El poema describe a la flor Copihue, una flor nativa de Chile. La flor abre sus pétalos rojos durante el día y la noche y crece junto a las rucas indígenas. La flor puede medir más de diez metros de alto y sus tallos retorcidos tranquilizan a los viajeros perdidos. La autora del poema es Romina Mendoza Parra, una estudiante de 11 años de la Escuela San Francisco de Asís.