Las nubes se forman cuando el vapor de agua en la atmósfera se condensa en pequeñas gotas o cristales de hielo. Dependiendo de factores como su densidad y grosor, las nubes pueden verse blancas, grises o negras. Las nubes pueden convertirse en lluvia, granizo o nieve cuando las gotas se hacen lo suficientemente grandes.
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Sesión 3. tipos de párrafos según su función
1. Tipos de párrafos según su
función
Redacción de artículos científicos
Dra. Daniela Renjel Encinas
Sesión 3
2. Tipos de textos
Una nube es un hidrometeoro que consiste en una masa visible
formada por cristales de nieve o gotas de agua microscópicas
suspendidas en la atmósfera. Las nubes dispersan toda la luz
visible y por eso se ven blancas. Sin embargo, a veces son
demasiado gruesas o densas como para que la luz las atraviese,
cuando esto ocurre la coloración se torna gris o incluso negra.
Considerando que las nubes son gotas de agua sobre polvo
atmosférico y dependiendo de algunos factores, las gotas pueden
convertirse en lluvia, granizo o nieve. Las nubes son
un aerosol formado por agua evaporada principalmente de los
océanos.
Fuente: www.wikipedia.es
3. Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de
eternidad. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y todas las
cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas —tan fugitivas—
permanecen eternas. A estas nubes que ahora miramos las
miraron hace doscientos, quinientos, mil, tres mil años, otros
hombres con las mismas pasiones y las mismas ansias que
nosotros. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan
rápidamente. Algunas, de color de ceniza, cuando cubren todo
el firmamento, dejan caer sobre la tierra una luz opaca,
tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Fuente: Las nubes, de Azorín
4.
5. Una vez el calor del sol calienta el agua, la evapora y rompe los
entre las moléculas de H2O. El aire forma una especie de globo
invisible que rodea a las moléculas de agua en estado gaseoso y
comienza a elevarlas. Conforme aumenta la altitud, sin embargo, baja
temperatura y en un determinado momento las moléculas de agua se
recondensan de nuevo formando lo que desde lejos percibimos como
una nube. El punto exacto en el que el agua se condensa hasta llegar
estado gaseoso se llama punto de rocío. Una vez formada la nube, el
aire caliente que se encuentra en las capas bajas de la misma tiende a
ascender, dejando espacio para que más vapor de agua pase por el
punto de rocío y se forme una nube cada vez más grande. Es lo que
percibimos, desde el suelo, como un cúmulo.
Fuente: http://lasnubes2019.blogspot.com/
7. La “contemplación” de las nubes es una actividad que deberían
promover los padres en sus hijos. No siempre es común
─menos hoy en día que vivimos una carrera contra el tiempo─
el detenerse a mirar el cielo y admirar, en primer lugar, que hay
algo casi mágico sobre nuestras cabezas; algo que, sin poder
controlar, tiene explicación científica al margen de una gran
belleza. En segundo lugar, el paso de las nubes es importante
para enseñarle a un niño la dirección del viento y cómo, en sus
variedades, puede leerse detalles sobre su formación y
condensación. Es lamentable que hoy un día veamos con una
naturalidad nada valorativa las maravillas de la naturaleza y una
realidad inalterable frente al avance de la tecnología y otros
mecanismos de deshumanización. Los padres tienen una
función primordial en la presentación de las maravillas de la
naturaleza en sus hijos.
8. Nuestra conciencia del tiempo ha llegado a tal grado de intensidad que
padecemos vivamente siempre que nuestros viajes nos llevan a algún rincón
del mundo donde la gente no tiene interés por los minutos y segundos. Para el
hombre que vive en un mundo preindustrial, el tiempo se mueve con paso
lento y holgado; no tiene la preocupación del minuto por la sencilla razón de
que no le han forzado a tener conciencia de la existencia de los minutos. Eso
nos lleva a una aparente paradoja. Vivamente penetrado de las más
pequeñas partículas que constituyen el tiempo, el hombre industrializado
perdido en gran parte el antiguo sentido del tiempo en sus divisiones
mayores. El tiempo que conocemos es artificial, hecho a máquina. En general,
general, casi no tenemos conciencia del tiempo natural cósmico, medido por el
sol y la luna. Los hombres preindustriales conocen el tiempo en su ritmo de
días, de meses y de estaciones. Perciben la salida del sol, el mediodía y el
crepúsculo; la primavera y el verano, el otoño y el invierno. Al hombre
preindustrial nunca le fue posible olvidar el majestuoso movimiento del tiempo
cósmico. (Aldous Huxley, “El tiempo y la máquina”)