1. Instituto de Formación Docente Continua.
Villa Mercedes.
Espacio Curricular: TEORÍA LITERARIA IV
Profesor responsable: Pablo Dema
Carrera: Profesorado en Lengua y Literatura
TRABAJO FINAL
Corpus de poemas de Antonio Machado
Alumna: Sosa Claudia Susana.
1
2. INTRODUCCIÓN
Corpus seleccionado
Iniciamos este trabajo con una minuciosa lectura de diversos poemas de Antonio
Machado, todos ellos provistos de un intenso lirismo y de profundas reflexiones que
permiten al lector introducirse en una inusitada realidad creada por el texto mismo.
Centramos nuestra atención en aquellos poemas que tuvieran como tema el tiempo,
aquello que forma parte de la historia personal de cada sujeto y que constituye una parte
esencial en la experiencia humana, permitiendo al hombre poder encontrarse a sí
mismo, su razón de ser. Para ello, hemos seleccionado dos poemas del autor que
conforman nuestro corpus: El limonero lánguido suspende... y Fue una clara tarde.
(Machado, 1992)
Hipótesis
En ambos poemas analizados situamos cómo hipótesis de sentido: "la
búsqueda de ser en el tiempo, en la relación dialéctica pasado - presente
manifestado a través de la melancolía constante por el tiempo pasado". En
El limonero lánguido suspende... se vive la ilusión de poder unir los dos
momentos, pasado y presente, que se igualen, que se arribe a esa
superposición temporal, y que se suscite la presencia del pasado en el
presente. En Fue una clara tarde, el pasado o bien la melancolía de lo que
fue, entra en el tiempo presente, con un juego en que se afirma al mismo
momento en que se niega esa confluencia. De esta, forma se devela esa
búsqueda del ser en la temporalidad de lo que fue y no puede ser.
2
3. ELEMENTOS TEÓRICOS Y ESTRATEGIA DE
ABORDAJE
Abordaremos este trabajo desde la teoría de la interpretación en cuyo
proceso el lector "se ha de apropiar del sentido del texto mismo, concebido en
forma dinámica como la dirección que el texto ha impreso al pensamiento, es
decir, del poder de revelar un mundo que constituye la referencia del texto"
(Ricoeur, 1989). Para ello, el destinatario debe efectuar procesos de cooperación
interpretativa en la que se ejecuta un fragmento de enciclopedia necesario para
la comprensión de dicho texto (Eco, 1990)
Asimismo, para poder realizar este análisis interpretativo nos
centraremos en la teoría de la metáfora propuesta por Ricoeur (Ricoeur,
2001) que establece que la misma es una creación instantánea de sentido,
una innovación semántica que no tiene reconocimiento en el lenguaje ya
establecido. El lenguaje poético destruye la referencia espontánea del
lenguaje ordinario, y en virtud de la distancia que toma con respecto a la
realidad abre nuevas dimensiones de la realidad. Se anula una referencia
descriptiva en beneficio de una referencia metafórica. De esta manera,
buscaremos en nuestro corpus elegido ese poder del enunciado
metafórico, de reconfigurar una realidad inaccesible a la descripción
directa, buscaremos la emergencia de una nueva creación de sentido.
Por otra parte, al vislumbrar en nuestro corpus la presencia de
símbolos, emprenderemos nuestro análisis del símbolo a través de la
teoría de la metáfora. Así, "el giro metafórico a que tienen que someterse
nuestras palabras en respuesta a la impertinencia semántica en el nivel de
la oración entera, puede ser tomado como el modelo para la extensión del
sentido operativo en cada símbolo" (Ricoeur, 2001)
3
4. En toda lectura interpretativa se parte de una conjetura pues el
sentido verbal del texto no coincide con el sentido mental o la intención
del texto; las intenciones del autor escapan a nuestro alcance. Por ello,
dichas conjeturas se comprueban mediante procedimientos de validación
que constituye una disciplina argumentativa, en efecto, como expresa
(Ricoeur, 2001) "una interpretación debe ser no solamente probable, sino
más probable que otra interpretación" Finalmente se produce una
apropiación de lo que antes era extraño, del "proyecto de un mundo, la
pro-posición de un modo de ser en el mundo que el texto abre frente a sí
mismo por medio de sus referencias no ostensibles" (Ricoeur, 2001) Sobre
la base de estos presupuestos teóricos nos adentraremos en el recorrido de
este trabajo en cuyo proceso como lectores podremos conocernos a sí
mismos.
"La metáfora, atañe a la semántica de la oración antes de que se
relacione con la semántica de la palabra. Y ya que la metáfora sólo tiene
sentido en una expresión" (Ricoeur, 2001) hablaremos de expresión
metafórica. Nos situaremos, así, como estrategia de abordaje en el nivel de
la frase entera que es la que suscita la extensión de sentido de las palabras
aisladas.
ANÁLISIS DE LOS POEMAS
Análisis de El limonero lánguido suspende...
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta,
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
Los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo,
que el hálito de abril cercano lleva;
4
5. y estoy solo en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja;
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el petril de piedra
de la fuente dormida, o en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena
y de la buena albahaca
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras
En el agua serena,
Para alcanzar los frutos encantados
Que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.
Como estrategia de abordaje optamos por seguir en algunos casos la
división en estrofas que presenta el poema y en otros decidimos tomar
varias estrofas en conjunto para poder arribar de esa manera a una unidad
de sentido. Según Umberto (Eco, 2000) "la metáfora nos predispone a ver
el mundo de manera distinta, pero para interpretarla hace falta
preguntarse no por qué sino cómo nos muestra el mundo de esa forma
nueva" Así, podemos ver cómo los primeros cinco versos nos introducen
a una situación espacial única. Por otro lado, nos dice Ricoeur (Ricoeur,
2001) que en la metáfora, la redescripción de la realidad es suscitada por la
aprehensión tensora a nivel de la elocución de donde brota una nueva
visión de la realidad, a la cual se resiste la visión ordinaria porque está
5
6. apegada al empleo ordinario de las palabras. "El eclipse del mundo
objetivo y manipulable da lugar así, a la revelación de una nueva
dimensión de la realidad y la verdad" (Ricoeur, 2001). De esta forma, se
nos presenta en estos primeros versos una nueva realidad, un ambiente
claro y sereno que hace presente y viva nuestra situación en ese lugar.
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta,
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
Los frutos de oro...
Al igual que en la teoría de la metáfora, el excedente de sentido en un
símbolo puede ser opuesto a la significación literal pero con la condición
de que se opongan dos interpretaciones al mismo tiempo, por ello, el
reconocimiento del sentido literal es lo que permite ver que un símbolo
todavía contiene más sentido. Por lo tanto, "la significación simbólica está
constituida de tal forma que sólo podemos lograr la significación
secundaria por medio de la significación primaria, en donde ésta es el
único medio de acceso al excedente de sentido" (Ricoeur, 2001). Siguiendo
lo propuesto por el autor, advertimos en esta estrofa la presencia de
elementos simbólicos como la fuente limpia, símbolo cuya significación
primaria nos remite, entre otras cosas, a un manantial de agua que brota
de la tierra. Sólo desde esa primera significación podemos arribar a una
segunda significación que desde nuestra interpretación connota fluidez
temporal, dinamismo, transparencia del tiempo y la posibilidad de mirar
en él, en el pasado, en cuyo fondo "sueñan los frutos de oro"
La metáfora procede de la tensión entre dos interpretaciones en una expresión
metafórica, por ello, el principal rasgo de la metáfora es el funcionamiento real de la
predicación a nivel de la oración. La interpretación metafórica supone una
interpretación literal que se autodestruye en una “contradicción significativa”. Esta
transformación impone una torsión, que provoca una extensión de sentido, lo cual
produce, a su vez, la creación de sentido de las palabras aisladas. La metáfora aparece
6
7. así, por una inconsistencia del enunciado interpretado literalmente, por una
“impertinencia semántica” que debe seguir siendo percibida, a pesar de la emergencia
de la nueva significación, de la nueva pertinencia. Esta tensión, este conflicto entre el
sentido literal y sentido metafórico debe mantenerse en una metáfora viva.
De allí, que en la expresión los frutos de oro, se ponen en tensión estos dos
términos y sólo el conjunto constituye la metáfora. Se ponen en conflicto dos
interpretaciones cuyo resultado es absurdo pues en una interpretación literal, los frutos
naturales no son de oro. Es por ello, que la metáfora existe sólo dentro y a través de una
interpretación, se destruye la interpretación literal por lo que esta transformación
provoca la creación de sentido de las palabras aisladas. Es allí donde podemos darle
sentido a la expresión metafórica e interpretar que los, frutos de oro, dorados limones,
como doradas y bellas ilusiones, están cerca de la fuente, y una rama polvorienta está
“suspendida” sobre ella. Los limones están en la fuente, o sea en el tiempo pasado, o
bien parecen estarlo, y entonces la superficie del agua es un espacio que permite la
reflexión, como en un espejo, de las ilusiones, reflejando los recuerdos, el ayer, con sus
sueños y deseos o, más bien, las ilusiones del ayer en el presente. Pero, ¿quién es el
limonero lánguido? ¿Quién sueña? El limonero es el poeta que se hará presente más
explícitamente en la siguiente estrofa y los frutos de oro: los limones, sus ilusiones;
luego es el poeta, su yo quien recuerda, quien se proyecta sobre la fuente buscando su
razón de ser en el tiempo.
El poema parece empezar de nuevo con el verso 6: se da la ambientación temporal
y espacial de la situación, mostrando así lo melancólico, sustantivo, para darle sentido al
poema:
Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo,
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja;
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el petril de piedra
de la fuente dormida, o en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
7
8. Hay aquí una rememoración de ilusiones en el patio silencioso, el patio de su
infancia; solo, el yo lírico, en una tarde clara casi de primavera, espera encontrar
vestigios de su pasado, una ilusión cándida y vieja. Es cándida no sólo por ser infantil,
sino porque persiste, porque permanece; y vieja, no sólo porque ha pasado mucho
tiempo desde que sintió aquella ilusión infantil, sino porque hace mucho que la conoce.
Es esta ilusión, antigua y pura, como las de la infancia, no mezclada todavía con la
desilusión que es siempre parte de quien mira melancólicamente hacia atrás; en suma,
busca la ilusión de entonces, pero también la de ahora, la de siempre, una ilusión que
siga presente para él, a pesar del paso del tiempo, y que mantenga intacto algún sueño
del pasado. Una ilusión, que pueda enlazar los dos momentos, pasado y presente, que
cree esa confluencia temporal, y que insinúe la presencia del pasado en el presente. Pero
el yo lírico no sólo busca una ilusión cándida y vieja sino que además mira con asombro
en torno a él percibiendo el fantasma de algún recuerdo desvanecido:
"alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el petril de piedra
de la fuente dormida, o en el aire,
algún vagar de túnica ligera".
No se especifica qué recuerdo se está buscando, pero en el aire hay un aroma que
recuerda el otro día, y ese aroma presente es el que, al fin, va a hacer clara la antigua
imagen. Aún así, lo más bello es que aún antes de que se precise ese recuerdo, siente
una especie de respuesta que dice al corazón: espera, que se materialice, que se
recupere aquello que esperó, la ilusión que tuvo y que ahora siente flotar a su alrededor.
Espera, aunque al mismo tiempo, en el aire también y en su interior, percibe una
respuesta contraria, algo que al contemplar la realidad le dice: nunca, su alma más
realista y menos soñadora descarta esa posibilidad.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
Precisamente, estos versos, por su contenido metafórico, son el nexo, el
nudo entre presente y pasado o viceversa. Sigue ese aroma evocando las
fragancias que son vírgenes por su pureza y porque las asocia con su alma
8
9. infantil, que ha recordado; y muertas porque ya no están íntegras por el
transcurrir del tiempo. Pero simultáneamente nos sugiere que esas fragancias
son ilusiones pasadas, nunca cumplidas y aún intactas que como hemos dicho
quiere recuperar.
A continuación, y hasta el final, se expresará el poeta adulto: sí, ha
rememorado esa tarde alegre y clara y no solo la rememora sino que también
habla con ella, sí, se percibe la unión entre el ayer y el hoy.
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena
y de la buena albahaca
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras
En el agua serena,
Para alcanzar los frutos encantados
Que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.
En una tarde parecida, semejante a la ya vivida pero ahora, ahí, en el
presente “clara, casi de primavera”, perfumada por la hierbabuena y la albahaca
que ahora puede recordar que cuando niño quiso alcanzar los “frutos
encantados” y hundió sus manos en el agua de la fuente. Los limones estaban
ahí entonces como ahora, nunca alcanzados, pero él no renuncia a tender su
mano para tratar de agarrarlos. El pasaje del pasado al presente se refleja en el
momento en que, mientras está recordando lo ya vivido, vuelve al momento en
que recuerda, con un cambio de un verbo en el pretérito: “tú me viste” a otro en
presente “sueñan” y con el adverbio temporal „hoy‟.
Aquella tarde pasada se junta así con la tarde en que vuelve al patio
silencioso. Pasado y presente se unen. La identidad de los dos momentos, la
búsqueda del ser en el tiempo, en esa relación dialéctica pasado - presente, está
aún más subrayada por los últimos dos versos, en que conoce y repite cuanto ha
dicho antes acerca de la tarde del pasado “tarde alegre y clara, casi de primavera,
9
10. que a su vez coincide casi exactamente con la descripción inicial de la tarde, en
el tiempo presente: “Es una tarde clara, casi de primavera”. Los últimos dos versos
del poema se refieren a este nuevo tiempo, a la vez presente y pasado, síntesis
de dos momentos lejanos entre sí pero coincidentes, en que el yo lírico se acerca
y casi alcanza su ilusión. La imposibilidad material de alcanzar los limones,
reflejo en el agua, remarcará la posibilidad o la imposibilidad de verlas
realizadas.
Además, nos encontramos en estos versos con otro elemento simbólico: la
tarde, testigo de la armonía entre el ayer y el hoy, soñó siendo niño, pero siendo
adulto también quiere los frutos encantados que hoy en la fuente sueñan. Por
tanto, en su significación primaria la tarde puede ser un simple enunciado
cronológico pero junto a esa significación primaria se encuentra la significación
secundaria, desde nuestra interpretación: melancolía por el paso del tiempo,
por el ocaso de la vida, por la fugacidad de la existencia humana. Asimismo, la
tarde, no es solamente clara por ser una tarde casi de primavera o tibia por ser tarde
de marzo sino porque connotativamente esa claridad viene determinada por el
gozo del poeta ante el hecho de la rememoración: ha armonizado su ayer y su
hoy.
Nos dice Umberto Eco, (Eco, 2000) que " la interpretación metafórica nace
de la interacción entre un intérprete y un texto metafórico, pero el resultado de
esa interpretación está autorizado tanto por la naturaleza del texto como por el
marco general de los conocimientos enciclopédicos de una cultura determinada,
y en principio no tiene nada que ver con las intenciones del hablante" De allí,
que hayamos interpretado en este poema la búsqueda del ser en el tiempo, en
una relación dialéctica, en una armonía o diálogo entre pasado y presente, entre
el ayer y el hoy, entre la melancolía y el gozo por haber armonizado el ayer y el
hoy, por haber rememorado en esa búsqueda en el presente los sueños e
ilusiones de la infancia.
10
11. Análisis de Fue una clara tarde
Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
más sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue en esta misma lenta tarde de verano.
- No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
- Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano...
11
12. Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
- Adiós para siempre, la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.
Al igual que en el poema anterior decidimos utilizar como estrategia de abordaje
la división en algunos casos de estrofas individuales, y en otros, decidimos tomar varias
estrofas en conjunto debido a la extensión del mismo. Como en el poema anterior, los
primeros versos nos sitúan en el espacio, se nos presenta una realidad construida por el
propio texto, un ambiente no sólo claro y sereno sino además triste y soñoliento.
Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
Pero además vemos cómo el poeta ingresa en un parque solitario envuelto en una
atmósfera sombría y melancólica, envuelto en un ambiente de abandono y soledad.
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
A continuación, la fuente instaura un diálogo con el yo lírico con su
monótono fluir: “¿Te recuerda, hermano, un sueño lejano mi canto presente?” y él le
contesta: “No recuerdo, hermana, mas sé que tu copla presente es lejana.”
Vislumbramos aquí, la presencia de la copla que el agua canta en su incesante y
monótono fluir, siempre igual, aunque siempre distinta de sí misma lo que
12
13. marca esta relación dialéctica en el tiempo. En este poema como en el anterior,
la fuente es símbolo del tiempo, fluidez temporal, de la vida interior que quiere
hacerle recordar un momento pasado semejante al momento presente.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue en esta misma lenta tarde de verano.
- No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
Momento en que "del rubio color de la llama, el fruto maduro pendía en la rama,/
lo mismo que ahora" Ese fruto que pendía en la rama al igual que ahora, como en el
poema anterior, es un dorado limón, como dorada y bella ilusión y se encuentra cerca
de la fuente, de esa fuente quien le habla; ilusiones del pasado y presente que son
reflejadas por el claro cristal de alegría como en un espejo, ilusiones de ayer y de ahora.
Es también en este poema el poeta, su yo quien recuerda, por medio de la fuente, quien
busca su razón de ser en el tiempo.
Es esa fuente quien no sabe de “leyendas de antigua alegría” olvidadas, por
nunca vividas, del yo lírico, sino sólo “historias viejas de melancolía”, historias
viejas pero nuevas, lejanas pero presentes, de una melancolía que es siempre la
misma, la de ahora y la de entonces, una melancolía pasada que ingresa al
presente.
Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
13
14. La fuente sabe que en “una clara tarde del lento verano” el yo lírico ya se
había acercado a ella para beber de sus aguas, manifestando así el mismo deseo,
como en el poema anterior el yo de la infancia quiso obtener los frutos de oro.
Los dos momentos se funden en uno, el pasado entra a ser parte del presente y
se confunde con él; la fuente, con su agua brotando, marca el paso del tiempo
que hace posible esta superposición de dos momentos o quizá señala una
continuidad entre aquel día pasado y el día presente, que indicaría no una
vuelta a la melancolía sino una sensación continua de la presencia del pasado
en el presente que el yo lírico, por una parte, niega, pero por la otra, afirma. Es
una búsqueda incesante del ser en el tiempo, en una relación dialéctica pasado presente que funde en un solo momento esos dos momentos de la vida humana.
Otra vez, el pasado o bien, la melancolía de lo que fue, entra en el tiempo
presente, o en su melancolía. Para escapar de ella el yo lírico se despide para
siempre de la fuente:
- Adiós para siempre, la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.
El deseo de huir de este parque encantado cuyo tiempo fluye siempre
igual, con una monotonía que parece no permitir cambios, muestra ya una
ilusión de recuperar el pasado pero a través del olvido. Aun así, el poema se
cierra con los mismos versos que describen el ingreso en el parque: la puerta
que, rechinando, se abre y se cierra. Eso nos muestra según nuestra
interpretación, una relación dialéctica inacabable que reflejaría cómo el „adiós‟ a
la fuente y al pasado con su melancolía sea una vuelta al momento inicial, a un
círculo dialéctico en que sólo se busque encontrarse consigo mismo, con su ser.
14
15. CONCLUSIÓN
Al arribar al segmento final de este trabajo nos detuvimos a
reflexionar sobre lo que nos expresa Ricoeur
"El lector crece en su
capacidad de autoproyección al recibir del texto mismo un nuevo modo
de ser" (Ricoeur, 2001). Por ello, la interpretación consiste en una
búsqueda constante de sentido, y por medio de este camino nos
encontramos con la necesidad de desvelar el verdadero sentido del ser y
por ende la capacidad de conocernos a sí mismos. Así, intentamos
entender los textos siguiendo sus movimientos desde el significado a la
referencia, es decir, de lo que no dijo a aquello de lo que nos hablaba.
Asimismo intentamos hacer propio lo que antes nos era extraño a medida
que fuimos actualizando el sentido del texto desde nuestra situación
presente.
A medida que fuimos recorriendo este sendero interpretativo
pudimos ver cómo la metáfora es una creación instantánea,
una
innovación semántica en el choque entre dos interpretaciones. De esa
manera, abordamos la metáfora producida en la frase como un todo para
captar la extensión del sentido de las palabras aisladas y poder seguir
adelante con nuestra hipótesis de sentido. Sentido inicial al cual fuimos
dando validez sobre la coherencia de los textos mismos. Es precisamente a
través de este proceso de interpretación que pudimos justificar nuestra
hipótesis inicial, "la búsqueda de ser en el tiempo, en la relación dialéctica
pasado - presente manifestado a través de la melancolía constante por el
tiempo pasado".
15
16. Bibliografía
Eco, U. (2000). Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen.
Eco, U. (1990). Semiótica y filosofía del lenguaje. Barcelona: Lumen.
Machado, A. (1992). Poesia. México: Editores mexicanos unidos.
Ricoeur, P. (1989). Educación y Política. Buenos Aires.: Docencia.
Ricoeur, P. (2001). Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido. Buenos Aires: Siglo
XXI.
Como citar este documento:
Autor: Sosa, Claudia Susana
Título de la Obra: Corpus de poemas de Antonio Machado.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Internacional.
16