1. Abel Guizado Salazar
RUMBO A CAJAMARCA
Luego de la victoria obtenida en Huamachuco, Atahualpa decide hacerse cargo de los
invasores, todos los informes que recibe de sus emisarios dan cuenta que son unos inútiles y no
pueden caminar si no es sobre unos “pacos”, por lo que envía a Sikinchara para que conduzca a los
extraños a Cajamarca, lugar donde existía muchos cienegales y acequias que impedía el
desplazamiento de los caballos.
Pizarro emprendió la marcha a Cajamarca en 1532. El viaje fue difícil por el calor del
desierto, la falta de agua y el cansancio de los soldados. A la altura de Saña tomaron el camino
hacia los Andes, ahora el problema sería el intenso frío de las alturas.
El 15 de noviembre de 1532 los españoles llegaron a las alturas de Cajamarca, en el cerro la
Shicuana realizaron un ligero descanso, desde allí observaron un gran valle que mostraba diversas
tonalidades de verde, por los diversos cultivos que allí existía.
La ciudad de Cajamarca estaba asentada en las estribaciones del Cumbe, sus edificios eran
de piedra y al centro se encontraba una gran plaza pública. En la zona este en las llanuras y las
faldas se veía gran cantidad de toldos que ocupaban más de tres kilómetro de extención, esto
asombró a los españoles, allí se encontraba Atahualpa rodeado de gran cantidad de personas. Los
españoles se sintieron abrumados por el miedo. Sobre este aspecto el cronista Miguel Estete dijo lo
siguiente: “…el real de Atabalipa ocupaba más de legua y media de valle y eran tantas las
tiendas... que nos puso harto espanto, porque no pensábamos que indios pudieran tener tan
soberbia estancia ni tantas tiendas... que nos causó a los españoles harta confusión y temor,
aunque no convenía mostrarse ni menos volver a tras, por que si alguna flaqueza en nosotros
sintieran, los mismos indios que llevábamos nos matarían.”
Luego de sobreponerse al susto descendieron divididos en tres grupos, Hernando Pizarro
encabezaba la comitiva española y fue el primero que ingresó a la ciudad lo acompañaban
aproximadamente 168 españoles conformados por 106 infantes y 62 hombres a caballo a ellos les
acompañaba una mujer, Juana Hernández traída por Hernando de Soto además les acompañaban
centenares de indígenas nicaragüenses, guatemaltecos, esclavos negros y quienes se habían
adherido a los españoles como los tallanes, chimues, lambayeques, etc. Los curacas de estos reinos
ingresaron cargados en hamacas y líteras.
Los españoles que ingresaron a Cajamarca lo describen así: “... estaba asentada a la falda
de una sierra. A la entrada de la ciudad había dos puentes en medio del pueblo estaba una
plaza grande cercada de tapias y casas de aposento... y visto el pueblo no se hallaron mejores
aposentos que los de la plaza”
Los españoles hicieron un rápido reconocimiento de la cuidad y sus alrededores Francisco
Pizarro se reunió con los capitanes y el cura Valverde para planificar la captura de Atahualpa, allí se
decidió enviar a Hernando de Soto a entrevistarse con el inca pero sobre todo debería de hacer un
reconocimiento del camino, la geografía y sobre el poderío bélico de Atahualpa. El pretexto era
pedir permiso para alojarse e invitarlo a comer con Pizarro en Cajamarca. Así Soto y un grupo de
jinetes partieron en dirección de Pultumarca, como traductor llevaron a Felipillo. El camino a
Pultumarca estaba empedrado sobre un terreno pantanoso donde abundaban los juncos y las totoras.
Un grupo de jinetes se quedaron en las orillas del río Chonta a Hernando de Soto lo acompañaron
quienes escribirían este encuentro Juan Ruiz de Arce, Cristóbal de Mena, Francisco de Jerez y
2. Abel Guizado Salazar
Diego Trujillo, estos cruzaron el río y preguntaron por el inca, los indígenas no mostraron
curiosidad por los extranjeros y lo condujeron hasta el aposento de Atahualpa, Francisco de Jerez
sostuvo que el ejército inca estaba conformado por gente diestra en la guerra. Al respecto Cristóbal
de Mena dice: “... piqueros, alabarderos y flecheros, y en otro escuadrón había indios con
tiraderas y hondas y otras con porras y mazos. Los cristianos pasaron por medio de ellos sin
que ninguno hiciese mudanza.”
Cuando llegaron frente a Atahualpa, este se encontraba rodeado de muchas mujeres jóvenes
muy bonitas y unos seiscientos curacas principales. El inca ni siquiera alzó los ojos para ver a los
españoles, tampoco respondió el saludo ni la invitación que les hicieran estos. Soto no consiguió
ninguna respuesta.
Pizarro preocupado por la suerte de Soto envió a veinte jinetes más esta vez al mando de su
hermano Hernando Pizarro, quien llevaba como intérprete a Martinillo. Este acontecimiento fue
bastante duro para los españoles, el inca en todo momento los trató con indiferencia, casi al
anochecer aceptó la invitación el mismo que se realizaría al día siguiente. Los españoles retornaron
a la ciudad temerosos de lo que esa noche podría suceder.
La noche se hizo larga nadie durmió de miedo a que los indígenas ataquen. Al día siguiente
después del medio día Atahualpa subestimando a los europeos ordenó a su general Rumiñahui que
rodera los cerros de Cajamarca para impedir la huida de los extranjeros, e ingresó acompañado por
su corte, barrenderos, saumeadores, bailarines, cantantes, cargadores, ancianos, niños, mujeres y
nobles como por ejemplo el señor de Chincha, quien también iba cargado en andas, ningún soldado
acompañaba a esta corte. El inca se presentó sobre una lítera de oro al llegar al centro de la plaza, al
no ver a nadie comprobó su afirmación de que los extraños le tenían miedo.
De pronto salió el sacerdote dominico Fray Vicente Valverde quien había sido encargado
de leer el documento que los europeos llamaban “el requerimiento” por la cual se informaba que
venían en nombre del rey y del papa para incorporar estas tierras a sus dominios y otorgarles la fe
católica. Al ser rechazado por Atahualpa que no comprendió el mensaje se inició la arremetida, se
soltaron los perros, salieron la infantería y la caballería, la bulla que originaron los arcabuces y los
cañones ahuyentaron a los acompañantes del inca, ese 16 de noviembre de 1532 la plaza de
Cajamarca se convertiría en una carnicería humana. Finalmente Atahualpa fue capturado por los
invasores. Rumiñahui a quien Atahualpa le había encargado que se colocara en los cerros cercanos
para capturar a los españoles que pudieran fugar de la plaza, no atinó a tomar una decisión
inmediata todo sucedió tan rápido, el bullicio y el estruendo de las armas de fuego provocó el
pánico en sus tropas quienes huyeron hacia el norte. Francisco de Jerez en su Verdadera relación
de la conquista del Perú dice:
“El gobernador dijo a Fray Vicente que si quería ir a hablar con Atabalipa, él dijo
que sí , y fue con una cruz en la mano y con una Biblia en la otra, y entró por entre la gente
hasta donde Atabalipa estaba y le dijo “yo soy el sacerdote de dios y enseño a los cristianos la
cosa de Dios y así mismo vengo enseñar a vosotros. Lo que yo enseño es lo que Dios nos habló,
que está en este libro ; y por lo tanto de Parte de Dios y de los cristianos te ruego que seas su
amigo...”
Atabalipa dijo que se le diese el libro para verlo y él se le dio cerrado; y no acertando
Atabalipa a abrirlo, el religioso extendió el brazo y Atabalipa con gran desdén le dio un golpe
en el brazo, no queriendo que lo abriese... y no maravillándose de las letras ni del papel... lo
arrojó ... y respondió con mucha soberbia diciendo “ Bien sé lo que habeis hecho por ese
camino como habeis tratado a mis caciques y tomado la ropa de los bohíos”
3. Abel Guizado Salazar
El religioso dijo al gobernador lo que había pasado . luego el gobernador tomó su
espada y entró en medio de los indios y con mucho ánimo con solo cuatro hombres que lo
pudieron seguir llegó hasta la litera donde Atabalipa estaba y sin temor le hechó mano del
brazo izquierdo diciendo “Santiago” sonaron los tiros y las trompetas y salió la gente de a pie
y de a caballo. Los caballos salieron por encima de los indios hiriendo y matando. .. en breve
tiempo fueron los más de ellos metidos a espada. Todos los que traían las andas de atabalipa
murieron... y el gobernador se fue a su posada con su prisionero...Cosa fue maravillosa ver
preso en tan breve tiempo a tan gran señor... ”
Capturado el inca lo condujeron a una casa de piedra, hoy podría ser el cuarto de rescate. Al
día siguiente de la captura de Atahualpa el primer botín sería de 80 000 pesos de oro 7 000 marcos
de plata y 14 esmeraldas.
EL RESCATE
Atahualpa comprendió que sus captores lo matarían en cualquier momento, por lo que
ofreció por su rescate llenar en dos meses dos cuartos de plata y uno de oro hasta donde alcance su
mano en dos meses.
Para pagar el rescate ofrecido, ordenó saquear los principales templos y palacios reales.
Hernando Pizarro bajó hasta Pachacamac profanó este templo que se había convertido en el más
importante de la costa pero sólo encontró al ídolo que había sido construido de un madero de
lúcumo. Otro templo que fue saqueado fue el de Coricancha, muy poco de lo que se sacó de este
lugar llegó a Cajamarca.
EJECUCIÓN
El 26 de julio de 1533 Atahualpa era conducido al patíbulo había sido condenado a morir
bajo los cargos de atentar contra la vida de los españoles, de haber dado muerte a su hermano
Huáscar, por practicar la poligamia y por idólatra. La condena era morir en la hoguera,
considerando que esta ejecución se daba solo a los delincuentes ,Atahualpa aceptó ser bautizado y
su ejecución fue la del garrote. Su cadáver quedo expuesto hasta el día siguiente. Muchas de sus
hermanas y esposas secundarias de ahorcaron para tener la dicha de servir al inca en las mansiones
del sol.
REPARTO DEL BOTÍN
El botín de Cajamarca se repartió según los aportes económicos de cada una de las
empresas conquistadoras. Eran las utilidades comunes de una empresa privada comercial
cualquiera. Por ello los jinetes recibieron el doble de oro, eran quienes más habían arriesgado su
capital al contribuir con caballos arrieros y armas, una mitad recibieron los peones. Los jefes de las
escuadras no se contentaron con las abultadas sumas que les tocó. Cieza de León afirma”... oí decir
que se hurtó cantidad de oro y los que más metieron la mano en ello fueron los capitanes”.
Otros cronistas aseguran que los oficiales reales fueron sobornados por quienes evadieron el pago
del quinto real.
4. Abel Guizado Salazar
El reparto ocasionó una locura económica. Los precios se elevaron considerablemente, por
la renta de un caballo se cobraba miles pesos de oro, muchos de los que se beneficiaron del botín
regresaron a España.
Diego de Almagro y su gente recibieron solo migajas del botín, por no haber estado al
momento de la captura del inca.