La deontología jurídica exige al abogado proceder en el desarrollo de su profesión de la manera más recta posible, anteponiendo los intereses de sus clientes en vez de su lucro personal. Comportándose siempre de una forma íntegra y oportuna. Entre las más comunes exigencias éticas para el abogado están: la honestidad, siempre hablar con la verdad sin crear falsas expectativas; y el secreto profesional, el cual exige no revelar las confidencialidades que se le cuenten de manera profesional. Es por esto que el abogado debe ser una persona formada con una base sólida de valores y principios, enfocados a la lucha por el derecho y la justicia.