El documento describe cómo María es el modelo supremo para contemplar a Cristo. María contempló el rostro de Cristo desde la Anunciación cuando lo concibió por obra del Espíritu Santo, durante los meses siguientes cuando empezó a sentir su presencia, y cuando finalmente dio a luz a Cristo en Belén y lo envolvió en pañales. Nadie se ha dedicado tanto como María a contemplar el rostro de Cristo con los ojos de su corazón.