Este documento presenta dos cuentos cortos de la autora Mercedes Pérez Sabbi titulados "Hay fantasmas en mi cuarto" y "Cambio de figuritas". El primer cuento trata sobre una niña que juega al escondite con sus amigos en su habitación a oscuras y se asusta al tocar un rostro caliente. El segundo relata la visita de Superman a la habitación de un niño, donde juegan y luego Superman lo lleva a volar.
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La Cenicienta que no quería comer perdicesDunia L. M.
El día 25 de Noviembre (2009) presentamos al alumnado de 3º y 4º de ESO el cuento "La cenicienta que no quería comer perdices" escrito y dibujado por Nunila López Salamero y Myriam Cameros Sierra,
Después de la presentación hicimos algunas actividades de reflexión relacionadas con el cuento. En esta presentación esncontramos el cuento, las actividades y algunas de las respuestas que ha dado el alumnado.
Marilú tiene una particularidad: es una mujer bella y atractiva a sus casi veintidós años de edad. En ella la naturaleza fue generosa y le obsequió tez morena, ojos grandes, volumen, firmeza, tersura y hasta brillo. Una hembra de este pelaje sacaría provecho en cuanto de hacer caer a su presa se trata, pero Marilú aún no esta versada en las prácticas de conquista; con todo, es un ser exquisito que disfruta el umbral del conocimiento consiente de saberse muy atrayente.
Yo soy unos cinco años menor que Marilú. Si alguien puede describir lo maravillosa que es ella, ese soy yo: puedo decirte todo lo que provoca, incluso describirlo con lujo de detalle; puedo hacer que imagines lo grandioso de su aspecto, y hasta hacer que la desees; hacerte una descripción minuciosa de sus movimientos, de sus agradables sonidos e incluso de su relajada presencia, porque cuando se queda quieta tiene ese aire que da la serenidad de alguien que sabe que va a ser eternizada en un lienzo.
¿Eres de los que creen que el amor mueve montañas? ¿Que nuestro destino amoroso está por encima de nuestra voluntad? ¿Te parece que una historia de amor romántica tiene que vencer todo tipo de obstáculos?
Si en alguna ocasión te has hecho estas preguntas, esta novela ha sido escrita para ti.
Today is Pentecost. Who is it that is here in front of you? (Wang Omma.) Jesus Christ and the substantial Holy Spirit, the only Begotten Daughter, Wang Omma, are both here. I am here because of Jesus's hope. Having no recourse but to go to the cross, he promised to return. Christianity began with the apostles, with their resurrection through the Holy Spirit at Pentecost.
Hoy es Pentecostés. ¿Quién es el que está aquí frente a vosotros? (Wang Omma.) Jesucristo y el Espíritu Santo sustancial, la única Hija Unigénita, Wang Omma, están ambos aquí. Estoy aquí por la esperanza de Jesús. No teniendo más remedio que ir a la cruz, prometió regresar. El cristianismo comenzó con los apóstoles, con su resurrección por medio del Espíritu Santo en Pentecostés.
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3.pdfsandradianelly
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ACERTIJO DE CARRERA OLÍMPICA DE SUMA DE LABERINTOS. Por JAVIER SOLIS NOYOLAJAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA, crea y desarrolla ACERTIJO: «CARRERA OLÍMPICA DE SUMA DE LABERINTOS». Esta actividad de aprendizaje lúdico que implica de cálculo aritmético y motricidad fina, promueve los pensamientos lógico y creativo; ya que contempla procesos mentales de: PERCEPCIÓN, ATENCIÓN, MEMORIA, IMAGINACIÓN, PERSPICACIA, LÓGICA LINGUISTICA, VISO-ESPACIAL, INFERENCIA, ETCÉTERA. Didácticamente, es una actividad de aprendizaje transversal que integra áreas de: Matemáticas, Neurociencias, Arte, Lenguaje y comunicación, etcétera.
3. 1
Pum, pum!”, alguien golpeó a la puerta, entonces pre-
gunté:
–¿Quién es?
Del otro lado una voz gruesa me contestó:
–¡Súperman!
Abrí sin vacilar.
¿Y qué podría pensar un chico de mi edad cuando se
encuentra con un hombre que tiene la capa de Súperman, el
cuerpo de Súperman, el rostro de Súperman y dice llamarse
Súperman? Creo que ninguno hubiera pensado en otro hom-
bre que no fuera Súperman. Eso mismo me pasó a mí, enton-
ces le dije entre sorprendido y confiado:
–¡Hola Súperman!, pasá.
En mi pieza no encontré silla donde ubicarlo; la única que
había era demasiado baja para semejante estatura. Se
sentó sobre una cajonera de un metro de alto, más o
menos; aún así le sobraban piernas por todos lados.
Mil preguntas atoraron mis pensamientos:
“¿Y ahora qué le digo? ¿Por dónde empiezo?
¿Averiguo de sus padres? No, no, creo que se
murieron. ¡Ah!, ya sé... le pregunto por Luisa
Lane. Uy... ¿y si se enojaron?, con las pare-
jas nunca se sabe diría mi mamá...” Opté
por decirle:
Cambio de figuritas
Mercedes Pérez Sabbi
“¡
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–¿Todos bien...?
No contestó. Me hizo una pregunta en inglés; le miré los
pies, por si aparecía la traducción como en el cine. ¿Por qué
no?, ¿acaso ése no era un día muy particular? Pero en los pies,
sólo las botas. Me estaba inquietando. De repente, se me
encendió cierta oleada de valor y, moviendo los brazos como
si fuera un pájaro, le dije:
–¿Me llevás a volar?
Se levantó, fue hacia la ventana, me dio su espalda ancha
y se quedó mirando hacia afuera.
¡Qué raro me pareció todo! Creí estar viendo una película
muda en cámara lenta donde sólo yo estaba de público. Y no
quería a nadie más.
Me aseguré de que la puerta estuviera cerrada.
–¿Me llevás a volar?– le repetí.
Se dio vuelta. Noté tristeza en la mirada. Para poder enten-
derlo, traté de recordar escenas de las películas donde le
hubiera visto ese gesto. Pero no las ubiqué. Recordé que los
superhombres no debían apenarse. Agucé mi sensibilidad; no
podía estar frente a Súperman sin que pasara nada. Pensé que
estaría cansado de ser súper, y, con el impulso de estar en lo
cierto, le di un cabezazo a la pelota diciéndole:
–¿Vamos a jugar...?
La pelota subió y bajó una, diez, cien veces. Sus ojos
parecían seguir burbujas de colores a las que llamaba eufó-
rico: “¡red..., violet…, yellow..., blue...!, dando saltos como
para atraparlas. Entre la cajonera y la mesa de luz armé un
lugar y me puse de arquero. Me tiró un montón de penales
largando la palabra “goooollll...” entre borbotones de risa.
Nos revolcamos en el piso. Nos trenzamos en una lucha
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5. 3
donde yo le gané. ¡¡¡¡SÍÍÍÍÍ...!!!!, yo a Súperman. Se rió a car-
cajadas, con la carcajada que suele aparecer cuando nos
hacen cosquillas en el ombligo. Me detuve para mirarlo; esa
imagen de niño feliz sí que ni siquiera traté de evocarla:
sabía que nunca se la había visto.
Aún agitado, fue hacia la ventana; los vidrios estaban
empañados. La abrió. Se subió sobre el marco; el viento le
levantó la capa. Desde el piso alcé mis ojos; ERA SÚPERMAN,
el de siempre.
Me pareció despertar de un sueño. Me extendió una de
sus manos invitándome a acercarme. Fui hacia él, me adhi-
rió a su cuerpo, no sé cómo. Respiró hondo, hizo un ruido
como si despegaran en vuelo mil pájaros azules y rojos, y
nos deslizamos por el aire. Olí el cielo de una noche de
estrellas serenas. Vi las luces de la ciudad que se alejaban:
UN NUEVO RESPLANDOR. Mi miedo se disipó en la sensa-
ción de renacer en el viento. Le grité nombres a las estrellas
“roja..., violeta..., amarilla..., azul...” Él me dijo algo en
inglés, no le entendí; tampoco me interesó. Todo estaba bien,
maravillosamente bien. Hasta la oscuridad tenía brillo y oí el
silencio. En el instante preciso, dio un giro y fue disminu-
yendo la velocidad. Sentí que el aire se espesaba. Sin señal
de aterrizaje nos sumergimos por la ventana de mi pieza.
Había terminado el vuelo.
Fui a parar sobre una silla que se cayó conmigo. Me sacu-
dí todo. De mi pulóver salió olor a estrellas rojas, violetas,
amarillas, azules... Súperman se quedó en la ventana como
para seguir su camino. En ese momento apareció la voz de mi
mamá que, sin abrir la puerta, gritó:
–¡Ramirooo...! ¿Qué estás haciendo con tanto ruido?
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6. Estoy mirando a Súperman, mami.
–Bueno, apagá el televisor que ya es tarde, ¿oíste?
–Sí mami, sí.
Súperman me sonrió a modo de saludo y pude decirle con
mi inglés enrevesado:
–Tenquiu. (*)
Se dio vuelta para dar impulso a su vuelo, pero antes giró
la cabeza y en su español enrevesado, me dijo:
–Gracias.
Como un pájaro azul y rojo, lo vi perderse en la noche.
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7. Me quedé en silencio. Petrificado. Juro que creí que estaba
viendo una película y tuve el arrebato de apagar el televisor;
pero no hizo falta, porque en el mismo instante que recordé
que el televisor no funcionaba, en el vidrio empañado de la
ventana vi dibujada una “S” brillante, mágica.
Y volví a repetir en voz alta:
–Tenquiu.
Un eco me susurró:
“GRACIAS”.
(*) Thank you (gracias).
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No sé quién apagó la luz; pero mi cuarto quedó oscu-
ro. Debía avanzar; pero… ¿hacia dónde? Sentía la presencia
de ellos acosándome en el silencio. Sí, lo sabía, estaban allí,
en algún rincón mirándome desde arriba o al ras del piso. Un
jadeo orientó mis pasos, una risa sarcástica los desvió.
¡Auuuuuuuuuuu...! Se alternaron los sonidos: risas..., gemi-
dos..., risotadas..., aullidos. Tropecé, giré velozmente. Estaban
allí, lo sabía. Los dedos de mis manos buscaban a tientas una
porción de algo conocido: la madera lateral de mi cama, la
punta redondeada de mi mesa de luz, el almohadón con fle-
cos, los pelos lanudos de mi muñeca. Tambaleé, mis ojos
aquietados no parpadearon, busqué contra lo que supuse que
era la ventana cerrada, pero estaba abierta, un aire fresco de
tormenta la delató. Mi codo derecho rozó con algo: la pila de
cajas vacías de zapatos se vino abajo; ruidos pequeños, risas
grandes. Apenas me detuve. Mi pie corrió una caja y seguí
paso a paso, como mi corazón. De repente, un silencio expec-
tante y traicionero copó el lugar: nadie reía, nadie jadeaba;
pero yo sabía que estaban ahí, ocultos, conteniendo el aire,
hasta que en un instante sin medida, palpé la forma de un ros-
tro caliente..., un cuerpo enrollado, agitado. La luz de la lám-
Hay fantasmas
en mi cuarto
Mercedes Pérez Sabbi
PEREZ SABBI-int 30/9/10 11:47 Página 6
9. para del techo y la voz
de Nicolás quebraron
el sortilegio:
–¡No vale
E l o í s a . . . ! ,
espiaste. Tenés
que empezar
de nuevo.
Ofendida, me
arranqué el pañuelo de
mis ojos; una lluvia de colores brillantes
se mezcló con mi rabia y le dije:
–Sos un tramposo. Yo al cuarto oscuro no juego más.
Y mientras me alejé presurosa, los demás salieron de sus
escondites para seguirme con sus caras de fantasmas desilu-
sionados.
Lo sabía.
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11. Mercedes Pérez Sabbi
Nació en Acassuso, Prov. de Buenos Aires. Es autora y directora de
¿Qué es una naranja?, obra de teatro infantil. Ha realizado teatro calle-
jero y pertenece a la primera formación del “Grupo de teatro Catalinas
Sur”. Es Lic. en Cs. de la Educación y trabajó como asesora pedagógi-
ca muchos años.
En el terreno de la literatura infantil ha publicado: La hora del miedo
(14 cuentos), Golmito, Secretas ceremonias de un jardinero Pasaje
Mason, Patricia del 4K, Sopa de estrellas y muchos más.
Junto a Margarita Eggers Lan escribió Nunca pierdas de vista tu som-
bra, una antología de cuentos que mereció el Premio Accesit al mejor
libro 2001/2, Cámara Argentina del libro.
Carmela y Valentín (Sudamericana) ha sido Cuento Destacado por
ALIJA en el 2003.
Las novelas Corazones de menta y Hojas amarillas para una Violeta
fueron leídas por muchos jóvenes en la década del 90.
Actualmente se desempeña como Coordinadora de proyectos y pro-
gramas del Plan de lectura del Ministerio de Educación.
¿Querés leer más de esta autora?
Las dentaduras de Paco Palma, cuento publicado en gallego, castellano
y catalán, en España. Florinda no tiene coronita, y, para los más
pequeños, la Colección Verde limón, que comprende seis títulos.
¿Querés saber más de esta autora?
www.leer.org.ar
Ejemplar de distribución gratuita. Prohibida su venta.