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Título:
Renacer, una nueva vida
Alta Dirección:
Presidente: Enzo Chávez
Secretario ejecutivo: Fari Choque
Tesorero: Nilton Acuña
Dirección editorial: Heyssen Cordero
Autores:
Enrique Cárdenas
Heyssen Cordero
Daniel Solano
Javier Torres
Arland Rivera
Edwin Chiroque
Fernando Rojas
Libro de edición peruana
Es propiedad @2022 Ministerio Personal de la
Unión Peruana del Sur
Editado e impreso por la Universidad Peruana
Unión, en su Centro de Aplicación Editorial
Unión, km 19 Carretera Central, Ñaña, Lima,
Perú. Teléfonos: 618-6300, 618-6301 RUC:
20138122256
Diseño/Diagramación: Raúl Bermúdez G.
JOB 27394-23
Mayo del 2023
ÍNDICE
Sábado: ¿Qué es esperanza? 7
15
20
24
29
35
39
43
Domingo: Jesús sana a un leproso
Lunes: Jesús sana al siervo del centurión
Martes: Jesús sana a la suegra de Pedro
Miércoles: Jesús calma la tempestad
Jueves: Jesús sana a dos endemoniados
Viernes: Jesús sana a un paralítico
Sábado: Jesús sana a un publicano
5
RENACER, UNA NUEVA VIDA
Todo aquel que tuvo un encuentro con Jesús jamás quedó igual,
su vida fue nueva. Un leproso fue sanado, un militar romano
pudo ver un milagro vívido en su empleado, una suegra fue res-
taurada, un endemoniado fue curado, un paralítico volvió a ca-
minar. ¡Milagros por el poder de Jesús! Sin embargo, no fueron
solo milagros de sanación para darles una nueva vida, sino que
Jesús nos enseña que tiene el control de todo, incluso de las
tormentas, y también nos invita a seguirle, para que podamos
renacer a una nueva vida.
Así, Mateo 8 y 9 son algunos claros ejemplos del poder transfor-
mador del evangelio, ese evangelio que es capaz de convertir
vidas destrozadas por el pecado en vidas plenas. Pablo diría: “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios
5:17). ¡Solo Cristo Jesús puede obrar una vida nueva!
Que podamos ser transformados por el poder del evangelio
como evangelistas para predicar con autoridad en los centros
de evangelismo en este mes de junio.
Dios te use grandemente.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
Evangelista
Unión Peruana del Sur
7
Mundo
La esperanza de este mundo siempre es humanista y pluralista.
El foco no está en lo que Dios hizo, hace y hará para restaurar los
problemas de este mundo que está en completo descontrol,
sino en lo que el hombre con su pretendida sabiduría e inteli-
gencia puede hacer a través de sus ideologías más diversas.
Biblia
La esperanza en la Biblia siempre es singular.
Efesios 4:4 – “Un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis llamados en
una misma esperanza de vuestra vocación”.
Origen de la esperanza
Aunque parezca extraño, la esperanza tiene su origen en la crea-
ción. Los teólogos llaman esperanza protológica. Protología es la
rama de la teología que estudia los orígenes del universo y la
vida.
En la teología adventista, la protología y la escatología (parte
de la teología que trata de los últimos eventos de la historia del
mundo) están inseparablemente relacionadas. En la creación,
Dios formó a los seres humanos y los puso dentro de un espa-
cio temporal. Los seres humanos son, por naturaleza, criaturas
insertadas dentro del tiempo y constantemente caminan en él
rumbo al futuro.
Si somos criaturas del tiempo, también somos por definición
criaturas de la esperanza, en el sentido de que siempre existi-
Sábado
¿Qué es
esperanza?
8
mos en un estado de expectativa, viajando en el tiempo en bus-
ca de lo que todavía no es una realidad concreta.
Dios creó la esperanza como un atributo de la naturaleza hu-
mana, o sea, seres que por naturaleza existen en constante ex-
pectativa… En cierto sentido la creación del ser humano es un
proceso que nunca concluye. Dios nos creó con un potencial in-
mensurable, capaz de crecimiento y desarrollo.
Cuando Dios sopló vida, Dios sopló esperanza. La esperanza es
como un aliento de vida. Cada aliento que tomamos es la inha-
lación de una fracción del futuro. Existir es vivir en un estado de
expectativa.
La ausencia de la vida, por lo tanto, es la ausencia de esperanza.
La esperanza que no es de origen divino es egoísta,
y trágico es su fin.
Esperanza dentro de un ambiente de peligro
Aunque el peligro ya estuvo presente antes de la formación del
hombre, era solo un elemento de riesgo y no una fuente de
angustia.
Antes de la caída (Gén. 2:15), el hombre fue puesto en el Jardín
para cultivarlo y guardarlo (vigilar, guardar, proteger), como si el
Jardín pudiera estar en peligro y necesitara protección.
Jesús es el centro de nuestra esperanza
Colosenses 1:27 - “... a quienes Dios quiso dar a conocer las ri-
quezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.
1 Timoteo 1:1 - “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato
de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo
nuestra esperanza”.
9
En Jesús nuestra futura esperanza es una realidad presente.
Su unidad con el Padre nos garantiza nuestra unidad con él por
el don del Espíritu.
Su resurrección nos asegura nuestra resurrección.
Su glorificación garantiza nuestra glorificación.
Su ascensión es una demostración de cómo ascenderemos
nosotros también al Cielo.
El Gran Reencuentro
Quiero compartir con ustedes una de las historias más lindas y
extraordinarias que conozco. Relata a la vista humana un poco
del sentimiento de la realidad de lo que será un día la concreción
de la esperanza y la terminación de la nostalgia. Será el día del
Gran Reencuentro.
Un milagro en el tren
La mañana del 10 de enero de 1948, el húngaro Marcel Stember-
ger entró en el tren habitual de las 9:09, en Long Island, Nueva
York. De repente, decidió visitar a Laszlo Víctor, un amigo hún-
garo que vivía en Brooklyn y estaba enfermo. Así, en el Parque
Ozone, Stemberger cambió de tren para ir a Brooklyn, fue a la
casa de su amigo y se quedó ahí hasta media tarde. Después
tomó el tren hacia su oficina en la Quinta Avenida, en Manhattan.
A continuación, la increíble historia de Marcel.
“El vagón estaba lleno y no parecía haber la menor chance de
sentarme. Pero cuando entré, un señor sentado cerca de la
puerta se levantó súbitamente para salir y yo ocupé su asiento.
Los rasgos del hombre a mi izquierda me llamaron la atención.
Probablemente rondaba los 40 años y, cuando levantó la mirada,
parecía haber en sus ojos una expresión de dolor. Iba leyendo
un periódico húngaro, y algo me impulsó a hablarle en húngaro.
‘Espero que no le moleste si le doy una mirada a su periódico’.
10
El hombre pareció sorprendido porque alguien le hablaba en su
idioma natal. Pero solo respondió educadamente:
“Puede leerlo ahora. Tendré tiempo más tarde”.
Durante la media hora que duró el viaje a la ciudad, conversa-
mos mucho. Se llamaba Bela Paskin. Era estudiante de derecho
cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, y entonces los
alemanes lo enviaron a Ucrania. Fue capturado por los rusos que
lo forzaron a trabajar enterrando alemanes muertos. Después de
la guerra, anduvo cientos de kilómetros a pie hasta llegar a su
casa en Debrecen, una gran ciudad en el este de Hungría.
Cuando fue al departamento donde antes vivían sus padres y
hermanos, solo encontró extraños viviendo ahí. Entonces fue al
segundo piso, al departamento que antes era de él y su esposa.
También estaba ocupado por extraños. Nadie había oído hablar
de su familia. Al salir, lleno de tristeza, un chico corrió hasta él
llamando: ‘Tío Paskin, tío Paskin’. El niño era hijo de sus antiguos
vecinos.
Fue a la casa del chico y conversó con sus padres, ellos le con-
taron que los nazis se habían llevado a su esposa y toda su fa-
milia a Auschwitz, donde murieron. Entonces Paskin perdió las
esperanzas.
Pocos días más tarde, demasiado triste para permanecer en
Hungría, salió nuevamente a pie, cruzó frontera tras frontera has-
ta llegar a París. Desde allí pudo emigrar a los Estados Unidos,
solo habían pasado tres meses cuando lo conocí.
Durante toda la conversación parecía haber algo de familiar en
esta historia. Una joven señora que yo había conocido reciente-
mente en la casa de amigos también era de Debrecen. Ella había
estado en Auschwitz y de allá había sido enviada a trabajar en
una fábrica de municiones.
Todos sus parientes habían muerto en las cámaras de gas. Más
tarde, ella fue liberada por los americanos y fue a los Estados
Unidos en el primer barco de inmigrantes en 1946.
11
Su historia me conmovió tanto que decidí anotar su dirección y
teléfono, con la intención de invitarla a conocer a mi familia, y así
ayudar a aliviar el terrible vacío de su vida.
Parecía imposible cualquier conexión entre esas dos personas,
pero, al acercarme a mi estación, hojeé ansioso mi agenda de
direcciones. Entonces le pregunté si el nombre de su esposa era
Marya.
Él empalideció. ‘Era ese, ¿cómo lo sabe?’.
Lo tomé del brazo, descendimos en la siguiente estación y bus-
camos un teléfono. Disqué el número de ella, el teléfono sonó
varias veces y, por fin, Marya Paskin atendió.
Me presenté y le pedí que describiera a su marido. Ella lo des-
cribió, y cuando le pregunté si había vivido en Debrecen, ella me
dio la dirección. Le pedí que esperara en la línea, me di vuelta y
le pregunté a Paskin: ‘¿Usted y su esposa vivían en tal y tal calle?’.
Él temblaba y dijo que sí. ‘Intente mantenerse en calma, porque
está por suceder un milagro con usted. Tome el teléfono y hable
con su esposa’.
Sus ojos brillaban por las lágrimas. Tomó el teléfono, escuchó
por un momento la voz de la esposa, entonces dijo: ‘Aquí habla
Bela. Yo soy Bela’ y comenzó a balbucear histérico.
Tomé el teléfono de sus manos y le dije a Marya. ‘Quédese don-
de está. Le estoy enviando a su marido hacia allá’.
Bela lloraba como un bebé y no paraba de repetir: ‘Es mi espo-
sa. Voy a ver a mi esposa’. Pensé en acompañarlo, pero después
creí que no sería un momento apropiado para la presencia de un
desconocido. Lo puse en un taxi, le di la dirección de Marya al
conductor, pagué el viaje y me despedí.
El encuentro de Bela Paskin con su esposa fue un momento tan
conmovedor que ellos no podían recordar lo que sucedió. Más
tarde, Marya me dijo que cuando corté la comunicación telefó-
12
nica, ella fue a mirarse en el espejo para ver si sus cabellos ya
estaban grises.
Y entonces paró un taxi frente a la puerta de su casa, y su marido
vino en su dirección.
¿Había sido todo eso una increíble sucesión de casualidades y
coincidencias, o Dios intervino para que ese matrimonio se reen-
contrara? (Paul Deutschman)
LLAMADO
No sé su reacción, pero cada vez que leo esta historia me emo-
ciono. Ahora, si nos emocionamos con el gran reencuentro de
Bela Paskin y su amada esposa Marya, ¿qué será el día del Gran
Reencuentro cuando Jesús vuelva? Será simplemente maravi-
lloso, algo que ninguna palabra podrá describir. El gran reen-
cuentro con Jesús, con nuestros amados que ahora descansan
en el Señor, con nuestros hermanos y amigos.
Sin embargo, el día del Gran Reencuentro podrá ser también el
día de la gran tristeza si usted no está allá. Usted es único. Usted
es única. Nadie jamás podrá sustituirlo. En el corazón de Dios
existe un espacio reservado para usted que nadie más puede
llenar, es único, es suyo.
Si usted no está presente el día del Gran Reencuentro ese espa-
cio quedará vacío eternamente; no solo en el corazón de nues-
tro querido Padre celestial, sino en el corazón de todos los que
lo aman. Si usted está hoy aquí escuchando este mensaje, es
porque existen personas que lo aman y que junto con Jesús no
pueden imaginar pasar la eternidad con ese vacío.
Recuerde, Jesús lo ama. Él murió en la cruz del Calvario para
salvarlo de todo pecado y dolor. No importa lo que usted hizo,
tampoco importa cuán lejos está de Dios y su iglesia. Él lo invita
hoy a volver a comenzar una vida nueva a su lado y de los que
lo aman.
Puede ser que alguien lo haya lastimado en el pasado; puede
ser que usted pasó por alguna gran decepción; puede ser sim-
13
plemente que usted se fue apartando lentamente y, cuando
reaccionó, ya estaba lejos. No importa. Lo que importa es que
estamos juntos hoy y que estaremos juntos para el Gran Reen-
cuentro que está planificado para el día del regreso de Jesús.
Jesús lo invita hoy a registrar en su agenda ese reencuentro. Él lo
invita a aceptarlo como su Salvador personal y a permitirle reen-
cender la llama de la esperanza en su corazón.
14
15
Jesús sana
a un leproso
“Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al
instante su lepra desapareció”. (Mateo 4:3)
El texto: Mateo 8:1-4
INTRODUCCIÓN
El capítulo 8 del evangelio de Mateo presenta 5 milagros de sa-
nación. Jesús acababa de presentar el sermón más grande que
jamás se haya predicado. Bajaba del monte y allí realizó 5 mila-
gros extraordinarios, siendo el primero la sanación de un lepro-
so. Para comprender un poco la terrible enfermedad de la lepra,
permítame presentar algunas curiosidades:
Dice E. W. G. Masterman: «Ninguna otra enfermedad reduce a un
ser humano por tanto tiempo a una ruina repugnante». La lepra
empezaba con pequeñas úlceras en la piel, estas heridas su-
puraban de manera repulsiva. La lepra hacía que los párpados
se cayeran, que los ojos se perdieran; las cuerdas vocales eran
afectadas, cambiando la voz. Las manos y los pies se ulceraban
hasta ser una masa de crecimiento ulcerosos. La lepra afecta-
ba el sistema nervioso, los músculos se descomponían, los ten-
dones se contraían hasta que las manos se asemejaban a unas
garras. Esta lepra podía durar entre veinte y treinta años. Era una
muerte lenta y progresiva hasta que el ser humano se iba aca-
bando como una vela.
Hoy veremos el primer milagro, de cómo Jesús sanó a un lepro-
so. Cómo Jesús le devolvió la vida a un hombre desahuciado por
esta terrible enfermedad.
Domingo
16
Propósito del mensaje:
Saber que Dios está dispuesto a sanarnos de la terrible lepra del
pecado si nosotros estamos dispuestos a ir a Jesús, con un co-
razón humilde.
I. LA APROXIMACIÓN DEL LEPROSO
La lepra causaba daños físicos severos, pero también dejaba
marcas emocionales terribles, puesto que alejaba de la so-
ciedad a los que la padecían. «Todo el tiempo que tenga las
llagas, será impuro. Estará impuro y habitará solo; fuera del
campamento vivirá» (Levítico 13:46). En aquellos tiempos, un
leproso no podía entrar en Jerusalén ni en todos los pue-
blos de aquel entonces. Era lo peor que le podía pasar a un
ser humano. Será por eso que las personas lo consideraban
como “un castigo de Dios”. En este milagro podemos ver tres
cosas interesantes:
a. El leproso vino con confianza. Ningún leproso se habría
acercado a un escriba o rabino, ya que hubiera corrido a
pedradas. Pero tuvo el valor de acercarse a Jesús; sabía
que era el único que podía limpiarlo.
Cuando pensemos que nadie más puede solucionar
nuestro problema, estemos seguros de que Jesús sí lo
puede hacer, porque él es el Dios de lo imposible. No im-
porta cuán terribles sean nuestras heridas, él se acercará
para sanarlas.
b. El leproso vino con humildad. El leproso no exigió su sa-
nación, se acercó con humildad y simplemente dijo: “Si
quieres puedes limpiarme”. Es como decir: “Yo sé que
no valgo nada, que a nadie le importo, sé que no tengo
derecho sobre Ti, pero tal vez en tu misericordia puedas
hacer un milagro en mi vida”. El corazón humilde que no
pretende tener más que solo la necesidad, encontrará
siempre una respuesta de Cristo.
c. El leproso vino con reverencia. Cuando el leproso llegó
se postró ante Jesús, otras versiones dicen “le adoraba”
(JBS); es decir, el leproso reconoció a Jesús como Dios.
Alguien digno de adorar, de postrarse a sus pies. Los ma-
17
yores milagros suceden en nuestra vida cuando recono-
cemos que Jesús es Dios y que como Dios puede hacer
portentos y maravillas.
La lepra es apenas una ilustración de lo terrible que es el
pecado (Luc. 1:5-6); pero el pecado es más terrible que
la lepra, se instala en lo más profundo del ser humano
hasta destruirlo, se esparce, contamina y nos aísla de los
seres que más amamos. El pecado es la peor enferme-
dad que le pudo pasar a la humanidad. Pero gracias a
Dios que previó una salida y esa salida es Jesús.
Aplicación: Si en esta mañana crees que tu vida está des-
truida por la lepra del pecado, si crees que lo que hiciste te
apartó de Dios y de tu familia, de los seres que más amas, en
el nombre de Jesús, ven con tu “lepra”. Ten la seguridad de
que Jesús no te rechaza, él te acepta tal como estás, con tus
heridas, con tus traumas y complejos, con tus luchas, tal cual
acércate a Jesús.
II. LA RESPUESTA DE JESÚS
Me impresiona esta historia, porque según las leyes de aquel
entonces, una persona debía mantenerse por lo menos a
dos metros de distancia. Lo impresionante es que Jesús no
solo se acercó, sino que dice el texto: “Extendió su mano y lo
tocó” (v. 3). ¡Qué impresionante! El Médico de los médicos, el
Creador del universo, quien conoce nuestro dolor, nuestro
sufrimiento, nuestra agonía, se acerca para tocarnos sin pre-
juicios. A un buen médico no le importa si la enfermedad es
difícil y hasta contagiosa, lo que le importa es la persona que
está sufriendo, que está desesperada y no sabe qué hacer.
Jesús, con palabras tiernas, ante su súplica humilde, le dijo:
“Quiero, sé limpio”. Sabes que nadie que va a Jesús con su
pecado, con su enfermedad, con su lucha, es rechazado por
Jesús. Nadie que suplica perdón, misericordia y compasión
es ignorado por Jesús. Jesús más bien nos dice: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré des-
cansar” (Mt. 11:28). También dice: “Venid luego, dice Jehová, y
estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana,
18
como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18). Jesús le
devolvió la esperanza de vida a este hombre. Me imagino la
alegría, las lágrimas de emoción de esta persona, de sentirse
limpio, de poder volver a casa para abrazar a su esposa, sus
hijos y todos aquellos que lo esperaban. Para concluir este
milagro, Jesús le pide dos cosas:
a. Le mandó al hombre que guardara silencio. No es la
primera vez que Jesús manda a guardar silencio, hubo
muchos otros momentos en que les dijo que no dijeran
nada a nadie (Mt. 9:30; 12:16; 17:9; Mt. 1:34; 5:43; 7:36; 8:26).
La razón era la siguiente: Los judíos esperaban la llegada
de un Mesías libertador, pero en términos militares y po-
líticos. Es por esa razón que vivían en constantes revolu-
ciones. Si el leproso hubiera ido por ahí divulgando a todo
el mundo, quizá hubieran querido colocar a Jesús en el
poder debido a sus habilidades sobrenaturales. Jesús
quería dejar en claro que la gente no tenía que seguirlo
solo porque hace milagros; la gente debía creer que él
era Dios y que vino a morir para salvarlos de la esclavi-
tud y la opresión del pecado. La gente debía comprender
que su reino no era de este mundo. Que la base de su
reino no era la venganza, sino el amor. Las personas no
estaban preparadas aún para saber acerca de su misión.
b. Le mandó al hombre que se presente al sacerdote y pre-
sente ofrenda. Los judíos le tenían tanto terror a la lepra
que tenían escrito un ritual para algún caso improbable
de una cura. El ritual se describe en Levítico 14, donde el
leproso tenía que presentarse ante el sacerdote para ser
examinado y constatar su sanación; para ello debía llevar
ofrendas, bañarse, afeitarse. Ese proceso podría demorar
unos 14 días aproximadamente. Luego de varias revisio-
nes el exleproso podría salir a hacer su vida normal, con
un certificado de que estaba limpio.
Eso quiere decir que, aunque Jesús pueda hacer milagros,
no nos exime de ir a los médicos, de cooperar con el Sal-
vador para que seamos sanados. Los milagros no ocurri-
19
rán mientras permanezcamos inactivos. Sin embargo, el
leproso no obedeció a Jesús, sino que corrió y le contó a
todo el mundo lo que el Señor había hecho en su vida.
Aplicación: Muchas personas hoy en día siguen a Jesús por
interés, solo por los milagros que hace en la vida de las per-
sonas. Entonces dicen: “Si tú me sanas, te seguiré; si tú me
sacas de esta deuda, te seguiré; si tú restauras mi familia, voy
a entregar mi vida a ti”. Pero sabes, el mayor milagro que Dios
quiere hacer en tu vida no es sanarte de un cáncer, no es
pagar tu deuda, no es restaurar tu familia, etc.; el mayor mi-
lagro que Dios quiere hacer es cambiar tu corazón y hacerte
ciudadano del reino de los cielos.
Cree en Jesús yvas a ver los milagros de Dios. Acéptalo como
tu único salvador y verás las maravillas de Dios en tu vida.
CONCLUSIÓN
Si la lepra es un símbolo del pecado en la Biblia, entonces todos
necesitamos ser curados por Cristo. Porque la Biblia dice: “Por
cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”
(Ro. 3:23). “No hay justo ni aun uno” (Ro. 3:10). Si la única solución
es Cristo, entonces vayamos a él. También nos hace una tierna
invitación: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la
nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18). Hay oportunidad, hay
perdón para quien acude a Jesús.
Llamado: Tal vez en esta mañana, el Señor está hablando a al-
guien que ha sido herido por el pecado. El pecado destruyó tu
vida, destruyó tu familia, te sientes lejos de Dios, sin esperanza.
Este es el momento para venir a Jesús. Ven tal como estás y dile:
“Señor, si quieres puedes limpiarme”.
Pr. Fernando Rojas Miranda
Evangelista
Asociación Peruana Central
20
Jesús sana
al siervo del
centurión
Lunes
El texto: Mateo 8:5-13
INTRODUCCIÓN
Capernaum o Cafarnaún, como traduce la versión Reina Valera
Contemporánea, era una ciudad marítima en la región de Zabu-
lón y Neftalí, en cuyo lugar se cumpliría la profecía de Isaías 9:1-2
y donde Jesús comenzaría predicando el evangelio del reino de
Dios (Mt. 4:12-17). Debido a que esta ciudad estaba a la orilla del
lago era vista como una ciudad altamente productiva y comer-
cial. Era considerada como una frontera política que servía como
aduana para la región y en donde había un destacamento militar.
El centurión era un soldado romano que estaba encargado de va-
rios soldados (para algunos 100 soldados, para otros 70 u 80). Los
judíos consideraban a un centurión no como una autoridad, sino
como un pagano gentil al servicio del Imperio que los oprimía. Los
judíos se creían superiores a los que consideraban gentiles, por-
que consideraban a estos como hombres sin fe.
Hoy en día hay mucha gente que no tiene fe, su fe se ha apaga-
do; otros creen tener fe, pero cuando las cosas no les salen bien,
revelan la falta de ella. En esta ocasión estudiaremos las condicio-
nes de no solo sabernos poseedores de una fe inquebrantable,
sino de una fe mayor, que no solo genera confianza en medio de
la incertidumbre, sino que sana completamente las profundida-
des de nuestra existencia.
Propósito del mensaje:
El propósito del mensaje es lograr que las personas decidan venir
21
al encuentro de Jesús, el único que nos puede ayudar a revelar
una fe mayor.
I. UNA FE MAYOR SE DESARROLLA CUANDO CONFIAMOS
PLENAMENTE EN DIOS
La palabra que en Mateo se traduce como criado es país
(παῖςαῖςαῖς), término usado para describir a un joven. En Lucas
se utiliza la palabra siervo, que proviene del griego doúlos
(δοῦλοςδοῦλος) que literalmente significa esclavo. Por tanto, se trata-
ba de un joven esclavo del centurión que estaba postrado en
su casa víctima de una terrible parálisis que le causaba po-
siblemente graves dolores articulares. En la antigüedad los
esclavos eran vistos como objetos que le pertenecían a sus
amos, los cuales se podían maltratar y hasta matar sin reci-
bir ningún castigo por parte del Gobierno. Sin embargo, aquí
vemos a un hombre que expresaba su preocupación por su
siervo. Y de acuerdo con lo registrado en Mateo, notamos
que el centurión tuvo la fe en Jesús, tuvo la certeza de que
él era el único medio para ayudar a su sirviente. Es por ello
que, a pesar del prejuicio de los judíos, este se deshizo de
esa división cultural que los separaba, doblegó su orgullo y
se acercó a Jesús. Él sin dudar se acercó al hijo de Dios, de-
positó su confianza en la nobleza y misericordia de Jesús.
Aplicación: No importa nuestra posición o nuestros grados
académicos, nuestro origen o luchas; si queremos que Je-
sús haga milagros en nuestra vida, casa, familia, relaciones;
si queremos que él dé un giro a nuestra existencia tenemos
que romper las barreras que nos impiden acercarnos y con-
fiar plenamente en él, y ser testigos de sus maravillas.
II. UNA FE MAYOR IMPLICA APRENDER LA MAYOR GRANDEZA
Jesús se puso inmediatamente en camino hacia la casa del
oficial; pero, asediado por la multitud, avanzaba lentamente.
Las nuevas de su llegada le precedieron, y el centurión, des-
confiando de sí mismo, le envió este mensaje: “Señor, no te
incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi teja-
do”. Pero el Salvador siguió andando, y el centurión, atrevién-
dose por fin a acercársele, completó su mensaje diciendo:
“Ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y
22
mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto
en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo a este:
Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo
hace”. “Como represento el poder de Roma y mis soldados
reconocen mi autoridad como suprema, así tú representas
el poder del Dios infinito y todas las cosas creadas obedecen
tu palabra. Puedes ordenar a la enfermedad que se aleje, y
te obedecerá. Puedes llamar a tus mensajeros celestiales, y
ellos impartirán virtud sanadora. Pronuncia tan solo la pala-
bra, y mi siervo sanará”. (DTG , 282)
Aplicación: Jesús tenía toda la disposición de ir a la casa del
centurión, pero él con humildad reconoció que no era dig-
no que el Soberano del Universo llegara a su casa, pues él
reconocía su condición de pecador. Muchas veces nosotros
pretendemos lograr que ocurran milagros en nuestra vida
solo demandando, y reclamando a nuestro tiempo y manera,
pidiendo o usando a Dios como un “amuleto”; sin embargo,
tenemos que reconocer que Dios sabe el tiempo, la manera
y forma en que hará no las cosas que creemos que Él debe
hacer, sino las que realmente necesitamos. Es por ello que
debemos reconocer que, si Dios nos bendice y prospera, no
es por méritos nuestros sino por su gracia. Acércate hoy con
humildad reconociendo tu gran necesidad, y deja que Dios
te llene de su paz. Una fe mayor no ve milagros porque nos
lo merecemos, sino porque Dios es bueno para con nosotros.
III. UNA FE MAYOR SE CONSOLIDA POR EL PODER DE LA PA-
LABRA DE DIOS
El centurión, nacido en el paganismo y educado en la idola-
tría de la Roma imperial, adiestrado como soldado, aparen-
temente separado de la vida espiritual por su educación y
ambiente, y aún más por el fanatismo de los judíos y el des-
precio de sus propios compatriotas para con el pueblo de
Israel, percibió la verdad a la cual los hijos de Abraham eran
ciegos. No aguardó para ver si los judíos mismos recibirían a
Aquel que declaraban ser su Mesías. Al resplandecer sobre
él “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene
a este mundo”, aunque se hallaba lejos, había discernido la
gloria del Hijo de Dios. (DTG, 282)
23
Aplicación: El centurión estaba diciendo que tanto era el
poder que Jesús tenía, y tanto era su fe en Él, que Jesús no
necesitaba ir hasta su casa y tocar al enfermo para que este
sanara. En segundo lugar, él reconoció el señorío que Jesús
tenía sobre este mundo. El centurión teniendo autoridad sobre
cien soldados conocía el poder de solamente ordenar y que
los demás hagan. De igual forma reconoció que Jesús tenía la
autoridad sobre este universo, y cualquier orden que Él dijese,
se cumpliría ya que no hay otra autoridad mayor que la suya.
Tenemos que confiar en la Palabra de Dios. Si crees, si deci-
des, hoy no volverás para casa con más dinero, con un médi-
co o remedios; pero tendrás contigo, en tu casa, en tu familia,
a quien tiene poder para obrar milagros en tu vida: La Palabra
de Dios.
CONCLUSIÓN
No he hallado tanta fe. Jesús conoce exactamente la medida de
nuestra fe. ¡Cuán preciosa cosa es a sus ojos! De veras le agrada
grandemente que se confíe en Él. Tanto es su contentamiento
con ello que salva a todos los que creen (Hechos 13:39). «Sin fe
es imposible agradarle» (Hebreos 11:6).
Llamado: El poder de Jesús se manifiesta de forma maravillosa
y cotidiana. Todos los que están aquí hoy y decidieron creer en
Jesús han experimentado ese gran milagro que es la salvación.
Nuestra sociedad, tu familia, tu esposa, tus amigos, necesitan
experimentar aquella fe mayor en Cristo Jesús, aquel milagro de
la salvación. Ven al encuentro con Jesús hoy.
Pr. Daniel Solano Prieto
Secretario Ejecutivo
Misión Andina Central
24
Jesús sana a
la suegra de
Pedro
Martes
“Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en
cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó;
y ella se levantó, y les servía”. (Mateo 8:14-15)
El texto: Mateo 8:14-15.
INTRODUCCIÓN
Vivimos en días en los que la medicina moderna ha logrado avan-
ces realmente extraordinarios. Enfermedades que el día de hoy
tienen tratamientos sencillos gracias a la ciencia médica moder-
na, en la antigüedad podrían ser mortales. En los tiempos de Je-
sús, la enfermedad trataba de ser curada por “médicos”, que más
que médicos eran una especie de curanderos empíricos que ba-
saban sus tratamientos, en la mayoría de los casos, en remedios
caseros, naturales, producto de la observación, y en muchas oca-
siones apoyados en supersticiones y creencias que no tenían, por
las limitaciones de su tiempo, ningún tipo de fundamento. Aunque
tenían muy buenas intenciones muchas veces el remedio termi-
naba siendo peor que la enfermedad.
Propósito del mensaje:
Mostrar a la humanidad el amor y la compasión de Jesús por los
que sufren alguna enfermedad, con el propósito de sanarlos de
su mal y limpiarlos de su pecado, llevándolos a tener una comu-
nión personal con él y una vida de servicio.
I. VINO JESÚS A CASA DE PEDRO (v. 14)
Tras una serie de milagros de sanidad en la sinagoga, un
sábado, en la ciudad de Capernaúm (Mat. 8:1-13), Jesús se
dirige con sus discípulos a la casa de Pedro, que era como
25
su casa en aquella ciudad, para descansar un poco de su
agitado día. Capernaúm era la ciudad donde Pedro residía,
aunque él era originario de Betsaida (Jn. 1:44). Ambas ciuda-
des quedaban en el mismo distrito en la ribera noroeste del
mar de Galilea, a unos cuantos kilómetros de distancia entre
sí.
Aplicación: Siempre que las puertas de los hogares son abier-
tas para permitirle a Jesús ingresar, algo extraordinario puede
pasar. Quizá en tu hogar tienes un ser amado sufriendo con
alguna enfermedad física, o tal vez tú mismo necesitas abrirle
las puertas de casa, para conocerlo más de cerca yver con tus
propios ojos lo que él puede y quiere hacer por ti.
II. VIO A LA SUEGRA POSTRADA EN CAMA (v. 14)
El texto bíblico no especifica exactamente cuál es la causa
de la fiebre que aquejaba a la suegra de Pedro. En los tiem-
pos bíblicos la fiebre se consideraba una enfermedad y no un
síntoma ocasionado por alguna otra enfermedad. Hoy sabe-
mos que la fiebre es en realidad la respuesta del organismo
a alguna enfermedad que aqueja al cuerpo, y no una enfer-
medad en sí misma.
Es muy probable que la fiebre que tenía esta dama fuera oca-
sionada por alguna forma de malaria, pues este tipo de fiebres
eran muy comunes en las zonas ribereñas aledañas a las ori-
llas del río Jordán y del lago de Genesaret o mar de Galilea.
Pero era evidente que esta fiebre amenazaba la vida de la mu-
jer, pues Lucas que era médico, en su narración evangélica
menciona que la fiebre que tenía era muy grande (Luc. 4:38).
Aplicación: Es posible que en este mundo de dolor la enfer-
medad haya llegado a tu vida, o a la de algún ser querido.
Aun los hijos fieles de Dios podemos enfermarnos. Hay mu-
chos casos en la Biblia de que esto ocurre, y muchas veces
también los hijos de Dios mueren a causa de la enfermedad
(2 Rey. 13:14; 2 Rey. 20:1; Hch. 9:36-37; Gál. 4:13; 1 Tim. 5:23); aun
así, el Señor en su misericordia siempre se compadece de
nuestras aflicciones y está dispuesto a restaurarnos. ¿Nece-
sitas hoy que Jesús tenga de ti misericordia?
26
III. TOCÓ SU MANO (v. 15)
El Señor Jesús se deleitaba en tocar a los enfermos, como
un acto de cercanía y compasión. A diferencia de los fariseos
que prohibían tocar a los enfermos con fiebre, o con cual-
quier otra enfermedad, Jesús tocó su mano al igual que tocó
al leproso (Mr. 1:41) y en muchos otros casos más donde su
toque compasivo trajo sanidad plena (Mar. 5:41; 6:5; 7:32, 33;
8:23–25). Del mismo modo Jesús tocó a la suegra de Pedro.
¿Por qué el Señor optó por tocar a esta dama? ¿No hubie-
se podido acaso sanarla solo con decirlo, con el poder de
su palabra como lo hizo con el siervo del centurión romano?
(Luc. 7:1-6, 7-10) ¿Por qué?
Aplicación: Sabes ¿por qué? Porque, aunque la palabra de
Jesús es ¡toda poderosa! y puede aun resucitar a los muer-
tos (Jn. 11:43-44; Mar. 5:41-42), a Jesús le gusta ese contacto
personal con el ser humano, tenerlo a su lado, en salud o
enfermedad; le gusta mostrar empatía, amor y compasión
por cada ser humano que necesite y quiera permitírselo. Su
toque corresponde siempre a las emociones y necesidades
más genuinas del ser humano. Si tú necesitas el toque com-
pasivo de Jesús solo tienes que extenderle tu mano y él la
sostendrá y te restaurará.
IV. LA FIEBRE LE DEJÓ (v. 15)
El médico Lucas describe en su evangelio algo que sin duda
debe haberle llamado su atención. Menciona que “inclinán-
dose a ella, reprendió a la fiebre, y la fiebre le dejó” (Lc. 4:39).
Jesús tras tocar a la mujer reprendió a la fiebre, y la fiebre al
instante se fue. Ella ni siquiera mencionó que se sentía débil
o ninguna de esas cosas. Desde el instante que Jesús tocó
su mano y reprendió la enfermedad, su salud fue restaurada
completamente; su cuerpo caliente volvió a la normalidad y
su respiración agitada desapareció. Todos los síntomas febri-
les se esfumaron, ¡alabado sea nuestro misericordioso Jesús!
Aplicación: Al igual que hizo con las tempestades, el viento
y el mar, reprendiéndoles y mandándoles a callar (Lc. 8:24),
Jesús reprendió a la fiebre y la dejó al instante (Mat. 8:15). No
hay nada que el toque maravilloso de Jesús y su omnipoten-
27
te palabra no puedan hacer. ¡Él es Dios todopoderoso! Acér-
cate a él y tráele tu vida como está y ábrele las puertas de tu
corazón y de tu casa, y tendrá compasión de ti y de tu familia.
V. Y ELLA SE LEVANTÓ Y LES SERVÍA (v. 15)
¿Sabes lo que hizo la suegra de Pedro tras el milagro de sa-
nidad de Cristo en su vida? Quedó tan llena de vitalidad y
energía que “al instante” dio un brinco de la cama, y comenzó
a servir a Jesús y a todos los que estaban con él en su casa. El
primer impulso de un corazón sanado por Jesús es comen-
zar a servirlo, y no solo a él, sino a todas las personas que
necesiten de nosotros.
Aplicación: La actitud de esta extraordinaria mujer es la acti-
tud correcta. Esta es la manera en que todo ser humano que
ha recibido el toque sanador de Jesús debe responder en
gratitud y reconocimiento a Jesús, comenzar a servirle, servir
a otros de todo corazón; es decir, Jesús nos sana y salva para
el servicio. Esta actitud también la tuvieron las otras mujeres
que servían al Señor Jesús en su ministerio (Mr. 15:40-41). Y
esta debe ser tu actitud también. Si le entregas hoy tu vida,
entrégale también todas tus energías, sirviéndole y sirviendo
a otros en sus necesidades de todo corazón.
CONCLUSIÓN
El toque sanador de Jesús y su maravillosa gracia salvadora siem-
pre buscan atraer nuestros corazones a él. Cada ser humano to-
cado por Jesús es transformado para una vida de servicio, a Dios,
a su iglesia y al mundo entero que tanto necesita una mano amiga
que lo ayude en sus necesidades en este mundo de enfermedad,
dolor y muerte. Nosotros podemos ser esa mano amiga que los
ayude y conduzca a Jesucristo, el único que tiene la respuesta
genuina a todas nuestras necesidades.
Llamado: Si tú le entregas hoy tu vida y le abres la puerta de tu
hogar, como lo hizo Pedro para traer las necesidades de su familia
a sus pies, él puede hacer maravillas hoy en tu vida y en la de tu
familia, y traer sanidad y vida eterna. ¿Le permites hoy entrar en
tu casa y darle humildemente tu vida en señal de gratitud por su
amor y misericordia por ti? ¿Deseas hacerlo en el nombre de Je-
28
sús? Entonces ven aquí adelante en señal de aceptación y entrega
tu vida. ¡Amén, gloria a Dios por estas hermosas decisiones!
Pr. Enrique Cárdenas Panduro
Evangelista
Misión Sur Oriental del Perú
29
Jesús
calma la
tempestad
“Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces,
levantándose, reprendió a los vientos y al mar;
y se hizo grande bonanza”. (Mateo 8:26)
El texto: Mateo 8:23-27
INTRODUCCIÓN
En cierta ocasión se presentó un pintor a un concurso de pinturas.
Y queriendo hacer algo diferente, retrató un cuadro en el cual el
mar estaba quieto, el cielo despejado, las gaviotas volando pláci-
damente, el sol radiante y un barco de color blanco con personas
celebrando en la proa y la popa del barco. Cuando los jueces lle-
garon para evaluar su cuadro quedaron impresionados por lo que
trasmitía; sin embargo, algo no les parecía bien, así que llamaron
al pintor y le preguntaron: ¿Cómo un cuadro con esas característi-
cas llevaba como título: ¡Tempestad!?
El pintor, seguro de su obra maestra, les refirió: efectivamente el
mar está quieto, el cielo despejado, las gaviotas volando pláci-
damente, el sol radiante y el barco de color blanco con personas
celebrando con sus copas en las manos todo aparentemente es
alegría. Pero, dijo él: miren debajo de la proa, debajo de las per-
sonas que celebran, allí hay unas ventanas muy pequeñas con
barras de metal, pues dentro de ellas hay gente de color llevadas
para ser esclavos, ¡allí está la tempestad!
Así como esta pintura, muchas personas hoy aparentan tener ho-
gares felices, carreras exitosas con posesiones envidiables, pero
por dentro, en su corazón, viven una tempestad. Como esclavos
Miércoles
30
del pecado no encuentran paz ni descanso, más aun así claman
por un milagro en sus vidas.
El registro bíblico de Mateo 8:23 al 27, nos presenta a Jesús y sus
discípulos en medio de una tempestad con preciosas lecciones
para nuestras vidas hoy. Pues allí en medio del mar con una barca
que estaba a punto de naufragar, se reveló el temor, la increduli-
dad y asombro de los discípulos.
Hoy veremos, cómo la fe en nuestro salvador puede ser determi-
nante para enfrentar las pruebas de esta vida, y hallar la salvación
gracias al sacrificio de Jesús.
Propósito del mensaje:
Mostrarnos que Dios está dispuesto a quitar nuestros temores e
incredulidad, ayudándonos a confiar en su poder y la salvación
que hoy ofrece a sus hijos.
I. LA FE EN JESÚS ECHA FUERA EL TEMOR (v. 11)
La palabra de Dios nos presenta a Jesús en una circunstancia
no muy lejana a la que muchos pueden estar enfrentando
hoy. Pues precisamente después de una ardua labor incom-
prendida por la multitud, ya que deseaban que siguiera sa-
nando y predicando, Jesús decide hallar un poco de reposo
para renovar fuerzas y continuar su ministerio.
Es importante mencionar que en estas circunstancias, estan-
do en la barca, es que los discípulos entran en pánico por
la tempestad que los había sorprendido. Es aquí donde el
pasaje bíblico nos presenta dos tipos de reacciones provo-
cadas por la tempestad.
a. Los discípulos.- Quienes, al verse sorprendidos por la
tempestad, recurren en primer lugar a su experiencia
para poder mantener a flote la embarcación. Sin embar-
go, ante el fracaso de todos sus intentos llegaron a la
conclusión que todo estaba perdido y, por lo tanto, pere-
cerían incluso con Jesús dentro de la barca.
b. Jesús.- Por su parte, se encontraba en la popa del barco
durmiendo sobre un cabezal confiadamente. Para mu-
31
chos esto resulta ilógico, y hasta una locura pensar que
alguien puede estar descansando cuando el barco está
naufragando. Pero la tranquilidad de Jesús no reposaba
en su valentía, su habilidad, su experiencia o en su cali-
dad de “dueño de la tierra, del mar y del cielo” (Sal. 146:6).
Pues él mismo había aseverado: “No puedo yo de mí mis-
mo hacer nada” (Jn. 5:30). Su confianza descansaba en la
fe, en el amor y cuidado de Dios.
Con frecuencia y por naturaleza el ser humano siempre busca
soluciones inmediatas a sus problemas. Intenta, procura, pero
siempre termina frustrándose al darse cuenta de que hay co-
sas en la vida que van más allá de sus manos. A veces puede
ser la salud quebrantada, una enfermedad terminal, la pérdida
del trabajo, la ruptura del hogar, etc. Todas estas circunstan-
cias en cierta manera son tempestades que nos toca enfrentar
en esta vida, y es posible que al igual que los discípulos hemos
intentado de todo por sacar adelante estas situaciones procu-
rando vencer nuestros temores de no fracasar en el intento.
Es allí donde la depresión, la ansiedad y el estrés embargan
el corazón del hombre llevándolo a dudar del poder de Dios e
incluso a rechazarlo por su aparente silencio.
Afortunadamente la Palabra de Dios menciona en primer lu-
gar que, Jesús estaba en la barca, quiere decir que no esta-
ban solos en el momento más crucial de sus vidas. Tenían
al maestro de quien habían visto manifestaciones del poder
de Dios. Y al igual que sucede hoy, Jesús sigue estando pre-
sente en cada accionar del ser humano: en sus alegrías, sus
luchas, sus temores; y tal como sucedió con los discípulos,
es Jesús quien toma la iniciativa de estar en nuestra barca.
En segundo lugar, la Biblia también nos muestra que tener
a Jesús en la barca no garantizaba la posibilidad de no pa-
sar dificultades, tempestades o naufragios. Y al igual que en
nuestros días seguir la vida cristiana no garantiza que no ha-
brá dificultades que enfrentar. Sin embargo, al tener a Jesús
de nuestra parte y confiar en el poder de Dios, podemos vivir
seguros.
32
Aplicación: Como hijo de Dios, Jesús era consciente que vivi-
mos en un mundo de pecado, envuelto de dolor, sufrimiento,
y pruebas que muchas veces son difíciles de enfrentar solos.
Por esa razón, la fe de Jesús reposaba en el cuidado del Padre,
y de la misma manera también nosotros debemos confiar ple-
namente del cuidado de nuestro Salvador. Y así como el temor
reveló la incredulidad de los discípulos al punto de olvidarse
de Jesús, confiando únicamente en sus habilidades para salir
de la tempestad, hoy también nosotros debemos tomar la de-
cisión de dejar de luchar solos para hacer frente al pecado y
las pruebas. Como los discípulos en el momento de su incre-
dulidad y prueba decidieron volver a Jesús, de la misma forma
hoy el Señor nos llama a confiar en los méritos de su sangre
para perdón de nuestros pecados y así vivir en paz.
II. LA FE EN JESÚS TRAE SALVACIÓN (v. 25)
En este versículo encontraremos un pedido que resume la
impotencia de los discípulos al intentar mantener a flote la
barca. Pero para poder comprender este pedido hecho por
los discípulos a Jesús precisamos considerar lo que ellos en-
frentaban.
a. “Se levantó en el mar una tempestad tan grande que las
olas cubrían la barca”.– Como pescadores y hombres de
mar, los discípulos muchas veces habían salido de noche
a pescar. Sabían guiar la embarcación a puerto seguro
incluso en medio de la oscuridad o alguna tempestad.
Pero en esta ocasión, la tempestad fue tan grande como
inesperada, de tal modo que ni su fuerza, experiencia o
habilidad servían de nada. Las olas cubrían la barca a tal
punto que inevitablemente iba a naufragar. Precisamente
la vida del ser humano es así, pasa su día a día pensando
que todo va a seguir igual y que incluso puede superar
sus problemas con sus propias fuerzas. Sin embargo,
este mundo de pecado nos muestra lo inesperado que
pueden surgir los problemas. Es allí donde muchos op-
tan por decisiones trágicas, otros se conforman con so-
brevivir sin paz en su corazón procurando ser felices. Las
tinieblas del pecado y las tempestades de las pruebas
son para ellos motivos para olvidarse que aun en me-
33
dio de la oscuridad de nuestro pecado y el naufragio de
nuestra vida, Jesús está en nuestra barca y no es indife-
rente a nuestras necesidades. No importa cuán bajo ha-
yamos caído o cuán profundo el pecado nos sumergió
en sus fauces, mientras Jesús esté hay esperanza, hay
seguridad de un nuevo comienzo.
b. “Señor sálvanos que perecemos.– Esta expresión, tal
como lo presenta la Palabra de Dios, refleja la vida del
hombre que “es como el mar en tempestad, que no pue-
de estar quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Is. 57:20,
21). Pues una vida sin Dios es una vida de incertidumbre,
incredulidad, falta de dominio propio, sin paz, ni descan-
so. A tal punto que el hombre solo vive “arrojando cieno y
lodo” a sus seres queridos y a quienes le rodean. Pues la
naturaleza del hombre es contraria a la voluntad de Dios,
no se sujeta a él, vive subyugado por sus pasiones. Y así
como los discípulos se sintieron impotentes de calmar la
tempestad, de la misma forma hoy sin Jesús no podemos
alcanzar la salvación y la paz que solo él nos puede dar.
Aplicación: Por imposible que resulte enfrentar las tempes-
tades de esta vida, rodeados muchas veces de un mal hábi-
to, un vicio difícil de vencer, o un defecto de carácter, etc. Si
reconociendo su impotencia claman a Jesús: “Señor, sálva-
nos”, encontrarán liberación. Es gracias a la obra salvífica de
Jesús que somos reconciliados con Dios, con nuestros seres
queridos, incluso con nosotros mismos. Es Jesús quien pue-
de darnos paz, esperanza, descanso a nuestro corazón que-
brantado por el pecado. Y de la misma manera que reprendió
a la tempestad, así también Jesús puede reprender al ene-
migo y sus artimañas. Solo en Jesús somos justificados, pues
gracias a su justicia encontramos la paz que hoy nos ofrece.
(Sal. 107:29, 30; Ro. 5:1; Is. 32:17).
CONCLUSIÓN
¿Con quién te sientes identificado? ¿Eres tú como los discípulos
que confiaron en sus facultades y experiencia al verse sorprendi-
dos por la tempestad? ¿O eres tú como Jesús que aun en medio
de la tempestad estaba tranquilo y ayudando finalmente en la in-
34
credulidad de sus amigos? ¿Sientes que Dios es ajeno o guarda si-
lencio en medio de tus luchas? ¿Crees tú que has llegado al límite
y no encuentras salida o esperanza para tu vida y familia?
Es posible que al escuchar la palabra de Dios te identifiques con
los personajes del registro bíblico. Y esto es verdad, porque si hay
una realidad en nuestros días, es que el pecado destruye todo
a su paso. Es el pecado que paraliza nuestros sueños, nuestros
hogares, nuestros proyectos por una vida mejor. Tal vez en estos
momentos estés pasando por una situación que nadie sabe, pero
solo te queda aparentar estar bien, aunque en el fondo estés su-
friendo en tu corazón. Pues déjame decirte algo; sea que hayas
perdido el trabajo, la salud, un ser querido e incluso la esperanza
de recuperar tu familia, quiero decirte dos verdades que encon-
tramos en la Palabra de Dios. La primera, Dios siempre escucha a
sus hijos. No importa lo que estén enfrentando, ni cuánto hayan
caído o qué tan lejos se alejaron, Dios siempre escucha a sus hijos
que claman con fe por auxilio. En segundo lugar, Dios responde
la oración de fe, aquella que reconoce su necesidad, su impoten-
cia de solucionar sus problemas. Dios ofrece la salvación gracias
a Jesús, quien murió por nuestros pecados y puede justificarnos
trayendo paz al corazón dolido y angustiado. Hoy puedes tener
plena seguridad de que Dios está dispuesto a escucharte (Is. 1:18),
a perdonarte, a darte un nuevo comienzo, una nueva vida.
Llamado: ¿Quién será el primero esta noche en venir a Jesús para
decirle: ¡Señor sálvame! ¿Quién es aquel que reconociendo que
luchó por mucho tiempo siente que ha llegado el momento de
entregarle todo a él? Ven a Jesús. No dejes pasar más tiempo, en-
trégale tu vida a él. Da ese paso de fe por una nueva vida, un nuevo
comienzo. ¿Qué te impide hoy? ¿Si Jesús fue capaz de refrenar la
tempestad, y la naturaleza obedeció, no será capaz de hacer un
milagro en tu vida? Hoy es el día de salvación, es hoy que debes
decirle “vengo a ti Señor Jesús, crea en mí un corazón nuevo”.
Pr. Javier Torres Condori
Secretario Ejecutivo
Misión Sur Oriental del Perú
35
Jesús sana
a dos
endemoniados
“Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,
vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los
sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía
pasar por aquel camino”. (Mateo 8:28)
El texto: Mateo 8:28-34
INTRODUCCIÓN:
En el capítulo 8 de Mateo encontramos a Jesús sanando a diferen-
tes personas, como parte de su ministerio terrenal. Por ejemplo:
• Jesús sana a un leproso (v.1-4).
• Jesús sana al siervo de un centurión (v. 5-13).
• Jesús sana a la suegra de Pedro (v. 14).
• Jesús sana a muchos enfermos (16-17)
En los cuatro casos, vemos que el Señor Jesús atiende necesida-
des físicas, pero en los versículos 28 hasta el 34, el relato bíblico se
centrará en una atención y sanación espiritual que Jesús realizará
al liberar a dos personas aprisionadas por los demonios para otor-
garles una nueva vida en Cristo Jesús.
Propósito del mensaje:
Entender que solo el poder de Dios puede liberarnos de las garras
del enemigo y que todos podemos alcanzar una nueva vida en
Cristo Jesús.
I. VINIERON A SU ENCUENTRO (v. 28)
El relato menciona que cuando Jesús llegó a la orilla, a la
tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos ende-
Jueves
36
moniados. Observa cuál era la condición de estos hombres
poseídos.
a. Vivían en los sepulcros.- Estos dos hombres separados
de Dios no encontraban lugar en la sociedad, su lugar de
refugio era con los muertos, en la soledad de la vida.
b. Eran feroces.- También la Biblia los describe como per-
sonas feroces “en gran manera”, al punto que nadie podía
pasar por aquel lugar.
Es interesante que en esas condiciones y en un lugar que
nadie quería estar, se encuentra la presencia de Jesús. El re-
lato dice que los endemoniados vinieron a su encuentro. Es
claro que el terreno del enemigo se sintió amenazado por
Jesús, porque clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros,
Jesús, hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos
antes de tiempo?
Querido(a) amigo(a), cuando permites que el Señor Jesús
entre al terreno de tu vida no tienes por qué sentirte ame-
nazado, al contrario. Dios entra en la vida de la persona para
liberarla, para sanarla, para darle sentido y propósito de exis-
tencia. Recuerda que es Satanás quien quiere quitarte la vida.
¡Jesús quiere darte vida! Corre a los brazos de Él.
Aplicación: Hay muchas personas que separadas de Dios se
sienten al borde de la muerte, quieren quitarse la vida, no
encuentran sentido de su existencia, y es a ese lugar que el
enemigo quiere llevarlas. Pero no temas, Jesús está contigo;
lo que tienes que hacer es invitarlo a morar en tu vida y dejar
que Él guíe tu vida. Recuerda que Jesús es lo único que pue-
de darle sentido a nuestra existencia. ¡Confía en Él!
II. JESÚS, HIJO DE DIOS (v. 29)
El texto bíblico dice que los demonios clamaron a Jesús.
¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido
acá para atormentarnos? La palabra griega que se utiliza
para el tormento en este versículo es “basanízō” que en el
Nuevo Testamento se usa en el sentido de infligir dolor o tor-
37
tura. Sin duda alguna el fin del enemigo será la muerte eter-
na, pero ten cuidado, el demonio no quiere morir solo, quiere
destruir tu vida, separarte de Dios para que tú seas parte del
castigo final de la muerte eterna. Esta frase: “Jesús, Hijo de
Dios”, nos hace recordar lo siguiente:
a. “Jesús es nuestro único salvador”.– Reconocer a Jesús
como Hijo de Dios es aceptarlo como nuestro único Sal-
vador, como dicen las Escrituras: “Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado
a los hombres en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12.
b. “Jesús tiene el poder para redimirnos”.– El mismo Señor
Jesús lo dijo: Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, Jacob,
y Formador tuyo, Israel: “No temas, porque yo te redimí,
te puse nombre, mío eres tú”.
Aplicación: Qué maravilloso es saber que estamos protegi-
dos por el poder de Dios. Mientras muchas personas ponen
su confianza en protecciones terrenales, el verdadero Hijo de
Dios pone su confianza en las celestiales.
Necesitamos confiar más en Dios, solo él puede derrumbar
las ataduras del enemigo, solo Dios puede ayudarnos a salir
victoriosos en el nombre de Jesús. Confía en él.
III. SI NOS ECHAS FUERA, PERMÍTENOS IR A AQUEL HATO DE
CERDOS (v. 31)
El libro de Marcos menciona que los endemoniados le ro-
gaban diciendo a Jesús que no los enviara fuera de aquella
región, y el libro de Lucas dice que no los mandara al abismo.
La palabra griega para abismo es ábussos, que quiere decir:
lugar inaccesible o lugar de los muertos; sin embargo, vemos
que en Mateo los demonios le piden a Jesús que los enviara
“a aquel hato de cerdos”.
Aplicación: Los demonios tuvieron que suplicar por sus vidas
a Jesús, puesto que ellos sabían que él tenía poder para des-
truirlos. Querido(a) amigo(a), no hay por qué dudar del poder
de Dios, solo él puede romper las cadenas del pecado, solo
Jesús puede liberarte y sacarte del abismo en que te sientes
38
sumergido, solo permite que Jesús ocupe el primer y el único
lugar en tu vida. ¡Confía en Jesús!, tu lugar está al lado de él.
CONCLUSIÓN
¿Estás pasando por un momento difícil en tu vida?
¿Sientes que el enemigo ha tomado el control de la vida de tus
hijos?
El día de hoy puedes clamar a Jesús por liberación, por salvación;
no solo de tu vida, sino también la de toda tu familia.
A través de la historia de los dos endemoniados podemos reco-
nocer el día de hoy que no hay nada imposible para Dios, y que
solo en Jesús podemos alcanzar salvación.
Llamado:
Hoy es el día de aceptar la salvación de Cristo.
Hoy es el día de entregar tu corazón a Jesús.
Hoy es el día de que Jesús rompa las cadenas del pecado.
Hoy es el día de tu bautismo.
¡Ven a él! ¡Confía en él! ¡Y él hará!
Pr. Arland Rivera Briceño
Evangelista
Misión Peruana del Sur
39
Jesús
sana a un
paralítico
“Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”,
o decir: “¿Levántate, y anda?”. (Mateo 9:5)
El texto: Mateo 9:1-8
INTRODUCCIÓN
En el capítulo 8, Mateo presenta una serie de milagros para au-
tenticar delante de Israel que Jesús era el Mesías. Estos milagros
muestran las varias ‘esferas’ en las que Cristo tiene autoridad, al-
gunas de estas son las siguientes:
• Autoridad sobre la enfermedad (8:1-15).
• Autoridad sobre la naturaleza (8:23-27).
• Autoridad para perdonar pecados (9:1-8).
• Autoridad sobre la muerte (9:18-26).
En cada una de estas manifestaciones Jesús obra milagrosamen-
te, ganando así la confianza de que él es el Mesías. Hoy estudia-
remos acerca de la autoridad de Jesús para perdonar pecados.
En las primeras palabras del capítulo 9 se nos obliga a volver
nuestros ojos al final del capítulo 8, donde encontramos a los ga-
darenos resentidos por la pérdida de sus cerdos y tan disgustados
de la presencia de Jesús, le piden que se vaya de sus tierras. Le
rogaron que se fuera, y Él les tomó la palabra. Jesús no se detiene
mucho donde no es bienvenido, pero se queda con los que anhe-
lan su compañía.
Viernes
40
Propósito del mensaje:
Este mensaje nos mostrará que Dios es capaz de sanar nuestras
enfermedades, pero que anhela limpiarnos de algo mucho más
importante, nuestros pecados.
I. JESÚS “PASÓ AL OTRO LADO Y LLEGÓ A SU CIUDAD” (v. 1)
Jesús no era bien recibido siempre, si bien podemos leer las
historias. Una vez lo esperaban más de cinco mil personas,
no era siempre el caso. Jesús no se quedará donde no es
bienvenido; cuando esto sucedía Jesús y sus discípulos to-
maban sus cosas y se marchaban a otra ciudad, pero donde
los recibían había sanidad y bendición.
Aplicación: No se debe pensar que Jesús estará esperándo-
te siempre. Si lo rechazas es probable que lo pierdas.
II. JESÚS DIJO: “TEN ÁNIMO, TUS PECADOS TE SON PERDO-
NADOS” (v. 2)
El texto dice: “le trajeron un paralítico” y Jesús responde: “tus
pecados te son perdonados”. Aparentemente, no hay rela-
ción entre ambas declaraciones, sin embargo, Jesús era ca-
paz de ver algo que los demás no podían ver. Las personas
solo veían la enfermedad externa de este paralítico, pero Je-
sús identifica una enfermedad invisible.
• “Ten ánimo”. Del griego tharseó, este es un imperativo
que significa estar lleno de buen ánimo, o ser atrevido o
ser osado. Es decir, Jesús le estaba diciendo que no tenía
más por qué sentirse desalentado o triste. Ten en cuenta
que Jesús aún no ha curado su enfermedad física.
• “Tus pecados te son perdonados”. Esta era la parte más
importante para Jesús, si esto era curado, la vida de aquel
hombre podía ser dichosa.
Aplicación: Jesús conoce lo que está mal en tu vida, quizás
no es lo que todos piensan. Todos creían que al paralítico
solo le faltaba caminar, pero Jesús lo tiene claro; hay una sa-
nidad que tú necesitas, quizás no es lo que todos piensan.
Nadie más conocía el corazón de este hombre, pero Jesús
41
sí lo veía. ¿Ya fuiste a Jesús para pedirle aquello que solo tú
sabes que necesitas?
III. ¿POR QUÉ PENSÁIS MAL EN VUESTROS CORAZONES? (v. 4)
En realidad, los escribas no se equivocaban en su teología. Es
verdad que solamente Dios puede perdonar pecados, pero
ese nunca ha sido el problema de los hombres, todos sabe-
mos que solo Dios perdona los pecados. El problema es el cré-
dito que les costaba reconocer al Hijo de Dios como el Mesías.
El texto dice que los escribas no pronunciaron palabras,
solo pensaron “este blasfema”. Jesús deseaba que todos los
hombres entiendan que él era el Mesías, por eso no podía
dejar pasar un pensamiento como ese. Al exponerlos ante
los demás hombres, Jesús capta toda la atención para hacer
algo milagroso.
Aplicación: Siempre habrá grupos, personas o familiares que
no creerán en el poder que tiene Jesús para resolver los dile-
mas humanos. Es un grito que Satanás lanza para que escu-
ches que Dios no te puede ayudar. Quizá hoy mismo alguien
te dijo que no vengas porque no solucionarás nada. Pero Je-
sús te encuentra hoy y quiere ayudarte. Tú sabes que con
Dios estarás mucho mejor, pero también te resistes a aceptar
a Jesús que es el Hijo de Dios. ¿Estás pasando por un proble-
ma que nadie conoce? Atrévete a confiar y creer que Jesús
puede ayudarte, por más imposible que esto parezca.
IV. “PARA QUE SEPÁIS QUE EL HIJO DEL HOMBRE TIENE PO-
TESTAD” (v. 6)
La autoridad de Dios es sobre todo lo que Dios ha creado.
Así como aquel relojero es capaz de identificar la mínima
pieza defectuosa y repararla, Dios es capaz de diagnosticar
nuestra vida y sanarnos. Jesús no necesitaba probar que él
es Dios, pero deseaba que todos estuvieran seguros de que
él era el Mesías. La duda es algo que el enemigo de Dios
siempre tratará de poner en el corazón de aquellos que Dios
quiere salvar. La gente que oía a Jesús se maravillaba de sus
enseñanzas. Sin embargo, la divinidad del Mesías debía pro-
barse con eventos sobrenaturales.
42
Aplicación: Jesús desea que entiendas que él tiene potestad
sobre TODAS las cosas en esta tierra, no hay nada imposible
para él. No hay motivo para dudar. ¿Qué más te hace falta ver
para que entiendas que Dios es la solución para tu vida? ¿Se-
guirás creyendo que tus fuerzas son mayores a las fuerzas
de Dios?
CONCLUSIÓN:
Todos los que presenciaron la escena de Mateo 9, quedaron te-
merosos de Dios y le glorificaron. La alegría de aquel pobre pa-
ralítico se convirtió en la alegría de todos. Pero esto sucedió solo
cuando el paralítico fue capaz de creer que Jesús tenía el poder
de ayudarlo.
Llamado: Si tú deseas que tu familia, que todos los que te ro-
dean algún día glorifiquen a Dios junto contigo, es necesario que
te atrevas a seguir a Dios primero. A través de ti, Dios hará sus
milagros.
¿Podemos orar?
¡Amén!
Pr. Edwin Chiroque Chininin
Evangelista
Misión Andina Central
43
Jesús
sana a un
publicano
“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que esta-
ba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
Sígueme. Y se levantó y le siguió”. (Mateo 9:9)
INTRODUCCIÓN
La narración bíblica por lo general es breve, no se detiene en de-
talles menores. Sin embargo, aunque suele ser escueta, lo que
se expone tiene relevancia por su profundo mensaje. Toda la Bi-
blia tiene un mensaje relevante para todo tiempo y para todos
nosotros. En la Biblia nada fue escrito por casualidad; cada his-
toria, versículo, profecía, carta y hasta los poemas en los Salmos
tienen un mensaje especial. Todo tiene un propósito para aquel
que lo lee o escucha y lo descubre con corazón abierto. ¿Quién
eres tú? ¿Has venido a este lugar, creyendo que es una reunión
más de tantas a las que has asistido por complacer a tus padres,
vecinos, a algún compañero de trabajo o estudios? No, mi ami-
go, nada es por casualidad.
El mensaje de hoy es transcendental, hoy podrías tomar la decisión
más importante de tu vida. Es el caso del llamado de Mateo. El autor
del evangelio narra la decisión más importante de su vida en seis
palabras: “Mateo se levantó y le siguió”. No se necesitó nada más, y
nada menos. ¿Estás listo? Abre tu corazón, quiero orar por ti:
“Señor, gracias porque podemos escuchar tu voz a través de tu
Palabra. Gracias porque nos conoces y sabes lo que necesita
nuestro corazón. Por favor, ayúdanos a decidir bien, danos fuer-
zas para tomar la decisión más grande e importante de nuestras
vidas. En el nombre de Jesús, amén”.
Sábado
44
Propósito del mensaje:
Las decisiones forman nuestro destino. ¿Qué decisiones estamos
tomando? A través de la vida de Mateo veremos tres lecciones de
cómo tomar la mejor decisión en la vida.
I. JESÚS TE CONOCE
El texto inicia diciendo: “Pasando Jesús de allí, vio a un hom-
bre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tri-
butos públicos” (Mateo 9:9). Esto es lo último que espera-
ríamos de un hombre que llegaría a ser discípulo de Jesús,
un importante líder de la iglesia en el primer siglo y, lo más
interesante, un escritor del evangelio. ¡Estos son los caminos
de Dios! ¡Esta es la misericordia de Dios! Los publicanos eran
cobradores de impuestos, eran la gente más despreciada
y odiada en Israel. Eran considerados como mercenarios al
servicio de Roma.
¿Quién era un publicano? Un publicano era un cobrador
de impuestos al servicio de la corona romana. Eran “nego-
ciantes” que habían comprado franquicias de impuestos del
emperador romano para sacarle dinero al pueblo de Israel
y alimentar las arcas de Roma. Sin embargo, aprovechaban
esta ventaja legal y financiera para llenarse los bolsillos a
sus anchas, pues Roma solo necesitaba recibir su “cuota”, lo
demás era asunto del publicano. Los publicanos conocían
los detalles financieros de los judíos pues eran sus vecinos,
amigos y hasta familiares. De este modo, Roma usaba a los
publicanos como “servicio de inteligencia financiera” a fin de
que nadie pueda robar a Roma. Los publicanos traicionaban
a los suyos a cambio de dinero, pues Roma los respaldaba
con autoridad y soldados a su servicio.
¿Por qué eran odiados los publicanos? Los publicanos a
menudo sacaban dinero a la gente usando malhechores. La
mayoría de ellos eran despreciables, crueles y despiadados.
En los evangelios podemos encontrar otras dos historias de
cobradores de impuestos. Por ejemplo, Zaqueo (Lucas 19:2-
10), y el publicano mencionado en la parábola de Lucas (Lu-
cas 18:10-14). En los tres casos, incluido el de Mateo, se hace
hincapié en lo despreciables que eran los publicanos.
45
¿Por qué eran los publicanos considerados pecadores? Los
publicanos eran considerados pecadores de la calaña más
baja. En la categoría de pecadores eran más pecadores que
los soldados romanos, tanto así que los escribas y fariseos no
podían sentarse a la mesa con ellos. Y más aún, “el Talmud
judío enseñaba que era justo mentir y engañar a un cobrador
de impuestos, porque eso era lo que un extorsionador profe-
sional merecía” (John MacArthur).
Aplicación: En nuestros momentos de dificultad, de soledad
y de incertidumbre por situaciones propias de la vida, sole-
mos sentir que nadie se interesa en un ser humano más en-
tre los millones y millones de habitantes de este mundo. Sin
embargo, al leer el texto de hoy podemos maravillarnos en
que Jesús me conoce, te conoce, nos conoce. ¿Te has senti-
do despreciado y odiado? Es posible que seas despreciado
y odiado por justa razón, has hecho los “méritos” para que
la gente no te quiera. Fuiste un mal padre o esposo, un mal
amigo, un compañero deshonesto, que lograste el “éxito” pi-
soteando a los demás y haciendo trampa. ¿No eres feliz a
pesar de gozar de buen trabajo y de comodidades porque
sabes que todo lo lograste a costa del dolor y lágrimas de
otros? Ese era Mateo, tenía un buen trabajo, una vida acomo-
dada, pero era infeliz porque cuando iba a dormir recordaba
que le había quitado sus últimos centavos a una viuda. ¿Valía
la pena todo eso?
II. JESÚS TE LLAMA
El texto continúa diciendo, “y le dijo: Sígueme” (Mateo 9:9).
¿Cómo llamar a un hombre despreciable? ¿Acaso no sabía
quién era Mateo? Claro que lo sabía. Y esta es la grandeza
del evangelio. Jesús no solo conocía a Mateo, sino que, co-
nociéndolo, lo llama. No hay mérito alguno en llamar o es-
coger a los mejores. Pero existe un gran mérito, en llamar o
escoger a los peores, y Mateo era lo peor de lo peor.
Según John MacArthur, había dos clases de cobradores de
impuestos, los gabbai y los mokhes. Los gabbai eran los re-
colectores de impuestos generales. Cobraban impuestos a
la propiedad, impuestos a los ingresos e impuestos a cada
46
persona. Estos impuestos eran fijos, de modo que no conta-
ban con margen para cobros extra. Los mokhes, sin embargo,
cobraban impuestos sobre importaciones y exportaciones,
sobre los artículos para comercio interior, y prácticamente
sobre todas las cosas que transportaban por los caminos.
Establecían peajes en caminos y puentes, cobraban bestias
de carga y por los ejes de carros de transporte, aplicaban
una tarifa a los paquetes, cartas y a cualquier otra cosa que
pudieran exigir impuestos. Las tarifas que aplicaban eran ar-
bitrarias y sujetas al capricho.
No obstante, había dos clases de mokhes, los mokhes gran-
des y los mokhes pequeños. Un mokhe grande permanecía
tras bastidores, contrataba a otras personas (los mokhes pe-
queños), para que trabajen para él. Aparentemente Zaqueo
era un mokhe grande, un jefe de publicanos (Lucas 19:2). Ma-
teo, en cambio, parecía ser un mokhe pequeño, porque ma-
nejaba una oficina de impuestos donde tenía que tratar con
la gente en forma personal (Mateo 9:9). Él era el que la gente
veía y a quien más odiaba. Era lo peor de lo peor. Ningún
judío que se respetara habría, en su sano juicio, escogido ser
un cobrador de impuestos, pues era separado de su pueblo
y de Dios.
Aplicación: ¿Cómo pudo llamar Jesús a Mateo, siendo que
para todo judío, los publicanos estaban prohibidos de entrar
a la sinagoga y sacrificar y adorar en el templo? Un publi-
cano era considerado peor que un gentil. Imagino a Mateo
sorprendido ante el llamado de Jesús. “¿Me está llamando a
mí?” —se preguntaba mirando si había alguien más detrás suyo.
“¿No es una broma de mal gusto?”. Mateo era muy malo a la
vista de todos, como para estar entre los discípulos de Jesús.
¡No importa quién seas tú y qué hayas hecho! Si esta noche
sientes que Jesús te llama a pesar de todo lo que has vivido y
has hecho, déjame decirte que no hay equivocación en Dios.
Yo me puedo equivocar, pero Dios no. Dios te está llamando
porque quiere darte una nueva vida. ¿Lo crees?
47
III. JESÚS TE CAMBIA
El versículo finaliza diciendo: “Y se levantó y le siguió” (Mateo
9:9). Mateo entendió que no había más opciones para su vida.
La decisión era hoy o nunca. No mañana, ni pasado, sino hoy.
Mateo entendió que Jesús lo conocía con nombre y apelli-
do, sabía todo de él: sus luchas, temores, miedos, sus más
tristes momentos… ¿Cómo Jesús podría llamarle conociendo
toda su vida? Mateo entendió que Dios no solo lo conoce y
lo llama; Dios quiere cambiar su vida. Mateo se levantó y le
siguió. En dos palabras podemos ver que Dios es un Dios de
milagros, pero la decisión es personal.
Mateo “se levantó”. Abandonó la oficina de impuestos.
Toda su vida de mokhe pequeño, un mercenario al servicio
de Roma, un traicionero de sus hermanos, quedaron abajo
cuando se levantó de aquel escritorio. ¿Dónde estás tú? ¿De
dónde tienes que levantarte? Si quieres ver milagros de Dios
en tu vida, debes levantarte, y eso no es fácil, no es una ac-
ción sencilla, parece, pero no lo es. Cuando Mateo se levantó
de su escritorio no solo dejó su profesión, sino que dejó dine-
ro, trabajo, una vida cómoda, contactos con gente importan-
te, y tantos otros privilegios. No es fácil, pero si sientes que
no eres feliz llevando la vida que llevas y entiendes que el
camino que Jesús te ofrece te dará paz, entonces no demo-
res más y levántate en el nombre de Jesús.
Mateo “le siguió”. La decisión que tomó no tenía marcha
atrás; tan pronto como la tomó, otro ocupó su lugar en el
escritorio con mucha seguridad. Mateo tomó una decisión
ese mismo día. No esperó a mañana, pasado, cuando cum-
pla años o cuando acabe su maestría o doctorado, o cuando
finalice el pago de su departamento o auto. No. Mateo “si-
guió” a Jesús. En esto consiste toda la vida cristiana, en se-
guir a Jesús. Y amigo, seguir a Jesús es caminar detrás de Él,
es dejarse guiar en cada paso. Si quieres ser feliz en la vida
cristiana, a pesar de lo difícil de la vida en este mundo, debes
aprender a caminar con Cristo todos los días, caminar detrás
de Jesús toda la vida. Una vez que dejó su trabajo, dejó toda
su corrupta vida, y nunca volvió atrás, ni nunca se arrepintió
de la decisión que había tomado.
48
Aplicación: A pesar de todo lo que significaba ser un publica-
no, Mateo conocía muy bien las Escrituras, pues en su evan-
gelio se registran 99 citas del Antiguo Testamento, más tex-
tos que los que usaron Marcos, Lucas y Juan juntos. ¿Cómo
puede un hombre que conoce tanto las Escrituras vivir una
vida tan corrupta? Así es la vida, así existen muchos. Sin em-
bargo, Dios quiere cambiar vidas, y Mateo sintió el llamado
y lo aceptó. Hoy puede ser tu día. No hay más tiempo, no
postergues más tu decisión.
CONCLUSIÓN
Yo no sé quién eres ni en qué trabajas. Tampoco sé de dónde
vienes ni cómo te sientes hoy. Es probable que como Mateo, tu
necesidad no es económica como tantos en la actualidad. Tú no
tienes problemas financieros y de ningún tipo, tu problema es más
emocional, y hasta existencial. No puedes vivir en paz a pesar de
vivir cómodamente. Todos piensan que lo tienes literalmente todo
y que nada te falta, pero tú sabes que detrás de esa sonrisa apa-
rente hay un mar de lágrimas en tu corazón.
Llamado: Dios te conoce, él sabe todo de ti, pero no solo eso,
sino que te llama, así como estás porque quiere cambiar tu dolor
por paz, y tus lágrimas por esperanza. No corras más tratando de
olvidar tus penas en vicios, personas y más. Alto, deja de escapar
y decide por Jesús.
Hoy es el último día de predicación, y como hace 2000 años, Je-
sús te llama. ¿Qué harás? Puedes quedarte sentado en la banca
de tu negocio, de tus dudas y temores, o levantarte como Mateo
y seguir a Jesús. Solo que sentado jamás cambiarán las cosas, tú
necesitas levantarte y seguir a Cristo. Ven adelante, hoy es el día
de bautismo.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
Evangelista
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Renacer, el gran reencuentro - Sermones

  • 1.
  • 2.
  • 3. Título: Renacer, una nueva vida Alta Dirección: Presidente: Enzo Chávez Secretario ejecutivo: Fari Choque Tesorero: Nilton Acuña Dirección editorial: Heyssen Cordero Autores: Enrique Cárdenas Heyssen Cordero Daniel Solano Javier Torres Arland Rivera Edwin Chiroque Fernando Rojas Libro de edición peruana Es propiedad @2022 Ministerio Personal de la Unión Peruana del Sur Editado e impreso por la Universidad Peruana Unión, en su Centro de Aplicación Editorial Unión, km 19 Carretera Central, Ñaña, Lima, Perú. Teléfonos: 618-6300, 618-6301 RUC: 20138122256 Diseño/Diagramación: Raúl Bermúdez G. JOB 27394-23 Mayo del 2023
  • 4. ÍNDICE Sábado: ¿Qué es esperanza? 7 15 20 24 29 35 39 43 Domingo: Jesús sana a un leproso Lunes: Jesús sana al siervo del centurión Martes: Jesús sana a la suegra de Pedro Miércoles: Jesús calma la tempestad Jueves: Jesús sana a dos endemoniados Viernes: Jesús sana a un paralítico Sábado: Jesús sana a un publicano
  • 5.
  • 6. 5 RENACER, UNA NUEVA VIDA Todo aquel que tuvo un encuentro con Jesús jamás quedó igual, su vida fue nueva. Un leproso fue sanado, un militar romano pudo ver un milagro vívido en su empleado, una suegra fue res- taurada, un endemoniado fue curado, un paralítico volvió a ca- minar. ¡Milagros por el poder de Jesús! Sin embargo, no fueron solo milagros de sanación para darles una nueva vida, sino que Jesús nos enseña que tiene el control de todo, incluso de las tormentas, y también nos invita a seguirle, para que podamos renacer a una nueva vida. Así, Mateo 8 y 9 son algunos claros ejemplos del poder transfor- mador del evangelio, ese evangelio que es capaz de convertir vidas destrozadas por el pecado en vidas plenas. Pablo diría: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). ¡Solo Cristo Jesús puede obrar una vida nueva! Que podamos ser transformados por el poder del evangelio como evangelistas para predicar con autoridad en los centros de evangelismo en este mes de junio. Dios te use grandemente. Pr. Heyssen Cordero Maraví Evangelista Unión Peruana del Sur
  • 7.
  • 8. 7 Mundo La esperanza de este mundo siempre es humanista y pluralista. El foco no está en lo que Dios hizo, hace y hará para restaurar los problemas de este mundo que está en completo descontrol, sino en lo que el hombre con su pretendida sabiduría e inteli- gencia puede hacer a través de sus ideologías más diversas. Biblia La esperanza en la Biblia siempre es singular. Efesios 4:4 – “Un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación”. Origen de la esperanza Aunque parezca extraño, la esperanza tiene su origen en la crea- ción. Los teólogos llaman esperanza protológica. Protología es la rama de la teología que estudia los orígenes del universo y la vida. En la teología adventista, la protología y la escatología (parte de la teología que trata de los últimos eventos de la historia del mundo) están inseparablemente relacionadas. En la creación, Dios formó a los seres humanos y los puso dentro de un espa- cio temporal. Los seres humanos son, por naturaleza, criaturas insertadas dentro del tiempo y constantemente caminan en él rumbo al futuro. Si somos criaturas del tiempo, también somos por definición criaturas de la esperanza, en el sentido de que siempre existi- Sábado ¿Qué es esperanza?
  • 9. 8 mos en un estado de expectativa, viajando en el tiempo en bus- ca de lo que todavía no es una realidad concreta. Dios creó la esperanza como un atributo de la naturaleza hu- mana, o sea, seres que por naturaleza existen en constante ex- pectativa… En cierto sentido la creación del ser humano es un proceso que nunca concluye. Dios nos creó con un potencial in- mensurable, capaz de crecimiento y desarrollo. Cuando Dios sopló vida, Dios sopló esperanza. La esperanza es como un aliento de vida. Cada aliento que tomamos es la inha- lación de una fracción del futuro. Existir es vivir en un estado de expectativa. La ausencia de la vida, por lo tanto, es la ausencia de esperanza. La esperanza que no es de origen divino es egoísta, y trágico es su fin. Esperanza dentro de un ambiente de peligro Aunque el peligro ya estuvo presente antes de la formación del hombre, era solo un elemento de riesgo y no una fuente de angustia. Antes de la caída (Gén. 2:15), el hombre fue puesto en el Jardín para cultivarlo y guardarlo (vigilar, guardar, proteger), como si el Jardín pudiera estar en peligro y necesitara protección. Jesús es el centro de nuestra esperanza Colosenses 1:27 - “... a quienes Dios quiso dar a conocer las ri- quezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. 1 Timoteo 1:1 - “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza”.
  • 10. 9 En Jesús nuestra futura esperanza es una realidad presente. Su unidad con el Padre nos garantiza nuestra unidad con él por el don del Espíritu. Su resurrección nos asegura nuestra resurrección. Su glorificación garantiza nuestra glorificación. Su ascensión es una demostración de cómo ascenderemos nosotros también al Cielo. El Gran Reencuentro Quiero compartir con ustedes una de las historias más lindas y extraordinarias que conozco. Relata a la vista humana un poco del sentimiento de la realidad de lo que será un día la concreción de la esperanza y la terminación de la nostalgia. Será el día del Gran Reencuentro. Un milagro en el tren La mañana del 10 de enero de 1948, el húngaro Marcel Stember- ger entró en el tren habitual de las 9:09, en Long Island, Nueva York. De repente, decidió visitar a Laszlo Víctor, un amigo hún- garo que vivía en Brooklyn y estaba enfermo. Así, en el Parque Ozone, Stemberger cambió de tren para ir a Brooklyn, fue a la casa de su amigo y se quedó ahí hasta media tarde. Después tomó el tren hacia su oficina en la Quinta Avenida, en Manhattan. A continuación, la increíble historia de Marcel. “El vagón estaba lleno y no parecía haber la menor chance de sentarme. Pero cuando entré, un señor sentado cerca de la puerta se levantó súbitamente para salir y yo ocupé su asiento. Los rasgos del hombre a mi izquierda me llamaron la atención. Probablemente rondaba los 40 años y, cuando levantó la mirada, parecía haber en sus ojos una expresión de dolor. Iba leyendo un periódico húngaro, y algo me impulsó a hablarle en húngaro. ‘Espero que no le moleste si le doy una mirada a su periódico’.
  • 11. 10 El hombre pareció sorprendido porque alguien le hablaba en su idioma natal. Pero solo respondió educadamente: “Puede leerlo ahora. Tendré tiempo más tarde”. Durante la media hora que duró el viaje a la ciudad, conversa- mos mucho. Se llamaba Bela Paskin. Era estudiante de derecho cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, y entonces los alemanes lo enviaron a Ucrania. Fue capturado por los rusos que lo forzaron a trabajar enterrando alemanes muertos. Después de la guerra, anduvo cientos de kilómetros a pie hasta llegar a su casa en Debrecen, una gran ciudad en el este de Hungría. Cuando fue al departamento donde antes vivían sus padres y hermanos, solo encontró extraños viviendo ahí. Entonces fue al segundo piso, al departamento que antes era de él y su esposa. También estaba ocupado por extraños. Nadie había oído hablar de su familia. Al salir, lleno de tristeza, un chico corrió hasta él llamando: ‘Tío Paskin, tío Paskin’. El niño era hijo de sus antiguos vecinos. Fue a la casa del chico y conversó con sus padres, ellos le con- taron que los nazis se habían llevado a su esposa y toda su fa- milia a Auschwitz, donde murieron. Entonces Paskin perdió las esperanzas. Pocos días más tarde, demasiado triste para permanecer en Hungría, salió nuevamente a pie, cruzó frontera tras frontera has- ta llegar a París. Desde allí pudo emigrar a los Estados Unidos, solo habían pasado tres meses cuando lo conocí. Durante toda la conversación parecía haber algo de familiar en esta historia. Una joven señora que yo había conocido reciente- mente en la casa de amigos también era de Debrecen. Ella había estado en Auschwitz y de allá había sido enviada a trabajar en una fábrica de municiones. Todos sus parientes habían muerto en las cámaras de gas. Más tarde, ella fue liberada por los americanos y fue a los Estados Unidos en el primer barco de inmigrantes en 1946.
  • 12. 11 Su historia me conmovió tanto que decidí anotar su dirección y teléfono, con la intención de invitarla a conocer a mi familia, y así ayudar a aliviar el terrible vacío de su vida. Parecía imposible cualquier conexión entre esas dos personas, pero, al acercarme a mi estación, hojeé ansioso mi agenda de direcciones. Entonces le pregunté si el nombre de su esposa era Marya. Él empalideció. ‘Era ese, ¿cómo lo sabe?’. Lo tomé del brazo, descendimos en la siguiente estación y bus- camos un teléfono. Disqué el número de ella, el teléfono sonó varias veces y, por fin, Marya Paskin atendió. Me presenté y le pedí que describiera a su marido. Ella lo des- cribió, y cuando le pregunté si había vivido en Debrecen, ella me dio la dirección. Le pedí que esperara en la línea, me di vuelta y le pregunté a Paskin: ‘¿Usted y su esposa vivían en tal y tal calle?’. Él temblaba y dijo que sí. ‘Intente mantenerse en calma, porque está por suceder un milagro con usted. Tome el teléfono y hable con su esposa’. Sus ojos brillaban por las lágrimas. Tomó el teléfono, escuchó por un momento la voz de la esposa, entonces dijo: ‘Aquí habla Bela. Yo soy Bela’ y comenzó a balbucear histérico. Tomé el teléfono de sus manos y le dije a Marya. ‘Quédese don- de está. Le estoy enviando a su marido hacia allá’. Bela lloraba como un bebé y no paraba de repetir: ‘Es mi espo- sa. Voy a ver a mi esposa’. Pensé en acompañarlo, pero después creí que no sería un momento apropiado para la presencia de un desconocido. Lo puse en un taxi, le di la dirección de Marya al conductor, pagué el viaje y me despedí. El encuentro de Bela Paskin con su esposa fue un momento tan conmovedor que ellos no podían recordar lo que sucedió. Más tarde, Marya me dijo que cuando corté la comunicación telefó-
  • 13. 12 nica, ella fue a mirarse en el espejo para ver si sus cabellos ya estaban grises. Y entonces paró un taxi frente a la puerta de su casa, y su marido vino en su dirección. ¿Había sido todo eso una increíble sucesión de casualidades y coincidencias, o Dios intervino para que ese matrimonio se reen- contrara? (Paul Deutschman) LLAMADO No sé su reacción, pero cada vez que leo esta historia me emo- ciono. Ahora, si nos emocionamos con el gran reencuentro de Bela Paskin y su amada esposa Marya, ¿qué será el día del Gran Reencuentro cuando Jesús vuelva? Será simplemente maravi- lloso, algo que ninguna palabra podrá describir. El gran reen- cuentro con Jesús, con nuestros amados que ahora descansan en el Señor, con nuestros hermanos y amigos. Sin embargo, el día del Gran Reencuentro podrá ser también el día de la gran tristeza si usted no está allá. Usted es único. Usted es única. Nadie jamás podrá sustituirlo. En el corazón de Dios existe un espacio reservado para usted que nadie más puede llenar, es único, es suyo. Si usted no está presente el día del Gran Reencuentro ese espa- cio quedará vacío eternamente; no solo en el corazón de nues- tro querido Padre celestial, sino en el corazón de todos los que lo aman. Si usted está hoy aquí escuchando este mensaje, es porque existen personas que lo aman y que junto con Jesús no pueden imaginar pasar la eternidad con ese vacío. Recuerde, Jesús lo ama. Él murió en la cruz del Calvario para salvarlo de todo pecado y dolor. No importa lo que usted hizo, tampoco importa cuán lejos está de Dios y su iglesia. Él lo invita hoy a volver a comenzar una vida nueva a su lado y de los que lo aman. Puede ser que alguien lo haya lastimado en el pasado; puede ser que usted pasó por alguna gran decepción; puede ser sim-
  • 14. 13 plemente que usted se fue apartando lentamente y, cuando reaccionó, ya estaba lejos. No importa. Lo que importa es que estamos juntos hoy y que estaremos juntos para el Gran Reen- cuentro que está planificado para el día del regreso de Jesús. Jesús lo invita hoy a registrar en su agenda ese reencuentro. Él lo invita a aceptarlo como su Salvador personal y a permitirle reen- cender la llama de la esperanza en su corazón.
  • 15. 14
  • 16. 15 Jesús sana a un leproso “Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”. (Mateo 4:3) El texto: Mateo 8:1-4 INTRODUCCIÓN El capítulo 8 del evangelio de Mateo presenta 5 milagros de sa- nación. Jesús acababa de presentar el sermón más grande que jamás se haya predicado. Bajaba del monte y allí realizó 5 mila- gros extraordinarios, siendo el primero la sanación de un lepro- so. Para comprender un poco la terrible enfermedad de la lepra, permítame presentar algunas curiosidades: Dice E. W. G. Masterman: «Ninguna otra enfermedad reduce a un ser humano por tanto tiempo a una ruina repugnante». La lepra empezaba con pequeñas úlceras en la piel, estas heridas su- puraban de manera repulsiva. La lepra hacía que los párpados se cayeran, que los ojos se perdieran; las cuerdas vocales eran afectadas, cambiando la voz. Las manos y los pies se ulceraban hasta ser una masa de crecimiento ulcerosos. La lepra afecta- ba el sistema nervioso, los músculos se descomponían, los ten- dones se contraían hasta que las manos se asemejaban a unas garras. Esta lepra podía durar entre veinte y treinta años. Era una muerte lenta y progresiva hasta que el ser humano se iba aca- bando como una vela. Hoy veremos el primer milagro, de cómo Jesús sanó a un lepro- so. Cómo Jesús le devolvió la vida a un hombre desahuciado por esta terrible enfermedad. Domingo
  • 17. 16 Propósito del mensaje: Saber que Dios está dispuesto a sanarnos de la terrible lepra del pecado si nosotros estamos dispuestos a ir a Jesús, con un co- razón humilde. I. LA APROXIMACIÓN DEL LEPROSO La lepra causaba daños físicos severos, pero también dejaba marcas emocionales terribles, puesto que alejaba de la so- ciedad a los que la padecían. «Todo el tiempo que tenga las llagas, será impuro. Estará impuro y habitará solo; fuera del campamento vivirá» (Levítico 13:46). En aquellos tiempos, un leproso no podía entrar en Jerusalén ni en todos los pue- blos de aquel entonces. Era lo peor que le podía pasar a un ser humano. Será por eso que las personas lo consideraban como “un castigo de Dios”. En este milagro podemos ver tres cosas interesantes: a. El leproso vino con confianza. Ningún leproso se habría acercado a un escriba o rabino, ya que hubiera corrido a pedradas. Pero tuvo el valor de acercarse a Jesús; sabía que era el único que podía limpiarlo. Cuando pensemos que nadie más puede solucionar nuestro problema, estemos seguros de que Jesús sí lo puede hacer, porque él es el Dios de lo imposible. No im- porta cuán terribles sean nuestras heridas, él se acercará para sanarlas. b. El leproso vino con humildad. El leproso no exigió su sa- nación, se acercó con humildad y simplemente dijo: “Si quieres puedes limpiarme”. Es como decir: “Yo sé que no valgo nada, que a nadie le importo, sé que no tengo derecho sobre Ti, pero tal vez en tu misericordia puedas hacer un milagro en mi vida”. El corazón humilde que no pretende tener más que solo la necesidad, encontrará siempre una respuesta de Cristo. c. El leproso vino con reverencia. Cuando el leproso llegó se postró ante Jesús, otras versiones dicen “le adoraba” (JBS); es decir, el leproso reconoció a Jesús como Dios. Alguien digno de adorar, de postrarse a sus pies. Los ma-
  • 18. 17 yores milagros suceden en nuestra vida cuando recono- cemos que Jesús es Dios y que como Dios puede hacer portentos y maravillas. La lepra es apenas una ilustración de lo terrible que es el pecado (Luc. 1:5-6); pero el pecado es más terrible que la lepra, se instala en lo más profundo del ser humano hasta destruirlo, se esparce, contamina y nos aísla de los seres que más amamos. El pecado es la peor enferme- dad que le pudo pasar a la humanidad. Pero gracias a Dios que previó una salida y esa salida es Jesús. Aplicación: Si en esta mañana crees que tu vida está des- truida por la lepra del pecado, si crees que lo que hiciste te apartó de Dios y de tu familia, de los seres que más amas, en el nombre de Jesús, ven con tu “lepra”. Ten la seguridad de que Jesús no te rechaza, él te acepta tal como estás, con tus heridas, con tus traumas y complejos, con tus luchas, tal cual acércate a Jesús. II. LA RESPUESTA DE JESÚS Me impresiona esta historia, porque según las leyes de aquel entonces, una persona debía mantenerse por lo menos a dos metros de distancia. Lo impresionante es que Jesús no solo se acercó, sino que dice el texto: “Extendió su mano y lo tocó” (v. 3). ¡Qué impresionante! El Médico de los médicos, el Creador del universo, quien conoce nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestra agonía, se acerca para tocarnos sin pre- juicios. A un buen médico no le importa si la enfermedad es difícil y hasta contagiosa, lo que le importa es la persona que está sufriendo, que está desesperada y no sabe qué hacer. Jesús, con palabras tiernas, ante su súplica humilde, le dijo: “Quiero, sé limpio”. Sabes que nadie que va a Jesús con su pecado, con su enfermedad, con su lucha, es rechazado por Jesús. Nadie que suplica perdón, misericordia y compasión es ignorado por Jesús. Jesús más bien nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré des- cansar” (Mt. 11:28). También dice: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana,
  • 19. 18 como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18). Jesús le devolvió la esperanza de vida a este hombre. Me imagino la alegría, las lágrimas de emoción de esta persona, de sentirse limpio, de poder volver a casa para abrazar a su esposa, sus hijos y todos aquellos que lo esperaban. Para concluir este milagro, Jesús le pide dos cosas: a. Le mandó al hombre que guardara silencio. No es la primera vez que Jesús manda a guardar silencio, hubo muchos otros momentos en que les dijo que no dijeran nada a nadie (Mt. 9:30; 12:16; 17:9; Mt. 1:34; 5:43; 7:36; 8:26). La razón era la siguiente: Los judíos esperaban la llegada de un Mesías libertador, pero en términos militares y po- líticos. Es por esa razón que vivían en constantes revolu- ciones. Si el leproso hubiera ido por ahí divulgando a todo el mundo, quizá hubieran querido colocar a Jesús en el poder debido a sus habilidades sobrenaturales. Jesús quería dejar en claro que la gente no tenía que seguirlo solo porque hace milagros; la gente debía creer que él era Dios y que vino a morir para salvarlos de la esclavi- tud y la opresión del pecado. La gente debía comprender que su reino no era de este mundo. Que la base de su reino no era la venganza, sino el amor. Las personas no estaban preparadas aún para saber acerca de su misión. b. Le mandó al hombre que se presente al sacerdote y pre- sente ofrenda. Los judíos le tenían tanto terror a la lepra que tenían escrito un ritual para algún caso improbable de una cura. El ritual se describe en Levítico 14, donde el leproso tenía que presentarse ante el sacerdote para ser examinado y constatar su sanación; para ello debía llevar ofrendas, bañarse, afeitarse. Ese proceso podría demorar unos 14 días aproximadamente. Luego de varias revisio- nes el exleproso podría salir a hacer su vida normal, con un certificado de que estaba limpio. Eso quiere decir que, aunque Jesús pueda hacer milagros, no nos exime de ir a los médicos, de cooperar con el Sal- vador para que seamos sanados. Los milagros no ocurri-
  • 20. 19 rán mientras permanezcamos inactivos. Sin embargo, el leproso no obedeció a Jesús, sino que corrió y le contó a todo el mundo lo que el Señor había hecho en su vida. Aplicación: Muchas personas hoy en día siguen a Jesús por interés, solo por los milagros que hace en la vida de las per- sonas. Entonces dicen: “Si tú me sanas, te seguiré; si tú me sacas de esta deuda, te seguiré; si tú restauras mi familia, voy a entregar mi vida a ti”. Pero sabes, el mayor milagro que Dios quiere hacer en tu vida no es sanarte de un cáncer, no es pagar tu deuda, no es restaurar tu familia, etc.; el mayor mi- lagro que Dios quiere hacer es cambiar tu corazón y hacerte ciudadano del reino de los cielos. Cree en Jesús yvas a ver los milagros de Dios. Acéptalo como tu único salvador y verás las maravillas de Dios en tu vida. CONCLUSIÓN Si la lepra es un símbolo del pecado en la Biblia, entonces todos necesitamos ser curados por Cristo. Porque la Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). “No hay justo ni aun uno” (Ro. 3:10). Si la única solución es Cristo, entonces vayamos a él. También nos hace una tierna invitación: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18). Hay oportunidad, hay perdón para quien acude a Jesús. Llamado: Tal vez en esta mañana, el Señor está hablando a al- guien que ha sido herido por el pecado. El pecado destruyó tu vida, destruyó tu familia, te sientes lejos de Dios, sin esperanza. Este es el momento para venir a Jesús. Ven tal como estás y dile: “Señor, si quieres puedes limpiarme”. Pr. Fernando Rojas Miranda Evangelista Asociación Peruana Central
  • 21. 20 Jesús sana al siervo del centurión Lunes El texto: Mateo 8:5-13 INTRODUCCIÓN Capernaum o Cafarnaún, como traduce la versión Reina Valera Contemporánea, era una ciudad marítima en la región de Zabu- lón y Neftalí, en cuyo lugar se cumpliría la profecía de Isaías 9:1-2 y donde Jesús comenzaría predicando el evangelio del reino de Dios (Mt. 4:12-17). Debido a que esta ciudad estaba a la orilla del lago era vista como una ciudad altamente productiva y comer- cial. Era considerada como una frontera política que servía como aduana para la región y en donde había un destacamento militar. El centurión era un soldado romano que estaba encargado de va- rios soldados (para algunos 100 soldados, para otros 70 u 80). Los judíos consideraban a un centurión no como una autoridad, sino como un pagano gentil al servicio del Imperio que los oprimía. Los judíos se creían superiores a los que consideraban gentiles, por- que consideraban a estos como hombres sin fe. Hoy en día hay mucha gente que no tiene fe, su fe se ha apaga- do; otros creen tener fe, pero cuando las cosas no les salen bien, revelan la falta de ella. En esta ocasión estudiaremos las condicio- nes de no solo sabernos poseedores de una fe inquebrantable, sino de una fe mayor, que no solo genera confianza en medio de la incertidumbre, sino que sana completamente las profundida- des de nuestra existencia. Propósito del mensaje: El propósito del mensaje es lograr que las personas decidan venir
  • 22. 21 al encuentro de Jesús, el único que nos puede ayudar a revelar una fe mayor. I. UNA FE MAYOR SE DESARROLLA CUANDO CONFIAMOS PLENAMENTE EN DIOS La palabra que en Mateo se traduce como criado es país (παῖςαῖςαῖς), término usado para describir a un joven. En Lucas se utiliza la palabra siervo, que proviene del griego doúlos (δοῦλοςδοῦλος) que literalmente significa esclavo. Por tanto, se trata- ba de un joven esclavo del centurión que estaba postrado en su casa víctima de una terrible parálisis que le causaba po- siblemente graves dolores articulares. En la antigüedad los esclavos eran vistos como objetos que le pertenecían a sus amos, los cuales se podían maltratar y hasta matar sin reci- bir ningún castigo por parte del Gobierno. Sin embargo, aquí vemos a un hombre que expresaba su preocupación por su siervo. Y de acuerdo con lo registrado en Mateo, notamos que el centurión tuvo la fe en Jesús, tuvo la certeza de que él era el único medio para ayudar a su sirviente. Es por ello que, a pesar del prejuicio de los judíos, este se deshizo de esa división cultural que los separaba, doblegó su orgullo y se acercó a Jesús. Él sin dudar se acercó al hijo de Dios, de- positó su confianza en la nobleza y misericordia de Jesús. Aplicación: No importa nuestra posición o nuestros grados académicos, nuestro origen o luchas; si queremos que Je- sús haga milagros en nuestra vida, casa, familia, relaciones; si queremos que él dé un giro a nuestra existencia tenemos que romper las barreras que nos impiden acercarnos y con- fiar plenamente en él, y ser testigos de sus maravillas. II. UNA FE MAYOR IMPLICA APRENDER LA MAYOR GRANDEZA Jesús se puso inmediatamente en camino hacia la casa del oficial; pero, asediado por la multitud, avanzaba lentamente. Las nuevas de su llegada le precedieron, y el centurión, des- confiando de sí mismo, le envió este mensaje: “Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi teja- do”. Pero el Salvador siguió andando, y el centurión, atrevién- dose por fin a acercársele, completó su mensaje diciendo: “Ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y
  • 23. 22 mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”. “Como represento el poder de Roma y mis soldados reconocen mi autoridad como suprema, así tú representas el poder del Dios infinito y todas las cosas creadas obedecen tu palabra. Puedes ordenar a la enfermedad que se aleje, y te obedecerá. Puedes llamar a tus mensajeros celestiales, y ellos impartirán virtud sanadora. Pronuncia tan solo la pala- bra, y mi siervo sanará”. (DTG , 282) Aplicación: Jesús tenía toda la disposición de ir a la casa del centurión, pero él con humildad reconoció que no era dig- no que el Soberano del Universo llegara a su casa, pues él reconocía su condición de pecador. Muchas veces nosotros pretendemos lograr que ocurran milagros en nuestra vida solo demandando, y reclamando a nuestro tiempo y manera, pidiendo o usando a Dios como un “amuleto”; sin embargo, tenemos que reconocer que Dios sabe el tiempo, la manera y forma en que hará no las cosas que creemos que Él debe hacer, sino las que realmente necesitamos. Es por ello que debemos reconocer que, si Dios nos bendice y prospera, no es por méritos nuestros sino por su gracia. Acércate hoy con humildad reconociendo tu gran necesidad, y deja que Dios te llene de su paz. Una fe mayor no ve milagros porque nos lo merecemos, sino porque Dios es bueno para con nosotros. III. UNA FE MAYOR SE CONSOLIDA POR EL PODER DE LA PA- LABRA DE DIOS El centurión, nacido en el paganismo y educado en la idola- tría de la Roma imperial, adiestrado como soldado, aparen- temente separado de la vida espiritual por su educación y ambiente, y aún más por el fanatismo de los judíos y el des- precio de sus propios compatriotas para con el pueblo de Israel, percibió la verdad a la cual los hijos de Abraham eran ciegos. No aguardó para ver si los judíos mismos recibirían a Aquel que declaraban ser su Mesías. Al resplandecer sobre él “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”, aunque se hallaba lejos, había discernido la gloria del Hijo de Dios. (DTG, 282)
  • 24. 23 Aplicación: El centurión estaba diciendo que tanto era el poder que Jesús tenía, y tanto era su fe en Él, que Jesús no necesitaba ir hasta su casa y tocar al enfermo para que este sanara. En segundo lugar, él reconoció el señorío que Jesús tenía sobre este mundo. El centurión teniendo autoridad sobre cien soldados conocía el poder de solamente ordenar y que los demás hagan. De igual forma reconoció que Jesús tenía la autoridad sobre este universo, y cualquier orden que Él dijese, se cumpliría ya que no hay otra autoridad mayor que la suya. Tenemos que confiar en la Palabra de Dios. Si crees, si deci- des, hoy no volverás para casa con más dinero, con un médi- co o remedios; pero tendrás contigo, en tu casa, en tu familia, a quien tiene poder para obrar milagros en tu vida: La Palabra de Dios. CONCLUSIÓN No he hallado tanta fe. Jesús conoce exactamente la medida de nuestra fe. ¡Cuán preciosa cosa es a sus ojos! De veras le agrada grandemente que se confíe en Él. Tanto es su contentamiento con ello que salva a todos los que creen (Hechos 13:39). «Sin fe es imposible agradarle» (Hebreos 11:6). Llamado: El poder de Jesús se manifiesta de forma maravillosa y cotidiana. Todos los que están aquí hoy y decidieron creer en Jesús han experimentado ese gran milagro que es la salvación. Nuestra sociedad, tu familia, tu esposa, tus amigos, necesitan experimentar aquella fe mayor en Cristo Jesús, aquel milagro de la salvación. Ven al encuentro con Jesús hoy. Pr. Daniel Solano Prieto Secretario Ejecutivo Misión Andina Central
  • 25. 24 Jesús sana a la suegra de Pedro Martes “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía”. (Mateo 8:14-15) El texto: Mateo 8:14-15. INTRODUCCIÓN Vivimos en días en los que la medicina moderna ha logrado avan- ces realmente extraordinarios. Enfermedades que el día de hoy tienen tratamientos sencillos gracias a la ciencia médica moder- na, en la antigüedad podrían ser mortales. En los tiempos de Je- sús, la enfermedad trataba de ser curada por “médicos”, que más que médicos eran una especie de curanderos empíricos que ba- saban sus tratamientos, en la mayoría de los casos, en remedios caseros, naturales, producto de la observación, y en muchas oca- siones apoyados en supersticiones y creencias que no tenían, por las limitaciones de su tiempo, ningún tipo de fundamento. Aunque tenían muy buenas intenciones muchas veces el remedio termi- naba siendo peor que la enfermedad. Propósito del mensaje: Mostrar a la humanidad el amor y la compasión de Jesús por los que sufren alguna enfermedad, con el propósito de sanarlos de su mal y limpiarlos de su pecado, llevándolos a tener una comu- nión personal con él y una vida de servicio. I. VINO JESÚS A CASA DE PEDRO (v. 14) Tras una serie de milagros de sanidad en la sinagoga, un sábado, en la ciudad de Capernaúm (Mat. 8:1-13), Jesús se dirige con sus discípulos a la casa de Pedro, que era como
  • 26. 25 su casa en aquella ciudad, para descansar un poco de su agitado día. Capernaúm era la ciudad donde Pedro residía, aunque él era originario de Betsaida (Jn. 1:44). Ambas ciuda- des quedaban en el mismo distrito en la ribera noroeste del mar de Galilea, a unos cuantos kilómetros de distancia entre sí. Aplicación: Siempre que las puertas de los hogares son abier- tas para permitirle a Jesús ingresar, algo extraordinario puede pasar. Quizá en tu hogar tienes un ser amado sufriendo con alguna enfermedad física, o tal vez tú mismo necesitas abrirle las puertas de casa, para conocerlo más de cerca yver con tus propios ojos lo que él puede y quiere hacer por ti. II. VIO A LA SUEGRA POSTRADA EN CAMA (v. 14) El texto bíblico no especifica exactamente cuál es la causa de la fiebre que aquejaba a la suegra de Pedro. En los tiem- pos bíblicos la fiebre se consideraba una enfermedad y no un síntoma ocasionado por alguna otra enfermedad. Hoy sabe- mos que la fiebre es en realidad la respuesta del organismo a alguna enfermedad que aqueja al cuerpo, y no una enfer- medad en sí misma. Es muy probable que la fiebre que tenía esta dama fuera oca- sionada por alguna forma de malaria, pues este tipo de fiebres eran muy comunes en las zonas ribereñas aledañas a las ori- llas del río Jordán y del lago de Genesaret o mar de Galilea. Pero era evidente que esta fiebre amenazaba la vida de la mu- jer, pues Lucas que era médico, en su narración evangélica menciona que la fiebre que tenía era muy grande (Luc. 4:38). Aplicación: Es posible que en este mundo de dolor la enfer- medad haya llegado a tu vida, o a la de algún ser querido. Aun los hijos fieles de Dios podemos enfermarnos. Hay mu- chos casos en la Biblia de que esto ocurre, y muchas veces también los hijos de Dios mueren a causa de la enfermedad (2 Rey. 13:14; 2 Rey. 20:1; Hch. 9:36-37; Gál. 4:13; 1 Tim. 5:23); aun así, el Señor en su misericordia siempre se compadece de nuestras aflicciones y está dispuesto a restaurarnos. ¿Nece- sitas hoy que Jesús tenga de ti misericordia?
  • 27. 26 III. TOCÓ SU MANO (v. 15) El Señor Jesús se deleitaba en tocar a los enfermos, como un acto de cercanía y compasión. A diferencia de los fariseos que prohibían tocar a los enfermos con fiebre, o con cual- quier otra enfermedad, Jesús tocó su mano al igual que tocó al leproso (Mr. 1:41) y en muchos otros casos más donde su toque compasivo trajo sanidad plena (Mar. 5:41; 6:5; 7:32, 33; 8:23–25). Del mismo modo Jesús tocó a la suegra de Pedro. ¿Por qué el Señor optó por tocar a esta dama? ¿No hubie- se podido acaso sanarla solo con decirlo, con el poder de su palabra como lo hizo con el siervo del centurión romano? (Luc. 7:1-6, 7-10) ¿Por qué? Aplicación: Sabes ¿por qué? Porque, aunque la palabra de Jesús es ¡toda poderosa! y puede aun resucitar a los muer- tos (Jn. 11:43-44; Mar. 5:41-42), a Jesús le gusta ese contacto personal con el ser humano, tenerlo a su lado, en salud o enfermedad; le gusta mostrar empatía, amor y compasión por cada ser humano que necesite y quiera permitírselo. Su toque corresponde siempre a las emociones y necesidades más genuinas del ser humano. Si tú necesitas el toque com- pasivo de Jesús solo tienes que extenderle tu mano y él la sostendrá y te restaurará. IV. LA FIEBRE LE DEJÓ (v. 15) El médico Lucas describe en su evangelio algo que sin duda debe haberle llamado su atención. Menciona que “inclinán- dose a ella, reprendió a la fiebre, y la fiebre le dejó” (Lc. 4:39). Jesús tras tocar a la mujer reprendió a la fiebre, y la fiebre al instante se fue. Ella ni siquiera mencionó que se sentía débil o ninguna de esas cosas. Desde el instante que Jesús tocó su mano y reprendió la enfermedad, su salud fue restaurada completamente; su cuerpo caliente volvió a la normalidad y su respiración agitada desapareció. Todos los síntomas febri- les se esfumaron, ¡alabado sea nuestro misericordioso Jesús! Aplicación: Al igual que hizo con las tempestades, el viento y el mar, reprendiéndoles y mandándoles a callar (Lc. 8:24), Jesús reprendió a la fiebre y la dejó al instante (Mat. 8:15). No hay nada que el toque maravilloso de Jesús y su omnipoten-
  • 28. 27 te palabra no puedan hacer. ¡Él es Dios todopoderoso! Acér- cate a él y tráele tu vida como está y ábrele las puertas de tu corazón y de tu casa, y tendrá compasión de ti y de tu familia. V. Y ELLA SE LEVANTÓ Y LES SERVÍA (v. 15) ¿Sabes lo que hizo la suegra de Pedro tras el milagro de sa- nidad de Cristo en su vida? Quedó tan llena de vitalidad y energía que “al instante” dio un brinco de la cama, y comenzó a servir a Jesús y a todos los que estaban con él en su casa. El primer impulso de un corazón sanado por Jesús es comen- zar a servirlo, y no solo a él, sino a todas las personas que necesiten de nosotros. Aplicación: La actitud de esta extraordinaria mujer es la acti- tud correcta. Esta es la manera en que todo ser humano que ha recibido el toque sanador de Jesús debe responder en gratitud y reconocimiento a Jesús, comenzar a servirle, servir a otros de todo corazón; es decir, Jesús nos sana y salva para el servicio. Esta actitud también la tuvieron las otras mujeres que servían al Señor Jesús en su ministerio (Mr. 15:40-41). Y esta debe ser tu actitud también. Si le entregas hoy tu vida, entrégale también todas tus energías, sirviéndole y sirviendo a otros en sus necesidades de todo corazón. CONCLUSIÓN El toque sanador de Jesús y su maravillosa gracia salvadora siem- pre buscan atraer nuestros corazones a él. Cada ser humano to- cado por Jesús es transformado para una vida de servicio, a Dios, a su iglesia y al mundo entero que tanto necesita una mano amiga que lo ayude en sus necesidades en este mundo de enfermedad, dolor y muerte. Nosotros podemos ser esa mano amiga que los ayude y conduzca a Jesucristo, el único que tiene la respuesta genuina a todas nuestras necesidades. Llamado: Si tú le entregas hoy tu vida y le abres la puerta de tu hogar, como lo hizo Pedro para traer las necesidades de su familia a sus pies, él puede hacer maravillas hoy en tu vida y en la de tu familia, y traer sanidad y vida eterna. ¿Le permites hoy entrar en tu casa y darle humildemente tu vida en señal de gratitud por su amor y misericordia por ti? ¿Deseas hacerlo en el nombre de Je-
  • 29. 28 sús? Entonces ven aquí adelante en señal de aceptación y entrega tu vida. ¡Amén, gloria a Dios por estas hermosas decisiones! Pr. Enrique Cárdenas Panduro Evangelista Misión Sur Oriental del Perú
  • 30. 29 Jesús calma la tempestad “Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”. (Mateo 8:26) El texto: Mateo 8:23-27 INTRODUCCIÓN En cierta ocasión se presentó un pintor a un concurso de pinturas. Y queriendo hacer algo diferente, retrató un cuadro en el cual el mar estaba quieto, el cielo despejado, las gaviotas volando pláci- damente, el sol radiante y un barco de color blanco con personas celebrando en la proa y la popa del barco. Cuando los jueces lle- garon para evaluar su cuadro quedaron impresionados por lo que trasmitía; sin embargo, algo no les parecía bien, así que llamaron al pintor y le preguntaron: ¿Cómo un cuadro con esas característi- cas llevaba como título: ¡Tempestad!? El pintor, seguro de su obra maestra, les refirió: efectivamente el mar está quieto, el cielo despejado, las gaviotas volando pláci- damente, el sol radiante y el barco de color blanco con personas celebrando con sus copas en las manos todo aparentemente es alegría. Pero, dijo él: miren debajo de la proa, debajo de las per- sonas que celebran, allí hay unas ventanas muy pequeñas con barras de metal, pues dentro de ellas hay gente de color llevadas para ser esclavos, ¡allí está la tempestad! Así como esta pintura, muchas personas hoy aparentan tener ho- gares felices, carreras exitosas con posesiones envidiables, pero por dentro, en su corazón, viven una tempestad. Como esclavos Miércoles
  • 31. 30 del pecado no encuentran paz ni descanso, más aun así claman por un milagro en sus vidas. El registro bíblico de Mateo 8:23 al 27, nos presenta a Jesús y sus discípulos en medio de una tempestad con preciosas lecciones para nuestras vidas hoy. Pues allí en medio del mar con una barca que estaba a punto de naufragar, se reveló el temor, la increduli- dad y asombro de los discípulos. Hoy veremos, cómo la fe en nuestro salvador puede ser determi- nante para enfrentar las pruebas de esta vida, y hallar la salvación gracias al sacrificio de Jesús. Propósito del mensaje: Mostrarnos que Dios está dispuesto a quitar nuestros temores e incredulidad, ayudándonos a confiar en su poder y la salvación que hoy ofrece a sus hijos. I. LA FE EN JESÚS ECHA FUERA EL TEMOR (v. 11) La palabra de Dios nos presenta a Jesús en una circunstancia no muy lejana a la que muchos pueden estar enfrentando hoy. Pues precisamente después de una ardua labor incom- prendida por la multitud, ya que deseaban que siguiera sa- nando y predicando, Jesús decide hallar un poco de reposo para renovar fuerzas y continuar su ministerio. Es importante mencionar que en estas circunstancias, estan- do en la barca, es que los discípulos entran en pánico por la tempestad que los había sorprendido. Es aquí donde el pasaje bíblico nos presenta dos tipos de reacciones provo- cadas por la tempestad. a. Los discípulos.- Quienes, al verse sorprendidos por la tempestad, recurren en primer lugar a su experiencia para poder mantener a flote la embarcación. Sin embar- go, ante el fracaso de todos sus intentos llegaron a la conclusión que todo estaba perdido y, por lo tanto, pere- cerían incluso con Jesús dentro de la barca. b. Jesús.- Por su parte, se encontraba en la popa del barco durmiendo sobre un cabezal confiadamente. Para mu-
  • 32. 31 chos esto resulta ilógico, y hasta una locura pensar que alguien puede estar descansando cuando el barco está naufragando. Pero la tranquilidad de Jesús no reposaba en su valentía, su habilidad, su experiencia o en su cali- dad de “dueño de la tierra, del mar y del cielo” (Sal. 146:6). Pues él mismo había aseverado: “No puedo yo de mí mis- mo hacer nada” (Jn. 5:30). Su confianza descansaba en la fe, en el amor y cuidado de Dios. Con frecuencia y por naturaleza el ser humano siempre busca soluciones inmediatas a sus problemas. Intenta, procura, pero siempre termina frustrándose al darse cuenta de que hay co- sas en la vida que van más allá de sus manos. A veces puede ser la salud quebrantada, una enfermedad terminal, la pérdida del trabajo, la ruptura del hogar, etc. Todas estas circunstan- cias en cierta manera son tempestades que nos toca enfrentar en esta vida, y es posible que al igual que los discípulos hemos intentado de todo por sacar adelante estas situaciones procu- rando vencer nuestros temores de no fracasar en el intento. Es allí donde la depresión, la ansiedad y el estrés embargan el corazón del hombre llevándolo a dudar del poder de Dios e incluso a rechazarlo por su aparente silencio. Afortunadamente la Palabra de Dios menciona en primer lu- gar que, Jesús estaba en la barca, quiere decir que no esta- ban solos en el momento más crucial de sus vidas. Tenían al maestro de quien habían visto manifestaciones del poder de Dios. Y al igual que sucede hoy, Jesús sigue estando pre- sente en cada accionar del ser humano: en sus alegrías, sus luchas, sus temores; y tal como sucedió con los discípulos, es Jesús quien toma la iniciativa de estar en nuestra barca. En segundo lugar, la Biblia también nos muestra que tener a Jesús en la barca no garantizaba la posibilidad de no pa- sar dificultades, tempestades o naufragios. Y al igual que en nuestros días seguir la vida cristiana no garantiza que no ha- brá dificultades que enfrentar. Sin embargo, al tener a Jesús de nuestra parte y confiar en el poder de Dios, podemos vivir seguros.
  • 33. 32 Aplicación: Como hijo de Dios, Jesús era consciente que vivi- mos en un mundo de pecado, envuelto de dolor, sufrimiento, y pruebas que muchas veces son difíciles de enfrentar solos. Por esa razón, la fe de Jesús reposaba en el cuidado del Padre, y de la misma manera también nosotros debemos confiar ple- namente del cuidado de nuestro Salvador. Y así como el temor reveló la incredulidad de los discípulos al punto de olvidarse de Jesús, confiando únicamente en sus habilidades para salir de la tempestad, hoy también nosotros debemos tomar la de- cisión de dejar de luchar solos para hacer frente al pecado y las pruebas. Como los discípulos en el momento de su incre- dulidad y prueba decidieron volver a Jesús, de la misma forma hoy el Señor nos llama a confiar en los méritos de su sangre para perdón de nuestros pecados y así vivir en paz. II. LA FE EN JESÚS TRAE SALVACIÓN (v. 25) En este versículo encontraremos un pedido que resume la impotencia de los discípulos al intentar mantener a flote la barca. Pero para poder comprender este pedido hecho por los discípulos a Jesús precisamos considerar lo que ellos en- frentaban. a. “Se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca”.– Como pescadores y hombres de mar, los discípulos muchas veces habían salido de noche a pescar. Sabían guiar la embarcación a puerto seguro incluso en medio de la oscuridad o alguna tempestad. Pero en esta ocasión, la tempestad fue tan grande como inesperada, de tal modo que ni su fuerza, experiencia o habilidad servían de nada. Las olas cubrían la barca a tal punto que inevitablemente iba a naufragar. Precisamente la vida del ser humano es así, pasa su día a día pensando que todo va a seguir igual y que incluso puede superar sus problemas con sus propias fuerzas. Sin embargo, este mundo de pecado nos muestra lo inesperado que pueden surgir los problemas. Es allí donde muchos op- tan por decisiones trágicas, otros se conforman con so- brevivir sin paz en su corazón procurando ser felices. Las tinieblas del pecado y las tempestades de las pruebas son para ellos motivos para olvidarse que aun en me-
  • 34. 33 dio de la oscuridad de nuestro pecado y el naufragio de nuestra vida, Jesús está en nuestra barca y no es indife- rente a nuestras necesidades. No importa cuán bajo ha- yamos caído o cuán profundo el pecado nos sumergió en sus fauces, mientras Jesús esté hay esperanza, hay seguridad de un nuevo comienzo. b. “Señor sálvanos que perecemos.– Esta expresión, tal como lo presenta la Palabra de Dios, refleja la vida del hombre que “es como el mar en tempestad, que no pue- de estar quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Is. 57:20, 21). Pues una vida sin Dios es una vida de incertidumbre, incredulidad, falta de dominio propio, sin paz, ni descan- so. A tal punto que el hombre solo vive “arrojando cieno y lodo” a sus seres queridos y a quienes le rodean. Pues la naturaleza del hombre es contraria a la voluntad de Dios, no se sujeta a él, vive subyugado por sus pasiones. Y así como los discípulos se sintieron impotentes de calmar la tempestad, de la misma forma hoy sin Jesús no podemos alcanzar la salvación y la paz que solo él nos puede dar. Aplicación: Por imposible que resulte enfrentar las tempes- tades de esta vida, rodeados muchas veces de un mal hábi- to, un vicio difícil de vencer, o un defecto de carácter, etc. Si reconociendo su impotencia claman a Jesús: “Señor, sálva- nos”, encontrarán liberación. Es gracias a la obra salvífica de Jesús que somos reconciliados con Dios, con nuestros seres queridos, incluso con nosotros mismos. Es Jesús quien pue- de darnos paz, esperanza, descanso a nuestro corazón que- brantado por el pecado. Y de la misma manera que reprendió a la tempestad, así también Jesús puede reprender al ene- migo y sus artimañas. Solo en Jesús somos justificados, pues gracias a su justicia encontramos la paz que hoy nos ofrece. (Sal. 107:29, 30; Ro. 5:1; Is. 32:17). CONCLUSIÓN ¿Con quién te sientes identificado? ¿Eres tú como los discípulos que confiaron en sus facultades y experiencia al verse sorprendi- dos por la tempestad? ¿O eres tú como Jesús que aun en medio de la tempestad estaba tranquilo y ayudando finalmente en la in-
  • 35. 34 credulidad de sus amigos? ¿Sientes que Dios es ajeno o guarda si- lencio en medio de tus luchas? ¿Crees tú que has llegado al límite y no encuentras salida o esperanza para tu vida y familia? Es posible que al escuchar la palabra de Dios te identifiques con los personajes del registro bíblico. Y esto es verdad, porque si hay una realidad en nuestros días, es que el pecado destruye todo a su paso. Es el pecado que paraliza nuestros sueños, nuestros hogares, nuestros proyectos por una vida mejor. Tal vez en estos momentos estés pasando por una situación que nadie sabe, pero solo te queda aparentar estar bien, aunque en el fondo estés su- friendo en tu corazón. Pues déjame decirte algo; sea que hayas perdido el trabajo, la salud, un ser querido e incluso la esperanza de recuperar tu familia, quiero decirte dos verdades que encon- tramos en la Palabra de Dios. La primera, Dios siempre escucha a sus hijos. No importa lo que estén enfrentando, ni cuánto hayan caído o qué tan lejos se alejaron, Dios siempre escucha a sus hijos que claman con fe por auxilio. En segundo lugar, Dios responde la oración de fe, aquella que reconoce su necesidad, su impoten- cia de solucionar sus problemas. Dios ofrece la salvación gracias a Jesús, quien murió por nuestros pecados y puede justificarnos trayendo paz al corazón dolido y angustiado. Hoy puedes tener plena seguridad de que Dios está dispuesto a escucharte (Is. 1:18), a perdonarte, a darte un nuevo comienzo, una nueva vida. Llamado: ¿Quién será el primero esta noche en venir a Jesús para decirle: ¡Señor sálvame! ¿Quién es aquel que reconociendo que luchó por mucho tiempo siente que ha llegado el momento de entregarle todo a él? Ven a Jesús. No dejes pasar más tiempo, en- trégale tu vida a él. Da ese paso de fe por una nueva vida, un nuevo comienzo. ¿Qué te impide hoy? ¿Si Jesús fue capaz de refrenar la tempestad, y la naturaleza obedeció, no será capaz de hacer un milagro en tu vida? Hoy es el día de salvación, es hoy que debes decirle “vengo a ti Señor Jesús, crea en mí un corazón nuevo”. Pr. Javier Torres Condori Secretario Ejecutivo Misión Sur Oriental del Perú
  • 36. 35 Jesús sana a dos endemoniados “Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino”. (Mateo 8:28) El texto: Mateo 8:28-34 INTRODUCCIÓN: En el capítulo 8 de Mateo encontramos a Jesús sanando a diferen- tes personas, como parte de su ministerio terrenal. Por ejemplo: • Jesús sana a un leproso (v.1-4). • Jesús sana al siervo de un centurión (v. 5-13). • Jesús sana a la suegra de Pedro (v. 14). • Jesús sana a muchos enfermos (16-17) En los cuatro casos, vemos que el Señor Jesús atiende necesida- des físicas, pero en los versículos 28 hasta el 34, el relato bíblico se centrará en una atención y sanación espiritual que Jesús realizará al liberar a dos personas aprisionadas por los demonios para otor- garles una nueva vida en Cristo Jesús. Propósito del mensaje: Entender que solo el poder de Dios puede liberarnos de las garras del enemigo y que todos podemos alcanzar una nueva vida en Cristo Jesús. I. VINIERON A SU ENCUENTRO (v. 28) El relato menciona que cuando Jesús llegó a la orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos ende- Jueves
  • 37. 36 moniados. Observa cuál era la condición de estos hombres poseídos. a. Vivían en los sepulcros.- Estos dos hombres separados de Dios no encontraban lugar en la sociedad, su lugar de refugio era con los muertos, en la soledad de la vida. b. Eran feroces.- También la Biblia los describe como per- sonas feroces “en gran manera”, al punto que nadie podía pasar por aquel lugar. Es interesante que en esas condiciones y en un lugar que nadie quería estar, se encuentra la presencia de Jesús. El re- lato dice que los endemoniados vinieron a su encuentro. Es claro que el terreno del enemigo se sintió amenazado por Jesús, porque clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Querido(a) amigo(a), cuando permites que el Señor Jesús entre al terreno de tu vida no tienes por qué sentirte ame- nazado, al contrario. Dios entra en la vida de la persona para liberarla, para sanarla, para darle sentido y propósito de exis- tencia. Recuerda que es Satanás quien quiere quitarte la vida. ¡Jesús quiere darte vida! Corre a los brazos de Él. Aplicación: Hay muchas personas que separadas de Dios se sienten al borde de la muerte, quieren quitarse la vida, no encuentran sentido de su existencia, y es a ese lugar que el enemigo quiere llevarlas. Pero no temas, Jesús está contigo; lo que tienes que hacer es invitarlo a morar en tu vida y dejar que Él guíe tu vida. Recuerda que Jesús es lo único que pue- de darle sentido a nuestra existencia. ¡Confía en Él! II. JESÚS, HIJO DE DIOS (v. 29) El texto bíblico dice que los demonios clamaron a Jesús. ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos? La palabra griega que se utiliza para el tormento en este versículo es “basanízō” que en el Nuevo Testamento se usa en el sentido de infligir dolor o tor-
  • 38. 37 tura. Sin duda alguna el fin del enemigo será la muerte eter- na, pero ten cuidado, el demonio no quiere morir solo, quiere destruir tu vida, separarte de Dios para que tú seas parte del castigo final de la muerte eterna. Esta frase: “Jesús, Hijo de Dios”, nos hace recordar lo siguiente: a. “Jesús es nuestro único salvador”.– Reconocer a Jesús como Hijo de Dios es aceptarlo como nuestro único Sal- vador, como dicen las Escrituras: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12. b. “Jesús tiene el poder para redimirnos”.– El mismo Señor Jesús lo dijo: Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, Jacob, y Formador tuyo, Israel: “No temas, porque yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú”. Aplicación: Qué maravilloso es saber que estamos protegi- dos por el poder de Dios. Mientras muchas personas ponen su confianza en protecciones terrenales, el verdadero Hijo de Dios pone su confianza en las celestiales. Necesitamos confiar más en Dios, solo él puede derrumbar las ataduras del enemigo, solo Dios puede ayudarnos a salir victoriosos en el nombre de Jesús. Confía en él. III. SI NOS ECHAS FUERA, PERMÍTENOS IR A AQUEL HATO DE CERDOS (v. 31) El libro de Marcos menciona que los endemoniados le ro- gaban diciendo a Jesús que no los enviara fuera de aquella región, y el libro de Lucas dice que no los mandara al abismo. La palabra griega para abismo es ábussos, que quiere decir: lugar inaccesible o lugar de los muertos; sin embargo, vemos que en Mateo los demonios le piden a Jesús que los enviara “a aquel hato de cerdos”. Aplicación: Los demonios tuvieron que suplicar por sus vidas a Jesús, puesto que ellos sabían que él tenía poder para des- truirlos. Querido(a) amigo(a), no hay por qué dudar del poder de Dios, solo él puede romper las cadenas del pecado, solo Jesús puede liberarte y sacarte del abismo en que te sientes
  • 39. 38 sumergido, solo permite que Jesús ocupe el primer y el único lugar en tu vida. ¡Confía en Jesús!, tu lugar está al lado de él. CONCLUSIÓN ¿Estás pasando por un momento difícil en tu vida? ¿Sientes que el enemigo ha tomado el control de la vida de tus hijos? El día de hoy puedes clamar a Jesús por liberación, por salvación; no solo de tu vida, sino también la de toda tu familia. A través de la historia de los dos endemoniados podemos reco- nocer el día de hoy que no hay nada imposible para Dios, y que solo en Jesús podemos alcanzar salvación. Llamado: Hoy es el día de aceptar la salvación de Cristo. Hoy es el día de entregar tu corazón a Jesús. Hoy es el día de que Jesús rompa las cadenas del pecado. Hoy es el día de tu bautismo. ¡Ven a él! ¡Confía en él! ¡Y él hará! Pr. Arland Rivera Briceño Evangelista Misión Peruana del Sur
  • 40. 39 Jesús sana a un paralítico “Porque, ¿qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “¿Levántate, y anda?”. (Mateo 9:5) El texto: Mateo 9:1-8 INTRODUCCIÓN En el capítulo 8, Mateo presenta una serie de milagros para au- tenticar delante de Israel que Jesús era el Mesías. Estos milagros muestran las varias ‘esferas’ en las que Cristo tiene autoridad, al- gunas de estas son las siguientes: • Autoridad sobre la enfermedad (8:1-15). • Autoridad sobre la naturaleza (8:23-27). • Autoridad para perdonar pecados (9:1-8). • Autoridad sobre la muerte (9:18-26). En cada una de estas manifestaciones Jesús obra milagrosamen- te, ganando así la confianza de que él es el Mesías. Hoy estudia- remos acerca de la autoridad de Jesús para perdonar pecados. En las primeras palabras del capítulo 9 se nos obliga a volver nuestros ojos al final del capítulo 8, donde encontramos a los ga- darenos resentidos por la pérdida de sus cerdos y tan disgustados de la presencia de Jesús, le piden que se vaya de sus tierras. Le rogaron que se fuera, y Él les tomó la palabra. Jesús no se detiene mucho donde no es bienvenido, pero se queda con los que anhe- lan su compañía. Viernes
  • 41. 40 Propósito del mensaje: Este mensaje nos mostrará que Dios es capaz de sanar nuestras enfermedades, pero que anhela limpiarnos de algo mucho más importante, nuestros pecados. I. JESÚS “PASÓ AL OTRO LADO Y LLEGÓ A SU CIUDAD” (v. 1) Jesús no era bien recibido siempre, si bien podemos leer las historias. Una vez lo esperaban más de cinco mil personas, no era siempre el caso. Jesús no se quedará donde no es bienvenido; cuando esto sucedía Jesús y sus discípulos to- maban sus cosas y se marchaban a otra ciudad, pero donde los recibían había sanidad y bendición. Aplicación: No se debe pensar que Jesús estará esperándo- te siempre. Si lo rechazas es probable que lo pierdas. II. JESÚS DIJO: “TEN ÁNIMO, TUS PECADOS TE SON PERDO- NADOS” (v. 2) El texto dice: “le trajeron un paralítico” y Jesús responde: “tus pecados te son perdonados”. Aparentemente, no hay rela- ción entre ambas declaraciones, sin embargo, Jesús era ca- paz de ver algo que los demás no podían ver. Las personas solo veían la enfermedad externa de este paralítico, pero Je- sús identifica una enfermedad invisible. • “Ten ánimo”. Del griego tharseó, este es un imperativo que significa estar lleno de buen ánimo, o ser atrevido o ser osado. Es decir, Jesús le estaba diciendo que no tenía más por qué sentirse desalentado o triste. Ten en cuenta que Jesús aún no ha curado su enfermedad física. • “Tus pecados te son perdonados”. Esta era la parte más importante para Jesús, si esto era curado, la vida de aquel hombre podía ser dichosa. Aplicación: Jesús conoce lo que está mal en tu vida, quizás no es lo que todos piensan. Todos creían que al paralítico solo le faltaba caminar, pero Jesús lo tiene claro; hay una sa- nidad que tú necesitas, quizás no es lo que todos piensan. Nadie más conocía el corazón de este hombre, pero Jesús
  • 42. 41 sí lo veía. ¿Ya fuiste a Jesús para pedirle aquello que solo tú sabes que necesitas? III. ¿POR QUÉ PENSÁIS MAL EN VUESTROS CORAZONES? (v. 4) En realidad, los escribas no se equivocaban en su teología. Es verdad que solamente Dios puede perdonar pecados, pero ese nunca ha sido el problema de los hombres, todos sabe- mos que solo Dios perdona los pecados. El problema es el cré- dito que les costaba reconocer al Hijo de Dios como el Mesías. El texto dice que los escribas no pronunciaron palabras, solo pensaron “este blasfema”. Jesús deseaba que todos los hombres entiendan que él era el Mesías, por eso no podía dejar pasar un pensamiento como ese. Al exponerlos ante los demás hombres, Jesús capta toda la atención para hacer algo milagroso. Aplicación: Siempre habrá grupos, personas o familiares que no creerán en el poder que tiene Jesús para resolver los dile- mas humanos. Es un grito que Satanás lanza para que escu- ches que Dios no te puede ayudar. Quizá hoy mismo alguien te dijo que no vengas porque no solucionarás nada. Pero Je- sús te encuentra hoy y quiere ayudarte. Tú sabes que con Dios estarás mucho mejor, pero también te resistes a aceptar a Jesús que es el Hijo de Dios. ¿Estás pasando por un proble- ma que nadie conoce? Atrévete a confiar y creer que Jesús puede ayudarte, por más imposible que esto parezca. IV. “PARA QUE SEPÁIS QUE EL HIJO DEL HOMBRE TIENE PO- TESTAD” (v. 6) La autoridad de Dios es sobre todo lo que Dios ha creado. Así como aquel relojero es capaz de identificar la mínima pieza defectuosa y repararla, Dios es capaz de diagnosticar nuestra vida y sanarnos. Jesús no necesitaba probar que él es Dios, pero deseaba que todos estuvieran seguros de que él era el Mesías. La duda es algo que el enemigo de Dios siempre tratará de poner en el corazón de aquellos que Dios quiere salvar. La gente que oía a Jesús se maravillaba de sus enseñanzas. Sin embargo, la divinidad del Mesías debía pro- barse con eventos sobrenaturales.
  • 43. 42 Aplicación: Jesús desea que entiendas que él tiene potestad sobre TODAS las cosas en esta tierra, no hay nada imposible para él. No hay motivo para dudar. ¿Qué más te hace falta ver para que entiendas que Dios es la solución para tu vida? ¿Se- guirás creyendo que tus fuerzas son mayores a las fuerzas de Dios? CONCLUSIÓN: Todos los que presenciaron la escena de Mateo 9, quedaron te- merosos de Dios y le glorificaron. La alegría de aquel pobre pa- ralítico se convirtió en la alegría de todos. Pero esto sucedió solo cuando el paralítico fue capaz de creer que Jesús tenía el poder de ayudarlo. Llamado: Si tú deseas que tu familia, que todos los que te ro- dean algún día glorifiquen a Dios junto contigo, es necesario que te atrevas a seguir a Dios primero. A través de ti, Dios hará sus milagros. ¿Podemos orar? ¡Amén! Pr. Edwin Chiroque Chininin Evangelista Misión Andina Central
  • 44. 43 Jesús sana a un publicano “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que esta- ba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”. (Mateo 9:9) INTRODUCCIÓN La narración bíblica por lo general es breve, no se detiene en de- talles menores. Sin embargo, aunque suele ser escueta, lo que se expone tiene relevancia por su profundo mensaje. Toda la Bi- blia tiene un mensaje relevante para todo tiempo y para todos nosotros. En la Biblia nada fue escrito por casualidad; cada his- toria, versículo, profecía, carta y hasta los poemas en los Salmos tienen un mensaje especial. Todo tiene un propósito para aquel que lo lee o escucha y lo descubre con corazón abierto. ¿Quién eres tú? ¿Has venido a este lugar, creyendo que es una reunión más de tantas a las que has asistido por complacer a tus padres, vecinos, a algún compañero de trabajo o estudios? No, mi ami- go, nada es por casualidad. El mensaje de hoy es transcendental, hoy podrías tomar la decisión más importante de tu vida. Es el caso del llamado de Mateo. El autor del evangelio narra la decisión más importante de su vida en seis palabras: “Mateo se levantó y le siguió”. No se necesitó nada más, y nada menos. ¿Estás listo? Abre tu corazón, quiero orar por ti: “Señor, gracias porque podemos escuchar tu voz a través de tu Palabra. Gracias porque nos conoces y sabes lo que necesita nuestro corazón. Por favor, ayúdanos a decidir bien, danos fuer- zas para tomar la decisión más grande e importante de nuestras vidas. En el nombre de Jesús, amén”. Sábado
  • 45. 44 Propósito del mensaje: Las decisiones forman nuestro destino. ¿Qué decisiones estamos tomando? A través de la vida de Mateo veremos tres lecciones de cómo tomar la mejor decisión en la vida. I. JESÚS TE CONOCE El texto inicia diciendo: “Pasando Jesús de allí, vio a un hom- bre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tri- butos públicos” (Mateo 9:9). Esto es lo último que espera- ríamos de un hombre que llegaría a ser discípulo de Jesús, un importante líder de la iglesia en el primer siglo y, lo más interesante, un escritor del evangelio. ¡Estos son los caminos de Dios! ¡Esta es la misericordia de Dios! Los publicanos eran cobradores de impuestos, eran la gente más despreciada y odiada en Israel. Eran considerados como mercenarios al servicio de Roma. ¿Quién era un publicano? Un publicano era un cobrador de impuestos al servicio de la corona romana. Eran “nego- ciantes” que habían comprado franquicias de impuestos del emperador romano para sacarle dinero al pueblo de Israel y alimentar las arcas de Roma. Sin embargo, aprovechaban esta ventaja legal y financiera para llenarse los bolsillos a sus anchas, pues Roma solo necesitaba recibir su “cuota”, lo demás era asunto del publicano. Los publicanos conocían los detalles financieros de los judíos pues eran sus vecinos, amigos y hasta familiares. De este modo, Roma usaba a los publicanos como “servicio de inteligencia financiera” a fin de que nadie pueda robar a Roma. Los publicanos traicionaban a los suyos a cambio de dinero, pues Roma los respaldaba con autoridad y soldados a su servicio. ¿Por qué eran odiados los publicanos? Los publicanos a menudo sacaban dinero a la gente usando malhechores. La mayoría de ellos eran despreciables, crueles y despiadados. En los evangelios podemos encontrar otras dos historias de cobradores de impuestos. Por ejemplo, Zaqueo (Lucas 19:2- 10), y el publicano mencionado en la parábola de Lucas (Lu- cas 18:10-14). En los tres casos, incluido el de Mateo, se hace hincapié en lo despreciables que eran los publicanos.
  • 46. 45 ¿Por qué eran los publicanos considerados pecadores? Los publicanos eran considerados pecadores de la calaña más baja. En la categoría de pecadores eran más pecadores que los soldados romanos, tanto así que los escribas y fariseos no podían sentarse a la mesa con ellos. Y más aún, “el Talmud judío enseñaba que era justo mentir y engañar a un cobrador de impuestos, porque eso era lo que un extorsionador profe- sional merecía” (John MacArthur). Aplicación: En nuestros momentos de dificultad, de soledad y de incertidumbre por situaciones propias de la vida, sole- mos sentir que nadie se interesa en un ser humano más en- tre los millones y millones de habitantes de este mundo. Sin embargo, al leer el texto de hoy podemos maravillarnos en que Jesús me conoce, te conoce, nos conoce. ¿Te has senti- do despreciado y odiado? Es posible que seas despreciado y odiado por justa razón, has hecho los “méritos” para que la gente no te quiera. Fuiste un mal padre o esposo, un mal amigo, un compañero deshonesto, que lograste el “éxito” pi- soteando a los demás y haciendo trampa. ¿No eres feliz a pesar de gozar de buen trabajo y de comodidades porque sabes que todo lo lograste a costa del dolor y lágrimas de otros? Ese era Mateo, tenía un buen trabajo, una vida acomo- dada, pero era infeliz porque cuando iba a dormir recordaba que le había quitado sus últimos centavos a una viuda. ¿Valía la pena todo eso? II. JESÚS TE LLAMA El texto continúa diciendo, “y le dijo: Sígueme” (Mateo 9:9). ¿Cómo llamar a un hombre despreciable? ¿Acaso no sabía quién era Mateo? Claro que lo sabía. Y esta es la grandeza del evangelio. Jesús no solo conocía a Mateo, sino que, co- nociéndolo, lo llama. No hay mérito alguno en llamar o es- coger a los mejores. Pero existe un gran mérito, en llamar o escoger a los peores, y Mateo era lo peor de lo peor. Según John MacArthur, había dos clases de cobradores de impuestos, los gabbai y los mokhes. Los gabbai eran los re- colectores de impuestos generales. Cobraban impuestos a la propiedad, impuestos a los ingresos e impuestos a cada
  • 47. 46 persona. Estos impuestos eran fijos, de modo que no conta- ban con margen para cobros extra. Los mokhes, sin embargo, cobraban impuestos sobre importaciones y exportaciones, sobre los artículos para comercio interior, y prácticamente sobre todas las cosas que transportaban por los caminos. Establecían peajes en caminos y puentes, cobraban bestias de carga y por los ejes de carros de transporte, aplicaban una tarifa a los paquetes, cartas y a cualquier otra cosa que pudieran exigir impuestos. Las tarifas que aplicaban eran ar- bitrarias y sujetas al capricho. No obstante, había dos clases de mokhes, los mokhes gran- des y los mokhes pequeños. Un mokhe grande permanecía tras bastidores, contrataba a otras personas (los mokhes pe- queños), para que trabajen para él. Aparentemente Zaqueo era un mokhe grande, un jefe de publicanos (Lucas 19:2). Ma- teo, en cambio, parecía ser un mokhe pequeño, porque ma- nejaba una oficina de impuestos donde tenía que tratar con la gente en forma personal (Mateo 9:9). Él era el que la gente veía y a quien más odiaba. Era lo peor de lo peor. Ningún judío que se respetara habría, en su sano juicio, escogido ser un cobrador de impuestos, pues era separado de su pueblo y de Dios. Aplicación: ¿Cómo pudo llamar Jesús a Mateo, siendo que para todo judío, los publicanos estaban prohibidos de entrar a la sinagoga y sacrificar y adorar en el templo? Un publi- cano era considerado peor que un gentil. Imagino a Mateo sorprendido ante el llamado de Jesús. “¿Me está llamando a mí?” —se preguntaba mirando si había alguien más detrás suyo. “¿No es una broma de mal gusto?”. Mateo era muy malo a la vista de todos, como para estar entre los discípulos de Jesús. ¡No importa quién seas tú y qué hayas hecho! Si esta noche sientes que Jesús te llama a pesar de todo lo que has vivido y has hecho, déjame decirte que no hay equivocación en Dios. Yo me puedo equivocar, pero Dios no. Dios te está llamando porque quiere darte una nueva vida. ¿Lo crees?
  • 48. 47 III. JESÚS TE CAMBIA El versículo finaliza diciendo: “Y se levantó y le siguió” (Mateo 9:9). Mateo entendió que no había más opciones para su vida. La decisión era hoy o nunca. No mañana, ni pasado, sino hoy. Mateo entendió que Jesús lo conocía con nombre y apelli- do, sabía todo de él: sus luchas, temores, miedos, sus más tristes momentos… ¿Cómo Jesús podría llamarle conociendo toda su vida? Mateo entendió que Dios no solo lo conoce y lo llama; Dios quiere cambiar su vida. Mateo se levantó y le siguió. En dos palabras podemos ver que Dios es un Dios de milagros, pero la decisión es personal. Mateo “se levantó”. Abandonó la oficina de impuestos. Toda su vida de mokhe pequeño, un mercenario al servicio de Roma, un traicionero de sus hermanos, quedaron abajo cuando se levantó de aquel escritorio. ¿Dónde estás tú? ¿De dónde tienes que levantarte? Si quieres ver milagros de Dios en tu vida, debes levantarte, y eso no es fácil, no es una ac- ción sencilla, parece, pero no lo es. Cuando Mateo se levantó de su escritorio no solo dejó su profesión, sino que dejó dine- ro, trabajo, una vida cómoda, contactos con gente importan- te, y tantos otros privilegios. No es fácil, pero si sientes que no eres feliz llevando la vida que llevas y entiendes que el camino que Jesús te ofrece te dará paz, entonces no demo- res más y levántate en el nombre de Jesús. Mateo “le siguió”. La decisión que tomó no tenía marcha atrás; tan pronto como la tomó, otro ocupó su lugar en el escritorio con mucha seguridad. Mateo tomó una decisión ese mismo día. No esperó a mañana, pasado, cuando cum- pla años o cuando acabe su maestría o doctorado, o cuando finalice el pago de su departamento o auto. No. Mateo “si- guió” a Jesús. En esto consiste toda la vida cristiana, en se- guir a Jesús. Y amigo, seguir a Jesús es caminar detrás de Él, es dejarse guiar en cada paso. Si quieres ser feliz en la vida cristiana, a pesar de lo difícil de la vida en este mundo, debes aprender a caminar con Cristo todos los días, caminar detrás de Jesús toda la vida. Una vez que dejó su trabajo, dejó toda su corrupta vida, y nunca volvió atrás, ni nunca se arrepintió de la decisión que había tomado.
  • 49. 48 Aplicación: A pesar de todo lo que significaba ser un publica- no, Mateo conocía muy bien las Escrituras, pues en su evan- gelio se registran 99 citas del Antiguo Testamento, más tex- tos que los que usaron Marcos, Lucas y Juan juntos. ¿Cómo puede un hombre que conoce tanto las Escrituras vivir una vida tan corrupta? Así es la vida, así existen muchos. Sin em- bargo, Dios quiere cambiar vidas, y Mateo sintió el llamado y lo aceptó. Hoy puede ser tu día. No hay más tiempo, no postergues más tu decisión. CONCLUSIÓN Yo no sé quién eres ni en qué trabajas. Tampoco sé de dónde vienes ni cómo te sientes hoy. Es probable que como Mateo, tu necesidad no es económica como tantos en la actualidad. Tú no tienes problemas financieros y de ningún tipo, tu problema es más emocional, y hasta existencial. No puedes vivir en paz a pesar de vivir cómodamente. Todos piensan que lo tienes literalmente todo y que nada te falta, pero tú sabes que detrás de esa sonrisa apa- rente hay un mar de lágrimas en tu corazón. Llamado: Dios te conoce, él sabe todo de ti, pero no solo eso, sino que te llama, así como estás porque quiere cambiar tu dolor por paz, y tus lágrimas por esperanza. No corras más tratando de olvidar tus penas en vicios, personas y más. Alto, deja de escapar y decide por Jesús. Hoy es el último día de predicación, y como hace 2000 años, Je- sús te llama. ¿Qué harás? Puedes quedarte sentado en la banca de tu negocio, de tus dudas y temores, o levantarte como Mateo y seguir a Jesús. Solo que sentado jamás cambiarán las cosas, tú necesitas levantarte y seguir a Cristo. Ven adelante, hoy es el día de bautismo. Pr. Heyssen Cordero Maraví Evangelista Unión Peruana del Sur