuente de los conflictos que llevaron
por caminos tan discutidos la fundación, a
tal punto que de no haberse interpuesto
las guerras a partir de 1810, que sirvieron
como disculpa para excusar la suspensión
de la obra, muy posiblemente esta hubiese
fracasado por sí sola” (Mantilla, op. cit.,
pág. 159, subrayados fuera del texto).
(13) En carta dirigida al vicepresidente de
la República, el nuevo rector le anuncia:
“Con los más vivos sentimientos del placer,
tengo la satisfacción de participar a vuestra
excelencia la apertura de este colegio
efectuada el día 22 del próximo pasado
septiembre, a las 10 de la mañana, en la
que se vieron ostentar los rasgos más
generosos de la gratitud y el respeto hacia
vuestra excelencia y los demás dignos jefes
de la República, que con sus esfuerzos y
sacrificios, con que han sabido arrostrar
todos los peligros para restituir a nuestro
caro suelo aquella dulce calma que es
necesaria para entregarse al estudio de
las ciencias, nos han proporcionado el día
más feliz para nuestra provincia, en el
que vemos erigirse por la primera vez el
monumento majestuoso de la sabiduría
y la humanidad. Los semblantes de todos
los asistentes rebosaban de aquella sonrisa
agradable que producen la sensibilidad y
el agradecimiento” (Carta del padre Uribe
Mondragón al vicepresidente Santander, 6
de octubre de 1823, publicada en la Gaceta
de Colombia, e incluida en Luis Horacio López
Domínguez, compilador, Obra educativa de
Santander. Tomo I. Biblioteca Presidencia de
la República. Bogotá, Fundación Santander,
1990, págs. 125-126, subrayado fuera del
texto).
Y otra noticia, la Gaceta de Colombia
del 13 de julio de 1824 da cuenta de los
primeros actos literarios celebrados en
el Colegio de Antioquia, en los siguientes
términos:
“En el mes anterior se ha presentado
al público la juventud de este colegio a
manifestar su aprovechamiento y el esmero
que en su instrucción han puesto los
preceptores. Seis actos públicos literarios
han mostrado la fecundidad que encierra
el germen de educación del Colegio de
Antioquia. Un examen general de aritmética y
álgebra ofreció la juventud al vicepresidente
de la República en señal de gratitud por el
establecimiento del colegio; otro examen
general de lógica al secretario del interior,
Restrepo, hijo de aquella provincia; otro de
latinidad al anterior asesor, doctor Tobar, y
tras conclusiones sobre las mismas Máterias
se dedicaron a los ciudadanos benefactores
del expresado colegio, los señores Sáenz y
Barrientos. Esta es la principio [sic] de una
naciente casa de educación que promete
abundante cosecha, si de parte de los
preceptores y de los colombianos de la
33
CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003:
Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013
33Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
provincia de Antioquia se encuentra siempre
el interés que hasta hoy han empleado
en el progreso de la educación. Nosotros
felicitamos a la juventud antioqueña por
un acto que nunca la dominación española
le hubiera permitido presentar, y a los
padres de familia por las esperanzas que
deben inspirarles los primeros pasos de sus
hijos hacia la sabiduría” (ídem, pág. 184,
subrayados fuera del texto).
(14) En mayo de 2001 los profesores
Wilson Quintero y Jorge Ossa Londoño,
representantes de la Asociación de
Profesores ante el Consejo Superior de
la Universidad de Antioquia, solicitaron
abrir la discusión sobre la efeméride al
interior del claustro. El profesor Jorge
Ossa de la Facultad de Medicina, relata
esta intervención ante el Consejo Superior,
a partir del argumento esgrimido por las
autoridades universitarias de que las
celebraciones hacen parte de la autonomía
de la Universidad:
“Curiosa definición de autonomía la que
se encuentra implícita en esta declaración.
Colegimos, entonces, que autonomía ―en
la Universidad de Antioquia― es sinónimo
de decisión, incuestionable, del señor
Rector; pues en ningún momento hemos
escuchado el concepto autorizado del
Departamento de Historia, ni el consenso
de un grupo significativo de universitarios,
ni el producto de una reflexión al seno del
Consejo Superior.
“En el Consejo Superior actual está presente
el doctor Luis Fernando Duque Ramírez,
en representación de los ex Rectores y
todavía recordamos los profesores de hoy la
celebración de los 150 años, presidida por
él, en 1972. Entonces, ¿cuál es la posición
del señor ex Rector sobre la celebración del
bicentenario solo 29 años después? (...)
“Pero ¿qué es lo verdaderamente importante
en esta disputa? ¿Se justifica la discusión en
este nuestro país envuelto en llamas? ¿No
se tratará de ‘sensibilismos’, ingenuidades
o simples deseos de torpedear la fiesta?
Aquí debemos recordar de nuevo la visita
más reciente de un filósofo de talla mundial
cuando sentenció que ‘…quien se cree
por encima de cualquier situación y llega
a presumir que la sensibilidad social es
cuestión de caracteres débiles, se aproxima
a la pérdida del sentimiento moral. Podría
recibir, incluso, el adjetivo de sinvergüenza’.
“Acorde con nuestro limitado sentido de la
Historia, creemos que lo verdaderamente
importante es el proceso histórico
considerado en su contexto hermenéutico;
y no simplemente para no repetirlo, sino
para sentirnos constructores de nuestro
mundo; esto es, para alcanzar la mayoría
de edad como sujetos, como grupo social,
como nación.
“En tal sentido nos dirigimos al Consejo
Superior, en calidad de Representantes
profesorales (el profesor Wilson Quintero y
mi persona), para que abra la discusión sobre
la efeméride; con la seguridad de que con
ello no podrá quedar sino una experiencia
de democracia y de construcción de patria.
Pero, el Comité Rectoral no consideró
pertinente que el Consejo Superior conociera
esta solicitud, pues según ellos las Cortes
(Tribunal Administrativo de Antioquia y
Consejo de Estado) ya dirimieron el asunto.
Pero tal aseveración no es cierta; lo que
dichas providencias indican es que tales
tribunales no son competentes para dirimir
asuntos históricos.
“Es por ello que considero doblemente
interesante la aseveración de la profesora
Uribe: ‘...es la institución universitaria en
su autonomía la que puede decidir el tipo
de celebraciones que quiere realizar’. Pero
¿dónde reside la autonomía universitaria y
cómo definir el momento sicosociopolítico
de la Universidad de Antioquia de hoy?
“De una cosa estamos seguros: la discusión
académica no ‘agua la fiesta’; por el
contrario, en la institución académica, el
debate ‘pule y da esplendor’” (Jorge Ossa
Londoño, Verde Blanco. La Universidad de
Antioquia frente al espejo de la democracia.
Medellín, Fondo Editorial Biogénesis,
34
Luis Javier Caicedo
34 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013
Universidad de Antioquia, 2002, págs. 57-
59, negritas del texto).
(15) Tribunal Contencioso Administrativo
de Antioquia, Proceso de acción popular de
Luis Javier Caicedo contra la Universidad de
Antioquia y el Departamento de Antioquia.
Radicado Nº. 001.520-EEA.
El Tribunal Contencioso de Antioquia decidió
la acción popular por sentencia del 2 de
noviembre de 2000, conformando la sala
de decisión las magistradas Edda Estrada
Vélez (ponente), Nora Lucía Gómez Piza y
Beatriz Elena Jaramillo Muñoz. Del breve
texto de la sentencia extractamos los
siguientes considerandos:
“3. A la demanda presentada se le dio el
trámite propio de la Acción Popular, dado
que del libelo presentado se pudo apreciar
que los derechos que se invocan como
supuestamente vulnerados hacen relación
con los derechos colectivos enunciados en
el artículo 88 de la Constitución Nacional,
reglamentado y adicionado por el artículo
4º de la Ley 472 de 1998 que reglamenta
las acciones populares, y básicamente se
refieren a los establecidos en los literales f),
prescriben:
“f) La defensa del patrimonio cultural de la
Nación (...)
“4. La acción popular instituida por el
constituyente y regulada en detalle por la Ley
42 de 1998, no fue concebida para dirimir
debates históricos sobre hechos de la misma
naturaleza ocurridos hace dos siglos, cuya
celebración a la postre en determinada fecha
lejos de constituir un ataque o violación,
representa una defensa del patrimonio
cultural. Lo que se pretende mostrar en
esta acción como ‘DERECHO COLECTIVO A
LA INDEPENDENCIA NACIONAL’ e ‘INTERÉS
PÚBLICO DE CONSERVAR LA IDENTIDAD
DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA COMO
PATRIMONIO PÚBLICO’, constituye un
debate histórico y no jurídico, no es acertada
la afirmación de que la celebración que la
Universidad de Antioquia tiene prevista
para el año 2003 constituye un agravio
al ‘derecho colectivo a la independencia
nacional’ y sobre ‘el interés público de
conservar la identidad de la Universidad de
Antioquia como patrimonio público’, ya que
esto simplemente representa un punto de
vista que interpreta la historia nacional, que
es tan respetable como otro punto de vista
que interprete la historia nacional desde
otra perspectiva (…).
“6. En conclusión, no aparece acreditada la
violación de ningún derecho, porque no hay
ningún agravio sobre el derecho colectivo
a la independencia nacional y no se ha
afectado la identidad de la Universidad de
Antioquia como patrimonio público.
“En ninguna de las partes procesales se ha
observado acción temeraria ni mala fe, por
lo que no habrá lugar a imposición de costas
(art. 38, Ley 472 de 1998)” (Proceso Nº.
001.520-EEA, folios 248 y 249, mayúsculas
del texto).
Planteados así los considerandos, la
decisión del Tribunal fue contundente:
“NIÉGANSE las súplicas de la demanda”.
(16) Apelado el fallo, la Sala de lo
Contencioso Administrativo del Consejo
de Estado, integrada para el caso por los
magistrados Ana Margarita Olaya Forero
(ponente),AlbertoArangoMantillayNicolás
Pájaro Peñaranda, mediante sentencia del
8 de febrero de 2001, confirmó la decisión
del Tribunal Administrativo de Antioquia,
bajo las siguientes consideraciones:
“Del examen detenido del expediente no se
vislumbra que la conmemoración de los 200
años de la Universidad de Antioquia en el
año 2003 cause agravio alguno al patrimonio
público; considera la Sala que tal hecho no
contraría la normatividad legal vigente, ni
ocasiona un daño contingente, tampoco
amenaza o vulnera el derecho colectivo ni el
patrimonio cultural de la Nación.
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  • 1.
  • 2.
  • 3. No. 23 • Diciembre de 2013 Medellín, Colombia Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA ISSN: 0123-3386 Comité Editorial María Rocío Bedoya Bedoya Jorge Aristizábal Osa Sara Castro Gutiérrez Editor Carlos Enrique Restrepo Portada Diagramación y Diseño Mery Murillo Á. Diseñadora Todográficas Ltda. Composición de textos, prepensa digital e impresión Todográficas Ltda. Todograficas92@gmail.com ASOPRUDEA Bloque 22, oficina 107 Ciudad Universitaria Teléfonos 2195360 y 2636106 asoprudea@udea.edu.co http://asoprudea.udea.edu.co
  • 4. JUNTA DIRECTIVA 2013 – 2014 ASOCIACIÓN DE PROFESORES María Rocío Bedoya Bedoya .................................................................Presidenta rociob2006@yahoo.es Marìa Cecilia Plested Álvarez ................................................................Vicepresidenta plested@gmail.com Jorge Aristizábal Ossa .........................................................................Secretario jarist@une.net.co Walter Alonso Santos Abello.................................................................Tesorero walta13@gmail.com María Eugenia Villa Sepúlveda ..............................................................Vocal 1 mvillasepulveda@gmail.com Marco Antonio Vélez Vélez....................................................................Vocal 2 marco_vvg@yahoo.es José Joaquín García García...................................................................Vocal 3 yocolombiano@yahoo.com.mx Sara Yaneth Fernández Moreno ............................................................Suplente 1 spartacolombia@yahoo.com.mx Marta Luz Ramírez Franco ...................................................................Suplente 2 maluzisa@gmail.com Auxilio Ramírez Pérez .........................................................................Suplente 3 aurape@udea.edu.co Darío Gil Torres ..................................................................................Suplente 4 dabgito@yahoo.es Didier Álvarez Zapata ..........................................................................Suplente 5 dialnucleo@gmail.com Efraín Oviedo Regino...........................................................................Suplente 6 eoviedo@udea.edu.co Carlos Arturo Morales Vallecilla .............................................................Suplente 7 cmoralesvallecilla@gmail.com
  • 5.
  • 6. Tabla de contenido Editorial Poder constituyente: un compromiso ciudadano para la reconducción de la universidad pública María Rocío Bedoya Bedoya............................................................................ 9 Puntual Crítica a la celebración anticipada de los 200 años de la Universidad de Antioquia en 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 Luis Javier Caicedo.......................................................................................11 Dual Investigación científica y privatización del conocimiento en la Universidad de Antioquia (1990-2002). Una mirada a las Actas del Consejo Superior Universitario Juan Guillermo Gómez García........................................................................39 Nociones de investigación en la Universidad de Antioquia Selnich Vivas Hurtado...................................................................................53 Documental Dossier: I Foro Nacional Interuniversitario PODER CONSTITUYENTE: Compromiso ciudadano para la reconducción de la universidad pública Proceso constituyente en la Universidad de Nariño La reforma de la Universidad de Nariño. El debate: Universidad-Empresa-Estado o Universidad-Región-Estado María Elena Erazo Coral................................................................................65 La reforma en la Universidad de Nariño Julián Sabogal Tamayo.................................................................................77
  • 7. Historia de la reforma universitaria Vicente Fernando Salas Salazar.....................................................................89 Proceso constituyente en la Universidad del Tolima Constituyente universitaria: proyecto de autonomía, democracia y pensamiento Boris Edgardo Moreno / Carlos Arturo Gamboa / Andrés Tafur Villarreal Camilo Andrés Padilla...................................................................................99 Proceso constituyente en la Universidad de Antioquia Algunas reflexiones sobre lo constituyente en la Universidad de Antioquia Claustro de Profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias políticas...............117 Manifiesto de Medellín..........................................................................................127 Magistral Instituciones de la cultura libre Gabriel Zaid..............................................................................................133 La paradoja de la cultura en la universidad latinoamericana Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas........................................................137 Universidad-biopolítica. Razones para las nuevas luchas estudiantiles Carlos Enrique Restrepo..............................................................................151 Temporales, cátedra, ocasionales, cobertura, circulares, taxistas… sin Estado William de Jesús Estrada.............................................................................163 Solaz ¿Adónde se han ido los profesores? José Carlos Bermejo Barrera........................................................................167 Discografía navideña Víctor Villa Mejía........................................................................................169 Mirando hacia adentro. Una reflexión ante la labor docente Francisco Díaz Posada.................................................................................177
  • 8. 99Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 PODER CONSTITUYENTE: UN COMPROMISO CIUDADANO PARA LA RECONDUCCIÓN DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA discusiones teóricas para la construcción de una propuesta alternativa a la Ley 30 de 1992; la edificación de un paradigma de Universidad comprometido con las necesidades de la región desde el Bienvivir como modo de vida alternativo; y la necesidad de reformar la Universidad para hacer posible su misión con la sociedad. Los profesores de UDENAR piensan que “la gran mayoría de los(as) universitarios(as) no se resignan a ser pensados por otros, a que otros tracen nuestros destinos; aunque el camino sea incierto, lento y con altibajos preferimos arriesgarnos a tener que resignarnos a la miserable existencia de ejecutores mecánicos de políticas externas nacionalizadas que nos dejan sin sueños, sin utopías, por eso nos arriesgamos a hacer nuestros propios caminos para construir nuestro destino, por eso cumpliremos la tarea de volver a casa para mirar el mundo y construir una universidad-región con capacidad de autodeterminarse y que aporte a la construcción de una sociedad justa”. En cuanto a las reflexiones que nos deja la ponencia elaborada por los profesores del claustro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, cabe subrayar los siguientes interrogantes: ¿hasta qué punto podemos y queremos replantear la Universidad?; ¿realmente contamos con un movimiento profesoral multitudinario que esté dispuesto a hacerlo, teniendo en cuenta la gran cantidad de profesores ocasionales y de cátedra que tienen que preocuparse Durante los días 1 y 2 de agosto de 2013 y en el marco del proceso de análisis que que actualmente adelanta la Mesa Multiestamentaria de Análisis a la Transformación Institucional (MMATI) en la Universidad de Antioquia en respuesta al proceso de transformación organizacional iniciado por la directiva, los distintos estamentos universitarios nos dimos a la tarea de reflexionar, debatir e intercambiar experiencias sobre algunos procesos que se han llevado a cabo en distintos lugares del país sobre la Reconducción de la Universidad Pública de cara al actual modelo de educación, al proyecto de reforma de la Ley 30 de 1992 y al proceso de transformación organizacional, para nosotros institucional. En este evento nos nutrimos de los aportes realizados por profesores de distintas universidades, entre los que cabe destacar la ponencia sobre El paradigma Universidad-Región en la Reforma de la Universidad de Nariño que recoge los aspectos teóricos, la historia de la reforma universitaria y los aspectos sustantivos que dan cuenta del momento actual en el cual se encuentra el proceso de la Reforma en la Universidad de Nariño; y Algunas reflexiones sobre la constituyente en la Universidad de Antioquia, ponencia elaborada por el claustro de profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. Son muchos los aprendizajes que nos deja la experiencia de los nariñenses: las
  • 9. 10 María Rocío Bedoya Bedoya 10 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 por su cotidianidad?; ¿en dónde están las multitudes estudiantiles?; ¿estamos conectados con ellos?; ¿podemos comprendernos?; ¿hay acuerdos en relación con lo que queremos hacer de esta Universidad? De la Universidad del Tolima aprendemos la tenacidad del estudiantado, la voluntad política y el papel del profesorado, pero también el riesgo del voluntarismo, del aislamiento, de la timidez. De los estudiantes aprendemos el respeto en la diferencia, el aporte al debate desde las organizaciones, desde las Asambleas generales, desde los independientes, argumentos, claridades y preguntas pertinentes. Si no sueñan cambiar el mundo y la Universidad a los veinte, ¿cuándo? ¿Por qué vamos a Villavicencio y no a Bogotá? Las regiones hablan un pensamiento crítico propio, situado, que recoge lo que somos y las particularidades de cada quien. Si la universidad pública construye nación, tenemos que interrogarnos cómo se construye nación en cada una de ellas y desde cada rincón del país. ¿Por qué hacemos un Manifiesto lleno de voluntades, postura, desobediencia y esperanza? Porque no queremos el modelo organizacional que nos ofrecen, porque queremos seguir siendo instituciones públicas al servicio del país y de la nación, no de la empresa y del mercado, y porque queremos pensarnos para ser parte de la construcción colectiva del futuro, no obreros en cadena, maquiladores del saber de otros. Insistimos en la dinámica nacional, llamando a todas las universidades públicas. El modelo universitario que se impone es un modelo global, ordenado por agencias financiadoras que nada tienen que ver con lo público y por un Ministerio orientado a comercializar saberes y servicios, no a la formación ciudadana integral, constructora de ciudadanía. Sin duda, estamos ante un proceso complejo, que requiere estudio, debate, reflexión e inteligencia política. El proyecto de reforma a la Ley 30 de 1992 planteado por el gobierno de Juan Manuel Santos, la respuesta de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil MANE con la elaboración de un proyecto de reforma educativa alternativo, y el proceso de transformación institucional que se lleva a cabo en la Universidad de Antioquia constituyen una gran oportunidad que no deberíamos dejar pasar para discutir, intercambiar argumentos, hablar y avivar la discusión política, en una Universidad que cada vez se anula más debido al surgimiento de la técnica, los afanes de los indicadores y las urgencias del día a día. Eso, precisamente, es lo que nos debería animar a seguir debatiendo entre todos los estamentos: el sentido de nuestro quehacer universitario. Lo constituyente ya vendrá después, cuando las fuerzas sociales estén listas para ello. Además, el país vive el momento trascendental de las negociaciones de paz que pueden poner fin a un ciclo de violencia de más de medio siglo y dar paso a la construcción por parte de toda la sociedad de una nación más justa, democrática y equitativa para el siglo XXI. Nos corresponde como Universidad Pública repensar cuál es nuestro papel en este nuevo contexto. María Rocío Bedoya Bedoya Presidenta Asoprudea
  • 10. 1111Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 Luis Javier Caicedo* Enero de 2013 I. Introducción Una lectura, desde la cultura general, de los hechos y los documentos de la época de la Independencia permite apreciar que la Universidad de Antioquia no nació en 1803, porque el régimen colonial hizo fracasar el proyecto original gestado desde finales del siglo XVIII. Es más, la decisión de las autoridades virreinales en 1808 de negar el estudio de facultades mayores (Teología, Derecho y Filosofía) en el pequeño colegio que funcionaba en el convento de San Francisco de Medellín (que * Asesor de comunidades indígenas. Editor de la página www.albicentenario.com, sitio no oficial dedicado a los 200 años de la Independencia de Colombia y de Latinoamérica.
  • 11. 12 Luis Javier Caicedo 12 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 sólo dictaba primeras letras y gramática) fue un motivo determinante para que la elite antioqueña apoyara el Grito de Independencia de 1810; por lo que una de las primeras medidas de esa revolución en nuestro medio fue ordenar, mediante la Constitución estadual de 1812, la creación de “un colegio y universidad”, para lo cual se cerró el convento franciscano y en el mismo local empezó a funcionar al año siguiente el Colegio de Antioquia. Cuando las fuerzas patriotas ganan la guerra, el Congreso de Cúcuta dispone la fundación de la Universidad Central en Bogotá y de colegios con estudios mayores en las provincias. Entre ellos se restablece, el 9 de octubre de 1822, el Colegio de Antioquia, al que en 1827 se le autoriza la Facultad de Derecho. De ahí que esta institución –que en 1871 toma el nombre de Universidad de Antioquia– no sea de origen colonial sino republicano, siendo una conquista de las independencias de Antioquia y de Colombia. Este relato no es inventado. Hace parte del patrimonio colectivo, como es fácilmente verificable, porque el 9 de octubre fue establecido como Día Clásico de la Universidad; porque en 1922 se celebró el Centenario y con ese motivo se erigió el obelisco que hoy puede verse al frente del edificio antiguo en la Plazuela San Ignacio, y porque en 1972 se celebró el Sesquicentenario, coincidiendo con la inauguración de la Ciudad Universitaria. Todo hacía prever, entonces, que el Bicentenario correspondía en 2022. Sin embargo, en 1993, con un acto en la Facultad de Artes, la rectoría conmemoró los 190 años de fundación del Alma Máter y convocó a los 200 años para 2003, tomando como origen de la misma la construcción en 1803 del convento de San Francisco, con su pequeño colegio anexo. Desde1999elsuscritosedirigióalaRectoría, a la Vicerrectoría de Investigaciones, al Consejo Superior, al Departamento de Historia, al Departamento de Ciencia Política y a la Asociación de Profesores, tratando de hacer caer en la cuenta de que podía haber un error en la fecha de la efeméride. Pero, salvo la asociación docente, nadie hizo caso, y ni siquiera se abrió un espacio institucional para debatir el tema. Para medio informar a la gente, al suscrito le tocó acudir a pegar carteles y panfletos en los muros de la Ciudad Universitaria, cual grafitero trasgresor. Ya encima la conmemoración, a comienzos de 2003, se pronunciaron en contra de la efeméride anticipada el columnista Alberto Aguirre (q.e.p.d.) y la Academia Colombiana de Historia. El Congreso de la República archivó el proyecto de Ley de Honores presentado por los parlamentarios antioqueños y la Administración Postal Nacional negó la emisión de la estampilla solicitada por la Universidad. Finalmente la fiesta de los 200 Años se hizo en la fecha definida (octubre de 2003), aunque, en un gesto meritorio, las ediciones conmemorativas reconocieron que la fecha de fundación estaba en disputa1 . Empero, la Universidad sigue cabalgando sobre el imaginario colonial. No sólo el año 1803 quedó impreso en el impostado marco barroco que se le agregó al escudo del claustro, sino que en 2007 el presidente 1. Universidad de Antioquia. Memoria de una efeméride 1803-2003 (Eduardo Domínguez Gómez y Juan Guillermo Gómez Mejía Eds.), Medellín, abril de 2004. También el periódico Alma Máter de la época (Nº 514 de septiembre de 2003).
  • 12. 13 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 13Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 Uribe descubrió a la entrada del Paraninfo una placa conmemorativa en honor del rey Juan Carlos de Borbón, agradeciendo que su pariente Carlos IV hubiese mandado construir el edificio. La fundamentación es la misma que en 2003, como aparece en el relato histórico incluidoenlavoz“UniversidaddeAntioquia” de la enciclopedia virtual Wikipedia, según el cual el colegio-convento tuvo unas cátedras que no se dictaron, mientras se oculta que era un colegio de primeras letras; no se menciona que dicho colegio fue suprimido con la independencia sino que “entró en receso”; tampoco se nombra el nuevo Colegio de Antioquia creado por la Constitución de Antioquia de 1812, poniendo a los maestros-próceres a dictar clases en el limbo; se pasa por alto toda la reforma educativa nacional de la nueva República, y se reduce la fundación definitiva de 1822 a la simple instauración de un nuevo plan de estudios en el plantel: En los tiempos coloniales la sociedad antioqueña dependía de los colegios y universidades bogotanas y de los seminarios payaneses para la educación de sus hijos. Desde finales del período colonial los vecinos de la Villa de Medellín, actual capital del Departamento, solicitaron a la Corona española permiso para crear un colegio- convento. Esta iniciativa logró su cometido en 1801, por medio de la Real Cédula del 9 de febrero del mismo año, en el cual, el rey Carlos IV autoriza la creación del Colegio de Franciscanos. Esta primera fundación franciscana inició sus labores en el año de 1803, con la enseñanza de la Gramática, la Filosofía y el Latín, en un local del costado norte de lo que hoy es el Parque de Berrío, bajo la dirección de Fray Rafael de la Serna. El 2 de agosto del mismo año se puso la primera piedra y se inició la construcción de lo que actualmente es, en la Plazuela de San Ignacio, el Paraninfo, Aula Máxima de la Universidad. El Real Colegio de Franciscanos entró en receso con la revolución de la independencia de Colombia, pero sirvió de base para las cátedras de gramática y filología que dictaron los próceres de la independencia Miguel Uribe Restrepo, Liborio Mejía y José Félix de Restrepo. En 1822, consolidada la independencia nacional, el Vicepresidente de la República, General Francisco de Paula Santander, promovió la instauración de un nuevo plan educativo en el plantel, que adquirió el nombre de Colegio de Antioquia. Cinco años más tarde, el Presidente Simón Bolívar concedió la autorización para impartir enseñanza en jurisprudencia (Consultada el 14 de enero de 2013). Es preocupante que trascurridos diez años se siga sosteniendo un discurso plagado de inexactitudes. Por eso, y aspirando a que se hayan superado las circunstancias que impidieron en la década pasada el debate, es oportuno dar al público los presentes elementos ilustrativos sobre la época fundacional de la Universidad de Antioquia, que tal vez no sean el “pasto espiritual” que pedían los antioqueños en 1794, pero igual sirven para alimentar la cultura. El presente artículo es el resumen del libro inédito Orígenes republicanos de la Universidad de Antioquia y de la educación superior pública en Colombia (2004); resumen que a su vez fue incluido como un capítulo del libro, igualmente inédito, Disputas por la historia en los Bicentenarios de Colombia y Latinoamérica (2009). Este último libro consta de los siguientes capítulos: 1. La celebración anticipada de los 200 años de la fundación de la Universidad de Antioquia 2. La política gubernamental de no- celebración frustró el Bicentenario colombiano 3. La renuncia del indígena Lorenzo Muelas a la Comisión de Honor del Bicentenario,
  • 13. 14 Luis Javier Caicedo 14 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 o la memoria del despojo y el etnocidio que produjo la independencia 4. La construcción del bicentenario latinoamericano y los intentos de España por hispanizar la celebración de las independencias De los capítulos referenciados, el segundo recibió mención en la “2da Convocatoria Internacional ‘Bicentenarios en Acción’” (2011), organizada por las universidades The New School de New York, UBA de Argentina y UNAM de México. Y el capítulo cuarto fue publicado, por invitación, en la revista Caravelle, Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien (N° 94, 2010) de la Universidad de Toulouse, Francia. Esperemos que la presente y precaria edición del capítulo primero merezca a lo menos una mirada de la comunidad universitaria. Agradecido de aquellas personas que creyeron en la sinceridad y pertinencia del debate acerca de la fecha de fundación de la Universidad. El autor. II. La celebración anticipada de los 200 años de la fundación de la Universidad de Antioquia Identificar la fecha de fundación de un pueblo suele suscitar polémicas, no sólo por la diversidad de fuentes y de argumentos que se tienen para precisar temporalmente el hecho, sino también por la diferente valoración del papel de factores sociales, económicos, religiosos o político-administrativos que inciden para que tal fundación se lleve a cabo. Lo cierto es que precisar con exactitud esa fecha es un ejercicio valioso, sobre todo en el momento de las celebraciones, pero más aún cuando se quiere constatar que la cohesión, la identidad y la pertenencia local, es decir, la existencia de un proyecto colectivo en torno a un lugar geográfico, resiste el paso del tiempo y las adversidades que a diario someten a prueba esa idea del destino común fundada en el arraigo territorial. Juan Carlos Vélez (1)2 1. Cronología básica Las fechas claves para acercarse a los orígenes de la Universidad de Antioquia son las siguientes: 1727. Fundación de un colegio jesuita en la provincia de Antioquia. 1767. Expulsión de los jesuitas. Antio- quia se queda sin colegio, y con muy pocos religiosos que suministren el pasto espiritual. Sólo las familias más pudientes pueden enviar a sus hijos a los únicos colegios mayores existentes en el virreinato: San Bartolomé, del Rosario, San Buenaventura y Universidad de Santo Tomás en Santafé, y seminario de Popayán. Enero de 1794. Solicitud del Cabildo de Medellín a la corte de España para que expida las cédulas reales necesarias para que se autorice una fundación franciscana con colegio en la Villa de la Candelaria de Medellín. Para levantar la obra, los vecinos ofrecían dineros recogidos, legados, ornamentos religiosos, y el trabajo de esclavos y peones. Población de Medellín: de 20 a 25.000 almas. 14 de febrero de 1797. Cédula real dirigida conjuntamente al virrey, a la Real Audiencia 2. Las notas indicadas entre paréntesis aparecen al final del documento [N. de los Eds.].
  • 14. 15 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 15Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 y al obispo diocesano de Popayán en que se les pide enviar a la corte un informe que dé cuenta de la conveniencia de atender la solicitud de los vasallos de la provincia de Antioquia. 2 de febrero de 1801. El rey Carlos IV expide en Aranjuez la real cédula por la cual concede licencia para la fundación de un convento de religiosos franciscanos en Medellín, con la precisa obligación de “mantener siempre en el convento de la expresada villa dos maestros de primeras letras, aunque sean legos, y otros dos de gramática”. 1803. 21 de marzo: llegan cinco franciscanos a Medellín, con fray Rafael de la Serna en calidad de fundador. 20 de junio: se empiezan a dictar clases en una casa del marco de la plaza mayor (hoy Parque de Berrío). 2 de agosto: se coloca la primera piedra de la Iglesia, Convento y Colegio de San Francisco en la actual plazuela de San Ignacio. 19 de enero de 1804. Nueva real cédula, por la cual se aprueba una solicitud del ayuntamiento de Medellín para que se confirmase el nombramiento de fray Rafael de la Serna, y se le autorizase para preparar un plan de estudios mayores y menores, y para sacar de la Provincia de Santafé los religiosos que considere necesarios para el adelantamiento de la obra. 10 de agosto de 1806. Fray Rafael de la Serna presenta al virrey en Santafé el plan de estudios de facultades mayores y menores para el colegio de Medellín. 22 de noviembre de 1807. En Santafé, el claustro de doctores de la Universidad de Santo Tomás (el ICFES de la época), reprueba el plan de estudios. 25 de enero de 1808. El doctor Camilo Torres Tenorio, representante del Colegio Mayor del Rosario ante el Claustro Tomista, presenta el informe definitivo, por el cual se restringe el alcance del colegio fundado en la remota villa de Medellín a una escuela de primeras letras y de gramática, en razón de que “importan cien veces más en semejantes lugares los maestros de primeras letras que las aulas de filosofía, de teología y de cualesquiera otras facultades. Todo el mundo necesita saber leer, escribir, contar e instruirse en los rudimentos de la fe; y no todos quieren, pueden, ni necesitan ser teólogos, juristas ni filósofos”. 11 de enero de 1809. El Cabildo de Medellín apela esta decisión. 20 de julio de 1810. Grito de independencia en Santafé (de Bogotá). 1810. Agosto 9: El español Pedro Sáenz recibió en Rionegro una carta en donde se le informaba acerca de los acontecimientos sucedidos en Santafé el 20 de julio anterior. Agosto 10: El Cabildo de Antioquia invitó a sus pares de Rionegro, Medellín y Marinilla a que se reunieran en Congreso provincial. Agosto 30: Se instaló el Congreso provincial, el cual terminó sesiones ocho días después. Septiembre 1: Se formó la Junta de gobierno, presidida por el gobernador, realista, nacido en Panamá, Francisco de Ayala. 1812. Se clausura el convento franciscano de Medellín. Juan del Corral ordena la expulsión del Estado del padre Rafael de la Serna, acusado de perjudicar la causa de la emancipación (fue sorprendido quemando en su cuarto de clausura ejemplares de La Bagatela, el periódico de Antonio Nariño). La Constitución del Estado Soberano de Antioquia de ese año dispuso: “Habrá igualmente un colegio y universidad en que se enseñe a los jóvenes de toda la provincia la gramática, la filosofía en todos
  • 15. 16 Luis Javier Caicedo 16 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 sus ramos, la religión, la moral, el derecho patrio con el público y el político de las naciones”. 11 de agosto de 1813. Independencia absoluta de Antioquia. 1813. Las nuevas autoridades fundan el Colegio de Antioquia, que empieza a funcionar en el edificio del convento franciscano todavía en construcción. Primeros rectores: Miguel Uribe Restrepo y Liborio Mejía. Provenientes de Popayán, acosados por el avance de las fuerzas realistas, se vinculan al claustro Francisco José de Caldas y José Félix de Restrepo. Los alumnos alternan sus estudios con los campos de batalla. 1814. Caldas funda la Escuela de Ingenieros Militares en Medellín. 1816-1819. El ejército pacificador de Pablo Morillo vence a las tropas patriotas. Mueren en el cadalso Liborio Mejía, el sabio Caldas y su tío Camilo Torres. Miguel Uribe enloquece a la vista de sus compañeros ejecutados. En Medellín se perdona la vida a José Félix de Restrepo, quien queda al frente del colegio. 1819. Las tropas patriotas, bajo el mando de Bolívar, Santander, Anzoátegui y Soublette, triunfan en el puente de Boyacá y toman la capital del virreinato, a la que le suprimen el “Santafé”. Congreso de Angostura. Créase la República de Colombia (Gran Colombia). El antiguo virreinato de “Nueva Granada” toma el nombre de “Cundinamarca”. 1821. Libres Nueva Granada y Venezuela, y próxima la libertad de Quito, se reúne en Cúcuta el primer Congreso de la nueva nación llamada Colombia. José Félix de Restrepo y Juan Manuel Restrepo asisten por Antioquia. El 28 de julio el Congreso expide la ley de educación que ordena crear colegios y casas de estudios en distintas partes del país, accesibles a los nuevos ciudadanos, con currículos que abandonan el clericalismo a favor de la ilustración, y asigna para su funcionamiento los edificios de los conventos que se clausuren. 1822. Bajo la presidencia de Bolívar, el vicepresidente Santander y su ministro del interior José Manuel Restrepo crean los colegios de Boyacá (Tunja), Antioquia (Medellín), San Simón (Ibagué) y Loja (Quito, luego Ecuador), y la Universidad de Mérida (Venezuela). El 9 de octubre se expide el Decreto que crea el Colegio de Antioquia: “Art. 1. Se establece un colegio en la villa de Medellín, de la provincia de Antioquia que se denominará colegio de Antioquia, a cuyo fin se destina el edificio del convento suprimido de san Francisco con todas sus anexidades”. 1823. El 24 de enero se abren las clases de primeras letras en el nuevo colegio. El 1º de abril asume la rectoría José María Uribe Mondragón, hasta entonces cura de Hato Viejo (hoy Bello). El 22 de septiembre se inauguraron las cátedras de gramática, retórica, filosofía y mineralogía. 1823-1824. En Cundinamarca se crean los colegios de Santa Librada (Cali), el Istmo (Panamá), Guanentá (San Gil), Santa Marta y Cartagena, y en Venezuela, de Cumaná y Guayana. 1826. El Congreso establece las Universidades Centrales de Caracas, Bogotá y Quito. La de Bogotá, germen de la Universidad Nacional de Colombia, se cierra en 1828, ante el fracaso de desmantelar los intereses ligados al Colegio del Rosario (el de San Bartolomé lo asume la nación, porque los jesuitas estaban expulsados desde 1776).
  • 16. 17 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 17Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 1827. A su regreso de la campaña del sur, el Libertador firma el decreto del 2 de diciembre que crea la Escuela de Jurisprudencia en Medellín, adscrita al Colegio de Antioquia. El mismo año se funda la Universidad de Popayán, sobre la base del antiguo colegio-seminario franciscano. 1834. Se solicitan estudios de medicina en Medellín, pero no se aprueban. 1871. En la época federal, gobierno de Pedro Justo Berrío, la Legislatura de Antioquia expide la Ley 198, por la cual el Colegio del Estado se transforma en la Universidad de Antioquia. 2. El itinerario de las celebraciones centenarias de la Universidad La Universidad de Antioquia, ubicada en Medellín, capital del Departamento de Antioquia desde 1826, es la segunda universidad pública en importancia en Colombia, y sin duda hace parte del proyecto cultural de los antioqueños, quienes la tienen como su Alma Máter. La Universidad de Antioquia tiene por su Día Clásico el 9 de octubre de cada año, en recuerdo del día memorable de 1822 en que, bajo la presidencia errante de Simón Bolívar, el vicepresidente Santander y su ministro José Manuel Restrepo firmaron el decreto que estableció de manera definitiva el Colegio de Antioquia, dándole por sede el edificio que aún posee la Universidad en la Plazuela de San Ignacio de esta ciudad, con lo cual se legalizaba al interior de la nación recién libertada el colegio que como un hecho revolucionario había establecido en 1813, en el mismo sitio, la generación de Juan del Corral, José Manuel Restrepo, Francisco José de Caldas, Miguel Uribe Restrepo, Liborio Mejía y José Félix de Restrepo, entre otros, utilizando para ello el edificio del convento y colegio de San Francisco, empezado a construir en 1803 y suprimido por la misma revolución de independencia. Se suponía entonces que ese 9 de octubre de 1822 se correspondía con la fecha de fundación del Alma Máter. Había además buenas razones para tenerla por tal, ya que la Universidad y la sociedad antioqueña en general habían celebrado con gran pompa y boato el primer centenario en 1922 (aparte de las ceremonias, hubo un concurso sobre la historia del establecimiento educativo, se colocó una columna emblemática al frente del Paraninfo de la Universidad y el Congreso Nacional expidió la respectiva ley de honores), y en 1972 se conmemoró el sesquicentenario, aunque esta vez con menos pompa y más bien opacado por las turbulencias estudiantiles que signaron ese tiempo en todo el continente. Sólo en una ocasión, en 1953, en el marco de los desvíos generalizados de la época de La Violencia partidista, la Universidad tomó la fecha de 1803 como la de su fundación, procediendo a celebrar aquel año el sesquicentenario. Como se recordará de la cronología, el 2 de agosto de 1803 se puso la primera piedra de la construcción del “Combento, Yglecia y Colegio de nuestro Seráfico Padre San Francisco de Medellín”. El cambio de fechas en esa época tiene una explicación lógica en la historia política reciente del país que, si bien no la justifica, por lo menos le da algún sentido: La Hegemonía Conservadora duró desde 1886 hasta 1930. Este año, por la división de los conservadores, el partido liberal llegó al poder, y como era terriblemente usual, excluyó a los conservadores de todas las esferas del gobierno. El Departamento de Antioquia no fue ajeno a esta lógica, y así el nuevo gobierno liberal expulsó a los profesores conservadores
  • 17. 18 Luis Javier Caicedo 18 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 del claustro universitario. Los estudiantes conservadores se solidarizaron con sus maestros y entrambos se propusieron crear una nueva institución educativa, consiguieron una sede por los lados de la antigua Plaza de Cisneros y muy pronto obtuvieron el patronato del arzobispo de Medellín. De esta manera se creó en 1936 la Universidad Pontificia Bolivariana, en honor de Simón Bolívar, héroe icónico del partido conservador. Para conmemorar en 1940 el centenario de la muerte del general Santander, héroe de los liberales en el poder, el gobierno erigió una estatua suya en la plazuela de San Ignacio, al frente del edificio de la Universidad de Antioquia. Cuando en 1946, por la división de los liberales, los conservadores volvieron al poder, se invirtió la situación, y en esta ocasión fueron los conservadores quienes tomaron el control del Alma Máter y expulsaron a los profesores liberales, quienes a su vez fundaron la Universidad de Medellín en 1950. En el nuevo escenario, al interior de la Universidad de Antioquia se aplica íntegro el proyecto político de Laureano Gómez: confesional, hispanista y profranquista. Se restablece la misa semanal, se consagra el claustro a la Virgen de los Dolores, se recortan los derechos estudiantiles y se proclama una nueva fecha de fundación de la Universidad, tomando por tal el 2 de agosto de 1803, con lo cual se conseguían varios propósitos valiosos para los gobernantes en turno: reafirmar la vocación religiosa del establecimiento educativo, resaltar su origen hispánico y nobiliario, tomar retaliación frente al liberalismo y borrar al general Santander de la historia de la Universidad. A este respecto, son los propios historiadores del Alma Máter quienes develan la índole amañada y retardataria de la celebración de 1953, como puede verse en el volumen Universidad de Antioquia. Historia y presencia, publicado en 1998, donde en el artículo “Bajo el manto de la Virgen de los Dolores” la socióloga María Teresa Uribe expresa que revivir el mito de origen hizo parte de la estrategia de Laureano Gómez dirigida a reconquistar la educación pública para la civilización cristiana, contraponiendo civilización con barbarie, y a resaltar el origen católico e hispano de la Universidad (2). Por su parte, en la misma obra, en el artículo “Celebración del sesquicentenario de la Universidad”, el historiador Andrés López Bermúdez observó que las notas distintivas de la efeméride de 1953 fueron el conservadurismo, el centralismo, el autoritarismo y el nacionalismo franquista (3). Años después, pactado el perdón y olvido sobre la muerte de los cien mil campesinos en la época de La Violencia, el Frente Nacional abrió la Universidad de Antioquia a los dos partidos, y dentro de las medidas simbólicas del nuevo régimen el entonces Consejo Directivo de la Universidad decretó en 1965 como Día Clásico del establecimiento el 9 de octubre de cada año, en memoria del decreto del 9 de octubre de 1822 (4). En concordancia con lo anterior, en 1972 se rectificaron los fastos partidistas de 1953, procediéndose de nuevo a la celebración del sesquicentenario, en concordancia con la tradición de 1922 (5). Transcurridas otras dos décadas, en 1993, con una exposición en la Facultad de Artes, las directivas de la Universidad de Antioquia celebraron lo que llamaron los 190 años de la Universidad y convocaron el Bicentenario para 2003, retrocediendo de nuevo la fundación a la época de la colonia. Toda vez que para finales del siglo XX
  • 18. 19 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 19Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 y comienzos del XXI no mediaban en el ambiente nacional ni educativo pugnas partidistas ni religiosas, y por el contrario la universidad pública había consolidado su carácter secular y los partidos tradicionales tenían poco aliento a su interior, volver sobre el mito de origen de la Universidad de Antioquia no parece tener motivos ideológicos, sino obedecer a una mera estrategia de relaciones públicas, dirigida a mejorar la imagen de la institución y a conseguir un refuerzo de sus finanzas. En este sentido, puede hablarse de la celebración de los 200 años de la Universidad de Antioquia en 2003 como un típico “pseudoevento”, de los que hace mención José Nun, ministro de cultura de Argentina, en la clausura de los “Debates de Mayo II”, foro preparatorio del segundo centenario de la independencia de su país: “Voy a empezar explicando muy brevemente por qué en esta sesión nos plantearemos la disyuntiva de que la celebración del Bicentenario resulte un evento o un pseudoevento. Daniel Boortin, un prestigioso historiador norteamericano que dirigió durante varios años la Biblioteca de Washington, fue quien acuñó la noción de pseudoevento. Recuerdo que usaba un ejemplo muy claro. Ocurrió que un hotel de San Francisco andaba bastante mal y entonces al gerente se le ocurrió llamar a una agencia de publicidad para que levantase tanto su imagen como sus ventas. Llegaron los expertos y, para su sorpresa, de entrada no le pidieron ver las habitaciones o los restaurantes o las diversas salas. Le preguntaron, en cambio, cuándo se había inaugurado el hotel y, al enterarse de la fecha, repusieron de inmediato: ‘Quiere decir que el año que viene este hotel va a cumplir 75 años. ¡Ya tenemos la campaña!’. Formaron de inmediato un comité presidido por un ex coronel herido en Vietnam, por varios magnates, artistas y políticos y lanzaron una gran campaña celebrando los 75 años de la creación del hotel. Y –créase o no– las ventas subieron inmediatamente y el hotel se llenó de huéspedes. Ésta, decía Boortin, es la típica creación de un pseudoevento. Sin la intervención de la agencia de publicidad, a nadie le hubiera importado que el hotel cumpliese o no 75 años” (6). 3. En 1803 no se concretó el proyecto colectivo de tener estudios superiores en la Villa de Medellín ParajustificarlacelebracióndelBicentenario en 2003, la Universidad de Antioquia no acudió a los argumentos conservaduristas de 1953, pero el resultado fue el mismo: negarle la fundación de la Universidad a la generación de la independencia y endosársela gratuitamente a los españoles y al clero. El mensaje es claro: “La Universidad de Antioquia fue fundada en 1803 por fray Rafael de la Serna, con base en la autorización del rey Carlos IV en la cédula de 1801”. ¿Pero es esto cierto? ¿Corresponde a un hecho histórico verificable? Elnuevoargumentodelclaustroantioqueño consiste en afirmar que en el año 1803, con la organización del colegio al interior del convento franciscano, se coronan con éxito las gestiones que desde 1794 adelantaba el Cabildo de Medellín ante el rey de España, concretándose la aspiración de la sociedad medellinense de contar con un centro de “estudios superiores” en la Villa, sin tener que enviar a los jóvenes a Santafé (de Bogotá) o Popayán, únicas ciudades con tal privilegio en el virreinato, situación que condenaba a la ignorancia y el atraso a la clase comercial y minera emergente en Antioquia. Lo que se debe celebrar, por tanto, según los descargos de la Universidad, es la continuidad del proyecto cultural antioqueño, que habría sobrevivido incólume al tránsito de la Colonia a la Independencia (7).
  • 19. 20 Luis Javier Caicedo 20 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 Para acceder a esta conclusión se deja de lado la evidencia histórica y se acude a un concepto difícil de precisar y de controlar en el alcance de sus implicaciones, como es el del “origen difuso” de la Universidad de Antioquia: “El Colegio-universidad se sitúa, desde sus inicios, en una frontera ambigua cuyas tensiones marcan, para bien o para mal, sus primeros años como institución (…) Así, pues, la frontera difusa en la que se sitúan los orígenes del Colegio-universidad, entre la colonia y la República, marcan su impronta sobre el devenir de esta institución” (ídem). Con esta percepción imprecisa, que tiene por único sentido demostrar la continuidad lineal del proyecto social y cultural más grande de los antioqueños, termina atribuyéndosele un carácter universitario al Colegio de Nuestro Seráfico Señor San Francisco de Medellín, carácter que nunca tuvo, como está suficientemente probado. De ahí que se hable del paso “del Convento-universidad al Colegio- universidad”, igualando en un solo proyecto dos proyectos educativos completamente distintos y hasta excluyentes, que nunca se fundieron, y por el contrario culminaron en la abrogación del primero en el fragor de la guerra, cuando el gobierno insurgente no se limitó a “asumir la dirección del Colegio” y cambiar los profesores y el currículo, sino que clausuró el convento-colegio, expulsó al fundador (quien quemaba en la intimidad de su celda los ejemplares de La Bagatela de Nariño) y se quedó con su edificio y rentas, fundando sobre estas ruinas un nuevo Colegio. Esto es tanto como decir que la independencia de Colombia no se dio entre 1810 y 1819 sino con la Revolución de los Comuneros de 1781, que es cuando inicia el proyecto independista de los criollos (no importa que el movimiento haya sido frustrado por la traición del arzobispo-virrey), o desde el mismo 1500, cuando comienza la resistencia indígena contra el invasor extranjero. Aunque los historiadores no gustan hoy de apelar a mecanismos escolares de interpretación histórica como el que distingue entre antecedentes remotos y próximos de un acontecimiento, son peores los efectos de concebir una historia lineal, que no contribuye para nada a construir identidad, ciudadanía y modernidad. Por muchos esfuerzos que haga la Universidad por apelar al proyecto cultural antioqueño, lo evidente es que no es cosa de poca monta determinar el momento en que dicho proyecto se hace realidad, porque de ello depende la identidad misma del Alma Máter: O la Universidad de Antioquia es una institución de la Colonia o una institución de la República; la fundaron los españoles o la fundamos los colombianos. Que se trató una fundación netamente republicana se percibe de los propios relatos de la época. En este sentido las crónicas de José Antonio Benítez, “El Cojo”, que éste comenzó a escribir diez años antes de la independencia (1797), prueban de puño y letra de un personaje de la época, por demás escribano público y padre de familia de uno de los primeros alumnos matriculados en el colegio en junio de 1803, que la Fundación Franciscana de la Villa de Medellín fue abolida por la República: “Cuando se estableció el nuevo Gobierno Republicano en esta Provincia de Antioquia a pedimento del Procurador General de esta Villa, resolvieron las Cámaras, tomándose los Informes necesarios, que mediante a que los Devotos Padres Provinciales de Santa Fé, no protegían la Fundación de San Francisco ni le remitían Socios Geniales al Padre Fundador Fray Rafael de la Serna, ni guardaban armonía con él, y últimamente
  • 20. 21 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 21Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 que no había de tener efecto dicha Fundación, se sancionó su abolición y se decretó que la Fábrica de Iglesia, Convento y Rentas se redujese a la erección del Colegio, y Casa de Artes Mayores y Menores, inclusive la Escuela de Primeras Letras, como un destino el más útil a la educación de la Juventud y a la Sociedad. Se abrió la Aula, y Cátedra de Filosofía el Día veinte y uno de Marzo del año de mil ochocientos trece, siendo el primer Catedrático, el Doctor Miguel de Uribe Restrepo, y por haberse avecindado en Antioquia, siguió dictando el curso, el Señor Doctor Félix José de Restrepo y Vélez a quien nombró el Gobierno de Catedrático. Con la entrada del Gobierno Español en el año de 1816 se suspendió esta Cátedra; pero habiendo entrado el Gobierno republicano el año de mil ochocientos diez y nueve se volvió a abrir en el Claustro del Colegio el Día 22 de septiembre, siendo Catedrático el Doctor Francisco Antonio Obregón; y es el primer Rector de este Colegio el Señor Doctor José María Uribe Presbítero, y la Cátedra de Gramática se abrió el día 3 de marzo de mil ochocientos veinte y tres, siendo su Catedrático, el Señor José Ignacio Escobar y Vélez” (9). La localización del fundamento en la idea, los sueños o el proyecto cultural antioqueño, sumada a la indiferencia hacia la transformación producida por el rompimiento de los lazos con España, impide apreciar que, en el nivel macro, un régimen moribundo como el colonial de principios del siglo XIX estaba demasiado agotado como para engendrar una institución tan vital como la educación superior pública en nuestro país. Más específicamente, esta perspectiva tiende una nebulosa sobre los textos que dificulta leer en los documentos que el colegio franciscano a que se quiere remontar la fundación de la Universidad de Antioquia nunca tuvo carácter de establecimiento de estudios mayores (ni la cédula real de 1801 lo dice ni el claustro de la Universidad Santo Tomás lo permitió); hace olvidar que el colegio franciscano fue cerrado, clausurado, “suprimido” con la revolución (porque no era ese remedo de colegio a lo que aspiraban los medellinenses), y no deja apreciar que el Alma Máter viene a ver la luz no como un hecho antioqueño aislado, sino en el marco de la transformación educativa producida a nivel nacional y continental por la revolución de independencia entre 1810 y 1824. Ya se vio en la cronología esbozada que para finales del siglo XVIII no existían en Antioquia establecimientos de educación de ninguna clase. Las primeras letras las aprendían los interesados (los pudientes dentro de la sociedad esclavista existente) de manos de algunos religiosos que se prestaban de oficio a impartir la instrucción mínima, o de algunos laicos que a manera de maestros errantes recorrían el reino. De ahí en adelante tenían las familias que enviar a sus hijos al Colegio Mayor del Rosario, al Colegio Mayor de San Bartolomé o al Colegio de San Buenaventura (franciscano) en la capital del virreinato, o al colegio seminario franciscano de Popayán o, tardíamente, al Colegio Pinillos de Santa Cruz de Mompox. Sólo en estos colegios se podían cursar cátedras de teología, jurisprudencia y gramática, los estudios superiores de la época, a los que se agregó el estudio de la filosofía, entendida como ciencias naturales, en contraposición a las ciencias reveladas. El otorgamiento de grados estaba reservado por el rey a la Universidad Santo Tomás (de los padres dominicos). De ahí que las diligentes gestiones adelantadas por el cabildo de Medellín desde 1794 tuvieran por objeto que el rey les autorizara la creación de un Colegio, “donde cursasen los jóvenes, a lo menos las facultades precisas para el servicio de la iglesia y gobierno político”, lo que –dadas las circunstancias de su tiempo y la particular religiosidad de los antioqueños– creían que podrían obtener más fácil si presentaban
  • 21. 22 Luis Javier Caicedo 22 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 la propuesta de colegio como anexa a la creación de una orden religiosa, en este caso los franciscanos, dada la expulsión de la Compañía de Jesús. El rey Carlos IV, padre de Fernando VII, de quien nos independizamos gracias a la ambición y a la perfidia de Napoleón, autorizó por cédula real de febrero de 1801 la fundación del Convento franciscano en la Villa de Medellín, disponiendo que siempre tuviera dos maestros de primeras letras y otros dos de gramática (10). Para dirigir la fundación, el provincial seráfico designó al religioso bogotano fray Rafael de la Serna. La limitación de las asignaturas autorizadas a primeras letras y a gramática llevaron al ayuntamiento de Medellín a solicitar que se autorizara formar un plan de estudios mayores y menores, a lo que el rey accedió en la nueva cédula real de 1804 (cédula que, al decir de los historiadores franciscanos, nunca existió, es decir, se falsificó) (10bis), con base en la cual el padre Serna presentó en 1806 un plan de estudios al virrey de Santafé, que incluía los cursos mencionados de teología, derecho civil y canónico, filosofía y gramática. El virrey entregó el expediente a la Universidad de Santo Tomás, la que a su vez conformó un claustro de doce doctores para estudiar dicho plan, el cual fue reprobado desde la vista inicial en 1807 y de manera definitiva en 1808, con base en un estudio preparado por el abogado payanés Camilo Torres Tenorio del Colegio del Rosario (redactor en 1809 del célebre “Memorial de agravios”), quien, luego de hacer un análisis –peyorativo por demás– de la situación de Medellín, de la dimensión del colegio franciscano y del contenido de las dos cédulas reales concluye que en Medellín sólo se necesitan escuelas de primeras letras y no teólogos, juristas ni filósofos; que el colegio previsto nunca pasaría de ser un colegio claustral; que las rentas existentes sólo alcanzaban para sostener un pequeño colegio, y que no pudo ser la intención del rey autorizar el estudio de las facultades mayores. El aparte más significativo del concepto del futuro prócer y mártir dice: “Se advierte que en el plan de Medellín, se habla sólo de una escuela de primeras letras, cuando en la real cédula se suponen dos en que no debe caber dispensación, pues importan cien veces más en semejantes lugares los maestros de primera letras que las aulas de Filosofía, de Teología y de cualesquiera otras facultades. Todo el mundo necesita saber leer, escribir, contar e instruirse en los rudimentos de la fe; y no todos quieren, pueden, ni necesitan ser teólogos, juristas, ni filósofos” (11). En consecuencia, las autoridades del virreinato rechazan la parte del plan de estudios referente a estudios de derecho y de teología, y apenas si se abrió la puerta para que se enseñara filosofía, reduciendo el currículo a escuela de primeras letras y gramática, como estaba en la cédula de 1801. Hasta ahí llegó el mentado proyecto cultural antioqueño bajo el régimen colonial. Como lo señaló el maestro Gerardo Molina en un “Martes del Paraninfo” de 1979: “esa universidad nueva, frágil no alcanzó a echar músculos bajo el dominio español” (11 bis). Todavía en 1809, en la antesala de la revolución, el ayuntamiento apelaba para que por lo menos se les permitiera a los vasallos de Medellín tener estudios de teología para el pasto espiritual de los habitantes de la villa (12). Lo anterior quiere decir que el proyecto cultural de los antioqueños, en vez de haberse concretado con la fundación del Convento-colegio de San Francisco, sufrió un duro revés al negársele la apertura de
  • 22. 23 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 23Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 facultades mayores por parte de la trinca universitaria de la capital del virreinato, que no quería perder el monopolio que detentaba sobre la formación del liderazgo de la sociedad colonial, quedando reducido dicho colegio al tamaño de una escuela de primeras letras. En conclusión, el Colegio Franciscano autorizado por el rey en 1801 y que empezó a construirse en 1803 nunca tuvo carácter “universitario”, y por tanto sus breves años de existencia no pueden tomarse como el ciclo fundante de la Universidad de Antioquia. Obvio que hacen parte de su devenir histórico, pero no como su fundación sino como la frustración que llenó la copa de la paciencia antioqueña frente a trescientos años de yugo español. De hecho, los propios historiadores de la Orden franciscana consideran hoy en día que la fundación de su convento en Medellín fue de lo más inoportuna, y que tuvo tantos conflictos en su corta vida que, de no haber sido por los hechos de la revolución de 1810, “que sirvieron como disculpa para excusar la suspensión de la obra, muy posiblemente esta hubiese fracasado por sí sola” (12 bis). Es oportuno mencionar que la idea de tener un convento-colegio en la Villa de Medellín hacía también parte de un propósito definido de las clases comerciantes por convertir a esta floreciente ciudad de 25.000 habitantes en el eje económico, cultural, religioso y político de Antioquia, disputándole la capitalidad a Santafé de Antioquia, la de orillas del Río Cauca, entonces en franca decadencia. Para que hubiera universidad de verdad en esta tierra fue necesario hacer la guerra de independencia (o si se prefiere, utilizar la violencia). No es gratuito que el abogado que en 1809 llevara la apelación del Cabildo de Medellín ante el virrey contra el dictamen del claustro de la Universidad Tomística, José Manuel Restrepo, fuera designado en 1812 por el gobierno revolucionario de Antioquia para redactar el plan de estudios del incipiente colegio republicano que reemplazó al convento-colegio franciscano; el mismo que en el Congreso de Cúcuta promoviera la ley de colegios, y en su texto abriera la puerta para que dichos colegios no fueran establecidos sólo en las capitales de las provincias; el mismo que en 1822 estuviera firmando con Santander el decreto de organización definitiva del Colegio de Antioquia, y el mismo que en 1827 suscribiera al lado del Libertador la creación de la Facultad de Derecho en dicho Colegio. Es que al régimen español se le depuso no por un mero ejercicio de las armas, sino porque las armas fueron el último recurso que le quedaba a las clases emergentes (tan feroces en algunos casos como los españoles de la conquista) para abrirse paso en una sociedad bloqueada por tres siglos de colonialismo externo, de colonialismo santafereño y de colonialismo espiritual e intelectual. Por eso no es válido ubicar la fundación de la Universidad de Antioquia durante la Colonia, pues realmente nació contra ella, ya que el régimen español, por las taras propias de su entraña, impidió hasta último momento que fructificara la aspiración de los medellinenses de contar con los estudios necesarios para servir a la Iglesia y al gobierno político, como se decía en la época. Fue necesario tomar las armas y derrocar el régimen vigente, para que en un nuevo discurso –que ya no habló de almas sino de habitantes, de vasallos sino de ciudadanos, de voluntad de Dios sino de ciencia, de poder divino sino de soberanía popular, de pasto espiritual sino de minas y agricultura– surgieran por todo el país de ese sueño llamado Colombia (desde Venezuela hasta Quito) colegios que en su momento llenaban las expectativas y las
  • 23. 24 Luis Javier Caicedo 24 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 apremiantes necesidades de la revolución (difundir las luces, crear nación, moldear ciudadanos) y que con el tiempo, en algunos casos, devinieron en las universidades que hoy conocemos, entre ellas el Alma Máter de Antioquia. Pero esto no fue un hecho aislado. El Colegio de Antioquia fue apenas el segundo entre catorce colegios creados al inicio de la República, entre 1822 y 1828, en Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, en virtud de la Ley del 28 de julio de 1821 (sancionada el 6 de agosto siguiente), dictada por el Congreso de Cúcuta bajo la consideración de “que la educación pública es la base y fundamento el gobierno representativo, una de las primeras ventajas que los pueblos deben conseguir de su independencia y libertad”. Y al nivel de plan de estudios, la misma ley autorizó que los nuevos colegios pudieran convertirse en Universidades (con facultades mayores y estudios válidos para obtener grados universitarios). Esto lo pudieron hacer porque estaban en una revolución. Ya no tenían que rendirle pleitesía a un Rey odiado en reserva ni a un Dios injusto. Y es que para eso se hacen las revoluciones, para que el pueblo haga lo que el régimen (en este caso la dominación española) le impedía hacer. De ahí que cuando por fin, después de trece años de guerra, se abrieron definitivamente las puertas del nuevo colegio el 22 de septiembre de 1823, quienes participaron de ese momento actuaron siempre concientes de su calidad de fundadores, con el entusiasmo de quienes logran en vida ver y disfrutar el triunfo de una empresa que les llevó muchos años, de una obra “que nunca la dominación española le hubiera permitido presentar”, y asistir a “el día más feliz para nuestra provincia, en el que vemos erigirse por la primera vez el monumento majestuoso de la sabiduría y la humanidad” (13). Habían triunfado. Por eso no hay identidad entre el Colegio de la Nueva Fundación de San Francisco de la Villa de Medellín de 1803 y el Colegio de Antioquia establecido con la independencia (1813-1822). El primero es un antecedente, pero la fundación de la Universidad de Antioquia sólo ocurre con el segundo. Y así lo celebró la Universidad en 1922 (el Centenario), en 1965 (Resolución del Consejo Directivo que instituyó el 9 de octubre como Día Clásico) y en 1972 (el Sesquicentenario). Por eso no tiene presentación entregarle inmerecidamente al sistema colonialista, al rey y a la Iglesia los laureles de su fundación, arrebatándoselos a los Libertadores. Héroes, mártires y hasta locos despojados de la ganancia del botín de la empresa emancipadora por una generación tránsfuga que en 2003 propicia una ceremonia ignominiosa de resignación de su pasado. Craso error, con el que no se puede ser solidario por ser contrario a la razón (no hubo tal colegio-universidad en 1803), pero también porque los actos de 2003 no sólo terminaron celebrando la etapa decadente del viejo orden colonialista, sino que en su anacronismo reeditaron, validándolos, los valores que envolvían en sangre al país en el sesquicentenario anticipado de 1953. 4. El debate sobre la oportunidad del Bicentenario Anunciado con diez años de anticipación el proyecto de celebración de los 200 años de fundación de la Universidad de Antioquia, los dos lustros transcurrieron sin que al interior del claustro se presentara objeción alguna. Baste decir que el rector que en 1972 encabezó los actos conmemorativos del sesquicentenario rectificado, fungía para 2003 como representante de los ex rectores en el Consejo Superior
  • 24. 25 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 25Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 Universitario, sin que pusiera reparo alguno a la fecha. El Departamento de Historia se marginó ostensiblemente de cualquier debate. Ni siquiera intervino para justificar académicamente la celebración. De hecho en diez años no hubo siquiera un foro o una conferencia que refrescara los hechos a conmemorar. No fueron publicados los textos fundantes ni reeditadas las obras clásicas sobre la historia del Alma Máter, que es lo mínimo que debió contemplarse. Los preparativos de la conmemoración se limitaron a la producción de objetos publicitarios (agendas, souvenires y vallas) y al rediseño del sobrio escudo de la institución para enmarcarlo en un retablo rococó y agregarle la fecha 1803. El único producto historiográfico del período consistió en el libro de gran formato Universidad de Antioquia: Historia y presencia, publicado en 1998, una obra colectiva coordinada por la socióloga María Teresa Uribe de Hincapié, directora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad, el cual, como se vio atrás, si en algo hace énfasis es en develar la celebración del sesquicentenario en 1953 como una gran equivocación histórica regional, inserta en la mayor equivocación nacional que fue el período de La Violencia. Al interior de la Universidad, sólo la Asociación de Profesores promovió la discusión en el seno del Consejo Superior Universitario, pero este organismo negó la peticiónderectificarlaefemérideaduciendo que los jueces ya habían decidido la cuestión, que había “cosa juzgada” (14). La única publicación interna que le dio cabida al debate fue la revista Uni/pluri- versidad de la Facultad de Medicina. De resto, el debate se dio extramuros. El año 2000 el Tribunal Contencioso Administrativo de Antioquia tramitó una Acción Popular, por la cual el accionante solicitaba suspender la celebración universitaria de 2003, aduciendo violación a los derechos colectivos al patrimonio cultural y a la independencia de la nación. Por sentencia del 2 de noviembre de 2000 el Tribunal se abstuvo de decidir de fondo, en tanto las controversias históricas escapaban a su competencia (15). El Consejo de Estado confirmó esta decisión (16). Consultada por el Tribunal en el proceso anterior, la Academia Colombiana de Historia, a través de Luis Duque Gómez, su presidente, conceptuó: “me permito informar a ese Tribunal que la Universidad de Antioquia fue fundada en la época de la Independencia”, según el autorizado historiador y académico doctor Emilio Robledo, ex rector que fue de dicha universidad, en su libro La Universidad de Antioquia, publicado en Medellín en 1923, con motivo de su primer centenario, páginas 9 a 13, cuya copia anexamos a la presente” (16bis). El año de la conmemoración atravesada se produjo algún revuelo público alrededor de la fecha de fundación del Alma Máter. El 10 de marzo de 2003 el maestro Alberto Aguirre escribió en su columna “Cuadro” del periódico El Colombiano de Medellín: “Lo que aquí fundó Fray Rafael de la Serna en 1803 fue un parvulario. La Universidad de Antioquia no cumple 200 años. Y es una majadería anclar su fundación en aquella escuela primaria” (17). Como es de usanza en los grandes acontecimientos, las directivas de la Universidad de Antioquia solicitaron a la AdministraciónPostalNacional(Adpostal)la emisión de una estampilla conmemorativa de la efeméride bicentenaria. A su vez, Adpostal solicitó un concepto previo a la
  • 25. 26 Luis Javier Caicedo 26 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 Academia Colombiana de Historia, órgano consultivo del Gobierno Nacional. La Academia, en concepto de abril de 2003, manifestó que la Universidad de Antioquia es una institución de la República, que el colegio-convento de 1803 fue un proyecto frustráneo y que los 200 años de la fundación del Alma Máter se cumplen el 9 de octubre de 2022 (18). Adpostal acogió este concepto y, en consecuencia, la celebración de los 200 años del claustro antioqueño no dejó registro filatélico. El concepto de la Academia Colombiana de Historia fue respondido puntualmente por la Universidad en la edición de septiembre del periódico institucional Alma Máter Nº 514 de septiembre de 2003 (19). De otro lado, la Universidad promovió un proyecto de Ley de Honores ante el Congreso de la República, el cual fue archivado. La polémica extramural finalmente no consiguió que se suspendiera la celebración anticipada de los 200 años de la fundación de la Universidad de Antioquia, la que, en efecto, se llevó a cabo el 9 de octubre de 2003, teniendo como acto central una Feria del Saber (Expouniversidad) en el Palacio de Exposiciones de la ciudad; pero sí logró que por lo menos la Universidad reconociera públicamente, en las ediciones conmemorativas, que la fecha de fundación está en debate, y eso es una ganancia apreciable para la sociedad. Notas (1) VÉLEZ, JUAN CARLOS. “A propósito de la fundación de Ciudad Bolívar”, en Revista De Interés. Suroeste Antioqueño, No. 63, septiembre-octubre de 1999. El historiador se refiere a la fundación del municipio de Ciudad Bolívar (Antioquia). (2) “La llegada de Laureano Gómez al poder, en agosto de 1950, incrementó la intolerancia política, la pugnacidad del conflicto, la violencia en los campos y ciudades y la presión sobre la educación pública. En una conferencia en la Pontificia Universidad Javeriana, el doctor Gómez ‘había atribuido la violencia al conflicto entre la civilización cristiana y sus enemigos’, en una versión libre y bastante amañada de las tesis de los modernos latinoamericanos que oponían civilización a barbarie. Para Gómez, la civilización no podía ser otra que la cristiana y la barbarie definitivamente estaba encarnada en sus enemigos, desde los agnósticos hasta los comunistas, pasando por los liberales y los masones. Al respecto escribió Maria Teresa Uribe: “De esta manera, el gobierno de Laureano Gómez confió de nuevo la dirección de varios establecimientos educativos importantes a las comunidades religiosas: ‘los jesuitas recuperaron el Colegio de San Bartolomé, los Hermanos Cristianos el Instituto Técnico Central, a los salesianos se les asignó la dirección de varias escuelas públicas (…) no menos de cinco comunidades masculinas y trece femeninas llegaron a Colombia entre 1947 y 1953’. “Otras instituciones educativas se cerraron o se les cambió de nombre o de orientación. En 1951 fueron cerradas la Normal Superior en Bogotá y el Instituto Filológico de la Universidad de Antioquia; y al Instituto Central Femenino de Medellín, que había tenido tanta importancia en la formación de las primeras mujeres que ingresaron a la Universidad, se le cambió de nombre y de orientación: pasó a llamarse Instituto Isabel La Católica, en una clara alusión a lo que se pretendía con la educación: cristianizar una tierra infestada de moros y paganos. “En la Universidad de Antioquia, esa propuesta de reconquista, además de propiciar una nueva escisión, con la salida de los profesores y los estudiantes liberales para fundar la Universidad de Medellín, trajo consigo la puesta en marcha de varias actividades de culto religioso que
  • 26. 27 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 27Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 habían caído en desuso, como la asistencia obligatoria a funciones religiosas y la reimplantación del culto a la Virgen de los Dolores, advocación a la cual, al parecer, había sido consagrada la Universidad en algún momento y que ahora se recuperaba con toda pompa y boato. “Como para que no quedara duda del sentido católico que de ahí en adelante alumbraría el quehacer de la Universidad, las directivas conservadoras decidieron revivir su mito de origen, y celebraron con gran despliegue el sesquicentenario de la institución, tomando como fecha de fundación la de 1803. De esta manera, no sólo se reivindicaba su origen católico sino que también se demeritaba al general Santander, icono de la Universidad liberal y cuyo centenario había sido celebrado en 1940 con similares propósitos. “La disputa entre los partidos por apropiarse, para sus respectivos intereses electorales y clientelistas, de un espacio por esencia público, colectivo, comunicativo y abierto a todas las corrientes del pensamiento y a todas las alternativas ideológicas, volvía a fracturar la Universidad, a dividirla, a confrontarla con ella misma, en un proceso doloroso y muy traumático” (María Teresa Uribe de Hincapié, “Bajo el manto de la Virgen de los Dolores”, en Universidad de Antioquia. Historia y presencia, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1998, pág. 433). (3) “A diferencia de lo sucedido con la celebración del centenario en 1922, oportunidad en la que el pensamiento republicano orientó el evento hacia la concordia y el fomento de las innovaciones pragmáticas en función del desarrollo de la nacionalidad colombiana, la nota distintiva del sesquicentenario fue su marcado conservadurismo. El tono centralista y autoritario de la efeméride se hizo evidente desde el señalamiento mismo de la capital –no de la provincia– como sede principal de las juntas encargadas de llevar a cabo los actos conmemorativos” (Andrés López Bermúdez, “Celebración del sesquicentenario de la Universidad”, en Universidad de Antioquia. Historia y presencia, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1998, pág. 441). Y agrega que en esa época “se procuró el establecimiento de símbolos distintivos de la Universidad, muy a la manera del nacionalismo español. De hecho, al respecto podría decirse que se promovió un modelo muy semejante al implantado en la Península Ibérica por el franquismo triunfante tras la guerra civil española” (pág. 444). No sobra observar que al inicio de este artículo, López Bermúdez da por sabido que el Colegio de San Francisco de 1803 es “antecedente primigenio de la Universidad de Antioquia” (pág. 441). (4) “Considerando (…) -e. Que el mencionado decreto del 9 de octubre constituye, pues, el punto de enlace y el verdadero eslabón que establece la continuidad entre el primitivo Colegio de los franciscanos fundado por fray Rafael de la Serna el 20 de junio de 1803, y el instituto que transcurridos los años y por ley de la legislatura y por decreto del doctor Pedro Justo Berrío vino a ser desde 1871 la Universidad de Antioquia (…) Resuelve: 1. Celebrar el 9 de octubre como fecha histórica de la Universidad, en memoria del decreto por el cual definitivamente se hizo oficial la enseñanza en los claustros universitarios” (Crónica Universitaria, Nº. 2, Asociación Colombiana de Universidades, 1965, págs. 57-58, citado por Luis Carlos Mantilla, OFM, Los franciscanos en Colombia, tomo III, vol. 2, Bogotá, Universidad San Buenaventura, 2000, págs. 201-202). (5) “Como justificación de este otro sesquicentenario, se arguyó el hecho de que, a diferencia de 1803, para 1822 ‘ya contábamos con la libertad y éramos nación soberana’” (Andrés López, op. cit., pág. 444).
  • 27. 28 Luis Javier Caicedo 28 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 (6) José Nun y Alejandro Grimson (comps.), Convivencia y buen gobierno. Nación, nacionalismo y democracia en América Latina, Debates de Mayo II, Buenos Aires, Ed. Edhasa, 2006. (7) Actuando como testigo en el proceso de acción popular seguido contra la Universidad de Antioquia por la anticipación de la fecha del Bicentenario, la socióloga María Teresa Uribe declaró: “PREGUNTADO [por el Tribunal]: Sírvase manifestarle al Despacho, de manera sucinta, cuáles fueron los hechos que constituyeron el nacimiento de la Universidad de Antioquia. CONTESTO: La Universidad de Antioquia va a celebrar sus 200 años en el año 2003, porque históricamente se ha considerado esta como la fecha de fundación de la Universidad, y si bien existen teorías y argumentos que avalan otras fechas, hay que tener presente que los hechos históricos no tienen un origen que se pueda determinar científicamente, porque la historia no es una ciencia exacta, es una interpretación entre otras posibles, y además no es posible dirimir por vía jurídica un debate histórico o científico”. “PREGUNTADO [por el apoderado de la Universidad]: ¿Por qué la fecha de 1803 como referencia para esta celebración? CONTESTO: Porque en 1803 culmina un anhelo de los habitantes de Antioquia y Medellín por tener un Colegio y una Universidad en la cual pudiesen sus hijos estudiar sin tener que viajar a Bogotá, Caracas o España, entonces en esa fecha se dicta una ordenanza real para la creación del Colegio y Universidad en Medellín, se trae la comunidad franciscana para encargarse de ese Colegio-Universidad y se inicia la construcción del edificio llamado de San Ignacio, en la plazuela de San Ignacio, que ha pertenecido desde ese momento, ahí funcionó la Universidad hasta que nos pasamos a la ciudad universitaria en 1968 y este sigue siendo un edificio emblemático de la Universidad de Antioquia” (Tribunal Contencioso Administrativo de Antioquia, Proceso Nº. 001.520-EEA, Acta de recepción de testimonios del 21 de septiembre de 2000, subrayados fuera del texto). Y en la respuesta de la Universidad al concepto de la Academia Colombiana de Historia se lee: “Se pueden establecer hilos muy fuertes de continuidad entre la fundación franciscana, la refundación del colegio en tiempos del Estado de Antioquia entre 1812 y 1815, y la nueva fundación de Santander en 1822. No se trató de cosas distintas y separadas; las rupturas fueron políticas, ideológicas, de contenidos académicos y de estructura administrativa (colegio provincial hasta 1818; nacional desde 1822 hasta 1851), como ocurre con cualquier institución de larga vida. Pero no solamente los edificios siguen siendo los mismos, lo que ya denota algún sentido de continuidad y permanencia, sino que se mantuvo el proyecto cultural de los vecinos de Medellín, devenidos en ciudadanos, quienes sostuvieron el colegio con sus aportes, incluso después de 1822 (…) Es decir, se trató del mismo proyecto regional y local, con momentos distintos y con desenvolvimientos y cambios sustanciales de orientación” (María Teresa Uribe, “El origen de la Universidad de Antioquia es 1803”, en María Teresa Uribe (coordinadora), Universidad de Antioquia. Memoria de una efeméride. 1803-2003, libro conmemorativo del Bicentenario de la Universidad de Antioquia, publicado con el apoyo de Interconexión Eléctrica S.A., se terminó de imprimir en los talleres de D’vinni Ltda., el 30 de abril de 2004, pág. 452). (8) “El Colegio-universidad de Antioquia se constituye en la dimensión pedagógica del proyecto político y ético-cultural de los intelectualesquellevaronacaboenlaregión antioqueña el proceso de emancipación y de fundación de la república. Así, la historia de esta institución, con sus comienzos difíciles, está imbricada y confundida con los hechos, los personajes, las acciones y los propósitos que animaron la lucha
  • 28. 29 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 29Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 de la independencia y por la creación de un Estado propio y distinto; por ello, el Colegio-universidad se sitúa, desde sus inicios, en una frontera ambigua cuyas tensiones marcan, para bien o para mal, sus primeros años como institución (...) “La faceta colonial ubica el Colegio en el marco de las tensiones propias de la época, un mundo social y político formado por cuerpos, estamentos, comunidades y autoridades en disputa; tensiones desiguales y segmentadas, pero dirigidas desde un centro único, la monarquía, que en último término dirimía por vía de autoridad las tensiones y los conflictos entre las partes (...) “Por su parte, el momento republicano, vertiginoso, inesperado y proveedor de cambios profundos y radicales, le plantea a la reciente institución nuevos retos y diferentes propósitos; el rey no es soberano y las comunidades locales, únicas con existencia real, reasumen los derechos de soberanía, empiezan a diseñar su propio orden, a redactar constituciones y a definir sus propósitos de desarrollo y control político. Ya no se trata de formar ‘vasallos’ ilustrados allende el mar para la consolidación de los dos pilares de la monarquía, España y América, como pensaban, los constituyentes de Cádiz; se trata de formar ‘vecinos instruidos’, capaces de asumir la dirección del Estado recién fundado, de administrar el gobierno, de representar a la sociedad y de darle vuelo a las potencialidades económicas restringidas por el modelo colonial vigente. “Para el logro de estos propósitos el Colegio- universidad es un nódulo estratégico, y muy rápidamente los constituyentes antioqueños de 1812 comprenden que su proyecto político y ético-cultural quedará incompleto si no se ocupan de la dimensión pedagógica y divulgativa; para lo cual les resulta necesario asumir la dirección del Colegio, cambiar su cuerpo profesoral, reorientar las cátedras con sentido positivo e ilustrado y complementar la formación académica con la instrucción militar, pues no bastaba con fundar la república, era necesario defenderla (...) “Así, pues, la frontera difusa en la que se sitúan los orígenes del Colegio-universidad entre la Colonia y La República, marca su impronta sobre el devenir de esta institución (...)” (María Teresa Uribe, “Del Convento-Universidad al Colegio- Universidad”, en Universidad de Antioquia, Historia y presencia, op. cit., págs. 3 y 4, subrayados fuera del texto). (9) José Antonio Benítez. Carnero de Medellín. Medellín, Ediciones Autores Antioqueños, vol. 40, 1988, págs. 257 y 258. A propósito de esta obra, en su refutación al concepto de la Academia de Historia, al que califica de “incompleto y superficial”, la Universidad de Antioquia señala que aquella utiliza sólo documentos que se hallan en Bogotá, “pero la academia ignora completamente una amplia documentación que reposa en los archivos notariales, del Cabildo y de la Provincia de Antioquia; no menciona los relatos escritos por José Antonio Benítez, contemporáneo de la fundación de la Universidad, autor de El Carnero de Medellín” (María Teresa Uribe, “El origen de la Universidad de Antioquia es 1803”, op. cit., pág. 452). (10) Apartes de la cédula real del 2 de febrero de 1801 rezan: “El Rey. Por la Villa de Medellín, Provincia de Antioquia, se me hizo presente con documentos que para su vasto vecindario compuesto de más de veintemil almas solo había doce sacerdotes útiles que le suministrasen el pasto espiritual, los que aunque se desvelaban no podían cumplir sus deseos conforme a sus intenciones, y a la necesidad del crecido
  • 29. 30 Luis Javier Caicedo 30 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 número de habitantes. Que este poderoso fundamento había excitado a varios vecinos celosos a pensar sobre el remedio de la falta de operarios espirituales, estimulándoles el más doloroso estado en que miran la juventud, sin tener Maestros que sirvan para instruirla en las primeras letras, Gramática y Filosofía, en aquella Villa ni en toda la Provincia, siguiéndose de esto grandes perjuicios así a los sujetos pudientes como a los pobres porque aquellos tienen que enviar a sus hijos a Santa Fé, y éstos, por falta de facultades, carecen de lograr una mediana instrucción, resultando de aquí la continua vagancia y la relajación de costumbres, siendo siempre unos vasallos inútiles al Estado. Que para evitar estos daños y otros que refería, no hallaban dichos vecinos mejor medio que el de la fundación de un Convento de Franciscanos, de los de la Provincia de Santa Fé que se componga de veinte sacerdotes y cuatro legos con obligación de enseñar las primeras letras, Gramática y Filosofía y ayudar a los párrocos a suministrar el pasto espiritual, según lo manifestaba el Reverendo Obispo de Popayán en el informe que se acompañaba (…) “Y por cuanto visto, y examinado lo referido en mi Consejo de Indias, con lo que informó en el asunto el Comisario general de Indias de la Religión de San Francisco y expuso mi Fiscal, habiendo consultado en diez y seis de diciembre próximo pasado, he venido a acceder a la mencionada solicitud de la Villa de Medellín, con la precisa calidad de que la Provincia de observantes de Santa Fé haga formal obligación de mantener siempre en el Convento de expresada Villa dos maestros de primeras letras, aunque sean Legos, y otros dos de Gramática, y todos cuatro de la aprobación de mi Virrey de Santa Fé y del Reverendo Obispo de Popayán” (Tomado de Emilio Robledo, op. cit., págs. 623-626, subrayados fuera del texto). (10 bis) “Como se ve la cédula ponía al padre Serna por encima de las autoridades de la Provincia, facultándolo para una función privativa del provincial, como era nombrar a los religiosos para los oficios. Este inusual procedimiento, jamás visto, o por lo menos en muy raras ocasiones, de saltarse las instancias y en este caso ignorar la vía del provincial, haría más tarde sospechosa la autenticidad de la cédula, sobre todo porque el padre Serna nunca quiso hacer demostración pública y oficial de la misma, sino de su traslado” (Mantilla, Luis Carlos. Los franciscanos en Colombia, Tomo III, 1700 a 1830. Volumen II. Bogotá: Ediciones Universidad San Buenaventura, 2000, págs. 173-175, subrayados fuera del texto). (11) El mero tenor del escrito de Torres es contundente en la negativa de las pretensiones incluidas en el plan de estudios: “1°. Derecho Civil y Canónico. Que los estudios de Derecho Civil y Canónico de ningún modo estuviesen en un colegio claustral, cual se supone ser el de la expresada Villa y el mismo autor del Plan en el artículo respectivo comprende bien que no puede ser la intención de Su Majestad semejante concesión. En efecto, ¿qué derecho enseñarían unos religiosos observantes que no lo han aprendido en su Convento Máximo de esta capital, de dónde deberían ser sacados los maestros para este fin; ni qué conocimientos pueden tener en una Máteria tan ajena a su profesión, como el Derecho Civil y Canónico, concordados como debe ser y como se enseñan en el Reino, con el real? “2°. Que también debe excluirse del Colegio de Medellín los públicos de Teología, o en cuanto entenderse habilitados para obtener grados en esta Universidad, ni en ninguna otra del reino. La teología que se propone enseñar en dicho plan es una teología sistemática conforme a los principios de la escuela de Escoto y esto sería inducir al
  • 30. 31 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 31Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 espíritu de partido tan reprobado en todas las ciencias y mucho más en una tan sublime y tan alta como la Teología no es escotística, suarística ni tomística, sino evangélica (...) “Actualmente se trata de la erección de un obispado en la ciudad de Antioquia, capital de la provincia del mismo nombre y de donde dista la Villa de Medellín su subalterna una sola jornada. A la erección del obispado es consiguiente el establecimiento de un seminario conforme al Concilio de Trento; y allí podrán estudiar los jóvenes de Medellín y de toda la diócesis las ciencias eclesiásticas de su instituto y principalmente la teología, sin los riesgos y las preocupaciones que se han dicho y que a veces han turbado la Iglesia y las repúblicas, como las famosas Causas de Auxiliis. “La Universidad entraría a hablar por menor de los defectos que contiene el Plan en esta parte, si no reprobara como generalmente reprueba, el estudio de la Teología pública en las aulas del pequeño Colegio de la Villa de Medellín. “Pero como la Universidad solo trata acerca de los estudios públicos y no de los monásticos, bien podrán los padres del convento de Medellín tener sus aulas privadas de Teología y aún enseñar en ellas a los que quieran instruirse en sus escuelas, sin aspirar a los grados académicos de las universidades, ni que se reputen útiles y bastantes para este efecto sus cursos (…) “Se advierte que en el plan de Medellín, se habla sólo de una escuela de primeras letras, cuando en la real cédula se suponen dos en que no debe caber dispensación, pues importan cien veces más en semejantes lugares los maestros de primera letras que las aulas de Filosofía, de Teología y de cualesquiera otras facultades. Todo el mundo necesita saber leer, escribir, contar e instruirse en los rudimentos de la fe; y no todos quieren, pueden, ni necesitan ser teólogos, juristas, ni filósofos (…) “Principalmente descargados ya de otras cátedras más bien de ostentación y de ninguna utilidad o muy pequeña utilidad en Medellín, como las de Derecho y Teología, pueden dedicarse a las de Gramática y primeras letras, en que al principio, tal vez con más reflexión, se pensó únicamente. Ni las rentas, ni la conventualidad que habrá siempre en Medellín, permite otros ensanches a sus estudios” (Guillermo Hernández de Alba, Documentos para la historia de la educación en Colombia. Tomo VI, 1800-1806. Patronato Colombiano de Artes y Ciencias. Bogotá, Editorial Kelly, 1985, págs. 297, 298, 299, 306 y 307). (11bis). Gerardo Molina. “Universidad oficial y privada”, en Memorias martes del Paraninfo, Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 1979, pág. 58). (12) El ayuntamiento de Medellín protestó el informe del claustro de la Santo Tomás, por medio de Luis de Ovalle, quien a su vez dio poder al doctor José Manuel Restrepo para contestar el traslado de la censura que hiciera la Universidad Tomística al plan de estudios del colegio franciscano. El memorial de Restrepo es del 11 de enero de 1809, que en lo sustancial expone y pide: “Este cuerpo [el Cabildo] aunque apetece tener en su patria todos los estudios que puedan ilustrar aquella juventud, según lo que pidió al Soberano y aunque ve lo útiles que pudieran ser los de Derecho civil y canónico para tener sabios y rectos magistrados que gobernasen aquella república, con todo no insiste vigorosamente en que se le concedan. Conoce que son bastante fundadas las objeciones hechas por el Claustro de la Universidad y que por ahora no podrían ser de tanta importancia para la felicidad de la provincia de Antioquia, como otros de primera necesidad (...) “No sucede lo mismo con los estudios de Teología. Estos en Medellín son de primera necesidad (…) “Así pido lo primero que en virtud de las facultades concedidas en la real cédula de
  • 31. 32 Luis Javier Caicedo 32 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 19 de enero de 1804, se sirva mandar que se funden en Medellín cátedras para estudios públicos de Teología, Filosofía, Gramática y dos de primeras letras, como lo previene la real cédula de 1801. “Pido lo segundo que mande vuestra excelencia a la Universidad o a la persona que tuviere a bien, el que forme el Plan de estudios por el que se enseñe en Medellín la Teología, la Filosofía, Gramática y primeras letras. “Pido lo tercero, que aprobado este Plan, se sirva vuestra excelencia dar cuenta con él a nuestro Soberano o al Tribunal que lo represente, apoyando con su bondad acostumbrada la solicitud del Cabildo de Medellín, conforme a lo prevenido en la real cédula de 1804. Por tanto, “A vuestra excelencia pido y suplico se sirva proveer como llevo pedido, pues en lo necesario &ca.” (ídem., págs. 310-315). (12bis) “Por otra parte, la obstinación del Cabildo en que el fundador fuera el padre fray Rafael de la Serna y no otro fraile de la libre designación del Provincial, llevó a que siendo aquel un religioso admirable por muchos conceptos, pero que no acreditaba las condiciones peculiares que requiere un fundador, se hubiera convertido más bien en la fuente de los conflictos que llevaron por caminos tan discutidos la fundación, a tal punto que de no haberse interpuesto las guerras a partir de 1810, que sirvieron como disculpa para excusar la suspensión de la obra, muy posiblemente esta hubiese fracasado por sí sola” (Mantilla, op. cit., pág. 159, subrayados fuera del texto). (13) En carta dirigida al vicepresidente de la República, el nuevo rector le anuncia: “Con los más vivos sentimientos del placer, tengo la satisfacción de participar a vuestra excelencia la apertura de este colegio efectuada el día 22 del próximo pasado septiembre, a las 10 de la mañana, en la que se vieron ostentar los rasgos más generosos de la gratitud y el respeto hacia vuestra excelencia y los demás dignos jefes de la República, que con sus esfuerzos y sacrificios, con que han sabido arrostrar todos los peligros para restituir a nuestro caro suelo aquella dulce calma que es necesaria para entregarse al estudio de las ciencias, nos han proporcionado el día más feliz para nuestra provincia, en el que vemos erigirse por la primera vez el monumento majestuoso de la sabiduría y la humanidad. Los semblantes de todos los asistentes rebosaban de aquella sonrisa agradable que producen la sensibilidad y el agradecimiento” (Carta del padre Uribe Mondragón al vicepresidente Santander, 6 de octubre de 1823, publicada en la Gaceta de Colombia, e incluida en Luis Horacio López Domínguez, compilador, Obra educativa de Santander. Tomo I. Biblioteca Presidencia de la República. Bogotá, Fundación Santander, 1990, págs. 125-126, subrayado fuera del texto). Y otra noticia, la Gaceta de Colombia del 13 de julio de 1824 da cuenta de los primeros actos literarios celebrados en el Colegio de Antioquia, en los siguientes términos: “En el mes anterior se ha presentado al público la juventud de este colegio a manifestar su aprovechamiento y el esmero que en su instrucción han puesto los preceptores. Seis actos públicos literarios han mostrado la fecundidad que encierra el germen de educación del Colegio de Antioquia. Un examen general de aritmética y álgebra ofreció la juventud al vicepresidente de la República en señal de gratitud por el establecimiento del colegio; otro examen general de lógica al secretario del interior, Restrepo, hijo de aquella provincia; otro de latinidad al anterior asesor, doctor Tobar, y tras conclusiones sobre las mismas Máterias se dedicaron a los ciudadanos benefactores del expresado colegio, los señores Sáenz y Barrientos. Esta es la principio [sic] de una naciente casa de educación que promete abundante cosecha, si de parte de los preceptores y de los colombianos de la
  • 32. 33 CRÍTICA A LA CELEBRACIÓN ANTICIPADA DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA EN 2003: Bicentenario de la fundación del primer Colegio de Antioquia en 2013 33Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 provincia de Antioquia se encuentra siempre el interés que hasta hoy han empleado en el progreso de la educación. Nosotros felicitamos a la juventud antioqueña por un acto que nunca la dominación española le hubiera permitido presentar, y a los padres de familia por las esperanzas que deben inspirarles los primeros pasos de sus hijos hacia la sabiduría” (ídem, pág. 184, subrayados fuera del texto). (14) En mayo de 2001 los profesores Wilson Quintero y Jorge Ossa Londoño, representantes de la Asociación de Profesores ante el Consejo Superior de la Universidad de Antioquia, solicitaron abrir la discusión sobre la efeméride al interior del claustro. El profesor Jorge Ossa de la Facultad de Medicina, relata esta intervención ante el Consejo Superior, a partir del argumento esgrimido por las autoridades universitarias de que las celebraciones hacen parte de la autonomía de la Universidad: “Curiosa definición de autonomía la que se encuentra implícita en esta declaración. Colegimos, entonces, que autonomía ―en la Universidad de Antioquia― es sinónimo de decisión, incuestionable, del señor Rector; pues en ningún momento hemos escuchado el concepto autorizado del Departamento de Historia, ni el consenso de un grupo significativo de universitarios, ni el producto de una reflexión al seno del Consejo Superior. “En el Consejo Superior actual está presente el doctor Luis Fernando Duque Ramírez, en representación de los ex Rectores y todavía recordamos los profesores de hoy la celebración de los 150 años, presidida por él, en 1972. Entonces, ¿cuál es la posición del señor ex Rector sobre la celebración del bicentenario solo 29 años después? (...) “Pero ¿qué es lo verdaderamente importante en esta disputa? ¿Se justifica la discusión en este nuestro país envuelto en llamas? ¿No se tratará de ‘sensibilismos’, ingenuidades o simples deseos de torpedear la fiesta? Aquí debemos recordar de nuevo la visita más reciente de un filósofo de talla mundial cuando sentenció que ‘…quien se cree por encima de cualquier situación y llega a presumir que la sensibilidad social es cuestión de caracteres débiles, se aproxima a la pérdida del sentimiento moral. Podría recibir, incluso, el adjetivo de sinvergüenza’. “Acorde con nuestro limitado sentido de la Historia, creemos que lo verdaderamente importante es el proceso histórico considerado en su contexto hermenéutico; y no simplemente para no repetirlo, sino para sentirnos constructores de nuestro mundo; esto es, para alcanzar la mayoría de edad como sujetos, como grupo social, como nación. “En tal sentido nos dirigimos al Consejo Superior, en calidad de Representantes profesorales (el profesor Wilson Quintero y mi persona), para que abra la discusión sobre la efeméride; con la seguridad de que con ello no podrá quedar sino una experiencia de democracia y de construcción de patria. Pero, el Comité Rectoral no consideró pertinente que el Consejo Superior conociera esta solicitud, pues según ellos las Cortes (Tribunal Administrativo de Antioquia y Consejo de Estado) ya dirimieron el asunto. Pero tal aseveración no es cierta; lo que dichas providencias indican es que tales tribunales no son competentes para dirimir asuntos históricos. “Es por ello que considero doblemente interesante la aseveración de la profesora Uribe: ‘...es la institución universitaria en su autonomía la que puede decidir el tipo de celebraciones que quiere realizar’. Pero ¿dónde reside la autonomía universitaria y cómo definir el momento sicosociopolítico de la Universidad de Antioquia de hoy? “De una cosa estamos seguros: la discusión académica no ‘agua la fiesta’; por el contrario, en la institución académica, el debate ‘pule y da esplendor’” (Jorge Ossa Londoño, Verde Blanco. La Universidad de Antioquia frente al espejo de la democracia. Medellín, Fondo Editorial Biogénesis,
  • 33. 34 Luis Javier Caicedo 34 Medellín • No. 23 • Diciembre de 2013 Universidad de Antioquia, 2002, págs. 57- 59, negritas del texto). (15) Tribunal Contencioso Administrativo de Antioquia, Proceso de acción popular de Luis Javier Caicedo contra la Universidad de Antioquia y el Departamento de Antioquia. Radicado Nº. 001.520-EEA. El Tribunal Contencioso de Antioquia decidió la acción popular por sentencia del 2 de noviembre de 2000, conformando la sala de decisión las magistradas Edda Estrada Vélez (ponente), Nora Lucía Gómez Piza y Beatriz Elena Jaramillo Muñoz. Del breve texto de la sentencia extractamos los siguientes considerandos: “3. A la demanda presentada se le dio el trámite propio de la Acción Popular, dado que del libelo presentado se pudo apreciar que los derechos que se invocan como supuestamente vulnerados hacen relación con los derechos colectivos enunciados en el artículo 88 de la Constitución Nacional, reglamentado y adicionado por el artículo 4º de la Ley 472 de 1998 que reglamenta las acciones populares, y básicamente se refieren a los establecidos en los literales f), prescriben: “f) La defensa del patrimonio cultural de la Nación (...) “4. La acción popular instituida por el constituyente y regulada en detalle por la Ley 42 de 1998, no fue concebida para dirimir debates históricos sobre hechos de la misma naturaleza ocurridos hace dos siglos, cuya celebración a la postre en determinada fecha lejos de constituir un ataque o violación, representa una defensa del patrimonio cultural. Lo que se pretende mostrar en esta acción como ‘DERECHO COLECTIVO A LA INDEPENDENCIA NACIONAL’ e ‘INTERÉS PÚBLICO DE CONSERVAR LA IDENTIDAD DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA COMO PATRIMONIO PÚBLICO’, constituye un debate histórico y no jurídico, no es acertada la afirmación de que la celebración que la Universidad de Antioquia tiene prevista para el año 2003 constituye un agravio al ‘derecho colectivo a la independencia nacional’ y sobre ‘el interés público de conservar la identidad de la Universidad de Antioquia como patrimonio público’, ya que esto simplemente representa un punto de vista que interpreta la historia nacional, que es tan respetable como otro punto de vista que interprete la historia nacional desde otra perspectiva (…). “6. En conclusión, no aparece acreditada la violación de ningún derecho, porque no hay ningún agravio sobre el derecho colectivo a la independencia nacional y no se ha afectado la identidad de la Universidad de Antioquia como patrimonio público. “En ninguna de las partes procesales se ha observado acción temeraria ni mala fe, por lo que no habrá lugar a imposición de costas (art. 38, Ley 472 de 1998)” (Proceso Nº. 001.520-EEA, folios 248 y 249, mayúsculas del texto). Planteados así los considerandos, la decisión del Tribunal fue contundente: “NIÉGANSE las súplicas de la demanda”. (16) Apelado el fallo, la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, integrada para el caso por los magistrados Ana Margarita Olaya Forero (ponente),AlbertoArangoMantillayNicolás Pájaro Peñaranda, mediante sentencia del 8 de febrero de 2001, confirmó la decisión del Tribunal Administrativo de Antioquia, bajo las siguientes consideraciones: “Del examen detenido del expediente no se vislumbra que la conmemoración de los 200 años de la Universidad de Antioquia en el año 2003 cause agravio alguno al patrimonio público; considera la Sala que tal hecho no contraría la normatividad legal vigente, ni ocasiona un daño contingente, tampoco amenaza o vulnera el derecho colectivo ni el patrimonio cultural de la Nación.