Este documento describe la evolución de la educación en España a través de varias generaciones de una familia. Los abuelos asistieron a escuelas con pocos recursos donde se enfatizaba la disciplina y el castigo físico. La educación de los padres mejoró ligeramente con más libros y especialización de profesores. El autor asistió a una escuela mixta con más tecnología y menos énfasis en el castigo, que refleja los cambios en el sistema educativo español con el tiempo.
2. Fernando Villalobos Pérez
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Índice
- Introducción 3
- Información familiar 3
Abuelos maternos 3
Abuelos paternos 4
Tío abuelo paterno 5
Madre 6
Yo 11
Otras fuentes 12
- Comparaciones y conclusiones 13
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Introducción
La educación en España ha cambiado notablemente a lo largo de los años, así
como el entorno y la capacidad de las escuelas para enseñar e impartir
conocimientos de forma adecuada.
Realizar un estudio comparativo de leyes y documentos oficiales es, con
frecuencia, una tarea ardua que ya se ha realizado con demasiada frecuencia.
En su lugar, vamos a buscar cómo entender la evolución de nuestra enseñanza
a través de una comparativa de los recuerdos de nuestros abuelos, padres,
familiares, y nosotros mismos, para reconstruir la historia escolar familiar y
establecer una evolución comparativa de la escuela y la enseñanza en España.
Información familiar
- Abuelos maternos: ambos abuelos estudiaron en el pueblo, ella en una
escuela de niñas y él en una de niños.
Por aquellos tiempos la etapa escolar primaria duraba cuatro años pero si
querías podías pasar otros cuatro años estudiando después del período
obligatorio, que fue la opción que escogió la abuela debido a varios factores:
por una parte, estaban los costes económicos del transporte ya que los
institutos sólo se encontraban en las ciudades, y por otra no era lo más común
que en aquellos años las mujeres cursaran estudios superiores y la mayoría se
quedaban en casa para ayudar en las tareas domésticas. Por otra parte, se
daba el curioso caso de que su tía alquilaba parte de la casa como pensión, y
la maestra vivía allí y la daba clases particulares de apoyo.
Mi abuelo, por el contrario, pudo ir al instituto de Soria a los 10 años, en donde
hizo el Bachillerato y pudo presentarse a la reválida a los 17 años porque no
aprobó la primera. Estas reválidas eran exámenes ante un “tribunal” con tres
pruebas entre las que se contaba un dictado con una única falta como máximo.
Cuando terminó los estudios comenzó a trabajar en el banco.
Las escuelas eran de sexos diferenciados en las que hasta las asignaturas
eran diferentes: mientras que a las niñas se les enseñaba temarios más
relacionados con la vida doméstica como costura, economía del hogar y cultura
general, los niños recibían una educación más enfocada a los oficios y al
conocimiento científico.
Los únicos libros que se utilizaban eran la Enciclopedia, un tomo con el temario
de todas las asignaturas que daban, y el Catecismo. En algunas ocasiones,
sobre todo en la escuela de chicos, complementaban estos dos libros con
algunos de temario más específico como de historia o biología, pero que
usaban de forma muy ocasional.
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Las mesas eran grandes pupitres de dos asientos con sillas o taburetes que
formaban parte de las propias mesas y no se podían mover. El material general
de las clases era escaso, pero se procuraba cuidar muy bien y el poco que
tenían le daban un gran uso, como por ejemplo a un globo terráqueo de gran
tamaño y varios mapas que mi abuelo tenía en su escuela. El encerado, o
pizarra, era de pizarra auténtica hasta que comenzaron a cambiarse.
Tanto en los colegios de niños como de niñas, los sistemas actuales de
evaluación no estaban presentes. Los alumnos no aprobaban o suspendían,
sino que se les asignaba un orden en la clase. Si eras un buen estudiante eras
el primero de la clase, o el segundo o el tercero, pero si eras mal estudiante te
encontrabas entre los últimos de la clase, según los conocimientos que
demostraras en los exámenes o cuando el profesor preguntara.
Hacemos mención a la presencia constante del castigo físico como herramienta
para encauzar el aprendizaje. Los golpes de la vara de madera en las manos o
encerrar a los que eran problemáticos o no se sabían la lección en una
habitación durante horas tras acabar la jornada era bastante común también.
El sábado había horario lectivo normal, pero todos los jueves eran lo que
llamaban "Jueves de paseo", en el cual los alumnos salían de la escuela al
campo o a la calle, donde seguían aprendiendo aunque de forma más
distendida con el profesor o profesora. Los horarios se dividían por la mañana y
por la tarde, con un recreo de media hora.
El número de alumnos por clase variaba según la población de las zonas. En el
pueblo sólo tenían dos aulas llenas con entre 20 y 30 alumnos, que se dividían
en grupos dentro de la propia clase para que el profesor o profesora pudiera
atenderles por turnos según su nivel.
Es sabido que en aquella época los maestros recibían su paga del
Ayuntamiento de la localidad en la que enseñasen. Ya que la paga era mala y
muchas veces incluso no la recibían, casi todos los profesores se veían
obligados a buscar segundos trabajos alternativos para subsistir, lo cual
derivaba en un déficit de calidad en la enseñanza.
El bachillerato era mixto, a diferencia de las escuelas, y tenía asignaturas
diferenciadas y muchos más libros. No obstante, el número de chicas era muy
inferior al de chicos, y la mayoría lo dejaban a medias normalmente por temas
económicos o de costumbres (era raro ver mujeres estudiando). No todos los
colegios de bachillerato eran mixtos, de hecho muchos eran diferenciados,
especialmente los privados.
- Abuelos paternos: Mi abuela pasó por diversos colegios a causa de los
desplazamientos de su padre por razones de trabajo, y casi siempre pasando
por colegios religiosos manejados por monjas. Guarda pocos recuerdos de esta
época debido a tantos cambios. En su casa eran una familia muy culta y con
mucho aprecio por la educación, por lo que estudió Bachillerato mediante un
profesor particular que daba como a 5 o 6 alumnos de forma mixta.
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En los colegios siempre usaban la Enciclopedia, que se dividía en diversos
grados según el curso para el que iba dirigida, y el Catecismo, y se guardaba
disciplina muy rígida. Siempre se tenía que escribir y resumir en los cuadernos.
Como tenía familiares maestros, siempre recibía apoyo extra en casa.
En la escuela se repite la distribución por edades y la evaluación organizada en
orden de alumnos.
Mi abuelo, por otra parte, apenas me dio información de la escuela nacional,
que era como se llamaban las escuelas públicas o del estado. Dejó el colegio
religioso al que empezó a ir ya que cerró a causa de la guerra y complementó
con clases particulares de una de las llamadas "escuelas libres", que eran
pequeñas escuelas abiertas por profesores en un piso o una casa y que
estaban autorizados por los ayuntamientos. Más tarde, a los 11 años, entró en
el seminario a estudiar ya que resultaba más económico que el instituto al
funcionar como un internado. Tras tres cursos de latín dejó el seminario y se
sacó la reválida de Bachillerato a los 15 años. Después de ello comenzó a
trabajar en el banco para apoyar la economía familiar.
- Tío abuelo paterno (hermano de abuelo paterno): Estudió los párvulos en
una escuela de monjas y más adelante en la escuela nacional. Entró al
seminario al acabar sus cuatro años de escuela donde cursó 12 años en total:
5 de latín y humanidades, 3 de filosofía y 4 de teología. Tras terminar el
seminario le daban el título de bachiller.
En la escuela nacional o estatal la Enciclopedia y el Catecismo seguían siendo
los libros predominantes. La pizarra tenía un gran valor para las clases y casi
todo se hacía en ellas.
El seminario se regía por una disciplina muy severa y estricta, en la que
terminabas desarrollando hábito de estudio al no tener más opción. Allí vivían
los alumnos, comían, estudiaban y se entretenían, de forma que su
funcionamiento se asemejaba mucho al de los internados pero sin costar lo que
pedían estos. Esto hacía que muchas familias lo prefiriesen, no sólo por el
prestigio que tenía la Iglesia en esos momentos, sino además también por el
hecho de ahorrarse el transporte a las ciudades en las que estaban los
institutos. No obstante, muchísimos la dejaban por el camino ya que el final de
esos estudios era realmente vocacional, y no una mera herramienta.
Cuando terminó el seminario y consiguió su título de bachiller, empezó una
carrera universitaria a distancia por correspondencia. Muchos empezaban
también estos títulos pero los dejaban por el camino. Cuando mi tío terminó la
carrera, sólo quedaban 15 de los que la empezaron.
6. Fernando Villalobos Pérez
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Madre: cursó el último curso de educación primaria y bachillerato antes de la
implantación de la LGE del 1970 y de la respectiva EGB, por lo que pasó por el
mismo trayecto escolar que sus padres. Ella en particular recibió muchos
conocimientos escolares de su padre antes de ir con 6 años a una escuela libre
que estableció un profesor en las cercanías. Esto fue así porque vivían
prácticamente en las afueras de Madrid, alejados de cualquier centro y porque
antes no consiguió plaza para un colegio privado cercano. Allí tenían los libros
que les proporcionaba el maestro, principalmente Enciclopedia y Catecismo,
pero también comenzaron a tener algunos libros temporales y fichas extra de
contenidos. Debido a los conocimientos extra que su padre le enseñaba, pudo
haber pasado la reválida de acceso al Bachillerato antes de tener la edad
necesaria, pero aquello no estaba permitido así que tuvo que quedarse incluso
con alumnos mayores que ella hasta que cumplió los 10 años.
Cuando tuvo edad entró en un instituto privado para cursar bachillerato bajo
unas características semejantes a las que vivieron también su padre. El castigo
físico, aunque había disminuido, seguía estando presente para corregir
conductas indeseables, y la disciplina, aunque relajada, continuaba siendo muy
estricta. El instituto era de sexos diferenciados hasta poco antes de entrar ella
en él.
El material era algo mejor que con los abuelos y más variado. Las mesas
seguían siendo los típicos pupitres de dos sitios, con asientos que formaban
parte del mueble. Al igual que años atrás, el bachillerato diversificaba
asignaturas y libros, aunque eran todos libros de texto en los que nunca se
escribía.
Imágenes de los libros de mi madre del bachillerato:
11. Fernando Villalobos Pérez
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- Yo: estudié bajo el plan de la LOGSE en el colegio concertado Nuestra
Señora de los Infantes. Pasé por 3 años de preescolar (desde los 3 hasta los
6), por 6 de Educación Primaria (6-12), 4 de Educación Secundaria (12-16) y 2
de Bachillerato (16-18). Todas las etapas a excepción de la última eran
obligatorias y gratuitas, aunque el hecho de que estuviera en un colegio
concertado le daba cierto coste añadido para la familia.
Recuerdo muy poco de preescolar, aunque sí sé que hacíamos bastantes
excursiones y teníamos dos recreos en un patio considerablemente grande.
En primaria no teníamos recursos tecnológicos como los que hay ahora.
Nuestras mesas estaban puestas de una en una, separados unos de otros, y
teníamos un pequeño espacio debajo de la misma para dejar los libros de texto
que no nos llevábamos a casa. Solíamos tener perchas y cajoneras con libros
adaptados a nuestra edad. Se hacían exámenes con regularidad y teníamos el
temario dividido en diversas asignaturas, cada una con su libro. Apenas
escribíamos en los libros de texto, sino que empleábamos principalmente
nuestros cuadernos para tal fin. Los maestros eran generalistas y nos daban
prácticamente casi todas las clases, aunque a medida que avanzábamos había
más especialistas. Teníamos 5 horas diarias con un único recreo de media
hora, y solíamos ser entre 25 y 30 alumnos en clase. En las aulas teníamos
diversos pósters educativos de diferente índole, sobre todo de ciencias
naturales, inglés y algo de matemáticas.
En secundaria no había ya profesores generalistas, teníamos 6 horas lectivas
al día y éramos de entre 30 y 35 en las clases. Teníamos algún recurso
tecnológico más que antes, principalmente salas de informática y algunos
proyectores de diapositivas y de imágenes del ordenador. Ya no había posters
o dibujos en las paredes, pero seguíamos teniendo perchas y las mesas se
asemejaban mucho a las de primaria, solo que eran más grandes y altas. En
Secundaria el número de exámenes se fue reduciendo hasta quedarse casi
como los estándares de la universidad al llegar a bachillerato.
En secundaria teníamos aulas especializadas para clases de música, de dibujo,
de informática, de química, de tecnología, etc.
El Bachillerato no era obligatorio, y había más clases y alumnos de lo habitual
debido a la cantidad de nuevos que se incorporaban en ese nivel.
Tanto en primaria como en secundaria realizábamos excursiones y salidas de
forma periódica, aunque fueron disminuyendo notablemente con los años.
El colegio era mixto y, a pesar de la creencia de muchos de que es
completamente religioso y de que sólo los sacerdotes pueden dar clase en él,
la inmensa mayoría de su equipo directivo y docente son profesores normales.
El castigo físico en el colegio llevaba ya años extinguido, pero el profesor
todavía tenía una cierta autoridad sobre sus alumnos: en las clases de primaria
todos llamábamos a los profesores con el título "don" o "doña" (costumbre que
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desaparecería en secundaria), y tanto en primaria como en secundaria siempre
nos levantábamos cuando entraba alguien al aula.
La economía y las corrientes pedagógicas que habían entrado con fuerza en
España también habían incluido en el centro la presencia de especialistas:
psicólogos y pedagogos.
El colegio contaba con un comedor escolar y con instalaciones extra en las que
se realizaban multitud de actividades extraescolares.
- Otras fuentes: La guerra civil dejó a España muy escasa de maestros, y los
que se podían asignar a los puestos tenían escasa preparación. Con el tiempo
y la progresiva recuperación económica, no obstante, se fueron cubriendo esos
vacíos y se construyeron nuevos y mejores colegios, principalmente a partir de
los años 60.
Además de la asignatura de religión católica que era especialmente importante
el sábado, día que se dedicaba enteramente a esta, también se cursaba la
asignatura de Formación del Espíritu Nacional, comúnmente llamada
"políticas". Por otro lado, la enseñanza de la Educación Física era muy
deficiente o totalmente inexistente.
Hasta la recuperación económica, fue normal que los EEUU enviaran ayudas a
España con ropa, comida, leche, etc. Estas ayudas, que fueron aportadas
gracias al posicionamiento de Franco frente a los estadounidenses, se fue
diluyendo con los años a medida que mejoraba la situación económica.
A los años 70 se implantó la LGE y con ella el nuevo modelo de escuela y la
EGB. La Religión Católica y la asignatura del la Formación del Espíritu
Nacional fueron perdiendo importancia y protagonismo, hasta el punto de que
la primera se volvió optativa y la segunda fue sustituida por otra de valores
civiles menos rígida. Dos etapas con ocho años (de 6 a 11 y de 11 a 14). Se
empezaron a utilizar libros especializados en sustitución de la Enciclopedia y el
Catecismo. Se comenzaron a implementar los servicios de transporte y
comedor escolar.
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Comparación y conclusiones
A pesar de que no he podido contactar con la totalidad de mis familiares, he
podido recuperar información de algunos amigos de mis padres y establecer
una cierta continuidad de la evolución de la escuela desde la Guerra Civil
Española. El siguiente vídeo repasa todo lo que hemos visto hasta ahora.
https://www.youtube.com/watch?v=We8s6wDPi_c&
Desde luego, el principal determinante de la situación que vivieron mis abuelos
fue la brutal crudeza económica por la que pasaba el país. Además, la
dictadura de Franco afianzó el poder de la Iglesia y el de su propia doctrina
patriótica. La escasez de libros, de maestros, de escuelas y de material se fue
solucionando no obstante según mejoraba la situación económica, pudiendo
considerarse como aceptable según nuestros estándares sobre los años de mis
padres. La evolución del régimen de Franco y su definitiva transición hacia la
democracia también permitió abrir el sistema escolar e igualarlo para ambos
sexos.
Con los años, el período de escolaridad obligatoria también se alargó, pasando
de ser 4 años obligados en la escuela hasta los 10 actuales, pasando por los
ocho años de la EGB. También creció la cantidad de asignaturas, aunque sería
más correcto hablar más de libros ya que tampoco se han añadido tantas
asignaturas diferentes con los años, sino que antes se impartían todas con uno
o dos libros y ahora se imparten con uno o dos para cada una.
Una constante que he podido apreciar: ninguno escribíamos en los libros, todos
siempre en los cuadernos. En mis años podías escribir sobre él, claro, ya que
era tuyo y tus padres lo pagaban, pero no estaba bien visto y quedaba
excesivamente sucio.
Al pasar el tiempo y al llegar las nuevas tendencias de educación y enseñanza,
se ha denotado cómo el centro de la clase pasaba del profesor y de sus clases
magistrales al alumnado y a su capacidad de aprendizaje. Esto, no obstante,
puede que actualmente esté causando un exceso de confianza, poder y
desprecio por los estudios en los estudiantes, que ven como cada vez más se
les da todo hecho. Esto puede ser causa directa de la completa desaparición
del castigo físico y, cada vez más, de la presión psicológica que antes ejercían
padres, profesores y la misma sociedad..
Antes también tenía mucha importancia el sopesar si compensaba que un
hijo/a estudiase el bachillerato sabiendo que habría que pagar bastante para
llevarle a las ciudades donde estaban los institutos. Esto llevaba a que muchos
jóvenes, especialmente niñas, no llegaran a cursar estudios superiores. Por
otra parte, también se denota que el sistema escolar en aquellos tiempos
estaba más adaptado para estas eventualidades que el nuestro, pudiendo
permitir que los estudiantes que no se pudieran permitir el bachillerato
siguieran estudiando otros cuatro años en la escuela de cultura general y otro
tipo de conocimientos. Otra opción muy común era enviar a los hijos varones al
seminario, ya que funcionaba como los internados pero sin el alto coste
económico que suponían.
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Actualmente está visto que, ya que todas las familias pueden acceder con
facilidad a los centros educativos debido a su expansión por el territorio
nacional y a la mayor disponibilidad de los transportes.
Como he mencionado, el desarrollo económico no sólo propició la construcción
de más y mejores colegios, la formación de más y mejores docentes, la
producción y distribución de mejores materiales didácticos y la contratación de
personal de pedagogía especializado, sino también la proliferación de diversos
servicios escolares como el transporte, los comedores y las actividades
extraescolares.
Un punto curioso a tratar, al menos para mí, es que en tiempos de mis abuelos
y mis padres tendían a haber muchos profesores que daban clases particulares
a sus alumnos si vivían en las cercanías o eran familiares. Más tarde esto se
fue formalizando en las llamadas "escuelas libres", que eran básicamente un
profesor que montaba una pequeña escuela en una casa o un piso, todo
completamente formalizado y permitido por el ayuntamiento en cuestión, que
era el que mantenía a los profesores.
Para terminar: ha sido un trabajo muy revelador, instructivo y motivador, pero a
la vez se ha hecho muy pesado tener que reunir la información de familiares
que viven lejos de casa, sin contar con que se me ha hecho imposible contactar
con algunos de ellos. No obstante, es un estilo de trabajo muy interesante que
yo recomendaría a mis futuros alumnos, aunque posiblemente con otra
finalidad y contexto.