1. Teoría de la interpretación
Según la teoría de la interpretación de Ricoeur (Ricoeur, 2001), existe un
proceso completo que engloba la dialéctica de la explicación y la comprensión.
Como el autor lo refiere, este proceso se enmarca primero como un paso de la
comprensión a la explicación y después como un paso de la explicación a la
comprensión. “En la primera etapa, la comprensión será una ingenua captación
del sentido del texto en su totalidad. En la segunda, la comprensión será un modo
complejo de comprensión, al estar apoyada por procedimientos explicativos”
(2001, p.86).
De esta forma, al principio la comprensión es una conjetura, al final, satisface
el concepto de apropiación que es entendida como el proceso en el cual el lector
se apropia del sentido del texto mismo, concebido en forma dinámica como la
dirección que el texto ha impreso al pensamiento. Es decir que “lo que tiene que
ser apropiado no es otra cosa que el poder de revelar un mundo que constituye la
referencia del texto" (2001, p.84).
En efecto, se hace necesario realizar conjeturas pues el sentido verbal del
texto ya no coincide con el sentido mental o la intención del texto. Esta intención
es a la vez lograda y abolida por el texto, que ha dejado se ser la voz de alguien
presente. Podemos decir, en este sentido, que no debe primar la búsqueda de las
intenciones del autor, ni de lo que está detrás del texto, sino de lo que está en él y
de lo que éste abre. Debemos, por lo tanto, hacer conjeturas sobre el sentido del
texto porque, como lo señala el Ricoeur, las intenciones del autor están más allá
de nuestro alcance.
El hecho es que el autor ya no puede rescatar su obra (…) su intención es
desconocida para nosotros, a veces redundante, a veces inútil y otras hasta
perjudicial en lo que atañe a la interpretación del sentido verbal de su obra. Aún en
los mejores casos, tiene que estudiarse a la luz del texto mismo. Así, al arribar a
tantas conjeturas como lectores se enfrenten a un texto, dichas conjeturas se
deben someter a un proceso de validación a través de métodos pues “una
1
2. interpretación debe ser no solamente probable, sino más probable que otra
interpretación.
De este modo, cuando la conjetura ha sido validada lo que el lector hace
propio no es algo mental, no es la intención de otro sujeto, sino el proyecto de un
mundo, la pro-posición de un modo de ser en el mundo que el texto abre frente a
sí mismo por medio de sus referencias no ostensibles. Entonces, la interpretación
se constituye como el proceso por el cual la revelación de nuevos modos de ser
(…) dan al sujeto nuevas capacidades para conocerse a sí mismo”. Como lo
expresa el autor, si la referencia del texto es el proyecto de un mundo, entonces
no es el lector el que principalmente se proyecta a sí mismo, sino que éste crece
en su capacidad de autoproyección al recibir un nuevo modo de ser del texto
mismo.
Por otra parte, también nos sustentamos en la teoría de la predicación
metafórica y discurso simbólico en cuyos fenómenos “el sentido literal o superficial
exige el tránsito a un sentido no – literal o profundo” (Reisz de Rivarola, 1982). A
los
fines
de
esclarecer
algunos
conceptos
propuestos
por
la
autora,
presentaremos a continuación un breve esbozo de su teoría con los presupuestos
más relevantes para este trabajo.
“En general cuando hablamos de una metáfora relativamente simple, nos
referimos a un enunciado u otra expresión en la que algunas palabras están
usadas metafóricamente mientras que las restantes están usadas no –
metafóricamente. Todo intento por construir un enunciado entero con palabras
usadas metafóricamente da como resultado un proverbio, una alegoría o un
enigma” (Black, 1962) En este sentido, Reisz de Rivarola refiere que la metáfora
es un fenómeno contextual y el cambio de significado que afecta al lexema o a los
lexemas utilizados metafóricamente resulta de la interacción entre el significado
literal de dicho lexema y el de los demás lexemas que integran una frase, y por
esta razón es preferible no hablar de metáfora sino de “frase o enunciado
metafórico”. Además, un lexema adquiere un significado metafórico en
determinados contextos en cuyo interior se opone a otros u otros lexemas
tomados literalmente. Esta mencionada oposición se caracteriza como “quiebra de
2
3. la isotopía”. En relación a esto, la autora subsume lo que se denomina proverbio,
enigma o alegoría bajo el nombre de “discurso simbólico”, y reserva el concepto
de “metáfora” para aquellos casos en que la quiebra de la isotopía de la frase es el
punto de partida para el tránsito de un significado literal a un significado no literal,
un proceso que si bien afecta a todos los componentes de la frase, se focaliza en
un lexema o lexemas – aquel o aquellos que quiebran la isotopía y que por ello
mismo deben ser interpretados en un sentido capaz de restituirlo –. Se llama
“concepto superficial” (CS) al significado literal del lexema o los lexemas que
quiebran la isotopía de la frase y “concepto profundo” (CP) al significado capaz de
restituir la isotopía.
En este contexto, se denomina “foco” al lexema utilizado metafóricamente y
“marco” a los demás componentes de la frase. En una predicación metafórica
explícita, si se denomina “concepto – objeto” o “especificado” a aquel del que se
predica algo y “concepto determinante” al que especifica al “concepto – objeto”, la
estructura predicativa de la metáfora se manifiesta cuando el “concepto – objeto”
está representado en la frase por el sujeto gramatical y el “concepto determinante”
por el predicado gramatical. En este caso, la interacción entre foco y marco está a
su vez focalizada en los dos elementos de la frase que integran la predicación
metafórica. Así, ésta tiene lugar entre el significado literal del lexema que quiebra
la isotopía (concepto determinante) y el significado literal del lexema especificado
por él (concepto – objeto) y que forma parte de la isotopía de la frase. Este último
es el marco inmediato. Los demás componentes de la frase constituyen el marco
mediato de la predicación metafórica.
Ahora bien, cuando no hay tal quiebra – y aún así todos los elementos de la
frase o de una unidad de rango superior exigen el tránsito de un sentido literal a un
sentido no literal – se está ante un “discurso simbólico”. Se llama “pictura” al
sentido literal del discurso y “subscriptio” al sentido no – literal. La condición básica
para que haya símbolo es, según la autora, que el discurso permita una lectura
literal y por lo menos otra no – literal y que los elementos de ambas lecturas estén
articulados conforme a un mismo esquema básico de relaciones. Aún así, no es
necesario que todas las relaciones entre los elementos de una lectura se
3
4. correspondan con todas las relaciones entre los elementos de la otra, es decir,
para que haya isomorfismo basta que haya una correspondencia parcial.
En consecuencia, entre un elemento de la pictura y un elemento de la
subscriptio pueden existir rasgos comunes (en el sentido de la intersección
semántica); también es posible que un elementos de la pictura transfiera a un
elemento de la subscriptio una connotación habitual – convencional u ocasional
subjetiva. Sin embargo, estas correspondencias aisladas (…) no son condición
suficiente para crear la duplicidad de lectura. Lo decisivo es que los elementos
correspondientes ocupen una posición equivalente dentro de un sistema de
relaciones equivalente.
De esta forma, para interpretar los diferentes poemas no solamente hay que
posicionarse en el nivel de la frase que es en donde se puede arribar a un sentido
global, sino también desde la dialéctica entre la explicación y la comprensión,
proceso que permitiría arribar a una interpretación que de inicio a una nueva
autocomprensión.
Bibliografía
Black. (1962),s/d
Reisz de Rivarola, S. (1982). Teoría y análisis del texto literario. Buenos Aires:
Hachette.
Ricoeur, P. (2001). Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido.
Buenos Aires: Siglo XXI.
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