La segunda máxima moral de Descartes se basa en la constancia. Propone ser firme en las decisiones tomadas y seguir el camino elegido a pesar de las dificultades. Siguiendo este principio, una persona puede desarrollar un espíritu fuerte e inteligente con la capacidad de analizar, mantener decisiones y reconocer sus limitaciones, en lugar de ser débil, culpable o arrepentida. La constancia es necesaria para alcanzar objetivos en la vida.