Este documento presenta varias versiones del mito griego de Mirra. En la mayoría de las versiones, Mirra se enamora de su padre, Cíniras, ya sea por una maldición de Afrodita o por su propia voluntad. Con la ayuda de su niñera, logra tener relaciones sexuales con Cíniras disfrazada. Cuando Cíniras descubre la verdad, quiere matarla, pero los dioses la transforman en un árbol de mirra. Adonis nace del árbol de mirra.
He hecho esta presentación con microcuentos escritos por mis alumnos de 1º y 2º de ESO. Ellos también han seleccionado las imágenes que aparecen en la presentación.
He hecho esta presentación con microcuentos escritos por mis alumnos de 1º y 2º de ESO. Ellos también han seleccionado las imágenes que aparecen en la presentación.
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3.pdfsandradianelly
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestr
2. El mito
En la mitología griega, Mirra (en griego Μύῤῥα)
o Esmirna (Σμύρνα) era la hija de Tías, rey de
Asiria, o Cíniras, rey de Chipre, y madre con él de
Adonis.
Existen varias versiones de este mito.
3. Enlaces a las versiones
• Fábula Nº 58 de Higino
• Apolodoro de Atenas (III. 14 §4)
• Versión indeterminada
• Ovidio, Las Metamorfosis (X. 435)
• Adaptación de Cristina Sánchez del texto de
Ovidio
4. Fábula Nº 58 de Higino
En una versión narrada en la fábula nº 58 de Higino, la esposa
del rey Cíniras, Cencreis o Cencreide, presumía de que su hija era
más hermosa que la mismísima Afrodita. Para castigar a su
madre, Afrodita hizo que Mirra se enamorara de su padre,
Cíniras, y le sedujese en sueños, engendrando a Adonis.
Enfurecido, Cíniras quiso matarla. Afrodita, que se compadeció
de ella, la transformó en un árbol de mirra.
5. Apolodoro de Atenas (III. 14 §4)
En la variante recogida por Apolodoro de Atenas (III. 14 §4), es la
propia Mirra la cual se compara irrespetuosamente con Afrodita,
la cual, en castigo, hace que se enamore ciegamente de su
padre. Con ayuda de su niñera logra cometer el incesto. Cuando
Tías lo advierte monta en cólera y quiere matar a su hija. Sin
embargo, los dioses la transforman en un árbol de mirra, que
crece durante diez meses y de él nace Adonis.
6. Versión indeterminada
En otra versión Afrodita transformó a Mirra en árbol cuando huía
de su padre. Adonis nació cuando Tías disparó una flecha al
árbol o cuando un jabalí usó sus colmillos para desgarrar su
corteza.
7. Ovidio, Las Metamorfosis (X. 435)
En la versión de Ovidio (Las Metamorfosis x.435), el padre de
Mirra era Cíniras y la muchacha logró acostarse con él
disfrazándose como una nueva concubina.
Ésta es probablemente la versión que Dante tenía en mente
cuando en La Divina Comedia ve a su sombra sufriendo la rabia
por toda la eternidad en el octavo círculo del Infierno. Su castigo
no es la consecuencia de su antinatural lujuria (que le habría
llevado al segundo círculo), sino de haber practicado el arte del
engaño.
8. Adaptación de Cristina Sánchez del
texto de Ovidio en Las metamorfosis
Mirra era una joven muy hermosa que había sido criada por sus
padres con mucha ternura y cariño. Cuando llegó la hora de casarse
fueron muchos los pretendientes que quisieron tomarla por esposa.
Su padre le preguntó cuál de ellos le gustaba más como marido.
Ante sus palabras, la niña primero se ruborizó y luego, bajando los
ojos, se echó a llorar. El padre pensó que su hija era muy tímida y
que estos asuntos la abrumaban. Se acercó a ella y con mucho
amor secó sus lágrimas y cubrió de besos su frente y sus mejillas.
Entonces Mirra levantó la vista hacia su padre y contestó: “Quisiera
un marido que se pareciera a ti”. Y Cíniras, que no entendió sus
palabras, le respondió: “No dejes nunca de querer a tu padre”. En
cuanto oyó la palabra “padre”, Mirra, avergonzada de su deseo,
agachó la cabeza.
9. Al llegar la noche la joven no podía dormir. Daba vueltas y vueltas
en la cama mientras un fuego le ardía por dentro y a su
pensamiento volvía una y otra vez la imagen de su amado. Como
sabía que era un amor criminal se avergonzaba; y aunque lo
rechazaba, no podía dejar de pensar en él. Su indecente amor no
tenía más reposo que la muerte, así que se levantó de la cama
dispuesta a anudar su garganta con un lazo. Preparada ya para
morir ahogada pronunció unas palabras de despedida: “adiós,
querido Cíniras, espero que entiendas mi decisión”. Sus palabras,
pese a haber sido pronunciadas muy quedas, fueron escuchadas
milagrosamente por su nodriza. Abrió ésta las puertas del
dormitorio de su niña y al ver la escena gritó y se abalanzó hacia la
muchacha a fin de liberarla de sus ataduras. Cuando la hubo
arrancado de la muerte la abrazó y comenzó a preguntarle: “¿Qué
te ocurre, mi niña? ¿Qué te ha vuelto tan loca como para querer
matarte? Eres aún muy joven para ir a la morada de Hades”.
10. La anciana apremiaba con sus palabras a Mirra, pero ésta no
contestaba. La nodriza continuó con su discurso: “Si alguien, mi niña, te
ha hecho daño, dímelo. Yo sé de conjuros que pueden liberarte de
cualquier mal. Te purificaré con un rito mágico. Viven tu madre y tu
padre, ¿qué mal puede apremiarte?” Al oír la palabra “padre” Mirra
suspiró y el suspiro hizo presentir a la nodriza que se trataba de una
pena de amor. Sin sospechar quién era el objeto de su deseo rodeó a la
niña con sus brazos y le dijo: “¡Estás enamorada!”. Mirra se soltó
rápidamente y ocultando su rostro en la almohada le contestó: “No
quieras saber más. Vete. Déjame. Lo que quieres saber es un crimen”.
La nodriza se asustó y se dirigió nuevamente a ella. La amenazó con
difamar su intento de suicidio si no le confesaba su nombre y a renglón
seguido le ofreció ayuda para conseguir su propósito. Mirra se volvió
hacia ella y, aunque intentó confesarle la verdad, las palabras no
lograban salir de su boca. Tan sólo pudo decir: “¡Oh, madre, qué
dichosa eres tú con tu esposo!”. No hizo falta más. La nodriza
comprendió al momento que su amado era Cíniras, su propio padre.
“Sea”, le dijo, “disfrutarás de tu…” pero no pudo pronunciar su nombre.
11. La anciana esperó el momento propicio para ayudar a Mirra a
conseguir su deseo. Cencreide, la madre de la joven, asistía a las
fiestas de Ceres y pasaría fuera toda la noche. Cíniras estaba alegre
por el vino y aceptó la invitación amorosa que la nodriza le hizo en
nombre de una joven. Al preguntarle la edad, aquella contestó que
era semejante a Mirra. Pactado el encuentro fue a buscar a la
muchacha y le dio a conocer el engaño urdido. Al enterarse de la
noticia, Mirra no sabía si alegrarse o entristecerse. No obstante, su
deseo era tal, que al llegar la hora acordada, se encaminó a los
aposentos de su padre. Aunque tropezó tres veces en el
camino, aunque oyó tres veces el canto mortuorio del búho, llegó
hasta la puerta de la alcoba paterna. Sólo después de abrirla y de
acercarse al lecho comenzó a temer. Se arrepentía ya de su osadía y
deseaba no haber ido allí cuando la nodriza, que la había
acompañado todo el camino, la cogió de la mano y dirigiendo sus
palabras en dirección al lecho dijo: “Aquí la tienes, Cíniras, es toda
tuya”.
En la oscuridad de la noche los dos cuerpos se unieron sin conocer
uno el rostro del otro. Él, recordando las palabras de la nodriza y
para tranquilizar a la joven, la llamó hija. Ella, oyéndole hablar, lo
llamó padre. Una vez saciado su deseo la joven se marchó. Volvió la
noche siguiente y algunas más.
12. Después de tantas visitas nocturnas quería Cíniras saber quién era
la muchacha que sustituía a su mujer en el lecho. Por ello, una
noche, aprovechando que la joven estaba dormida, se levantó,
cogió una lámpara y acercó la luz a su rostro. Al momento
comprendió el crimen cometido. Quiso ponerle remedio con la
espada, pero Mirra, que se había despertado y había visto a su
padre armado salió corriendo de su lecho, de su cuarto, de su
palacio y de su reino.
Vagó durante nueve largos meses gestando durante ese tiempo un
niño en su vientre. Finalmente paró en la tierra de Saba. Dudando si
morir o vivir habló de esta manera: “Conozco mi crimen. No deseo
ultrajar a los vivos viviendo con ellos, ni a los muertos poniendo fin
a mi vida. Ay de mí, si alguna divinidad pudiera ayudarme…”. El
propio Zeus escuchó sus palabras e hizo que la tierra cubriera sus
piernas. Éstas se endurecieron y retorcieron, al tiempo que también
se endurecía y retorcía su cuerpo. La sangre se transformó en savia,
los brazos en ramas grandes y los dedos en pequeñas hojas. La piel
se convirtió en corteza. Oprimía ésta el vientre de la joven quien,
habiéndose completado ya los nueve meses de gestación, estaba a
punto de dar a luz. Los dolores del momento hicieron que brotaran
13. lágrimas de savia de la corteza, la preciada mirra. No tenía boca
para invocar a Lucina, la diosa de los partos; sin embargo, la diosa
apareció junto al árbol y dijo las palabras propias del parto. Se abrió
una ranura en la corteza y por ella salió un niño al que las Náyades
asistentes al nacimiento ungieron con las lágrimas de su madre. Así
nació Adonis, hijo y nieto del mismo hombre.