Benzodiazepinas en anestesiologia generalidades.pptx
Privatizando
1. Privatizando
Aunque la realidad es tozuda y, día si día también, nos sacude con nuevas
evidencias que no dejan lugar a dudas sobre la catadura moral de aquellos que
nos (des)gobiernan, no debemos perder de vista que, por encima de “un
quítame allá esos sobres”, con lo que verdaderamente nos hacen daño es con
sus políticas, que son las que a la postre les enriquecen. Los sobres solo
llevarían calderilla en comparación. Por eso es preciso insistir, hasta el
hartazgo si hace falta, en que uno de los intereses centrales de la política de la
derecha es la privatización de los servicios públicos. Quiero en el artículo de
hoy reafirmar algunos de los planteamientos que vengo defendiendo desde
hace tiempo, apoyándome en datos extraídos de la prensa nacional.
Leía hace unas semanas, en El País del 2 de diciembre, un reportaje firmado
por Abril, Sevillano y Prats, sobre el trasvase bidireccional de directivos y
gestores entre los sectores público y privado de la sanidad. Hablaba de lo que
los anglosajones llaman “revolving door”, que podríamos traducir como “puerta
giratoria”, y que hace referencia al “tránsito del sector público al privado de
directivos que pasan de vigilar a las empresas a trabajar para ellas”. Señalaban
cómo esto es ya frecuente en España: “personas que ponen al servicio de las
firmas privadas todo el conocimiento adquirido en la sanidad pública como al
contrario, cargos que desde la Administración impulsan iniciativas
privatizadoras que benefician a las empresas del sector sanitario…”la
estrategia del caballo de Troya””. Según la Sociedad Española de Salud
Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) existiría “una falta de información
sobre el resultado de las experiencias privatizadoras: contrariamente a lo que
publicitan sus defensores, en la práctica no se han demostrado ventajas que
aconsejen su adopción”. Subrayaban los autores: “Se dice que la sanidad
pública no es rentable, pero sí parece un negocio desde el punto de vista de la
privada”. En palabras de un consejero de Capio: “La prueba es que todos los
fondos de inversión mundiales quieren invertir en la sanidad privada”.
Concluía este artículo con la siguiente aseveración: “en tiempos de recortes
públicos, aumenta la demanda de atención privada y, además, la posibilidad de
estas empresas de ganar dinero con las privatizaciones…”.
Ese mismo periódico, publicaba el 18 de noviembre un artículo de Fernando
Barciela, sobre “La excelente salud de la sanidad privada”, en el que señalaba
que “pese a la crisis, los seguros de salud han crecido un 29% entre 2007 y
2011, desde los 5140 hasta los 6589 millones de euros, y las clínicas privadas,
un 16% en el mismo periodo”. Estos resultados explicarían “el interés del
capital riesgo que hace cola cada vez que se anuncia una oportunidad”. Las
dificultades que atraviesa la sanidad pública “son vistos por las aseguradoras y
sus suministradores, los grupos hospitalarios, como una oportunidad”, al tiempo
que “están disparando un nuevo segmento de clientela, los que buscan un
servicio complementario debido a que las reformas de la sanidad van a dejar a
gente fuera, o con menos prestaciones”, o por el hecho de que las listas de
espera “se estén disparando en algunas comunidades”.
También El País publicaba el 28 de octubre un extra de su suplemento de
economía sobre “Los recortes de la salud”. En él, García Vega subrayaba que
2. “es imposible ahorrar 7267 millones de euros en gasto sanitario, como pretende
el Gobierno, sin generar dolor. En los pacientes, en la atención médica, en los
profesionales que prestan el servicio, en la calidad de la asistencia, en la
biotecnología, en la investigación sanitaria…en la salud”. En ese reportaje se
recoge la opinión de Joan Benach, experto en salud pública y profesor de la
Universidad Pompeu Fabra, sobre cómo se quiere hacernos “pasar de un
sistema nacional de salud a otro basado en el seguro sanitario privado para los
ricos, la Seguridad Social para los trabajadores y la beneficencia para el resto
de las personas”, al tiempo que advierte: “La salud es un negocio infinito y la
quieren convertir, al igual que la educación, en una nueva burbuja económica”.
“Para hacer negocio con la privada primero tienes que desprestigiar, debilitar y
parasitar la pública”, de forma que “todo responde a una estrategia ideológica”,
que vendría a decir: “El sistema privado es más eficiente que el público, los
usuarios están abusando de la sanidad o el sector público es insostenible y
burocrático”. Sin embargo, “ninguna investigación rigurosa, ni la Organización
Mundial de la Salud, sostienen estas tesis”.