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TRASTORNOS DEL SUEÑO
1.INTRODUCCIÓN


2.EL SUEÑO
   2.1.Definición
   2.2.Evolución histórica del concepto de sueño
   2.3.Fisiología del sueño
   2.4.Factores que influyen
        2.4.1.Género
        2.4.2.Nutrición
        2.4.3.Fatiga física y mental
         2.5.Necesidad del sueño


3.TRASTORNOS EN EL SUEÑO
   3.1.Clasificación
   3.2.Trastornos del sueño en la infancia
        3.2.1.Pesadillas
        3.2.2.Terrores nocturnos
        3.2.3.Sonambulismo
        3.2.4.Somniloquio
        3.2.5.Jactatio cápitis nocturna
        3.2.6.Bruxismo


4.INTERVENCIÓN EN LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO
   4.1.Evaluación
               4.1.1.Técnicas de Evaluación
   4.2.Tratamiento


5.CONCLUSIÓN


6.BIBLIOGRAFÍA
Con que culpa tan grave,
                                   sueño velado y suave,
                           pude en largo destierro merecerte,
                          que se aparte de mi su olvido magno;
                          pues no te busco yo por ser descanso,
                           sino por muda imagen de la muerte
                                                                    (Quevedo, Al sueño)



1.INTRODUCCIÓN
       El sueño es uno de los aspectos comportamentales más básicos. La relevancia que
el sueño tiene para el ser humano, ocupando aproximadamente una tercera parte de su
vida, contrasta con los escasos conocimientos que aún se tienen acerca de sus
mecanismos de inducción, mantenimiento, finalización y, aún menos, de las funciones
que cumple. Sí se ha establecido claramente que dormir es necesario y que el sueño, lejos
de ser un fenómeno unitario, aparece caracterizado por diferentes estados conductuales y
fisiológicos (Pressman, 1986).
       El cúmulo de conocimientos sobre el sueño comenzó a generarse a partir de los
años sesenta. Desde la medicina y la psicología comenzó a recibir mayor grado de
atención, y en los setenta, incrementaron las citas literarias relacionadas con el sueño,
reflejando el interés suscitado por el tema.
       La divulgación desde diferentes medios parece haber influido en el
establecimiento de ciertos tópicos y creencias acerca de que, desde la psicología, el
estudio del sueño se limita a la búsqueda del significado de las ensoñaciones. Lejos de
esa asunción, el estudio del sueño dentro del ámbito psicológico, ha sido y es más variado
en cuanto a sus intereses, centrándose en la investigación de aspectos tanto neurofísicos
como evolutivos y clínicos.
       A partir de la década de los años cincuenta comenzó a concebirse el sueño como
un proceso neurofisiológico activo altamente organizado y complejo. Así, en el sueño
normal se diferenciaron claramente dos estados: sueño paradójico o sueño REM, y sueño
normal o sueño no REM. El primero se caracteriza por atonía muscular, movimientos
rápidos de los ojos, presencia de movimientos musculares y una intensa actividad del
sistema nervioso. Además, durante el sueño REM tienen lugar las ensoñaciones. El sueño
NREM se divide en cuatro fases, de la fase 1 a la fase 4 el sueño va haciéndose cada vez
más profundo, lo que significa en términos conductuales una dificultad creciente para
poder despertar. Todo esto lo desarrollaremos con mayor profundidad en el punto
“fisiología del sueño”.
       Este sistema de estructuración del sueño ha requerido de diferentes ajustes y
adaptaciones para poder acoplar polisomnogramas infantiles. Este requerimiento radica
en el hecho de que el sueño del recién nacido difiere muy notablemente del patrón de
sueño de los adultos. A pesar de ello, dicha estructuración sigue utilizándose incluso para
el análisis del sueño de niños muy pequeños (Cashman y McCann, 1991).
       El sueño de un recién nacido no presenta todas las características REM y NREM
hasta aproximadamente el tercer mes, diferenciándose hasta entonces entre sueño activo y
sueño tranquilo. El sueño activo ocupa más de la mitad del tiempo total de sueño del
recién nacido, que supone un total de 17 horas al día aproximadamente. A medida que el
niño crece esos y otros parámetros van sufriendo variaciones: a las 15 semanas del
nacimiento un niño duerme 14 o 15 horas de promedio, cantidad que se mantiene cercana
a las 14 horas en niños de 6-8 meses hasta los 2 años, disminuyendo paulatinamente hasta
las 9 horas hasta alcanzar la edad escolar y de nuevo aunque de forma más llamativa, 7,5
horas al día, en la adolescencia (alrededor de los 13 años).


2.EL SUEÑO


    2.1.Definición:
       El Término sueño proviene del latín somnus, siendo definido por la Real
Academia Española de la Lengua como el “acto de dormir”, y éste como la “suspensión
de sentidos y movimientos voluntarios”; hoy este concepto de suspensión se considera
errónea.
       De otra manera, válida actualmente, se puede definir el sueño como un estado
funcional, reversible y cíclico, que presenta unas manifestaciones conductuales
características, tales como una relativa ausencia de motilidad y un incremento del umbral
de respuesta a la estimulación externa; a nivel orgánico se producen modificaciones
funcionales y cambios de actividad en el sistema nervioso, acompañado todo ello de la
modificación de la actividad intelectual que supone el soñar (Buela Casal y Sierra, 1999).


    2.2.Evolución histórica del concepto de sueño
- Periodo filosófico: Antigüedad - S.XVII
En este periodo se plantearon diversas hipótesis acerca de por qué se producía el
estado de sueño. En realidad no eran más que especulaciones dado que no se realizaba
ningún tipo de investigación que pudiese confirmar tales creencias. Una de las primeras
hipótesis fue la vascular planteada por Alcmeón de Crotona, que consideraba que el
sueño era producido por el incremento de sangre en las venas. La siguiente fue la
hipótesis térmica, propuesta por Empédocles de Agrigento, donde el sueño era provocado
por un aumento de la temperatura corporal.


- Periodo precientífico: S.XVIII – 1929
      A partir del S. XVIII se incrementa el interés por el sueño, surgiendo un gran
número de hipótesis donde se intenta explicar este fenómeno partiendo de una base
fisiológica.
      En estos años se destaca la hipótesis de Griesinger, primer autor que considera el
sueño como un fenómeno activo y no como un estado pasivo. Freud, allá por el 1890, ya
comenta que mientras soñamos la mente se encuentra muy activa pero el cuerpo se
encuentra totalmente relajado.
      Ya por el 1921, se empieza a dar importancia a las privaciones o la supresión de
sueño, y los cambios anatómicos neuronales que provocan (Kleitman).


- Periodo científico: A partir del 1929
       El año 1929 es una fecha clave en la investigación del sueño, puesto que es el año
en que Hans Berger sienta las bases del registro de la actividad electroencefalográfica
(EEG). A partir de entonces se producen un gran número de hallazgos que llevan a
plantear teorías muy diversas sobre el sueño. Los hallazgos más destacados son los
siguientes:
       1930: Comienzan los primeros estudios del sueño bajo técnicas de
electroencefalogramas (EEG), observandose diferencias entre la vigilia y el sueño
(Berguer).
       1937: Loomis describe cambios radicales dentro del propio suelo, dando lugar a
las fases del sueño. Este mismo año Kleitman publica “Sleep characteristics”, obra
considerada como la pionera de la fisiología del sueño.
       1950-1957: Aserinsky y Kleitman realizan la siguiente observación: durante el
sueño existen movimientos de los ojos durante determinados determinados momentos.
Estas acciones son catalogadas como movimientos oculares rápidos (MOR) o Rapid eyes
movements (REM).
1957: Dement describió las cuatro fases de Loomis como un sueño tranquilo, y en
cada una de las fases se indica una profundidad, reflejada en las ondas del EEG cada vez
más lentas y amplias.
       1963: Steinschneider estudia la muerte súbita del lactante (MSL) la cual
posteriormente se atribuye a paradas respiratorias, que el recién nacido sufre mientras
duerme.
       1965: Jouvet llamó sueño paradójico al MOR, ya que se ve durante el sueño
profundo un EEG en el cual la actividad cerebral es similar al de una persona despierta.
       1970: Webb realiza la primera descripción detallada del tiempo de sueño de
acuerdo a la edad.
       1972: Jouvet implica a la serotonina como responsable del sueño de ondas lentas,
ampliando a cinco los sistemas que intervienen en la consecución del sueño y en la
alteración sueño vigilia. (González, 1999).


    2.3.Fisiología del sueño
       El sueño no se no se considera un estado, sino una conducta. Esta afirmación
puede parecer extraña, ya que generalmente pensamos en las conductas como actividades
que implican movimiento, tales como andar o hablar. A excepción de los movimientos
rápidos de los ojos que acompañan a un estado particular, el sueño no se distingue por el
movimiento. Lo que lo caracteriza es que la imperiosa necesidad de dormir nos fuerza a
buscar un lugar tranquilo y confortable, acostarnos y permanecer allí durante varias
horas. Como apenas recordamos nada de lo que sucede mientras estamos dormidos,
tendemos a pensar en el sueño como un estado de consciencia más que como una
conducta. El cambio en la consciencia es innegable, pero no debería impedirnos darnos
cuenta de los cambios conductuales (Carlson, 2002).
       Aserinsky y Kleitman, haciendo referencia a la relajación corporal de Freud, la
alteración del encefalograma (EEG) de Loomis, los movimientos oculares de Griesinger
y el estudio EEG continuo de Dement, fueron los pioneros en comprender y explicar la
fisiología y patología del sueño, de tal manera que este queda agrupado en dos categorías.
Desde entonces marcan una diferencia entre dos formas de estar dormido, basados en la
existencia de unos movimientos oculares rápidos y giratorios que en ciertos momentos
del sueño aparecen. De acuerdo a la presencia o no de estos movimientos, se habla de
sueño MOR <en siglas anglosajonas REM> y sueño NMOR <en siglas anglosajonas
NREM> (González, 1999).
- Sueño REM: Cursa con movimientos sincrónicos, rápidos, horizontales,
verticales y giratorios de ambos ojos, siendo esto tan característico que de no encontrarse
no se puede hablar de sueño REM. Ocupa el 25% del total del sueño, surgiendo el
primero a los 80-100 minutos del comienzo y totalizando de 4-5 a lo largo de la noche,
que son cada vez más duraderos.
        Los fenómenos más característicos que aparecen durante el sueño REM son los
siguientes:
              •   Movimientos oculares rápidos objetivables.
              •   EEG de pequeño voltaje desincronizado
              •   Ritmo respiratorio irregular
              •   Variaciones bruscas del ritmo cardíaco
              •   Descenso objetivable de la temperatura corporal
              •   Pérdida total del tono muscular
              •   Aparición de las ensoñaciones, que son recordadas si coinciden con el
                  despertar
        La privación prolongada del sueño o la anulación total de la fase REM producen
coma y con posterioridad la muerte, precedida de un estado hipermetabólico, de lo que se
infiere su intervención o necesidad en los procesos de regulación y recarga energética
(González, 1999).


        - Sueño NREM:
        Está formado por cuatro fases distintas:
        Fase I: Es un periodo de somnolencia, la entrada al sueño. Aparece tanto al
acostarse, como detrás de cualquier despertar nocturno. El pensamiento deja de ser
intencional, comenzando a viajar automáticamente. El tono muscular baja lentamente,
surgiendo la respiración torácica unida a movimientos oculares lentos (González, 1999).
        El ritmo alfa (vigilia con ojos cerrados) comienza a desaparecer tras fraccionarse,
dando paso a otro más lento (ritmo theta). Esta fase suele durar unos 10 minutos antes de
entrar en la fase II (Carlson, 2002).
        Fase II: Durante este estadio, el EEG es generalmente irregular, pero contiene
períodos de actividad theta, los llamados “husos de sueño” (pequeñas ráfagas de ondas de
12-14Hz, que ocurren de dos a cinco veces por minuto durante las fases I a IV del sueño)
y “complejos K” (ondas de forma puntiaguda que aparecen de manera repentina, y que a
diferencia de los husos, normalmente sólo se encuentran durante la fase II de sueño). El
sujeto está ahora profundamente dormido, aunque si se le despierta, es posible que diga
que no lo estaba, y alrededor de los 15 minutos pasa a la fase III (Carlson, 2002).
        Fase III: Los husos terminan por desaparecer, el sueño se hace más profundo y el
nivel al despertar más alto. Está señalado por la aparición de las ondas delta de alta
amplitud que ocupan el 20%-50% de esta fase, y su latencia es de 30-40 minutos
(González, 1999).
        Fase IV: El sueño va haciéndose cada vez más profundo, existiendo un
predominio casi absoluto de ondas delta que ocupan un mínimo del 50%-60% de esta
fase.
        Existe una tendencia a estudiar las fases III y IV de forma conjunta, pues ambas
tienen la misma estructura y la misma abundancia de ondas delta. Ambas constituyen el
llamado sueño lento o profundo, que llenan el 20%-25% del total del sueño con claro
predominio en la primera mitad de la noche (Carlson, 2002).


        - Sueño en el niño:
        La anterior fisiología sólo es válida para la edad adulta, por su lado, para los fetos,
recién nacidos y lactantes, no es posible hacer una agrupación descriptiva tal y como se
ha hecho con anterioridad, sino sencillamente una diferencia a dos niveles:
        Sueño Regular, lento o tranquilo: Equivale a las fases III y IV del sueño
NREM, caracterizándose por inmovilidad con manos cerradas y flexionadas delante del
cuerpo, que se encuentra en posición fetal, husos del sueño pobremente representados,
que empiezan a evidenciarse a los dos meses, y los complejos K no se desarrollan hasta
los ocho meses (González, 1999).
        Sueño Irregular, rápido o activo: Equivaldría al sueño REM de los adultos, y
está caracterizado por que los sujetos tienen los brazos flácidos sobre la cama, palmas
abiertas, movimientos bucales de succión, movimientos oculogiros conjugados junto a
una respiración y ritmo cardíaco cambiantes sin relación con estímulos externos,
permaneciendo el cuerpo flácido sobre la cama (González, 1999).


    2.4.Factores que influyen


          2.4.1.Género
        Aunque las diferencias sexuales en si no se consideran un factor determinante en
la duración y organización del sueño, hay algunos estudios que concluyen que las
mujeres duermen menos que los hombres. Existen ciertos factores ligados al sexo que
tienen una influencia sobre el sueño, entre estos destaca el ciclo menstrual, las hormonas
y el embarazo. De esta forma durante la adolescencia se pueden encontrar diferencias en
el sueño entre chicos y chicas. Se ha demostrado que durante el periodo menstrual se
produce un incremento del sueño paradójico, así mismo, durante la semana que precede a
la menstruación aparecen dificultades para conciliar el sueño.
       En cuanto a las hormonas sexuales, se sabe que la progesterona facilita el sueño.
Se han observado variaciones en el sueño durante el embarazo, produciéndose cambios
desde la fecundación del ovulo. Se produce un aumento de la necesidad del sueño al
comienzo del embarazo, lo que contrasta con el sueño menos profundo durante los tres
últimos meses.


          2.4.2.Nutrición
       La ingesta de determinadas sustancias provoca variaciones en la organización y en
la duración del sueño. Existe cierta relación entre la cantidad de alimento ingerida y la
duración del sueño; así, un aumento de apetito suele ir acompañado de un incremento en
la cantidad total de tiempo dormido. Por otra parte, las cenas ligeras suelen ir seguidas de
menos movimientos nocturnos durante el sueño que las cenas abundantes.
       En lo referente al tipo de alimentación se sabe que el triptófano, un aminoácido
del grupo de las indolaminas, facilita el sueño. Éste aminoácido está presente en la
mayoría de las proteínas de origen animal, particularmente en los productos lácteos y
también en algunos cereales. En este hecho se basa la costumbre de llevar un vaso de
leche a los niños antes de irse a la cama.
       Hay dos sustancias que suelen estar asociadas a nuestra dieta y que tienen fuertes
repercusiones sobre el sueño; nos referimos al alcohol y al café, cuyo consumo suele
iniciarse en edades relativamente jóvenes. El alcohol es un depresor del sistema nervioso
central; no obstante consumido a bajas dosis no tiene ningún efecto sobre el sueño. A
dosis más elevadas suele producir un efecto hipnótico, al que sucede una vigilia reactiva,
llegándose a producir despertares nocturnos, pesadillas e insomnio. El efecto del café, así
como cualquier producto que contenga cafeína, dependerá de su concentración y del
tiempo transcurrido desde su ingesta hasta el momento de acostarse.


          2.4.3.Fatiga física y mental
       La fatiga, tanto física como mental, puede modificar la duración del sueño, puesto
que el dormir es la única forma de recuperación. No obstante, la relación entre ejercicio
físico y sueño no es una cuestión simple. No es la cantidad de ejercicio físico por si sola
la que afecta al sueño, sino el grado de bienestar que el deporte produce. Así niños
adolescentes que practican deporte necesitan dormir menos, siendo un sueño más
reparador y pudiendo presentar modificaciones en el sueño; por el contrario en sujetos
que no realizan normalmente deporte puede producirse un incremento de la necesidad de
sueño si experimentan un aumento en su actividad física.
       Mientras la actividad física parece estar relacionada con el sueño de ondas lentas,
la fatiga mental lo está con el sueño paradójico, el cual se incrementa como consecuencia
de tareas que producen cansancio mental.


    2.5.Necesidad del sueño
       La cantidad necesaria de sueño en el ser humano depende de factores biológicos,
conductuales y ambientales. Hay personas con patrón de sueño largo que necesitan
dormir más de ocho horas y otras que con menos horas de sueño se sienten
perfectamente, patrón de sueño corto.
       Otra variable a tener en cuenta independientemente de la cantidad de sueño, es la
calidad de éste. En función de la calidad podemos hablar de sujetos buenos dormidores, y
malos dormidores. Los buenos dormidores son los que independientemente del tiempo de
sueño, tienen un patrón de sueño más eficiente y los malos dormidores por su lado poseen
un patrón de sueño poco eficiente.
       El patrón de sueño eficiente viene determinado por la calidad de la fase IV de
sueño, fundamental para que éste sea reparador.
       Otro hecho que diferencia a unas personas de otras es la tendencia a trasnochar o a
madrugar, así podemos distinguir entre sujetos vespertinos, que tienden a acostarse y
levantarse tarde, y sujetos matutinos, que tienden a acostarse y levantarse temprano. En
un estudio reciente, se demostró que los sujetos matutinos informaban una mayor
activación y tenían tiempos de reacción más cortos que los vespertinos a primera hora de
la mañana, y viceversa (Buela-Casal, Caballo y García Cueto, 1990)


3.TRASTORNOS EN EL SUEÑO


    3.1.   Clasificación
       La actual clasificación de los trastornos del sueño incluye cuatro categorías: las
disomnias (trastorno de iniciación y mantenimiento del sueño, trastorno de somnolencia
excesiva y trastornos del sueño relacionados con el ritmo circadiano), las parasomnias
(trastornos del despertar, trastorno de la asociación sueño-vigilia, y alteraciones asociadas
al sueño MOR), los trastornos asociados con alteraciones médicas o psiquiátricas y, por
último, otros posibles trastornos sobre los que no se posee suficiente información para ser
considerados como trastornos específicos del sueño (Buela-Casal y Caballo, 1991).
       Los principales trastornos del sueño son los siguientes:
       -   Insomnio: Es un trastorno caracterizado por la reducción de la capacidad de
           dormir como consecuencia de factores psicológicos, biológicos y/o
           ambientales.
       -   Síndrome de apnea del sueño: Alteración de la respiración caracterizada por
           una interrupción repetitiva y con duración de más de diez segundos del flujo
           aéreo nasobucal, que aparece durante el sueño provocado por la obstrucción de
           las vías aéreas superiores.
       -   Narcolepsia: Se caracteriza por cuatro síntomas: somnolencia diurna excesiva
           (periodos cortos de sueño diurno con duración entre diez y quince minutos),
           cataplexia (disminución o pérdida del tono muscular), parálisis del sueño
           (sensación de no poder mover ningún músculo al quedarse dormido o al
           despertar)y alucinaciones hipnagógicas (alucinaciones visuales o auditivas
           vividas y terroríficas que se experimenta al estar medio dormido)
       -   Síndrome de KLEINE-LEVIN: Somnolencia diurna excesiva que puede
           durar varias semanas, desapareciendo de forma espontánea. Durante esos
           periodos el paciente puede llegar a dormir hasta veinte horas diarias.
       -   Síndrome de Pickwick: Es difícil diferenciarlo de la apnea del sueño. Se
           caracteriza por una capacidad pulmonar disminuida, una ventilación desigual y
           el PH y los gases de la sangre arterial modificados. Es común en individuos
           obesos.
       -   Trastorno de conducta asociado al sueño MOR: Presentan movimientos
           vigorosos o violentos durante el sueño MOR que suelen ser escenificaciones
           de los sueños propios de esta fase.
       -   Trastornos del sueño relacionados con el ritmo circadiano: Trastornos que
           están determinados por alteraciones o modificaciones del ritmo sueño-vigilia.
       -   Trastornos del sueño en la vejez: Los ancianos pasan más tiempo en la
           cama, tienen una mayor latencia de sueño, mayor tiempo de vigilias nocturnas,
           reducción del porcentaje de sueño NREM, menor tiempo total de sueño y una
           modificación del ritmo circadiano de vigilia-sueño.


    3.2.   Trastornos del sueño en la infancia
Los trastornos del sueño más comunes en la infancia son los siguientes:
          3.2.1. Pesadillas
       Las pesadillas implican la aparición repetida de sueños vividos y terroríficos que
despiertan al sujeto desde la fase de sueño REM llevándolo a un estado de plena vigilia
en el que puede recordar con detalle la ensoñación (Miró, Sánchez y Buela-Casal, 2003).
       Las pesadillas constituyen episodios de sueño con ansiedad que surgen
generalmente durante el sueño REM o paradójico. Van acompañadas siempre de
ansiedad, aunque no tiene por qué producirse una activación autonómica, y en el caso de
que se produzca, ésta es muy moderada. Esta respuesta de ansiedad suele ir acompañada
de una reacción motora brusca que puede provocar el despertar. En este caso el niño
presenta un contacto normal con la realidad y tiene la sensación de haber soñado con una
amenaza inmediata; la ansiedad tiende a desaparecer rápidamente. En el caso de que las
pesadillas se presenten de una forma recurrente pueden conducir a una fobia al sueño o
provocar interrupciones repetidas del sueño REM (Buela-Casal y Sierra, 1994).
       Las pesadillas se producen a cualquier edad en la gran mayoría de las personas,
aunque su relato es más común en la primera década de la vida. Aunque no se conoce con
certeza el origen de las pesadillas, sí está claro que éstas son más frecuentes cuando el
niño está preocupado o ansioso por algo. Así, algunos estudios asocian las pesadillas a
ciertos rasgos psicopatológicos (Belicki, 1992; Berquier y Ashton, 1992).


          3.2.2. Terrores nocturnos
      Los terrores nocturnos suelen producirse en el primer tercio de la noche, en las
fases III o IV de sueño. El niño se sienta bruscamente en la cama gritando intensamente;
se pueden producir toda una serie de vocalizaciones acompañadas de manifestaciones de
una ansiedad intensa como sudoración, piloerección y taquicardia. Se pueden producir
gestos incoordinados y rápidos, y una fijación de la mirada en algún punto frontal (Buela-
Casal y Sierra, 2010).
      Cuando el niño se despierta durante un episodio de terror nocturno, generalmente
no suele recordar lo ocurrido, en caso de recordarlo, suele tratarse de escenas terroríficas
aisladas. Generalmente, a la mañana siguiente el niño no recuerda el episodio.
      Estos episodios suelen iniciarse en la edad preescolar, pudiendo ocurrir durante
toda la infancia, persistiendo en muy pocas ocasiones más allá de la pubertad, estando
asociados en estos casos a historias psicopatológicas (Llorente, Currier, Norman y
Mellman, 1992). Este trastorno podría tener una importante base hereditaria, puesto que a
la mayoría de los sujetos que lo padecen tiene familiares de primer, segundo y tercer
grado que también lo sufren (Buela-Casal y Sierra, 2010)
       Se han formulado deferentes hipótesis para explicar la etiología de este trastorno.
La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de terrores nocturnos.
Estos factores psicológicos parecen contribuir de una forma importante a la aparición de
terrores nocturnos en aquellos niños hereditariamente predispuestos. Por otro lado, dosis
únicas de antidepresivos tricíclicos y neurolépticos administradas antes de acostarse
pueden incrementar la frecuencia de episodios de terrores nocturnos. El hecho de que la
mayoría de los niños deje de presentar terrores nocturnos con la edad podría sugerir que
este trastorno no está asociado a un retraso madurativo del sistema nervioso central
(Buela-Casal y Sierra, 1994).


          3.2.3. Sonambulismo
       Se caracteriza por una secuencia de comportamientos complejos ocurrido durante
el sueño de ondas lentas, generalmente en el primer tercio de la noche. El episodio se
inicia con movimientos corporales que pueden llevar al sujeto a sentarse en la cama de
una forma brusca e incluso levantarse y comenzar a deambular. El sonámbulo mantiene
los ojos abiertos y fijos, siendo capaz de inspeccionar el ambiente evitando así los objetos
encontrados a su paso. Ocasionalmente el sujeto puede hablar, aunque su articulación es
muy pobre, limitándose a una simple murmuración.
       Un episodio de sonambulismo puede durar desde un minuto hasta más de media
hora y su frecuencia puede ser de hasta varios episodios por semana, pudiendo llegar a
durar el trastorno varios años sin tener por qué provocar ninguna alteración
comportamental durante la vigilia.
       El sonambulismo puede estar asociado a otros trastornos del sueño. Así es
frecuente encontrar en un mismo individuo sonambulismo y somniloquio, lo que podría
estar indicando algún tipo de relación en la etiología de ambos trastornos. Así mismo,
muchos episodios de sonambulismo van precedidos de terrores nocturnos; por otro lado,
los niños pequeños con enuresis son más propensos a ser sonámbulos durante la
adolescencia (Oswald, 1990).
       En lo referente a la etiología de este trastorno, se habla de factores emocionales,
de retraso madurativo, etc. Unos estudios poligráficos han dado lugar a otras hipótesis,
que consideran el sonambulismo como un trastorno del despertar y no del sueño, puesto
que el sujeto, después de un largo período inicial en las fases III y IV, pasa de una forma
brusca a las fases I y II. Por tanto el sonambulismo sería una disonancia entre el
comportamiento motor y la conciencia (Reimao y DIament, 1985).


            3.2.4. Somniloquio
         Es el habla o la emisión de sonidos con significado psicológico durante el sueño
sin que exista una concepción crítica subjetiva durante el episodio. El habla puede ir
desde sonidos ininteligibles hasta un pequeño discurso. El contenido del discurso puede
ser elaborado y afectivo durante el sueño paradójico, y pobre en las fases de sueño de
ondas lentas (Buela-Casal y Sierra, 1994).
         Normalmente, el habla tiene una duración de pocos segundos y ocurre
esporádicamente. Aunque estos episodios pueden aparecer en cualquier edad infantil,
normalmente se inician cuando el niño está en edad preescolar.
         En cuanto a la etiología, el somniloquio infantil no es signo de un trastorno
psicopatológico grave. No obstante, si el problema se mantiene hasta la edad adulta
podría estar asociado a cuadros de ansiedad (Reimao, 1990).


            3.2.5. Jactatio cápitis nocturna
         Este trastorno consiste en el balanceo rítmico de la cabeza (delante-atrás y hacia
los lados) y, en algunos casos, de todo el cuerpo, normalmente antes de dormirse el sujeto
o en las fases I y II de sueño NREM (Reimao, 1990).
         Estos movimientos pueden ser regulares o intermitentes y, aunque en la mayoría
de los casos son suaves, pueden resultar violentos hasta el punto de provocar heridas. En
algunas ocasiones estos movimientos pueden repetirse durante un periodo largo de
tiempo sin que el niño muestre ningún tipo de cansancio aparente (Buela-Casal y Sierra,
1994).
         Este trastorno ocurre sobre todo en lactantes entre los 8 y 24 meses de edad. Es
raro encontrar este trastorno en adolescente. En algunos niños los movimientos
reaparecen varios años después coincidiendo con una etapa de tensión acentuada.
         Se sabe que la incidencia es similar en ambos sexos y que se produce más
frecuentemente en los primogénitos, lo cual podría estar provocado por una mayor
atención o preocupación de los padres (Buela-Casal y Sierra, 2010).


            3.2.6. Bruxismo
         El bruxismo asociado al sueño se caracteriza por una actividad rítmica de los
músculos maseteros pterigoideus internos y temporales que provocan una serie de
contracciones forzadas de las mandíbulas superior e inferior y una fricción de las
superficies dentarias. Pueden provocar desgaste de los dientes e incluso alteraciones en la
articulación temporomandibular. Estos episodios suelen aparecer en la fase II de sueño y
en la transición entre las distintas fases (Buela-Casal y Sierra, 1994).
       No existe acuerdo en la etiología de este trastorno, las hipótesis planteadas varían
desde considerar ciertos factores psicológicos como desencadenantes de este
comportamiento, hasta la implicación del funcionamiento de ciertas estructuras
anatómicas (Thompson, Blount y Krumholz, 1994).


4. INTERVENCIÓN EN LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO
          4.1. Evaluación
       Las técnicas de evaluación van asociadas a unos procedimientos que distingan
entre los distintos trastornos del sueño. En la actualidad, la evaluación conductual
propone que se deben tener en cuenta todos aquellos componentes que puedan causar el
trastorno: ambiente, conducta, componentes orgánicos y tiempo circadiano (Buela-Casal,
1990a).
       De la misma manera que sucede con cualquier psicopatología, para diagnosticar
un trastorno del sueño en la infancia se debe seguir un procedimiento estandarizado y
hacer uso de diferentes técnicas de evaluación. Tenemos que diferenciar el trastorno y
para ello debemos localizar el punto de partida para iniciar la evaluación y su posterior
tratamiento. Para ello la recaudación de información de los distintos factores tanto
ambientales como biológicos, se presenta como primordial.
       Buela-Casal nos propone cuatro parámetros para hacer una correcta evaluación:
¿cuándo duerme el sujeto?; ¿cómo duerme?; ¿qué hace para dormir?; ¿dónde duerme?
       La primera pregunta se refiere al tiempo circadiano u hora del día en el que está
localizado; la segunda pregunta se refiere a los factores intrínsecos al organismo tale:
edad, patrones de sueño, estado fisiológico o necesidad de dormir; la tercera son las
conductas desarrolladas por el niño que facilitan o inhiben el sueño; y la última es el
ambiente en el que el niños duerme: habitación, temperatura, luz, ruido…


       - ¿Cuándo duerme?
       Tenemos que establecer el momento que comienza el episodio de sueño y el
momento en el que termina, dentro del margen de las veinticuatro horas del día.
Establecemos el período de inicio y final circadiano del sueño.
- ¿Cómo duerme?
       Tenemos que tener en cuenta diversos parámetros del sueño: tiempo que tarda en
dormirse tiempo total del sueño y distribución del tiempo de sueño entre las distintas
fases. Además de tener en cuenta otros factores como: nivel de vigilancia y activación
durante el día, la edad y la necesidad de sueño que tiene cada persona y el puesto que
todos ellos determinan en gran medida los parámetros anteriores.
       - ¿Qué hace para dormir?
       Observar las conductas desarrolladas por los pacientes que pueden facilitar o
inhibir el sueño. La realización de ejercicio físico de forma excesiva horas antes de
acostarse y la ingesta excesiva de azúcar o de líquidos pueden inhibir el sueño.
       - ¿Dónde duerme?
       Recabar información sobre el ambiente físico en el que el niño duerme, teniendo
en cuenta los factores que estén relacionados con la calidad del sueño: temperatura
ambiental, ruido, luz, tipo de cama…
       Esta evaluación la vamos a aplicar a los trastornos que nos marca el DSMVI sobre
el sueño que nos concreta en tres, pesadillas, terrores nocturnos, y sonambulismo, para
cuyos criterios de diagnóstico son los siguientes:


   - Pesadillas:
   •   Despertares provocados por sueños terroríficos y prolongados que dejan recuerdos
       vividos y cuyos contenidos se centran en amenazas para la supervivencia,
       seguridad y autoestima. Suelen ocurrir en la segunda mitad del sueño.

   •   Al despertarse del sueño la persona recupera el estado orientado y vigil.

   •   Las pesadillas provocan malestar clínico, deterioro social, laboral y en otras
       facetas del individuo.

   •   Las pesadillas no aparecen exclusivamente en el trascurso de otro trastorno mental
       y no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una
       enfermedad médica.




   - Terrores Nocturnos:

   •   Despertares bruscos generalmente en el primer tercio del episodio de sueño que se
       inician con un grito de angustia.
•   Aparición en el episodio del miedo y signos de activación vegetativa de carácter
    intenso, por ejemplo: taquicardias (aumento de la frecuencia cardíaca), taquipnea
    (aumento de la frecuencia respiratoria) y sudación (exhalación del sudor).

•   Falta de respuesta a los esfuerzos de los demás para tranquilizar al individuo.

•   Amnesia del episodio, no pudiendo describir recuerdo detallado de lo acontecido.

•   Los terrores nocturnos provocan malestar clínico, deterioro social, laboral y en
    otras facetas del individuo.

•   Asegurar que la alteración no se deba a los efectos fisiológicos directos de una
    sustancia o de una enfermedad médica.




- Sonambulismo:

•   Levantarse de la cama y andar por la habitación en pleno sueño, que tienen un
    lugar durante el primer tercio de sueño mayor.

•   Durante estos episodios el individuo tiene una mirada fija y perdida, se muestra
    reactivo a los estímulos de los demás, y puede ser despertado a base de grandes
    esfuerzos.

•   Al despertar el sujeto no recuerda nada del episodio.

•   A los pocos minutos de despertarse del episodio del sonambulismo, el individuo
    recobra todas sus facultades y no muestra afectación. Aunque en un primer
    momento puede presentar confusión o desorientación.

•   Los episodios de sonambulismo provocan malestar clínico, deterioro social,
    laboral y en otras facetas del individuo.

•   Asegurar que la alteración no se deba a los efectos fisiológicos directos de una
    sustancia o de una enfermedad médica.



           4.1.1. Técnicas de evaluación
Se pueden emplear diferentes técnicas y procedimientos en la evaluación de los
trastornos del sueño, pudiendo adaptarse la mayoría de ellas a la población infantil o
adolescente (Buela-Casal, 1990ª)(Buela-Casal, 1990c).
          -Entrevista
          Es uno de los instrumentos más usados de evaluación psicológica, en el caso de
los trastornos de sueño en la infancia y la adolescencia debemos distinguir dos tipos
diferentes de entrevistas: la entrevista con el niño o adolescente, y la entrevista con los
padres.
          Entrevista con niños/as y adolescentes

          En la mayoría de los casos los niños y adolescentes van acompañados de sus
padres y por lo tanto son parte de la entrevista. Es conveniente, siempre y cuando se
pueda, sobre todo en los adolescentes, de hacerle la entrevista para así elaborar una
historia de sueño. Debemos abordar los siguientes aspectos:
   •      Cuándo y cómo surge el problema

   •      Cómo evolucionó su sueño desde el nacimiento hasta la actualidad

   •      Estado de humor y nivel de activación durante el día

   •      Estilo de vida del sujeto: sedentario, activo, práctica deportiva…

   •      Evaluación que el propio sujeto hace de su problema

   •      Tratamiento que ha seguido o sigue

   •      Consumo de estimulantes

   •      Ambiente en el que duerme: tipo de habitación, ruidos, luz

          Entrevista con los padres

          Cuando el niño es de corta edad la única posible entrevista se realiza con los
padres. A través de ella podemos recabar información sobre los hábitos de dormir del
niño. En el caso de poder realizar una entrevista a ambas partes, tanto a padres y madres
como a niños y niñas, con el fin de cruzar los datos para tener una evaluación lo más
subjetiva posible del cuestionario.
          -Diarios de sueño
          Son registros que el propio paciente contesta cada mañana después de levantarse.
Cómo es lógico se puede utilizar siempre y cuando el niño/adolescente tenga cierta edad.
Por medio de estos registros podremos recabar información sobre la hora de acostarse,
levantarse, latencias de sueño, despertares nocturnos, presencia de pesadillas o terrores
nocturnos…Una de las condiciones que deben cumplir este diario, es que sean preguntas
cerradas y que tenga una duración de al menos dos semanas.
         -Técnicas de autoinforme
         Se trata de realizar diferentes escalas para medir la activación autoinformada,
entre la que destacan: “La lista de Adjetivos de Activación-Desactivación” y la “Escala
de Somnolencia de Stanford” (Sierra, Luna-Villeas, Fernández-Guardiola y Buela-Casal,
1993).
         La lista de Adjetivos de Activación-Desactivación de Thayler está formada por
una serie de adjetivos relacionados con la activación que el sujeto debe clasificar; los
cuatro factores de activación que se incluyen en la escala son los siguientes:
         1- Activación general (vivo, activo, lleno de empuje, enérgico, dinámico,
vigoroso, activado).
         2- Desactivación-sueño (somnoliento, cansado, amodorrado).
         3- Gran Activación (inquieto, nervioso, excitado, temeroso, intenso).
         4- Desactivación general (reposado, tranquilo, ocioso, calmado, descansado,
plácido).
         La Escala de Somnolencia de Standford fue desarrollada por Hoddes, Dement y
Zarcone en la década de los sesenta, siendo adaptada por Buela-Casal y Sierra. Se plantea
cuantificar las respuestas subjetivas del nivel de somnolencia. Está integrada por
descripciones de diferentes estados de somnolencia. A los sujetos se les piden que elijan
enunciados que describan mejor su estado. Las puntuaciones bajas indican alerta, y las
alertas somnolencias.
         -Técnicas psicofisiológicas
         Pueden usarse tanto en registro diurnos y nocturnos. Los nocturnos recogen una
evaluación poliosomnográfica, donde los sujetos duermen en laboratorios de sueño; entre
las técnicas más utilizadas para la evaluación de la somnolencia destacan la medida de
latencia múltiple de sueño, las medidas repetidas de la vigilia, la puntuación poligráfica
de somnolencia y el índice poligráfico de somnolencia.


            4.2. Tratamiento
         A continuación, vamos a realizar un estudio de los tratamientos psicológicos más
eficaces para los distintos trastornos primarios del sueño. Los trastornos primarios se
dividen en disomnias (alteraciones de la cantidad, calidad y/o del horario de sueño) y
parasomnias (no producen ninguna queja de falta o exceso de sueño ni implican
anormalidades en los mecanismos generadores de los estados de sueño-vigilia, sino que
más bien son acontecimientos o experiencias extrañas o inusuales asociadas al sueño, a
alguna de sus fases específicas o a los momentos de transición entre el sueño y la vigilia)
(APA, 2002), pero vamos a centrarnos en las parasomnias, pues son las que engloban las
alteraciones del sueño características de la edad infantil.


         - Pesadillas: El tratamiento de las pesadillas ha recibido escasa atención en la
literatura psicológica. Existen muy pocos estudios sobre ello, y de esos pocos haremos
referencia al de Halliday que identifica cuatro factores provocadores de ansiedad que son
comunes en las pesadillas: la incontrolabilidad del sueño, su percibido sentido de
realidad, la línea de argumentación generadora de miedo y el sentido de importancia
atribuido al sueño. Señala que la intervención debe dirigirse pues a la extinción de estos
factores (Halliday, 1987).
         Nosotros nos vamos a centrar en las técnicas de tratamiento que han sido
sometidas a investigación empírica:
         Técnicas de exposición: Se basan en la desensibilización sistemática (DS) o
terapia implosiva. El procedimiento generalmente eliminaba las pesadillas y/o la ansiedad
generada por ellas sin manipulación del contenido del sueño en un total de 2 a 13
sesiones, seguidas de un seguimiento de hasta 6 o 7 meses (Miró, Sánchez y Buela-Casal,
2003).
         Éste tratamiento consiste en la exposición de la persona a los estímulos que le
producen ansiedad (en este caso, el contenido de la pesadilla). En algunos casos se
podrán utilizar técnicas que induzcan una respuesta incompatible con la ansiedad, por
ejemplo técnicas de relajación, así, se elimina la asociación entre el estímulo temido y la
respuesta de ansiedad y se produce un nuevo condicionamiento en el que la respuesta
condicionada ahora es la relajación.
         Técnicas de modificación del contenido del sueño: Son procedimientos que
alteran conscientemente las pesadillas a través del ensayo de un final diferente, la
modificación de algún detalle o la confrontación con aspectos adversos del sueño. De
entre estas estrategias, la denominada imagery rehearsal therapy (IRT) ha sido la técnica
cognitivo-conductual más investigada en el tratamiento de las pesadillas (Miró, Sánchez
y Buela-Casal, 2003).
         La técnica IRT se puede desarrollar en 3 sesiones, las dos primeras espaciadas en
una misma semana, y la última, tres semanas después de las primeras.
1ª sesión: El sujeto analiza sus pesadillas y hacemos que las contextualice como
una forma de imaginación negativa que sucede mientras duerme. A continuación
hacemos ejercicios de visualización para evaluar la capacidad del sujeto de generar
imágenes agradables y se enseñan técnicas para controlar las imágenes desagradables que
puedan surgir durante el transcurso de la imaginación placentera (como parada de
pensamiento, respiración abdominal, etc.).
       2ª sesión: Se dedica al aprendizaje de la IRT, que consiste en tres pasos, primero
seleccionan una pesadilla y la describen, a continuación cambian la pesadilla al gusto, de
manera que describen por escrito en detalle la nueva versión haciéndola agradable, y por
último, repasan mentalmente la secuencia de imágenes del sueño que han agradable que
han generado, de 5 a 20 minutos diarios.
       3ª sesión: se dedica a evaluar el progreso y aclarar cualquier dificultad que haya
podido surgir. Si en esta sesión se aprecia que el sujeto no ha mejorado sus pesadillas,
volveríamos a intentar la IRT, insistiendo en la creación de nuevas imágenes agradables
para el sujeto.
       El IRT se puede usar de forma más sencilla aún, dando una simple instrucción de
que piense en qué le gustaría soñar esa noche y que repase mentalmente las imágenes
placenteras escogidas antes de acostarse (Halliday, 1987).
       Técnicas de afrontamiento de la pesadilla: Son métodos diseñados para
confrontar personajes, objetos, etc., de la pesadilla mientras se experimenta. Esto implica
hacer uso del “sueño lúcido”, que es un estado alterado de conciencia en el que uno está
simultáneamente soñando y siendo consciente de estar soñando (Miró, Sánchez y Buela-
Casal, 2003). La técnica, todavía en fase experimental (Pérez, Fernández, Fernández y
Amigo, 2003), consiste en que el sujeto se plantee varias veces al día la pregunta ¿estoy
soñando o no?, en especial, tan cerca como sea posible del inicio del sueño, de manera
que adquiere este hábito de efectuarse esta pregunta, y lo hace también mientras duerme,
lo que le permite alcanzar la lucidez durante el transcurso de una pesadilla.
       Hipnosis: Diversos estudios han aplicado con éxito la hipnosis en el tratamiento
de las pesadillas. Se trata de la modificación de las pesadillas bajo hipnosis en el caso de
que sean pesadillas recurrentes, mientras que si las pesadillas son variadas se trabaja más
con sugestiones de eliminación de la ansiedad y las pesadillas que con el contenido en sí
(Ford, 1995).


       - Terrores nocturnos y sonambulismo: Tanto los terrores nocturnos como el
sonambulismo son trastornos de la activación, se tratan de parasomnias del sueño en las
fases III y IV del sueño NREM, siendo los terrores nocturnos la forma más severa y el
sonambulismo la manifestación más leve de la misma condición clínica (Espinar, 1998).
Por ello vamos a estudiar su tratamiento de forma conjunta.
       El tratamiento psicológico de los terrores nocturnos y el sonambulismo está
escasamente desarrollado. La mayoría de las intervenciones consisten sencillamente en la
adopción de medidas de seguridad (especialmente en el sonambulismo, como poner
cerraduras en puertas y ventanas, etc.), explicación y tranquilización a los padres
(dándole consejos y técnicas de actuación), higiene de sueño, relajación o hipnosis y
psicoterapia (Buela-Casal y Sánchez, 2002).
       Las técnicas conductuales más investigadas han sido los despertares programados
y la relajación o hipnosis que se explicarán en los siguientes epígrafes.
       Despertares programados: El tratamiento consiste primero en establecer una
línea base mediante la observación del sueño del sujeto, para determinar en qué
momentos mantiene las conductas y si el horario de sueño es o no regular, y segundo, en
formar a los padres para que despierten al niño varias horas después de dormirse y unos
15 minutos antes del momento típico del episodio.
       Hay varios estudios (Harris-Carlson, 1992) que demuestran que el uso de esta
técnica conlleva un descenso significativo en la frecuencia de estas parasomnias (Pérez,
Fernández, Fernández y Amigo, 2003).
       Relajación e hipnosis: La aplicación de la hipnosis en el tratamiento tanto de los
terrores nocturnos como del sonambulismo ha sido algo más frecuente. Varias
investigaciones de caso único informan de la resolución de problemas de sonambulismo o
de terrores con una o dos sesiones de hipnosis y seguimientos desde pocos meses hasta
dos años (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003).
       La hipnosis se introduce como un método de autocontrol, se pide al sujeto que
imagine una especie de pantalla que refleja una película de él mismo durmiendo quieta y
plácidamente durante toda la noche. Las principales sugestiones se centran en la
seguridad nocturna y en reducir la ansiedad. Esta inducción de unos 20 minutos se graba
con el fin de que sea utilizada a modo de auto-hipnosis por los pacientes antes de
acostarse (Miró y Buela-Casal, 2001).


       - Bruxismo: El tratamiento del bruxismo ha consistido fundamentalmente en la
aplicación de técnicas de reducción del estrés (relajación, mejora de los mecanismos de
afrontamiento del sujeto, etc.), biofeedback, fundas dentales(útiles para prevenir o limitar
el daño dental provocado por el trastorno, pero no detienen el bruxismo ni mejoran la
calidad de sueño) o medicación(desde el punto de vista farmacológico, los pocos estudios
controlados efectuados han informado de la ineficacia de la mayoría de los fármacos
empleados) (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003).
       A continuación vamos a desarrollar con más detalle la intervención con
biofeedback.
       Biofeedback: Consiste en colocar electrodos en diversas partes del cuerpo para
monitorizar las respuestas fisiológicas (en el caso del bruxismo, se usan electrodos para
monitorizar las respuestas fisiológicas ante el estrés, como la respuesta de rechinar o
apretar los dientes) y te devuelven la información a través de señales visuales o auditivas.
Con esta información empezamos a conocer la asociación entre el rechinar de dientes y el
estrés y con el objetivo de que el sujeto aprenda a influir sobre estos procesos
involuntarios que provocan el bruxismo.


       - Jactatio cápitis nocturna: Los episodios rítmicos característicos de este
trastorno no encierran ninguna sintomatología aparente. No requieren intervención, pues
normalmente terminan desapareciendo por sí solos. Sin embargo, cuando su violencia y
aparatosidad ponen en riesgo la integridad física del sujeto, convendría llevar a la práctica
algunos métodos preventivos y de seguridad.
       Se conoce que el aumento de la capacidad rítmica del sujeto está directamente
relacionado con el descenso de estos episodios nocturnos, por lo que como métodos
podemos utilizar un reloj que haga mucho ruido o un metrónomo ajustado al ritmo de los
balanceos del sujeto; oír su compás le ayuda a relajarse y a conciliar el sueño. También
podemos animarle a realizar actividades que mejoren su capacidad rítmica durante el día,
como columpiarse, o escuchar música (Ferber, 1992).
       En los casos en los que los balanceos sean muy bruscos, tendríamos que tomar
medidas preventivas para evitar que el sujeto se dañe, como apartar los muebles cercanos
a la cama, o incluso usando un casco para proteger la cabeza.


       - Somniloquio: Estas conductas no tienen consecuencias perjudiciales, como
mucho pueden llegar a despertar a las personas que duermen en la misma habitación, pero
nada más allá por lo que no parece necesitar ningún tipo de tratamiento.
       A parte de no parecer necesitar tratamiento, después de revisar la literatura
especializada, hemos llegado a la conclusión de que no existen tratamientos específicos
para el somniloquio, sólo en casos en los que están asociados a otras causas tratables, por
lo cual, se recomienda la observación a fin de discriminar las causas por las que aparecen
estos comportamientos, si las hubiere (Haslam, 1988).


5. CONCLUSIÓN


6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


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Trastornos del sueño

  • 1. TRASTORNOS DEL SUEÑO 1.INTRODUCCIÓN 2.EL SUEÑO 2.1.Definición 2.2.Evolución histórica del concepto de sueño 2.3.Fisiología del sueño 2.4.Factores que influyen 2.4.1.Género 2.4.2.Nutrición 2.4.3.Fatiga física y mental 2.5.Necesidad del sueño 3.TRASTORNOS EN EL SUEÑO 3.1.Clasificación 3.2.Trastornos del sueño en la infancia 3.2.1.Pesadillas 3.2.2.Terrores nocturnos 3.2.3.Sonambulismo 3.2.4.Somniloquio 3.2.5.Jactatio cápitis nocturna 3.2.6.Bruxismo 4.INTERVENCIÓN EN LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO 4.1.Evaluación 4.1.1.Técnicas de Evaluación 4.2.Tratamiento 5.CONCLUSIÓN 6.BIBLIOGRAFÍA
  • 2. Con que culpa tan grave, sueño velado y suave, pude en largo destierro merecerte, que se aparte de mi su olvido magno; pues no te busco yo por ser descanso, sino por muda imagen de la muerte (Quevedo, Al sueño) 1.INTRODUCCIÓN El sueño es uno de los aspectos comportamentales más básicos. La relevancia que el sueño tiene para el ser humano, ocupando aproximadamente una tercera parte de su vida, contrasta con los escasos conocimientos que aún se tienen acerca de sus mecanismos de inducción, mantenimiento, finalización y, aún menos, de las funciones que cumple. Sí se ha establecido claramente que dormir es necesario y que el sueño, lejos de ser un fenómeno unitario, aparece caracterizado por diferentes estados conductuales y fisiológicos (Pressman, 1986). El cúmulo de conocimientos sobre el sueño comenzó a generarse a partir de los años sesenta. Desde la medicina y la psicología comenzó a recibir mayor grado de atención, y en los setenta, incrementaron las citas literarias relacionadas con el sueño, reflejando el interés suscitado por el tema. La divulgación desde diferentes medios parece haber influido en el establecimiento de ciertos tópicos y creencias acerca de que, desde la psicología, el estudio del sueño se limita a la búsqueda del significado de las ensoñaciones. Lejos de esa asunción, el estudio del sueño dentro del ámbito psicológico, ha sido y es más variado en cuanto a sus intereses, centrándose en la investigación de aspectos tanto neurofísicos como evolutivos y clínicos. A partir de la década de los años cincuenta comenzó a concebirse el sueño como un proceso neurofisiológico activo altamente organizado y complejo. Así, en el sueño normal se diferenciaron claramente dos estados: sueño paradójico o sueño REM, y sueño normal o sueño no REM. El primero se caracteriza por atonía muscular, movimientos rápidos de los ojos, presencia de movimientos musculares y una intensa actividad del sistema nervioso. Además, durante el sueño REM tienen lugar las ensoñaciones. El sueño NREM se divide en cuatro fases, de la fase 1 a la fase 4 el sueño va haciéndose cada vez
  • 3. más profundo, lo que significa en términos conductuales una dificultad creciente para poder despertar. Todo esto lo desarrollaremos con mayor profundidad en el punto “fisiología del sueño”. Este sistema de estructuración del sueño ha requerido de diferentes ajustes y adaptaciones para poder acoplar polisomnogramas infantiles. Este requerimiento radica en el hecho de que el sueño del recién nacido difiere muy notablemente del patrón de sueño de los adultos. A pesar de ello, dicha estructuración sigue utilizándose incluso para el análisis del sueño de niños muy pequeños (Cashman y McCann, 1991). El sueño de un recién nacido no presenta todas las características REM y NREM hasta aproximadamente el tercer mes, diferenciándose hasta entonces entre sueño activo y sueño tranquilo. El sueño activo ocupa más de la mitad del tiempo total de sueño del recién nacido, que supone un total de 17 horas al día aproximadamente. A medida que el niño crece esos y otros parámetros van sufriendo variaciones: a las 15 semanas del nacimiento un niño duerme 14 o 15 horas de promedio, cantidad que se mantiene cercana a las 14 horas en niños de 6-8 meses hasta los 2 años, disminuyendo paulatinamente hasta las 9 horas hasta alcanzar la edad escolar y de nuevo aunque de forma más llamativa, 7,5 horas al día, en la adolescencia (alrededor de los 13 años). 2.EL SUEÑO 2.1.Definición: El Término sueño proviene del latín somnus, siendo definido por la Real Academia Española de la Lengua como el “acto de dormir”, y éste como la “suspensión de sentidos y movimientos voluntarios”; hoy este concepto de suspensión se considera errónea. De otra manera, válida actualmente, se puede definir el sueño como un estado funcional, reversible y cíclico, que presenta unas manifestaciones conductuales características, tales como una relativa ausencia de motilidad y un incremento del umbral de respuesta a la estimulación externa; a nivel orgánico se producen modificaciones funcionales y cambios de actividad en el sistema nervioso, acompañado todo ello de la modificación de la actividad intelectual que supone el soñar (Buela Casal y Sierra, 1999). 2.2.Evolución histórica del concepto de sueño - Periodo filosófico: Antigüedad - S.XVII
  • 4. En este periodo se plantearon diversas hipótesis acerca de por qué se producía el estado de sueño. En realidad no eran más que especulaciones dado que no se realizaba ningún tipo de investigación que pudiese confirmar tales creencias. Una de las primeras hipótesis fue la vascular planteada por Alcmeón de Crotona, que consideraba que el sueño era producido por el incremento de sangre en las venas. La siguiente fue la hipótesis térmica, propuesta por Empédocles de Agrigento, donde el sueño era provocado por un aumento de la temperatura corporal. - Periodo precientífico: S.XVIII – 1929 A partir del S. XVIII se incrementa el interés por el sueño, surgiendo un gran número de hipótesis donde se intenta explicar este fenómeno partiendo de una base fisiológica. En estos años se destaca la hipótesis de Griesinger, primer autor que considera el sueño como un fenómeno activo y no como un estado pasivo. Freud, allá por el 1890, ya comenta que mientras soñamos la mente se encuentra muy activa pero el cuerpo se encuentra totalmente relajado. Ya por el 1921, se empieza a dar importancia a las privaciones o la supresión de sueño, y los cambios anatómicos neuronales que provocan (Kleitman). - Periodo científico: A partir del 1929 El año 1929 es una fecha clave en la investigación del sueño, puesto que es el año en que Hans Berger sienta las bases del registro de la actividad electroencefalográfica (EEG). A partir de entonces se producen un gran número de hallazgos que llevan a plantear teorías muy diversas sobre el sueño. Los hallazgos más destacados son los siguientes: 1930: Comienzan los primeros estudios del sueño bajo técnicas de electroencefalogramas (EEG), observandose diferencias entre la vigilia y el sueño (Berguer). 1937: Loomis describe cambios radicales dentro del propio suelo, dando lugar a las fases del sueño. Este mismo año Kleitman publica “Sleep characteristics”, obra considerada como la pionera de la fisiología del sueño. 1950-1957: Aserinsky y Kleitman realizan la siguiente observación: durante el sueño existen movimientos de los ojos durante determinados determinados momentos. Estas acciones son catalogadas como movimientos oculares rápidos (MOR) o Rapid eyes movements (REM).
  • 5. 1957: Dement describió las cuatro fases de Loomis como un sueño tranquilo, y en cada una de las fases se indica una profundidad, reflejada en las ondas del EEG cada vez más lentas y amplias. 1963: Steinschneider estudia la muerte súbita del lactante (MSL) la cual posteriormente se atribuye a paradas respiratorias, que el recién nacido sufre mientras duerme. 1965: Jouvet llamó sueño paradójico al MOR, ya que se ve durante el sueño profundo un EEG en el cual la actividad cerebral es similar al de una persona despierta. 1970: Webb realiza la primera descripción detallada del tiempo de sueño de acuerdo a la edad. 1972: Jouvet implica a la serotonina como responsable del sueño de ondas lentas, ampliando a cinco los sistemas que intervienen en la consecución del sueño y en la alteración sueño vigilia. (González, 1999). 2.3.Fisiología del sueño El sueño no se no se considera un estado, sino una conducta. Esta afirmación puede parecer extraña, ya que generalmente pensamos en las conductas como actividades que implican movimiento, tales como andar o hablar. A excepción de los movimientos rápidos de los ojos que acompañan a un estado particular, el sueño no se distingue por el movimiento. Lo que lo caracteriza es que la imperiosa necesidad de dormir nos fuerza a buscar un lugar tranquilo y confortable, acostarnos y permanecer allí durante varias horas. Como apenas recordamos nada de lo que sucede mientras estamos dormidos, tendemos a pensar en el sueño como un estado de consciencia más que como una conducta. El cambio en la consciencia es innegable, pero no debería impedirnos darnos cuenta de los cambios conductuales (Carlson, 2002). Aserinsky y Kleitman, haciendo referencia a la relajación corporal de Freud, la alteración del encefalograma (EEG) de Loomis, los movimientos oculares de Griesinger y el estudio EEG continuo de Dement, fueron los pioneros en comprender y explicar la fisiología y patología del sueño, de tal manera que este queda agrupado en dos categorías. Desde entonces marcan una diferencia entre dos formas de estar dormido, basados en la existencia de unos movimientos oculares rápidos y giratorios que en ciertos momentos del sueño aparecen. De acuerdo a la presencia o no de estos movimientos, se habla de sueño MOR <en siglas anglosajonas REM> y sueño NMOR <en siglas anglosajonas NREM> (González, 1999).
  • 6. - Sueño REM: Cursa con movimientos sincrónicos, rápidos, horizontales, verticales y giratorios de ambos ojos, siendo esto tan característico que de no encontrarse no se puede hablar de sueño REM. Ocupa el 25% del total del sueño, surgiendo el primero a los 80-100 minutos del comienzo y totalizando de 4-5 a lo largo de la noche, que son cada vez más duraderos. Los fenómenos más característicos que aparecen durante el sueño REM son los siguientes: • Movimientos oculares rápidos objetivables. • EEG de pequeño voltaje desincronizado • Ritmo respiratorio irregular • Variaciones bruscas del ritmo cardíaco • Descenso objetivable de la temperatura corporal • Pérdida total del tono muscular • Aparición de las ensoñaciones, que son recordadas si coinciden con el despertar La privación prolongada del sueño o la anulación total de la fase REM producen coma y con posterioridad la muerte, precedida de un estado hipermetabólico, de lo que se infiere su intervención o necesidad en los procesos de regulación y recarga energética (González, 1999). - Sueño NREM: Está formado por cuatro fases distintas: Fase I: Es un periodo de somnolencia, la entrada al sueño. Aparece tanto al acostarse, como detrás de cualquier despertar nocturno. El pensamiento deja de ser intencional, comenzando a viajar automáticamente. El tono muscular baja lentamente, surgiendo la respiración torácica unida a movimientos oculares lentos (González, 1999). El ritmo alfa (vigilia con ojos cerrados) comienza a desaparecer tras fraccionarse, dando paso a otro más lento (ritmo theta). Esta fase suele durar unos 10 minutos antes de entrar en la fase II (Carlson, 2002). Fase II: Durante este estadio, el EEG es generalmente irregular, pero contiene períodos de actividad theta, los llamados “husos de sueño” (pequeñas ráfagas de ondas de 12-14Hz, que ocurren de dos a cinco veces por minuto durante las fases I a IV del sueño) y “complejos K” (ondas de forma puntiaguda que aparecen de manera repentina, y que a diferencia de los husos, normalmente sólo se encuentran durante la fase II de sueño). El
  • 7. sujeto está ahora profundamente dormido, aunque si se le despierta, es posible que diga que no lo estaba, y alrededor de los 15 minutos pasa a la fase III (Carlson, 2002). Fase III: Los husos terminan por desaparecer, el sueño se hace más profundo y el nivel al despertar más alto. Está señalado por la aparición de las ondas delta de alta amplitud que ocupan el 20%-50% de esta fase, y su latencia es de 30-40 minutos (González, 1999). Fase IV: El sueño va haciéndose cada vez más profundo, existiendo un predominio casi absoluto de ondas delta que ocupan un mínimo del 50%-60% de esta fase. Existe una tendencia a estudiar las fases III y IV de forma conjunta, pues ambas tienen la misma estructura y la misma abundancia de ondas delta. Ambas constituyen el llamado sueño lento o profundo, que llenan el 20%-25% del total del sueño con claro predominio en la primera mitad de la noche (Carlson, 2002). - Sueño en el niño: La anterior fisiología sólo es válida para la edad adulta, por su lado, para los fetos, recién nacidos y lactantes, no es posible hacer una agrupación descriptiva tal y como se ha hecho con anterioridad, sino sencillamente una diferencia a dos niveles: Sueño Regular, lento o tranquilo: Equivale a las fases III y IV del sueño NREM, caracterizándose por inmovilidad con manos cerradas y flexionadas delante del cuerpo, que se encuentra en posición fetal, husos del sueño pobremente representados, que empiezan a evidenciarse a los dos meses, y los complejos K no se desarrollan hasta los ocho meses (González, 1999). Sueño Irregular, rápido o activo: Equivaldría al sueño REM de los adultos, y está caracterizado por que los sujetos tienen los brazos flácidos sobre la cama, palmas abiertas, movimientos bucales de succión, movimientos oculogiros conjugados junto a una respiración y ritmo cardíaco cambiantes sin relación con estímulos externos, permaneciendo el cuerpo flácido sobre la cama (González, 1999). 2.4.Factores que influyen 2.4.1.Género Aunque las diferencias sexuales en si no se consideran un factor determinante en la duración y organización del sueño, hay algunos estudios que concluyen que las mujeres duermen menos que los hombres. Existen ciertos factores ligados al sexo que
  • 8. tienen una influencia sobre el sueño, entre estos destaca el ciclo menstrual, las hormonas y el embarazo. De esta forma durante la adolescencia se pueden encontrar diferencias en el sueño entre chicos y chicas. Se ha demostrado que durante el periodo menstrual se produce un incremento del sueño paradójico, así mismo, durante la semana que precede a la menstruación aparecen dificultades para conciliar el sueño. En cuanto a las hormonas sexuales, se sabe que la progesterona facilita el sueño. Se han observado variaciones en el sueño durante el embarazo, produciéndose cambios desde la fecundación del ovulo. Se produce un aumento de la necesidad del sueño al comienzo del embarazo, lo que contrasta con el sueño menos profundo durante los tres últimos meses. 2.4.2.Nutrición La ingesta de determinadas sustancias provoca variaciones en la organización y en la duración del sueño. Existe cierta relación entre la cantidad de alimento ingerida y la duración del sueño; así, un aumento de apetito suele ir acompañado de un incremento en la cantidad total de tiempo dormido. Por otra parte, las cenas ligeras suelen ir seguidas de menos movimientos nocturnos durante el sueño que las cenas abundantes. En lo referente al tipo de alimentación se sabe que el triptófano, un aminoácido del grupo de las indolaminas, facilita el sueño. Éste aminoácido está presente en la mayoría de las proteínas de origen animal, particularmente en los productos lácteos y también en algunos cereales. En este hecho se basa la costumbre de llevar un vaso de leche a los niños antes de irse a la cama. Hay dos sustancias que suelen estar asociadas a nuestra dieta y que tienen fuertes repercusiones sobre el sueño; nos referimos al alcohol y al café, cuyo consumo suele iniciarse en edades relativamente jóvenes. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central; no obstante consumido a bajas dosis no tiene ningún efecto sobre el sueño. A dosis más elevadas suele producir un efecto hipnótico, al que sucede una vigilia reactiva, llegándose a producir despertares nocturnos, pesadillas e insomnio. El efecto del café, así como cualquier producto que contenga cafeína, dependerá de su concentración y del tiempo transcurrido desde su ingesta hasta el momento de acostarse. 2.4.3.Fatiga física y mental La fatiga, tanto física como mental, puede modificar la duración del sueño, puesto que el dormir es la única forma de recuperación. No obstante, la relación entre ejercicio físico y sueño no es una cuestión simple. No es la cantidad de ejercicio físico por si sola
  • 9. la que afecta al sueño, sino el grado de bienestar que el deporte produce. Así niños adolescentes que practican deporte necesitan dormir menos, siendo un sueño más reparador y pudiendo presentar modificaciones en el sueño; por el contrario en sujetos que no realizan normalmente deporte puede producirse un incremento de la necesidad de sueño si experimentan un aumento en su actividad física. Mientras la actividad física parece estar relacionada con el sueño de ondas lentas, la fatiga mental lo está con el sueño paradójico, el cual se incrementa como consecuencia de tareas que producen cansancio mental. 2.5.Necesidad del sueño La cantidad necesaria de sueño en el ser humano depende de factores biológicos, conductuales y ambientales. Hay personas con patrón de sueño largo que necesitan dormir más de ocho horas y otras que con menos horas de sueño se sienten perfectamente, patrón de sueño corto. Otra variable a tener en cuenta independientemente de la cantidad de sueño, es la calidad de éste. En función de la calidad podemos hablar de sujetos buenos dormidores, y malos dormidores. Los buenos dormidores son los que independientemente del tiempo de sueño, tienen un patrón de sueño más eficiente y los malos dormidores por su lado poseen un patrón de sueño poco eficiente. El patrón de sueño eficiente viene determinado por la calidad de la fase IV de sueño, fundamental para que éste sea reparador. Otro hecho que diferencia a unas personas de otras es la tendencia a trasnochar o a madrugar, así podemos distinguir entre sujetos vespertinos, que tienden a acostarse y levantarse tarde, y sujetos matutinos, que tienden a acostarse y levantarse temprano. En un estudio reciente, se demostró que los sujetos matutinos informaban una mayor activación y tenían tiempos de reacción más cortos que los vespertinos a primera hora de la mañana, y viceversa (Buela-Casal, Caballo y García Cueto, 1990) 3.TRASTORNOS EN EL SUEÑO 3.1. Clasificación La actual clasificación de los trastornos del sueño incluye cuatro categorías: las disomnias (trastorno de iniciación y mantenimiento del sueño, trastorno de somnolencia excesiva y trastornos del sueño relacionados con el ritmo circadiano), las parasomnias (trastornos del despertar, trastorno de la asociación sueño-vigilia, y alteraciones asociadas
  • 10. al sueño MOR), los trastornos asociados con alteraciones médicas o psiquiátricas y, por último, otros posibles trastornos sobre los que no se posee suficiente información para ser considerados como trastornos específicos del sueño (Buela-Casal y Caballo, 1991). Los principales trastornos del sueño son los siguientes: - Insomnio: Es un trastorno caracterizado por la reducción de la capacidad de dormir como consecuencia de factores psicológicos, biológicos y/o ambientales. - Síndrome de apnea del sueño: Alteración de la respiración caracterizada por una interrupción repetitiva y con duración de más de diez segundos del flujo aéreo nasobucal, que aparece durante el sueño provocado por la obstrucción de las vías aéreas superiores. - Narcolepsia: Se caracteriza por cuatro síntomas: somnolencia diurna excesiva (periodos cortos de sueño diurno con duración entre diez y quince minutos), cataplexia (disminución o pérdida del tono muscular), parálisis del sueño (sensación de no poder mover ningún músculo al quedarse dormido o al despertar)y alucinaciones hipnagógicas (alucinaciones visuales o auditivas vividas y terroríficas que se experimenta al estar medio dormido) - Síndrome de KLEINE-LEVIN: Somnolencia diurna excesiva que puede durar varias semanas, desapareciendo de forma espontánea. Durante esos periodos el paciente puede llegar a dormir hasta veinte horas diarias. - Síndrome de Pickwick: Es difícil diferenciarlo de la apnea del sueño. Se caracteriza por una capacidad pulmonar disminuida, una ventilación desigual y el PH y los gases de la sangre arterial modificados. Es común en individuos obesos. - Trastorno de conducta asociado al sueño MOR: Presentan movimientos vigorosos o violentos durante el sueño MOR que suelen ser escenificaciones de los sueños propios de esta fase. - Trastornos del sueño relacionados con el ritmo circadiano: Trastornos que están determinados por alteraciones o modificaciones del ritmo sueño-vigilia. - Trastornos del sueño en la vejez: Los ancianos pasan más tiempo en la cama, tienen una mayor latencia de sueño, mayor tiempo de vigilias nocturnas, reducción del porcentaje de sueño NREM, menor tiempo total de sueño y una modificación del ritmo circadiano de vigilia-sueño. 3.2. Trastornos del sueño en la infancia
  • 11. Los trastornos del sueño más comunes en la infancia son los siguientes: 3.2.1. Pesadillas Las pesadillas implican la aparición repetida de sueños vividos y terroríficos que despiertan al sujeto desde la fase de sueño REM llevándolo a un estado de plena vigilia en el que puede recordar con detalle la ensoñación (Miró, Sánchez y Buela-Casal, 2003). Las pesadillas constituyen episodios de sueño con ansiedad que surgen generalmente durante el sueño REM o paradójico. Van acompañadas siempre de ansiedad, aunque no tiene por qué producirse una activación autonómica, y en el caso de que se produzca, ésta es muy moderada. Esta respuesta de ansiedad suele ir acompañada de una reacción motora brusca que puede provocar el despertar. En este caso el niño presenta un contacto normal con la realidad y tiene la sensación de haber soñado con una amenaza inmediata; la ansiedad tiende a desaparecer rápidamente. En el caso de que las pesadillas se presenten de una forma recurrente pueden conducir a una fobia al sueño o provocar interrupciones repetidas del sueño REM (Buela-Casal y Sierra, 1994). Las pesadillas se producen a cualquier edad en la gran mayoría de las personas, aunque su relato es más común en la primera década de la vida. Aunque no se conoce con certeza el origen de las pesadillas, sí está claro que éstas son más frecuentes cuando el niño está preocupado o ansioso por algo. Así, algunos estudios asocian las pesadillas a ciertos rasgos psicopatológicos (Belicki, 1992; Berquier y Ashton, 1992). 3.2.2. Terrores nocturnos Los terrores nocturnos suelen producirse en el primer tercio de la noche, en las fases III o IV de sueño. El niño se sienta bruscamente en la cama gritando intensamente; se pueden producir toda una serie de vocalizaciones acompañadas de manifestaciones de una ansiedad intensa como sudoración, piloerección y taquicardia. Se pueden producir gestos incoordinados y rápidos, y una fijación de la mirada en algún punto frontal (Buela- Casal y Sierra, 2010). Cuando el niño se despierta durante un episodio de terror nocturno, generalmente no suele recordar lo ocurrido, en caso de recordarlo, suele tratarse de escenas terroríficas aisladas. Generalmente, a la mañana siguiente el niño no recuerda el episodio. Estos episodios suelen iniciarse en la edad preescolar, pudiendo ocurrir durante toda la infancia, persistiendo en muy pocas ocasiones más allá de la pubertad, estando asociados en estos casos a historias psicopatológicas (Llorente, Currier, Norman y Mellman, 1992). Este trastorno podría tener una importante base hereditaria, puesto que a
  • 12. la mayoría de los sujetos que lo padecen tiene familiares de primer, segundo y tercer grado que también lo sufren (Buela-Casal y Sierra, 2010) Se han formulado deferentes hipótesis para explicar la etiología de este trastorno. La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de terrores nocturnos. Estos factores psicológicos parecen contribuir de una forma importante a la aparición de terrores nocturnos en aquellos niños hereditariamente predispuestos. Por otro lado, dosis únicas de antidepresivos tricíclicos y neurolépticos administradas antes de acostarse pueden incrementar la frecuencia de episodios de terrores nocturnos. El hecho de que la mayoría de los niños deje de presentar terrores nocturnos con la edad podría sugerir que este trastorno no está asociado a un retraso madurativo del sistema nervioso central (Buela-Casal y Sierra, 1994). 3.2.3. Sonambulismo Se caracteriza por una secuencia de comportamientos complejos ocurrido durante el sueño de ondas lentas, generalmente en el primer tercio de la noche. El episodio se inicia con movimientos corporales que pueden llevar al sujeto a sentarse en la cama de una forma brusca e incluso levantarse y comenzar a deambular. El sonámbulo mantiene los ojos abiertos y fijos, siendo capaz de inspeccionar el ambiente evitando así los objetos encontrados a su paso. Ocasionalmente el sujeto puede hablar, aunque su articulación es muy pobre, limitándose a una simple murmuración. Un episodio de sonambulismo puede durar desde un minuto hasta más de media hora y su frecuencia puede ser de hasta varios episodios por semana, pudiendo llegar a durar el trastorno varios años sin tener por qué provocar ninguna alteración comportamental durante la vigilia. El sonambulismo puede estar asociado a otros trastornos del sueño. Así es frecuente encontrar en un mismo individuo sonambulismo y somniloquio, lo que podría estar indicando algún tipo de relación en la etiología de ambos trastornos. Así mismo, muchos episodios de sonambulismo van precedidos de terrores nocturnos; por otro lado, los niños pequeños con enuresis son más propensos a ser sonámbulos durante la adolescencia (Oswald, 1990). En lo referente a la etiología de este trastorno, se habla de factores emocionales, de retraso madurativo, etc. Unos estudios poligráficos han dado lugar a otras hipótesis, que consideran el sonambulismo como un trastorno del despertar y no del sueño, puesto que el sujeto, después de un largo período inicial en las fases III y IV, pasa de una forma
  • 13. brusca a las fases I y II. Por tanto el sonambulismo sería una disonancia entre el comportamiento motor y la conciencia (Reimao y DIament, 1985). 3.2.4. Somniloquio Es el habla o la emisión de sonidos con significado psicológico durante el sueño sin que exista una concepción crítica subjetiva durante el episodio. El habla puede ir desde sonidos ininteligibles hasta un pequeño discurso. El contenido del discurso puede ser elaborado y afectivo durante el sueño paradójico, y pobre en las fases de sueño de ondas lentas (Buela-Casal y Sierra, 1994). Normalmente, el habla tiene una duración de pocos segundos y ocurre esporádicamente. Aunque estos episodios pueden aparecer en cualquier edad infantil, normalmente se inician cuando el niño está en edad preescolar. En cuanto a la etiología, el somniloquio infantil no es signo de un trastorno psicopatológico grave. No obstante, si el problema se mantiene hasta la edad adulta podría estar asociado a cuadros de ansiedad (Reimao, 1990). 3.2.5. Jactatio cápitis nocturna Este trastorno consiste en el balanceo rítmico de la cabeza (delante-atrás y hacia los lados) y, en algunos casos, de todo el cuerpo, normalmente antes de dormirse el sujeto o en las fases I y II de sueño NREM (Reimao, 1990). Estos movimientos pueden ser regulares o intermitentes y, aunque en la mayoría de los casos son suaves, pueden resultar violentos hasta el punto de provocar heridas. En algunas ocasiones estos movimientos pueden repetirse durante un periodo largo de tiempo sin que el niño muestre ningún tipo de cansancio aparente (Buela-Casal y Sierra, 1994). Este trastorno ocurre sobre todo en lactantes entre los 8 y 24 meses de edad. Es raro encontrar este trastorno en adolescente. En algunos niños los movimientos reaparecen varios años después coincidiendo con una etapa de tensión acentuada. Se sabe que la incidencia es similar en ambos sexos y que se produce más frecuentemente en los primogénitos, lo cual podría estar provocado por una mayor atención o preocupación de los padres (Buela-Casal y Sierra, 2010). 3.2.6. Bruxismo El bruxismo asociado al sueño se caracteriza por una actividad rítmica de los músculos maseteros pterigoideus internos y temporales que provocan una serie de
  • 14. contracciones forzadas de las mandíbulas superior e inferior y una fricción de las superficies dentarias. Pueden provocar desgaste de los dientes e incluso alteraciones en la articulación temporomandibular. Estos episodios suelen aparecer en la fase II de sueño y en la transición entre las distintas fases (Buela-Casal y Sierra, 1994). No existe acuerdo en la etiología de este trastorno, las hipótesis planteadas varían desde considerar ciertos factores psicológicos como desencadenantes de este comportamiento, hasta la implicación del funcionamiento de ciertas estructuras anatómicas (Thompson, Blount y Krumholz, 1994). 4. INTERVENCIÓN EN LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO 4.1. Evaluación Las técnicas de evaluación van asociadas a unos procedimientos que distingan entre los distintos trastornos del sueño. En la actualidad, la evaluación conductual propone que se deben tener en cuenta todos aquellos componentes que puedan causar el trastorno: ambiente, conducta, componentes orgánicos y tiempo circadiano (Buela-Casal, 1990a). De la misma manera que sucede con cualquier psicopatología, para diagnosticar un trastorno del sueño en la infancia se debe seguir un procedimiento estandarizado y hacer uso de diferentes técnicas de evaluación. Tenemos que diferenciar el trastorno y para ello debemos localizar el punto de partida para iniciar la evaluación y su posterior tratamiento. Para ello la recaudación de información de los distintos factores tanto ambientales como biológicos, se presenta como primordial. Buela-Casal nos propone cuatro parámetros para hacer una correcta evaluación: ¿cuándo duerme el sujeto?; ¿cómo duerme?; ¿qué hace para dormir?; ¿dónde duerme? La primera pregunta se refiere al tiempo circadiano u hora del día en el que está localizado; la segunda pregunta se refiere a los factores intrínsecos al organismo tale: edad, patrones de sueño, estado fisiológico o necesidad de dormir; la tercera son las conductas desarrolladas por el niño que facilitan o inhiben el sueño; y la última es el ambiente en el que el niños duerme: habitación, temperatura, luz, ruido… - ¿Cuándo duerme? Tenemos que establecer el momento que comienza el episodio de sueño y el momento en el que termina, dentro del margen de las veinticuatro horas del día. Establecemos el período de inicio y final circadiano del sueño.
  • 15. - ¿Cómo duerme? Tenemos que tener en cuenta diversos parámetros del sueño: tiempo que tarda en dormirse tiempo total del sueño y distribución del tiempo de sueño entre las distintas fases. Además de tener en cuenta otros factores como: nivel de vigilancia y activación durante el día, la edad y la necesidad de sueño que tiene cada persona y el puesto que todos ellos determinan en gran medida los parámetros anteriores. - ¿Qué hace para dormir? Observar las conductas desarrolladas por los pacientes que pueden facilitar o inhibir el sueño. La realización de ejercicio físico de forma excesiva horas antes de acostarse y la ingesta excesiva de azúcar o de líquidos pueden inhibir el sueño. - ¿Dónde duerme? Recabar información sobre el ambiente físico en el que el niño duerme, teniendo en cuenta los factores que estén relacionados con la calidad del sueño: temperatura ambiental, ruido, luz, tipo de cama… Esta evaluación la vamos a aplicar a los trastornos que nos marca el DSMVI sobre el sueño que nos concreta en tres, pesadillas, terrores nocturnos, y sonambulismo, para cuyos criterios de diagnóstico son los siguientes: - Pesadillas: • Despertares provocados por sueños terroríficos y prolongados que dejan recuerdos vividos y cuyos contenidos se centran en amenazas para la supervivencia, seguridad y autoestima. Suelen ocurrir en la segunda mitad del sueño. • Al despertarse del sueño la persona recupera el estado orientado y vigil. • Las pesadillas provocan malestar clínico, deterioro social, laboral y en otras facetas del individuo. • Las pesadillas no aparecen exclusivamente en el trascurso de otro trastorno mental y no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. - Terrores Nocturnos: • Despertares bruscos generalmente en el primer tercio del episodio de sueño que se inician con un grito de angustia.
  • 16. Aparición en el episodio del miedo y signos de activación vegetativa de carácter intenso, por ejemplo: taquicardias (aumento de la frecuencia cardíaca), taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria) y sudación (exhalación del sudor). • Falta de respuesta a los esfuerzos de los demás para tranquilizar al individuo. • Amnesia del episodio, no pudiendo describir recuerdo detallado de lo acontecido. • Los terrores nocturnos provocan malestar clínico, deterioro social, laboral y en otras facetas del individuo. • Asegurar que la alteración no se deba a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. - Sonambulismo: • Levantarse de la cama y andar por la habitación en pleno sueño, que tienen un lugar durante el primer tercio de sueño mayor. • Durante estos episodios el individuo tiene una mirada fija y perdida, se muestra reactivo a los estímulos de los demás, y puede ser despertado a base de grandes esfuerzos. • Al despertar el sujeto no recuerda nada del episodio. • A los pocos minutos de despertarse del episodio del sonambulismo, el individuo recobra todas sus facultades y no muestra afectación. Aunque en un primer momento puede presentar confusión o desorientación. • Los episodios de sonambulismo provocan malestar clínico, deterioro social, laboral y en otras facetas del individuo. • Asegurar que la alteración no se deba a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. 4.1.1. Técnicas de evaluación
  • 17. Se pueden emplear diferentes técnicas y procedimientos en la evaluación de los trastornos del sueño, pudiendo adaptarse la mayoría de ellas a la población infantil o adolescente (Buela-Casal, 1990ª)(Buela-Casal, 1990c). -Entrevista Es uno de los instrumentos más usados de evaluación psicológica, en el caso de los trastornos de sueño en la infancia y la adolescencia debemos distinguir dos tipos diferentes de entrevistas: la entrevista con el niño o adolescente, y la entrevista con los padres. Entrevista con niños/as y adolescentes En la mayoría de los casos los niños y adolescentes van acompañados de sus padres y por lo tanto son parte de la entrevista. Es conveniente, siempre y cuando se pueda, sobre todo en los adolescentes, de hacerle la entrevista para así elaborar una historia de sueño. Debemos abordar los siguientes aspectos: • Cuándo y cómo surge el problema • Cómo evolucionó su sueño desde el nacimiento hasta la actualidad • Estado de humor y nivel de activación durante el día • Estilo de vida del sujeto: sedentario, activo, práctica deportiva… • Evaluación que el propio sujeto hace de su problema • Tratamiento que ha seguido o sigue • Consumo de estimulantes • Ambiente en el que duerme: tipo de habitación, ruidos, luz Entrevista con los padres Cuando el niño es de corta edad la única posible entrevista se realiza con los padres. A través de ella podemos recabar información sobre los hábitos de dormir del niño. En el caso de poder realizar una entrevista a ambas partes, tanto a padres y madres como a niños y niñas, con el fin de cruzar los datos para tener una evaluación lo más subjetiva posible del cuestionario. -Diarios de sueño Son registros que el propio paciente contesta cada mañana después de levantarse. Cómo es lógico se puede utilizar siempre y cuando el niño/adolescente tenga cierta edad.
  • 18. Por medio de estos registros podremos recabar información sobre la hora de acostarse, levantarse, latencias de sueño, despertares nocturnos, presencia de pesadillas o terrores nocturnos…Una de las condiciones que deben cumplir este diario, es que sean preguntas cerradas y que tenga una duración de al menos dos semanas. -Técnicas de autoinforme Se trata de realizar diferentes escalas para medir la activación autoinformada, entre la que destacan: “La lista de Adjetivos de Activación-Desactivación” y la “Escala de Somnolencia de Stanford” (Sierra, Luna-Villeas, Fernández-Guardiola y Buela-Casal, 1993). La lista de Adjetivos de Activación-Desactivación de Thayler está formada por una serie de adjetivos relacionados con la activación que el sujeto debe clasificar; los cuatro factores de activación que se incluyen en la escala son los siguientes: 1- Activación general (vivo, activo, lleno de empuje, enérgico, dinámico, vigoroso, activado). 2- Desactivación-sueño (somnoliento, cansado, amodorrado). 3- Gran Activación (inquieto, nervioso, excitado, temeroso, intenso). 4- Desactivación general (reposado, tranquilo, ocioso, calmado, descansado, plácido). La Escala de Somnolencia de Standford fue desarrollada por Hoddes, Dement y Zarcone en la década de los sesenta, siendo adaptada por Buela-Casal y Sierra. Se plantea cuantificar las respuestas subjetivas del nivel de somnolencia. Está integrada por descripciones de diferentes estados de somnolencia. A los sujetos se les piden que elijan enunciados que describan mejor su estado. Las puntuaciones bajas indican alerta, y las alertas somnolencias. -Técnicas psicofisiológicas Pueden usarse tanto en registro diurnos y nocturnos. Los nocturnos recogen una evaluación poliosomnográfica, donde los sujetos duermen en laboratorios de sueño; entre las técnicas más utilizadas para la evaluación de la somnolencia destacan la medida de latencia múltiple de sueño, las medidas repetidas de la vigilia, la puntuación poligráfica de somnolencia y el índice poligráfico de somnolencia. 4.2. Tratamiento A continuación, vamos a realizar un estudio de los tratamientos psicológicos más eficaces para los distintos trastornos primarios del sueño. Los trastornos primarios se dividen en disomnias (alteraciones de la cantidad, calidad y/o del horario de sueño) y
  • 19. parasomnias (no producen ninguna queja de falta o exceso de sueño ni implican anormalidades en los mecanismos generadores de los estados de sueño-vigilia, sino que más bien son acontecimientos o experiencias extrañas o inusuales asociadas al sueño, a alguna de sus fases específicas o a los momentos de transición entre el sueño y la vigilia) (APA, 2002), pero vamos a centrarnos en las parasomnias, pues son las que engloban las alteraciones del sueño características de la edad infantil. - Pesadillas: El tratamiento de las pesadillas ha recibido escasa atención en la literatura psicológica. Existen muy pocos estudios sobre ello, y de esos pocos haremos referencia al de Halliday que identifica cuatro factores provocadores de ansiedad que son comunes en las pesadillas: la incontrolabilidad del sueño, su percibido sentido de realidad, la línea de argumentación generadora de miedo y el sentido de importancia atribuido al sueño. Señala que la intervención debe dirigirse pues a la extinción de estos factores (Halliday, 1987). Nosotros nos vamos a centrar en las técnicas de tratamiento que han sido sometidas a investigación empírica: Técnicas de exposición: Se basan en la desensibilización sistemática (DS) o terapia implosiva. El procedimiento generalmente eliminaba las pesadillas y/o la ansiedad generada por ellas sin manipulación del contenido del sueño en un total de 2 a 13 sesiones, seguidas de un seguimiento de hasta 6 o 7 meses (Miró, Sánchez y Buela-Casal, 2003). Éste tratamiento consiste en la exposición de la persona a los estímulos que le producen ansiedad (en este caso, el contenido de la pesadilla). En algunos casos se podrán utilizar técnicas que induzcan una respuesta incompatible con la ansiedad, por ejemplo técnicas de relajación, así, se elimina la asociación entre el estímulo temido y la respuesta de ansiedad y se produce un nuevo condicionamiento en el que la respuesta condicionada ahora es la relajación. Técnicas de modificación del contenido del sueño: Son procedimientos que alteran conscientemente las pesadillas a través del ensayo de un final diferente, la modificación de algún detalle o la confrontación con aspectos adversos del sueño. De entre estas estrategias, la denominada imagery rehearsal therapy (IRT) ha sido la técnica cognitivo-conductual más investigada en el tratamiento de las pesadillas (Miró, Sánchez y Buela-Casal, 2003). La técnica IRT se puede desarrollar en 3 sesiones, las dos primeras espaciadas en una misma semana, y la última, tres semanas después de las primeras.
  • 20. 1ª sesión: El sujeto analiza sus pesadillas y hacemos que las contextualice como una forma de imaginación negativa que sucede mientras duerme. A continuación hacemos ejercicios de visualización para evaluar la capacidad del sujeto de generar imágenes agradables y se enseñan técnicas para controlar las imágenes desagradables que puedan surgir durante el transcurso de la imaginación placentera (como parada de pensamiento, respiración abdominal, etc.). 2ª sesión: Se dedica al aprendizaje de la IRT, que consiste en tres pasos, primero seleccionan una pesadilla y la describen, a continuación cambian la pesadilla al gusto, de manera que describen por escrito en detalle la nueva versión haciéndola agradable, y por último, repasan mentalmente la secuencia de imágenes del sueño que han agradable que han generado, de 5 a 20 minutos diarios. 3ª sesión: se dedica a evaluar el progreso y aclarar cualquier dificultad que haya podido surgir. Si en esta sesión se aprecia que el sujeto no ha mejorado sus pesadillas, volveríamos a intentar la IRT, insistiendo en la creación de nuevas imágenes agradables para el sujeto. El IRT se puede usar de forma más sencilla aún, dando una simple instrucción de que piense en qué le gustaría soñar esa noche y que repase mentalmente las imágenes placenteras escogidas antes de acostarse (Halliday, 1987). Técnicas de afrontamiento de la pesadilla: Son métodos diseñados para confrontar personajes, objetos, etc., de la pesadilla mientras se experimenta. Esto implica hacer uso del “sueño lúcido”, que es un estado alterado de conciencia en el que uno está simultáneamente soñando y siendo consciente de estar soñando (Miró, Sánchez y Buela- Casal, 2003). La técnica, todavía en fase experimental (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003), consiste en que el sujeto se plantee varias veces al día la pregunta ¿estoy soñando o no?, en especial, tan cerca como sea posible del inicio del sueño, de manera que adquiere este hábito de efectuarse esta pregunta, y lo hace también mientras duerme, lo que le permite alcanzar la lucidez durante el transcurso de una pesadilla. Hipnosis: Diversos estudios han aplicado con éxito la hipnosis en el tratamiento de las pesadillas. Se trata de la modificación de las pesadillas bajo hipnosis en el caso de que sean pesadillas recurrentes, mientras que si las pesadillas son variadas se trabaja más con sugestiones de eliminación de la ansiedad y las pesadillas que con el contenido en sí (Ford, 1995). - Terrores nocturnos y sonambulismo: Tanto los terrores nocturnos como el sonambulismo son trastornos de la activación, se tratan de parasomnias del sueño en las
  • 21. fases III y IV del sueño NREM, siendo los terrores nocturnos la forma más severa y el sonambulismo la manifestación más leve de la misma condición clínica (Espinar, 1998). Por ello vamos a estudiar su tratamiento de forma conjunta. El tratamiento psicológico de los terrores nocturnos y el sonambulismo está escasamente desarrollado. La mayoría de las intervenciones consisten sencillamente en la adopción de medidas de seguridad (especialmente en el sonambulismo, como poner cerraduras en puertas y ventanas, etc.), explicación y tranquilización a los padres (dándole consejos y técnicas de actuación), higiene de sueño, relajación o hipnosis y psicoterapia (Buela-Casal y Sánchez, 2002). Las técnicas conductuales más investigadas han sido los despertares programados y la relajación o hipnosis que se explicarán en los siguientes epígrafes. Despertares programados: El tratamiento consiste primero en establecer una línea base mediante la observación del sueño del sujeto, para determinar en qué momentos mantiene las conductas y si el horario de sueño es o no regular, y segundo, en formar a los padres para que despierten al niño varias horas después de dormirse y unos 15 minutos antes del momento típico del episodio. Hay varios estudios (Harris-Carlson, 1992) que demuestran que el uso de esta técnica conlleva un descenso significativo en la frecuencia de estas parasomnias (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003). Relajación e hipnosis: La aplicación de la hipnosis en el tratamiento tanto de los terrores nocturnos como del sonambulismo ha sido algo más frecuente. Varias investigaciones de caso único informan de la resolución de problemas de sonambulismo o de terrores con una o dos sesiones de hipnosis y seguimientos desde pocos meses hasta dos años (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003). La hipnosis se introduce como un método de autocontrol, se pide al sujeto que imagine una especie de pantalla que refleja una película de él mismo durmiendo quieta y plácidamente durante toda la noche. Las principales sugestiones se centran en la seguridad nocturna y en reducir la ansiedad. Esta inducción de unos 20 minutos se graba con el fin de que sea utilizada a modo de auto-hipnosis por los pacientes antes de acostarse (Miró y Buela-Casal, 2001). - Bruxismo: El tratamiento del bruxismo ha consistido fundamentalmente en la aplicación de técnicas de reducción del estrés (relajación, mejora de los mecanismos de afrontamiento del sujeto, etc.), biofeedback, fundas dentales(útiles para prevenir o limitar el daño dental provocado por el trastorno, pero no detienen el bruxismo ni mejoran la
  • 22. calidad de sueño) o medicación(desde el punto de vista farmacológico, los pocos estudios controlados efectuados han informado de la ineficacia de la mayoría de los fármacos empleados) (Pérez, Fernández, Fernández y Amigo, 2003). A continuación vamos a desarrollar con más detalle la intervención con biofeedback. Biofeedback: Consiste en colocar electrodos en diversas partes del cuerpo para monitorizar las respuestas fisiológicas (en el caso del bruxismo, se usan electrodos para monitorizar las respuestas fisiológicas ante el estrés, como la respuesta de rechinar o apretar los dientes) y te devuelven la información a través de señales visuales o auditivas. Con esta información empezamos a conocer la asociación entre el rechinar de dientes y el estrés y con el objetivo de que el sujeto aprenda a influir sobre estos procesos involuntarios que provocan el bruxismo. - Jactatio cápitis nocturna: Los episodios rítmicos característicos de este trastorno no encierran ninguna sintomatología aparente. No requieren intervención, pues normalmente terminan desapareciendo por sí solos. Sin embargo, cuando su violencia y aparatosidad ponen en riesgo la integridad física del sujeto, convendría llevar a la práctica algunos métodos preventivos y de seguridad. Se conoce que el aumento de la capacidad rítmica del sujeto está directamente relacionado con el descenso de estos episodios nocturnos, por lo que como métodos podemos utilizar un reloj que haga mucho ruido o un metrónomo ajustado al ritmo de los balanceos del sujeto; oír su compás le ayuda a relajarse y a conciliar el sueño. También podemos animarle a realizar actividades que mejoren su capacidad rítmica durante el día, como columpiarse, o escuchar música (Ferber, 1992). En los casos en los que los balanceos sean muy bruscos, tendríamos que tomar medidas preventivas para evitar que el sujeto se dañe, como apartar los muebles cercanos a la cama, o incluso usando un casco para proteger la cabeza. - Somniloquio: Estas conductas no tienen consecuencias perjudiciales, como mucho pueden llegar a despertar a las personas que duermen en la misma habitación, pero nada más allá por lo que no parece necesitar ningún tipo de tratamiento. A parte de no parecer necesitar tratamiento, después de revisar la literatura especializada, hemos llegado a la conclusión de que no existen tratamientos específicos para el somniloquio, sólo en casos en los que están asociados a otras causas tratables, por
  • 23. lo cual, se recomienda la observación a fin de discriminar las causas por las que aparecen estos comportamientos, si las hubiere (Haslam, 1988). 5. CONCLUSIÓN 6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS American Psychiatric Association (APA) (2002). DSM-IV-TR Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales (4ª. Ed.). Barcelona: Masson. Belicki, K. (1992). Nightmare frequency versus nightmare distress: relations to psychopathology and cognitive style. Journal of Abnormal Psychology, 101, 592-597. Berquier, A. y Ashton, R. (1992). Characteristics of the frequent nightmare sufferer. Journal of Abnormal Psychology, 101, 246-250. Buela-Casal, G. (1990a). Avaliçao dos disturbios do sono: metodología. En R. Reimao (comp.), Sono. Aspectos atuais. Río de Janeiro: Livraria Atheneu. Buela-Casal, G. (1990b). Evaluación y tratamiento conductual del insomnio. II curso de psicología de la salud. Santiago de Compostela. Buela-Casal, G. (1990c). Trastornos de iniciación y mantenimiento del sueño (insomnios). En G. Buela-Casal y J.F. Navarro (comps.), Avances en la investigación del sueño y sus trastornos. Madrid: Siglo XXI. Buela-Casal, G. y Caballo, V.E. (1991). Clasificación internacional de los trastornos del sueño. En G. Buela-Casal y V.E. Caballo (Eds.), Manual de psicología clínica aplicada (pp. 189-196). Madrid: Siglo XXI. Buela-Casal, G., Caballo. V. E. y García-Cueto, E. (1990). Differences between morning and evening types in performance. Personality and Individual Differences, 5, 447-450. Buela-Casal, G. y Sánchez, A.I. (2002). Los trastornos del sueño. Madrid: Síntesis. Buela-Casal, G. y Sierra, J.C. (1994). Los trastornos del sueño. Evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y la adolescencia. Madrid: Pirámide. Buela-Casal, G. y Sierra, J. C. (1999). Los trastornos del sueño. Madrid: Pirámide. Buela-Casal, G, y Sierra, J. C. (2010). Los trastornos del sueño. En A. Belloch, B. Sandín y F. Ramos. Manual de psicopatología (pp. 294-308). Madrid: McGraw Hill. Carlson, N. R. (2002). Fisiología de la conducta. Barcelona: Ariel Neurociencia.
  • 24. Cashman, M. y Maccann, B. (1991). Trastornos del sueño en niños y adolescentes. Barcelona: Martínez Roca. Espinar, J. (1998). Trastornos del alertamiento y parasomnias de la transición vigilia- sueño. Revista de neurología, 26, 469-472. Ferber, R. (1992). Solucione los problemas de sueño de su hijo. Barcelona: Ediciones Medici. Ford, R. (1995). Hypnotic treatment of a sleeping problem in an 11-year-old boy. Contemporany Hypnosis, 12, 201-206. González, F. (1999). El sueño. Córdoba: Servicio de publicaciones de la Universidad de Córdoba. Halliday, G. (1987). Direct psychological therapies for nightmares: A review. Clinical psychology Review, 7, 501-523. Harris-Carlson, S.A. (1992). Sleepwalking and night terrors in children: Treatment with scheduled awakenings and circadian rhythm management. Dissertation Abstracts International, 52, 6073. Haslam, D. (1988). Trastornos de sueño infantil. Normas prácticas de tratamiento. Barcelona: Martínez Roca. Llorente, M. D., Currier, M. B., Norman, S. E. y Mellman, T. A. (1992). Night terror in adults: Phenomenology and relationship to psychopatology. Journal of Clinical Psychiatry, 53, 392-394. Luciano-Soriano, M. C. (1996). Manual de psicología clínica. Infancia y Adolescencia. Valencia: Promolibro. Miró, E. y Buela-Casal, G. (2001). Aplicaciones de la hipnosis al tratamiento de los trastornos del sueño. En J. Gil y G. Buela-Casal (Eds.). Hipnosis. Fuentes históricas, marco conceptual y aplicaciones en psicología clínica (pp. 297-331). Madrid: Biblioteca Nueva. Miró, E., Sánchez, A.I. y Buela-Casal, G. (2003). Guía de tratamientos psicológicos eficaces en los trastornos del sueño. En M. Pérez, J.R. Fernández, C. Fernández y I. Amigo, Guía de tratamientos psicológicos eficaces II. Psicología de la salud (pp. 255-286). Madrid: Pirámide. Organización Mundial de la Salud (OMS) (1992). CIE-10 Clasificación internacional de enfermedades. Madrid: Meditor. Oswald, I. (1990). Terrores nocturnos y sonambulismo. En G. Buela-Casal y J. F. Navarro (Eds.), Avances en la investigación del sueño y sus trastornos (pp. 345-349). Madrid: Siglo XXI.
  • 25. Pérez, Álvarez, M., Fernández, Hermida, J.R., Fernández, Rodríguez, C. y Amigo, Vázquez, I. (2003). Guía de tratamientos psicológicos eficaces II. Psicología de la salud. Madrid: Pirámide. Pressman, M. (1986). Sleep and sleep disorders: and introduction. Clinical Psychology Review, 6, 1-9. Reimao, R. (1990). Somniloquio, jactatio cápitis nocturna y bruxismo. En G. Buela-Casal y J.F. Navarro (Eds.), Avances en la investigación del sueño y sus trastornos (pp. 351-358). Madrid: Siglo XXI. Reimao, R. y Diament, A. (1985). Sono na infancia. Aspectos normais e principais disturbios. Sao Paulo: Sarvier. Sierra, J.C., Luna-Villegas, G., Fernández-Guardiola, A. y Buela-Casal, G. (1993). Evaluación de la activación y de la vigilancia. Revista latinoamericana de psicología, 25(3), 433-452. Thompson, B. A., Blount, B. W. y Krumholz, T. S. (1994). Treatment approaches to bruxism. American Family Physician, 49, 1617-1622.