Este poema explora la naturaleza del amor y su falta de rumbo definido. Compara el amor con una rosa venenosa y tóxica, y dice que el amor verdadero no tiene un destino preestablecido, sino que simplemente sigue su curso sin someterse a restricciones. Pregunta cuál es el rumbo por amor y responde que no hay otro rumbo que no sea el amor sin rumbo. Finalmente, concluye que el verdadero rumbo son las dos personas que se aman.

1. Rumbo
Hasta un arbusto ramoso, con hojas disfrazadas de laurel,
que ni con flores ilustradas libera su memoria,
obsceno y venenoso, de verde deshonra,
es referido como la rosa francesa;
sin sometimiento de su toxicidad púrpura e impúdica.
¿Cómo permitirse entonces divisar cada segundo el descalabro?,
o suspirar millones de veces ante su sombra,
de repentina cascada y caída prisionera hacia la escasez de vacío.
La rosa de los vientos, azotando el horizonte,
puede proveerte de una sed deshilachada, hambrienta,
entre tramontana y poniente sin flagelarse,
minimizando agudas circularidades y soplos zigzagueantes.
¿Cuál es el rumbo por amor?
Nada más que el amor sin rumbo.
Lo peor de cualquier rumbo es si acarrea imprudente
una ácida huida,
una fuga con llagas,
un retiro hacia la lástima,
una deserción sin consuelo
o una agónica escapada.
Le cuestiona la razón a la rabia acumulada entre cántaras,
a cualquier emisario por azar, vulnerable ante su fortuna.
¿Cuál es el rumbo por amor?
Nada más que el amor sin rumbo.
El rumbo son los dos.
Viernes, 08 de junio de 2018
Félix Sánchez
Un ciudadano más.