El documento resume el episodio protagonizado por Immanuel Velikovsky y su libro "Mundos en colisión" en la década de 1950, en el cual proponía explicar eventos bíblicos como el Éxodo mediante colisiones cósmicas. Aunque Carl Sagan criticó sus ideas científicamente, defendió el derecho de Velikovsky a ser escuchado sin hostilidad. El documento también resalta la importancia de mantener un espíritu crítico y escéptico en la ciencia para evitar prejuicios.
REVISTA DE BIOLOGIA E CIÊNCIAS DA TERRA ISSN 1519-5228 - Artigo_Bioterra_V24_...
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EL EPISODIO VELIKOVSKY: ¿QUÉ NOS
ENSEÑA? 1
Por: Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
2
Un maestro casi olvidado y mal comprendido
En septiembre de 2008, en la ciudad de Bogo-
tá, tuve el grato placer de conocer a James
Drane, célebre bioeticista estadounidense,
quien tuvo la bondad de asistir a mi conferen-
cia sobre bioética y ciencia ficción en el seno
del Congreso de Bioética celebrado en Corfe-
rias bajo la presidencia del padre Alfonso Lla-
no Escobar, S.J. Pero, no es esto lo que de-
seo destacar aquí, sino el hecho que, luego de
mi conferencia, James Drane y yo conversa-
mos un buen rato, lo cual me dio la oportuni-
dad de enterarme de la gran amistad que unió
al notable bioeticista con Carl Edward Sagan,
cuya muerte afectó sobremanera a aquél. En-
tre otras cosas, Drane resaltó la hostilidad e
incomprensión que Sagan hubo de soportar a
causa de su forma de enfocar la ciencia y su
enseñanza, especialmente dirigida al gran
público, a las personas que, habitualmente, no
han pisado una universidad y quienes, de to-
dos modos, se sienten atraídas por la ciencia,
situación que conlleva la responsabilidad por
parte de la comunidad científica y educativa en
lo que concierne a la divulgación de calidad,
pues, como decía con tino Camille Flamma-
rion, célebre astrónomo francés, es menester
vulgarizar la ciencia, pero sin hacerla vulgar. Y
vaya que Sagan supo asumir tal responsabili-
dad con altura y finura pedagógica, don del
que suele carecer el grueso los científicos las
más de las veces.
En la práctica, es fácil constatar que la heren-
cia de Sagan poco o nada se conoce en los
mentideros universitarios. De facto, si nos po-
nemos a indagar, no tardaremos en apreciar el
hecho que la mayoría de sus libros están huér-
fanos de lectores serios. A lo sumo, han oído
hablar de Cosmos y, mal que bien, de El mun-
do y sus demonios. Además, en las librerías,
varios de sus libros ya no se consiguen porque
no se han vuelto a publicar. Tal el caso de su
libro Cometa. Así las cosas, ¿será exagera-
1
Texto de la conferencia dictada por el autor en la
Sociedad Julio Garavito el 17 de octubre de 2009.
2
Profesor Asociado, Universidad Nacional de
Colombia.
ción afirmar que estamos inmersos en una
situación de depravación cultural cuasigene-
Immanuel Velikovsky, (10 de junio de 1895 –
17 de noviembre de 1979)
ralizada dada la tozudez de los hechos al
respecto?
En general, la herencia de Carl Edward Sa-
gan apunta al fomento del modo científico de
ver el mundo, cosmovisión harto necesaria
en una civilización que colapsa en la actuali-
dad y que corre el riesgo de involucionar ha-
cia un oscurantismo de mayores proporcio-
nes que los que ha conocido en épocas pre-
téritas. Peor aún, ni siquiera en el seno de la
institución científica y universitaria cabe de-
tectar como algo generalizado tal cosmovi-
sión, lo cual es una paradoja en toda regla.
En otras palabras, la imagen de la “ciencia
del tipo de adoración a los aviones”, acuñada
en su momento por Richard P. Feynman para
señalar la postración intelectual de disciplinas
como la psicología y la educación, no ha he-
cho otra cosa que irrigarse por doquier. De
este modo, el emperador sigue desnudo por
completo.
En semejante estado de cosas, resulta opor-
tuno detenernos en los lúcidos análisis he-
chos por Sagan a propósito del episodio pro-
tagonizado por Immanuel Velikovsky, episo-
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dio que sigue dando de qué hablar hoy día,
como puede comprobarse al darse una buena
pasada por la Internet. En especial, nos deten-
dremos en lo atinente al desdoro que significó
para la institución científica en esos momen-
tos, cuando la misma hizo las veces de tribu-
nal inquisidor, traicionando así su estatuto
axiológico.
Contexto general del episodio Velikovsky
En 1974, la Asociación Estadounidense para
el Progreso de la Ciencia (AAAS) realizó un
debate a propósito de la polémica que, desde
muchos años antes, había suscitado la publi-
cación del libro más famoso de Immanuel Veli-
kovsky, Mundos en colisión, aparecido ini-
cialmente en 1950. En la fotografía adjunta,
vemos a Sagan y Velikovsky con motivo de di-
cho evento. Pero, ¿cuál fue la trascendencia
del libro de marras como para que la AAAS se
tomase la molestia en llevar a cabo el debate
de 1974? Veamos esto con algún detenimien-
to.
Immanuel Velikovsky era psiquiatra metido a
cosmólogo. En el libro antedicho, él proponía
explicar los sucesos del libro bíblico del Éxodo
con base en la expulsión de un cuerpo enorme
del planeta Júpiter hacia el año 1500 antes de
nuestra era, cuerpo que derivó por el sistema
solar en una suerte de billar cósmico, lo que,
supuestamente, le llevó a pasar por las inme-
diaciones de la Tierra y Marte para, finalmen-
te, constituirse en el planeta Venus. Así, al pa-
sar muy cerca de la Tierra, el cuerpo de ma-
rras, que Velikovsky llamó cometa, provocó los
hechos inusitados que encontramos en el
Éxodo, como las plagas de Egipto, el paso
del mar Rojo y la alimentación de los israeli-
tas en el desierto gracias al maná que les
caía generosamente de los cielos. En otras
palabras, se trata de una explicación catas-
trofista. Como quiera que sea, Sagan, con un
espíritu crítico genuinamente científico, no
dudó en poner en tela de juicio las preten-
siones de Velikovsky, pero sin incurrir en
la grosería de otros científicos, quienes
quisieron acallar a Velikovsky con violen-
cia, cual inquisidores. De ahí que
procura-se la presencia de Velikovsky en
el deba-te de 1974 para que expusiese
sus pun-tos de vista y escuchase las
críticas pro-cedentes del campo científico.
En todo caso, Velikovsky se sintió
incómodo por el hecho que se requiriese
su presencia pa-ra el debate en cuestión.
Por su parte, Sagan, fiel a su ética
científica, insistía en que las ideas, en
ciencia, deben aprobar-se o rechazarse
con fundamento en las evidencias
aportadas, no importa cuan in-quietantes
puedan ser tales ideas, lo que exige hacer a
un lado los prejuicios de cual-quier índole.
Fácil de decir en unas pocas pa-labras, este
reto de la ética científica es un sacramento
de muy difícil administración, in-cluso entre
los propios científicos.
En su libro El cerebro de Broca, Sagan le de-
dica un capítulo extenso al asunto, titulado
Venus y el doctor Velikosky . En Cosmos, en
el capítulo dedicado a Venus, Sagan trata del
asunto con mucha mayor brevedad. Por su
lado, los escritores neoyorquinos equipararon
a Velikovsky con Einstein, Newton, Darwin y
Freud, hecho que produjo la ira de no pocos
científicos. En lo esencial, las objeciones
planteadas por Sagan son la escala temporal
de las colisiones del supuesto cometa con la
Tierra y las pruebas aportadas. Por lo demás,
conviene señalar que una postura intelectual
como la defendida por Sagan queda inscrita
en el ámbito del movimiento escéptico mun-
dial, al cual colaboró para su consolidación,
junto con el filósofo Paul Kurtz y el mago
James Randi, por medio de la fundación, en
1976, del CSICOP (Comité para la Investiga-
ción Científica de las Afirmaciones Paranor-
males), el cual ha perseguido ponerle freno a
la explotación mediática de las supuestas
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maravillas paranormales. A este respecto, el
lector podrá hacerse a una mejor idea visitan-
do un par de buenas páginas en la Red:
www.csicop.org y www.randi.org. Ahora bien,
en realidad, hay un antecedente más antiguo
en la iniciativa del mago Harry Houdini al com-
batir el auge del espiritismo. Pero, volvamos
con el episodio Velikovsky.
En síntesis apretada, he aquí algunas de las
objeciones centrales de Sagan al respecto:
(1) La expulsión del cometa en cuestión reque-
riría una energía muy superior a la desplegada
en cualquier fenómeno solar. Y Júpiter no da
para tanto.
(2) La probabilidad de colisiones reiteradas en-
tre la Tierra, Venus y Marte es muy baja como
para considerar que se hubiese dado una es-
pecie de billar cósmico en un tiempo tan breve
como el de los sucesos del Éxodo bíblico.
(3) La imposibilidad en cuanto a que la Tierra
pudiese retomar su movimiento de rotación de
24 horas si se hubiese parado.
(4) La evidencia geológica demuestra que las
montañas de nuestro planeta datan de hace
varias decenas de millones de años y no de
hace unos cuantos miles como pretendía Veli-
kovsky.
(5) Velikovsky confunde hidratos de carbono
con hidrocarburos, por lo cual hace unas elu-
cubraciones de padre y señor mío en materia
de exobiología, es decir, pretende que los in-
sectos que invadieron el Egipto faraónico pro-
cedían de su cometa, originado en Júpiter, pla-
neta que carece de oxígeno molecular, clave
en el metabolismo de moscas e insectos. Ade-
más, tal confusión significaría que los israeli-
tas, en su larga estancia en el desierto antes
de entrar en la tierra prometida, se alimentaron
de un maná que no hubiera sido otra cosa que
aceite de motor.
Desde luego, en El cerebro de Broca, pode-
mos encontrar la argumentación detallada de
Carl Sagan a propósito de los diversos proble-
mas que encontró al leer el libro de Immanuel
Velikovsky. En realidad, a primera vista, tal li-
bro impresiona habida cuenta de la gran erudi-
ción desplegada por su autor. De ahí que sea
de extrema utilidad contar con lo que Sagan
denomina como la caja de herramientas para
la detección de camelos
3
. Entre éstas, la na-
vaja de Occam, esto es, entre un conjunto de
hipótesis que surjan para dar cuenta de un
fenómeno, la hipótesis más probable suele
ser la que menos requisitos presente. En El
nombre de la rosa, de Umberto Eco, encon-
tramos un ejemplo elocuente de tal cautela
epistemológica, cuando William de Basker-
ville y Adso de Melk inician su investigación
de los crímenes cometidos en la abadía be-
nedictina. En concreto, Adso propone que el
supuesto asesino se ha echado el cuerpo de
Adelmo de Otranto al hombro para subir con
él hasta lo alto de una torre desde la cual lo
habría lanzado a un abismo. Empero, Bas-
kerville señala que una hipótesis con menos
requisitos es aquella que postula que Adelmo
subió a la torre para suicidarse lanzándose al
vacío, como sucedió en efecto según demos-
tró Baskerville merced a su investigación.
En esta perspectiva, Mundos en colisión es
un intento de validar la religión desde la cien-
cia. Empero, como anota Sagan, tal intento
se ha basado en el invento difuso de una
nueva física y una despreocupación selectiva
de un sinnúmero de pruebas adversas, como
puede apreciarse en las palabras del propio
Velikovsky a poco de dar comienzo su libro:
En este trabajo, del cual este libro es la pri-
mera parte, se contestarán algunas de esas
preguntas –se refiere su autor al origen de la
leyenda del Diluvio y esas cosas-; pero, sola-
mente a cambio de renunciar a ciertas nocio-
nes que ahora se consideran como leyes sa-
gradas de la ciencia –los millones de años
con que cuenta la constitución actual del sis-
tema solar y los movimientos armoniosos de
la Tierra-, con todas sus implicaciones por lo
que respecta a la teoría de la evolución.
¡Válganos, Dios! No obstante, una explica-
ción con menos vueltas que la de un preten-
dido cometa expulsado por Júpiter que coli-
siona por aquí y por allá en el sistema solar
3
camelo. m. Noticia falsa. || 2. Dicho o discurso
intencionadamente desprovisto de sentido. || 3.
Simulación, fingimiento, apariencia engañosa. || 4.
coloq. galanteo. || 5. coloq. Chasco, burla. RAE
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en una suerte de billar cósmico en un lapso
muy breve es una basada en la explosión co-
losal de la isla de Thera por la misma época.
Sin embargo, las herramientas para la detec-
ción de camelos no suelen formar parte de la
dotación mental de la mayoría de las perso-
nas, como suelen demostrarlo con tozudez las
elecciones presidenciales en todo el orbe. Ni
siquiera los miembros de la comunidad cien-
tífica están bien pertrechados al respecto. Es
decir, la educación superior dista mucho de
hacer las veces de un antídoto contra la es-
tulticia y el macaneo, como bien supo diagnos-
ticar con tino en su momento el crítico más
lúcido de la sociedad industrial, Iván Illich, el
teólogo y filósofo austriaco , entre otros pen-
sadores por el estilo, amén del historiador Car-
lo Cipolla .
El episodio Velikovsky tiene un cariz más gra-
ve que el enfoque prosaico, ignorante y secta-
rio de Velikovsky y sus seguidores. De facto,
como señala Sagan, se trata del intento desa-
fortunado, de parte de muchos que se dicen
científicos, de proscribir los libros de Velikovs-
ky, suceso que afectó a todo el armazón cien-
tífico. Como dice el propio Sagan: “En la medi-
da en que los científicos no hemos dado a Ve-
likovsky la respuesta razonada que requiere
su trabajo, nos hemos hecho responsables de
la propagación de la confusión en torno a Veli-
kovsky”. En otras palabras, aquí falló la rea-
lización del debate científico en conformidad
con las reglas que se han decantado gracias a
cuatro siglos de experiencia en el seno de la
revolución científica. En nuestros días, Jorge
Wagensberg, el afable y rollizo Director del
Museo de la Ciencia de Barcelona, ha señala-
do que la misma comunidad científica genera
muy poca crítica y reflexión tanto en su seno
como entre el gran público. Por desgracia, en
los mentideros académicos, este mal prolifera
como verdolaga en playa, como puede com-
probarlo con facilidad quien observe con cui-
dado el día a día en una universidad. No todo
lo que brilla es oro.
A mi juicio, el estudio del episodio Velikovsky
es valioso para la formación del pensamiento
crítico y la conciencia ética científica en las
instituciones educativas en general, no sólo
las de educación superior. Recordemos que la
intención que tuvo Sagan con la realización
del debate de 1974 giró en torno a la educa-
ción científica del gran público, máxime en
una época de predominio galopante de la an-
ticiencia y la irracionalidad. Es decir, si de al-
go está huérfana la educación actual, en to-
dos sus niveles, es del modo científico de
comprender el mundo, lo cual significa que el
ideal de la Ilustración, debidamente estableci-
do por Immanuel Kant en 1784 en un famoso
artículo de prensa, sigue nonato, esto es, la
superación de la minoría de edad intelectual
y ética del ser humano.
Empero, por desgracia, el episodio Velikovs-
ky es tan sólo un ejemplo de anticiencia entre
muchos. El hecho de la existencia de organi-
zaciones como el CSICOP y la Fundación
Educativa James Randi nos sugieren la pro-
liferación de camelos diversos a granel que
conviene combatir por parte de ellas, máxime
en nuestro tiempo, todavía permeado por la
ideología postmoderna, esa especie de arte
de patalear en las tinieblas. Esto es, la irra-
cionalidad campea a sus anchas. Por lo de-
más, Sergio L. Palacios, profesor de física en
España, ha demostrado la presencia de la
mala ciencia en el seno de no pocas pelícu-
las de ciencia ficción de los últimos tiempos.
Y, considerando que mucha gente las ve, ca-
be temer que la correcta percepción de las
leyes de la naturaleza, tanto social como físi-
ca, se torna cada vez más en algo evanes-
cente en extremo. Así las cosas, la ciencia
fricción nos ha invadido. Desde luego, una
percepción incorrecta del método científico
es una amenaza directa a la consolidación de
una verdadera cultura democrática. Y esto es
justo lo que Carl Edward Sagan temía si no
se llevaba a cabo el esfuerzo de hacer com-
prensible de forma correcta la ciencia al gran
público, esfuerzo del cual hizo parte el deba-
te de 1974 pergeñado por la AAAS.
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