Mi madre asistió a una escuela pública en los años 70 donde las clases eran grandes con 60 estudiantes, tenían horarios extensos de 9am a 5pm, y los castigos físicos estaban permitidos. Aunque las experiencias escolares de mi madre incluyeron algunos aspectos negativos como los castigos severos, ella recuerda su época escolar con cariño y las tradiciones como entonar villancicos y recaudar fondos para los necesitados.
1. TIC en
Educación
Infantil
Entrevista a mi madre
Aida Fernández Méndez
Grado en Ed. Infantil
Grupo 201
TIC en Educación Infantil
2. La escuela en 1970
Puesto que en mi casa no tenemos ningún material escolar antiguo, para realizar este trabajo
le pregunté a mi madre que me contara cómo era su colegio, su clase, sus profesores, etc. No
tuve que hacerle ninguna pregunta más, puesto que recuerda con gran cariño su etapa escolar
y los recuerdos le salían solos, sin necesidad de preguntar.
Me contó que hasta los 6 años acudió a un colegio privado en el que le enseñaron a leer.
Debido a su corta edad, de esta escuela no guarda muchos recuerdos. En primaria, se cambió
de colegio, entró al colegio público “San José de Calasanz”, en Getafe. Fue en este colegio
donde mi madre pasó su vida escolar, de la cual tiene memorias muy agradables.
Ella recuerda unas clases grandes, puesto que eran 60 compañeros. En invierno, el aula se
calentaba con una estufa de carbón, y dice que a pesar de la amplitud, nunca pasaban frío.
En cuanto al trato de los profesores, se les debía llamar Don o Doña, o tratarles de usted.
El horario era de 9 a 13, después, acudían a casa para comer y volvían a la escuela a las 3 de la
tarde, para quedarse hasta las 17 horas. Los padres tenían la posibilidad de pagar un dinero
extra denominado “permanencia”, por el que te podías quedar hasta las 6 de la tarde. En
primero y segundo de primaria, también tenían que ir a la escuela los sábados. Por lo que mi
madre recuerda gran parte de su vida entre el colegio y sus compañeros en las calles de su
barrio.
Era un colegio mixto, pero los chicos y las chicas acudían a clase por separado. Sin embargo mi
madre recuerda como en el recreo siempre jugaban juntos. Fue en cuarto de EGB (Educación
General Básica) cuando cambió la ley y pudieron ir a clase juntos tanto niños como niñas. A
pesar de esto, en ocasiones, las actividades eran diferentes para unos y otros. Mientras los
chicos hacían marquetería, las chicas se dedicaban a aprender la costura y las tareas de casa.
Mi madre recuerda que cantaban mucho, tanto en clase para aprender las lecciones, como en
el recreo cuando saltaban a la comba, jugaban al corro, etc.
En los primeros cursos de primaria, tenían un único profesor para todas las asignaturas. Fue en
cuarto cuando empezaron a tener dos: uno impartía las asignatura de letras (Lengua y Francés)
y otro las de ciencias (Matemáticas y Ciencias naturales).
El segundo idioma en la escuela era el francés, pero mi madre aprendía inglés en una academia
por las tardes.
Al ser un colegio público, el uniforme era voluntario, pero mi madre lo llevaba. Recuerda la
falda gris, camisa azul clarito y chaqueta y leotardos azul marino.
En cuanto a las costumbres del colegio, mi madre recuerda como los lunes todos los alumnos
se ponían en fila en el patio del colegio mientras se izaba la bandera con el himno nacional de
fondo.
3. En navidades siempre hacían concursos de villancicos en el comedor, compitiendo unas clases
contra otras.
En mayo iban por las tardes a coger rosas para hacer ramos, y se las llevaban a la Virgen María
mientras cantaban “Con flores a María”.
El día del Domund, se dedicaba a recaudar fondos para los más desfavorecidos. Se hacían
grupos de dos o tres niños, que se llevaban una hucha durante el fin de semana y recogían
dinero. Mi madre cuenta como ella y sus amigas elegían siempre los edificios con ascensor
para recaudar mayor cantidad de dinero.
Las excursiones las organizaban la asociación de padres. Mi madre sólo recuerda cuatro salidos
fuera del colegio: cuando fueron a pasar el río Alberche, al Monasterio de Piedra, y dos veces
acudieron al circo de “Fofó”. Mi madre cuenta que les hizo muchísima ilusión a todos sus
compañeros verse en la tele.
Todos los años les hacían la foto escolar como un
recuerdo. Siempre se hacía con el mapa de España de
fondo y un teléfono al lado.
Con ocho años, en el colegio les preparaban para la
comunión. A pesar de ser un colegio público, se impartía
Religión Cristiana obligatoriamente.
Los castigos eran realmente duros, algunos profesores
seguían métodos de “la letra con sangre entra”. Mi madre
recuerda como llamaban a una profesora “bruja” ya que
les daba con una percha en la mano cada vez que fallaban
en las multiplicaciones o en los dictados. Si fallaban más
de 15 veces, tenían que juntar los dedos y te daba en las yemas. Algunos niños de su clase se
daban con ajo en las manos para que los golpes les dolieran menos. En ocasiones, los castigos
dejaban de ser físicos para ser humillaciones, ya que mi madre cuenta que las profesoras
dibujaban las orejas de burro en la pizarra y te ponían delante mientras toda la clase se reía.
La colocación y organización del aula, se regía por las notas. En la primera fila de la clase se
sentaban los más aventajados, y en la última fila de mesas estaban colocados aquellos
alumnos que sacaban las peores notas.
Respecto a la relación de las familias con la escuela y los maestros, los padres sólo iban a
hablar con los profesores cuando el alumno sacaba malas notas, o no se comportaba
correctamente. Además, los padres no veían mal que los profesores pegaran a los niños, es
decir, los castigos físicos estaban bien vistos por toda la comunidad educativa y las familias.
Al terminar el curso y en navidades, cuando los padres estaban contentos con los docentes, les
llevaban cajas de dulces o algún regalo.
La forma de enseñar, los contenidos y actividades variaban mucho dependiendo de la
ideología del profesor. Mi madre recuerda como en sexto de primaria cambiaron las cosas: los
4. profesores hablaban de la Guerra Civil y los poetas que habían muerto en ella; compraban
libros de lectura y se hacían préstamos entre ellos.
Comentario personal
Considero que afortunadamente la escuela ha ido cambiando y mejorando a lo largo de los
años. Sin embargo, se han perdido algunos valores muy importantes como el respeto hacia los
maestros, tanto por parte de los propios alumnos, como de los padres y la sociedad.
En cuanto a la organización del aula, estoy completamente en desacuerdo, ya que considero
que dicha colocación únicamente sirve para perpetuar la situación. Además, no favorece que
los alumnos se ayuden o colaboren entre ellos.
Asimismo, considero que el que las clases fueran tan grandes y hubiera tantos alumnos,
tampoco era favorecedor, ya que la atención no sería muy individualizada, sin poder atender
por tanto, a las necesidades específicas de cada alumno.
En cuanto a las excursiones, actualmente la oferta de museos y actividades culturales es
mucho mayor que antes. Por ello, ahora es habitual que los niños salgan fuera de la escuela
para aprender en otros ámbitos distintos al escolar.
Respecto al horario escolar, opino que guarda un gran parecido con el actual. Al menos, en mi
colegio era exactamente igual, también te podías quedar más tiempo después de la jornada
escolar. La única diferencia es que actualmente no se denomina “permanencia”.
En cuanto a mi experiencia escolar, yo también tenía dos profesores durante toda la etapa de
educación primaria. En la ESO, esta situación cambió, y teníamos un profesor por asignatura.
Otra diferencia que encuentro entre la escuela que vivió mi madre y la mía, es que
actualmente, el segundo idioma principal es el inglés, dejando el francés y el alemán como
tercera opción.
En cuanto al uniforme, en mi colegio también era obligatorio desde infantil hasta cuarto de la
ESO, pero era un colegio privado. Actualmente, por el contrario, el uniforme en los colegios
públicos no se tiene que llevar.
Sin duda, lo que considero que más ha evolucionado, han sido los castigos. Creo que
únicamente creaban miedo entre los niños, llegando a bloquearles mentalmente, y
fomentaban la imagen de los maestros como personas “malas”.
Para concluir, opino que todavía quedan muchos cambios para conseguir una educación de
calidad y unas escuelas competentes, pero considero que estamos más cerca que antes.