El documento discute cómo la envidia es un contaminante común en las empresas españolas que causa problemas. La envidia profesional y personal entre departamentos extiende la mediocridad y hace que los compañeros de trabajo se vean como amenazas en lugar de fuentes de ayuda. Aquellos con poca autoestima y que se enfocan más en su estatus que en el departamento son propensos a la envidia y son tóxicos para la empresa. Para mejorar, debemos ser humildes, aprender de nuestros errores y fomentar la generos
1. Álvaro Sánchez Acebedo
Un contaminante en las empresas
Uno de lo mayores problemas internos y que perjudica la filosofía y el ambiente
interno de las empresas españolas, incluyendo las de capital extranjero es la: envidia.
Las envidias - profesionales y personales - que campan a sus anchas en los distintos
departamentos dentro de las empresas, se extienden con progresión aritmética y que
hacen ver a los compañeros de trabajo, sin distinción de cargo, más como una
amenaza de un enemigo que pensamos tener a nuestro lado, que cómo una fuente de
talento y ayuda dentro de la organización. Hay una falta absoluta de consideración,
respeto y dignidad hacia las personas profesionales que desgraciadamente está
multiplicando la mediocridad en España, por una falta de madurez profesional de
tomar la creatividad, las ideas y las soluciones a problemas reales, como algo
negativamente hacia nuestra persona o cargo profesional por intentar cambiar las
cosas con sensatez, rigor, ilusión, conocimiento, audacia e interés profesional.
La envidia aparece en aquellas personas con poca autoestima, inseguras que no son
capaces de tomar una decisión por si solas por miedo a equivocarse y a consecuencia
de ello acomplejadas profesionalmente que se toman cualquier consejo, comentario o
crítica constructiva hacia su trabajo como algo negativo a su persona. Generalmente
no saben aceptar y encajar una recomendación que les puede beneficiar no sólo a
ellos como persona, sino también para la organización en la que trabajan. Es decir, les
falta un barniz que se llama humildad. Generalmente suelen ser mandos intermedios
o de categoría media alta con mucha experiencia en su carrera profesional pero con
unas dotes de mando obsoletas del tipo: ordeno y mando. Lo único que les preocupa
es el status de su cargo y su propia imagen y no la del departamento o área que
dirigen. La envidia es un contaminante que hace que éste tipo de profesionales sean
un componente tóxico dentro de cualquier empresa.
Seamos buenos, pragmáticos, humildes sabiendo encajar nuestros errores y
meteduras de pata como algo positivo que beneficia notablemente nuestra experiencia
y ejemplares para que los demás sean mejores que nosotros, fomentando la
generosidad y el compañerismo. Es lo que hace falta. Si queremos cambiar las cosas
empecemos por cambiar nosotros mismos con una actitud constructiva y no
destructiva empleando como potente ácido corrosivo la envidia.