El documento habla sobre la fraternidad y la necesidad de que los países desarrollados apoyen a los países en desarrollo a través de iniciativas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. También discute la importancia de limitar el consumismo y practicar el diálogo entre culturas para crear un mundo más justo y solidario.
1. Año 10, nº 483 - 09 de febrero de 2014
PÚLPITO
EL
ILAG
MEDALLA M
A. SRA. DE LA
ÁDIZ)
UIA DE NTR
ARÍA (C
PARROQ
DE SANTA M
EL PUERTO
ROSA
!
Domingo 5.º del Tiempo Ordinario
Santa Apolonia
“Vosotros sois la sal de la tierra”
“Un mundo nuevo, un proyecto común”
[…]La fraternidad debe
concretarse, de for ma
práctica, en iniciativas
políticas y económicas que
hagan efectivas las mejores
condiciones de vida para
todos los seres humanos. En
este sentido, los Objetivos
del Milenio (ODM) tratan de
dar respuesta a situaciones
en las que los derechos
humanos no se reconocen,
no se pueden ejercer o son
directamente vulnerados.
Están definidos en unas
metas que deberían
alcanzarse en el año 2015.
Su base es una alianza
mundial que exige la
responsabilidad y el
compromiso de todas las
partes implicadas. Por un
lado, de los países en
desarrollo, que deben
mejorar la gobernabilidad y
el respeto a los derechos
humanos; aumentar su
inversión
en
infraestructuras y en
servicios básicos como la
salud o la educación; ayudar
a los pequeños agricultores,
a fin de garantizar la
seguridad alimentaria; y
fomentar un medio
ambiente más sostenible. Y,
por otro, exige el
compromiso de los países
desarrollados, que deben
apoyar esos esfuerzos
mediante el aumento de la
ayuda oficial al desarrollo,
el alivio de la deuda
externa, la mejora de las
reglas de comercio
internacional, haciéndolo
más justo y equitativo, y el
acceso a medicamentos
esenciales y la tecnología.
En el empeño por un
caminar solidario con los
demás, debemos tener en
cuenta que: un desarrollo
humano integral que no
imite las relaciones basadas
en el consumismo será
creíble si ponemos límites a
nuestro consumismo, a
ve c e s i n c o n s c i e n t e . Un
mundo en el que las
relaciones entre las
culturas y religiones estén
regidas por el diálogo
fecundo, solo será posible si
practicamos cada uno, día a
día, el diálogo fraterno con
todos. Podemos pedir
coherencia política con
autoridad cuando nos
esforzamos porque nuestra
participación social sea
continuidad de una
coherencia de vida.
Podemos impulsar unas
normas de mercado más
justas a la vez que tratamos
de incorporar los valores de
la generosidad y la
solidaridad en nuestras
relaciones económicas.
Podemos acompañar a los
países más pobres en el
camino de irse haciendo
más responsables de su
propio desarrollo al tiempo
que, cada uno de nosotros,
nos vamos haciendo
responsables unos de otros.
Sólo en este camino abierto
a los demás, la familia
humana podrá afrontar el
desafío de acabar con la
pobreza y el hambre en el
camino del desarrollo
integral auténtico.
Manos Unidas quiere ser
generadora y acompañante
de este nuevo impulso, al
lado de nuestros socios en
los países en desarrollo y en
alianza con todas las
asociaciones y personas
comprometidas en un
proyecto común por un
mundo más humano, justo y
fraterno.
Campaña
LV
Manos
Unidas
Fe y caridad: “También nosotros
debemos dar la vida por los hermanos”
[…] Queridos enfermos, la
Iglesia reconoce en vosotros
una presencia especial de
Cristo que sufre. En efecto,
junto, o mejor aún, dentro
de nuestro sufrimiento está
el de Jesús, que lleva a
nuestro lado el peso y revela
su sentido. Cuando el Hijo
de Dios fue crucificado,
destruyó la soledad del
sufrimiento e iluminó su
oscuridad. De este modo,
estamos frente al misterio
del amor de Dios por
nosotros, que nos infunde
esperanza y valor:
esperanza, porque en el
plan de amor de Dios
también la noche del dolor
se abre a la luz pascual; y
valor para hacer frente a
t o d a a d ve r s i d a d e n s u
compañía, unidos a él.
El Hijo de Dios hecho
hombre no ha eliminado de
la experiencia humana la
enfermedad y el sufrimiento
sino que, tomándolos sobre
sí, los ha transformado y
delimitado. Delimitado,
porque ya no tienen la
última palabra que, por el
contrario, es la vida nueva
en plenitud; transformado,
porque en unión con Cristo,
de experiencias negativas,
pueden llegar a ser
positivas. […]Cuando nos
acercamos con ternura a los
que necesitan atención,
llevamos la esperanza y la
sonrisa de Dios en medio de
las contradicciones del
mundo. Cuando la entrega
generosa hacia los demás se
vuelve el estilo de nuestras
acciones, damos espacio al
Corazón de Cristo y el
nuestro se inflama,
ofreciendo así nuestra
aportación a la llegada del
Reino de Dios.
Para crecer en la ternura,
en la caridad respetuosa y
delicada, nosotros tenemos
un modelo cristiano a quien
dirigir con seguridad
nuestra mirada. Es la
Madre de Jesús y Madre
nuestra, atenta a la voz de
Dios y a las necesidades y
dificultades de sus hijos.
María, animada por la
divina misericordia, que en
ella se hace carne, se olvida
de sí misma y se encamina
rápidamente de Galilea a
Judá para encontrar y
ayudar a su prima Isabel;
intercede ante su Hijo en las
bodas de Caná […]; a lo
largo de su vida, lleva en su
corazón las palabras del
anciano Simeón anunciando
que una espada atravesará
su alma, y permanece con
fortaleza a los pies de la
cruz de Jesús. Ella sabe
muy bien cómo se sigue este
camino y por eso es la
Madre de todos los
enfermos y de todos los que
sufren. Podemos recurrir
confiados a ella con filial
devoción, seguros de que
nos asistirá, nos sostendrá y
no nos abandonará. Es la
Madre del crucificado
resucitado: permanece al
lado de nuestras cruces y
nos acompaña en el camino
hacia la resurrección y la
vida plena.
San Juan, el discípulo que
estaba con María a los pies
de la Cruz, hace que nos
remontemos a las fuentes
de la fe y de la caridad, al
corazón de Dios que «es
amor», y nos recuerda que
no podemos amar a Dios si
no amamos a los hermanos.
El que está bajo la cruz con
María, aprende a amar
como Jesús. La Cruz es «la
certeza del amor fiel de Dios
por nosotros. Un amor tan
grande que entra en nuestro
pecado y lo perdona, entra
en nuestro sufrimiento y
nos da fuerza para
sobrellevarlo, entra también
en la muerte para vencerla
y salvarnos… La Cruz de
Cristo invita también a
dejarnos contagiar por este
amor, nos enseña así a
mirar siempre al otro con
misericordia y amor, sobre
todo a quien sufre, a quien
tiene necesidad de ayuda».
Del
mensaje
para
la
Jornada
Mundial
del
Enfermo
2014
del
Papa
Francisco
2. “Vosotros sois la sal de la tierra”
PRIMERA LECTURA
(Is 58, 7-10)
“Entonces clamarás al Señor,
y te responderá”
Así dice el Señor: “Parte tu pan con
el hambriento, hospeda a los pobres
sin techo, viste al que ves desnudo, y
no te cierres a tu propia carne.
Entonces romperá tu luz como la
aurora, en seguida te brotará la
carne sana; te abrirá camino la
justicia, detrás irá la gloria del
Señor. Entonces clamarás al Señor, y
te responderá; gritarás, y te dirá:
“Aquí estoy”. Cuando destierres de ti
la opresión, el gesto amenazador y la
maledicencia, cuando partas tu pan
con el hambriento y sacies el
estómago del indigente, brillará tu
luz en las tinieblas, tu oscuridad se
volverá mediodía.”
!
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 111, 4-9)
R: El justo brilla en las tinieblas
como una luz
!
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo,
clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente
sus asuntos. R.
!
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor. R.
!
Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R.
!
SEGUNDA LECTURA
(1Co 2, 1-5)
“Nunca entre vosotros
me precié de saber cosa alguna,
sino a Jesucristo”
Yo , h e r m a n o s , c u a n d o v i n e a
vosotros a anunciaros el misterio de
Dios, no lo hice con sublime
elocuencia o sabiduría, pues nunca
entre vosotros me precié de saber
cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste
crucificado. Me presenté a vosotros
débil y temblando de miedo; mi
palabra y mi predicación no fue con
persuasiva sabiduría humana, sino
en la manifestación y el poder del
Espíritu, para que vuestra fe no se
a p oye e n l a s a b i d u r í a d e l o s
hombres, sino en el poder de Dios.
!
SANTO EVANGELIO
(Mt 5, 13-16)
“Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán?”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: “Vosotros sois la sal de la
tierra. Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán? No sirve más
que para tirarla fuera y que la pise la
gente. Vosotros sois la luz del
mundo. No se puede ocultar una
ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara
para meterla debajo del celemín,
sino para ponerla en el candelero y
que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro
Padre que está en el cielo”.
!
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(1ª semana del salterio)
Lunes 10: Santa Escolástica
1R 8, 1-7.9-13; Sal 131, 6-10; Mc 6, 53-56
Martes 11: Ntra. Sra. de Lourdes
Is 66, 10-14c; Sal Jdt 13, 18-19; Jn 2, 1-12
Miércoles 12: Santa Eulalia de Barcelona
1R 10, 1-10; Sal 36, 5-6.30-31.39-40; Mc 7, 14-23
Jueves 13: San Benigno
1R 11, 4-1; Sal 105, 3-4.35-40; Mc 7, 24-30
Viernes 14: Santos Cirilo y Metodio
Hch 13, 46-49; Sal 116, 1-2; Lc 10, 1-9
Sábado 15: San Claudio de la Colombière
1R 12, 26-32; 13, 33-34; Sal 105, 6-7.19-22;
Mc 8, 1-10
Domingo 16: San Elías
Eclo 15, 15-20; Sal 118, 1-5.17-18.33-34;
1Co 2, 6-10; Mt 5, 17-37
Envíe sus aportaciones a hojaparroquialmilagrosa@yahoo.es
ORACIÓN DEL ENFERMO por Juan Pablo II
Señor: Tú conoces mi vida y sabes mi dolor. Has visto mis ojos llorar,
mi rostro entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma
traspasada por la angustia. Lo mismo que te pasó a ti cuando, camino
de la cruz, todos te abandonaron.
Hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el Amor que Tú nos
tienes. Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a tus
dolores tienen un valor redentor por mis hermanos.
Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría, si no es “posible que
pase de mi este cáliz”. Te pido por todos los que sufren: por los
enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos,
los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.
Señor: Sé que también el dolor lo permites Tú para mayor bien de los
que te amamos. Haz que estas dolencias que me aquejan,
me purifiquen, me hagan más humano, me transformen
y me acerque más a Ti. Amén.
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.