La primera revolución industrial ocurrió en Gran Bretaña durante el siglo XVIII y transformó la sociedad de una forma rural a una urbana e industrial. Los avances tecnológicos como molinos hidráulicos y máquinas de hilar permitieron la producción masiva de bienes y requirieron una nueva organización del trabajo y fuerza laboral. Estos cambios trajeron consecuencias sociales como la urbanización, el fin de oficios tradicionales, y el surgimiento de nuevas clases sociales como la burguesía y el proletariado.