Este capítulo trata sobre la necesidad de los fuertes en la fe de soportar la debilidad de los débiles y no agradarse a sí mismos, sino al prójimo. Pablo también habla sobre cómo las promesas del Antiguo Testamento se cumplieron en Cristo para judíos y gentiles por igual. Explica su misión de predicar el evangelio donde aún no se había anunciado y su deseo de visitar a la iglesia de Roma para bendecirles y ser bendecido por ellos.