Tras la caída de la Junta de Sevilla, el virrey Cisneros reafirmó su mandato en nombre de Fernando VII. Los criollos solicitaron la creación de un cabildo abierto para debatir la legitimidad del gobierno del virrey. Aunque Cisneros se opuso inicialmente, finalmente cedió y permitió la realización del cabildo abierto, en el que se decidió destituir al virrey y crear una junta de gobierno hasta la llegada de diputados de otras provincias.