Coffee Break - Opinión desde la Academia: Compartamos un café con María José Castillo con su nota: Seguro agrícola en Ecuador: ¿Un servicio a la comunidad o un negocio rentable?
Dejar en buenas manos: Una habilidad poco discutida
Coffee Break - Opinión desde la Academia: Seguro agrícola en Ecuador
1. Seguro agrícola en
Ecuador: ¿Un servicio a
la comunidad o un
María José Castillo negocio rentable?
mjcasti@espol.edu.ec
Profesora área de agro
negocios - ESPAE Año 1 No. 4 - Marzo 2011
El seguro agrícola se ha desarrollado en los países del primer mundo desde hace más de 70
años, en la mayoría de los casos con una fuerte intervención gubernamental como es el caso
de los Estados Unidos de América, Canadá, países de la Unión Europea, entre otros. En
Latinoamérica, con ciertas excepciones como el caso de Argentina en seguros contra granizo,
este tema es aún relativamente nuevo.
En Ecuador hubo un intento poco sostenible en la década de los 80, el caso del Consejo
Nacional de Seguro Agropecuario (CONASA), el cual terminó debido a problemas operativos.
Desde ahí el seguro agrícola ha estado mayoritariamente ausente excepto por el aún pequeño
mercado desarrollado por Seguros Colonial (hoy QBE-Seguros Colonial) desde 1998, el cual ha
crecido de 800 asegurados en el 2001 a aproximadamente 5.000 en el 2010.
La importancia de contar con un mercado de seguro agrícola es clara: no solo permite la
continuidad de la producción agrícola sino que les da a los agricultores mayor capacidad para
asumir riesgos (uso de mejores tecnologías agrícolas) y mayor acceso a fuentes crediticias. Sin
embargo, este ha sido un mercado prácticamente inexistente en el país debido a problemas
tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda. Por el lado de la demanda, la
falta de cultura y la complejidad del seguro agrícola convencional (cobertura de riesgos
específicos, limitado número de días para un aviso de siniestro, entre otros aspectos), así como
también el relativamente alto precio del seguro han constituido los problemas principales. El
último problema, sin embargo, es resultado de las dificultades por el lado de la oferta.
Es la oferta la que talvez enfrenta los problemas más fuertes. Para mencionar los principales:
a) El nivel tecnológico de la mayoría de productores agrícolas en el país, los cuales son
pequeños y medianos, es bastante deficiente lo que incrementa el riesgo de la actividad
agrícola y son, en general, estos productores los que más necesitan del seguro agrícola ya que
tienen menor capacidad para enfrentar riesgos;
b) La inestabilidad intrínseca de la actividad agrícola lleva a una alta siniestralidad (alta
proporción de indemnizaciones respecto a primas pagadas);
c) El riesgo moral está siempre latente, el cual pone a los asegurados en la posición de elegir si
manejar su cultivo eficientemente o descuidarse debido a que cuentan con
seguro. Este problema es agravado por la alta variabilidad de los precios y por políticas
agrarias poco efectivas, lo cual en algunos casos lleva a los asegurados a dejar perder su
producción en tiempos de precios bajos y tratar de enmascarar esa pérdida con causas
cubiertas por el seguro (sequía, heladas, inundación, etc.).
2. Todos estos problemas elevan el costo del seguro agrícola. Además, la información climática y
de rendimientos agropecuarios en el país tiende a ser insuficiente o poco confiable, lo cual
hace más costoso el implantar y mantener un sistema de seguro agrícola.
Entonces cabe la pregunta: ¿Debería verse al seguro agrícola en Ecuador como un rubro de
servicios por parte de las aseguradoras, es decir, una actividad de servicio a la comunidad, sin
esperar retornos financieros positivos? o ¿Podría ser el seguro agrícola una actividad rentable?
La respuesta como siempre en la economía es: depende. En este caso depende de quién
estemos hablando, si de empresas estatales o del sector privado. Muy escasos son los países
que cuentan hoy en día con un seguro agrícola provisto directamente por el Estado (Panamá
es uno de ellos) y esto es debido a que, entre otras cosas, los gobiernos no son capaces de
establecer primas adecuadas ni de realizar evaluaciones de pérdidas de forma imparcial
(Oficina de Riesgo Agropecuario, Argentina). Podemos de ahí concluir que la participación del
sector privado es indispensable para un seguro agrícola eficiente y sostenible y sabemos que
la viabilidad financiera es indispensable para dicha participación. ¿Cómo podría entonces el
seguro agrícola transformarse en una actividad atractiva para el sector privado?
Antes que nada hay que considerar que la necesidad de instrumentos de este tipo es cada vez
más creciente en vista de la pobreza rural, el problema de la migración campo-ciudad y la
importancia de contar con un abastecimiento confiable de alimentos tanto a nivel nacional
(seguridad alimentaria) como internacional. Por lo tanto la demanda es potencialmente
creciente, lo cual resultaría beneficioso para las empresas ya que un alto volumen de pólizas
permitiría cubrir mejor los costos fijos y generar economías de escala. Pero el llevar esta
demanda a realizarse depende, en gran parte, tanto de los esfuerzos que se hagan en
capacitación a la población objetivo, como de contar con suficientes experiencias exitosas de
clientes del seguro. Esta última es usualmente la mejor promoción para cualquier seguro. En el
caso de Ecuador, donde el seguro agrícola es al momento ofrecido por sólo una empresa
aseguradora, los casos de clientes satisfechos van en aumento pero aún son pocos.
Otro aspecto que puede mejorar la demanda del seguro agrícola es la actuación del Estado.
Como se sugirió inicialmente, la experiencia de otros países indica la importancia de contar con
la participación del Estado. Debido a la importancia social de este instrumento, la participación
del Estado con subsidios parciales (especialmente para pequeños y medianos productores) y
i
capacitación es crucial para incentivar a los agricultores a comprar el seguro. En Ecuador, el
gobierno nacional a través del MAGAP ha empezado a invertir desde el 2010 en la promoción y
el subsidio a las primas de seguro agrícola (60% del valor de la prima) iniciando con cultivos de
arroz, maíz duro, papa y trigo, cuyas primas representan entre el 5 y el 7% de la suma
asegurada (usualmente el costo de producción). El efecto de esta intervención sobre la
demanda podría empezarse a ver en el corto plazo.
Por otro lado, dado que la agricultura es una actividad intrínsecamente riesgosa, con una tasa
ii
de siniestralidad generalmente mayor a la de otros tipos de seguros , la sostenibilidad de la
oferta del seguro agrícola requiere de diversificación tanto dentro de la empresa como en la
cartera de cultivos, la cual debe estar conformada con productos cuyos coeficientes de pérdida
sean independientes entre sí o estén inversamente relacionados, de forma que las pérdidas de
unos sean contrarrestadas por los beneficios de otros (Oficina de Riesgo Agropecuario,
Argentina).
Una constante inversión en información climática y de rendimientos es otro aspecto crítico para
la sostenibilidad del seguro así como también la inversión en mejoramiento del producto o
desarrollo de alternativas para los productores más pequeños, como podría ser el caso de los
3. seguros indexados, todos estos elementos de gran importancia para un mejor ajuste de las
primas y en donde además la participación del Estado podría jugar un rol significativo.
Por último, una importante estrategia para que el seguro agrícola incremente su efectividad y
que las empresas puedan experimentar mayor rentabilidad es no solo articular el seguro
agrícola con la actividad crediticia, como ya lo ha venido haciendo Seguros Colonial (a través
del BNF y bancos privados como el Banco de Loja) y como el MAGAP está impulsando a
través de cooperativas rurales de ahorro y crédito, sino también articular este servicio con
proveedores de asistencia técnica y fuentes de comercialización, aspectos destinados a
garantizar un mejor cuidado del cultivo y precios más estables. La coordinación con el gobierno
para estos esfuerzos sería también crucial.
Tomando en cuenta estos aspectos el seguro agrícola podría volverse un negocio atractivo
para el sector privado, siendo la participación del Estado de gran importancia para incrementar
la demanda y la sostenibilidad del sistema. Aún hay mucho por hacer tanto por el sector público
como por el privado para desarrollar un mercado de seguro agrícola efectivo y sostenible pero
son esfuerzos que se puede predecir valdrán la pena ya que los agricultores reconocerán cada
vez más la importancia no solo de proteger su producción en vista de las condiciones climáticas
cada vez más impredecibles, sino de aprender la disciplina productiva que exige un seguro
agrícola. La tendencia de los gobiernos a nivel mundial y de los organismos internacionales
sugiere además que Ecuador no está solo, hay mucho apoyo potencial para desarrollar este
tema.
i
Además está el hecho de que el seguro agrícola constituye una alternativa más barata para atender a la
población rural que extender ayudas en momentos de adversidades climáticas generalizadas.
ii
La siniestralidad agrícola, según afirma Seguros Colonial, está entre el 40 y el 70%, la más alta de todos
los rubros de seguros que ellos manejan.