La ciencia y la tecnología han transformado las sociedades contemporáneas, aunque sus beneficios no se distribuyen equitativamente. Mientras que en los países desarrollados mejoran la calidad de vida, en los países en desarrollo a menudo aumentan las desigualdades. La educación en ciencia y tecnología debería enfocarse en cómo estas áreas pueden construir formas de vida satisfactorias para todos y disminuir brechas sociales, en lugar de solo capacitar para el empleo.