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ESTUDIOS
1. INTRODUCCIÓN
El uso de los recursos naturales tiene a menudo repercusiones
apreciables sobre el medio ambiente. Por ejemplo, el uso del
suelo para cultivos provoca el aterramiento de arroyos y lagos,
deteriorando los hábitats de los peces. La explotación a cielo
abierto del carbón perturba los ecosistemas al eliminar suelo y
vegetación. El transporte y tratamiento de recursos puede cau-
sar impactos adicionales, como los vertidos de petróleo provo-
cados por accidentes de petroleros y la contaminación del
agua derivada de la transformación industrial de los produc-
tos agrícolas. Por último, el consumo de cualquier recurso re-
sulta en la generación y transmisión de residuos que retornan
al medio ambiente. Como se ha indicado brevemente, las
leyes físicas imponen una estrecha conexión entre la tasa de
utilización de los recursos y a la que los residuos se generan.
Este estudio examina la conexión física entre el uso de re-
cursos y el medio ambiente. Describe, en líneas generales, la
teoría económica que explica cómo los mercados asignan los
recursos no renovables a lo largo del tiempo, valora la eviden-
ECO
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ROBERT T. DEACON (*)
Los recursos no renovables
y el medio ambiente (**)
(*) Catedrático de Economía, Universidad de California Santa Bárbara.
(**) Este artículo se presentó en forma de conferencia en un curso de verano sobre Eco-
nomía del Medio Ambiente en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, Barcelona
(España), dirigido por Pere Riera y celebrado el 26 de junio de 1995).
– Economía Agraria, n.º 179 (Enero-Abril 1997) (pp. 11-40).
cia reciente sobre las tendencias de escasez de los recursos y
evalúa las distintas opciones de políticas a fin de mitigar los
impactos medioambientales derivados del uso de los recursos.
Especial atención se dedicará a la agricultura, sobre todo a
partir de efectos ilustrativos en este sector.
1.1. Recursos no renovables frente a recursos renovables
Un recurso es renovable si su stock puede regenerarse me-
diante procesos naturales, como ocurre, por ejemplo, con un
bosque. Si se corta y extrae una parte del stock de madera de
un bosque, éste puede regenerarse naturalmente y, potencial-
mente ser explotado otra vez en el futuro. Un acuífero utiliza-
do para el riego de cultivos es renovable si se vuelve a proveer
a través de la filtración del agua de lluvia. El término renova-
ble no implica que se produzca necesariamente la regeneración
de los stocks agotados, solamente que dichos recursos, pue-
den soportar indefinidamente un consumo positivo y no de-
creciente descenso, si se utilizan con moderación (1).
Un recurso es no renovable si su stock no se regenera por
medios naturales en períodos de tiempo que sean relevantes
para la toma de decisiones por parte de las personas. Ejem-
plos significativos son los suelos agrícolas, las aguas subterrá-
neas procedentes de acuíferos no «recargados» y los combusti-
bles fósiles (2). Aunque los procesos naturales reponen de
hecho estos recursos, la tasa de formación es lo suficientemen-
te lenta como para considerar que los stocks existentes en un
momento dado no están aumentando. Este límite de recursos
fija un límite superior al consumo total posible en la actuali-
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(1) Evidentemente, es posible agotar algunos stocks de recursos con cosechas excesivas,
p. ej., poblaciones de peces o de especies cinegéticas, y existen numerosos ejemplos constata-
dos de extinción como consecuencia de la explotación humana. Ejemplos de lo anterior son
la paloma pasajera a manos de los colonos europeos en Norteamérica, el moa en Nueva Ze-
landa y numerosas especies de aves a manos de los polinesios que emigraron a las Islas Hawai.
Se ha especulado con que la desaparición de una variedad de animales de gran tamaño en el
continente norteamericano durante el Pleistoceno se debió a la caza excesiva realizada por
los humanos primitivos que emigraron a través del estrecho de Bering durante la última gla-
ciación. Véase V. L. Smith (1975).
(2) Los suelos son un factor en la producción agrícola y los stocks de suelos se agotan por
la erosión producida por el viento y el agua como consecuencia de su aprovechamiento agrí-
cola. Véase Miranowski y Carlson (1993, p. 5) para un estudio más amplio del suelo como re-
curso no renovable.
dad y el futuro, y garantiza, por tanto, que las tasas de utiliza-
ción de dichos recursos posiblemente descenderán.
La distinción entre renovable/no renovable ayuda a contex-
tualizar los tipos de problemas que afrontan las sociedades a la
hora de asignar estos recursos. En el caso de los recursos renova-
bles existen consideraciones importantes como la posibilidad de
extinción y la elección de cultivos sostenibles alternativos. Por lo
que respecta a los recursos no renovables, las principales inquie-
tudes son las cantidades de recursos que quedarán para el con-
sumo futuro, así como la posibilidad de sustituirlos por inputs
manufacturados cuando los recursos naturales desciendan.
1.2. El uso de recursos y el principio del equilibrio
de materiales
Los stocks de recursos no renovables son concentraciones
locales de elementos que siempre han existido y existirán en la
Tierra. En una primera aproximación, la masa de materiales de
la Tierra es fija y seguirá siéndolo. La extracción, el transporte,
el tratamiento y el «consumo» de estos recursos no los destruye
en absoluto, sino que los dispersa y modifica su forma. El princi-
pio del equilibrio de materiales reconoce este hecho y apunta a una
relación estrecha entre la masa de recursos extraídos para la ac-
tividad económica y la masa de «residuos», o subproductos no
deseados, que acaban por regresar al medio ambiente. A largo
plazo, estas dos masas deben igualarse (3).
La agricultura nos ofrece un buen ejemplo para ilustrar
este principio, como es la eliminación de bosques para la pro-
ducción agrícola. A menudo, se quema biomasa forestal para
liberar nutrientes en el suelo, con el fin de aumentar la pro-
ducción agrícola. No obstante, esta liberación beneficiosa de
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(3) Existe necesariamente un cierto grado de arbitrariedad en la definición de lo que
constituye una extracción de recursos. Por ejemplo, la agricultura suele provocar la erosión
del suelo en terrenos colindantes, y los cursos de agua cuando desembocan en lagos u océa-
nos. ¿Hasta qué punto debe considerarse lo anterior como una extracción? Cuando se extrae
y transporta grava para crear caminos sin pavimentar o se transporta tierra de relleno para
ajardinado, ¿tiene lugar una extracción y existe emisión de residuos? ¿Y qué decir del agua
utilizada por las familias que habitan en las afueras para mantener verde su césped? Pese a
estas ambigüedades, el principio de equilibrio de materiales sigue siendo útil para ofrecer
una perspectiva de «equilibrio general», una que obliga al analista a tener presente las identi-
dades contables que la naturaleza impone a la actividad humana.
nutrientes al suelo representa sólo una parte de la biomasa fo-
restal eliminada. El resto se libera bien a la atmósfera, contri-
buyendo al aumento del nivel de carbono en la atmósfera, o a
los cursos de agua y lagos reduciendo, posiblemente, la cali-
dad del agua. Dichos subproductos no son necesariamente
perjudiciales para el medio ambiente y algunos subproductos,
que de otro modo sí serían perjudiciales, pueden ser tratados
o transportados a fin de mitigar sus efectos no deseados. Sin
embargo, su masa no puede alterarse, siendo éste el punto
esencial. Como establece el principio del equilibrio de mate-
riales, la masa de materiales que vuelven al medio ambiente
únicamente puede reducirse disminuyendo la masa extraída:
mediante el uso más eficiente de las materias primas, el incre-
mento de la durabilidad de los activos, el aumento del recicla-
je de residuos o la disminución de las tasas de consumo.
Es difícil hacerse una idea del volumen de recursos natura-
les que una economía industrializada moderna utiliza. Datos
correspondientes a Estados Unidos para 1989 indican que
4.500 millones de tm de recursos naturales se utilizaron como
factor productivo, lo que representa 18 tm por habitante (4).
De dicha cantidad, el 40 por ciento correspondió a materiales
de construcción, como piedra, tierra y grava para carreteras,
edificios, entre otros. En torno al 38 por ciento correspondió
a combustibles para calefacción, cocina, transporte y la fabri-
cación de bienes y servicios. Los alimentos y los minerales in-
dustriales representaron, cada uno, en torno al 7 por ciento, y
el 8 por ciento restante correspondió a metales, productos fo-
restales y materiales orgánicos renovables (5). Todas estas sus-
tancias provocan efectos no deseados sobre el medio ambien-
te, incluidos perjuicios al sistema respiratorio humano, corro-
sión de estructuras, daños a cosechas y bosques, así como cam-
bios en la atmósfera y en el clima.
La estrecha conexión entre el uso de recursos no reno-
vables y la calidad del medio ambiente, unida a la necesi-
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(4) La fuente de esta información es el capítulo 1 de World Research Institute (1994).
(5) Hay dos observaciones que merecen ser enfatizadas. Una es el alto porcentaje de ma-
teriales de construcción sobre el total, la mayor parte de los cuales se trasladan de un lugar a
otro con escasa transformación e impactos medioambientales relativamente suaves. La segun-
da es el importante peso de los combustibles fósiles, cuyos efectos medioambientales distan
mucho de ser moderados. La utilización de estos combustibles produce emisiones de un volu-
men equivalente de residuos en forma de cenizas y partículas de suspensión, compuestos por
azufre y nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles, y óxidos de carbono.
dad de elegir entre presente y futuro a la hora de asignar
stocks, hace que sea importante comprender tanto los prin-
cipios de asignaciones de recursos no renovables eficientes
así como el funcionamiento de los mercados de dichos re-
cursos.
2. ASIGNACIONES POR EL MERCADO DE RECURSOS
NO RENOVABLES
La producción de un recurso no renovable extraído, como
las aguas subterráneas destinadas a la agricultura de regadío o
el carbón para la generación de electricidad, exige dos tipos
de factores: factores de extracción, como las bombas de agua
o los trabajadores de la minería; y un stock del recurso por ex-
traer (6). La teoría sobre el funcionamiento de los mercados
de recursos no renovables puede desarrollarse si se centra la
atención en un ejemplo simplificado en el que el stock posee
una calidad homogénea y el coste de extracción del recurso es
constante. Bajo estas condiciones, el coste unitario del pro-
ducto extraído equivale al coste unitario de extracción (C),
más el valor por unidad del stock no extraído (M). En condi-
ciones competitivas, el precio de mercado del recurso extraí-
do (P) igualará su coste marginal: P = C+M.
Para aclarar la notificación anterior, considérese el caso de
las aguas subterráneas utilizadas en la agricultura de regadío.
En este ejemplo, C representa el coste de elevar el agua a la
superficie y M es el valor para el agricultor de una unidad de
agua en el acuífero. El bombeo y uso de una unidad de agua
subterránea tiene un coste unitario de C+M; el primer térmi-
no es, simplemente, el coste de bombeo y el segundo es la re-
ducción de valor del stock de aguas subterráneas del agricul-
tor (7). Si el agricultor vende agua, P es el precio mínimo al
que estaría dispuesto a vender; además, P es el precio imputa-
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(6) En los capítulos 2 y 3 de Griffin y Steele (1986) se realiza un exhaustivo tratamiento
introductorio de los fundamentos económicos de las asignaciones de recursos no renovables.
(7) En el caso de las aguas subterráneas, típicamente, la reducción del stock hará descen-
der el nivel superficial del acuífero e incrementará los costes de bombeo futuros. En tal caso,
sería incorrecto suponer que C es fijo y sería necesario un análisis más complejo. Véase en
Zilberman, Wetzstein y Marra (1993, p. 80 y ss.) un análisis más pormenorizado del trata-
miento de las aguas subterráneas como un recurso no renovable.
do que el agricultor debería aplicar a su propio uso del agua.
En el caso de un combustible fósil, C es el coste unitario mine-
ro o de extracción, M es el valor unitario del mineral subterrá-
neo, es decir, el precio de un derecho sobre el subsuelo, y P es
el precio de venta del recurso extraído.
El general, M no permanecerá constante a lo largo del
tiempo. A medida que se sucede la extracción, se vuelve
menos abundante, por lo que su coste marginal generalmen-
te se incrementará. Como consecuencia el precio del produc-
to extraído (P) también aumentará con el tiempo. La cues-
tión clave estriba en saber cuáles serán las tasas de crecimien-
to de P y M. El razonamiento económico básico indica que la
tasa de crecimiento proporcional de M debe coincidir con el
tipo de interés r. En el caso de las aguas subterráneas, M es el
valor unitario del agua en el acuífero. Para el agricultor que
lo posee, este agua es un activo y la única rentabilidad que
puede ofrecerle mientras esté en el subsuelo proviene de un
incremento de M, su precio o valor unitario (8). Si M estuvie-
se creciendo a una tasa superior a r, el agricultor desearía al-
macenar agua en el acuífero en lugar de utilizarla, ya que su
mantenimiento le ofrecería una rentabilidad superior a la de
otros activos de la economía. Si M creciese a una tasa inferior
a r, no existirían incentivos para que el agricultor la almacen-
sase más allá del primer período, pues en este caso, su renta-
bilidad sería inferior a la de otros activos de la economía. Si
el agricultor ha asignado agua entre presente y futuro de
forma que maximiza el valor actual del rendimiento de la ex-
plotación agrícola, obtendrá una rentabilidad igual a la de
otros activos de la economía. En consecuencia, el valor unita-
rio del agua en el acuífero aumentará a la tasa porcentual r
anual.
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(8) Los stocks de recursos no crecen ni se deprecian. En el sencillo ejemplo descrito en
esta sección, no prestan ningún servicio de consumo al propietario que los mantiene in situ.
Tratándose de activos, su rentabilidad total se obtiene en forma de retribución del capital y la
necesidad de que la tasa proporcional de aumento de la plusvalía coincida con las tasas de re-
torno de otros activos tan solo es, de hecho, un requisito para el equilibrio de los mercados
activos. En modelos más complejos, el stock de reservas se utiliza como una especie de capital
que reduce efectivamente los costes de producción. (Véase, por ejemplo, Pindyck, 1978). En
estos casos, no es necesario que la tasa de incremento del precio de los derechos al subsuelo
iguales el tipo de interés. No obstante, siguen siendo aplicables, por lo general, las «aclaracio-
nes» que aporta el modelo más simple sobre el funcionamiento de los mercados de recursos
no renovables.
Dado que M crecerá a un ritmo equivalente al tipo de inte-
rés, su valor en cualquier período viene dado por:
M(t) = M0ert [1]
donde M0 es el valor unitario del stock no extraído en un pe-
ríodo inicial de referencia y e es la base de los logaritmos ne-
perianos. De manera intuitiva, si M sigue esta senda, el valor
actual de la rentabilidad de la liquidación de una unidad de
stock, será igual en cada período, haciendo al propietario ra-
cional indiferente entre utilizar una unidad o posponer su uti-
lización para el futuro. Como el precio o valor unitario del re-
cursos extraído coincide con el coste de extracción más M, el
valor de P en cualquier período es:
P(t) = C + M0ert [2]
Aunque esta expresión permite predecir cómo variarán en
el tiempo P y M, únicamente identifica sus valores en el año t
hasta el término constante M0. Esta constante viene determi-
nada por la condición de que el consumo total del recurso,
una vez sumado para todos los períodos futuros, no supere el
stock disponible. El que la demanda iguale a la oferta disponi-
ble es una exigencia a satisfacer a muy largo plazo. Los aconte-
cimientos que modifiquen la demanda o la oferta de largo
plazo desplazarán bruscamente M0. Correctamente interpreta-
da, por tanto, la teoría predice que P y M crecerán, de manera
constante en el tiempo, solamente en la medida en que per-
manezcan inalterados los factores que determinan M0.
El ánimo de lucro de los propietarios del recurso crea un
incentivo privado de conservación del recurso para su con-
sumo en el futuro. Un agricultor que utilice una unidad de
agua subterránea en el período actual necesariamente pier-
de la oportunidad de asignarle un uso de un mayor valor en
el futuro. El beneficio que obtendría un agricultor utilizán-
dola en el futuro, debidamente descontado, equivale al
coste de utilización hoy de una unidad del stock. Todo lo
que incremente este valor futuro esperado, como la expec-
tativa de intensas demandas de agua en el futuro, eleva el
coste de uso hoy y aumenta la cantidad conservada para uso
futuro.
Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO
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2.1. Dinámica comparativa
La observación de los precios reales para un recurso no re-
novable, como el petróleo, revela que no siguen una tenden-
cia creciente suave, como sería de prever si M0 se mantuviese
constante. En el gráfico 1 se muestran los precios reales y
«predichos» durante el período 1970-1994. Los precios reales,
representados por la línea continua, se expresan en términos
nominales. Las distintas curvas crecientes que parten de la
línea de precios reales representan previsiones para 10 años
de los precios del petróleo, realizadas por la Sociedad de Inge-
nieros para la Evaluación del Petróleo en los años indicados
utilizando una fórmula como la ecuación [1]. Esto puede dar
que pensar a quien pretenda predecir los precios futuros de la
energía o los valores unitarios del agua subterránea basándo-
se, simplemente, en la tendencia de crecimiento porcentual r.
Como se explicó anteriormente, los cambios en los factores
que afecten las condiciones a largo plazo de demanda u oferta
causarán saltos discontinuos en la tendencia. Estas variaciones
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Gráfico 1
FALTA TITULO!!!!
FALTA TITULO!!!!
Año
Preciodelpetróleo($/barril)
Precio registrado correspondiente a WTI Estudio de abril de 1994
60
0
10
20
30
40
50
72 76 80 84 88 92 96 00
82
83
84
Estudio del año 85
86 87 8889
90 91
92 93
94
WTI
(10 años cada estudio)
fueron evidentemente frecuentes durante el período exami-
nado.
El ejemplo más característico de suceso en que aumenta la
oferta a largo plazo es el descubrimiento de un yacimiento de
recursos desconocido anteriormente. Éste provoca un descen-
so de M0 y que la senda del precio caiga en el momento del
descubrimiento. Si tan sólo tuviese lugar este cambio, la curva
del precio describiría una línea uniformemente creciente
antes de la fecha de descubrimiento, una caída en la fecha de
descubrimiento, y a partir de entonces una línea inferior cre-
ciente.
Entre los factores relevantes de la demanda de largo plazo
se encuentran la posición y la forma de la curva de demanda
del recurso extraído, el tipo de interés y el coste unitario de
extracción. Un incremento de r indica que las demandas futu-
ras son menos importantes, por lo que se producirá un salto
hacia abajo de M0. Sin embargo, como se desprende de la
ecuación [2], una subida de r implica una tasa de crecimiento
t rápida de los precios futuros. En resumen, el efecto predi-
cho es que M descienda bruscamente y aumente a continua-
ción más rápidamente de como lo hacía antes del incremento
de r. Asimismo, la teoría predice que el uso del stock del re-
curso se trasladará del futuro al presente y que se adelantará
su agotamiento. Caídas de r provocarán el efecto contrario.
La introducción de un sustitutivo renovable del recurso no
renovable también reduciría la demanda a largo plazo. Un
ejemplo sería la introducción de aguas superficiales, a un pre-
cio unitario constante, en una región agrícola que dependiese
anteriormente de aguas subterráneas, no renovables. Otro
sería el descubrimiento de un proceso de fusión que genere
energía barata, sustitutiva de los combustibles fósiles, a partir
de una materia prima abundante. Dichos sustitutivos, denomi-
nados a veces «fuentes de oferta sustitutivas», reducen la de-
manda del recurso no renovable que se encuentra por encima
del precio «sustitutivo». Esto tiene como efecto la reducción
del valor unitario del stock no renovable y el adelanto de la
fecha de agotamiento. Al producirse el agotamiento, los usua-
rios comienzan a utilizar el recurso renovable sustitutivo.
Por último, considérese el efecto de un incremento del
coste de extracción unitario (C). Dado que reduce los benefi-
cios derivados del uso del stock extraído, este cambio recorta
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bruscamente el valor de una unidad del recurso no extraído
(M). Después de este efecto, su valor volverá a subir a la tasa
proporcional r. Puede demostrarse que el valor del recurso ex-
traído (C+M) se incrementa inmediatamente cuando aumen-
ta C, y pasa a tener una tasa de crecimiento inferior a la de
antes. En este caso el uso del recurso se traslada al futuro y se
aplaza el momento de su agotamiento.
Estos resultados son aplicables a los mercados competitivos
de recursos, en los que la propiedad de los stocks de recursos no
está muy concentrada. Si la propiedad de los stocks estuviese lo
suficientemente concentrada como para permitir la fijación mo-
nopolista de los precios, el modelo debería someterse a modifi-
caciones. Como en el caso anterior, la decisión de utilizar hoy
una unidad del stock reduce el beneficio obtenible caso de usar-
la en el futuro, y este beneficio futuro sacrificado es un coste de
oportunidad de su uso hoy. Para el monopolista, el beneficio
por la venta de una unidad marginal es el ingreso marginal uni-
tario, que difiere del precio debido a que el monopolista debe
tener en cuenta que la producción y venta de una unidad adicio-
nal reduce el precio que puede ser recibido por todas las unida-
des. El equilibrio del monopolista exige que se adapten las ven-
tas de stocks de recursos no renovables de forma que el valor ac-
tual del ingreso marginal sea el mismo en todos los períodos.
La trayectoria del precio resultante del monopolio depen-
de de la forma de la curva de demanda del recurso extraído.
En los casos más verosímiles, el precio monopolístico es ini-
cialmente superior, pero crece a una tasa menor de la que
existiría en condiciones competitivas (9). Como consecuencia
de lo anterior, el monopolista generalmente tardará más en
agotar el recurso que una industria competitiva.
A la vista de estos resultados, puede interpretarse la trayec-
toria de precios descrita en el gráfico 1. El incremento de pre-
cios de 1973-1974 coincidió con el hecho de que la OPEP pasa-
se a considerarse un cártel aparentemente eficaz. Aunque la
OPEP seguramente nunca fue un monopolio, sus miembros
controlaban de hecho gran parte de las reservas mundiales y,
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(9) De acuerdo con nuestro modelo, con coste de extracción constante, tipo de interés
constante, demanda estacionaria y sin incrementos de reservas, este resultado se producirá en
la medida en que la curva de demanda se vuelva más elástica a medida que descienda la canti-
dad consumida. En Dasgupta y Heal (1979, capítulo 11) se aportan datos al respecto.
durante un tiempo, parecieron capaces de actuar concertada-
mente a fin de lograr cierto grado de poder monopolístico. La
subida de precios ocurrida en aquellas fechas es coherente con
lo que la teoría predice para el momento en que se forma un
monopolio (10). La revolución de los fundamentalistas islámi-
cos en Irán, entonces uno de los principales productores de
petróleo, explica el incremento del precio del petróleo en
1978-1979. Este acontecimiento y la posterior guerra Irán-Irak
mermó la capacidad de ambos países de explotar los recursos
petroleros de que disponían. En términos del modelo prece-
dente, es más adecuado considerar lo anterior como un incre-
mento del coste de extracción de parte de la producción mun-
dial, acompañado por una subida del precio y un nuevo au-
mento de la producción en el futuro. El descenso del precio
de 1986 se ha atribuido generalmente al complejo sistema de
restricciones a la producción de la OPEP y a una disminución
generalizada de su capacidad para actuar como un verdadero
cártel. Una intensa caída del precio no es sino lo que cabría es-
perar de un acercamiento a un régimen más competitivo (11).
Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO
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RIA
21(10) Una explicación alternativa de la subida de precios de 1973-1974 pone el acento en
la «seguridad de la propiedad». Mead (1979) señala que la aparición de la OPEP a comienzos
de la década de los setenta coincidió con un cambio en el control sobre las reservas petrole-
ras de Oriente Medio, que pasó de las empresas productoras a los países en los que se halla-
ban los recursos. Este autor sostiene que este cambio aumentó la seguridad de la propiedad,
ya que las multinacionales que controlaban la producción durante los años sesenta habían te-
mido su nacionalización. Gracias a la mayor confianza en su capacidad para beneficiarse de la
producción futura, los nuevos propietarios aplicaron a la producción futura tasas de descuen-
to menores. Aplicando la explicación anterior sobre los efectos de las variaciones de los tipos
de interés, un descenso del tipo de interés efectivo provocará un brusco aumento del precio y
su crecimiento posterior a una tasa inferior, es decir, cualitativamente el mismo resultado
previsto en el caso del monopolio.
(11) A lo largo de la década de los setenta y a comienzos de los ochenta, Arabia Saudí de-
sempeñó un papel central en el mantenimiento de la producción de la OPEP en torno a las
cuotas establecidas por el cártel, reduciendo su propia producción cuando se incrementaban
las producciones de otros estados miembros. Aparentemente en 1986 abandonó esta política y
el mercado mundial del petróleo comenzó a parecer más competitivo. La intensa subida del
precio en 1990-1991 se debió a la apropiación iraquí de las reservas de Kuwait y a la guerra que
se desencadenó. El modelo de recursos no renovables se ha ampliado en varias direcciones.
Una extensión pretende incluir la exploración de nuevas reservas. Otra es introducir la incerti-
dumbre, contemplando bien los precios o descubrimientos futuros. La introduccióon de la ex-
ploración suele proporcionar predicciones que son básicamente coherentes con las presentadas
al principio de la sección sobre Dinámica comparativa. Concretamente, véase Deacon (1993)
para los resultados de una simulación sobre los efectos de distintas políticas fiscales en la explo-
ración y la producción, y en Pindyck (1978) los resultados sobre el comportamiento del mono-
polio frente a la extracción competitiva cuando se introduce la exploración. Es más difícil re-
presentar los resultados sobre la incertidumbre, debido en parte a las numerosas fuentes de in-
certidumbre posibles y a que cada una de ellas puede afectar las decisiones económicas de ma-
nera diferente. Véase en el capítulo 2 de Fischler (1981) un análisis teórico sobre esta materia.
2.2. Lecciones extraíbles del modelo
El ánimo de lucro constituye un incentivo para que los
propietarios de recursos conserven los stocks para su uso por
los futuros consumidores, ante la perspectiva de incrementos
eventuales de los precios o de los valores unitarios derivados
de reducciones de los stocks no renovables. Los resultados de
dinámica comparativa antes descritos detallan más esta idea
general. Si los usuarios de recursos obtienen un recurso de re-
serva efectivo –un buen sustitutivo del recurso que esté dispo-
nible, con una oferta muy elástica y a un precio lo suficiente-
mente bajo como para ser tenido en cuenta para los consumi-
dores– reaccionarán acelerando la producción y adelantando
el agotamiento. En cambio, si se prevé un crecimiento futuro
de la demanda, los propietarios tendrán incentivos para redu-
cir el uso de los stocks de recursos hasta que el crecimiento de
la demanda se materialice. Si no existen sustitutivos acepta-
bles de un determinado recurso, y éste es vital en algún aspec-
to de la actividad económica, su valor unitario crecerá hasta
niveles muy elevados antes de que se produzca el agotamien-
to. Un efecto de esto es aumentar los beneficios derivados de
la investigación e ingeniería dedicados al desarrollo de sustitu-
tivos del recurso crucial. Como indican estos ejemplos, los
mercados de recursos incorporan incentivos que llevan a los
propietarios de recursos y a otros agentes importantes de los
mercados de recursos a reaccionar de forma compleja, a las si-
tuaciones de escasez.
Una segunda observación se refiere a la relación entre los
incentivos de conservación y la «seguridad de la propiedad».
La teoría consideraba que los propietarios de recursos estaban
seguros de su derecho a usar, en fechas posteriores cualquier
stock de recursos no utilizado en el presente. La única reduc-
ción de valor asociada con los ingresos futuros procede del
descuento de los flujos. Sin embargo, si la propiedad no es se-
gura, el propietario ha de considerar también la probabilidad
de perder ese derecho. La inseguridad de la propiedad puede
provenir de la explotación de reservas comunes por parte de
varios usuarios, como en el caso de los agricultores que ex-
traen agua de riego de pozos perforados en un mismo acuífe-
ro. Cada agricultor es consciente de que una parte del volu-
men de agua conservado en el acuífero para su extracción fu-
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22
tura será probablemente extraída por otro. El efecto de dicha
inseguridad es análogo a un incremento del tipo de interés
–se estimula el consumo anticipado y se adelanta el agota-
miento. En este sentido, la propiedad insegura está en contra-
dicción con la voluntad de conservación.
3. EVIDENCIAS DE ESCASEZ DE RECURSOS
El modelo de recursos no renovables indica la tendencia
de los valores de los recursos no renovables a crecer en el
tiempo, aunque ésta puede contrarrestarse mediante el des-
cubrimiento de nuevos yacimientos o la reducción de los cos-
tes de extracción. Es interesante conocer si nos movemos
cerca del límite de un recurso no renovable, lo que podría
forzar cambios en los estilos de vida o limitar el crecimiento
económico. La mayoría de las evidencias que existen al res-
pecto corresponden a combustibles fósiles y minerales. Aun-
que a menudo se afirma que la creciente escasez económica
afecta a los recursos agrícolas no renovables, no se dispone
de los datos necesarios para evaluar las tendencias generales
y globales de la escasez de estos recursos. Por tanto, el si-
guiente análisis se centra en los casos de minerales y combus-
tibles fósiles.
La opinión mayoritaria entre los economistas especializa-
dos en recursos naturales es que no está cercana, ni siquiera
se vislumbra en el horizonte, una situación de escasez de re-
cursos no renovables tal que limitase el crecimiento económi-
co o alterase drásticamente los estilos de vida. Esta conclusión
se desprende tanto del estudio de medidas físicas y económi-
cas sobre la disponibilidad de recursos, como del análisis de
las posibilidades de sustitución de recursos no renovables por
otros factores susceptibles de producción, para aquellos pro-
cesos productivos cruciales.
3.1. Medidas físicas de la abundancia de recursos
Se publican habitualmente dos medidas físicas sobre la
abundancia de los recursos. La primera es la de las reservas
probadas, cantidades de yacimientos conocidos verificadas me-
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diante muestreo y medida, cuya recuperación es rentable
dados los precios y costes de extracción actuales. La segunda
medida, más amplia, es la de los recursos no renovables, las can-
tidades de recursos cuya existencia se conoce o se presume
con razonable certeza, y cuya recuperación es factible me-
diante la aplicación de métodos técnicos disponibles en la ac-
tualidad.
Hay dos razones por las que la definición de reserva pro-
bada es demasiado restringida para servir de medida de los
recursos disponibles en última instancia para su uso. En pri-
mer lugar, como la exploración y las pruebas necesarias para
localizar y cuantificar los yacimientos son muy costosas, los
propietarios tienden a retrasar este esfuerzo hasta que se
aproxima el perído de uso planeado. En segundo lugar, tanto
los avances técnicos que reducen los costes como los aumen-
tos de los precios de los recursos hacen que el conjunto de
yacimientos que pueden recuperarse de manera rentable se
expandan con el tiempo, aun cuando no tengan lugar nuevos
hallazgos. Así la aplicación de los precios y de los costes de
extracción actuales tiende a la infravaloración de los stocks
que eventualmente resultaría rentable explotar. Por estas ra-
zones, las reservas probadas son más un inventario que sirve
de referencia para la producción a corto plazo, que un límite
último. En consonancia con esta interpretación, se observa
que las reservas probadas de algunos recursos, p. ej., el petró-
leo, crecen a lo largo del tiempo aun cuando avanza su pro-
ducción.
La medida de los recursos no renovables incluye los yaci-
mientos conocidos o razonablemente presumidos, que son
tecnológicamente posibles de recuperar mediante métodos
disponibles. Así pues, la diferencia entre las reservas probadas
y los recursos es que en el segundo caso no es necesaria una
prueba de rentabilidad, sino que es suficiente con la viabili-
dad tecnológica. Esta medida más amplia supera normalmen-
te a las reservas probadas en uno o más órdenes de magnitud.
Para la mayoría de minerales, los stocks de recursos no reno-
vables conocidos bastarían para satisfacer el consumo actual
durante, al menos, 150 años, y en muchos de ellos la cifra es
superior a 1.000 años. Por tanto, la simple abundancia física
no debe ser un factor limitador del crecimiento económico, al
menos durante varias décadas.
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3.2. Medidas económicas de la abundancia de recursos
A pesar de todo, las medidas físicas no dicen toda la ver-
dad. Hay partes de depósitos de recursos minerales identifica-
dos que tan sólo pueden extraerse incurriendo en costes muy
elevados, de forma que su existencia es económicamente irre-
levante. Asimismo, si el consumo está creciendo, las ratios ele-
mentales reservas/producción sobreestiman la capacidad de
atender las necesidades futuras, de las reservas y recursos
identificados en la actualidad. Sin embargo, estos factores de-
berían reflejarse en el comportamiento de los mercados de re-
cursos. Cuando existen varias calidades de recursos, la extrac-
ción suele desplazarse con el tiempo de los yacimientos de
bajo coste a los de alto coste. Unos costes de extracción en rá-
pido crecimiento indican el agotamiento de los yacimientos
de bajo coste y la proximidad de una época en la que habrá
de dedicarse a la extracción de mineral partes cada vez mayo-
res de la renta de la sociedad. Barnett y Morse (1963) exami-
naron los costes de extracción de minerales durante el perío-
do 1870-1957. Calculando datos medios para varios recursos
no renovables, hallaron una clara tendencia descendente de
los costes medidos durante el período. Los costes unitarios de
1957 eran inferiores al 25 por ciento de su valor en el período
1870-1900. Un estudio posterior de Johnson y Bell extendió
estas comparaciones a 1970 y descubrieron una tendencia
continua descendente. De este modo, de las tendencias de los
costes no se desprende que nos acerquemos rápidamente a lí-
mites económicos.
Esta circunstancia, puede, sin embargo, considerarse poco
concluyente, debido a que el modelo de recursos no renova-
bles predecía que el agotamiento de los stocks de recursos
debía ir acompañado de subidas de precios aun cuando los
costes de extracción permaneciesen constantes. Ello indica
que la evolución de los precios son un indicador más fiable de
la escasez. Barnett y Morse (1963) estudiaron las tendencias
en relación de los de los precios de los factores no minerales
extractivos durante el período 1870-1957. De nuevo, hallaron
una tendencia general descendente, que no indicaba ningún
aumento acusado de la escasez. Otros investigadores han pre-
sentado evidencia más detallada sobre determinados recursos,
extendieron el análisis a períodos más recientes y utilizaron
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métodos econométricos más avanzados para analizar los
datos. Aunque cada autor ha llegado a conclusiones distintas,
pueden extraerse algunas consideraciones generales. Hasta
aproximadamente 1970, los precios de la mayoría de los re-
cursos no renovables descendieron (12). Durante la década
de los setenta, subieron los precios del crudo y de otros recur-
sos energéticos, si bien tal subida se debió fundamentalmente
a la aparición de la OPEP más que a una escasez física crecien-
te. Fischer (1981) examinó los precios de siete minerales no
combustibles distintos durante los setenta y comprobó que al-
gunos subieron y otros se mantuvieron básicamente constan-
tes, pero ninguno registró una caída significativa. Smith
(1979) observó que la evolución descendente de los precios
de los minerales se suavizó a medida que se aproximaba la dé-
cada de los setenta, y que los precios se comportaron de ma-
nera estable en los primeros años de dicha década.
Aparte de las posibilidades de sustitución entre minerales, no
existe razón alguna para prever movimientos acompasados de la
evolución de precios y de los niveles generales de escasez econó-
mica. Las diferencias entre sus demandas, los costes de extrac-
ción y la abundancia natural deben provocar, por lo general,
que cada uno siga una trayectoria de precios diferente. Ello difi-
culta las generalizaciones sobre las trayectorias de precios real-
mente observadas. Sin embargo, a finales de los setenta pareció,
que en conjunto, podía haber concluido la tendencia de largo
plazo descendente de la mayoría de los precios de los minerales.
3.3. Implicaciones
Estos datos indican que los descubrimientos de nuevos yaci-
mientos, los avances técnicos en exploración, extracción y trata-
miento, y la sustitución de los factores que se habían vuelto más
escasos por otros más abundantes, se combinaron para evitar
que la escasez de recursos no renovables se convirtiese en res-
tricción significativa del crecimiento económico, al menos du-
rante la década de los sesenta. Los datos de los setenta y poste-
riores no son, sin embargo, tan concluyentes, aunque se obser-
varon señales de un posible fin de la época de caídas durante
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(12) Véase Barnett y Morse (1963), Nordhaus (1974) y Smith (1979).
largos períodos de los precios de los recursos. Aun siendo esto
cierto, no justifica necesariamente una gran inquietud ni nue-
vas iniciativas políticas en los mercados de recursos. La mayoría
de países industrializados no invierten todavía una fracción sig-
nificativa de sus rentas nacionales en la obtención de recursos
no renovables para mantener la producción. Evidentemente, la
obtención de petróleo ha suscitado gran inquietud en algunos
países industrializados con elevada dependencia energética
como Japón, pero los problemas registrados se han debido más
bien a la fijación no competitiva de precios y no a aumentos es-
pectaculares de la escasez física. Además, la deplorable expe-
riencia de EE.UU. y algunos otros países industrializados al
adoptar políticas para combatir las subidas del precio del petró-
leo en los setenta debería suscitar nuestra desconfianza hacia
las tentativas de los gobiernos para mejorar las asignaciones del
mercado en este ámbito. Es indudable que los precios de algu-
nos recursos no renovables crecerán y los de otros descenderán,
conforme se alteren a lo largo del tiempo las condiciones que
afectan a la oferta y la demanda de la economía. No obstante,
estas variaciones no son razón suficiente para evitar las asigna-
ciones realizadas por el mercado. La respuesta a la escasez cam-
biante es una de las funciones que mejor dominan los merca-
dos. Además, la intervención de los responsables políticos en
estas materias distrae la atención de los numerosos efectos me-
dioambientales colaterales del uso de los recursos, siendo éste
un campo en el que una política estatal bien diseñada puede
beneficiar claramente a la sociedad.
4. CUESTIONES MEDIOAMBIENTALES SOBRE EL USO
DE RECURSOS NO RENOVABLES
El uso de recursos no renovables, tanto en las economías
agrícolas como industrializadas, provoca una serie de impac-
tos medioambientales (13). Los métodos agrícolas que supo-
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(13) Los recursos no renovables más importantes utilizados en la producción agrícola
son los suelos y las aguas subterráneas procedentes de depósitos no recargados. Zilberman,
Wetzstein y Marra (1993, p. 68) describen una plaga de insectos con características vulnera-
bles a un determinado pesticida como recurso no renovable. Con el tiempo, los insectos pue-
den desarrollar una mayor resistencia a medida que se utiliza el pesticida, agotando de hecho
este valioso «recurso no renovable».
nen un cultivo agresivo del suelo conducen a la erosión y al
consiguiente aterramiento de lagos y embalses. El bombeo
continuo y la utilización de aguas subterráneas para el riego
puede provocar, en algunas situaciones, el anegamiento de los
suelos y la reducción de la productividad, al incrementarse las
concentraciones de sal.
En las economías industrializadas, las repercusiones más
relevantes derivadas del uso de recursos no renovables suelen
estar asociadas con los combustibles fósiles. En la fase de ex-
tracción, la minería a cielo abierto del carbón superficial y la
evacuación de las escorias procedentes de la extracción mine-
ra del carbón a profundidad deterioran los paisajes y los eco-
sistemas terrestres. La extracción de petróleo y gas en el océa-
no y en entornos árticos puede producir la liberación de sus-
tancias químicas asociadas con la explotación de hábitats sen-
sibles. El agua dulce se contamina cuando se produce la lixi-
viación de ácidos procedenetes de pozos mineros o de esco-
rias. El transporte de petróleo puede ocasionar la contamina-
ción de los océanos a consecuencia de vertidos accidentales y
deliberados de petroleros, y el proceso y refino del petróleo
produce contaminación atmosférica. La combustión realizada
por los usuarios finales provoca también importantes daños
medioambientales, especialmente corrosión, contaminación
atmosférica urbana y problemas respiratorios.
La mayor parte de los ejemplos precedentes localizados, si
bien el uso de recursos no renovables también puede tener re-
percusiones en regiones más extensas. Existen ejemplos como
las emisiones transfronterizas de contaminantes atmosféricos
en el proceso de generación de electricidad a partir del car-
bón. La combustión del carbón con contenido en azufre pro-
voca emisiones de óxidos de azufre, que son perjudiciales para
la salud humana y forman ácido sulfúrico en contacto con el
agua. Estas sustancias suelen atravesar las fronteras nacionales,
dando lugar a depósitos ácidos en lagos y cursos de agua de
países vecinos. Este es un problema bien documentado en el
norte de Europa y en Norteamérica. Los óxidos de nitrógeno y
los compuestos orgánicos volátiles pueden dar lugar a la for-
mación de ácidos y ozono, que pueden dañar las cosechas, los
bosques, las estructuras y la salud humana en otros países.
A escala mundial, el problema medioambiental que suscita
mayor preocupación en la actualidad es la posibilidad de cam-
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bio climático, cuyas causas potenciales se encuentran tanto en
las economías agrícolas como en las industrializadas. Respecto
de las economías industriales la principal inquietud se refiere
a la combustión de combustibles fósiles y a las consiguientes
emisiones atmosféricas asociadas de dióxido de carbono (14).
En las economías agrícolas, la principal fuente de preocupa-
ción es la conversión de tierra forestal en terrenos agrícolas y
la eliminación de biomasa forestal en busca de carbón. El con-
junto de pruebas esgrimidas para sostener el calentamiento
mundial sigue suscitando polémica. Las pruebas del calenta-
miento mundial basadas en las elevaciones de la temperatura
del agua del mar, en los gradientes de calor en el interior de
la tierra y en el retroceso de los glaciares son sugerentes, pero
siguen siendo poco concluyentes debido a que los cambios ob-
servados se encuentran dentro de los márgenes de variación
que pueden asociarse con fluctuaciones naturales y no antro-
pogénicas. Los modelos utilizados en el estudio del cambio
climático son incompletos en aspectos significativos y no se co-
noce exactamente el papel que desempeñan las nubes, la cir-
culación oceánica y las reacciones de la biota a variaciones en
la composición de la atmósfera. Sin embargo, es indudable
que, en los últimos años, han crecido sustancialmente las con-
centraciones atmosféricas mundiales de dióxido de carbono
procedentes de la combustión de combustibles fósiles, y existe
un consenso generalizado sobre los principales fundamentos
físicos del efecto invernadero, a saber, que las mayores con-
centraciones de dióxido de carbono y de otros gases responsa-
bles de dicho efecto calentarán la atmósfera terrestre. Dicho
en términos más generales, el calentamiento mundial y el
cambio climático mundial conducirían a elevaciones del nivel
del mar, a diversas alteraciones de las pautas climáticas en di-
ferentes regiones y a un complejo abanico de costes y benefi-
cios medioambientales para diferentes regiones. Claramente,
no puede negarse la posibilidad de que algunas regiones se
beneficien. Sin embargo, las incertidumbres sobre lo que no
es sino un experimento mal comprendido sobre química at-
mosférica indican que el cambio climático es algo que debe
evitarse más que desearse.
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(14) Este análisis se basa, en gran medida, en el capítulo 11 de World Resources Institute
(1994).
4.1. Política medioambiental en materia de extracción
de recursos no renovables
Cuando el uso de un recurso no renovable produce efectos
medioambientales colaterales no deseados, el usuario del re-
curso está efectivamente eludiendo parte del coste de su utili-
zación. Cuando la erosión del suelo derivada de la explota-
ción agrícola aumenta las concentraciones de sedimentos en
los cursos de agua, se pierde parte del flujo de servicios de ese
curso de agua, como la previsión de un hábitat a los peces, de
ocio o de agua potable. De hecho, el agricultor responsable
del cultivo detrae estos servicios a la sociedad sin soportar el
coste, es decir, el valor perdido de hábitat, ocio y agua. Otros
factores utilizados por el agricultor, como la mano de obra y la
maquinaria, también tienen usos alternativos, pero el que
estos factores se intercambien en mercados garantiza que los
valores de estos usos alternativos se contemplen en las decisio-
nes del agricultor. Por ejemplo, los trabajadores agrícolas han
de recibir un salario, como mínimo, idéntico al que obten-
drían en otro puesto igualmente deseable o buscarán un pues-
to de trabajo alternativo, y la oferta de salario que el agricul-
tor hace por obtener sus servicios reconoce e incorpora en los
precios aplicados a los productos agrícolas el valor de los bie-
nes que podría generar su trabajo en otro puesto.
La diferencia fundamental entre los trabajadores y el curso
del agua, que aconduce la consideración de los costes en un
caso y no en el otro, es la naturaleza pública y de libre acceso
de los cursos de agua y de otros recursos medioambientales.
Por lo general, no existe un propietario fácilmente identifica-
ble que posea el derecho legal y el incentivo para exigir com-
pensación cuando las actuaciones de otros impidan determi-
nados usos de un recurso medioambiental. Si se obligase al
agricultor a pagar una suma equivalente al valor recreativo
perdido para obtener el derecho a desarrollar actividades que
provocan que el suelo erosionado vaya a parar a los cursos de
agua, entonces este pago, que refleja el coste de sedimenta-
ción del curso del agua, engrosaría el coste de ejercicio de la
actividad agrícola, de manera similar al coste laboral. Se indu-
ciría al agricultor a aplicar aquellos métodos productivos que
minimizasen la erosión. Se elevarían los costes agrícolas, elimi-
nando la rentabilidad del cultivo de tierras marginales o pró-
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ximas a cursos de agua especialmente sensibles. Con unos pre-
cios superiores, se estimularía a los consumidores a buscar
productos sustitutivos de las cosechas cultivadas por el agricul-
tor. Es indudable que persistiría alguna contaminación, pero
únicamente cuando el coste impuesto por la contaminación a
las personas que realicen actividades de ocio y a otras se viese
compensado con creces por el valor del producto resultante.
Por norma general, el mercado no impone tasas al uso de
dichos recursos medioambientales públicos. No obstante, aun
así es posible provocar cambios equivalentes en el comporta-
miento de los agricultores. La teoría economómica de la polí-
tica medioambiental ha identificado dos instrumentos que
pueden cumplir esta función. El primero es una tasa sobre la
contaminación, denominada a veces impuesto sobre la contami-
nación. Se trata de una tasa que debe pagar el agente conta-
minante por cada unidad de suelo erosionado o por cualquier
residuo evacuado al curso de agua, de manera que el importe
de la tasa se fija de manera que iguale el valor recreativo, de
hábitat y otros usos del curso de agua imposibilitados por la
emisión contaminante. La tarea de calcular el nivel adecuado
de dichas tasas y su aplicación queda generalmente en manos
del gobierno. Una vez aplicadas, dichas tasas obligan efectiva-
mente a las empresas a compensar y superar el valor que pier-
den las personas que realizan actividades de ocio cuando se
producen vertidos al curso de agua. A su vez, esto trae consigo
esfuerzos encaminados a la reducción de la contaminación, el
traslado de terrenos agrícolas y lugares alternativos y la sustitu-
ción de productos por parte de los consumidores. En el caso
de la erosión derivada del cultivo, no es posible medir día a
día el nivel exacto de erosión resultante de una determinada
explotación agrícola. En este caso, el gravamen puede basarse
en el método de cultivo utilizado, y establecerse adecuada-
mente de modo que refleje las diferencias entre los grados de
erosión de métodos alternativos.
Una medida de política equivalente es el permiso transmisi-
ble de contaminación. Esta política fija, en primer lugar, un nivel
adecuado de contaminación global, basado en una compara-
ción del daño que la contaminación impone y de los costes
del control de la contaminación. A continuación, se expiden
permisos de emisiones hasta el límite autorizado y se obliga a
las empresas que deseen emitir una unidad de residuo en el
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curso de agua a ofrecer dinero por un permiso para hacerlo.
El precio del permiso resultante afecta a la empresa exacta-
mente igual que un impuesto.
Estas políticas elevan el coste que tiene para la empresa la
utilización del recurso no renovable causante de la contamina-
ción, p. ej., las aguas subterráneas utilizadas en el riego o el
suelo usado para el cultivo de cosechas en las economías
agrícolas. El efecto resultante del uso del recurso no renovable
a lo largo del tiempo viene determinado por la condición de
equilibrio antes descrita. Cuando se impone una tasa por con-
taminación (Fe
) para cada unidad de recurso utilizada, sea en
forma de tasa sobre la contaminación o como precio del per-
miso de contaminación, la condición de equilibrio pasa a ser:
Pe
(t) = C + Fe
+ Me
0 ert
[3]
en la que se ha añadido el superíndice e al precio del producto y
al precio del stock del recurso para indicar que sus valores varia-
rán con la imposición de la tasa. Puede utilizarse el análisis pre-
sentado anteriormente para determinar los efectos cualitativos
de esta política en el uso del recurso a lo largo del tiempo. Sin
embargo, a la hora de examinar estos efectos es necesario distin-
guir entre los impactos medioambientales determinados por flu-
jos de emisiones y los stocks acumulados de contaminantes.
4.2. Políticas medioambientales para flujos
de contaminantes
Un impacto medioambiental recibe el nombre de impacto
de flujo si el daño causado no depende de la acumulación de
emisiones en el tiempo, los contaminantes de flujo son transi-
torios, y proceden de sustancias que se degradan o diluyen
con bastante rapidez. Si el flujo de contaminantes cesa, los
daños causados desaparecen con bastante rapidez (15). En el
caso de los contaminantes flujo, la tasa sobre la contamina-
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(15) Evidentemente, la expresión «con bastante rapidez» tiene carácter subjetivo. De
hecho, todos los contaminantes se acumulan en cierta medida y el concepto de flujo se adop-
tó principalmente porque simplifica el análisis. Por cuestiones prácticas, en el caso de conta-
minantes con vidas medias del orden de un año o inferior, parece oportuna la ventaja que
ofrece esta simplificación.
ción apropiada será a menudo, constante en el tiempo, y en
este caso su efecto sobre el uso de los recursos no renovables es
directo (16). En el momento de establecerse el impuesto, se
producirá una intensa caída inicial de la tasa de utilización del
recurso, seguida de descensos más moderados de la tasa de uti-
lización de los que se producirían si el impuesto no existiera.
Si el producto tiene una calidad homogénea, la extracción se
extenderá durante un período superior al resultante sin el im-
puesto, por lo que la fecha de agotamiento final del recurso se
retrasa. Si el recurso no es homogéneo, normalmente tendrá
lugar un cambio en el uso de determinados stocks, p. ej., en
los tipos concretos de suelos cultivados. Se utilizarían en pri-
mer lugar los que combinen productividades elevadas y costes
medioambientales reducidos, utilizándose el resto por orden
una vez que se agoten los más atractivos. Asimismo, aumenta el
coste global de la totalidad de los stocks, lo que supone que en
algunos stocks que se hubieran utilizado de no aplicarse esta
política ahora no se abandonarán. Por ejemplo, podría utilizar-
se suelos que: (i) presenten escasa rentabilidad, p. ej., debido
al pobre contenido en nutrientes o a las largas distancias res-
pecto de los mercados, e (ii) impongan elevados costes medio-
ambientales, p. ej., debido a que se encuentran en hábitats sen-
sibles o que se erosionan fácilmente (17).
4.3. Políticas medioambientales para contaminantes
stock
Un contaminante stock es una sustancia que, una vez emi-
tida, ocasiona daños medioambientales durante un período
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(16) Esta afirmación es literalmente correcta si no cambia con el tiempo el daño medio-
ambiental causado por una unidad marginal de emisión de residuo. Ello sería cierto, a su vez,
si se mantuviese estacionaria la función de daño y si permaneciese inalterado el perjuicio me-
dioambiental causado por una unidad de emisión de residuos.
(17) Este análisis puede extenderse en varias direcciones. Una está relacionada con el
comportamiento probable de la tasa medioambiental en el tiempo. El modelo básico de ex-
tracción implica que el precio del producto extraído aumentará a lo largo del tiempo, por lo
que la tasa de extracción y la tasa de emisiones descenderán con el tiempo. Si los daños me-
dioambientales marginales aumentan con la tasa de contaminación, ello implica que el daño
marginal provocado por una unidad de contaminación, y la tasa medioambiental óptima,
descenderán a lo largo del tiempo a medida que se aproxime el agotamiento los yacimientos
del recurso. Ello tiene por efecto trasladar el uso del recurso aún más hacia el futuro que en
el caso de una tasa constante.
significativo (18). Un importante ejemplo en la agricultura es
el del DDT, que posee una vida media en el medio ambiente
de 10 años o superior. El contaminante stock estudiado actual-
mente en mayor profundidad es el dióxido de carbono, un
gas responsable del efecto invernadero. De nuevo, la política
adecuada consiste en gravar los agentes contaminantes con
una tasa equivalente al daño medioambiental causado por su
emisión. Sin embargo, debe tenerse en cuenta la persistencia
del daño.
Supongamos que el contaminante examinado sea el DDT.
Dado que una unidad permanecerá en el medio ambiente du-
rante un período prolongado de tiempo, a la hora de calcular
la correspondiente tasa debe evaluarse el valor de los daños
futuros que ocasiona. Al realizarse esta evaluación deben te-
nerse en cuenta dos consideraciones. En primer lugar, dado
que estos costes se producen en el futuro, deben descontarse
aplicando el correspondiente tipo de interés r. En segundo
lugar, dado que el DDT se descompone en la atmósfera, sus
efectos disminuyen con el tiempo. La última consideración
puede incorporarse asumiendo una descomposición propor-
cional, o «radioactiva», designada en nuestro ejemplo por δ.
De manera intuitiva, el valor actual de los daños futuros causa-
dos por una unidad de DDT se calcula descontando el daño
anual en años futuros mediante un tipo de interés que sea la
suma de r y δ. La tasa obtenida para corregir la emisión del
contaminante depende, por tanto, de tres factores. Depende
directamente del daño anual causado por una unidad de con-
taminante, inversamente de la tasa de descomposición, e in-
versamente del tipo de interés.
Un análisis más exhaustivo pondría de manifiesto que la
tasa adecuada variará normalmente a lo largo del tiempo. Esta
variación puede explicarse intuitivamente en un caso sencillo:
cuando la función de coste medioambiental marginal es esta-
cionaria y la tasa de descomposición es nula, con lo que una
vez emitida la sustancia ocasionará daño indefinidamente. En
este caso, no puede descender el stock de contaminante, y au-
mentará necesariamente si se producen nuevas emisiones. Si
suponemos que los daños marginales de la contaminación au-
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(18) El siguiente análisis se basa en Kolstad y Krautkraemer (1993).
mentan a medida que hace lo propio la concentración del
contaminante en la atmósfera, la tasa óptima debe crecer de
manera constante a lo largo del tiempo. Ello es cierto debido
a que cada unidad adicional del contaminante impone un
coste medio ambiental expresado por su valor actual mayor
que el ocasionado por la unidad anterior (19).
5. CONCLUSIONES
La economía ofrece un marco útil para el análisis de los re-
cursos no renovables, para la exploración del significado que
tiene para la sociedad su escasez intrínseca y para el estudio
de las interrelaciones con el medio ambiente. La economía
puede fomentar el estudio del modo en que reaccionan los
mercados ante oscilaciones de la escasez, estimulando la con-
servación, sustitución, innovación y búsqueda de nuevas fuen-
tes de abastecimiento, y puede ayudar a los responsables polí-
ticos a entender las causas de las variaciones en los precios de
los recursos. Idéntica importancia tiene el hecho de que la
economía puede facilitar la identificación de importantes pro-
blemas medioambientales causados con frecuencia por el uso
de recursos no renovables, y contribuir al diseño de políticas
dirigidas a combatir estos problemas.
A pesar de varias décadas de estudio y de avances significa-
tivos tanto en la teoría de la política medioambiental como en
nuestro conocimiento de los factores empíricos relevantes, la
situación de la política estadounidense en materia de control
de la contaminación y del uso de recursos no renovables dista
mucho de ser perfecta. Hasta fechas recientes, la política esta-
dounidense de contaminación atmosférica y del agua ha igno-
rado los principios elementales del diseño de políticas. Las so-
ciedades de todo el mundo están actualmente mostrando más
interés que nunca por la calidad del medio ambiente. Al
mismo tiempo, el crecimiento demográfico y el rápido avance
tecnológico están haciendo que la labor de protección del
medio ambiente sea cada vez más compleja y de mayor alcan-
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(19) Como señalan Zilberman y Marra (1993, p. 249), el endurecimiento gradual de la
normativa medioambiental impuesta sobre numerosos responsables de pesticidas agrícolas es
cualitativamente coherente con esta afirmación.
ce. Como consecuencia de las mayores necesidades de protec-
ción medioambiental y del continuo crecimiento de la conta-
minación, parece inevitable que la labor de protección del
medio ambiente exija una parte cada vez mayor de la renta
mundial. Por tanto, el beneficio derivado del uso de políticas
medioambientales mejor diseñadas, políticas que hagan uso
de las recientes inversiones sobre la economía de los recursos
naturales y del medio ambiente, es grande y cada vez mayor. ❒
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– PINDYCK, R. S. (1978): «Optimal exploration and produc-
tion of a nonrenewable resource», Journal of Political Eco-
nomy, n.º 86: pp. 841-62.
– SMITH, V. L. (1975): «The primitive hunter culture, pleisto-
cene extinction, and the rise of agriculture», Journal of Poli-
tical Economy, n.º 83: pp. 727-55.
– SMITH, V. K. (1979): «Natural resource scarcity: A statistical
analysis», Review of Economics and Statistics, n.º 61: pp. 423-7.
– WORLD RESOURCES INSTITUTE (1994): World Resources 1994-
95: A guide to the global environment. Published in collabora-
tion with the United Nations Environment Programme and
the United Nations Development Programme, New York:
Oxford University Press.
– ZILBERMAN, D.; WETZTEIN, M. y MARRA, M. (1993): «The
economics of nonrenewable and renewable resources», in
G. A. Carlson, D. Zilberman y J. A. Miranowski, eds. Agricul-
tural and Environmental Resource Economics. New York: Ox-
ford University Press, 1993.
– ZILBERMAN, D. y MARRA, M. (1993): «Agricultural externa-
lities», in G. A. Carlson, D. Zilberman y J. A. Miranowski,
eds. Agricultural and Environmental Resource Economics. New
York: Oxford University Press, 1993.
RESUMEN
Los recursos no renovables y el medio ambiente
Un recurso es no renovable si su stock es fijo o si se regene-
ra por medios naturales a tasas demasiado lentas para ser rele-
vantes en la toma de decisiones de las personas. Algunos ejem-
plos son los suelos, las aguas subterráneas procedentes de
acuíferos que no se recargan por medios naturales o los com-
bustibles fósiles. Dado que el volumen total de dichos recursos
a consumir por la sociedad en el presente y el futuro es fijo, el
consumo en algún momento disminuirá. Ello suscita algunos
interrogantes importantes. ¿Cómo asignan los mercados los
recursos no renovables entre el presente y el futuro? ¿Cómo se
ven afectadas las asignaciones del mercado por la abundancia
Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO
NOMIA
AGRA
RIA
37
natural de recurso, el grado de competencia y por la disponi-
bilidad de recursos renovables sustitutivos? ¿La posible e inevi-
table reducción de los stocks de recursos no renovables limita-
rá seriamente el bienestar económico de las generaciones fu-
turas? Un conjunto diferente de cuestiones surge en relación
al hecho de que el uso de recursos no renovables afecta a la
calidad del entorno medioambiental. El alcance geográfico de
estos impactos abarca desde efectos locales como el caso de la
contaminación del agua derivada de la erosión del suelo agrí-
cola hasta efectos globales como la acumulación de gases res-
ponsables del efecto invernadero a consecuencia de la conver-
sión de bosques en tierras de cultivo y pastos. La reciente in-
vestigación económica ha contribuido a mejorar la compren-
sión de estas cuestiones y ha sugerido respuestas para al
menos algunos de los interrogantes planteados.
PALABRAS CLAVE: Economía de los recursos naturales,
recursos no renovables, economía ambiental.
RÉSUMÉ
Les ressources non renouvelables et l’environnement
Une ressource est non renouvelable quand son stock est
fixe ou si elle se régénère par des moyens naturels selon un
taux excessivement lent qui ne peut pas être pris en compte
dans le processus de prise de décision par les personnes. Ci-
tons à titre d’exemples les sols, les eaux souterraines prove-
nant de nappes aquifères ne se rechargeant pas par des mo-
yens naturels ou les combustibles fossiles.
Le volume total de ces ressources que la société va consom-
mer dans le présent et à l’avenir est fixe, en raison de quoi la
consommation devra bien diminuer à un moment donné, ce
qui ne manque pas de poser un certain nombre de questions
importantes. Comment les marchés assignentils les ressources
non renouvelables entre le présent et le futur? Comment sont
affectées les assignations du marché par l’abondance nature-
lle des ressources, par le niveau de concurrence et par la dis-
ponibilité des ressources renouvelables de remplacement? La
future et inévitable réduction des stocks des ressources non
renouvelables vat-elle limiter sérieusement le bien-être écono-
mique des générations futures?
Robert T. DeaconECO
NOMIA
AGRA
RIARA
38
Un certain nombre de questions de nature différente se
pose en rapport avec le fait que l’utilisation des ressources
non renouvelables affecte la qualité de l’environnement. La
portée géographique de ces impacts comprend des simples
effets locaux, par exemple la pollution de l’eau dérivée de
l’érosion du sol agricole, aux effets globaux, dont l’accumula-
ton de gaz responsables de l’effet serre à la suite de la trans-
formation des forêts en pâturages et en terres cultivées. La re-
cherche économique récente a contribué à améliorer la com-
préhension de ces questions et a permis de proposer des ré-
ponses à au moins quelques-unes d’entre elles.
MOTS CLÉF: Économie des ressources naturelles, ressour-
ces non renouvelables, économie environnementale.
SUMMARY
Non-revewable resources and the environment
Resources are non-renewable if there is a fixed stock of
them or if they are rebuilt by natural processes at a rate which
is too slow to be relevant for decision-making by individuals.
Some examples include: the soil, ground water from aquifers
which are not replenished naturally, or fossil fuels.
Given that there is a fixed total volume of such resources
available for consumption by society at present and in the fu-
ture, such consumption is bound to fall off eventually. That
raises some significant questions. How do the markets assign
non-renowable resources between the present and the future?
How is assignement by the markets influenced by the natural
abundance of resources, the level of competition and the avai-
lability of substitute renewable resources? Will the possible or
inevitable decline in the stocks of non-reneable resources se-
riously restric the economic wellbeing of future generations?
A different set of question arise from the fact that the use
of non-renewable resources affects the quality of the environ-
ment. The geographical scope of such impacts ranges from
local effects, such as water pollution resulting from the ero-
sion of farmland, to global effects such as the build-up of
gases responsible for the greenhouse effect as a result of fo-
rests being cleared for growing crops and grazing livestock.
Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO
NOMIA
AGRA
RIA
39
Recent economic research has helped to gain a better unders-
tanding of these issues and has suggested ways of responding
to at least some of them.
KEYWORDS: Economics of natural resources, non-renewa-
ble resources, environmental economics.
Robert T. DeaconECO
NOMIA
AGRA
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Recursos n. no renovables pdf

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  • 3. 1. INTRODUCCIÓN El uso de los recursos naturales tiene a menudo repercusiones apreciables sobre el medio ambiente. Por ejemplo, el uso del suelo para cultivos provoca el aterramiento de arroyos y lagos, deteriorando los hábitats de los peces. La explotación a cielo abierto del carbón perturba los ecosistemas al eliminar suelo y vegetación. El transporte y tratamiento de recursos puede cau- sar impactos adicionales, como los vertidos de petróleo provo- cados por accidentes de petroleros y la contaminación del agua derivada de la transformación industrial de los produc- tos agrícolas. Por último, el consumo de cualquier recurso re- sulta en la generación y transmisión de residuos que retornan al medio ambiente. Como se ha indicado brevemente, las leyes físicas imponen una estrecha conexión entre la tasa de utilización de los recursos y a la que los residuos se generan. Este estudio examina la conexión física entre el uso de re- cursos y el medio ambiente. Describe, en líneas generales, la teoría económica que explica cómo los mercados asignan los recursos no renovables a lo largo del tiempo, valora la eviden- ECO NOMIA AGRA RIA 11 ROBERT T. DEACON (*) Los recursos no renovables y el medio ambiente (**) (*) Catedrático de Economía, Universidad de California Santa Bárbara. (**) Este artículo se presentó en forma de conferencia en un curso de verano sobre Eco- nomía del Medio Ambiente en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, Barcelona (España), dirigido por Pere Riera y celebrado el 26 de junio de 1995). – Economía Agraria, n.º 179 (Enero-Abril 1997) (pp. 11-40).
  • 4. cia reciente sobre las tendencias de escasez de los recursos y evalúa las distintas opciones de políticas a fin de mitigar los impactos medioambientales derivados del uso de los recursos. Especial atención se dedicará a la agricultura, sobre todo a partir de efectos ilustrativos en este sector. 1.1. Recursos no renovables frente a recursos renovables Un recurso es renovable si su stock puede regenerarse me- diante procesos naturales, como ocurre, por ejemplo, con un bosque. Si se corta y extrae una parte del stock de madera de un bosque, éste puede regenerarse naturalmente y, potencial- mente ser explotado otra vez en el futuro. Un acuífero utiliza- do para el riego de cultivos es renovable si se vuelve a proveer a través de la filtración del agua de lluvia. El término renova- ble no implica que se produzca necesariamente la regeneración de los stocks agotados, solamente que dichos recursos, pue- den soportar indefinidamente un consumo positivo y no de- creciente descenso, si se utilizan con moderación (1). Un recurso es no renovable si su stock no se regenera por medios naturales en períodos de tiempo que sean relevantes para la toma de decisiones por parte de las personas. Ejem- plos significativos son los suelos agrícolas, las aguas subterrá- neas procedentes de acuíferos no «recargados» y los combusti- bles fósiles (2). Aunque los procesos naturales reponen de hecho estos recursos, la tasa de formación es lo suficientemen- te lenta como para considerar que los stocks existentes en un momento dado no están aumentando. Este límite de recursos fija un límite superior al consumo total posible en la actuali- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 12 (1) Evidentemente, es posible agotar algunos stocks de recursos con cosechas excesivas, p. ej., poblaciones de peces o de especies cinegéticas, y existen numerosos ejemplos constata- dos de extinción como consecuencia de la explotación humana. Ejemplos de lo anterior son la paloma pasajera a manos de los colonos europeos en Norteamérica, el moa en Nueva Ze- landa y numerosas especies de aves a manos de los polinesios que emigraron a las Islas Hawai. Se ha especulado con que la desaparición de una variedad de animales de gran tamaño en el continente norteamericano durante el Pleistoceno se debió a la caza excesiva realizada por los humanos primitivos que emigraron a través del estrecho de Bering durante la última gla- ciación. Véase V. L. Smith (1975). (2) Los suelos son un factor en la producción agrícola y los stocks de suelos se agotan por la erosión producida por el viento y el agua como consecuencia de su aprovechamiento agrí- cola. Véase Miranowski y Carlson (1993, p. 5) para un estudio más amplio del suelo como re- curso no renovable.
  • 5. dad y el futuro, y garantiza, por tanto, que las tasas de utiliza- ción de dichos recursos posiblemente descenderán. La distinción entre renovable/no renovable ayuda a contex- tualizar los tipos de problemas que afrontan las sociedades a la hora de asignar estos recursos. En el caso de los recursos renova- bles existen consideraciones importantes como la posibilidad de extinción y la elección de cultivos sostenibles alternativos. Por lo que respecta a los recursos no renovables, las principales inquie- tudes son las cantidades de recursos que quedarán para el con- sumo futuro, así como la posibilidad de sustituirlos por inputs manufacturados cuando los recursos naturales desciendan. 1.2. El uso de recursos y el principio del equilibrio de materiales Los stocks de recursos no renovables son concentraciones locales de elementos que siempre han existido y existirán en la Tierra. En una primera aproximación, la masa de materiales de la Tierra es fija y seguirá siéndolo. La extracción, el transporte, el tratamiento y el «consumo» de estos recursos no los destruye en absoluto, sino que los dispersa y modifica su forma. El princi- pio del equilibrio de materiales reconoce este hecho y apunta a una relación estrecha entre la masa de recursos extraídos para la ac- tividad económica y la masa de «residuos», o subproductos no deseados, que acaban por regresar al medio ambiente. A largo plazo, estas dos masas deben igualarse (3). La agricultura nos ofrece un buen ejemplo para ilustrar este principio, como es la eliminación de bosques para la pro- ducción agrícola. A menudo, se quema biomasa forestal para liberar nutrientes en el suelo, con el fin de aumentar la pro- ducción agrícola. No obstante, esta liberación beneficiosa de Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 13 (3) Existe necesariamente un cierto grado de arbitrariedad en la definición de lo que constituye una extracción de recursos. Por ejemplo, la agricultura suele provocar la erosión del suelo en terrenos colindantes, y los cursos de agua cuando desembocan en lagos u océa- nos. ¿Hasta qué punto debe considerarse lo anterior como una extracción? Cuando se extrae y transporta grava para crear caminos sin pavimentar o se transporta tierra de relleno para ajardinado, ¿tiene lugar una extracción y existe emisión de residuos? ¿Y qué decir del agua utilizada por las familias que habitan en las afueras para mantener verde su césped? Pese a estas ambigüedades, el principio de equilibrio de materiales sigue siendo útil para ofrecer una perspectiva de «equilibrio general», una que obliga al analista a tener presente las identi- dades contables que la naturaleza impone a la actividad humana.
  • 6. nutrientes al suelo representa sólo una parte de la biomasa fo- restal eliminada. El resto se libera bien a la atmósfera, contri- buyendo al aumento del nivel de carbono en la atmósfera, o a los cursos de agua y lagos reduciendo, posiblemente, la cali- dad del agua. Dichos subproductos no son necesariamente perjudiciales para el medio ambiente y algunos subproductos, que de otro modo sí serían perjudiciales, pueden ser tratados o transportados a fin de mitigar sus efectos no deseados. Sin embargo, su masa no puede alterarse, siendo éste el punto esencial. Como establece el principio del equilibrio de mate- riales, la masa de materiales que vuelven al medio ambiente únicamente puede reducirse disminuyendo la masa extraída: mediante el uso más eficiente de las materias primas, el incre- mento de la durabilidad de los activos, el aumento del recicla- je de residuos o la disminución de las tasas de consumo. Es difícil hacerse una idea del volumen de recursos natura- les que una economía industrializada moderna utiliza. Datos correspondientes a Estados Unidos para 1989 indican que 4.500 millones de tm de recursos naturales se utilizaron como factor productivo, lo que representa 18 tm por habitante (4). De dicha cantidad, el 40 por ciento correspondió a materiales de construcción, como piedra, tierra y grava para carreteras, edificios, entre otros. En torno al 38 por ciento correspondió a combustibles para calefacción, cocina, transporte y la fabri- cación de bienes y servicios. Los alimentos y los minerales in- dustriales representaron, cada uno, en torno al 7 por ciento, y el 8 por ciento restante correspondió a metales, productos fo- restales y materiales orgánicos renovables (5). Todas estas sus- tancias provocan efectos no deseados sobre el medio ambien- te, incluidos perjuicios al sistema respiratorio humano, corro- sión de estructuras, daños a cosechas y bosques, así como cam- bios en la atmósfera y en el clima. La estrecha conexión entre el uso de recursos no reno- vables y la calidad del medio ambiente, unida a la necesi- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 14 (4) La fuente de esta información es el capítulo 1 de World Research Institute (1994). (5) Hay dos observaciones que merecen ser enfatizadas. Una es el alto porcentaje de ma- teriales de construcción sobre el total, la mayor parte de los cuales se trasladan de un lugar a otro con escasa transformación e impactos medioambientales relativamente suaves. La segun- da es el importante peso de los combustibles fósiles, cuyos efectos medioambientales distan mucho de ser moderados. La utilización de estos combustibles produce emisiones de un volu- men equivalente de residuos en forma de cenizas y partículas de suspensión, compuestos por azufre y nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles, y óxidos de carbono.
  • 7. dad de elegir entre presente y futuro a la hora de asignar stocks, hace que sea importante comprender tanto los prin- cipios de asignaciones de recursos no renovables eficientes así como el funcionamiento de los mercados de dichos re- cursos. 2. ASIGNACIONES POR EL MERCADO DE RECURSOS NO RENOVABLES La producción de un recurso no renovable extraído, como las aguas subterráneas destinadas a la agricultura de regadío o el carbón para la generación de electricidad, exige dos tipos de factores: factores de extracción, como las bombas de agua o los trabajadores de la minería; y un stock del recurso por ex- traer (6). La teoría sobre el funcionamiento de los mercados de recursos no renovables puede desarrollarse si se centra la atención en un ejemplo simplificado en el que el stock posee una calidad homogénea y el coste de extracción del recurso es constante. Bajo estas condiciones, el coste unitario del pro- ducto extraído equivale al coste unitario de extracción (C), más el valor por unidad del stock no extraído (M). En condi- ciones competitivas, el precio de mercado del recurso extraí- do (P) igualará su coste marginal: P = C+M. Para aclarar la notificación anterior, considérese el caso de las aguas subterráneas utilizadas en la agricultura de regadío. En este ejemplo, C representa el coste de elevar el agua a la superficie y M es el valor para el agricultor de una unidad de agua en el acuífero. El bombeo y uso de una unidad de agua subterránea tiene un coste unitario de C+M; el primer térmi- no es, simplemente, el coste de bombeo y el segundo es la re- ducción de valor del stock de aguas subterráneas del agricul- tor (7). Si el agricultor vende agua, P es el precio mínimo al que estaría dispuesto a vender; además, P es el precio imputa- Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 15 (6) En los capítulos 2 y 3 de Griffin y Steele (1986) se realiza un exhaustivo tratamiento introductorio de los fundamentos económicos de las asignaciones de recursos no renovables. (7) En el caso de las aguas subterráneas, típicamente, la reducción del stock hará descen- der el nivel superficial del acuífero e incrementará los costes de bombeo futuros. En tal caso, sería incorrecto suponer que C es fijo y sería necesario un análisis más complejo. Véase en Zilberman, Wetzstein y Marra (1993, p. 80 y ss.) un análisis más pormenorizado del trata- miento de las aguas subterráneas como un recurso no renovable.
  • 8. do que el agricultor debería aplicar a su propio uso del agua. En el caso de un combustible fósil, C es el coste unitario mine- ro o de extracción, M es el valor unitario del mineral subterrá- neo, es decir, el precio de un derecho sobre el subsuelo, y P es el precio de venta del recurso extraído. El general, M no permanecerá constante a lo largo del tiempo. A medida que se sucede la extracción, se vuelve menos abundante, por lo que su coste marginal generalmen- te se incrementará. Como consecuencia el precio del produc- to extraído (P) también aumentará con el tiempo. La cues- tión clave estriba en saber cuáles serán las tasas de crecimien- to de P y M. El razonamiento económico básico indica que la tasa de crecimiento proporcional de M debe coincidir con el tipo de interés r. En el caso de las aguas subterráneas, M es el valor unitario del agua en el acuífero. Para el agricultor que lo posee, este agua es un activo y la única rentabilidad que puede ofrecerle mientras esté en el subsuelo proviene de un incremento de M, su precio o valor unitario (8). Si M estuvie- se creciendo a una tasa superior a r, el agricultor desearía al- macenar agua en el acuífero en lugar de utilizarla, ya que su mantenimiento le ofrecería una rentabilidad superior a la de otros activos de la economía. Si M creciese a una tasa inferior a r, no existirían incentivos para que el agricultor la almacen- sase más allá del primer período, pues en este caso, su renta- bilidad sería inferior a la de otros activos de la economía. Si el agricultor ha asignado agua entre presente y futuro de forma que maximiza el valor actual del rendimiento de la ex- plotación agrícola, obtendrá una rentabilidad igual a la de otros activos de la economía. En consecuencia, el valor unita- rio del agua en el acuífero aumentará a la tasa porcentual r anual. Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 16 (8) Los stocks de recursos no crecen ni se deprecian. En el sencillo ejemplo descrito en esta sección, no prestan ningún servicio de consumo al propietario que los mantiene in situ. Tratándose de activos, su rentabilidad total se obtiene en forma de retribución del capital y la necesidad de que la tasa proporcional de aumento de la plusvalía coincida con las tasas de re- torno de otros activos tan solo es, de hecho, un requisito para el equilibrio de los mercados activos. En modelos más complejos, el stock de reservas se utiliza como una especie de capital que reduce efectivamente los costes de producción. (Véase, por ejemplo, Pindyck, 1978). En estos casos, no es necesario que la tasa de incremento del precio de los derechos al subsuelo iguales el tipo de interés. No obstante, siguen siendo aplicables, por lo general, las «aclaracio- nes» que aporta el modelo más simple sobre el funcionamiento de los mercados de recursos no renovables.
  • 9. Dado que M crecerá a un ritmo equivalente al tipo de inte- rés, su valor en cualquier período viene dado por: M(t) = M0ert [1] donde M0 es el valor unitario del stock no extraído en un pe- ríodo inicial de referencia y e es la base de los logaritmos ne- perianos. De manera intuitiva, si M sigue esta senda, el valor actual de la rentabilidad de la liquidación de una unidad de stock, será igual en cada período, haciendo al propietario ra- cional indiferente entre utilizar una unidad o posponer su uti- lización para el futuro. Como el precio o valor unitario del re- cursos extraído coincide con el coste de extracción más M, el valor de P en cualquier período es: P(t) = C + M0ert [2] Aunque esta expresión permite predecir cómo variarán en el tiempo P y M, únicamente identifica sus valores en el año t hasta el término constante M0. Esta constante viene determi- nada por la condición de que el consumo total del recurso, una vez sumado para todos los períodos futuros, no supere el stock disponible. El que la demanda iguale a la oferta disponi- ble es una exigencia a satisfacer a muy largo plazo. Los aconte- cimientos que modifiquen la demanda o la oferta de largo plazo desplazarán bruscamente M0. Correctamente interpreta- da, por tanto, la teoría predice que P y M crecerán, de manera constante en el tiempo, solamente en la medida en que per- manezcan inalterados los factores que determinan M0. El ánimo de lucro de los propietarios del recurso crea un incentivo privado de conservación del recurso para su con- sumo en el futuro. Un agricultor que utilice una unidad de agua subterránea en el período actual necesariamente pier- de la oportunidad de asignarle un uso de un mayor valor en el futuro. El beneficio que obtendría un agricultor utilizán- dola en el futuro, debidamente descontado, equivale al coste de utilización hoy de una unidad del stock. Todo lo que incremente este valor futuro esperado, como la expec- tativa de intensas demandas de agua en el futuro, eleva el coste de uso hoy y aumenta la cantidad conservada para uso futuro. Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 17
  • 10. 2.1. Dinámica comparativa La observación de los precios reales para un recurso no re- novable, como el petróleo, revela que no siguen una tenden- cia creciente suave, como sería de prever si M0 se mantuviese constante. En el gráfico 1 se muestran los precios reales y «predichos» durante el período 1970-1994. Los precios reales, representados por la línea continua, se expresan en términos nominales. Las distintas curvas crecientes que parten de la línea de precios reales representan previsiones para 10 años de los precios del petróleo, realizadas por la Sociedad de Inge- nieros para la Evaluación del Petróleo en los años indicados utilizando una fórmula como la ecuación [1]. Esto puede dar que pensar a quien pretenda predecir los precios futuros de la energía o los valores unitarios del agua subterránea basándo- se, simplemente, en la tendencia de crecimiento porcentual r. Como se explicó anteriormente, los cambios en los factores que afecten las condiciones a largo plazo de demanda u oferta causarán saltos discontinuos en la tendencia. Estas variaciones Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 18 Gráfico 1 FALTA TITULO!!!! FALTA TITULO!!!! Año Preciodelpetróleo($/barril) Precio registrado correspondiente a WTI Estudio de abril de 1994 60 0 10 20 30 40 50 72 76 80 84 88 92 96 00 82 83 84 Estudio del año 85 86 87 8889 90 91 92 93 94 WTI (10 años cada estudio)
  • 11. fueron evidentemente frecuentes durante el período exami- nado. El ejemplo más característico de suceso en que aumenta la oferta a largo plazo es el descubrimiento de un yacimiento de recursos desconocido anteriormente. Éste provoca un descen- so de M0 y que la senda del precio caiga en el momento del descubrimiento. Si tan sólo tuviese lugar este cambio, la curva del precio describiría una línea uniformemente creciente antes de la fecha de descubrimiento, una caída en la fecha de descubrimiento, y a partir de entonces una línea inferior cre- ciente. Entre los factores relevantes de la demanda de largo plazo se encuentran la posición y la forma de la curva de demanda del recurso extraído, el tipo de interés y el coste unitario de extracción. Un incremento de r indica que las demandas futu- ras son menos importantes, por lo que se producirá un salto hacia abajo de M0. Sin embargo, como se desprende de la ecuación [2], una subida de r implica una tasa de crecimiento t rápida de los precios futuros. En resumen, el efecto predi- cho es que M descienda bruscamente y aumente a continua- ción más rápidamente de como lo hacía antes del incremento de r. Asimismo, la teoría predice que el uso del stock del re- curso se trasladará del futuro al presente y que se adelantará su agotamiento. Caídas de r provocarán el efecto contrario. La introducción de un sustitutivo renovable del recurso no renovable también reduciría la demanda a largo plazo. Un ejemplo sería la introducción de aguas superficiales, a un pre- cio unitario constante, en una región agrícola que dependiese anteriormente de aguas subterráneas, no renovables. Otro sería el descubrimiento de un proceso de fusión que genere energía barata, sustitutiva de los combustibles fósiles, a partir de una materia prima abundante. Dichos sustitutivos, denomi- nados a veces «fuentes de oferta sustitutivas», reducen la de- manda del recurso no renovable que se encuentra por encima del precio «sustitutivo». Esto tiene como efecto la reducción del valor unitario del stock no renovable y el adelanto de la fecha de agotamiento. Al producirse el agotamiento, los usua- rios comienzan a utilizar el recurso renovable sustitutivo. Por último, considérese el efecto de un incremento del coste de extracción unitario (C). Dado que reduce los benefi- cios derivados del uso del stock extraído, este cambio recorta Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 19
  • 12. bruscamente el valor de una unidad del recurso no extraído (M). Después de este efecto, su valor volverá a subir a la tasa proporcional r. Puede demostrarse que el valor del recurso ex- traído (C+M) se incrementa inmediatamente cuando aumen- ta C, y pasa a tener una tasa de crecimiento inferior a la de antes. En este caso el uso del recurso se traslada al futuro y se aplaza el momento de su agotamiento. Estos resultados son aplicables a los mercados competitivos de recursos, en los que la propiedad de los stocks de recursos no está muy concentrada. Si la propiedad de los stocks estuviese lo suficientemente concentrada como para permitir la fijación mo- nopolista de los precios, el modelo debería someterse a modifi- caciones. Como en el caso anterior, la decisión de utilizar hoy una unidad del stock reduce el beneficio obtenible caso de usar- la en el futuro, y este beneficio futuro sacrificado es un coste de oportunidad de su uso hoy. Para el monopolista, el beneficio por la venta de una unidad marginal es el ingreso marginal uni- tario, que difiere del precio debido a que el monopolista debe tener en cuenta que la producción y venta de una unidad adicio- nal reduce el precio que puede ser recibido por todas las unida- des. El equilibrio del monopolista exige que se adapten las ven- tas de stocks de recursos no renovables de forma que el valor ac- tual del ingreso marginal sea el mismo en todos los períodos. La trayectoria del precio resultante del monopolio depen- de de la forma de la curva de demanda del recurso extraído. En los casos más verosímiles, el precio monopolístico es ini- cialmente superior, pero crece a una tasa menor de la que existiría en condiciones competitivas (9). Como consecuencia de lo anterior, el monopolista generalmente tardará más en agotar el recurso que una industria competitiva. A la vista de estos resultados, puede interpretarse la trayec- toria de precios descrita en el gráfico 1. El incremento de pre- cios de 1973-1974 coincidió con el hecho de que la OPEP pasa- se a considerarse un cártel aparentemente eficaz. Aunque la OPEP seguramente nunca fue un monopolio, sus miembros controlaban de hecho gran parte de las reservas mundiales y, Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 20 (9) De acuerdo con nuestro modelo, con coste de extracción constante, tipo de interés constante, demanda estacionaria y sin incrementos de reservas, este resultado se producirá en la medida en que la curva de demanda se vuelva más elástica a medida que descienda la canti- dad consumida. En Dasgupta y Heal (1979, capítulo 11) se aportan datos al respecto.
  • 13. durante un tiempo, parecieron capaces de actuar concertada- mente a fin de lograr cierto grado de poder monopolístico. La subida de precios ocurrida en aquellas fechas es coherente con lo que la teoría predice para el momento en que se forma un monopolio (10). La revolución de los fundamentalistas islámi- cos en Irán, entonces uno de los principales productores de petróleo, explica el incremento del precio del petróleo en 1978-1979. Este acontecimiento y la posterior guerra Irán-Irak mermó la capacidad de ambos países de explotar los recursos petroleros de que disponían. En términos del modelo prece- dente, es más adecuado considerar lo anterior como un incre- mento del coste de extracción de parte de la producción mun- dial, acompañado por una subida del precio y un nuevo au- mento de la producción en el futuro. El descenso del precio de 1986 se ha atribuido generalmente al complejo sistema de restricciones a la producción de la OPEP y a una disminución generalizada de su capacidad para actuar como un verdadero cártel. Una intensa caída del precio no es sino lo que cabría es- perar de un acercamiento a un régimen más competitivo (11). Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 21(10) Una explicación alternativa de la subida de precios de 1973-1974 pone el acento en la «seguridad de la propiedad». Mead (1979) señala que la aparición de la OPEP a comienzos de la década de los setenta coincidió con un cambio en el control sobre las reservas petrole- ras de Oriente Medio, que pasó de las empresas productoras a los países en los que se halla- ban los recursos. Este autor sostiene que este cambio aumentó la seguridad de la propiedad, ya que las multinacionales que controlaban la producción durante los años sesenta habían te- mido su nacionalización. Gracias a la mayor confianza en su capacidad para beneficiarse de la producción futura, los nuevos propietarios aplicaron a la producción futura tasas de descuen- to menores. Aplicando la explicación anterior sobre los efectos de las variaciones de los tipos de interés, un descenso del tipo de interés efectivo provocará un brusco aumento del precio y su crecimiento posterior a una tasa inferior, es decir, cualitativamente el mismo resultado previsto en el caso del monopolio. (11) A lo largo de la década de los setenta y a comienzos de los ochenta, Arabia Saudí de- sempeñó un papel central en el mantenimiento de la producción de la OPEP en torno a las cuotas establecidas por el cártel, reduciendo su propia producción cuando se incrementaban las producciones de otros estados miembros. Aparentemente en 1986 abandonó esta política y el mercado mundial del petróleo comenzó a parecer más competitivo. La intensa subida del precio en 1990-1991 se debió a la apropiación iraquí de las reservas de Kuwait y a la guerra que se desencadenó. El modelo de recursos no renovables se ha ampliado en varias direcciones. Una extensión pretende incluir la exploración de nuevas reservas. Otra es introducir la incerti- dumbre, contemplando bien los precios o descubrimientos futuros. La introduccióon de la ex- ploración suele proporcionar predicciones que son básicamente coherentes con las presentadas al principio de la sección sobre Dinámica comparativa. Concretamente, véase Deacon (1993) para los resultados de una simulación sobre los efectos de distintas políticas fiscales en la explo- ración y la producción, y en Pindyck (1978) los resultados sobre el comportamiento del mono- polio frente a la extracción competitiva cuando se introduce la exploración. Es más difícil re- presentar los resultados sobre la incertidumbre, debido en parte a las numerosas fuentes de in- certidumbre posibles y a que cada una de ellas puede afectar las decisiones económicas de ma- nera diferente. Véase en el capítulo 2 de Fischler (1981) un análisis teórico sobre esta materia.
  • 14. 2.2. Lecciones extraíbles del modelo El ánimo de lucro constituye un incentivo para que los propietarios de recursos conserven los stocks para su uso por los futuros consumidores, ante la perspectiva de incrementos eventuales de los precios o de los valores unitarios derivados de reducciones de los stocks no renovables. Los resultados de dinámica comparativa antes descritos detallan más esta idea general. Si los usuarios de recursos obtienen un recurso de re- serva efectivo –un buen sustitutivo del recurso que esté dispo- nible, con una oferta muy elástica y a un precio lo suficiente- mente bajo como para ser tenido en cuenta para los consumi- dores– reaccionarán acelerando la producción y adelantando el agotamiento. En cambio, si se prevé un crecimiento futuro de la demanda, los propietarios tendrán incentivos para redu- cir el uso de los stocks de recursos hasta que el crecimiento de la demanda se materialice. Si no existen sustitutivos acepta- bles de un determinado recurso, y éste es vital en algún aspec- to de la actividad económica, su valor unitario crecerá hasta niveles muy elevados antes de que se produzca el agotamien- to. Un efecto de esto es aumentar los beneficios derivados de la investigación e ingeniería dedicados al desarrollo de sustitu- tivos del recurso crucial. Como indican estos ejemplos, los mercados de recursos incorporan incentivos que llevan a los propietarios de recursos y a otros agentes importantes de los mercados de recursos a reaccionar de forma compleja, a las si- tuaciones de escasez. Una segunda observación se refiere a la relación entre los incentivos de conservación y la «seguridad de la propiedad». La teoría consideraba que los propietarios de recursos estaban seguros de su derecho a usar, en fechas posteriores cualquier stock de recursos no utilizado en el presente. La única reduc- ción de valor asociada con los ingresos futuros procede del descuento de los flujos. Sin embargo, si la propiedad no es se- gura, el propietario ha de considerar también la probabilidad de perder ese derecho. La inseguridad de la propiedad puede provenir de la explotación de reservas comunes por parte de varios usuarios, como en el caso de los agricultores que ex- traen agua de riego de pozos perforados en un mismo acuífe- ro. Cada agricultor es consciente de que una parte del volu- men de agua conservado en el acuífero para su extracción fu- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 22
  • 15. tura será probablemente extraída por otro. El efecto de dicha inseguridad es análogo a un incremento del tipo de interés –se estimula el consumo anticipado y se adelanta el agota- miento. En este sentido, la propiedad insegura está en contra- dicción con la voluntad de conservación. 3. EVIDENCIAS DE ESCASEZ DE RECURSOS El modelo de recursos no renovables indica la tendencia de los valores de los recursos no renovables a crecer en el tiempo, aunque ésta puede contrarrestarse mediante el des- cubrimiento de nuevos yacimientos o la reducción de los cos- tes de extracción. Es interesante conocer si nos movemos cerca del límite de un recurso no renovable, lo que podría forzar cambios en los estilos de vida o limitar el crecimiento económico. La mayoría de las evidencias que existen al res- pecto corresponden a combustibles fósiles y minerales. Aun- que a menudo se afirma que la creciente escasez económica afecta a los recursos agrícolas no renovables, no se dispone de los datos necesarios para evaluar las tendencias generales y globales de la escasez de estos recursos. Por tanto, el si- guiente análisis se centra en los casos de minerales y combus- tibles fósiles. La opinión mayoritaria entre los economistas especializa- dos en recursos naturales es que no está cercana, ni siquiera se vislumbra en el horizonte, una situación de escasez de re- cursos no renovables tal que limitase el crecimiento económi- co o alterase drásticamente los estilos de vida. Esta conclusión se desprende tanto del estudio de medidas físicas y económi- cas sobre la disponibilidad de recursos, como del análisis de las posibilidades de sustitución de recursos no renovables por otros factores susceptibles de producción, para aquellos pro- cesos productivos cruciales. 3.1. Medidas físicas de la abundancia de recursos Se publican habitualmente dos medidas físicas sobre la abundancia de los recursos. La primera es la de las reservas probadas, cantidades de yacimientos conocidos verificadas me- Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 23
  • 16. diante muestreo y medida, cuya recuperación es rentable dados los precios y costes de extracción actuales. La segunda medida, más amplia, es la de los recursos no renovables, las can- tidades de recursos cuya existencia se conoce o se presume con razonable certeza, y cuya recuperación es factible me- diante la aplicación de métodos técnicos disponibles en la ac- tualidad. Hay dos razones por las que la definición de reserva pro- bada es demasiado restringida para servir de medida de los recursos disponibles en última instancia para su uso. En pri- mer lugar, como la exploración y las pruebas necesarias para localizar y cuantificar los yacimientos son muy costosas, los propietarios tienden a retrasar este esfuerzo hasta que se aproxima el perído de uso planeado. En segundo lugar, tanto los avances técnicos que reducen los costes como los aumen- tos de los precios de los recursos hacen que el conjunto de yacimientos que pueden recuperarse de manera rentable se expandan con el tiempo, aun cuando no tengan lugar nuevos hallazgos. Así la aplicación de los precios y de los costes de extracción actuales tiende a la infravaloración de los stocks que eventualmente resultaría rentable explotar. Por estas ra- zones, las reservas probadas son más un inventario que sirve de referencia para la producción a corto plazo, que un límite último. En consonancia con esta interpretación, se observa que las reservas probadas de algunos recursos, p. ej., el petró- leo, crecen a lo largo del tiempo aun cuando avanza su pro- ducción. La medida de los recursos no renovables incluye los yaci- mientos conocidos o razonablemente presumidos, que son tecnológicamente posibles de recuperar mediante métodos disponibles. Así pues, la diferencia entre las reservas probadas y los recursos es que en el segundo caso no es necesaria una prueba de rentabilidad, sino que es suficiente con la viabili- dad tecnológica. Esta medida más amplia supera normalmen- te a las reservas probadas en uno o más órdenes de magnitud. Para la mayoría de minerales, los stocks de recursos no reno- vables conocidos bastarían para satisfacer el consumo actual durante, al menos, 150 años, y en muchos de ellos la cifra es superior a 1.000 años. Por tanto, la simple abundancia física no debe ser un factor limitador del crecimiento económico, al menos durante varias décadas. Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 24
  • 17. 3.2. Medidas económicas de la abundancia de recursos A pesar de todo, las medidas físicas no dicen toda la ver- dad. Hay partes de depósitos de recursos minerales identifica- dos que tan sólo pueden extraerse incurriendo en costes muy elevados, de forma que su existencia es económicamente irre- levante. Asimismo, si el consumo está creciendo, las ratios ele- mentales reservas/producción sobreestiman la capacidad de atender las necesidades futuras, de las reservas y recursos identificados en la actualidad. Sin embargo, estos factores de- berían reflejarse en el comportamiento de los mercados de re- cursos. Cuando existen varias calidades de recursos, la extrac- ción suele desplazarse con el tiempo de los yacimientos de bajo coste a los de alto coste. Unos costes de extracción en rá- pido crecimiento indican el agotamiento de los yacimientos de bajo coste y la proximidad de una época en la que habrá de dedicarse a la extracción de mineral partes cada vez mayo- res de la renta de la sociedad. Barnett y Morse (1963) exami- naron los costes de extracción de minerales durante el perío- do 1870-1957. Calculando datos medios para varios recursos no renovables, hallaron una clara tendencia descendente de los costes medidos durante el período. Los costes unitarios de 1957 eran inferiores al 25 por ciento de su valor en el período 1870-1900. Un estudio posterior de Johnson y Bell extendió estas comparaciones a 1970 y descubrieron una tendencia continua descendente. De este modo, de las tendencias de los costes no se desprende que nos acerquemos rápidamente a lí- mites económicos. Esta circunstancia, puede, sin embargo, considerarse poco concluyente, debido a que el modelo de recursos no renova- bles predecía que el agotamiento de los stocks de recursos debía ir acompañado de subidas de precios aun cuando los costes de extracción permaneciesen constantes. Ello indica que la evolución de los precios son un indicador más fiable de la escasez. Barnett y Morse (1963) estudiaron las tendencias en relación de los de los precios de los factores no minerales extractivos durante el período 1870-1957. De nuevo, hallaron una tendencia general descendente, que no indicaba ningún aumento acusado de la escasez. Otros investigadores han pre- sentado evidencia más detallada sobre determinados recursos, extendieron el análisis a períodos más recientes y utilizaron Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 25
  • 18. métodos econométricos más avanzados para analizar los datos. Aunque cada autor ha llegado a conclusiones distintas, pueden extraerse algunas consideraciones generales. Hasta aproximadamente 1970, los precios de la mayoría de los re- cursos no renovables descendieron (12). Durante la década de los setenta, subieron los precios del crudo y de otros recur- sos energéticos, si bien tal subida se debió fundamentalmente a la aparición de la OPEP más que a una escasez física crecien- te. Fischer (1981) examinó los precios de siete minerales no combustibles distintos durante los setenta y comprobó que al- gunos subieron y otros se mantuvieron básicamente constan- tes, pero ninguno registró una caída significativa. Smith (1979) observó que la evolución descendente de los precios de los minerales se suavizó a medida que se aproximaba la dé- cada de los setenta, y que los precios se comportaron de ma- nera estable en los primeros años de dicha década. Aparte de las posibilidades de sustitución entre minerales, no existe razón alguna para prever movimientos acompasados de la evolución de precios y de los niveles generales de escasez econó- mica. Las diferencias entre sus demandas, los costes de extrac- ción y la abundancia natural deben provocar, por lo general, que cada uno siga una trayectoria de precios diferente. Ello difi- culta las generalizaciones sobre las trayectorias de precios real- mente observadas. Sin embargo, a finales de los setenta pareció, que en conjunto, podía haber concluido la tendencia de largo plazo descendente de la mayoría de los precios de los minerales. 3.3. Implicaciones Estos datos indican que los descubrimientos de nuevos yaci- mientos, los avances técnicos en exploración, extracción y trata- miento, y la sustitución de los factores que se habían vuelto más escasos por otros más abundantes, se combinaron para evitar que la escasez de recursos no renovables se convirtiese en res- tricción significativa del crecimiento económico, al menos du- rante la década de los sesenta. Los datos de los setenta y poste- riores no son, sin embargo, tan concluyentes, aunque se obser- varon señales de un posible fin de la época de caídas durante Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 26 (12) Véase Barnett y Morse (1963), Nordhaus (1974) y Smith (1979).
  • 19. largos períodos de los precios de los recursos. Aun siendo esto cierto, no justifica necesariamente una gran inquietud ni nue- vas iniciativas políticas en los mercados de recursos. La mayoría de países industrializados no invierten todavía una fracción sig- nificativa de sus rentas nacionales en la obtención de recursos no renovables para mantener la producción. Evidentemente, la obtención de petróleo ha suscitado gran inquietud en algunos países industrializados con elevada dependencia energética como Japón, pero los problemas registrados se han debido más bien a la fijación no competitiva de precios y no a aumentos es- pectaculares de la escasez física. Además, la deplorable expe- riencia de EE.UU. y algunos otros países industrializados al adoptar políticas para combatir las subidas del precio del petró- leo en los setenta debería suscitar nuestra desconfianza hacia las tentativas de los gobiernos para mejorar las asignaciones del mercado en este ámbito. Es indudable que los precios de algu- nos recursos no renovables crecerán y los de otros descenderán, conforme se alteren a lo largo del tiempo las condiciones que afectan a la oferta y la demanda de la economía. No obstante, estas variaciones no son razón suficiente para evitar las asigna- ciones realizadas por el mercado. La respuesta a la escasez cam- biante es una de las funciones que mejor dominan los merca- dos. Además, la intervención de los responsables políticos en estas materias distrae la atención de los numerosos efectos me- dioambientales colaterales del uso de los recursos, siendo éste un campo en el que una política estatal bien diseñada puede beneficiar claramente a la sociedad. 4. CUESTIONES MEDIOAMBIENTALES SOBRE EL USO DE RECURSOS NO RENOVABLES El uso de recursos no renovables, tanto en las economías agrícolas como industrializadas, provoca una serie de impac- tos medioambientales (13). Los métodos agrícolas que supo- Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 27 (13) Los recursos no renovables más importantes utilizados en la producción agrícola son los suelos y las aguas subterráneas procedentes de depósitos no recargados. Zilberman, Wetzstein y Marra (1993, p. 68) describen una plaga de insectos con características vulnera- bles a un determinado pesticida como recurso no renovable. Con el tiempo, los insectos pue- den desarrollar una mayor resistencia a medida que se utiliza el pesticida, agotando de hecho este valioso «recurso no renovable».
  • 20. nen un cultivo agresivo del suelo conducen a la erosión y al consiguiente aterramiento de lagos y embalses. El bombeo continuo y la utilización de aguas subterráneas para el riego puede provocar, en algunas situaciones, el anegamiento de los suelos y la reducción de la productividad, al incrementarse las concentraciones de sal. En las economías industrializadas, las repercusiones más relevantes derivadas del uso de recursos no renovables suelen estar asociadas con los combustibles fósiles. En la fase de ex- tracción, la minería a cielo abierto del carbón superficial y la evacuación de las escorias procedentes de la extracción mine- ra del carbón a profundidad deterioran los paisajes y los eco- sistemas terrestres. La extracción de petróleo y gas en el océa- no y en entornos árticos puede producir la liberación de sus- tancias químicas asociadas con la explotación de hábitats sen- sibles. El agua dulce se contamina cuando se produce la lixi- viación de ácidos procedenetes de pozos mineros o de esco- rias. El transporte de petróleo puede ocasionar la contamina- ción de los océanos a consecuencia de vertidos accidentales y deliberados de petroleros, y el proceso y refino del petróleo produce contaminación atmosférica. La combustión realizada por los usuarios finales provoca también importantes daños medioambientales, especialmente corrosión, contaminación atmosférica urbana y problemas respiratorios. La mayor parte de los ejemplos precedentes localizados, si bien el uso de recursos no renovables también puede tener re- percusiones en regiones más extensas. Existen ejemplos como las emisiones transfronterizas de contaminantes atmosféricos en el proceso de generación de electricidad a partir del car- bón. La combustión del carbón con contenido en azufre pro- voca emisiones de óxidos de azufre, que son perjudiciales para la salud humana y forman ácido sulfúrico en contacto con el agua. Estas sustancias suelen atravesar las fronteras nacionales, dando lugar a depósitos ácidos en lagos y cursos de agua de países vecinos. Este es un problema bien documentado en el norte de Europa y en Norteamérica. Los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles pueden dar lugar a la for- mación de ácidos y ozono, que pueden dañar las cosechas, los bosques, las estructuras y la salud humana en otros países. A escala mundial, el problema medioambiental que suscita mayor preocupación en la actualidad es la posibilidad de cam- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 28
  • 21. bio climático, cuyas causas potenciales se encuentran tanto en las economías agrícolas como en las industrializadas. Respecto de las economías industriales la principal inquietud se refiere a la combustión de combustibles fósiles y a las consiguientes emisiones atmosféricas asociadas de dióxido de carbono (14). En las economías agrícolas, la principal fuente de preocupa- ción es la conversión de tierra forestal en terrenos agrícolas y la eliminación de biomasa forestal en busca de carbón. El con- junto de pruebas esgrimidas para sostener el calentamiento mundial sigue suscitando polémica. Las pruebas del calenta- miento mundial basadas en las elevaciones de la temperatura del agua del mar, en los gradientes de calor en el interior de la tierra y en el retroceso de los glaciares son sugerentes, pero siguen siendo poco concluyentes debido a que los cambios ob- servados se encuentran dentro de los márgenes de variación que pueden asociarse con fluctuaciones naturales y no antro- pogénicas. Los modelos utilizados en el estudio del cambio climático son incompletos en aspectos significativos y no se co- noce exactamente el papel que desempeñan las nubes, la cir- culación oceánica y las reacciones de la biota a variaciones en la composición de la atmósfera. Sin embargo, es indudable que, en los últimos años, han crecido sustancialmente las con- centraciones atmosféricas mundiales de dióxido de carbono procedentes de la combustión de combustibles fósiles, y existe un consenso generalizado sobre los principales fundamentos físicos del efecto invernadero, a saber, que las mayores con- centraciones de dióxido de carbono y de otros gases responsa- bles de dicho efecto calentarán la atmósfera terrestre. Dicho en términos más generales, el calentamiento mundial y el cambio climático mundial conducirían a elevaciones del nivel del mar, a diversas alteraciones de las pautas climáticas en di- ferentes regiones y a un complejo abanico de costes y benefi- cios medioambientales para diferentes regiones. Claramente, no puede negarse la posibilidad de que algunas regiones se beneficien. Sin embargo, las incertidumbres sobre lo que no es sino un experimento mal comprendido sobre química at- mosférica indican que el cambio climático es algo que debe evitarse más que desearse. Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 29 (14) Este análisis se basa, en gran medida, en el capítulo 11 de World Resources Institute (1994).
  • 22. 4.1. Política medioambiental en materia de extracción de recursos no renovables Cuando el uso de un recurso no renovable produce efectos medioambientales colaterales no deseados, el usuario del re- curso está efectivamente eludiendo parte del coste de su utili- zación. Cuando la erosión del suelo derivada de la explota- ción agrícola aumenta las concentraciones de sedimentos en los cursos de agua, se pierde parte del flujo de servicios de ese curso de agua, como la previsión de un hábitat a los peces, de ocio o de agua potable. De hecho, el agricultor responsable del cultivo detrae estos servicios a la sociedad sin soportar el coste, es decir, el valor perdido de hábitat, ocio y agua. Otros factores utilizados por el agricultor, como la mano de obra y la maquinaria, también tienen usos alternativos, pero el que estos factores se intercambien en mercados garantiza que los valores de estos usos alternativos se contemplen en las decisio- nes del agricultor. Por ejemplo, los trabajadores agrícolas han de recibir un salario, como mínimo, idéntico al que obten- drían en otro puesto igualmente deseable o buscarán un pues- to de trabajo alternativo, y la oferta de salario que el agricul- tor hace por obtener sus servicios reconoce e incorpora en los precios aplicados a los productos agrícolas el valor de los bie- nes que podría generar su trabajo en otro puesto. La diferencia fundamental entre los trabajadores y el curso del agua, que aconduce la consideración de los costes en un caso y no en el otro, es la naturaleza pública y de libre acceso de los cursos de agua y de otros recursos medioambientales. Por lo general, no existe un propietario fácilmente identifica- ble que posea el derecho legal y el incentivo para exigir com- pensación cuando las actuaciones de otros impidan determi- nados usos de un recurso medioambiental. Si se obligase al agricultor a pagar una suma equivalente al valor recreativo perdido para obtener el derecho a desarrollar actividades que provocan que el suelo erosionado vaya a parar a los cursos de agua, entonces este pago, que refleja el coste de sedimenta- ción del curso del agua, engrosaría el coste de ejercicio de la actividad agrícola, de manera similar al coste laboral. Se indu- ciría al agricultor a aplicar aquellos métodos productivos que minimizasen la erosión. Se elevarían los costes agrícolas, elimi- nando la rentabilidad del cultivo de tierras marginales o pró- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 30
  • 23. ximas a cursos de agua especialmente sensibles. Con unos pre- cios superiores, se estimularía a los consumidores a buscar productos sustitutivos de las cosechas cultivadas por el agricul- tor. Es indudable que persistiría alguna contaminación, pero únicamente cuando el coste impuesto por la contaminación a las personas que realicen actividades de ocio y a otras se viese compensado con creces por el valor del producto resultante. Por norma general, el mercado no impone tasas al uso de dichos recursos medioambientales públicos. No obstante, aun así es posible provocar cambios equivalentes en el comporta- miento de los agricultores. La teoría economómica de la polí- tica medioambiental ha identificado dos instrumentos que pueden cumplir esta función. El primero es una tasa sobre la contaminación, denominada a veces impuesto sobre la contami- nación. Se trata de una tasa que debe pagar el agente conta- minante por cada unidad de suelo erosionado o por cualquier residuo evacuado al curso de agua, de manera que el importe de la tasa se fija de manera que iguale el valor recreativo, de hábitat y otros usos del curso de agua imposibilitados por la emisión contaminante. La tarea de calcular el nivel adecuado de dichas tasas y su aplicación queda generalmente en manos del gobierno. Una vez aplicadas, dichas tasas obligan efectiva- mente a las empresas a compensar y superar el valor que pier- den las personas que realizan actividades de ocio cuando se producen vertidos al curso de agua. A su vez, esto trae consigo esfuerzos encaminados a la reducción de la contaminación, el traslado de terrenos agrícolas y lugares alternativos y la sustitu- ción de productos por parte de los consumidores. En el caso de la erosión derivada del cultivo, no es posible medir día a día el nivel exacto de erosión resultante de una determinada explotación agrícola. En este caso, el gravamen puede basarse en el método de cultivo utilizado, y establecerse adecuada- mente de modo que refleje las diferencias entre los grados de erosión de métodos alternativos. Una medida de política equivalente es el permiso transmisi- ble de contaminación. Esta política fija, en primer lugar, un nivel adecuado de contaminación global, basado en una compara- ción del daño que la contaminación impone y de los costes del control de la contaminación. A continuación, se expiden permisos de emisiones hasta el límite autorizado y se obliga a las empresas que deseen emitir una unidad de residuo en el Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 31
  • 24. curso de agua a ofrecer dinero por un permiso para hacerlo. El precio del permiso resultante afecta a la empresa exacta- mente igual que un impuesto. Estas políticas elevan el coste que tiene para la empresa la utilización del recurso no renovable causante de la contamina- ción, p. ej., las aguas subterráneas utilizadas en el riego o el suelo usado para el cultivo de cosechas en las economías agrícolas. El efecto resultante del uso del recurso no renovable a lo largo del tiempo viene determinado por la condición de equilibrio antes descrita. Cuando se impone una tasa por con- taminación (Fe ) para cada unidad de recurso utilizada, sea en forma de tasa sobre la contaminación o como precio del per- miso de contaminación, la condición de equilibrio pasa a ser: Pe (t) = C + Fe + Me 0 ert [3] en la que se ha añadido el superíndice e al precio del producto y al precio del stock del recurso para indicar que sus valores varia- rán con la imposición de la tasa. Puede utilizarse el análisis pre- sentado anteriormente para determinar los efectos cualitativos de esta política en el uso del recurso a lo largo del tiempo. Sin embargo, a la hora de examinar estos efectos es necesario distin- guir entre los impactos medioambientales determinados por flu- jos de emisiones y los stocks acumulados de contaminantes. 4.2. Políticas medioambientales para flujos de contaminantes Un impacto medioambiental recibe el nombre de impacto de flujo si el daño causado no depende de la acumulación de emisiones en el tiempo, los contaminantes de flujo son transi- torios, y proceden de sustancias que se degradan o diluyen con bastante rapidez. Si el flujo de contaminantes cesa, los daños causados desaparecen con bastante rapidez (15). En el caso de los contaminantes flujo, la tasa sobre la contamina- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 32 (15) Evidentemente, la expresión «con bastante rapidez» tiene carácter subjetivo. De hecho, todos los contaminantes se acumulan en cierta medida y el concepto de flujo se adop- tó principalmente porque simplifica el análisis. Por cuestiones prácticas, en el caso de conta- minantes con vidas medias del orden de un año o inferior, parece oportuna la ventaja que ofrece esta simplificación.
  • 25. ción apropiada será a menudo, constante en el tiempo, y en este caso su efecto sobre el uso de los recursos no renovables es directo (16). En el momento de establecerse el impuesto, se producirá una intensa caída inicial de la tasa de utilización del recurso, seguida de descensos más moderados de la tasa de uti- lización de los que se producirían si el impuesto no existiera. Si el producto tiene una calidad homogénea, la extracción se extenderá durante un período superior al resultante sin el im- puesto, por lo que la fecha de agotamiento final del recurso se retrasa. Si el recurso no es homogéneo, normalmente tendrá lugar un cambio en el uso de determinados stocks, p. ej., en los tipos concretos de suelos cultivados. Se utilizarían en pri- mer lugar los que combinen productividades elevadas y costes medioambientales reducidos, utilizándose el resto por orden una vez que se agoten los más atractivos. Asimismo, aumenta el coste global de la totalidad de los stocks, lo que supone que en algunos stocks que se hubieran utilizado de no aplicarse esta política ahora no se abandonarán. Por ejemplo, podría utilizar- se suelos que: (i) presenten escasa rentabilidad, p. ej., debido al pobre contenido en nutrientes o a las largas distancias res- pecto de los mercados, e (ii) impongan elevados costes medio- ambientales, p. ej., debido a que se encuentran en hábitats sen- sibles o que se erosionan fácilmente (17). 4.3. Políticas medioambientales para contaminantes stock Un contaminante stock es una sustancia que, una vez emi- tida, ocasiona daños medioambientales durante un período Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 33 (16) Esta afirmación es literalmente correcta si no cambia con el tiempo el daño medio- ambiental causado por una unidad marginal de emisión de residuo. Ello sería cierto, a su vez, si se mantuviese estacionaria la función de daño y si permaneciese inalterado el perjuicio me- dioambiental causado por una unidad de emisión de residuos. (17) Este análisis puede extenderse en varias direcciones. Una está relacionada con el comportamiento probable de la tasa medioambiental en el tiempo. El modelo básico de ex- tracción implica que el precio del producto extraído aumentará a lo largo del tiempo, por lo que la tasa de extracción y la tasa de emisiones descenderán con el tiempo. Si los daños me- dioambientales marginales aumentan con la tasa de contaminación, ello implica que el daño marginal provocado por una unidad de contaminación, y la tasa medioambiental óptima, descenderán a lo largo del tiempo a medida que se aproxime el agotamiento los yacimientos del recurso. Ello tiene por efecto trasladar el uso del recurso aún más hacia el futuro que en el caso de una tasa constante.
  • 26. significativo (18). Un importante ejemplo en la agricultura es el del DDT, que posee una vida media en el medio ambiente de 10 años o superior. El contaminante stock estudiado actual- mente en mayor profundidad es el dióxido de carbono, un gas responsable del efecto invernadero. De nuevo, la política adecuada consiste en gravar los agentes contaminantes con una tasa equivalente al daño medioambiental causado por su emisión. Sin embargo, debe tenerse en cuenta la persistencia del daño. Supongamos que el contaminante examinado sea el DDT. Dado que una unidad permanecerá en el medio ambiente du- rante un período prolongado de tiempo, a la hora de calcular la correspondiente tasa debe evaluarse el valor de los daños futuros que ocasiona. Al realizarse esta evaluación deben te- nerse en cuenta dos consideraciones. En primer lugar, dado que estos costes se producen en el futuro, deben descontarse aplicando el correspondiente tipo de interés r. En segundo lugar, dado que el DDT se descompone en la atmósfera, sus efectos disminuyen con el tiempo. La última consideración puede incorporarse asumiendo una descomposición propor- cional, o «radioactiva», designada en nuestro ejemplo por δ. De manera intuitiva, el valor actual de los daños futuros causa- dos por una unidad de DDT se calcula descontando el daño anual en años futuros mediante un tipo de interés que sea la suma de r y δ. La tasa obtenida para corregir la emisión del contaminante depende, por tanto, de tres factores. Depende directamente del daño anual causado por una unidad de con- taminante, inversamente de la tasa de descomposición, e in- versamente del tipo de interés. Un análisis más exhaustivo pondría de manifiesto que la tasa adecuada variará normalmente a lo largo del tiempo. Esta variación puede explicarse intuitivamente en un caso sencillo: cuando la función de coste medioambiental marginal es esta- cionaria y la tasa de descomposición es nula, con lo que una vez emitida la sustancia ocasionará daño indefinidamente. En este caso, no puede descender el stock de contaminante, y au- mentará necesariamente si se producen nuevas emisiones. Si suponemos que los daños marginales de la contaminación au- Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 34 (18) El siguiente análisis se basa en Kolstad y Krautkraemer (1993).
  • 27. mentan a medida que hace lo propio la concentración del contaminante en la atmósfera, la tasa óptima debe crecer de manera constante a lo largo del tiempo. Ello es cierto debido a que cada unidad adicional del contaminante impone un coste medio ambiental expresado por su valor actual mayor que el ocasionado por la unidad anterior (19). 5. CONCLUSIONES La economía ofrece un marco útil para el análisis de los re- cursos no renovables, para la exploración del significado que tiene para la sociedad su escasez intrínseca y para el estudio de las interrelaciones con el medio ambiente. La economía puede fomentar el estudio del modo en que reaccionan los mercados ante oscilaciones de la escasez, estimulando la con- servación, sustitución, innovación y búsqueda de nuevas fuen- tes de abastecimiento, y puede ayudar a los responsables polí- ticos a entender las causas de las variaciones en los precios de los recursos. Idéntica importancia tiene el hecho de que la economía puede facilitar la identificación de importantes pro- blemas medioambientales causados con frecuencia por el uso de recursos no renovables, y contribuir al diseño de políticas dirigidas a combatir estos problemas. A pesar de varias décadas de estudio y de avances significa- tivos tanto en la teoría de la política medioambiental como en nuestro conocimiento de los factores empíricos relevantes, la situación de la política estadounidense en materia de control de la contaminación y del uso de recursos no renovables dista mucho de ser perfecta. Hasta fechas recientes, la política esta- dounidense de contaminación atmosférica y del agua ha igno- rado los principios elementales del diseño de políticas. Las so- ciedades de todo el mundo están actualmente mostrando más interés que nunca por la calidad del medio ambiente. Al mismo tiempo, el crecimiento demográfico y el rápido avance tecnológico están haciendo que la labor de protección del medio ambiente sea cada vez más compleja y de mayor alcan- Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 35 (19) Como señalan Zilberman y Marra (1993, p. 249), el endurecimiento gradual de la normativa medioambiental impuesta sobre numerosos responsables de pesticidas agrícolas es cualitativamente coherente con esta afirmación.
  • 28. ce. Como consecuencia de las mayores necesidades de protec- ción medioambiental y del continuo crecimiento de la conta- minación, parece inevitable que la labor de protección del medio ambiente exija una parte cada vez mayor de la renta mundial. Por tanto, el beneficio derivado del uso de políticas medioambientales mejor diseñadas, políticas que hagan uso de las recientes inversiones sobre la economía de los recursos naturales y del medio ambiente, es grande y cada vez mayor. ❒ BIBLIOGRAFÍA – AMERICAN PETROLEUM INSTITUTE (1987): Basic Petroleum Data Book, Washington: American Petroleum Intitute, Third Quarter 1987. – BARNETT, H. J. y CHANDLER, M. (1963): Scarcity and Growth: The Economics of Natural Resources Scarcity. Baltimore: Johns Hopkins Press. – DASGUPTA, P. y HEAL, G. (1979): Economic Theory and Ex- haustive Resources, Cambridge: Cambridge University Press. – DEACON, R. T. (1993): «Taxation, depletion and welfare: A si- mulation model of the U.S. Petroleum Resource». Journal of Environmental Economics and Management, n.º 24: pp. 159-187. – FISCHER, A. C. (1981): Environmental and Resource Economics, Cambridge: Cambridge University Press. – GRIFFIN, J. M. y STEELE, H. B. (1986): Energy Economics and Policy, Second Edition, New York: Academic Press. – JOHNSON, M. H. y BELL, F. W. (1978): «Resources and Scar- city: Are there limits to growth?» Unpublished manuscript, Department of Economics, George Mason University. – KOLSTAD, Ch. D. y KRAUTKRAEMER, J. A. (1993): «Natural resource use and the environment», in A. V. Kneese y J. L. Sweeney, eds., Handbook of natural resource and energy econo- mics, vol. III, Elsevier Science Publishers B.V. – MEAD, W. J. (1979): «The performance of government energy regulation», American Economic Review, may. 1979. – MIRANOWSKI, J. A. y CARLSON, G. A. (1993): «Agricultural and resource economic. An overview», in G. A. Carlson, D. Zilberman y J. A. Miranowski, eds. Agricultural and environ- mental resource economics. New York: Oxford University Press, 1993. Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 36
  • 29. – NORDHAUS, W. D. (1974): «Resources as a constraint on growth», American Economic Review, n.º 64: pp. 22-6. – PINDYCK, R. S. (1978): «Optimal exploration and produc- tion of a nonrenewable resource», Journal of Political Eco- nomy, n.º 86: pp. 841-62. – SMITH, V. L. (1975): «The primitive hunter culture, pleisto- cene extinction, and the rise of agriculture», Journal of Poli- tical Economy, n.º 83: pp. 727-55. – SMITH, V. K. (1979): «Natural resource scarcity: A statistical analysis», Review of Economics and Statistics, n.º 61: pp. 423-7. – WORLD RESOURCES INSTITUTE (1994): World Resources 1994- 95: A guide to the global environment. Published in collabora- tion with the United Nations Environment Programme and the United Nations Development Programme, New York: Oxford University Press. – ZILBERMAN, D.; WETZTEIN, M. y MARRA, M. (1993): «The economics of nonrenewable and renewable resources», in G. A. Carlson, D. Zilberman y J. A. Miranowski, eds. Agricul- tural and Environmental Resource Economics. New York: Ox- ford University Press, 1993. – ZILBERMAN, D. y MARRA, M. (1993): «Agricultural externa- lities», in G. A. Carlson, D. Zilberman y J. A. Miranowski, eds. Agricultural and Environmental Resource Economics. New York: Oxford University Press, 1993. RESUMEN Los recursos no renovables y el medio ambiente Un recurso es no renovable si su stock es fijo o si se regene- ra por medios naturales a tasas demasiado lentas para ser rele- vantes en la toma de decisiones de las personas. Algunos ejem- plos son los suelos, las aguas subterráneas procedentes de acuíferos que no se recargan por medios naturales o los com- bustibles fósiles. Dado que el volumen total de dichos recursos a consumir por la sociedad en el presente y el futuro es fijo, el consumo en algún momento disminuirá. Ello suscita algunos interrogantes importantes. ¿Cómo asignan los mercados los recursos no renovables entre el presente y el futuro? ¿Cómo se ven afectadas las asignaciones del mercado por la abundancia Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 37
  • 30. natural de recurso, el grado de competencia y por la disponi- bilidad de recursos renovables sustitutivos? ¿La posible e inevi- table reducción de los stocks de recursos no renovables limita- rá seriamente el bienestar económico de las generaciones fu- turas? Un conjunto diferente de cuestiones surge en relación al hecho de que el uso de recursos no renovables afecta a la calidad del entorno medioambiental. El alcance geográfico de estos impactos abarca desde efectos locales como el caso de la contaminación del agua derivada de la erosión del suelo agrí- cola hasta efectos globales como la acumulación de gases res- ponsables del efecto invernadero a consecuencia de la conver- sión de bosques en tierras de cultivo y pastos. La reciente in- vestigación económica ha contribuido a mejorar la compren- sión de estas cuestiones y ha sugerido respuestas para al menos algunos de los interrogantes planteados. PALABRAS CLAVE: Economía de los recursos naturales, recursos no renovables, economía ambiental. RÉSUMÉ Les ressources non renouvelables et l’environnement Une ressource est non renouvelable quand son stock est fixe ou si elle se régénère par des moyens naturels selon un taux excessivement lent qui ne peut pas être pris en compte dans le processus de prise de décision par les personnes. Ci- tons à titre d’exemples les sols, les eaux souterraines prove- nant de nappes aquifères ne se rechargeant pas par des mo- yens naturels ou les combustibles fossiles. Le volume total de ces ressources que la société va consom- mer dans le présent et à l’avenir est fixe, en raison de quoi la consommation devra bien diminuer à un moment donné, ce qui ne manque pas de poser un certain nombre de questions importantes. Comment les marchés assignentils les ressources non renouvelables entre le présent et le futur? Comment sont affectées les assignations du marché par l’abondance nature- lle des ressources, par le niveau de concurrence et par la dis- ponibilité des ressources renouvelables de remplacement? La future et inévitable réduction des stocks des ressources non renouvelables vat-elle limiter sérieusement le bien-être écono- mique des générations futures? Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 38
  • 31. Un certain nombre de questions de nature différente se pose en rapport avec le fait que l’utilisation des ressources non renouvelables affecte la qualité de l’environnement. La portée géographique de ces impacts comprend des simples effets locaux, par exemple la pollution de l’eau dérivée de l’érosion du sol agricole, aux effets globaux, dont l’accumula- ton de gaz responsables de l’effet serre à la suite de la trans- formation des forêts en pâturages et en terres cultivées. La re- cherche économique récente a contribué à améliorer la com- préhension de ces questions et a permis de proposer des ré- ponses à au moins quelques-unes d’entre elles. MOTS CLÉF: Économie des ressources naturelles, ressour- ces non renouvelables, économie environnementale. SUMMARY Non-revewable resources and the environment Resources are non-renewable if there is a fixed stock of them or if they are rebuilt by natural processes at a rate which is too slow to be relevant for decision-making by individuals. Some examples include: the soil, ground water from aquifers which are not replenished naturally, or fossil fuels. Given that there is a fixed total volume of such resources available for consumption by society at present and in the fu- ture, such consumption is bound to fall off eventually. That raises some significant questions. How do the markets assign non-renowable resources between the present and the future? How is assignement by the markets influenced by the natural abundance of resources, the level of competition and the avai- lability of substitute renewable resources? Will the possible or inevitable decline in the stocks of non-reneable resources se- riously restric the economic wellbeing of future generations? A different set of question arise from the fact that the use of non-renewable resources affects the quality of the environ- ment. The geographical scope of such impacts ranges from local effects, such as water pollution resulting from the ero- sion of farmland, to global effects such as the build-up of gases responsible for the greenhouse effect as a result of fo- rests being cleared for growing crops and grazing livestock. Los recursos no renovables y el medio ambiente ECO NOMIA AGRA RIA 39
  • 32. Recent economic research has helped to gain a better unders- tanding of these issues and has suggested ways of responding to at least some of them. KEYWORDS: Economics of natural resources, non-renewa- ble resources, environmental economics. Robert T. DeaconECO NOMIA AGRA RIARA 40