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HISTORIA DE LA CULTURA PERUANA
BETHSY RAQUEL SOTELO MORALES
Módulo: I Unidad:Módulo: I Unidad: I Semana: 1-2I Semana: 1-2
FUENTES Y LOS INICIOS DE LA CIVILIZACIÓN
ANDINA
ORIENTACIONES
Apreciados alumnos, reciban un cálido saludo.
CONTENIDOS TEMÁTICOS
1.1 Conceptos generales.
1.2 ¿Turismo de reuniones o turismo de eventos o turismo de
negocios?.
DESARROLLO DE CONTENIDOS
1.1 Conceptos generales.
1.1.1 Eventos.
1.1.2 Congreso.
1.1.3 Convención.
1.1.4 Conferencia.
1.1.5 Seminario.
1.1.6 Panel.
1.1.7 Coloquio.
1.1.8 Discusión en grupo.
1.1.9 Viajes de incentivos.
1.1.10 Ferias y exposiciones.
1.2 ¿Turismo de reuniones o turismo de eventos o turismo de
negocios?.
1.2.1 Turismo de reuniones.
1.2.2 Turismo de eventos.
1.2.3 Tipos de Turismo de negocios.
1.2.4 Importancia de la organización de los congresos y los eventos.
1.2.4.1 Importancia social.
1.2.4.2 Importancia económica y de infraestructura.
1.2.4.3 Importancia para el turismo
Bibliografía.
ACTIVIDADES DE INVESTIGACIÓN SUGERIDAS
I.
LAS FUENTES. METODOLOGÍA Y MATERIA DE LA
INVESTIGACIÓN HISTÓRICA.
En general, se denominan fuentes a aquellos
elementos que posibilitan entender el desarrollo
cultural de un área.
En nuestro caso, para el estudio del desarrollo del
antiguo Perú, se debe recurrir a los tres tipos
convencionales de "fuentes" históricas:
-Documental (o escrita),
-Material y
-Tradicional.
La fuente documental es indispensable a partir del
siglo XVI, luego que llegaran a nuestras tierras los
europeos, pues antes de esa presencia no existía
la escritura en nuestro territorio.
La fuente tradicional nos proporciona una especie
de arqueología viva, que nos muestra la
persistencia de una larga serie de elementos e
instituciones que posibilitan entender el
funcionamiento de organismos sociales y de
artefactos, que aún continúan en uso desde
tiempos prehispánicos, siendo algunos de ellos
producto del proceso de aculturación entre
creaciones andinas y cosas que vinieron de
España, entre ellas, el lenguaje por ejemplo.
La fuente material nos permite observar restos de
edificios, objetos y enseres, usos y costumbres
funerarias, alimenticias y de otro orden que
pueden hoy fecharse y que servirán para
reconstruir el proceso tecnológico e ideológico que
dirigió las acciones destinadas a construir o
fabricar esos bienes.
La fuente tradicional.
Las informaciones orales son de suma importancia
para la ubicación de yacimientos arqueológicos y
numerosos topónimos orientan la atención del
investigador hacia puntos específicos, cuyos
nombres señalan con bastante claridad, las
características más destacadas de esos lugares,
como ocurrió en Sechín, al informársele a Julio C.
Tello de la existencia de piedras labradas en la
"Huaca del Indio Bravo".
Muchos lugares conservan su connotación de
sacralidad al denominarse Huaca, Wilka o Wari o
Jirca, lo que implica que las gentes han
conservado en la memoria de su colectividad la
idea de lugar sagrado con que se designa el sitio,
como Wilkawaín, en Ancash, o Wari Willka, en
Huancayo, Wari Coto en Marcará, o Wari en
Ayacucho.
Algunos sitios señalan la pertenencia al fricado,
como lnka Waín, en Carhuaz, Incahuasi, en
Cañete, o han dejado de lado el nombre original
en la lengua nativa, pero se llamarán "Panteón de
los Gentiles", la "Cueva de la Bruja", o la
"Quebrada del Pistacho", lo que señalará, también
con claridad, la característica de antigüedad y aún
de sacralidad del lugar, temido o venerado hasta
la fecha.
En otros casos podemos encontrar relación con
las ideas, con la cosmovisión o con la presencia
de personajes míticos, que señalarán las
condiciones excepcionales de ciertos lugares:
Pishtacomachay o Wakonpawain, en Canta, que
orientan hacia la presencia de seres míticos que
mantienen un prestigio especial en la mentalidad
local y aún regional: la caverna del asesino o la
casa del mítico Huacón.
Incacancha, Coyahuasi, señalarán localidades
relacionadas con las antiguas dignidades del
Tahuantinsuyo, mientras que los términos llacta,
cancha, huasi o huaín y marca estarán implicando
la presencia de una antigua población, como
ocurre con Amarumarca, Hatun Llacta,
Tunanmarca, Purunllacta, Amarucancha,
Cantamarca, Maucallacta, Huamanmarca,
Marcahuamachuco, Pumamarca, Mangomarca y
otros tantos más que se ubican en todo el territorio
nacional y siempre con referencia a poblados
arruinados de los tiempos antiguos.
Los términos Ñaupa, Purun, Mauca, Tambo,
Willka, acompañados de marca o (lacta estarán
también señalando, sin confusión mayor, la
presencia de antiguas poblaciones arruinadas, que
se encuentran aisladas de los actuales poblados,
pues por lo general fueron abandonados en época
del virrey Toledo, cuando se dispuso la reducción
de las gentes hacia las nuevas ciudades que se
fundaron en aquel entonces, para comodidad de la
administración colonial.
Topónimos como Mauca Llacta, Purunllacta,
Ñaupallacta, Quebrada del Diablo, Caverna del
Pistacho, Jircahuaín, Huamanwain, Tambo Inga,
Tampumachay, Tamputoco, Limatambo,
Inticancha, Patapata, Pativilca, etc., están
señalando lugares de antigua ocupación que
deberán ser explorados.
Estos términos están señalando la presencia de
antiguas poblaciones o lugares de adoración que
orientan nuestros pasos hacia la investigación
cuidadosa del porqué de esos nombres.
De igual modo, el término quilca, que indica casi
siempre, la existencia de pictografías o petroglifos,
como Quilcarumi, Quilcacancha, etc.
Los mitos, cuentos y leyendas apuntan, en su
narración tradicional, a destacar algunos lugares
en relación con héroes míticos como Tamputoco o
Pacaritambo, en el mito de los hermanos Ayar.
De todos modos, debemos destacar una dificultad
con referencia a esta fuente, pues de común no
tiene precisión con los momentos en que suceden
los hechos o, lo que es bastante común, mezcla
relatos de distintos tiempos, adecuados desde el
punto de vista de las creencias de una
determinada comunidad, pero para nada
respetando la cronología relacionada con esos
sucesos. E incluso, los hechos pueden ser
alterados, con intervención de personajes
sobrehumanos, o para ajustarse al relato en su
versión en verso especialmente.
Mediante la oralidad se han conservado
tradiciones que permiten entender el
funcionamiento y finalidad de instituciones,
herramientas, utensilios, técnicas.
No es despreciable, en el campo de lo estético y la
cosmovisión, el gran bagaje de elementos
folklóricos que se conservan como pervivencia de
épocas, incluso, muy anteriores a los incas:
tambores, quenas y zampoñas, elementos del
vestuario, danzas, formas teatrales y del
comportamiento, incluyendo la etiqueta ceremonial
andina, que pareciera haberse detenido en el
tiempo, al igual que variados aspectos de la
culinaria y el adorno personal, que incluso
mantienen sus nombres originales intactos o casi
sin mayor alteración.
La organología nos detalla cómo se ha logrado
mantener un numeroso cuerpo instrumental
musical comprendiendo idiófonos, aerófonos y de
percusión: maichiles, güiros, huáncar, quena, sicu,
tocoro, pincullo, roncadoras, "clarines", pututos,
tinya, etc. Tambores de cerámica o resonadores
de troncos, como el manguaré, y de forma
cilíndrica o de tipo clepsidra se han conservado
desde tiempos remotos.
En el caso del cajamarquino clarín, que se
encuentra también en Huancavelica, con Marino
Gonzáles descubrimos uno en Ancón datable en el
Horizonte Medio, cuyo tubo de ingreso del aire era
de cobre y la bocina terminal de una aleación
argentífera.
La persistencia de elementos del vestuario o de la
gastronomía, de las técnicas agrarias y de la
etiqueta, permiten vislumbrar, al menos
parcialmente, las formas antiguas, anteriores
incluso a la época de auge del Tahuantinsuyo.
Muchas herramientas se han mantenido en el
campo específico de lo agrario, mientras que el
tratamiento de ciertas personas, autoridades o
ancianos, matronas y sacerdotes, hace referencia
a formas de uso antiquísimas que las costumbres
hispanas no lograron erradicar y, en ciertos casos,
más bien reforzaron.
En los usos y costumbres de la alimentación,
especialmente de carácter festivo, que se
presenta en las grandes fechas, hoy relacionadas
con los santos protectores de las comunidades,
pero que debieron tener correspondencia con
personajes de la cosmovisión precristiana,
encontramos también fuentes de información
notables.
Así el consumo de la sopa de piedras o parí, en la
festividad de Santa María Magdalena, en
Cajatambo, nos trae referencia directa a la forma
de alimentarse de los antiguos arrieros, que
empleaban carnes y productos vegetales secados
como ingredientes de una rápida comida, que se
servía en platos logrados de una mitad de
lagenaria. Y el consumo de la papa rayguana se
enlaza con este culto moderno, pues ese
tubérculo está relacionado con antiguos mitos
preagrarios que señalarían un camino selva-
sierra-costa del cultivo del maíz y las papas.
En la memoria colectiva
se mantienen vivos
hechos heroicos, sucesos
trágicos, acontecimientos
felices o situaciones
peligrosas, milagros
reales o supuestos, que el
pueblo guarda,
envolviéndolos con un
ropaje que los embellece
o les da mayor
trascendencia.
La fundación de la población, la llegada de una
imagen milagrosa, la aparición de signos
especiales sobre el terreno o en los cielos, batallas
ganadas o perdidas, epidemias, todo ello, además
de las explicaciones de los fenómenos geológicos
o atmosféricos,
se encuentra en el mundo de lo real-maravilloso
de las tradiciones orales, del patrimonio cultural
intangible, y trasciende en increíbles formas de
expresar esos sentimientos y conocimientos en
cuentos, mitos, leyendas, versos y canciones,
labrados, esculturas, pinturas, formas de
comportamiento, etc., que el investigador deberá
tratar de comprender para explicarse el porqué de
las cosas.
Estas tradiciones, transmitidas de generación en
generación, suelen referirse a determinados
puntos del territorio ocupado por la comunidad,
como poseedores de características específicas,
por estar relacionados con sucesos acaecidos en
illo tempore, en tiempos antiguos y,
consecuentemente, posibilitan entender ciertas
características que, en última instancia, están
relacionadas con el quehacer comunitario de
épocas ya idas,
pero que se presentan cada cierto tiempo,
renovando el tiempo mítico, que no es el tiempo
que está pasando normalmente, sino uno cargado
de sacralidad, con el que se rompe la rutina del día
a día, para adecuarse a los tiempos sagrados, que
parecieran tener un ritmo circular antes que lineal.
Las formas de entender
el mundo, la cosmovisión
de los pueblos actuales
se nutre, sin duda
alguna, de las
experiencias que los
antepasados tuvieron al
enfrentarse con el medio
y adecuarse a él, al
tiempo que iban
culturizando a la
naturaleza.
Es la cosmovisión andina la que hace comprender
a la vida del hombre como parte de un juego de
reciprocidades establecidas entre los fenómenos
naturales y su comunidad.
Y, en consecuencia, la que llevó a los andinos a
considerar una relación de igualdad, de necesarios
intercambios, de pagar a la naturaleza cuando
algo se saca de ella. Las relaciones entre los
seres humanos y con el entorno, en consecuencia,
se enmarcan dentro de un contexto muy especial,
pues se considera que la naturaleza toda está
conformada por seres vivos, con sentimientos y
propósitos establecidos, en los que el ser humano
se inserta, entendiendo que no existe nada
inerme, muerto, inmóvil.
Algunos de los relatos pueden enmarcarse en
épocas ya conocidas, como la presencia de la
"María Pichana", epidemia de fiebre amarilla que
se produce en los momentos de la apertura del
Canal de Panamá o hechos que se refieren a la
defensa de comunidades realizadas por
personajes divinos o sobrenaturales y milagrosos,
en momentos de la Guerra del Pacífico y frente a
la presencia del ejército invasor, cuando no
existen fuerzas nacionales capaces de enfrentar al
enemigo y solo cabe esperar la ayuda divina que
se manifiesta con caracteres impresionantes:
Santiago sobre su blanco caballo y con la espada
en alto, que se acompaña de una tormenta; el
"Niño Chaperito" canteño que toma parte en la
batalla de Sangrar; o María Magdalena que
asombra al capitán chileno al asegurarle que en
su casa, ubicada en la esquina de la plaza,
encontrará la paz y el regocijo que busca.
A diferencia de buena parte
de la fuente documental,
aquí no tenemos seguridad
alguna en los tiempos en
que han ocurrido los hechos
históricos. Y, lo que es más,
debemos cuidarnos de
confiar solo en esta fuente,
pues suele sufrir
alteraciones y variaciones,
según quien relata, en qué
contexto se relata, etc.
La fuente documental.
La importancia de la fuente
documental es enorme. Sin
embargo, no podemos confiar
plenamente en estos informes, pues
llevan la carga de las apreciaciones
personales, que hacen dudar
muchas veces de la veracidad de
ciertas afirmaciones, por lo que
deberemos cruzar los datos de un
documento con otras fuentes de la
época de ser ello posible.
Los primeros textos y documentos que sirven a la
Historia y a la Arqueología en nuestro país, son los
redactados en la época de la Conquista, en los
que se citan, casi puntualmente, caminos,
puentes, andenes, edificios de variado tipo,
describiéndose incluso detalles, a veces, de esas
estructuras.
Los cultivos, instrumentos de trabajo, adornos
personales y otros, son también mencionados y
descritos y podemos entender el funcionamiento
de sus instituciones y las concepciones
ideológicas y estéticas de las gentes de aquel
entonces, con relación al mundo, su propia
sociedad, sus dioses, etc., al menos
fragmentariamente.
La Etnohistoria, el estudio especializado que
combina el análisis de las fuentes documentales y
los testimonios materiales supérstites, ha tenido
especial éxito en el Perú, a partir de Luis E.
Valcárcel sobre todo, permitiéndonos conocer
detalles para los que no se tiene elementos de
juicio en los trabajos de arqueología pura,
pero quizá el más resonante trabajo de
descubrimiento basado en las fuentes escritas es
el de la Troya que Homero cantara en la Iliada y
que Schliemann consideró como información
fidedigna de la antigua ciudad de Ilion, a la que
pudo ubicar, precisamente interpretando y
siguiendo las indicaciones que extrajo del antiguo
texto, cosa que volvió a suceder con la
identificación de la antigua Micenas, en territorio
continental griego.
De igual modo, puede mencionarse la minoica
Cnossos, capital de la talasocracia cretense,
excavada por Evans, basándose en los antiguos
relatos, los que fueron confirmándose con el
avance de las investigaciones en esta isla.
Es gracias a estos documentos y escritos
de variado orden, visitas oficiales,
testamentos, contratos, actas de juicios,
cartas, informes, anuarios, crónicas de
viaje, etc., que hemos podido precisar
aspectos económicos, religiosos, de
organización social y familiar del antiguo
Perú, que no habríamos podido
comprender a cabalidad por otros medios.
Muchos escritos se encuentran en archivos
conventuales, en manos de notarios o de
descendientes de los autores, y no solo en el
territorio nacional sino fuera del país,
especialmente en el Vaticano y en el Archivo de
Indias, España.
Contratos de compraventa de tierras, muebles,
enseres y esclavos, testamentos, actas de
procesos judiciales, mapas y otros que irán siendo
conocidos conforme avance el interés y el
entusiasmo por conocer aspectos no bien
comprendidos del proceso histórico nacional y
continental, que interesan tanto a la historia de
nuestros países, como a España y toda Europa y
África, en general.
Debemos tener en cuenta, además del deterioro
propio de las incurias del tiempo transcurrido, las
inclemencias del medio, la luminosidad incidiendo
sobre viejos papeles, insectos devoradores de
celulosa, la desidia de los poseedores de estos
documentos o las pérdidas naturales
consecuencia de traslados de bártulos o
necesidades de otro orden, que dan por resultado
la inexorable desaparición de testimonios de
diverso orden y variada importancia.
Libros o papeles sueltos apolillados y muchas
veces escritos con un lenguaje casi
incomprensible en la actualidad y que requiere de
peritos para ser leídos, además de accidentes de
orden natural: incendios, aluviones, sismos, lluvias
que afectan seriamente la conservación de estos
documentos hacen que nos preocupemos por su
conservación y tratamiento adecuados.
La fuente material.
Los testimonios tangibles del proceso histórico,
yacimientos y monumentos de diversos
momentos, son invalorable fuente de información
para conocer el devenir de la cultura en nuestro
territorio. La mayoría de ellos están derruidos o
han sufrido graves daños en su estructura o se
encuentran cubiertos por detritos, masas aluviales,
cenizas volcánicas o han recibido tratamiento de
manos posteriores que han distorsionado su forma
y contexto.
Las obras del hombre, a través del tiempo, se han
conservado de manera desigual conforme al
material empleado, a la calidad del suelo donde se
han depositado las cosas, a la humedad del
medio, a las obras modernas, etc.
Así, las cosas de madera no suelen conservarse
mucho tiempo, por su misma constitución que no
soporta la salinización o la humectación, salvo
cuando se trata de objetos que han sufrido
previamente el calor del fuego que los endurece.
Igual ocurre con las cosas hechas de piel o cuero,
que sufren profundas alteraciones a no ser que se
encuentren en terreno seco y arenoso, lo que
sucede igualmente con el hueso y el marfil.
Algunos metales se corren con cierta facilidad
como el cobre, mientras que otros presentan
resistencia notable al intemperismo, como sucede
con el acero. El oro resiste mucho más que la
plata a los óxidos, pero también puede alterarse
en determinadas circunstancias, mientras que el
cobre que se transforma por óxidos en azurita o
malaquita adquiere una calidad excepcional y se
conserva aunque transformado.
Las edificaciones, como ya señalamos, suelen ser
tratadas malamente, salvo cuando se trata de
excepcionales centros sacralizados, como ocurre
con el Panteón de Roma o las callancas de
Mórrope, Incahuasi o Levanto, que se mantienen
casi incólumes hasta el presente, salvo pequeñas
alteraciones que no modifican ni la función ni la
forma de esas antiguas estructuras.
Sin embargo, es bueno destacar que la mayor
parte de los edificios antiguos han sufrido tales
alteraciones que a veces son casi irreconocibles o
se ignora su presencia, al haber sido ocultados por
nuevas construcciones que han alterado el paisaje
histórico inicial.
La Arqueología, que se
ocupa de los períodos más
antiguos de la vida
humana en el planeta,
usando solo los
testimonios materiales de
las épocas pasadas,
recurre a diversas técnicas
para fijar cronología y
espacios ocupados por los
varios pueblos de la
antigüedad.
Para ubicar los
yacimientos en el
espacio se han
desarrollado diversas
técnicas, que partiendo
de muy diversos
campos, están
permitiendo rastrear
testimonios ocultos
muchas veces bajo el
agua o varios metros
de profundidad en el
suelo.
Así la foto aérea, desarrollada inicialmente con
fines táctico-militares, resulta ahora un auxilio
importante para la investigación arqueológica no
intrusiva, pues puede emplearse incluso la
información desde el aire para delimitar áreas con
contenidos de edificaciones no visibles a simple
vista, como ocurre con la denominada foto oblicua,
que posibilita observar los perfiles de
construcciones de épocas antiguas que hoy no
son percibidas en la superficie.
Ciertamente es posible también
emplear la vista humana, si
utilizamos la luminosidad oblicua
de la salida o el ocaso del sol.
Con el primer mecanismo se
pudo trazar los límites de la
ciudad de Chan Chan, mientras
que la simple vista humana fue
suficiente para descubrir, a las 6
pm., un cementerio de época
Moche en la desembocadura del
río Seco de Huanchaco.
Muchos lugares han permanecido ocultos hasta
que obras modernas han posibilitado su hallazgo,
aunque en la mayoría de casos, esto significa
también la destrucción del testimonio. Ello ha
ocurrido, por ejemplo, con la ampliación de la
carretera Panamericana Norte, a la salida del
serpentín de Pasamayo, que al ampliarse la vía se
destruyó completamente un cementerio tardío,
preincaico, que no pudo ser estudiado.
Muchos sitios han sido "descubiertos" por los
buscadores de tesoros, saqueadores de tumbas a
los que se les denomina "huaqueros", cuyo afán
de enriquecimiento los lleva a practicar
excavaciones de gran envergadura, incluso con
auxilio de cuchillas mecánicas, tractores o
bulldozer como ocurrió en Vicús, en Piura y en
ciertos sectores de Batán Grande (Pomac), en
Lambayeque.
No debemos dejar de lado que el tráfico
clandestino de objetos arqueológicos: telas,
cerámica, madera, piedra, etc., es consecuencia
de la riqueza de este patrimonio, que es
diariamente saqueado por los huaqueros y una
numerosa gama de intermediarios que logran
sacar del país cientos y aun miles de objetos
producidos por los antiguos peruanos,
lo que dificulta la comprensión total de los
fenómenos culturales que se sucedieron en el país
antes de la llegada de la escritura, por lo que no
podemos substituirlos por informes redactados por
observadores adecuados y su pérdida u
ocultamiento se convierte en un crimen de lesa
cultura que afecta no solo a los peruanos sino a la
humanidad toda.
En general, en nuestro país no tenemos
mayor necesidad de explorar para ubicar
los yacimientos arqueológicos, salvo en
la selva, en que la vegetación arbórea
impide la fácil ubicación de los
testimonios monumentales antiguos. Dos
o tres puntos, citados en las fuentes
documentales no han sido plenamente
identificados:Vilcabamba y
Choquehispana, pero seguramente, con
el tiempo y mayor empeño este
problema será superado.
En cuanto a la determinación de la antigüedad y
secuencia de los hallazgos, tanto la estratigrafía
como la tipología han avanzado notablemente la
identificación de estilos y formas; los restos
orgánicos pueden ahora fecharse, con bastante
exactitud, gracias a los análisis de radiocarbono,
mientras que los objetos líticos, especialmente de
vidrio volcánico, pueden datarse por el método de
la hidratación de la obsidiana;
y, además, la cerámica y las cenizas pueden ser
estudiadas y fecharse por las técnicas de la
termoluminiscencia y la declinación magnética de
las agujas de hierro.
SOCIEDADES PRIMITIVAS EN LOS ANDES.
Los primeros pobladores de América.
Los recientes estudios sobre la antigüedad y
orígenes del personaje humano, están
acercándonos a los 6'000.000 de años atrás, para
probables antepasados que vivieron en la parte
centro norte de África, con la forma que se está
denominando Homo afarensis, aunque algunos
prefieren llamarla Australopithecus afarensis.
Hay que señalar que
hay investigadores que
consideran que esa no
es la más antigua forma
relacionada con los
humanos actuales, y
que es posible que en
algún sector de Asia se
deben haber
desarrollado otras
variantes, incluso más
antiguas.
La subespecie a la que
pertenecemos los modernos
seres humanos, Homo sapiens
sapiens, es probable que no
haya aparecido más allá de los
500,000 años atrás, y se
desarrolló, hasta alcanzar sus
condiciones actuales, por largos
procesos evolutivos naturales,
aún no bien conocidos, al
parecer en territorios de África,
Asia y Europa.
Es decir, la especie a la que pertenecemos
biológicamente, es un desarrollo natural de
épocas relativamente recientes, comienzos del
Cuaternario. Surgida en África, o en el Medio
Oriente, a partir de formas prehumanas, que
pasaron por diversas etapas de desarrollo,
proceso evolutivo que dejó en el camino a formas
tales como el Horno habilis y Horno erectus antes
de dar paso al Horno sapiens. Esta especie,
evolucionó hacia dos formas, una más primitiva y
ya extinta, el Horno sapiens neanderthalensis y el
Homo sapiens sapiens.
El Hombre de Neanderthal, logró ocupar espacios
diferentes en África, Asia y Europa, conviviendo
con nuestros directos ancestros hasta hace unos
40,000 años atrás, en el período denominado
Paleolítico Superior, durante el cual, finalmente
desaparece para dejar el escenario a nuestros
antepasados, quienes finalmente logran llegar a
Oceanía y a América, conquistando así todo el
espacio físico del globo terrestre.
En América no se han encontrado restos del
Hombre de Neanderthal, quien al parecer no pudo
alcanzar estas tierras, siendo reemplazado por
oleadas de gentes modernas que parecieran haber
empezado su desplazamiento desde el lago Baikal,
en Siberia, alcanzando nuestro continente entre los
40,000 y los 100,000 años atrás.
Nuestro conocimiento sobre estas épocas indican
que, a fines del Pleistoceno (120,000 a 10,500
años) hubo grandes alteraciones climáticas, con
cambios en flora y fauna, extinguiéndose
ecosistemas enteros como consecuencia de esas
alteraciones.
El último máximo avance de los hielos, vio fundirse
los centros glaciares norteamericanos de
Laurentia y la Cordillera, creándose una capa de
hielo de 3 Km. de espesor, con frente hacia el
norte, donde se formó un casquete de hielo,
cambiándose el régimen pluvial y descendiendo el
nivel del mar unos 120 m, quedando al
descubierto áreas que hoy están bajo las aguas
del mar, en lo que la actualidad es el Estrecho de
Bering, emergiendo entonces puentes de tierra
que permitieron el paso de hombres y animales,
de Asia a América y viceversa.
Al concluir el período glacial
Wisconsin, entre los 25,000 y los
9,000 a.C., los cazadores
asiáticos pudieron pasar Bering
sin mayores dificultades, o seguir
las cadenas de las islas Aleutias
o Aleutianas, que en realidad
eran picos de elevaciones entre
ambas masas continentales,
detrás de la megafauna, hoy
extinta: mamut, smylodontes,
mastodonte, paleoauchenia, etc.
Para Bosch Gimpera, la más antigua de las
oleadas migratorias de estos primitivos cazadores,
provino probablemente de la región siberiana del
lago Baikal, entre los ríos Lena y Amur,
comparando el material lítico de esos lugares.
Con los más antiguos testimonios ubicados en
Alaska. Un segundo movimiento migratorio,
correspondería a la base de los grupos na-dene el
noroeste del Canadá; finalmente, una tercera y
última ola, estuvo constituida por los ancestros de
los actuales aleuto-esquimales, que presentan
rasgos mongoloides más evidentes que los demás
amerindios.
Desde Beringia hasta
el extremo sur del
continente (estrecho
de Magallanes), el
hombre experimentó
encuentros con
formas animales y
vegetales novedosas,
variadas, distintas a
las que conocía
anteriormente.
Tuvo que enfrentarse a extensos
páramos, llanuras herbáceas,
bosques tropicales, áridos arenales,
altas montañas de picos nevados,
grandes y caudalosos ríos, lagos y
áreas pedregosas y desérticas, que
le obligaron a recurrir a su ingenio
para poder adecuarse a ese medio
natural, al tiempo que iba mejorando
sus instrumentos para conseguir el
alimento necesario para su
subsistencia.
Debió desarrollar, por ello, formas de trabajo, de
organización, de convivencia con los otros
hombres, confortantes de las varias bandas de
cazadores, recolectores o pescadores que se
fueron asentando en este extenso territorio, allí
donde el medio le ofrecía ventajas aparentes para
su supervivencia por la presencia de agua,
vegetales o animales, para poder, poco a poco,
compenetrarse con las variadas condiciones que
se le presentaban, allí donde el ecosistema
posibilitaba la vida.
En el extremo sur del continente, se han
encontrado pruebas de la presencia de grupos
australoides, como lo presintiera Mendes Correa y
ha demostrado recientemente Augusto Cardich,
mientras que los hallazgos del extremo norte más
bien señalan a pueblos siberianos primitivos
(precaucasoides y premongoloides), habiéndose
además postulado, especialmente por Paul Rivet y
sus seguidores, que grupos polinesios tuvieron
contactos de variada intensidad y en diversos
momentos con los amerindios.
Si bien se tiene la
certeza que el hombre
no es nativo de
América, se discute aún
fechas y procedencia.
Es impresionante
contemplar la larga lista
de teorías a este
respecto. Presentamos
a continuación una
selección de esas
teorías.
Teorías Aloctonistas.
Origen asiático: Estrecho de Bering.
La tesis sostenida por Álex Hrdlicka está hoy
superada, pero es evidente el paso de gentes de
Asia a América en momentos diversos. Menghin y
Bosch Gimpera, consideraban que era posible que
los primeros asiáticos en cruzar el estrecho lo
habrían realizado hace unos 100,000 años atrás.
Hrdlicka en su "The genesis of the American
Indian", sostiene que el paso del hombre a partir
del Asia, aprovechando el Estrecho de Bering y el
rosario de las islas Aleutianas, fue posible pues
esta ruta se encontraba libre de hielos hasta los
finales de la última glaciación. Consideraba que
había varios momentos en esta migración. En un
primer momento aparecen elementos
dolicocéfalos, que están representados en
América por sioux, iroqueses, algonquinos y un
buen número de tribus sudamericanas.
Un segundo grupo, braquicéfalo, se
encuentra en la costa noroeste del
Pacífico, el golfo de México, las Antillas,
América Central, costas del Perú y otras
áreas de América del Sur. Un tercer tipo,
también braquicéfalo, corresponde a
pequeños grupos ubicados en Alaska y
noroeste del Canadá, California, Arizona,
Nuevo México; y, finalmente, habría
llegado el grupo esquimal.
Está demostrado que en ciertos momentos
no existió el Estrecho de Bering, sino un
ancho puente terrestre. Aun en la
actualidad, el estrecho no imposibilita el
desplazamiento de un lado al otro, incluso
con primitivos medios de navegación que
emplean los esquimo-aleutianos.
El mar de Bering y el mar de Chukchí, a ambos
lados del estrecho, cubren una plataforma
terrestre de 150 a 40 metros de profundidad, y
sabemos que en el interestadial Farmdale-lowa, es
decir entre 30,000 y 40,000 años atrás, existió el
puente de tierra al que nos referimos.
A inicios de este período de las glaciaciones
americanas, se produjo un descenso del mar que
alcanzó a más de 100 metros, dejando una
superficie de 1,800 Km. de ancho libre de aguas
entre uno y otro continente, que los primeros
inmigrantes pudieron pasar a pie enjuto a
colonizar el Nuevo Mundo.
Procedencia europea.
Vikingos y skraelingos.
A partir del siglo IX se presentan en tierras
americanas, con violentas incursiones que
parcialmente podemos seguir.
Desde Groenlandia, los vikingos se lanzaron a
colonizar "Vinland". En el 986 Bjarni Herjulson,
bordea el norte continental y el 992, Leif, hijo de
Erick el Rojo, con 35 hombres alcanza la isla
Resolución, al sur de Baffin; sigue al sur por las
costas del Labrador y llega a Terranova, donde
levanta cabañas en la ensenada de "L'Anse aux
Meadows", donde el germano Tyrkyr encuentra
vides silvestres con las que prepara un licor con el
que se embriaga.
En la primavera Leif retorna a
Groenlandia desde Vinland, como
bautiza a estas nuevas tierras. Su
hermano Thorwaldr, con 30 hombres,
sigue la misma ruta hacia Vinland,
produciéndose varios encuentros
sangrientos con nativos del área, a los
que denomina "skraelingos"
(¿gritones?), muriendo el jefe de la
expedición en uno de estos choques, y
retornando a Brattahlidh la expedición,
cargada de madera y vides.
La "Saga de Groenlandia", cuenta
que la siguiente expedición se
establece en una isla del estuario del
San Lorenzo, pero, finalmente, luego
de una estadía en Newport, luego de
dos o tres años, se abandona esta
colonia como consecuencia de
intrigas de Freydys, mujer de
Thorvald Karlsefni, después del
nacimiento de Snorri, quien vendría a
ser el primer caucásico nacido en
América.
Queda por despejar
algunas incógnitas,
referidas sobre todo, a los
motivos por los que
abandonaron no solo las
colonias de América sino
también las de
Groenlandia, que se han
atribuido a cambios
climáticos, a presencia de
grupos esquimales
adversos, etc.
El Hombre de Cromagnon.
Cotteville-Giraudet, realiza una serie de
observaciones de orden osteológico y cultural, y
concluye que existen evidencias de elementos
caucasoides primitivos entre los pieles rojas, que
debe sumarse a la presencia de elementos
mongoliformes, destacándose la talla elevada, el
cráneo dólico-pentagoide, la frente alta y
abombada, cara disarmónica, pómulos salientes,
nariz estrecha y aguileña, mentón prominente,
cabellos negros, etc
Juan Comas, en su "Hipótesis
trasatlántica sobre el poblamiento
de América", considera que la
presencia de los Cromagnon en
América "...no parece ofrecer
dificultades insuperables, aun con
medios primitivos de navegación,
cuando se cuenta con la cadena de
tierras desde Escocia al Labrador
pasando por las Hébridas, Orcadas,
Shetland, Faroë, Islandia,
Groenlandia y Baffin".
Por último, a partir de 1963, Greenman agrega
supuestas analogías culturales entre hos nativos
del Este de los Estados Unidos y las gentes del
Paleolítico Superior europeo, que creemos deben
ser analizadas con mayor cuidado antes de llegar
a conclusiones válidas. Más importantes parecen
ser los estudios de W.C.Osman Hill, que luego de
estudiar cadáveres de cherokees, estima que
debe considerarse un ingrediente europeiforme
entre los nativos amerindios.
Procedencia oceánica.
Polinesia.
Desde 1928, Paul Rivet, en su
"Relations comerciales précolombiennes
entre I´Océanie et la'Amérique", destaca
el parecido entre algunas palabras
amerindias y polinésicas, especialmente
las que se refieren a algunas plantas
cultivadas y objetos de uso común en
ambos lados del Océano Pacífico como
el camote (Ipomea batatas, Convulvulus
batatas, Batatas edulis).
Un problema surge entonces de estas
constataciones, es decir, comprobar la negación
de gentes y plantas de Polinesia hacia América o
de América hacia las islas del Pacífico. Lesson, ya
en 1880, había tratado el caso de un hacha
ceremonial que tanto en araucano como en
lenguas polinésicas se denomina "toki". Y,
además, debemos pensar que el complicado ritual
y uso del llamado "horno polinésico", que se
criponde paso a paso, con nuestra pachamanca
(olla en la tierra) o barbacoa, al uso
mesoamericano.
De otro lado, tanto
Imbelloni como Rivet
han señalado la
presencia de artefactos
ceremoniales como el
"mere" o "patu-patu",
de indudable origen
polinésico que, sin
embargo, se
encuentran a lo largo
de todo el continente
americano.
Los contactos
transpacíficos, a la
luz de los
conocimientos que
los polinesios tenían
sobre navegación no
resulta imposible,
pues esos isleños
conocían
correctamente las
corrientes marinas y
los vientos,
además de emplear la posición de
las estrellas para guiarse en las
expediciones de larga distancia
en el mar, pues viajaban
especialmente de noche,
recorriendo en muchos casos
distancias superiores a las 4,200
millas, así que la separación entre
Hawai y California o de la Isla de
Rapa Nui (Pascua) con las costas
chilenas podían ser vencidas en
pocos días.
La tradición recogida por Cabello de
Balboa en su "Miscelánea Antártica", que
recuerda un viaje de Túpac Inca Yupanqui,
hacia las islas de "Jawa chumbi" y de
"Nina chumbi" (cinturón de afuera y
cinturón de fuego), que parecen señalar a
los atolones coralíferos polinesios. En
reciente hazaña deportiva Thor Heyerdhal
y también M. Willis, parecen hacer
confirmado ese viaje, aunque los medios y
recursos empleados hayan sido los de la
tecnología vigente ahora.
Es indudable que hubo contactos,
de otro modo no se podría
explicar la presencia del cocotero
en América, siendo su origen
seguro Polinesia. La calabaza,
conocida desde tiempos
precerámicos en América del Sur,
aparece también en Polinesia,
evidentemente como
consecuencia de una
transferencia, aún no bien
establecida.
Igual ocurre con el algodón que, en el Viejo Mundo
posee 13 cromosomas grandes, mientras que el
algodón silvestre americano tiene 13 cromosomas
de pequeño tamaño, cuando las especies
cultivadas y la del Hawai tienen 13 cromosomas
grandes y 13 pequeños, lo que significa que allí
hubo un evidente cruzamiento de ambas especies.
Australia.
Los alargados y estrechos cráneos de
los patagones, de frente corta y huyente,
con gruesos arcos superciliares y el
occipital prominente, son similares a los
cráneos de los australianos. Estudios de
Hultkrantz, Lebselter, Gusinde, Hildén y
Sergi confirman estos datos. A lo que
debe agregar la presencia del factor
sanguíneo predominante o tanto entre
los amerindios como en los australianos.
Paul Rivet ha presentado una serie
de elementos culturales comunes a
Australia y América del Sur, como el
uso de mantas de piel, chozas en
forma de colmena, trenzado en
espiral y barcas fabricadas con
pedazos de corteza cosidos entre sí,
además de ceremonias religiosas
similares entre ambos puntos y el
uso de armas arrojadizas parecidas
al bumerang, entre pueblos de las
costas pacíficas del continente.
A partir del Padre W. Schmidt se
ha confeccionado un cuadro de
unas 90 palabras de sonidos y
significados iguales o muy
cercanos. La poca profundidad y
la escasa densidad de las huellas
australianas en nuestro
continente se deberían, para
Rivet, de la gran antigüedad de
los contactos y a la poca cantidad
de australianos que pudieron
llegar a nuestras tierras.
Los australianos actuales son pésimos
navegantes y así que el llegar a nuestro continente
debió ser un problema mayor, aunque Mendes
Correa señala que el recorrido debió hacerse a
través de diversas paradas escalonadas entre
ambos puntos: Tasmania, islas Auckland,
Campbell, Macquarie, Esmeralda, Tierra de
Wilkes, Tierra de Eduardo VII y Tierra de Graham.
Los australianos actuales son
pésimos navegantes y así que el
llegar a nuestro continente debió
ser un problema mayor, aunque
Mendes Correa señala que el
recorrido debió hacerse a través
de diversas paradas escalonadas
entre ambos puntos: Tasmania,
islas Auckland, Campbell,
Macquarie, Esmeralda, Tierra de
Wilkes, Tierra de Eduardo VII y
Tierra de Graham.
Las costas antárticas tienen
abundancia de aves acuáticas y
de mamíferos marinos, pero el
rudo clima actual con un
tempestuoso mar, hacen
suponer que en épocas
anteriores el área austral del
planeta tuvo mejores condiciones
que las que reconocemos en la
actualidad, hace más de 6,000
años, lo que posibilitó el paso del
hombre de un punto al otro.
Finalmente, cabe destacar
que el Ing. Augusto
Cardich ha ubicado en
cavernas de la Patagonia
pinturas rupestres que no
difieren en nada de las
empleadas por los
australianos, lo que
presupondría un contacto
específico entre ambos
pueblos, como lo suponen
varios investigadores.
Melanesia.
Rivet considera que los melanesios han tenido
importante papel en la conformación del personaje
amerindio y su cultura, características que destaca
cuidadosamente en su "Los orígenes del Hombre
Americano", especialmente en lo referido a la
forma del cráneo y la cara, así como la estatura,
emparentándolo con el tipo hipsidolicocéfalo o
dólico-acrocéfalo de Biasutti y Mochi que es
dominante en Melanesia.
A lo que debe añadirse la predominancia del tipo
serológico O Rh +, que alcanza en ambos grupos,
en muchos casos, al 100%.
Rivet, además emplea informaciones etnográficas
de Graebner, Nordenskjold y W. Schmidt,
encontrando parentesco en numerosas áreas de
las actividades humanas: armas (cerbatana,
honda), útiles (azuela de mango acodado),
transporte (bastón-balancín), comunicaciones
(puente de bejucos), navegación (remo en forma
de muleta, embarcaciones hechas de haces de
cañas, balsas, canoa doble), habitación (casa en
árboles o sobre pilotes), ajuar doméstico (asiento y
almohada de madera.
Hamaca, mosquitero, peine compuesto), vestido y
adorno (abrigo de fibras vegetales, vestidos de
corteza, poncho, tintura ikat y plangui, narigueras,
decoración a base de plumas de aves), cálculo
(quipu), instrumentos musicales (concha de
caracol, tambor de membrana de piel, tambor de
madera, bastón de ritmo, flauta de Pan), juegos
(zancos, zumbador, volador, tika), cocina (bebidas
alcohólicas por masticación de granos o
tubérculos, mezcla de cal a substancias
alimenticias),
agricultura (terrazas de cultivo), pesca (empleo de
venenos), religión (couvade, ofrenda de conchas,
danzas con máscara, potlatch, varios mitos),
mutilaciones (amputación de falanges,
trepanación, incrustación dental), tatuajes y
motivos decorativos.
En el análisis lingüístico Rivet emplea
principalmente las lenguas del grupo
hoka encontrando 281 radicales
idénticos a las lenguas malayo-
polinesias, entre los que cabe
mencionar ala, boca, cabeza, cantar,
grande, hombre, luna, mar, mujer, nariz,
sal, verano, yo, etc. Además de
similitudes gramaticales en pronombre,
prefijos nominales, desinencias del
adjetivo, conjugaciones, reduplicación,
sufijos verbales y otros.
Los estudios de Fonseca sobre las
enfermedades de la piel de los nativos
del Mallo Grosso de( mísmo upo que
el tokelau de Oceanía refuerzan la
posición del estudioso francés. Soper
añade que la anquilostomiasis que
presentan indígenas del Paraguay es
del mismo tipo que el producido por la
Anchylostoma duodonela, parásito que
solo puede haber llegado a América
del Sur traído por migrantes
melanesios.
De igual modo,
Charles Nicolle
ha demostrado
que el tifo
exantemático
que se
produce en
América
procede de
formas
oceánicas y no
europeas.
Los melanesios actuales son malos
marineros, pero se ha comprobado un
substrato melanesoide en toda
Polinesia, lo que explicaría un
desplazamiento de isla en isla que
pudo llegar a nuestro continente,
como lo demostrarían formas
escultóricas de claras facies
melanesoides como las cabezas
escultóricas de La Venta, en México,
las esculturas de San Agustín, en
Colombia y muchas de las cabezas
clavas de Chavín.
Migración múltiple.
La mayoría de los investigadores que han tratado
del tema, se muestran de conformidad con la
hipótesis del poblamiento de América a partir de
Asia, empleándose el Estrecho de Bering para el
paso de las gentes de uno a otro continente;
pero, de otro lado, muchos consideran que debe
tenerse en consideración la probable presencia de
contingentes humanos procedentes de otras
áreas: tasmanianos, australoides, melanesoides,
protoindonesios, protomongoloides y esquimales
—y, con ciertas dudas, caucasoides primitivos—,
siendo los grupos amerindios actuales
consecuencia de la presencia de estos distintos
grupos, según el mayor o menor contacto con
esos grupos que podrían haber arribado a
nuestras tierras en diferentes épocas y en varias
oleadas.
Rivet concluye, por ejemplo, que
existen diez grupos de
amerindios: subárticos,
colúmbidos, plánidos, sonóridos,
andinos, ítsmidos, amazónidos,
pámpídos, láguidos y fuéguidos,
según su mixigenación y las
características diferenciales
antropofísicas modernas,
consecuencia también del
proceso de adaptación a los
ambientes en que hoy habitan.
Para Imbelloni, los diversos componentes raciales
que han intervenido en el poblamiento de América,
habrían dado origen a once (11) tipos distintos de
amerindios: subártidos (esquimales), colúmbidos
(costa norte del Pacífico, de Alaska al río
Columbia), plánidos (pieles rojas), sonóridos
(Oregón, California y Sonora, sobre el Pacífico),
pueblo-andinos (indios -pueblo y región andina),
ítsmidos (México a Colombia), amazónidos (de los
Andes al Atlántico),
pámpidos (del Matto-Grosso a la Tierra del
Fuego), láguidos (relictos en el altiplano oriental
del Brasil, extremo sur de la península de
California y formas extintas de Brasil, Coahuila,
Chile, etc.), fuéguidos (Tierra del Fuego).
Debe concluirse, entonces, en que no se puede
admitir el autoctonismo; no existe un tipo
amerindios uniforme, sino una notable variabilidad,
aunque se reconoce una evidente preponderancia
de elementos mongoliformes y, finalmente, no
existe unidad de criterio en cuanto a otros grupos
humanos que pudieron haber contribuido al
poblamiento de nuestro continente, y en las fechas
en que ello ocurrió.
Sin dejar de lado que la tipología racial variable a
la que nos referimos es consecuencia también de
mutaciones, de la deriva genética y de la selección
natural, de conformidad a los diversos medios en
que se desenvolvió el inmigrante a lo largo de más
de 50,000 años.
Los primeros habitantes pobladores del territorio andino (+/-
20,000 a.C.).
El bagaje cultural y tecnológico en general de los
primeros pobladores de América, correspondía
poco más o menos a los del Paleolítico Inferior o
Medio, desarrollando en el nuevo continente
habilidades que le permitieron mantenerse
adecuadamente, en medio de una megafauna
impresionante, a la que enfrentaron mejorando el
instrumental que había traído de sus tierras de
origen.
Desarrollaron entonces las puntas de dardo o
flecha que denominamos Folsom, Sandia, Clovis,
que muestran el perfeccionamiento constante del
equipo de caza, que fue variando conforme
cambiaba el cuadro de los animales de los que se
alimentaban.
El Radio Carbono 14 indica que ya hace 38,000
años atrás había gente en Friesenhahn y mil años
después de Lewisville (Texas). En American Falls
(Idaho) se han encontrado huesos de bisonte fósil
con heridas de dardos, que datan entre 41,000 y
28,000 años. Otros datos provienen de la Isla
Santa Rosa, California (28,000 años); Tule Spring
(21,000), Tlapacoya, México (20,000).
Entre 15,000 y 9,000 años atrás se difunde la
punta de dardo Folsom (Nuevo México), asociada
al Bison taylori, especie ya extinguida, junto con
matutes, tapires y caballos primitivos.
Para el 9,500 a.C. aparece la punta Clovis, en
relación a matutes y caballos, mientras que las
puntas Scottsbluff y Eden, acompañan al cuchillo
Cody, que se difunde en las Grandes Praderas y
llega hasta el área andina. Entre el 9,000 y el
7,000 a.C. las puntas acanaladas de los
cazadores de la Grandes Praderas se transforman
en reales obras de arte por su elegancia y la
magnífica calidad de su acabado, mediante
retoques a presión.
Hay evidentes contactos
entre Mesoamérica y el
área andina, contacto
que se mantuvo
intermitente a lo largo de
toda la época
prehispánica, aunque,
claro está, con
planteamientos distintos
a los que formulara Max
Uhle a principios del
siglo pasado.
Los restos más antiguos que se relacionan con la
presencia temprana del hombre en el Perú son,
por el momento, los informados por Richard Mac
Neish, con unos 22,000 años antes del presente, y
que pertenecen a residuos de cacería de animales
como el caballo primitivo, mamut, smilodonte
(tigre-dientes-de-sable), mastodonte, megaterio y
paleo auchenia (antecesor de llamas y alpacas),
que se han ubicado en Pacaicasa, Ayacucho. El
instrumental empleado entonces, bastante tosco,
estaba preparado a base de piedras percutidas,
sin retoque.
En un segundo momento
aparecerán machacadores,
buriles y raspadores,
asociados con huesos de
animales, cenizas y carbón
de madera, continuándose,
sin duda alguna, con la
actividad cinegética como
característica principal, a la
que debemos asociar
recolección de vegetales
silvestres.
El ingreso al territorio nacional debió haberse
producido siguiendo una de tres rutas probables:
a. bordeando la costa del mar;
b. al filo de los nevados, detrás de las manadas de
camélidos (sobre los 3,000 metros de altitud);
c. remontando los ríos amazónicos.
El camino por el borde del mar, debió ser
relativamente fácil, la plataforma costera, hace
20,000 años se proyectaba mucho más allá que
las actuales playas, hacia el interior del océano,
habiéndose desaparecido extensiones enormes de
terreno que hoy están bajo las aguas.
La subsistencia de las bandas recolectoras estaba
asegurada por la presencia de grandes bancos de
mariscos que posibilitaban el alimento sin mayores
esfuerzos, aparte que por la presencia de
manantes de agua y ríos que,
en una época con mayores precipitaciones que
ahora, posibilitaba también adquirir carnes por
medio de la caza de las grandes bestias que
ramoneaban entre los abundantes pastos que
cubrían la llanura costera, facilitando también la
adquisición de recursos vegetales que se
presentaban en los oasis que aparecían a todo lo
largo de la franja que se extiende desde las orillas
del océano hasta el pie de los Andes.
Podemos ubicar en estos primeros tiempos a los
yacimientos emplazados en la desembocadura del
río Chillón: Cerro Chiveteros, Oquendo, Zona
Roja, todos con fechas probables de 15,000 años.
Hay evidencias de alternancias climáticas que
llegan a un Optimun climaticun, con abundancia
de lluvias y de pastos que posibilitó la presencia
de los grandes herbívoros que constituían la
megafauna fósil de aquel entonces.
Por el lado de la llanura amazónica se supone que
los primeros ocupantes del territorio siguieron los
cursos de los ríos que desembocan en el
Amazonas y desde allí, aguas arriba, surcaron las
corrientes fluviales hasta alcanzar las elevadas
montañas andinas.
Debe tenerse en cuenta que la región selvática y
húmeda de las cabecera de los ríos, al septentrión
y al oriente, es difícil de investigar, por lo
enmarañado de la vegetación y un clima lluvioso
que no posibilitan la visión desde el aire. Pese a
ello existen trabajos de algunos exploradores y
científicos peruanos, ecuatorianos y
norteamericanos, que posibilitan tener algunas
luces sobre el tema.
Lo cierto es que la mayor parte de los testimonios
del paso del hombre por la llanura amazónica
deben haber desaparecido ante el inclemente
clima, salvo a partir de la aparición de la cerámica.
Los objetos de madera, hueso, cuero, lagenaria o
fibras vegetales en general, pueden haberse
conservado excepcionalmente en el interior de
algunos refugios semisubterráneos o cavernas, o
artefactos líticos, que es un elemento que no se
encuentra con facilidad en la selva amazónica.
La tercera ruta, que se desplaza por encima de los
3,000 metros sobre el nivel del mar, bordeando las
nieves que alcanzaban incluso cotas inferiores a
las que hoy presentan los nevados, presenta
testimonios dispersos y de variada importancia de
los primeros migrantes.
Pueblos cazadores y recolectores, que usaban
instrumental lítico y se protegían de la intemperie
en refugios rocosos y cavernas, casi siempre en
las vecindades de fuentes acuíferas, a donde
acudían tanto ellos como los animales que le
servían de alimento. La dieta se complementaba
con la recolección de semillas, raíces, frutos,
bayas, etc.
Debemos concluir que el hombre llegó al territorio
andino central en la última parte del Pleistoceno,
conviviendo aquí con la megafauna de aquel
entonces: el perezoso gigante, el mastodonte, el
tigre dientes de sable, caballos prehistóricos y
otros animales que desparecen de la faz de la
tierra hace unos 10,000 años aproximadamente.
La fauna postglacial va a estar constituida por
algunos tipos de venado, camélidos, roedores.
Se desarrolla entonces una técnica de fabricación
de puntas de dardos derivada de las formas
Clovis, caracterizada por una acanaladura que
facilitaba el desangre de la pieza cazada,
presentándose además el tipo de punta
denominado "cola de pescado", que facilitaba una
mejor sujeción del proyectil en mangos o astiles
de madera; se han localizado también puntas
lanceoladas, de mayor tamaño, con pedúnculo, a
las que se ha denominado de tipo "Paiján".
La etapa lítica (20,000-3,000 a.C.).
La etapa más prolongada de la historia nacional
corresponde a este largo período, en que los
hombres disponen de herramientas líticas, de
hueso o de madera, manteniéndose una
subsistencia a base de la pesca, la caza y la
recolección de productos naturales, con
habitaciones rústicas, paravientos o cavernas
naturales, casi siempre ubicadas en las cercanías
de surgentes de agua dulce o de las riberas de los
ríos.
Los más antiguos
instrumentos de piedra
conocidos, son conseguidos a
base de percusión, por lo
común artefactos de buen
tamaño tallados por martilleo
directo o con incipiente talla
bifacial: raspadores, raederas,
perforadores, cuchillos
aserrados, de tipología
reducida y con un mínimo de
especialización.
La relación hombre-
naturaleza genera algunos
problemas, especialmente
debido a la escasez de los
recursos alimenticios lo que
obliga a migraciones
estacionales, salvo en
específicos casos en que se
presenta una acumulación de
detritus como consecuencia
de la abundancia de recursos
en algunos pocos casos.
El ser humano es
afectado por el
medio en el que se
asienta a la vez que
este medio natural
se ve afectado, y a
veces seriamente,
por la presencia de
los hombres que
alteran el medio en
el que se
acomodan.
Y ello ocurrió en los variados
ambientes de nuestro territorio
en que las circunstancias de
presencia o ausencia de
aguas, la pluviosidad del
medio, la flora y la fauna, la
altitud del sitio, la presencia de
pastos o su ausencia, lo
escabroso del espacio
circundante, etc., generaron
respuestas adecuadas a esas
condiciones.
La relación con el medio
natural y el artificial que iba
creándose por la presencia
de las comunidades
humanas, es de carácter
recíproco, proceso de
interacción continua que
afecta al hombre, al tiempo
que el medio ambiente
natural es alterado por la
presencia del ser humano y
las obras que realiza.
Probablemente las primeras herramientas fueron
ramas de árboles, lianas, cañas, huesos y cueros
de los animales que han desaparecido en su
mayoría, permaneciendo en cambios los toscos
implementos de piedra.
Al comienzo debieron ser las formas que la propia
naturaleza produce (herramientas-guijarro),
empleadas como cortadores, machacadores,
punzones, etc.
En un segundo
momento, se trató de
conseguir las formas
necesarias mediante
golpes, empleándose la
parte nuclear de la
piedra, para luego
usarse las esquirlas o
lascas procedentes del
tallado, retocadas con
instrumentos de madera
o hueso.
La punta de lanza, o de dardo, labrada de piedra,
es elemento básico para la actividad cinética, pero
puede convertirse también en un objeto bello
cuando se consigue con técnica depurada y con
conocimiento de las cualidades de la piedra
utilizada. Se buscó, por último, una evidente
perfección en la forma, más allá de lo simplemente
utilitario, lográndose objetos agradables a la vista,
retocado cuidadosamente, de obsidiana sílex o
cristal de roca.
Entre los inventos primarios diríamos, aparecen
esteras y cestos, conseguidos por el
entrecruzamiento de fibras vegetales.
Las cañas, totoras y juncos proporcionarán los
elementos para la confección de estos bienes
rústicos, que posibilitarán transportar barro,
piedras, productos como bayas o raíces, que se
emplearán para la construcción de plataformas
sobre las que se colocarán rústicas construcciones
de esteras revestidas de barro,
para albergar a los seres humanos y a las
potencias sobrehumanas que controlan las aguas,
el viento, los animales y las plantas, surgiendo
entonces cosmogonías y sacralizarán ciertos
lugares por su relación con esas fuerzas.
El hombre levantará al comienzo simples
paravientos, sujetados al piso mediante piedras,
con ramas de árboles o esteras como paredes,
para proteger a su familia.
Pero el desarrollo de las ideas mágico-religiosas,
obligará a construcciones más durables, pues los
dioses requieren habitáculos especiales,
construyéndose altas plataformas que repetirán el
modelo de las montañas que se levantan en el
horizonte, que es donde se supone habitan esos
poderes.
Se emplearán entonces cestos rellenos de piedras
y barro que conformarán el núcleo de estructuras
piramidales escalonadas, donde se ubican pozos
circulares destinados a servir de fogones
sagrados, como en El Paraíso, donde el fuego
será elemento indispensable del ritual y de la vida
misma de las gentes de ese entonces.
El fuego permitirá ablandar las carnes de los
animales que sirven de alimento a los seres
humanos, sirve también para endurecer las
jabalinas de chonta u otra madera, especialmente
las puntas aguzadas y para calentar los ambientes
en los que moran el hombre y sus dioses, por ello,
y tempranamente,
se convierte en elemento divinizado tanto en
nuestras tierras como en Mesoamérica; junto a
ello, surgirá la figura del sacerdote, el encargado y
custodio del ritual, de las ofrendas, que se separa
del común de las gentes y se carga de sacralidad
y sabiduría, a la par que desarrolla su ministerio
de intermediario entre las formas sobrehumana y
los comunes seres mortales.
Junius Bird abrirá este capítulo investigatorio en
Hueca Prieta y será continuado por Uenghin,
Schroeder y Engel, quien con un equipo
interdisciplinario, recorrerá la costa entre Bayóvar
al Norte y Otuma, al Sur, ubicando yacimientos de
esta época en Paracas (Disco Verde), San Bartola
(Curayacu), Asia, Chilca, Río Seco de Chancay, El
Paraíso, Cerro Iguanil, Cerro Paloma, Bermejo,
Las Aldas, Salinas de Cao,
lográndose diferenciar dos momentos: el
Precerámico sin algodón —más antiguo, sin
presencia mayor de cultivos—, y el Precerámico
con algodón, conectado con los inicios de la
agricultura y los primeros desarrollos de la alta
cultura andina.
Para el 5,000 a.C., todo indica que la costa era
más amplia que la actual, estando la línea de
playa a unos 100 m aguas adentro del mar. Entre
el 12,000 y el 10,000 la fase Magapata implica un
avance de los glaciares, que retroceden hacia el
9,000 a.C.,
época en que la fase Antarraga muestra un nuevo
avance de los hielos que, finalmente, retroceden
haciendo que el clima costero sea más seco, a
partir de ese momento, en que se extinguen el
caballo, los paleoauchenia y los mastodontes,
apareciendo en cambio nuevas condiciones
ecológicas y los animales de la fauna actual.
La caza, al parecer, se limitó primero a grandes
animales herbívoros, estando ausentes los restos
de aves y roedores. La carne probablemente se
conservaba en forma de charqui, por desecado a
la intemperie o por ahumado. Entre los vegetales
aparentemente ya cultivados, están la papa y el
olluco. Un collarín al cuello de un personaje, hecho
con fragmentos circulares de huesos craneanos
de humano -probablemente trofeo de guerra—,
puede indicar que había una lucha intergrupal de
caracteres sangrientos.
En el arte rupestre de la época, se encuentran
numerosas representaciones de cacerías, como
en Ranracancha (Huánuco), Chaclarragra (Pasco),
Llama Corral (Ancash), Toquepala (Moquegua) y
muchos otros más, con gran parecido al arte
rupestre del Paleolítico europeo, aunque con
tratamiento más esquematizado. Hay
representaciones de animales heridos y caídos,
alguno con un dardo clavado en el cuerpo al que
persigue un grupo de hombres que llevan
máscaras zoomorfas.
En Toquepala, la mayoría de los
animales representados son
guanacos, cazados mediante el
sistema del chaco, en los que los
camélidos son cercados por
monteros que llevan arcos o garrotes
en las manos. Las más antiguas
figuras son hechas a pincel, pintadas
al agua, sin claroscuros. Hay algunas
figuras logradas con los dedos y con
pigmentos de vehículo graso,
apareciendo también formas incisas.
El periodo pre-cerámico.
Un tema aún en debate es el referido a los inicios
de la agricultura en América. Es evidente al
término del período glacial, al extinguirse la
megafauna que existía hasta entonces, el primitivo
habitante de nuestro continente, se encontró con
dificultades para alimentarse.
Al ser los humanos, omnívoros, al desaparecer la
fauna de gran tamaño, se volvió hacia productos
vegetales, como substituto alimentario.
Raíces, bayas y frutos se incorporaron a la dieta
diaria, y en las costas la abundancia de peces y
algas posibilitó un semisedentarismo incluso; la
presencia ahora de animales de menor tamaño y
más veloces, obligó a la creación de nuevos
implementos: estólicas (propulsores o
lanzadardos), el arco y la flecha, probablemente
las boleadoras y la honda, así como trampas y
redes de variado tamaño y funciones adecuadas al
tipo de caza de la que se disponía.
El cultivo de las plantas señala una nueva etapa
en la vida del hombre.
No se trata solo de cuidar algunos vegetales, sino
que estos se transforman gracias a la mano del
hombre, que selecciona semillas de los mejores
productos, extirpa las yerbas de los entornos de
las plantas requeridas, asegura el riego de la
planta y evita que depredadores (aves y
herbívoros), se apropien de los frutos.
Es probable que los antiguos recolectores hayan
desarrollado pequeños huertos, donde se protegía
a los vegetales de intrusos, incluyendo a otros
grupos humanos, pero que no era propiamente
cultivo ex profeso, etapa a la que suele
denominarse "horticultura".
En el Viejo Mundo la agricultura se inicia en
Mesopotamia sobre la base de cereales como el
trigo y la cebada, que no existían en América
prehistórica. En nuestro continente se llegó a
resultados similares, empleándose el maíz, el frijol
y la calabaza.
No olvidemos que las semillas del maíz (Zea
mays), crecen dentro de la perfolla y,
consecuentemente, no pueden reproducirse
naturalmente por sí mismas, solo puede
propagarse este vegetal si interviene la mano del
hombre para cuidarlo, librarlo de malezas, regarlo
y distribuir las semillas oportunamente.
Es decir, que en última instancia,
el ser humano, tanto en el Viejo
Mundo como en América, tuvo
que escoger plantas que
producían semillas harinosas,
con cierto grado de grasas en
sus cubiertas, productos que
pueden ser consumidos crudos,
secos o molidos, que posibilitan
formas panificables, con cuyas
harinas se pueden preparar
bebidas.
Al momento actual, el maíz no puede ya
retroceder al estado silvestre, pues su
transformación ha sido radical. Esta
transformación puede haberse producido en las
sierras de Guatemala o en el área andina.
Las formas actuales del maíz pueden derivar de
una especie de maíz de vaina, como la que se
ubicó en Bat Cave y Tularosa Cave, en Nuevo
México, Estados Unidos de Norteamérica, con una
antigüedad de 4,500 años. La hipótesis de la
procedencia del maíz del teosinte, que se había
manejado hasta hace poco, ha quedado
desestimada, luego de numerosas pruebas.
Los varios tipos de frijol, que proporcionan
proteínas abundantes, acompañan el cuadro
agrario inicial americano.
Los antiguos habitantes de nuestro territorio
hallaron zapallos y calabazas silvestres, que
llegaron a cultivar por separado. Maíz, frijol y
calabaza se constituyeron una trinidad alimentaria
sacralizada en todo el continente.
La papa (Solanum tuberosa), originaria de los
húmedos valles montañosos del Perú, se cultivó
en diversas variedades, por los tubérculos de
almidón que se acumulan en sus raíces. La
variedad de alubia, denominada pallar (Lima
bean), tuvo importante función alimenticia, pero
también pareciera haberse usado para cierto tipo
de mensajes en el posterior Período Intermedio
Temprano, como lo planteara Larco.
El maní era una fuente importante de proteínas y
grasas. El camote, patata dulce o batata, aparece
también en Polinesia, pero sin el acostumbrado
acompañamiento del maíz.
Una planta característica del continente es el
tabaco, de gran importancia ceremonial y que se
usó en el área andina como rapé, mientras que en
el Caribe, Mesoamérica y Norteamérica se le
consumía como puros o en pipas. Parece que los
primeros cultivos fueron el maní y las calabazas,
apareciendo después los frijoles, el maíz y el
algodón.
Para el 5,000 a.C. se inicia la fase final del
Precerámico, con una economía mixta, basada en
la caza y recolección a la par que una horticultura
bastante expandida.
Aparecen entonces estructuras ceremoniales
monumentales, como Huaca Prieta, en el Valle de
Chicama; Kotosh, en su fase Mito, en el valle del
Higueras, en Huánuco; Los Gavilanes, en
Huarmey; Cara!, en Supe; El Paraíso, en el valle
del Chillón; Garagay, en el valle del Rímac y
Cardal y Mina Perdida, en Lurín.
Yacimientos que revelan una
arquitectura compleja, con centros
ceremoniales de gran tamaño, con
un sentido artístico desarrollado y
un nivel tecnológico similar en
todos ellos, destacando la
presencia de un edificio central de
enormes proporciones, a cuyos
lados se desprenden como ramales
o brazos, estructuras que, en
conjunto, dan la apariencia de una
gigantesca U.
Las comunidades de costa, sierra y selva avanzan
en un mejor conocimiento de su entorno y
comienzan a contribuir en la transformación del
medio Las fibras vegetales se tiñen y entretejen, o
se buscan las coloreadas en forma natural, para
formar recipientes de colores alternados o con
diseños geométricos, consecuencia natural del
propio entretejido de las hebras, mientras que los
cactus proporcionan largas fibras que, junto con
los cabellos humanos, permiten confeccionar
redes y gasas, o rústicas prendas de vestir,
talares, casi como sarong.
No hay telares aún, pero el entrelazarse las fibras
a mano, en gasas de cierto tamaño, y en redes, se
logran figuras de formas y colores variados, que
decoran y sacralizan las piezas resultantes de este
tejido a mano.
Lagenarias y cucúrbitas que eran usadas como
recipientes de tiempos antiguos, se decoran
entonces con incisiones en su cubierta, con uñas o
palitos, y posteriormente se labrarán con
pirograbados, logrados con las puntas recién
quemadas de palillos, con las que se diseñan
formas naturalistas, geométricas o esquemáticas,
combinándose incluso con incrustaciones en esa
superficie, de substancias coloreadas de otros
materiales.
La excavación intencional de la superficie de las
lagenarias está ya documentada como técnica
decorativa en Caral y Huaca Prieta, en torno al
4,000 a.C., junto con la presencia de gasas de hilo
de algodón, que ya está domesticado para este
tiempo.
El hilo de algodón posibilitó la confección de
ropajes, al parecer sin entalladura, sujetados a la
cintura mediante tiras, cordones o fajas, que se
convertirán con el tiempo en preciosos ceñidores
llenos de color y con diseños que simbolizarán
estado social, fertilidad, etc., rombos que
anteceden el diseño de las "cochas", reservorios
de agua, y cruces, que representarán a la
chacana, la constelación de la Cruz del Sur.
Las cuevas, grutas y los simples abrigos rocosos,
adquieren entonces caracteres especiales, pues
ya no son usadas mayormente como habitación
permanente, sino excepcionalmente el clima ha
mejorado y los seres humanos viven al aire libre,
en rústicas construcciones de caña, esteras o
ramas, mientras que las oquedades naturales se
van convirtiendo en pacarinas o residencia de
entes sobrenaturales: jirkas, apus, roales,
huamanis, pishtacos, etc.
Son ahora vías de comunicación con el interior de
la Mama Pacha, donde se conservan y mantienen
los gérmenes de la vida de plantas, animales y
comunidades humanas.
Las oquedades naturales servirán entonces para
depositar ofrendas a los espíritus de las
montañas, para enterrar a algunos destacados
miembros de la comunidades,
allí se llevan a cabo especiales rituales
relacionados con la vida, la muerte y el
renacimiento, sus paredes servirán de soporte a
pinturas rupestres de carácter mágico,
representándose cérvidos, camélidos y hombres
armados de redes, lanzas o garrotes, pintados en
amarillo, blanco, rojo o negro, con los figuras
trazadas con los dedos o pincel, o empleándose
brochazos sobre el modelo natural para hacer
aparecer manos en negativo, cuyo significado aún
no logramos comprender.
Se emplearán también
placas de esquisto para
trazar líneas que se
entrecruzan o van paralelas,
algunas rocas, en lugares
con cargas significativas
especiales, se esgrafían, se
inciden o pintan petroglifos y
pictografías sobre las caras
planas de bloques pétreos,
con numerosas variantes en
toda Sudamérica.
Las edificaciones destinadas al culto de las
fuerzas divinizadas, imitan entonces al horizonte
natural, tomando forma de plataformas
superpuestas que van decayendo en dimensiones
hacia lo alto, por lo que aparecen rampas y
escalinatas, diferenciándose cada nivel con
colores alternados, especialmente los ocres de
colores amarillo y rojo. Luego se agregó el blanco
y el negro. El rojo resulta contraparte del fuego y el
amarillo del sol y del oro, mientras que el blanco
es el color de la luna y de la plata y el negro es
significante de la oscuridad.
El trabajo de piedras rústicas cara-vista o de
cestos repletos de cantos rodados, hace surgir la
necesidad de emparejar las superficies exteriores
de los muros, añadiéndose gruesas capas de
barro. El trabajo del barro, hizo desarrollar la idea
del constructor, convertido en demiurgo, capaz de
crear con sus manos, surgiendo ideas en torno a
los dioses y la naturaleza, trazándose diseños con
figuras de tendencia naturalista, pero simbólicas al
mismo tiempo, en bulto, en relieve, raspadas o
incisas, que muchas veces se colorean para
resaltar sus características.
Las canastas facilitaron el transporte de productos
recolectados y el acarreo de materiales
constructivos; para los líquidos se emplearon
depósitos de cuero, lagenarias o madera, o se
embadurnó el exterior de bolsas y cestas, que al
acercarse al fuego doméstico, produjeron tanto la
quema del material vegetal de base como la
transformación del barro en un producto
endurecido al perder el lodo el agua de
constitución por efecto del fuego.
El arreglo personal se basa
en la pintura del cuerpo o
el uso de objetos tallados
en hueso, concha,
crisocola, cristal de roca o
piedras coloreadas, a
veces trabajadas
cuidadosamente, con
motivos incisos o con
incrustaciones o embutidos
de diversas materias de
colores contrastantes.
Los textiles se desarrollan, empleándose el
enlazado, el anillado, redes, brocado, combinando
hilos de variado color conformando diseños
geométricos o figurativos. Se emplearon fibras
duras y ablandadas o flexibles, como el junco,
totora y maguey, así como el algodón de colores
pardo claro y oscuro, marrón, rojizo, violáceo y
blanco, con uso probable de algunos tintes
naturales que se adicionaron a la gama cromática
natural de la planta.
Se confeccionaron
canas de fibra dura y
plana, con diseños en
diagonal,
combinándose
elementos diversos
para conseguir diseños
predominantemente
geométricos,
alternándose con el
uso de fibras rígidas y
flexibles.
Mientras que el desarrollo de la agricultura en
general parece ser coetáneo en Mesoamérica y en
área andina central, es evidente que hay cultivos
que son propios de nuestra región, como la papa
(Solanum tuberosum) y sus numerosas variantes,
la quinua (Chenopodium quinoa) y muchos otros
cultígenos, resultado de experiencias de años de
los cultivadores. A ello debe agregarse la
presencia de animales domésticos como la llama,
la alpaca, el cuy, exclusivamente andinos.
El maíz ha sido considerado buen
tiempo como un cultígeno
originario de Mesoamérica, que se
expandió hasta nuestro territorio
antes del 3,000 a.C., aunque los
últimos estudios parecen corregir
esa primera hipótesis; la yuca
(Manihot utilísima), por su parte,
se sostiene que es de origen
amazónico, que se expandió por
el continente antes del 1,000 a.C.
La domesticación de plantas y animales se
relaciona con el carácter variado del medio donde
se establecieron las comunidades. Productos tales
como la quinua, cañiwa (Chenopodium
pallidicaule), oca (Oxalis tuberosa), mashwa
(Tropaelum tuberosum) y el olluco (Ullucus
tuberosum) solo se adecuan a los terrenos
altoandinos,
mientras que los frijoles (Phaseolus vulgaris),
pallares (Phaseolum lunatus), canavalia
(Canavalia sp.), calabaza y zapallos, están
asociados a los climas mesotérmicos de los valles.
De otro lado, la mandioca o yuca y el maní
(Arachis hypogaea), deben ser de origen selvático,
al igual que algunos tipos de lagenaria.
No debemos dejar de lado que la agricultura
andina es mixta, con el agregado de la cría de
animales (llama, alpaca, cuy, pato, pavo),
conformando una economía agropecuaria, pero
también se articula con la pesca y la recolección
marina, especialmente en la costa.
La explotación de los recursos marinos está
atestiguada desde los 5,000 a.C., combinándose
después con la horticultura. Los pescadores
costeños se relacionaron desde temprano con los
valles, de donde obtenían el algodón, el ají y el
maíz, lagenarias y cucúrbitas.
La llama (Lama glama)
aparece desde el formativo,
mientras que el cuy (Cavia
cutleris, C. porcellus),
pareciera ser ligeramente
posterior, conservándose
una especie silvestre (Cavia
aperea), en el altiplano del
Titicaca y en la selva el
capibara, genéticamente
relacionado con el conejillo
de indias.
La evidencia
arqueológica señala
una reorganización
aldeana de las
bandas de
recolectores,
pescadores-
cazadores
anteriores, con
relaciones locales o
regionales.
Se informa de fechas en torno al 6,000 a.C. para
la antigüedad de la lagenaria, probablemente
cultivada en forma horticultural. La presencia de la
agricultura, como tal, fue un proceso lento,
continuo y largo, que originalmente debió significar
una dependencia de los productos locales, pero
luego se posibilitaron adaptaciones
microambientales, junto con el intercambio de
bienes procedentes de otros ecosistemas,
iniciándose así el proceso de dominio vertical del
territorio que caracterizará a las etapas
posteriores.
Entre el 7,000 y el 3,000 a.C., la agricultura juega
un papel más bien secundario, correspondiéndole
el período denominado Precerámico sin algodón,
apareciendo entonces lagenarias, pallares y
algunos frutales, no necesariamente
domesticados; los asentamientos humanos están
más ligados al mar en la costa, o a zonas
específicas de recolección o caza, y Lynch ha
ubicado en el Callejón de Huaylas, frijoles con una
antigüedad de unos 5,730 a.C.
Es posible un patrón de difusión conformando un
eje inicial selva-sierra-costa. En la costa existe un
factor preponderante, que es la presencia de la
riqueza marina, que favorece un alto nivel de
concentración poblacional, que pudo ordenarse y
desarrollar, con los recursos a sus manos, pero es
solo la agricultura la que dará como consecuencia
el impulso necesario para llegar a la civilización
propiamente dicha. Es posible que el área del
entorno del Titicaca, haya sido uno de los más
importantes centros de domesticación de plantas y
de animales.
Al iniciarse la etapa postglacial, la puna está
ocupada por cazadores-recolectores, como se
comprueba en Lauricocha, Ayacucho, la Meseta
de Junín y el Callejón de Huaylas. El patrón de
vida está marcado por la trashumancia,
posibilitándose una variación en las plantas
comestibles de diversos niveles de altitud, y
adecuándose a la existencia de materiales
adecuados para su instrumental.
El Optimun climaticum contribuyó al
incremento de animales de caza, los
alimentos de origen vegetal de los
valles y el aumento de la población.
Mac Neish informa de oresencia de
achiote (Bixa orellana), calabaza y
zapallo en Ayacucho y se tiene
datos Je frijol cultivado en el
Callejón de Huaylas en torno al
6,000 a.C. En la costa se explotaron
las lomas y se emplearon recursos
alimenticios marinos.
Una segunda fase de este proceso se inicia en
torno del 3,000 a.C., caracterizándose por un cada
vez mayor predominio de la agricultura, con
tendencias regionales, especialmente a partir de la
aparición del algodón,
alcanzando entonces la curva poblacional índices
elevados, encontrándose para entonces centros
poblados estructurados y con una mayor densidad
relativa, con gran variedad de productos agrícolas,
como se demuestra en Kotosh (fase Mito) y Caral,
donde encontramos un anfiteatro con plaza
circular, graderías, pirámides ceremoniales y
viviendas, mientras que delicadas flautas de
hueso de pelícano o cóndor, demuestran un
sedentarismo y desarrollos estéticos de gran nivel.
Los grupos que utilizaban las lomas costeñas
intensificaron su dependencia de los productos
marinos, mientras que en la puna la caza sigue
siendo importante, habiendo indicios de haberse
iniciado el proceso de domesticación de camélidos
en la Meseta de Junín y en Ayacucho, que en el
caso del área circunlacustre del Titicaca puede
haber empezado más temprano.
Para la fase Chihua de Ayacucho (4,300-2,800
a.C.) hay evidencias de ocupación de puna, valle
alto y yunga, donde se localizan construcciones de
pirca, junto con puntas de proyectil, raspadores y
choppers, macanas, morteros, manos de moler y
restos de algodón, frijoles, lúcuma y maíz. Siendo
posible el consumo de la palta (Persea americana)
y el pacae (Inga feuillei).
Se considera probable que la agricultura
comenzara antes en las sierras que en la costa.
De otro lado, para el maíz se tienen algunas
fechas que escapan a este planteamiento, pues el
Carbono 14 indica que en la fase Morillos II de
San Juan, en Argentina, es decir 3,460 a.C., ya
estaba domesticado el maíz en esta zona, con
fechados entonces más antiguos que en el área
andina central.
Hacia el 2,500 a.C. las condiciones eran ya
similares a las actuales, habiendo disminuido las
lluvias y con notable reducción de las zonas
verdes a lo largo de los cursos de agua,
ampliándose en cambio las áreas desérticas
costeras.
La alimentación se basaba en la recolección de
productos vegetales y la caza de venados, zorros,
iguanas, etc., que proporcionaban un aporte
nutricional menor que el logrado por la horticultura.
En la costa era evidente que la pesca y la
recolecta de moluscos y crustáceos marinos
constituían la fuente principal de proteínas de la
población ribereña.
La abundante ictiofauna asociada a la corriente de
Humboldt, posibilitaba una abundante población,
que ya poseía redes de algodón. Hay abundante
consumo de anchovetas, saladas, secadas y
molidas para su consumo, como harina. La
abundancia de conchales (Shelmounds,
Kjokemoedings), demuestra la existencia de
grandes bancos de conchas, mariscaderos que se
explotaban sin necesidad de instrumental
sofisticado.
El propulsor y los dardos proporcionaban animales
como los leones marinos, pingüinos, pelícanos y
otros. Aparecen numerosos villorrios, algunos de
los cuales han sido estudiados por Engel, Bischoff,
Lanning y otros, como Los Chinos (Nepeña),
Culebras, Bermejo, Río Seco (Chancay), Asia,
Otuma, Chilca, Salinas de Chao, etc.
Los estados prístinos y la formación del Estado:
Caral, La Galgada, Las Aldas, Sechín, etc.
Al final del Precerámico se inicia un notable
intercambio de productos con las áreas serranas,
tales como la obsidiana, las papas y el olluco, y en
cambio se explota la sal marina. En las Salinas de
Chao (La Libertad), complejo Precerámico tardío,
hay un centro de producción de sal y aparece una
estructura en forma I, que podría haber servido
para el juego de la pelota, lo que estaría indicando
un contacto temprano con Mesoamérica, si ello se
puede comprobar.
La época se caracteriza por edificios
ceremoniales de grandes dimensiones,
como la Huaca de los Ídolos en Áspero,
Supe, uno de los complejos monumentales
más antiguos de América (2,750 a.C.), que
consta de una gran plataforma, de más de
10 m de altura por unos 30 m en la base,
con una rampa central y varios edificios en
la cúspide, de muros enlucidos y pintados
de blanco y rojo. Aparecieron aquí figulinas
de arcilla femeninas, algunas de ellas en
estado de gravidez, probablemente
pertenecientes a un culto a la reproducción
de los seres.
Kotosh, en el río Higueras, Huánuco,
explorado inicialmente por Julio C. Tello,
se construye en torno al 2,000 a.C.,
muestra una larga tradición religiosa, en
cuya más reciente fase muestra un templo
construido sobre una plataforma, a la que
se accede mediante una escalinata
decorada con una serpiente pintada de
blanco. El templo está constituido por una
estancia de 9 x 9 m, con paredes de 2 m
de alto; el muro del fondo presenta cinco
nichos rectangulares, dos de los cuales
muestran relieves en forma de brazos
cruzados.
El pavimento del templo está rebajado con
relación a la plataforma. Al centro del piso
hay un horno, con un conducto de aire
subterráneo, lo que indica un antiguo culto
al fuego. En los nichos se encontraron
restos de camélidos, cuyes y ciervos. El
Templo de las "Manos Cruzadas" fue
rellenado con arena y cantos rodados en
tiempos posteriores.
La Galgada, sobre la banda izquierda del
río Chuquicara, afluente del Santa, anterior
al 2,300 a.C., es una pirámide de 5
cuerpos y varios recintos curvos, pintada
de blanco, con nichos al interior y una
pintura en negro. Al centro de los recintos
aparecen patios hundidos con un fogón
ventral para ofrendas, como en Kotosh.
Entre los restos quemados en esos
hornos, aparecen semillas de ají
(Capsicum sp.), que debieron producir
humos sofocantes. Algunas cámaras
fueron usadas para sepultar difuntos antes
de ser recubiertas por construcciones
posteriores. En la más antigua de estas
cámaras, se enterró un hombre y dos
mujeres, en poácffin teta) cubiertos de
algodón. El hombre llevaba un sudario de
colores amarillo y marrón y estaba
colocado dentro de una canasta. Las dos
mujeres estaban ubicadas en una misma
canasta y una de ellas traía agujas para
sujetar el cabello, hechas de hueso, y
además cristales de roca y antracita; la
otra estaba envuelta en tela amarilla,
llevando en la mano un pequeño cesto y
grumos de sal. Los cadáveres estaban
acompañados
de collarines de concha recortada
o valvas de Spondyllus pictorum.
En las Aldas, valle de Casma, hay una
estructura de seis cuerpos superpuestos,
sobre un promontorio natural, con paredes
de contención de piedra, conformando
plataformas que decrecen en volumen
hacia arriba. Habiéndose encontrado aquí
figulinas de arcilla no cocida y ambientes
destinados a la crianza de cuyes.
Caral, a poca distancia de Supe y cerca al
mar, arroja fechas que van del 3,000 al
1,600 a.C. Se evidencia aquí un excedente
alimenticios suficiente como para mantener
a una población trabajadora capaz de
levantar seis grandes edificios piramidales
y otras estructuras, en una extensión de
más de 50 hectáreas, donde se
encuentran altares de fuego, plataformas
ceremoniales, anfiteatros y viviendas; aquí
se encontraron flautas de hueso de
pelícano y cóndor, que permiten afirmar un
desarrollo musical notables y un probable
cultivo de la danza, derivada quizá del
culto al fuego, el que se evidencia por la
presencia de hornos ceremoniales a los
que incluso se le ofrendó niños en algún
momento.
En la alimentación predominaban los
productos marinos y los cultivos posibles
por la presencia de las aguas del río Supe,
así como surgentes en las partes bajas del
valle. Las construcciones se hacían en
base a piedras rústicas y barro,
conformando plataformas logradas con
bolsas de totora conteniendo las piedras,
en las paredes aparecen los paramentos
de piedras escogidas cara-vista, enlucidas
con barro.
Aparecen adornos personales, como
collarines logrados con cuentas de
spondyllus, crisocola, carbonatos,
vértebras de peces y conchas y caracoles
pequeños. Las herramientas cortantes
eran hechas de obsidiana y aparecen
figulinas de barro sin cocer.
Carel está 22 Km. tierra adentro y a unos
100 m sobre el nivel del mar, pudiendo
disponer de los recursos de tierra y del
mar, constituyendo un centro
administrativo con edificaciones variadas y
plazas circulares hundidas, de hasta 80 m
de diámetro. Ruth Shady dice que se trata
de "...un área aproximada de 50 ha,
conformada por 32 conjuntos
arquitectónicos de diversa magnitud y
función...". Pertenecen a esta misma
época en el valle de Supe, los yacimientos
de Piedra Pesada, Penco, Cerro de los
Toros, Allpacoto, Huacachi y Áspero que,
en algún momento, estuvieron
relacionados entre sí.
Sechín Alto es un gran conjunto ubicado
en el valle de Casma, a 2 Km. del Templo
de Sechín, posterior en el tiempo; se
extiende por unos 350 m de largo y 250 m
de ancho. La estructura central, de forma
piramidal, se levanta unos 44 m estando
conformada por plataformas de paredes
logradas con grandes piedras alternadas
con otras menores, y en el interior
aparecen adobes cónicos. Al frente una
plaza de 1,400 m con patios hundidos,
delante de los edificios, además, hay cinco
plazoletas con pozos circulares en su
interior.
Período ceramográfico inicial.
La cerámica más antigua ubicada en Sudamérica, corresponde a la encontrada en
Santarem, Brasil, fechada provisionalmente en 5,000 a.C. En Colombia aparece en el
3,800 y en Ecuador, en torno al 3,000 a.C. En el Perú, la cerámica aparece mucho
después de haberse iniciado la agricultura, siendo práctica común en la fase Kotosh-
Mito de Huánuco, por el 1,800 a.C. Sin embargo, hay figurillas de arcilla sin cocer y
algunos artefactos no bien logrados, a medio quemar, que llegan al 2,500 a.C., como las
encontradas en Caral.
Es decir, que hace unos 4,000 años se
desarrolla la actividad ceramográfica en
forma intensa en todo el país. El maíz está
domesticado, las comunidades sedentarias
crecen y es evidente una intensa
interdependencia entre los diversos
poblados. Los huertos primero, y luego las
mayores extensiones cultivadas por riego
artificial, desviando las aguas de arroyos y
río, o mediante el aprovechamiento de las
aguas surgentes o las de estación,
posibilita la concentración de las gentes y
el desarrollo de rangos sociales
diferenciados. La agricultura antecede en
nuestro país a la cerámica, en modo
distinto a lo que había ocurrido con la
Revolución Neolítica en el Viejo Mundo.
Hace 6,000 años, el nivel del mar subió
unos 30 m por encima de su nivel anterior,
lo que hizo que las playas se ubicaran a
unos 3 m sobre las rompientes actuales.
Poco después de este fenómeno, se
asientan numerosos grupos pequeños de
agricultores, recolectores y pescadores a
lo largo de la costa, cerca de las surgentes
de agua y en el borde de zonas
pantanosas, cuyos juncales
proporcionaron materiales para sus
rústicos vestidos, canas y chozas, mientras
que los rizomas de los totorales servían de
alimento, especialmente demostrado en
los yacimientos de Chilca y en la cuenca
del Río Grande de Nazca.
La adoración a las fuerzas primarias
sobrehumanas, se convierte en religión y
el arte se transforma en una necesidad de
comunicación con los otros seres humanos
y con los dioses. Al organizarse el
sacerdocio, como grupo separado
dedicado a tiempo completo, a la
veneración y atención de los dioses, se
transforma también en expertos dedicados
a observar la naturaleza, expresión de la
voluntad de los dioses, planificando obras
de derivación de aguas, selección de
semillas, decoración de los centros
sacralizados, etc., por lo que es necesario
la existencia en la comunidad de un
excedente alimentario, capaz de mantener
a estos especialistas que así se exoneran
del trabajo agrícola directo.
Las manifestaciones estéticas se han ido
desarrollando. La caña agujereada que
produce sonidos al soplo del aire, se
convierte en pito y después en sofisticada
quena o en la elaborada antara. La caña
simplemente cortada, que produce sonidos
al soplarse por el borde del tubo, induce a
usarse los huecos huesos de las aves, con
uno, dos o más agujeros que
adecuadamente tapados con los dedos del
tañedor producirán sonidos adecuados a
una melodía.
Es probable que desde esa época se
usaran grandes mates, percutidos con los
dedos de la mano, que acompañarán el
sonido de los aerófonos; los de menor
tamaño, con sus semillas secas
conservadas en el interior, posibilitarán
idiófonos de sacudimiento al modo de
maracas; si se raspa la superficie de estos
frutos, sobre huesos o cuernos, en líneas
paralelas se podrán conseguir raspadores
que acompasarán los ritmos conseguidos
en los otros instrumentos. De otro lado, los
cascos de venado o las drupas de
terebintáceas secas (maichiles), serán
usados a modo de polainas por danzantes
especiales, como ocurre hoy con los
shacshas del Callejón de Huaylas,
usándose además bastones de ritmo.
Es probable que la cerámica se comenzara
a usar en el área septentrional de América
del Sur, en torno al 3,000 a.C., llegando
después a los Andes Centrales,
posiblemente para el 2,000 a.C. En
Valdivia y Santa Elena, Ecuador, se han
hallado fases incipientes de cerámica,
denominadas San Pedro y Acallan, entre el
3,500 y el 2,500 a.C., asociadas a
contextos similares a los Precerámicos,
suponiéndose la existencia de centros
alfareros más antiguos. Los hallazgos en
Colombia (Barlovento, Canapote y Puerto
Hormiga), parecerían señalar que es aquí
donde se originó la alfarería que,
aparentemente no alteró la vida campesina
iniciada con anterioridad a su presencia.
Para la costa norte se ha establecido una
secuencia ocupacional desde la fase
Amotape (+ de 9,000), sin cerámica, a la
que siguen las etapas Siches, Honda y
Estero, contemporáneas de las Vegas de
Santa Elena, fechada en 5,000 a.C.,
habiéndose ya domesticado las calabazas.
En Avic, Sechura, aparecen
construcciones con una antigüedad
fechada en 3,200 a.C.
Para los Andes Centrales, hay un amplio
registro de asentamientos que comienzan
a usar tempranamente la cerámica, entre
1,800 y 1,300 a.C., tiempo al que se
denomina del Formativo Temprano. En
torno al Titicaca, las fechas se mueven del
1,200 al 1,000 a.C. Es posible que hasta la
aparición del fenómeno Chavín, se
mantuviesen contactos con Chorrera como
puede deducirse de la fase Ofrendas y
sobre todo en Pacopampa, en Cajamarca.
Junto con la cerámica pudo llegar el uso
de las conchas spondyllus y del caracol
Strombus, cuya procedencia puede fijarse
en el área tropical de zona ecuatorial.
El establecimiento de la vida sedentaria
produjo cambios en la organización social,
en la economía y en ritual, apareciendo
personajes de prestigio, distinguiéndose
del común. En las punas se mejora la
crianza de los camélidos, como se
comprueba en Telarmachay y otros puntos
en el valle del Mantaro, a la vez que se
incrementa el cultivo del maíz.
EL HORIZONTE TEMPRANO —
FORMATIVO (2,000-500 a.C.).
Chavín: Experimentación tecnológica,
organización social y política, arte y
divinidades, expansión geográfica y
cultural.
El Horizonte Temprano o Formativo, es
una etapa marcada por el dominio de la
agricultura, con cultivo intensivo del maíz y
otros productos, cuyo superávit productivo
permitió una organización social compleja
que absorbía los excedentes en el
mantenimiento de especialistas a tiempo
completo o parcial: ceramistas, tejedores,
orfebres, constructores, escultores,
sacerdotes y otros, que impulsaron el
dominio del entorno. Aparecerán entonces
poblados con grandes construcciones
sacralizadas, se perfeccionarán las
técnicas agrarias y ganaderas y
aparecerán poblados relacionados con
-a época se caracteriza por la presencia de
formas estéticamente emparentadas con e
arte Chavín, lo que Kauffmann denomina
el "Movimiento Wirakocha", relacionándolo
mn la difusión del culto al personaje
divino, que probablemente sea el
personaje Dantral de un culto agrario,
identificado con el agua, personaje
antropomorfo pero con mracterísticas
adicionadas ornitomorfas, felínicas y
ofídicas, visto de común de pie, de `rente,
llevando en las manos bastones y
portando sobre la cabeza un gran tocado.
Chavín se encuentra en las faldas
orientales de la Cordillera Blanca, a 3,185
m sobre el nivel del mar, en el triángulo
conformado por la confluencia de los ríos
Mosna Mariash) y Huacheqsa, que al
unirse aquí forman el Puchka, tributario del
Marañón.
El centro ceremonial está constituido por
un conjunto de edificios piramidales, con
mazas hundidas ubicadas frente a las
construcciones principales, encerrando en
su citerior una red de pasajes, recintos y
escalinatas, a base de piedras y barro, que
presentan incluso algunos sectores
estucados o revestidos de planchas líticas
pulidas.
Muchos de los muros se decoraron con
figuras pétreas de personajes míticos. Una
serie de piedras labradas en forma de
cabezas humanas o antropomorfizadas,
que se sujetan a los muros con un pivote o
clavo posterior, aparecen en lo alto de las
paredes. Otras obras líticas aparecen
conformando dinteles o eran piezas
separadas de la arquitectura como la
llamada "Estela Raimondi" y el "Obelisco
Tello".
Los pasajes internos recibían ventilación y
luminosidad mediante ductos estrechos
que se comunicaban con el exterior. En un
cruce de estos corredores internos
aparece el `Lanzón", monolito que
representa a un personaje mítico, de 4.53
m de alto.
Unidad i historia de la cultura peruana
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Unidad i historia de la cultura peruana

  • 1. HISTORIA DE LA CULTURA PERUANA BETHSY RAQUEL SOTELO MORALES Módulo: I Unidad:Módulo: I Unidad: I Semana: 1-2I Semana: 1-2
  • 2. FUENTES Y LOS INICIOS DE LA CIVILIZACIÓN ANDINA
  • 4. CONTENIDOS TEMÁTICOS 1.1 Conceptos generales. 1.2 ¿Turismo de reuniones o turismo de eventos o turismo de negocios?.
  • 5. DESARROLLO DE CONTENIDOS 1.1 Conceptos generales. 1.1.1 Eventos. 1.1.2 Congreso. 1.1.3 Convención. 1.1.4 Conferencia. 1.1.5 Seminario. 1.1.6 Panel. 1.1.7 Coloquio. 1.1.8 Discusión en grupo. 1.1.9 Viajes de incentivos. 1.1.10 Ferias y exposiciones.
  • 6. 1.2 ¿Turismo de reuniones o turismo de eventos o turismo de negocios?. 1.2.1 Turismo de reuniones. 1.2.2 Turismo de eventos. 1.2.3 Tipos de Turismo de negocios. 1.2.4 Importancia de la organización de los congresos y los eventos. 1.2.4.1 Importancia social. 1.2.4.2 Importancia económica y de infraestructura. 1.2.4.3 Importancia para el turismo Bibliografía.
  • 8. LAS FUENTES. METODOLOGÍA Y MATERIA DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA. En general, se denominan fuentes a aquellos elementos que posibilitan entender el desarrollo cultural de un área.
  • 9. En nuestro caso, para el estudio del desarrollo del antiguo Perú, se debe recurrir a los tres tipos convencionales de "fuentes" históricas: -Documental (o escrita), -Material y -Tradicional.
  • 10. La fuente documental es indispensable a partir del siglo XVI, luego que llegaran a nuestras tierras los europeos, pues antes de esa presencia no existía la escritura en nuestro territorio.
  • 11. La fuente tradicional nos proporciona una especie de arqueología viva, que nos muestra la persistencia de una larga serie de elementos e instituciones que posibilitan entender el funcionamiento de organismos sociales y de artefactos, que aún continúan en uso desde tiempos prehispánicos, siendo algunos de ellos producto del proceso de aculturación entre creaciones andinas y cosas que vinieron de España, entre ellas, el lenguaje por ejemplo.
  • 12. La fuente material nos permite observar restos de edificios, objetos y enseres, usos y costumbres funerarias, alimenticias y de otro orden que pueden hoy fecharse y que servirán para reconstruir el proceso tecnológico e ideológico que dirigió las acciones destinadas a construir o fabricar esos bienes.
  • 13. La fuente tradicional. Las informaciones orales son de suma importancia para la ubicación de yacimientos arqueológicos y numerosos topónimos orientan la atención del investigador hacia puntos específicos, cuyos nombres señalan con bastante claridad, las características más destacadas de esos lugares, como ocurrió en Sechín, al informársele a Julio C. Tello de la existencia de piedras labradas en la "Huaca del Indio Bravo".
  • 14. Muchos lugares conservan su connotación de sacralidad al denominarse Huaca, Wilka o Wari o Jirca, lo que implica que las gentes han conservado en la memoria de su colectividad la idea de lugar sagrado con que se designa el sitio, como Wilkawaín, en Ancash, o Wari Willka, en Huancayo, Wari Coto en Marcará, o Wari en Ayacucho.
  • 15. Algunos sitios señalan la pertenencia al fricado, como lnka Waín, en Carhuaz, Incahuasi, en Cañete, o han dejado de lado el nombre original en la lengua nativa, pero se llamarán "Panteón de los Gentiles", la "Cueva de la Bruja", o la "Quebrada del Pistacho", lo que señalará, también con claridad, la característica de antigüedad y aún de sacralidad del lugar, temido o venerado hasta la fecha.
  • 16. En otros casos podemos encontrar relación con las ideas, con la cosmovisión o con la presencia de personajes míticos, que señalarán las condiciones excepcionales de ciertos lugares: Pishtacomachay o Wakonpawain, en Canta, que orientan hacia la presencia de seres míticos que mantienen un prestigio especial en la mentalidad local y aún regional: la caverna del asesino o la casa del mítico Huacón.
  • 17. Incacancha, Coyahuasi, señalarán localidades relacionadas con las antiguas dignidades del Tahuantinsuyo, mientras que los términos llacta, cancha, huasi o huaín y marca estarán implicando la presencia de una antigua población, como ocurre con Amarumarca, Hatun Llacta, Tunanmarca, Purunllacta, Amarucancha, Cantamarca, Maucallacta, Huamanmarca, Marcahuamachuco, Pumamarca, Mangomarca y otros tantos más que se ubican en todo el territorio nacional y siempre con referencia a poblados arruinados de los tiempos antiguos.
  • 18. Los términos Ñaupa, Purun, Mauca, Tambo, Willka, acompañados de marca o (lacta estarán también señalando, sin confusión mayor, la presencia de antiguas poblaciones arruinadas, que se encuentran aisladas de los actuales poblados, pues por lo general fueron abandonados en época del virrey Toledo, cuando se dispuso la reducción de las gentes hacia las nuevas ciudades que se fundaron en aquel entonces, para comodidad de la administración colonial.
  • 19. Topónimos como Mauca Llacta, Purunllacta, Ñaupallacta, Quebrada del Diablo, Caverna del Pistacho, Jircahuaín, Huamanwain, Tambo Inga, Tampumachay, Tamputoco, Limatambo, Inticancha, Patapata, Pativilca, etc., están señalando lugares de antigua ocupación que deberán ser explorados. Estos términos están señalando la presencia de antiguas poblaciones o lugares de adoración que orientan nuestros pasos hacia la investigación cuidadosa del porqué de esos nombres.
  • 20. De igual modo, el término quilca, que indica casi siempre, la existencia de pictografías o petroglifos, como Quilcarumi, Quilcacancha, etc.
  • 21. Los mitos, cuentos y leyendas apuntan, en su narración tradicional, a destacar algunos lugares en relación con héroes míticos como Tamputoco o Pacaritambo, en el mito de los hermanos Ayar.
  • 22. De todos modos, debemos destacar una dificultad con referencia a esta fuente, pues de común no tiene precisión con los momentos en que suceden los hechos o, lo que es bastante común, mezcla relatos de distintos tiempos, adecuados desde el punto de vista de las creencias de una determinada comunidad, pero para nada respetando la cronología relacionada con esos sucesos. E incluso, los hechos pueden ser alterados, con intervención de personajes sobrehumanos, o para ajustarse al relato en su versión en verso especialmente.
  • 23. Mediante la oralidad se han conservado tradiciones que permiten entender el funcionamiento y finalidad de instituciones, herramientas, utensilios, técnicas.
  • 24. No es despreciable, en el campo de lo estético y la cosmovisión, el gran bagaje de elementos folklóricos que se conservan como pervivencia de épocas, incluso, muy anteriores a los incas: tambores, quenas y zampoñas, elementos del vestuario, danzas, formas teatrales y del comportamiento, incluyendo la etiqueta ceremonial andina, que pareciera haberse detenido en el tiempo, al igual que variados aspectos de la culinaria y el adorno personal, que incluso mantienen sus nombres originales intactos o casi sin mayor alteración.
  • 25. La organología nos detalla cómo se ha logrado mantener un numeroso cuerpo instrumental musical comprendiendo idiófonos, aerófonos y de percusión: maichiles, güiros, huáncar, quena, sicu, tocoro, pincullo, roncadoras, "clarines", pututos, tinya, etc. Tambores de cerámica o resonadores de troncos, como el manguaré, y de forma cilíndrica o de tipo clepsidra se han conservado desde tiempos remotos.
  • 26. En el caso del cajamarquino clarín, que se encuentra también en Huancavelica, con Marino Gonzáles descubrimos uno en Ancón datable en el Horizonte Medio, cuyo tubo de ingreso del aire era de cobre y la bocina terminal de una aleación argentífera.
  • 27. La persistencia de elementos del vestuario o de la gastronomía, de las técnicas agrarias y de la etiqueta, permiten vislumbrar, al menos parcialmente, las formas antiguas, anteriores incluso a la época de auge del Tahuantinsuyo.
  • 28. Muchas herramientas se han mantenido en el campo específico de lo agrario, mientras que el tratamiento de ciertas personas, autoridades o ancianos, matronas y sacerdotes, hace referencia a formas de uso antiquísimas que las costumbres hispanas no lograron erradicar y, en ciertos casos, más bien reforzaron.
  • 29. En los usos y costumbres de la alimentación, especialmente de carácter festivo, que se presenta en las grandes fechas, hoy relacionadas con los santos protectores de las comunidades, pero que debieron tener correspondencia con personajes de la cosmovisión precristiana, encontramos también fuentes de información notables.
  • 30. Así el consumo de la sopa de piedras o parí, en la festividad de Santa María Magdalena, en Cajatambo, nos trae referencia directa a la forma de alimentarse de los antiguos arrieros, que empleaban carnes y productos vegetales secados como ingredientes de una rápida comida, que se servía en platos logrados de una mitad de lagenaria. Y el consumo de la papa rayguana se enlaza con este culto moderno, pues ese tubérculo está relacionado con antiguos mitos preagrarios que señalarían un camino selva- sierra-costa del cultivo del maíz y las papas.
  • 31. En la memoria colectiva se mantienen vivos hechos heroicos, sucesos trágicos, acontecimientos felices o situaciones peligrosas, milagros reales o supuestos, que el pueblo guarda, envolviéndolos con un ropaje que los embellece o les da mayor trascendencia.
  • 32. La fundación de la población, la llegada de una imagen milagrosa, la aparición de signos especiales sobre el terreno o en los cielos, batallas ganadas o perdidas, epidemias, todo ello, además de las explicaciones de los fenómenos geológicos o atmosféricos,
  • 33. se encuentra en el mundo de lo real-maravilloso de las tradiciones orales, del patrimonio cultural intangible, y trasciende en increíbles formas de expresar esos sentimientos y conocimientos en cuentos, mitos, leyendas, versos y canciones, labrados, esculturas, pinturas, formas de comportamiento, etc., que el investigador deberá tratar de comprender para explicarse el porqué de las cosas.
  • 34. Estas tradiciones, transmitidas de generación en generación, suelen referirse a determinados puntos del territorio ocupado por la comunidad, como poseedores de características específicas, por estar relacionados con sucesos acaecidos en illo tempore, en tiempos antiguos y, consecuentemente, posibilitan entender ciertas características que, en última instancia, están relacionadas con el quehacer comunitario de épocas ya idas,
  • 35. pero que se presentan cada cierto tiempo, renovando el tiempo mítico, que no es el tiempo que está pasando normalmente, sino uno cargado de sacralidad, con el que se rompe la rutina del día a día, para adecuarse a los tiempos sagrados, que parecieran tener un ritmo circular antes que lineal.
  • 36. Las formas de entender el mundo, la cosmovisión de los pueblos actuales se nutre, sin duda alguna, de las experiencias que los antepasados tuvieron al enfrentarse con el medio y adecuarse a él, al tiempo que iban culturizando a la naturaleza.
  • 37. Es la cosmovisión andina la que hace comprender a la vida del hombre como parte de un juego de reciprocidades establecidas entre los fenómenos naturales y su comunidad.
  • 38. Y, en consecuencia, la que llevó a los andinos a considerar una relación de igualdad, de necesarios intercambios, de pagar a la naturaleza cuando algo se saca de ella. Las relaciones entre los seres humanos y con el entorno, en consecuencia, se enmarcan dentro de un contexto muy especial, pues se considera que la naturaleza toda está conformada por seres vivos, con sentimientos y propósitos establecidos, en los que el ser humano se inserta, entendiendo que no existe nada inerme, muerto, inmóvil.
  • 39. Algunos de los relatos pueden enmarcarse en épocas ya conocidas, como la presencia de la "María Pichana", epidemia de fiebre amarilla que se produce en los momentos de la apertura del Canal de Panamá o hechos que se refieren a la defensa de comunidades realizadas por personajes divinos o sobrenaturales y milagrosos,
  • 40. en momentos de la Guerra del Pacífico y frente a la presencia del ejército invasor, cuando no existen fuerzas nacionales capaces de enfrentar al enemigo y solo cabe esperar la ayuda divina que se manifiesta con caracteres impresionantes: Santiago sobre su blanco caballo y con la espada en alto, que se acompaña de una tormenta; el "Niño Chaperito" canteño que toma parte en la batalla de Sangrar; o María Magdalena que asombra al capitán chileno al asegurarle que en su casa, ubicada en la esquina de la plaza, encontrará la paz y el regocijo que busca.
  • 41. A diferencia de buena parte de la fuente documental, aquí no tenemos seguridad alguna en los tiempos en que han ocurrido los hechos históricos. Y, lo que es más, debemos cuidarnos de confiar solo en esta fuente, pues suele sufrir alteraciones y variaciones, según quien relata, en qué contexto se relata, etc.
  • 42. La fuente documental. La importancia de la fuente documental es enorme. Sin embargo, no podemos confiar plenamente en estos informes, pues llevan la carga de las apreciaciones personales, que hacen dudar muchas veces de la veracidad de ciertas afirmaciones, por lo que deberemos cruzar los datos de un documento con otras fuentes de la época de ser ello posible.
  • 43. Los primeros textos y documentos que sirven a la Historia y a la Arqueología en nuestro país, son los redactados en la época de la Conquista, en los que se citan, casi puntualmente, caminos, puentes, andenes, edificios de variado tipo, describiéndose incluso detalles, a veces, de esas estructuras.
  • 44. Los cultivos, instrumentos de trabajo, adornos personales y otros, son también mencionados y descritos y podemos entender el funcionamiento de sus instituciones y las concepciones ideológicas y estéticas de las gentes de aquel entonces, con relación al mundo, su propia sociedad, sus dioses, etc., al menos fragmentariamente.
  • 45. La Etnohistoria, el estudio especializado que combina el análisis de las fuentes documentales y los testimonios materiales supérstites, ha tenido especial éxito en el Perú, a partir de Luis E. Valcárcel sobre todo, permitiéndonos conocer detalles para los que no se tiene elementos de juicio en los trabajos de arqueología pura,
  • 46. pero quizá el más resonante trabajo de descubrimiento basado en las fuentes escritas es el de la Troya que Homero cantara en la Iliada y que Schliemann consideró como información fidedigna de la antigua ciudad de Ilion, a la que pudo ubicar, precisamente interpretando y siguiendo las indicaciones que extrajo del antiguo texto, cosa que volvió a suceder con la identificación de la antigua Micenas, en territorio continental griego.
  • 47. De igual modo, puede mencionarse la minoica Cnossos, capital de la talasocracia cretense, excavada por Evans, basándose en los antiguos relatos, los que fueron confirmándose con el avance de las investigaciones en esta isla.
  • 48. Es gracias a estos documentos y escritos de variado orden, visitas oficiales, testamentos, contratos, actas de juicios, cartas, informes, anuarios, crónicas de viaje, etc., que hemos podido precisar aspectos económicos, religiosos, de organización social y familiar del antiguo Perú, que no habríamos podido comprender a cabalidad por otros medios.
  • 49. Muchos escritos se encuentran en archivos conventuales, en manos de notarios o de descendientes de los autores, y no solo en el territorio nacional sino fuera del país, especialmente en el Vaticano y en el Archivo de Indias, España.
  • 50. Contratos de compraventa de tierras, muebles, enseres y esclavos, testamentos, actas de procesos judiciales, mapas y otros que irán siendo conocidos conforme avance el interés y el entusiasmo por conocer aspectos no bien comprendidos del proceso histórico nacional y continental, que interesan tanto a la historia de nuestros países, como a España y toda Europa y África, en general.
  • 51. Debemos tener en cuenta, además del deterioro propio de las incurias del tiempo transcurrido, las inclemencias del medio, la luminosidad incidiendo sobre viejos papeles, insectos devoradores de celulosa, la desidia de los poseedores de estos documentos o las pérdidas naturales consecuencia de traslados de bártulos o necesidades de otro orden, que dan por resultado la inexorable desaparición de testimonios de diverso orden y variada importancia.
  • 52. Libros o papeles sueltos apolillados y muchas veces escritos con un lenguaje casi incomprensible en la actualidad y que requiere de peritos para ser leídos, además de accidentes de orden natural: incendios, aluviones, sismos, lluvias que afectan seriamente la conservación de estos documentos hacen que nos preocupemos por su conservación y tratamiento adecuados.
  • 53. La fuente material. Los testimonios tangibles del proceso histórico, yacimientos y monumentos de diversos momentos, son invalorable fuente de información para conocer el devenir de la cultura en nuestro territorio. La mayoría de ellos están derruidos o han sufrido graves daños en su estructura o se encuentran cubiertos por detritos, masas aluviales, cenizas volcánicas o han recibido tratamiento de manos posteriores que han distorsionado su forma y contexto.
  • 54. Las obras del hombre, a través del tiempo, se han conservado de manera desigual conforme al material empleado, a la calidad del suelo donde se han depositado las cosas, a la humedad del medio, a las obras modernas, etc.
  • 55. Así, las cosas de madera no suelen conservarse mucho tiempo, por su misma constitución que no soporta la salinización o la humectación, salvo cuando se trata de objetos que han sufrido previamente el calor del fuego que los endurece. Igual ocurre con las cosas hechas de piel o cuero, que sufren profundas alteraciones a no ser que se encuentren en terreno seco y arenoso, lo que sucede igualmente con el hueso y el marfil.
  • 56. Algunos metales se corren con cierta facilidad como el cobre, mientras que otros presentan resistencia notable al intemperismo, como sucede con el acero. El oro resiste mucho más que la plata a los óxidos, pero también puede alterarse en determinadas circunstancias, mientras que el cobre que se transforma por óxidos en azurita o malaquita adquiere una calidad excepcional y se conserva aunque transformado.
  • 57. Las edificaciones, como ya señalamos, suelen ser tratadas malamente, salvo cuando se trata de excepcionales centros sacralizados, como ocurre con el Panteón de Roma o las callancas de Mórrope, Incahuasi o Levanto, que se mantienen casi incólumes hasta el presente, salvo pequeñas alteraciones que no modifican ni la función ni la forma de esas antiguas estructuras.
  • 58. Sin embargo, es bueno destacar que la mayor parte de los edificios antiguos han sufrido tales alteraciones que a veces son casi irreconocibles o se ignora su presencia, al haber sido ocultados por nuevas construcciones que han alterado el paisaje histórico inicial.
  • 59. La Arqueología, que se ocupa de los períodos más antiguos de la vida humana en el planeta, usando solo los testimonios materiales de las épocas pasadas, recurre a diversas técnicas para fijar cronología y espacios ocupados por los varios pueblos de la antigüedad.
  • 60. Para ubicar los yacimientos en el espacio se han desarrollado diversas técnicas, que partiendo de muy diversos campos, están permitiendo rastrear testimonios ocultos muchas veces bajo el agua o varios metros de profundidad en el suelo.
  • 61. Así la foto aérea, desarrollada inicialmente con fines táctico-militares, resulta ahora un auxilio importante para la investigación arqueológica no intrusiva, pues puede emplearse incluso la información desde el aire para delimitar áreas con contenidos de edificaciones no visibles a simple vista, como ocurre con la denominada foto oblicua, que posibilita observar los perfiles de construcciones de épocas antiguas que hoy no son percibidas en la superficie.
  • 62. Ciertamente es posible también emplear la vista humana, si utilizamos la luminosidad oblicua de la salida o el ocaso del sol. Con el primer mecanismo se pudo trazar los límites de la ciudad de Chan Chan, mientras que la simple vista humana fue suficiente para descubrir, a las 6 pm., un cementerio de época Moche en la desembocadura del río Seco de Huanchaco.
  • 63. Muchos lugares han permanecido ocultos hasta que obras modernas han posibilitado su hallazgo, aunque en la mayoría de casos, esto significa también la destrucción del testimonio. Ello ha ocurrido, por ejemplo, con la ampliación de la carretera Panamericana Norte, a la salida del serpentín de Pasamayo, que al ampliarse la vía se destruyó completamente un cementerio tardío, preincaico, que no pudo ser estudiado.
  • 64. Muchos sitios han sido "descubiertos" por los buscadores de tesoros, saqueadores de tumbas a los que se les denomina "huaqueros", cuyo afán de enriquecimiento los lleva a practicar excavaciones de gran envergadura, incluso con auxilio de cuchillas mecánicas, tractores o bulldozer como ocurrió en Vicús, en Piura y en ciertos sectores de Batán Grande (Pomac), en Lambayeque.
  • 65. No debemos dejar de lado que el tráfico clandestino de objetos arqueológicos: telas, cerámica, madera, piedra, etc., es consecuencia de la riqueza de este patrimonio, que es diariamente saqueado por los huaqueros y una numerosa gama de intermediarios que logran sacar del país cientos y aun miles de objetos producidos por los antiguos peruanos,
  • 66. lo que dificulta la comprensión total de los fenómenos culturales que se sucedieron en el país antes de la llegada de la escritura, por lo que no podemos substituirlos por informes redactados por observadores adecuados y su pérdida u ocultamiento se convierte en un crimen de lesa cultura que afecta no solo a los peruanos sino a la humanidad toda.
  • 67. En general, en nuestro país no tenemos mayor necesidad de explorar para ubicar los yacimientos arqueológicos, salvo en la selva, en que la vegetación arbórea impide la fácil ubicación de los testimonios monumentales antiguos. Dos o tres puntos, citados en las fuentes documentales no han sido plenamente identificados:Vilcabamba y Choquehispana, pero seguramente, con el tiempo y mayor empeño este problema será superado.
  • 68. En cuanto a la determinación de la antigüedad y secuencia de los hallazgos, tanto la estratigrafía como la tipología han avanzado notablemente la identificación de estilos y formas; los restos orgánicos pueden ahora fecharse, con bastante exactitud, gracias a los análisis de radiocarbono, mientras que los objetos líticos, especialmente de vidrio volcánico, pueden datarse por el método de la hidratación de la obsidiana;
  • 69. y, además, la cerámica y las cenizas pueden ser estudiadas y fecharse por las técnicas de la termoluminiscencia y la declinación magnética de las agujas de hierro.
  • 70. SOCIEDADES PRIMITIVAS EN LOS ANDES. Los primeros pobladores de América. Los recientes estudios sobre la antigüedad y orígenes del personaje humano, están acercándonos a los 6'000.000 de años atrás, para probables antepasados que vivieron en la parte centro norte de África, con la forma que se está denominando Homo afarensis, aunque algunos prefieren llamarla Australopithecus afarensis.
  • 71. Hay que señalar que hay investigadores que consideran que esa no es la más antigua forma relacionada con los humanos actuales, y que es posible que en algún sector de Asia se deben haber desarrollado otras variantes, incluso más antiguas.
  • 72. La subespecie a la que pertenecemos los modernos seres humanos, Homo sapiens sapiens, es probable que no haya aparecido más allá de los 500,000 años atrás, y se desarrolló, hasta alcanzar sus condiciones actuales, por largos procesos evolutivos naturales, aún no bien conocidos, al parecer en territorios de África, Asia y Europa.
  • 73. Es decir, la especie a la que pertenecemos biológicamente, es un desarrollo natural de épocas relativamente recientes, comienzos del Cuaternario. Surgida en África, o en el Medio Oriente, a partir de formas prehumanas, que pasaron por diversas etapas de desarrollo, proceso evolutivo que dejó en el camino a formas tales como el Horno habilis y Horno erectus antes de dar paso al Horno sapiens. Esta especie, evolucionó hacia dos formas, una más primitiva y ya extinta, el Horno sapiens neanderthalensis y el Homo sapiens sapiens.
  • 74. El Hombre de Neanderthal, logró ocupar espacios diferentes en África, Asia y Europa, conviviendo con nuestros directos ancestros hasta hace unos 40,000 años atrás, en el período denominado Paleolítico Superior, durante el cual, finalmente desaparece para dejar el escenario a nuestros antepasados, quienes finalmente logran llegar a Oceanía y a América, conquistando así todo el espacio físico del globo terrestre.
  • 75. En América no se han encontrado restos del Hombre de Neanderthal, quien al parecer no pudo alcanzar estas tierras, siendo reemplazado por oleadas de gentes modernas que parecieran haber empezado su desplazamiento desde el lago Baikal, en Siberia, alcanzando nuestro continente entre los 40,000 y los 100,000 años atrás.
  • 76. Nuestro conocimiento sobre estas épocas indican que, a fines del Pleistoceno (120,000 a 10,500 años) hubo grandes alteraciones climáticas, con cambios en flora y fauna, extinguiéndose ecosistemas enteros como consecuencia de esas alteraciones.
  • 77. El último máximo avance de los hielos, vio fundirse los centros glaciares norteamericanos de Laurentia y la Cordillera, creándose una capa de hielo de 3 Km. de espesor, con frente hacia el norte, donde se formó un casquete de hielo, cambiándose el régimen pluvial y descendiendo el nivel del mar unos 120 m, quedando al descubierto áreas que hoy están bajo las aguas del mar, en lo que la actualidad es el Estrecho de Bering, emergiendo entonces puentes de tierra que permitieron el paso de hombres y animales, de Asia a América y viceversa.
  • 78. Al concluir el período glacial Wisconsin, entre los 25,000 y los 9,000 a.C., los cazadores asiáticos pudieron pasar Bering sin mayores dificultades, o seguir las cadenas de las islas Aleutias o Aleutianas, que en realidad eran picos de elevaciones entre ambas masas continentales, detrás de la megafauna, hoy extinta: mamut, smylodontes, mastodonte, paleoauchenia, etc.
  • 79. Para Bosch Gimpera, la más antigua de las oleadas migratorias de estos primitivos cazadores, provino probablemente de la región siberiana del lago Baikal, entre los ríos Lena y Amur, comparando el material lítico de esos lugares.
  • 80. Con los más antiguos testimonios ubicados en Alaska. Un segundo movimiento migratorio, correspondería a la base de los grupos na-dene el noroeste del Canadá; finalmente, una tercera y última ola, estuvo constituida por los ancestros de los actuales aleuto-esquimales, que presentan rasgos mongoloides más evidentes que los demás amerindios.
  • 81. Desde Beringia hasta el extremo sur del continente (estrecho de Magallanes), el hombre experimentó encuentros con formas animales y vegetales novedosas, variadas, distintas a las que conocía anteriormente.
  • 82. Tuvo que enfrentarse a extensos páramos, llanuras herbáceas, bosques tropicales, áridos arenales, altas montañas de picos nevados, grandes y caudalosos ríos, lagos y áreas pedregosas y desérticas, que le obligaron a recurrir a su ingenio para poder adecuarse a ese medio natural, al tiempo que iba mejorando sus instrumentos para conseguir el alimento necesario para su subsistencia.
  • 83. Debió desarrollar, por ello, formas de trabajo, de organización, de convivencia con los otros hombres, confortantes de las varias bandas de cazadores, recolectores o pescadores que se fueron asentando en este extenso territorio, allí donde el medio le ofrecía ventajas aparentes para su supervivencia por la presencia de agua, vegetales o animales, para poder, poco a poco, compenetrarse con las variadas condiciones que se le presentaban, allí donde el ecosistema posibilitaba la vida.
  • 84. En el extremo sur del continente, se han encontrado pruebas de la presencia de grupos australoides, como lo presintiera Mendes Correa y ha demostrado recientemente Augusto Cardich, mientras que los hallazgos del extremo norte más bien señalan a pueblos siberianos primitivos (precaucasoides y premongoloides), habiéndose además postulado, especialmente por Paul Rivet y sus seguidores, que grupos polinesios tuvieron contactos de variada intensidad y en diversos momentos con los amerindios.
  • 85. Si bien se tiene la certeza que el hombre no es nativo de América, se discute aún fechas y procedencia. Es impresionante contemplar la larga lista de teorías a este respecto. Presentamos a continuación una selección de esas teorías.
  • 86. Teorías Aloctonistas. Origen asiático: Estrecho de Bering. La tesis sostenida por Álex Hrdlicka está hoy superada, pero es evidente el paso de gentes de Asia a América en momentos diversos. Menghin y Bosch Gimpera, consideraban que era posible que los primeros asiáticos en cruzar el estrecho lo habrían realizado hace unos 100,000 años atrás.
  • 87. Hrdlicka en su "The genesis of the American Indian", sostiene que el paso del hombre a partir del Asia, aprovechando el Estrecho de Bering y el rosario de las islas Aleutianas, fue posible pues esta ruta se encontraba libre de hielos hasta los finales de la última glaciación. Consideraba que había varios momentos en esta migración. En un primer momento aparecen elementos dolicocéfalos, que están representados en América por sioux, iroqueses, algonquinos y un buen número de tribus sudamericanas.
  • 88. Un segundo grupo, braquicéfalo, se encuentra en la costa noroeste del Pacífico, el golfo de México, las Antillas, América Central, costas del Perú y otras áreas de América del Sur. Un tercer tipo, también braquicéfalo, corresponde a pequeños grupos ubicados en Alaska y noroeste del Canadá, California, Arizona, Nuevo México; y, finalmente, habría llegado el grupo esquimal.
  • 89. Está demostrado que en ciertos momentos no existió el Estrecho de Bering, sino un ancho puente terrestre. Aun en la actualidad, el estrecho no imposibilita el desplazamiento de un lado al otro, incluso con primitivos medios de navegación que emplean los esquimo-aleutianos.
  • 90. El mar de Bering y el mar de Chukchí, a ambos lados del estrecho, cubren una plataforma terrestre de 150 a 40 metros de profundidad, y sabemos que en el interestadial Farmdale-lowa, es decir entre 30,000 y 40,000 años atrás, existió el puente de tierra al que nos referimos.
  • 91. A inicios de este período de las glaciaciones americanas, se produjo un descenso del mar que alcanzó a más de 100 metros, dejando una superficie de 1,800 Km. de ancho libre de aguas entre uno y otro continente, que los primeros inmigrantes pudieron pasar a pie enjuto a colonizar el Nuevo Mundo.
  • 92. Procedencia europea. Vikingos y skraelingos. A partir del siglo IX se presentan en tierras americanas, con violentas incursiones que parcialmente podemos seguir.
  • 93. Desde Groenlandia, los vikingos se lanzaron a colonizar "Vinland". En el 986 Bjarni Herjulson, bordea el norte continental y el 992, Leif, hijo de Erick el Rojo, con 35 hombres alcanza la isla Resolución, al sur de Baffin; sigue al sur por las costas del Labrador y llega a Terranova, donde levanta cabañas en la ensenada de "L'Anse aux Meadows", donde el germano Tyrkyr encuentra vides silvestres con las que prepara un licor con el que se embriaga.
  • 94. En la primavera Leif retorna a Groenlandia desde Vinland, como bautiza a estas nuevas tierras. Su hermano Thorwaldr, con 30 hombres, sigue la misma ruta hacia Vinland, produciéndose varios encuentros sangrientos con nativos del área, a los que denomina "skraelingos" (¿gritones?), muriendo el jefe de la expedición en uno de estos choques, y retornando a Brattahlidh la expedición, cargada de madera y vides.
  • 95. La "Saga de Groenlandia", cuenta que la siguiente expedición se establece en una isla del estuario del San Lorenzo, pero, finalmente, luego de una estadía en Newport, luego de dos o tres años, se abandona esta colonia como consecuencia de intrigas de Freydys, mujer de Thorvald Karlsefni, después del nacimiento de Snorri, quien vendría a ser el primer caucásico nacido en América.
  • 96. Queda por despejar algunas incógnitas, referidas sobre todo, a los motivos por los que abandonaron no solo las colonias de América sino también las de Groenlandia, que se han atribuido a cambios climáticos, a presencia de grupos esquimales adversos, etc.
  • 97. El Hombre de Cromagnon. Cotteville-Giraudet, realiza una serie de observaciones de orden osteológico y cultural, y concluye que existen evidencias de elementos caucasoides primitivos entre los pieles rojas, que debe sumarse a la presencia de elementos mongoliformes, destacándose la talla elevada, el cráneo dólico-pentagoide, la frente alta y abombada, cara disarmónica, pómulos salientes, nariz estrecha y aguileña, mentón prominente, cabellos negros, etc
  • 98. Juan Comas, en su "Hipótesis trasatlántica sobre el poblamiento de América", considera que la presencia de los Cromagnon en América "...no parece ofrecer dificultades insuperables, aun con medios primitivos de navegación, cuando se cuenta con la cadena de tierras desde Escocia al Labrador pasando por las Hébridas, Orcadas, Shetland, Faroë, Islandia, Groenlandia y Baffin".
  • 99. Por último, a partir de 1963, Greenman agrega supuestas analogías culturales entre hos nativos del Este de los Estados Unidos y las gentes del Paleolítico Superior europeo, que creemos deben ser analizadas con mayor cuidado antes de llegar a conclusiones válidas. Más importantes parecen ser los estudios de W.C.Osman Hill, que luego de estudiar cadáveres de cherokees, estima que debe considerarse un ingrediente europeiforme entre los nativos amerindios.
  • 100. Procedencia oceánica. Polinesia. Desde 1928, Paul Rivet, en su "Relations comerciales précolombiennes entre I´Océanie et la'Amérique", destaca el parecido entre algunas palabras amerindias y polinésicas, especialmente las que se refieren a algunas plantas cultivadas y objetos de uso común en ambos lados del Océano Pacífico como el camote (Ipomea batatas, Convulvulus batatas, Batatas edulis).
  • 101. Un problema surge entonces de estas constataciones, es decir, comprobar la negación de gentes y plantas de Polinesia hacia América o de América hacia las islas del Pacífico. Lesson, ya en 1880, había tratado el caso de un hacha ceremonial que tanto en araucano como en lenguas polinésicas se denomina "toki". Y, además, debemos pensar que el complicado ritual y uso del llamado "horno polinésico", que se criponde paso a paso, con nuestra pachamanca (olla en la tierra) o barbacoa, al uso mesoamericano.
  • 102. De otro lado, tanto Imbelloni como Rivet han señalado la presencia de artefactos ceremoniales como el "mere" o "patu-patu", de indudable origen polinésico que, sin embargo, se encuentran a lo largo de todo el continente americano.
  • 103. Los contactos transpacíficos, a la luz de los conocimientos que los polinesios tenían sobre navegación no resulta imposible, pues esos isleños conocían correctamente las corrientes marinas y los vientos,
  • 104. además de emplear la posición de las estrellas para guiarse en las expediciones de larga distancia en el mar, pues viajaban especialmente de noche, recorriendo en muchos casos distancias superiores a las 4,200 millas, así que la separación entre Hawai y California o de la Isla de Rapa Nui (Pascua) con las costas chilenas podían ser vencidas en pocos días.
  • 105. La tradición recogida por Cabello de Balboa en su "Miscelánea Antártica", que recuerda un viaje de Túpac Inca Yupanqui, hacia las islas de "Jawa chumbi" y de "Nina chumbi" (cinturón de afuera y cinturón de fuego), que parecen señalar a los atolones coralíferos polinesios. En reciente hazaña deportiva Thor Heyerdhal y también M. Willis, parecen hacer confirmado ese viaje, aunque los medios y recursos empleados hayan sido los de la tecnología vigente ahora.
  • 106. Es indudable que hubo contactos, de otro modo no se podría explicar la presencia del cocotero en América, siendo su origen seguro Polinesia. La calabaza, conocida desde tiempos precerámicos en América del Sur, aparece también en Polinesia, evidentemente como consecuencia de una transferencia, aún no bien establecida.
  • 107. Igual ocurre con el algodón que, en el Viejo Mundo posee 13 cromosomas grandes, mientras que el algodón silvestre americano tiene 13 cromosomas de pequeño tamaño, cuando las especies cultivadas y la del Hawai tienen 13 cromosomas grandes y 13 pequeños, lo que significa que allí hubo un evidente cruzamiento de ambas especies.
  • 108. Australia. Los alargados y estrechos cráneos de los patagones, de frente corta y huyente, con gruesos arcos superciliares y el occipital prominente, son similares a los cráneos de los australianos. Estudios de Hultkrantz, Lebselter, Gusinde, Hildén y Sergi confirman estos datos. A lo que debe agregar la presencia del factor sanguíneo predominante o tanto entre los amerindios como en los australianos.
  • 109. Paul Rivet ha presentado una serie de elementos culturales comunes a Australia y América del Sur, como el uso de mantas de piel, chozas en forma de colmena, trenzado en espiral y barcas fabricadas con pedazos de corteza cosidos entre sí, además de ceremonias religiosas similares entre ambos puntos y el uso de armas arrojadizas parecidas al bumerang, entre pueblos de las costas pacíficas del continente.
  • 110. A partir del Padre W. Schmidt se ha confeccionado un cuadro de unas 90 palabras de sonidos y significados iguales o muy cercanos. La poca profundidad y la escasa densidad de las huellas australianas en nuestro continente se deberían, para Rivet, de la gran antigüedad de los contactos y a la poca cantidad de australianos que pudieron llegar a nuestras tierras.
  • 111. Los australianos actuales son pésimos navegantes y así que el llegar a nuestro continente debió ser un problema mayor, aunque Mendes Correa señala que el recorrido debió hacerse a través de diversas paradas escalonadas entre ambos puntos: Tasmania, islas Auckland, Campbell, Macquarie, Esmeralda, Tierra de Wilkes, Tierra de Eduardo VII y Tierra de Graham.
  • 112. Los australianos actuales son pésimos navegantes y así que el llegar a nuestro continente debió ser un problema mayor, aunque Mendes Correa señala que el recorrido debió hacerse a través de diversas paradas escalonadas entre ambos puntos: Tasmania, islas Auckland, Campbell, Macquarie, Esmeralda, Tierra de Wilkes, Tierra de Eduardo VII y Tierra de Graham.
  • 113. Las costas antárticas tienen abundancia de aves acuáticas y de mamíferos marinos, pero el rudo clima actual con un tempestuoso mar, hacen suponer que en épocas anteriores el área austral del planeta tuvo mejores condiciones que las que reconocemos en la actualidad, hace más de 6,000 años, lo que posibilitó el paso del hombre de un punto al otro.
  • 114. Finalmente, cabe destacar que el Ing. Augusto Cardich ha ubicado en cavernas de la Patagonia pinturas rupestres que no difieren en nada de las empleadas por los australianos, lo que presupondría un contacto específico entre ambos pueblos, como lo suponen varios investigadores.
  • 115. Melanesia. Rivet considera que los melanesios han tenido importante papel en la conformación del personaje amerindio y su cultura, características que destaca cuidadosamente en su "Los orígenes del Hombre Americano", especialmente en lo referido a la forma del cráneo y la cara, así como la estatura, emparentándolo con el tipo hipsidolicocéfalo o dólico-acrocéfalo de Biasutti y Mochi que es dominante en Melanesia.
  • 116. A lo que debe añadirse la predominancia del tipo serológico O Rh +, que alcanza en ambos grupos, en muchos casos, al 100%.
  • 117. Rivet, además emplea informaciones etnográficas de Graebner, Nordenskjold y W. Schmidt, encontrando parentesco en numerosas áreas de las actividades humanas: armas (cerbatana, honda), útiles (azuela de mango acodado), transporte (bastón-balancín), comunicaciones (puente de bejucos), navegación (remo en forma de muleta, embarcaciones hechas de haces de cañas, balsas, canoa doble), habitación (casa en árboles o sobre pilotes), ajuar doméstico (asiento y almohada de madera.
  • 118. Hamaca, mosquitero, peine compuesto), vestido y adorno (abrigo de fibras vegetales, vestidos de corteza, poncho, tintura ikat y plangui, narigueras, decoración a base de plumas de aves), cálculo (quipu), instrumentos musicales (concha de caracol, tambor de membrana de piel, tambor de madera, bastón de ritmo, flauta de Pan), juegos (zancos, zumbador, volador, tika), cocina (bebidas alcohólicas por masticación de granos o tubérculos, mezcla de cal a substancias alimenticias),
  • 119. agricultura (terrazas de cultivo), pesca (empleo de venenos), religión (couvade, ofrenda de conchas, danzas con máscara, potlatch, varios mitos), mutilaciones (amputación de falanges, trepanación, incrustación dental), tatuajes y motivos decorativos.
  • 120. En el análisis lingüístico Rivet emplea principalmente las lenguas del grupo hoka encontrando 281 radicales idénticos a las lenguas malayo- polinesias, entre los que cabe mencionar ala, boca, cabeza, cantar, grande, hombre, luna, mar, mujer, nariz, sal, verano, yo, etc. Además de similitudes gramaticales en pronombre, prefijos nominales, desinencias del adjetivo, conjugaciones, reduplicación, sufijos verbales y otros.
  • 121. Los estudios de Fonseca sobre las enfermedades de la piel de los nativos del Mallo Grosso de( mísmo upo que el tokelau de Oceanía refuerzan la posición del estudioso francés. Soper añade que la anquilostomiasis que presentan indígenas del Paraguay es del mismo tipo que el producido por la Anchylostoma duodonela, parásito que solo puede haber llegado a América del Sur traído por migrantes melanesios.
  • 122. De igual modo, Charles Nicolle ha demostrado que el tifo exantemático que se produce en América procede de formas oceánicas y no europeas.
  • 123. Los melanesios actuales son malos marineros, pero se ha comprobado un substrato melanesoide en toda Polinesia, lo que explicaría un desplazamiento de isla en isla que pudo llegar a nuestro continente, como lo demostrarían formas escultóricas de claras facies melanesoides como las cabezas escultóricas de La Venta, en México, las esculturas de San Agustín, en Colombia y muchas de las cabezas clavas de Chavín.
  • 124. Migración múltiple. La mayoría de los investigadores que han tratado del tema, se muestran de conformidad con la hipótesis del poblamiento de América a partir de Asia, empleándose el Estrecho de Bering para el paso de las gentes de uno a otro continente;
  • 125. pero, de otro lado, muchos consideran que debe tenerse en consideración la probable presencia de contingentes humanos procedentes de otras áreas: tasmanianos, australoides, melanesoides, protoindonesios, protomongoloides y esquimales —y, con ciertas dudas, caucasoides primitivos—, siendo los grupos amerindios actuales consecuencia de la presencia de estos distintos grupos, según el mayor o menor contacto con esos grupos que podrían haber arribado a nuestras tierras en diferentes épocas y en varias oleadas.
  • 126. Rivet concluye, por ejemplo, que existen diez grupos de amerindios: subárticos, colúmbidos, plánidos, sonóridos, andinos, ítsmidos, amazónidos, pámpídos, láguidos y fuéguidos, según su mixigenación y las características diferenciales antropofísicas modernas, consecuencia también del proceso de adaptación a los ambientes en que hoy habitan.
  • 127. Para Imbelloni, los diversos componentes raciales que han intervenido en el poblamiento de América, habrían dado origen a once (11) tipos distintos de amerindios: subártidos (esquimales), colúmbidos (costa norte del Pacífico, de Alaska al río Columbia), plánidos (pieles rojas), sonóridos (Oregón, California y Sonora, sobre el Pacífico), pueblo-andinos (indios -pueblo y región andina), ítsmidos (México a Colombia), amazónidos (de los Andes al Atlántico),
  • 128. pámpidos (del Matto-Grosso a la Tierra del Fuego), láguidos (relictos en el altiplano oriental del Brasil, extremo sur de la península de California y formas extintas de Brasil, Coahuila, Chile, etc.), fuéguidos (Tierra del Fuego).
  • 129. Debe concluirse, entonces, en que no se puede admitir el autoctonismo; no existe un tipo amerindios uniforme, sino una notable variabilidad, aunque se reconoce una evidente preponderancia de elementos mongoliformes y, finalmente, no existe unidad de criterio en cuanto a otros grupos humanos que pudieron haber contribuido al poblamiento de nuestro continente, y en las fechas en que ello ocurrió.
  • 130. Sin dejar de lado que la tipología racial variable a la que nos referimos es consecuencia también de mutaciones, de la deriva genética y de la selección natural, de conformidad a los diversos medios en que se desenvolvió el inmigrante a lo largo de más de 50,000 años.
  • 131. Los primeros habitantes pobladores del territorio andino (+/- 20,000 a.C.). El bagaje cultural y tecnológico en general de los primeros pobladores de América, correspondía poco más o menos a los del Paleolítico Inferior o Medio, desarrollando en el nuevo continente habilidades que le permitieron mantenerse adecuadamente, en medio de una megafauna impresionante, a la que enfrentaron mejorando el instrumental que había traído de sus tierras de origen.
  • 132. Desarrollaron entonces las puntas de dardo o flecha que denominamos Folsom, Sandia, Clovis, que muestran el perfeccionamiento constante del equipo de caza, que fue variando conforme cambiaba el cuadro de los animales de los que se alimentaban.
  • 133. El Radio Carbono 14 indica que ya hace 38,000 años atrás había gente en Friesenhahn y mil años después de Lewisville (Texas). En American Falls (Idaho) se han encontrado huesos de bisonte fósil con heridas de dardos, que datan entre 41,000 y 28,000 años. Otros datos provienen de la Isla Santa Rosa, California (28,000 años); Tule Spring (21,000), Tlapacoya, México (20,000).
  • 134. Entre 15,000 y 9,000 años atrás se difunde la punta de dardo Folsom (Nuevo México), asociada al Bison taylori, especie ya extinguida, junto con matutes, tapires y caballos primitivos.
  • 135. Para el 9,500 a.C. aparece la punta Clovis, en relación a matutes y caballos, mientras que las puntas Scottsbluff y Eden, acompañan al cuchillo Cody, que se difunde en las Grandes Praderas y llega hasta el área andina. Entre el 9,000 y el 7,000 a.C. las puntas acanaladas de los cazadores de la Grandes Praderas se transforman en reales obras de arte por su elegancia y la magnífica calidad de su acabado, mediante retoques a presión.
  • 136. Hay evidentes contactos entre Mesoamérica y el área andina, contacto que se mantuvo intermitente a lo largo de toda la época prehispánica, aunque, claro está, con planteamientos distintos a los que formulara Max Uhle a principios del siglo pasado.
  • 137. Los restos más antiguos que se relacionan con la presencia temprana del hombre en el Perú son, por el momento, los informados por Richard Mac Neish, con unos 22,000 años antes del presente, y que pertenecen a residuos de cacería de animales como el caballo primitivo, mamut, smilodonte (tigre-dientes-de-sable), mastodonte, megaterio y paleo auchenia (antecesor de llamas y alpacas), que se han ubicado en Pacaicasa, Ayacucho. El instrumental empleado entonces, bastante tosco, estaba preparado a base de piedras percutidas, sin retoque.
  • 138. En un segundo momento aparecerán machacadores, buriles y raspadores, asociados con huesos de animales, cenizas y carbón de madera, continuándose, sin duda alguna, con la actividad cinegética como característica principal, a la que debemos asociar recolección de vegetales silvestres.
  • 139. El ingreso al territorio nacional debió haberse producido siguiendo una de tres rutas probables: a. bordeando la costa del mar; b. al filo de los nevados, detrás de las manadas de camélidos (sobre los 3,000 metros de altitud); c. remontando los ríos amazónicos.
  • 140. El camino por el borde del mar, debió ser relativamente fácil, la plataforma costera, hace 20,000 años se proyectaba mucho más allá que las actuales playas, hacia el interior del océano, habiéndose desaparecido extensiones enormes de terreno que hoy están bajo las aguas.
  • 141. La subsistencia de las bandas recolectoras estaba asegurada por la presencia de grandes bancos de mariscos que posibilitaban el alimento sin mayores esfuerzos, aparte que por la presencia de manantes de agua y ríos que,
  • 142. en una época con mayores precipitaciones que ahora, posibilitaba también adquirir carnes por medio de la caza de las grandes bestias que ramoneaban entre los abundantes pastos que cubrían la llanura costera, facilitando también la adquisición de recursos vegetales que se presentaban en los oasis que aparecían a todo lo largo de la franja que se extiende desde las orillas del océano hasta el pie de los Andes.
  • 143. Podemos ubicar en estos primeros tiempos a los yacimientos emplazados en la desembocadura del río Chillón: Cerro Chiveteros, Oquendo, Zona Roja, todos con fechas probables de 15,000 años. Hay evidencias de alternancias climáticas que llegan a un Optimun climaticun, con abundancia de lluvias y de pastos que posibilitó la presencia de los grandes herbívoros que constituían la megafauna fósil de aquel entonces.
  • 144. Por el lado de la llanura amazónica se supone que los primeros ocupantes del territorio siguieron los cursos de los ríos que desembocan en el Amazonas y desde allí, aguas arriba, surcaron las corrientes fluviales hasta alcanzar las elevadas montañas andinas.
  • 145. Debe tenerse en cuenta que la región selvática y húmeda de las cabecera de los ríos, al septentrión y al oriente, es difícil de investigar, por lo enmarañado de la vegetación y un clima lluvioso que no posibilitan la visión desde el aire. Pese a ello existen trabajos de algunos exploradores y científicos peruanos, ecuatorianos y norteamericanos, que posibilitan tener algunas luces sobre el tema.
  • 146. Lo cierto es que la mayor parte de los testimonios del paso del hombre por la llanura amazónica deben haber desaparecido ante el inclemente clima, salvo a partir de la aparición de la cerámica.
  • 147. Los objetos de madera, hueso, cuero, lagenaria o fibras vegetales en general, pueden haberse conservado excepcionalmente en el interior de algunos refugios semisubterráneos o cavernas, o artefactos líticos, que es un elemento que no se encuentra con facilidad en la selva amazónica.
  • 148. La tercera ruta, que se desplaza por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar, bordeando las nieves que alcanzaban incluso cotas inferiores a las que hoy presentan los nevados, presenta testimonios dispersos y de variada importancia de los primeros migrantes.
  • 149. Pueblos cazadores y recolectores, que usaban instrumental lítico y se protegían de la intemperie en refugios rocosos y cavernas, casi siempre en las vecindades de fuentes acuíferas, a donde acudían tanto ellos como los animales que le servían de alimento. La dieta se complementaba con la recolección de semillas, raíces, frutos, bayas, etc.
  • 150. Debemos concluir que el hombre llegó al territorio andino central en la última parte del Pleistoceno, conviviendo aquí con la megafauna de aquel entonces: el perezoso gigante, el mastodonte, el tigre dientes de sable, caballos prehistóricos y otros animales que desparecen de la faz de la tierra hace unos 10,000 años aproximadamente.
  • 151. La fauna postglacial va a estar constituida por algunos tipos de venado, camélidos, roedores.
  • 152. Se desarrolla entonces una técnica de fabricación de puntas de dardos derivada de las formas Clovis, caracterizada por una acanaladura que facilitaba el desangre de la pieza cazada, presentándose además el tipo de punta denominado "cola de pescado", que facilitaba una mejor sujeción del proyectil en mangos o astiles de madera; se han localizado también puntas lanceoladas, de mayor tamaño, con pedúnculo, a las que se ha denominado de tipo "Paiján".
  • 153. La etapa lítica (20,000-3,000 a.C.). La etapa más prolongada de la historia nacional corresponde a este largo período, en que los hombres disponen de herramientas líticas, de hueso o de madera, manteniéndose una subsistencia a base de la pesca, la caza y la recolección de productos naturales, con habitaciones rústicas, paravientos o cavernas naturales, casi siempre ubicadas en las cercanías de surgentes de agua dulce o de las riberas de los ríos.
  • 154. Los más antiguos instrumentos de piedra conocidos, son conseguidos a base de percusión, por lo común artefactos de buen tamaño tallados por martilleo directo o con incipiente talla bifacial: raspadores, raederas, perforadores, cuchillos aserrados, de tipología reducida y con un mínimo de especialización.
  • 155. La relación hombre- naturaleza genera algunos problemas, especialmente debido a la escasez de los recursos alimenticios lo que obliga a migraciones estacionales, salvo en específicos casos en que se presenta una acumulación de detritus como consecuencia de la abundancia de recursos en algunos pocos casos.
  • 156. El ser humano es afectado por el medio en el que se asienta a la vez que este medio natural se ve afectado, y a veces seriamente, por la presencia de los hombres que alteran el medio en el que se acomodan.
  • 157. Y ello ocurrió en los variados ambientes de nuestro territorio en que las circunstancias de presencia o ausencia de aguas, la pluviosidad del medio, la flora y la fauna, la altitud del sitio, la presencia de pastos o su ausencia, lo escabroso del espacio circundante, etc., generaron respuestas adecuadas a esas condiciones.
  • 158. La relación con el medio natural y el artificial que iba creándose por la presencia de las comunidades humanas, es de carácter recíproco, proceso de interacción continua que afecta al hombre, al tiempo que el medio ambiente natural es alterado por la presencia del ser humano y las obras que realiza.
  • 159. Probablemente las primeras herramientas fueron ramas de árboles, lianas, cañas, huesos y cueros de los animales que han desaparecido en su mayoría, permaneciendo en cambios los toscos implementos de piedra.
  • 160. Al comienzo debieron ser las formas que la propia naturaleza produce (herramientas-guijarro), empleadas como cortadores, machacadores, punzones, etc.
  • 161. En un segundo momento, se trató de conseguir las formas necesarias mediante golpes, empleándose la parte nuclear de la piedra, para luego usarse las esquirlas o lascas procedentes del tallado, retocadas con instrumentos de madera o hueso.
  • 162. La punta de lanza, o de dardo, labrada de piedra, es elemento básico para la actividad cinética, pero puede convertirse también en un objeto bello cuando se consigue con técnica depurada y con conocimiento de las cualidades de la piedra utilizada. Se buscó, por último, una evidente perfección en la forma, más allá de lo simplemente utilitario, lográndose objetos agradables a la vista, retocado cuidadosamente, de obsidiana sílex o cristal de roca.
  • 163. Entre los inventos primarios diríamos, aparecen esteras y cestos, conseguidos por el entrecruzamiento de fibras vegetales.
  • 164. Las cañas, totoras y juncos proporcionarán los elementos para la confección de estos bienes rústicos, que posibilitarán transportar barro, piedras, productos como bayas o raíces, que se emplearán para la construcción de plataformas sobre las que se colocarán rústicas construcciones de esteras revestidas de barro,
  • 165. para albergar a los seres humanos y a las potencias sobrehumanas que controlan las aguas, el viento, los animales y las plantas, surgiendo entonces cosmogonías y sacralizarán ciertos lugares por su relación con esas fuerzas.
  • 166. El hombre levantará al comienzo simples paravientos, sujetados al piso mediante piedras, con ramas de árboles o esteras como paredes, para proteger a su familia.
  • 167. Pero el desarrollo de las ideas mágico-religiosas, obligará a construcciones más durables, pues los dioses requieren habitáculos especiales, construyéndose altas plataformas que repetirán el modelo de las montañas que se levantan en el horizonte, que es donde se supone habitan esos poderes.
  • 168. Se emplearán entonces cestos rellenos de piedras y barro que conformarán el núcleo de estructuras piramidales escalonadas, donde se ubican pozos circulares destinados a servir de fogones sagrados, como en El Paraíso, donde el fuego será elemento indispensable del ritual y de la vida misma de las gentes de ese entonces.
  • 169. El fuego permitirá ablandar las carnes de los animales que sirven de alimento a los seres humanos, sirve también para endurecer las jabalinas de chonta u otra madera, especialmente las puntas aguzadas y para calentar los ambientes en los que moran el hombre y sus dioses, por ello, y tempranamente,
  • 170. se convierte en elemento divinizado tanto en nuestras tierras como en Mesoamérica; junto a ello, surgirá la figura del sacerdote, el encargado y custodio del ritual, de las ofrendas, que se separa del común de las gentes y se carga de sacralidad y sabiduría, a la par que desarrolla su ministerio de intermediario entre las formas sobrehumana y los comunes seres mortales.
  • 171. Junius Bird abrirá este capítulo investigatorio en Hueca Prieta y será continuado por Uenghin, Schroeder y Engel, quien con un equipo interdisciplinario, recorrerá la costa entre Bayóvar al Norte y Otuma, al Sur, ubicando yacimientos de esta época en Paracas (Disco Verde), San Bartola (Curayacu), Asia, Chilca, Río Seco de Chancay, El Paraíso, Cerro Iguanil, Cerro Paloma, Bermejo, Las Aldas, Salinas de Cao,
  • 172. lográndose diferenciar dos momentos: el Precerámico sin algodón —más antiguo, sin presencia mayor de cultivos—, y el Precerámico con algodón, conectado con los inicios de la agricultura y los primeros desarrollos de la alta cultura andina.
  • 173. Para el 5,000 a.C., todo indica que la costa era más amplia que la actual, estando la línea de playa a unos 100 m aguas adentro del mar. Entre el 12,000 y el 10,000 la fase Magapata implica un avance de los glaciares, que retroceden hacia el 9,000 a.C.,
  • 174. época en que la fase Antarraga muestra un nuevo avance de los hielos que, finalmente, retroceden haciendo que el clima costero sea más seco, a partir de ese momento, en que se extinguen el caballo, los paleoauchenia y los mastodontes, apareciendo en cambio nuevas condiciones ecológicas y los animales de la fauna actual.
  • 175. La caza, al parecer, se limitó primero a grandes animales herbívoros, estando ausentes los restos de aves y roedores. La carne probablemente se conservaba en forma de charqui, por desecado a la intemperie o por ahumado. Entre los vegetales aparentemente ya cultivados, están la papa y el olluco. Un collarín al cuello de un personaje, hecho con fragmentos circulares de huesos craneanos de humano -probablemente trofeo de guerra—, puede indicar que había una lucha intergrupal de caracteres sangrientos.
  • 176. En el arte rupestre de la época, se encuentran numerosas representaciones de cacerías, como en Ranracancha (Huánuco), Chaclarragra (Pasco), Llama Corral (Ancash), Toquepala (Moquegua) y muchos otros más, con gran parecido al arte rupestre del Paleolítico europeo, aunque con tratamiento más esquematizado. Hay representaciones de animales heridos y caídos, alguno con un dardo clavado en el cuerpo al que persigue un grupo de hombres que llevan máscaras zoomorfas.
  • 177. En Toquepala, la mayoría de los animales representados son guanacos, cazados mediante el sistema del chaco, en los que los camélidos son cercados por monteros que llevan arcos o garrotes en las manos. Las más antiguas figuras son hechas a pincel, pintadas al agua, sin claroscuros. Hay algunas figuras logradas con los dedos y con pigmentos de vehículo graso, apareciendo también formas incisas.
  • 178. El periodo pre-cerámico. Un tema aún en debate es el referido a los inicios de la agricultura en América. Es evidente al término del período glacial, al extinguirse la megafauna que existía hasta entonces, el primitivo habitante de nuestro continente, se encontró con dificultades para alimentarse.
  • 179. Al ser los humanos, omnívoros, al desaparecer la fauna de gran tamaño, se volvió hacia productos vegetales, como substituto alimentario.
  • 180. Raíces, bayas y frutos se incorporaron a la dieta diaria, y en las costas la abundancia de peces y algas posibilitó un semisedentarismo incluso; la presencia ahora de animales de menor tamaño y más veloces, obligó a la creación de nuevos implementos: estólicas (propulsores o lanzadardos), el arco y la flecha, probablemente las boleadoras y la honda, así como trampas y redes de variado tamaño y funciones adecuadas al tipo de caza de la que se disponía.
  • 181. El cultivo de las plantas señala una nueva etapa en la vida del hombre.
  • 182. No se trata solo de cuidar algunos vegetales, sino que estos se transforman gracias a la mano del hombre, que selecciona semillas de los mejores productos, extirpa las yerbas de los entornos de las plantas requeridas, asegura el riego de la planta y evita que depredadores (aves y herbívoros), se apropien de los frutos.
  • 183. Es probable que los antiguos recolectores hayan desarrollado pequeños huertos, donde se protegía a los vegetales de intrusos, incluyendo a otros grupos humanos, pero que no era propiamente cultivo ex profeso, etapa a la que suele denominarse "horticultura".
  • 184. En el Viejo Mundo la agricultura se inicia en Mesopotamia sobre la base de cereales como el trigo y la cebada, que no existían en América prehistórica. En nuestro continente se llegó a resultados similares, empleándose el maíz, el frijol y la calabaza.
  • 185. No olvidemos que las semillas del maíz (Zea mays), crecen dentro de la perfolla y, consecuentemente, no pueden reproducirse naturalmente por sí mismas, solo puede propagarse este vegetal si interviene la mano del hombre para cuidarlo, librarlo de malezas, regarlo y distribuir las semillas oportunamente.
  • 186. Es decir, que en última instancia, el ser humano, tanto en el Viejo Mundo como en América, tuvo que escoger plantas que producían semillas harinosas, con cierto grado de grasas en sus cubiertas, productos que pueden ser consumidos crudos, secos o molidos, que posibilitan formas panificables, con cuyas harinas se pueden preparar bebidas.
  • 187. Al momento actual, el maíz no puede ya retroceder al estado silvestre, pues su transformación ha sido radical. Esta transformación puede haberse producido en las sierras de Guatemala o en el área andina.
  • 188. Las formas actuales del maíz pueden derivar de una especie de maíz de vaina, como la que se ubicó en Bat Cave y Tularosa Cave, en Nuevo México, Estados Unidos de Norteamérica, con una antigüedad de 4,500 años. La hipótesis de la procedencia del maíz del teosinte, que se había manejado hasta hace poco, ha quedado desestimada, luego de numerosas pruebas.
  • 189. Los varios tipos de frijol, que proporcionan proteínas abundantes, acompañan el cuadro agrario inicial americano. Los antiguos habitantes de nuestro territorio hallaron zapallos y calabazas silvestres, que llegaron a cultivar por separado. Maíz, frijol y calabaza se constituyeron una trinidad alimentaria sacralizada en todo el continente.
  • 190. La papa (Solanum tuberosa), originaria de los húmedos valles montañosos del Perú, se cultivó en diversas variedades, por los tubérculos de almidón que se acumulan en sus raíces. La variedad de alubia, denominada pallar (Lima bean), tuvo importante función alimenticia, pero también pareciera haberse usado para cierto tipo de mensajes en el posterior Período Intermedio Temprano, como lo planteara Larco.
  • 191. El maní era una fuente importante de proteínas y grasas. El camote, patata dulce o batata, aparece también en Polinesia, pero sin el acostumbrado acompañamiento del maíz.
  • 192. Una planta característica del continente es el tabaco, de gran importancia ceremonial y que se usó en el área andina como rapé, mientras que en el Caribe, Mesoamérica y Norteamérica se le consumía como puros o en pipas. Parece que los primeros cultivos fueron el maní y las calabazas, apareciendo después los frijoles, el maíz y el algodón.
  • 193. Para el 5,000 a.C. se inicia la fase final del Precerámico, con una economía mixta, basada en la caza y recolección a la par que una horticultura bastante expandida.
  • 194. Aparecen entonces estructuras ceremoniales monumentales, como Huaca Prieta, en el Valle de Chicama; Kotosh, en su fase Mito, en el valle del Higueras, en Huánuco; Los Gavilanes, en Huarmey; Cara!, en Supe; El Paraíso, en el valle del Chillón; Garagay, en el valle del Rímac y Cardal y Mina Perdida, en Lurín.
  • 195. Yacimientos que revelan una arquitectura compleja, con centros ceremoniales de gran tamaño, con un sentido artístico desarrollado y un nivel tecnológico similar en todos ellos, destacando la presencia de un edificio central de enormes proporciones, a cuyos lados se desprenden como ramales o brazos, estructuras que, en conjunto, dan la apariencia de una gigantesca U.
  • 196. Las comunidades de costa, sierra y selva avanzan en un mejor conocimiento de su entorno y comienzan a contribuir en la transformación del medio Las fibras vegetales se tiñen y entretejen, o se buscan las coloreadas en forma natural, para formar recipientes de colores alternados o con diseños geométricos, consecuencia natural del propio entretejido de las hebras, mientras que los cactus proporcionan largas fibras que, junto con los cabellos humanos, permiten confeccionar redes y gasas, o rústicas prendas de vestir, talares, casi como sarong.
  • 197. No hay telares aún, pero el entrelazarse las fibras a mano, en gasas de cierto tamaño, y en redes, se logran figuras de formas y colores variados, que decoran y sacralizan las piezas resultantes de este tejido a mano.
  • 198. Lagenarias y cucúrbitas que eran usadas como recipientes de tiempos antiguos, se decoran entonces con incisiones en su cubierta, con uñas o palitos, y posteriormente se labrarán con pirograbados, logrados con las puntas recién quemadas de palillos, con las que se diseñan formas naturalistas, geométricas o esquemáticas, combinándose incluso con incrustaciones en esa superficie, de substancias coloreadas de otros materiales.
  • 199. La excavación intencional de la superficie de las lagenarias está ya documentada como técnica decorativa en Caral y Huaca Prieta, en torno al 4,000 a.C., junto con la presencia de gasas de hilo de algodón, que ya está domesticado para este tiempo.
  • 200. El hilo de algodón posibilitó la confección de ropajes, al parecer sin entalladura, sujetados a la cintura mediante tiras, cordones o fajas, que se convertirán con el tiempo en preciosos ceñidores llenos de color y con diseños que simbolizarán estado social, fertilidad, etc., rombos que anteceden el diseño de las "cochas", reservorios de agua, y cruces, que representarán a la chacana, la constelación de la Cruz del Sur.
  • 201. Las cuevas, grutas y los simples abrigos rocosos, adquieren entonces caracteres especiales, pues ya no son usadas mayormente como habitación permanente, sino excepcionalmente el clima ha mejorado y los seres humanos viven al aire libre, en rústicas construcciones de caña, esteras o ramas, mientras que las oquedades naturales se van convirtiendo en pacarinas o residencia de entes sobrenaturales: jirkas, apus, roales, huamanis, pishtacos, etc.
  • 202. Son ahora vías de comunicación con el interior de la Mama Pacha, donde se conservan y mantienen los gérmenes de la vida de plantas, animales y comunidades humanas.
  • 203. Las oquedades naturales servirán entonces para depositar ofrendas a los espíritus de las montañas, para enterrar a algunos destacados miembros de la comunidades,
  • 204. allí se llevan a cabo especiales rituales relacionados con la vida, la muerte y el renacimiento, sus paredes servirán de soporte a pinturas rupestres de carácter mágico, representándose cérvidos, camélidos y hombres armados de redes, lanzas o garrotes, pintados en amarillo, blanco, rojo o negro, con los figuras trazadas con los dedos o pincel, o empleándose brochazos sobre el modelo natural para hacer aparecer manos en negativo, cuyo significado aún no logramos comprender.
  • 205. Se emplearán también placas de esquisto para trazar líneas que se entrecruzan o van paralelas, algunas rocas, en lugares con cargas significativas especiales, se esgrafían, se inciden o pintan petroglifos y pictografías sobre las caras planas de bloques pétreos, con numerosas variantes en toda Sudamérica.
  • 206. Las edificaciones destinadas al culto de las fuerzas divinizadas, imitan entonces al horizonte natural, tomando forma de plataformas superpuestas que van decayendo en dimensiones hacia lo alto, por lo que aparecen rampas y escalinatas, diferenciándose cada nivel con colores alternados, especialmente los ocres de colores amarillo y rojo. Luego se agregó el blanco y el negro. El rojo resulta contraparte del fuego y el amarillo del sol y del oro, mientras que el blanco es el color de la luna y de la plata y el negro es significante de la oscuridad.
  • 207. El trabajo de piedras rústicas cara-vista o de cestos repletos de cantos rodados, hace surgir la necesidad de emparejar las superficies exteriores de los muros, añadiéndose gruesas capas de barro. El trabajo del barro, hizo desarrollar la idea del constructor, convertido en demiurgo, capaz de crear con sus manos, surgiendo ideas en torno a los dioses y la naturaleza, trazándose diseños con figuras de tendencia naturalista, pero simbólicas al mismo tiempo, en bulto, en relieve, raspadas o incisas, que muchas veces se colorean para resaltar sus características.
  • 208. Las canastas facilitaron el transporte de productos recolectados y el acarreo de materiales constructivos; para los líquidos se emplearon depósitos de cuero, lagenarias o madera, o se embadurnó el exterior de bolsas y cestas, que al acercarse al fuego doméstico, produjeron tanto la quema del material vegetal de base como la transformación del barro en un producto endurecido al perder el lodo el agua de constitución por efecto del fuego.
  • 209. El arreglo personal se basa en la pintura del cuerpo o el uso de objetos tallados en hueso, concha, crisocola, cristal de roca o piedras coloreadas, a veces trabajadas cuidadosamente, con motivos incisos o con incrustaciones o embutidos de diversas materias de colores contrastantes.
  • 210. Los textiles se desarrollan, empleándose el enlazado, el anillado, redes, brocado, combinando hilos de variado color conformando diseños geométricos o figurativos. Se emplearon fibras duras y ablandadas o flexibles, como el junco, totora y maguey, así como el algodón de colores pardo claro y oscuro, marrón, rojizo, violáceo y blanco, con uso probable de algunos tintes naturales que se adicionaron a la gama cromática natural de la planta.
  • 211. Se confeccionaron canas de fibra dura y plana, con diseños en diagonal, combinándose elementos diversos para conseguir diseños predominantemente geométricos, alternándose con el uso de fibras rígidas y flexibles.
  • 212. Mientras que el desarrollo de la agricultura en general parece ser coetáneo en Mesoamérica y en área andina central, es evidente que hay cultivos que son propios de nuestra región, como la papa (Solanum tuberosum) y sus numerosas variantes, la quinua (Chenopodium quinoa) y muchos otros cultígenos, resultado de experiencias de años de los cultivadores. A ello debe agregarse la presencia de animales domésticos como la llama, la alpaca, el cuy, exclusivamente andinos.
  • 213. El maíz ha sido considerado buen tiempo como un cultígeno originario de Mesoamérica, que se expandió hasta nuestro territorio antes del 3,000 a.C., aunque los últimos estudios parecen corregir esa primera hipótesis; la yuca (Manihot utilísima), por su parte, se sostiene que es de origen amazónico, que se expandió por el continente antes del 1,000 a.C.
  • 214. La domesticación de plantas y animales se relaciona con el carácter variado del medio donde se establecieron las comunidades. Productos tales como la quinua, cañiwa (Chenopodium pallidicaule), oca (Oxalis tuberosa), mashwa (Tropaelum tuberosum) y el olluco (Ullucus tuberosum) solo se adecuan a los terrenos altoandinos,
  • 215. mientras que los frijoles (Phaseolus vulgaris), pallares (Phaseolum lunatus), canavalia (Canavalia sp.), calabaza y zapallos, están asociados a los climas mesotérmicos de los valles. De otro lado, la mandioca o yuca y el maní (Arachis hypogaea), deben ser de origen selvático, al igual que algunos tipos de lagenaria.
  • 216. No debemos dejar de lado que la agricultura andina es mixta, con el agregado de la cría de animales (llama, alpaca, cuy, pato, pavo), conformando una economía agropecuaria, pero también se articula con la pesca y la recolección marina, especialmente en la costa.
  • 217. La explotación de los recursos marinos está atestiguada desde los 5,000 a.C., combinándose después con la horticultura. Los pescadores costeños se relacionaron desde temprano con los valles, de donde obtenían el algodón, el ají y el maíz, lagenarias y cucúrbitas.
  • 218. La llama (Lama glama) aparece desde el formativo, mientras que el cuy (Cavia cutleris, C. porcellus), pareciera ser ligeramente posterior, conservándose una especie silvestre (Cavia aperea), en el altiplano del Titicaca y en la selva el capibara, genéticamente relacionado con el conejillo de indias.
  • 219. La evidencia arqueológica señala una reorganización aldeana de las bandas de recolectores, pescadores- cazadores anteriores, con relaciones locales o regionales.
  • 220. Se informa de fechas en torno al 6,000 a.C. para la antigüedad de la lagenaria, probablemente cultivada en forma horticultural. La presencia de la agricultura, como tal, fue un proceso lento, continuo y largo, que originalmente debió significar una dependencia de los productos locales, pero luego se posibilitaron adaptaciones microambientales, junto con el intercambio de bienes procedentes de otros ecosistemas, iniciándose así el proceso de dominio vertical del territorio que caracterizará a las etapas posteriores.
  • 221. Entre el 7,000 y el 3,000 a.C., la agricultura juega un papel más bien secundario, correspondiéndole el período denominado Precerámico sin algodón, apareciendo entonces lagenarias, pallares y algunos frutales, no necesariamente domesticados; los asentamientos humanos están más ligados al mar en la costa, o a zonas específicas de recolección o caza, y Lynch ha ubicado en el Callejón de Huaylas, frijoles con una antigüedad de unos 5,730 a.C.
  • 222. Es posible un patrón de difusión conformando un eje inicial selva-sierra-costa. En la costa existe un factor preponderante, que es la presencia de la riqueza marina, que favorece un alto nivel de concentración poblacional, que pudo ordenarse y desarrollar, con los recursos a sus manos, pero es solo la agricultura la que dará como consecuencia el impulso necesario para llegar a la civilización propiamente dicha. Es posible que el área del entorno del Titicaca, haya sido uno de los más importantes centros de domesticación de plantas y de animales.
  • 223. Al iniciarse la etapa postglacial, la puna está ocupada por cazadores-recolectores, como se comprueba en Lauricocha, Ayacucho, la Meseta de Junín y el Callejón de Huaylas. El patrón de vida está marcado por la trashumancia, posibilitándose una variación en las plantas comestibles de diversos niveles de altitud, y adecuándose a la existencia de materiales adecuados para su instrumental.
  • 224. El Optimun climaticum contribuyó al incremento de animales de caza, los alimentos de origen vegetal de los valles y el aumento de la población. Mac Neish informa de oresencia de achiote (Bixa orellana), calabaza y zapallo en Ayacucho y se tiene datos Je frijol cultivado en el Callejón de Huaylas en torno al 6,000 a.C. En la costa se explotaron las lomas y se emplearon recursos alimenticios marinos.
  • 225. Una segunda fase de este proceso se inicia en torno del 3,000 a.C., caracterizándose por un cada vez mayor predominio de la agricultura, con tendencias regionales, especialmente a partir de la aparición del algodón,
  • 226. alcanzando entonces la curva poblacional índices elevados, encontrándose para entonces centros poblados estructurados y con una mayor densidad relativa, con gran variedad de productos agrícolas, como se demuestra en Kotosh (fase Mito) y Caral, donde encontramos un anfiteatro con plaza circular, graderías, pirámides ceremoniales y viviendas, mientras que delicadas flautas de hueso de pelícano o cóndor, demuestran un sedentarismo y desarrollos estéticos de gran nivel.
  • 227. Los grupos que utilizaban las lomas costeñas intensificaron su dependencia de los productos marinos, mientras que en la puna la caza sigue siendo importante, habiendo indicios de haberse iniciado el proceso de domesticación de camélidos en la Meseta de Junín y en Ayacucho, que en el caso del área circunlacustre del Titicaca puede haber empezado más temprano.
  • 228. Para la fase Chihua de Ayacucho (4,300-2,800 a.C.) hay evidencias de ocupación de puna, valle alto y yunga, donde se localizan construcciones de pirca, junto con puntas de proyectil, raspadores y choppers, macanas, morteros, manos de moler y restos de algodón, frijoles, lúcuma y maíz. Siendo posible el consumo de la palta (Persea americana) y el pacae (Inga feuillei).
  • 229. Se considera probable que la agricultura comenzara antes en las sierras que en la costa. De otro lado, para el maíz se tienen algunas fechas que escapan a este planteamiento, pues el Carbono 14 indica que en la fase Morillos II de San Juan, en Argentina, es decir 3,460 a.C., ya estaba domesticado el maíz en esta zona, con fechados entonces más antiguos que en el área andina central.
  • 230. Hacia el 2,500 a.C. las condiciones eran ya similares a las actuales, habiendo disminuido las lluvias y con notable reducción de las zonas verdes a lo largo de los cursos de agua, ampliándose en cambio las áreas desérticas costeras.
  • 231. La alimentación se basaba en la recolección de productos vegetales y la caza de venados, zorros, iguanas, etc., que proporcionaban un aporte nutricional menor que el logrado por la horticultura. En la costa era evidente que la pesca y la recolecta de moluscos y crustáceos marinos constituían la fuente principal de proteínas de la población ribereña.
  • 232. La abundante ictiofauna asociada a la corriente de Humboldt, posibilitaba una abundante población, que ya poseía redes de algodón. Hay abundante consumo de anchovetas, saladas, secadas y molidas para su consumo, como harina. La abundancia de conchales (Shelmounds, Kjokemoedings), demuestra la existencia de grandes bancos de conchas, mariscaderos que se explotaban sin necesidad de instrumental sofisticado.
  • 233. El propulsor y los dardos proporcionaban animales como los leones marinos, pingüinos, pelícanos y otros. Aparecen numerosos villorrios, algunos de los cuales han sido estudiados por Engel, Bischoff, Lanning y otros, como Los Chinos (Nepeña), Culebras, Bermejo, Río Seco (Chancay), Asia, Otuma, Chilca, Salinas de Chao, etc.
  • 234. Los estados prístinos y la formación del Estado: Caral, La Galgada, Las Aldas, Sechín, etc. Al final del Precerámico se inicia un notable intercambio de productos con las áreas serranas, tales como la obsidiana, las papas y el olluco, y en cambio se explota la sal marina. En las Salinas de Chao (La Libertad), complejo Precerámico tardío, hay un centro de producción de sal y aparece una estructura en forma I, que podría haber servido para el juego de la pelota, lo que estaría indicando un contacto temprano con Mesoamérica, si ello se puede comprobar.
  • 235. La época se caracteriza por edificios ceremoniales de grandes dimensiones, como la Huaca de los Ídolos en Áspero, Supe, uno de los complejos monumentales más antiguos de América (2,750 a.C.), que consta de una gran plataforma, de más de 10 m de altura por unos 30 m en la base, con una rampa central y varios edificios en la cúspide, de muros enlucidos y pintados de blanco y rojo. Aparecieron aquí figulinas de arcilla femeninas, algunas de ellas en estado de gravidez, probablemente pertenecientes a un culto a la reproducción de los seres.
  • 236. Kotosh, en el río Higueras, Huánuco, explorado inicialmente por Julio C. Tello, se construye en torno al 2,000 a.C., muestra una larga tradición religiosa, en cuya más reciente fase muestra un templo construido sobre una plataforma, a la que se accede mediante una escalinata decorada con una serpiente pintada de blanco. El templo está constituido por una estancia de 9 x 9 m, con paredes de 2 m de alto; el muro del fondo presenta cinco nichos rectangulares, dos de los cuales muestran relieves en forma de brazos cruzados.
  • 237. El pavimento del templo está rebajado con relación a la plataforma. Al centro del piso hay un horno, con un conducto de aire subterráneo, lo que indica un antiguo culto al fuego. En los nichos se encontraron restos de camélidos, cuyes y ciervos. El Templo de las "Manos Cruzadas" fue rellenado con arena y cantos rodados en tiempos posteriores.
  • 238. La Galgada, sobre la banda izquierda del río Chuquicara, afluente del Santa, anterior al 2,300 a.C., es una pirámide de 5 cuerpos y varios recintos curvos, pintada de blanco, con nichos al interior y una pintura en negro. Al centro de los recintos aparecen patios hundidos con un fogón ventral para ofrendas, como en Kotosh.
  • 239. Entre los restos quemados en esos hornos, aparecen semillas de ají (Capsicum sp.), que debieron producir humos sofocantes. Algunas cámaras fueron usadas para sepultar difuntos antes de ser recubiertas por construcciones posteriores. En la más antigua de estas cámaras, se enterró un hombre y dos mujeres, en poácffin teta) cubiertos de algodón. El hombre llevaba un sudario de colores amarillo y marrón y estaba colocado dentro de una canasta. Las dos mujeres estaban ubicadas en una misma canasta y una de ellas traía agujas para sujetar el cabello, hechas de hueso, y además cristales de roca y antracita; la otra estaba envuelta en tela amarilla, llevando en la mano un pequeño cesto y grumos de sal. Los cadáveres estaban acompañados de collarines de concha recortada o valvas de Spondyllus pictorum.
  • 240. En las Aldas, valle de Casma, hay una estructura de seis cuerpos superpuestos, sobre un promontorio natural, con paredes de contención de piedra, conformando plataformas que decrecen en volumen hacia arriba. Habiéndose encontrado aquí figulinas de arcilla no cocida y ambientes destinados a la crianza de cuyes.
  • 241. Caral, a poca distancia de Supe y cerca al mar, arroja fechas que van del 3,000 al 1,600 a.C. Se evidencia aquí un excedente alimenticios suficiente como para mantener a una población trabajadora capaz de levantar seis grandes edificios piramidales y otras estructuras, en una extensión de más de 50 hectáreas, donde se encuentran altares de fuego, plataformas ceremoniales, anfiteatros y viviendas; aquí se encontraron flautas de hueso de pelícano y cóndor, que permiten afirmar un desarrollo musical notables y un probable cultivo de la danza, derivada quizá del culto al fuego, el que se evidencia por la presencia de hornos ceremoniales a los que incluso se le ofrendó niños en algún momento.
  • 242. En la alimentación predominaban los productos marinos y los cultivos posibles por la presencia de las aguas del río Supe, así como surgentes en las partes bajas del valle. Las construcciones se hacían en base a piedras rústicas y barro, conformando plataformas logradas con bolsas de totora conteniendo las piedras, en las paredes aparecen los paramentos de piedras escogidas cara-vista, enlucidas con barro.
  • 243. Aparecen adornos personales, como collarines logrados con cuentas de spondyllus, crisocola, carbonatos, vértebras de peces y conchas y caracoles pequeños. Las herramientas cortantes eran hechas de obsidiana y aparecen figulinas de barro sin cocer.
  • 244. Carel está 22 Km. tierra adentro y a unos 100 m sobre el nivel del mar, pudiendo disponer de los recursos de tierra y del mar, constituyendo un centro administrativo con edificaciones variadas y plazas circulares hundidas, de hasta 80 m de diámetro. Ruth Shady dice que se trata de "...un área aproximada de 50 ha, conformada por 32 conjuntos arquitectónicos de diversa magnitud y función...". Pertenecen a esta misma época en el valle de Supe, los yacimientos de Piedra Pesada, Penco, Cerro de los Toros, Allpacoto, Huacachi y Áspero que, en algún momento, estuvieron relacionados entre sí.
  • 245. Sechín Alto es un gran conjunto ubicado en el valle de Casma, a 2 Km. del Templo de Sechín, posterior en el tiempo; se extiende por unos 350 m de largo y 250 m de ancho. La estructura central, de forma piramidal, se levanta unos 44 m estando conformada por plataformas de paredes logradas con grandes piedras alternadas con otras menores, y en el interior aparecen adobes cónicos. Al frente una plaza de 1,400 m con patios hundidos, delante de los edificios, además, hay cinco plazoletas con pozos circulares en su interior.
  • 246. Período ceramográfico inicial. La cerámica más antigua ubicada en Sudamérica, corresponde a la encontrada en Santarem, Brasil, fechada provisionalmente en 5,000 a.C. En Colombia aparece en el 3,800 y en Ecuador, en torno al 3,000 a.C. En el Perú, la cerámica aparece mucho después de haberse iniciado la agricultura, siendo práctica común en la fase Kotosh- Mito de Huánuco, por el 1,800 a.C. Sin embargo, hay figurillas de arcilla sin cocer y algunos artefactos no bien logrados, a medio quemar, que llegan al 2,500 a.C., como las encontradas en Caral.
  • 247. Es decir, que hace unos 4,000 años se desarrolla la actividad ceramográfica en forma intensa en todo el país. El maíz está domesticado, las comunidades sedentarias crecen y es evidente una intensa interdependencia entre los diversos poblados. Los huertos primero, y luego las mayores extensiones cultivadas por riego artificial, desviando las aguas de arroyos y río, o mediante el aprovechamiento de las aguas surgentes o las de estación, posibilita la concentración de las gentes y el desarrollo de rangos sociales diferenciados. La agricultura antecede en nuestro país a la cerámica, en modo distinto a lo que había ocurrido con la Revolución Neolítica en el Viejo Mundo.
  • 248. Hace 6,000 años, el nivel del mar subió unos 30 m por encima de su nivel anterior, lo que hizo que las playas se ubicaran a unos 3 m sobre las rompientes actuales. Poco después de este fenómeno, se asientan numerosos grupos pequeños de agricultores, recolectores y pescadores a lo largo de la costa, cerca de las surgentes de agua y en el borde de zonas pantanosas, cuyos juncales proporcionaron materiales para sus rústicos vestidos, canas y chozas, mientras que los rizomas de los totorales servían de alimento, especialmente demostrado en los yacimientos de Chilca y en la cuenca del Río Grande de Nazca.
  • 249. La adoración a las fuerzas primarias sobrehumanas, se convierte en religión y el arte se transforma en una necesidad de comunicación con los otros seres humanos y con los dioses. Al organizarse el sacerdocio, como grupo separado dedicado a tiempo completo, a la veneración y atención de los dioses, se transforma también en expertos dedicados a observar la naturaleza, expresión de la voluntad de los dioses, planificando obras de derivación de aguas, selección de semillas, decoración de los centros sacralizados, etc., por lo que es necesario la existencia en la comunidad de un excedente alimentario, capaz de mantener a estos especialistas que así se exoneran del trabajo agrícola directo.
  • 250. Las manifestaciones estéticas se han ido desarrollando. La caña agujereada que produce sonidos al soplo del aire, se convierte en pito y después en sofisticada quena o en la elaborada antara. La caña simplemente cortada, que produce sonidos al soplarse por el borde del tubo, induce a usarse los huecos huesos de las aves, con uno, dos o más agujeros que adecuadamente tapados con los dedos del tañedor producirán sonidos adecuados a una melodía.
  • 251. Es probable que desde esa época se usaran grandes mates, percutidos con los dedos de la mano, que acompañarán el sonido de los aerófonos; los de menor tamaño, con sus semillas secas conservadas en el interior, posibilitarán idiófonos de sacudimiento al modo de maracas; si se raspa la superficie de estos frutos, sobre huesos o cuernos, en líneas paralelas se podrán conseguir raspadores que acompasarán los ritmos conseguidos en los otros instrumentos. De otro lado, los cascos de venado o las drupas de terebintáceas secas (maichiles), serán usados a modo de polainas por danzantes especiales, como ocurre hoy con los shacshas del Callejón de Huaylas, usándose además bastones de ritmo.
  • 252. Es probable que la cerámica se comenzara a usar en el área septentrional de América del Sur, en torno al 3,000 a.C., llegando después a los Andes Centrales, posiblemente para el 2,000 a.C. En Valdivia y Santa Elena, Ecuador, se han hallado fases incipientes de cerámica, denominadas San Pedro y Acallan, entre el 3,500 y el 2,500 a.C., asociadas a contextos similares a los Precerámicos, suponiéndose la existencia de centros alfareros más antiguos. Los hallazgos en Colombia (Barlovento, Canapote y Puerto Hormiga), parecerían señalar que es aquí donde se originó la alfarería que, aparentemente no alteró la vida campesina iniciada con anterioridad a su presencia.
  • 253. Para la costa norte se ha establecido una secuencia ocupacional desde la fase Amotape (+ de 9,000), sin cerámica, a la que siguen las etapas Siches, Honda y Estero, contemporáneas de las Vegas de Santa Elena, fechada en 5,000 a.C., habiéndose ya domesticado las calabazas. En Avic, Sechura, aparecen construcciones con una antigüedad fechada en 3,200 a.C.
  • 254. Para los Andes Centrales, hay un amplio registro de asentamientos que comienzan a usar tempranamente la cerámica, entre 1,800 y 1,300 a.C., tiempo al que se denomina del Formativo Temprano. En torno al Titicaca, las fechas se mueven del 1,200 al 1,000 a.C. Es posible que hasta la aparición del fenómeno Chavín, se mantuviesen contactos con Chorrera como puede deducirse de la fase Ofrendas y sobre todo en Pacopampa, en Cajamarca.
  • 255. Junto con la cerámica pudo llegar el uso de las conchas spondyllus y del caracol Strombus, cuya procedencia puede fijarse en el área tropical de zona ecuatorial.
  • 256. El establecimiento de la vida sedentaria produjo cambios en la organización social, en la economía y en ritual, apareciendo personajes de prestigio, distinguiéndose del común. En las punas se mejora la crianza de los camélidos, como se comprueba en Telarmachay y otros puntos en el valle del Mantaro, a la vez que se incrementa el cultivo del maíz.
  • 257. EL HORIZONTE TEMPRANO — FORMATIVO (2,000-500 a.C.). Chavín: Experimentación tecnológica, organización social y política, arte y divinidades, expansión geográfica y cultural. El Horizonte Temprano o Formativo, es una etapa marcada por el dominio de la agricultura, con cultivo intensivo del maíz y otros productos, cuyo superávit productivo permitió una organización social compleja que absorbía los excedentes en el mantenimiento de especialistas a tiempo completo o parcial: ceramistas, tejedores, orfebres, constructores, escultores, sacerdotes y otros, que impulsaron el dominio del entorno. Aparecerán entonces poblados con grandes construcciones sacralizadas, se perfeccionarán las técnicas agrarias y ganaderas y aparecerán poblados relacionados con
  • 258. -a época se caracteriza por la presencia de formas estéticamente emparentadas con e arte Chavín, lo que Kauffmann denomina el "Movimiento Wirakocha", relacionándolo mn la difusión del culto al personaje divino, que probablemente sea el personaje Dantral de un culto agrario, identificado con el agua, personaje antropomorfo pero con mracterísticas adicionadas ornitomorfas, felínicas y ofídicas, visto de común de pie, de `rente, llevando en las manos bastones y portando sobre la cabeza un gran tocado.
  • 259. Chavín se encuentra en las faldas orientales de la Cordillera Blanca, a 3,185 m sobre el nivel del mar, en el triángulo conformado por la confluencia de los ríos Mosna Mariash) y Huacheqsa, que al unirse aquí forman el Puchka, tributario del Marañón.
  • 260. El centro ceremonial está constituido por un conjunto de edificios piramidales, con mazas hundidas ubicadas frente a las construcciones principales, encerrando en su citerior una red de pasajes, recintos y escalinatas, a base de piedras y barro, que presentan incluso algunos sectores estucados o revestidos de planchas líticas pulidas.
  • 261. Muchos de los muros se decoraron con figuras pétreas de personajes míticos. Una serie de piedras labradas en forma de cabezas humanas o antropomorfizadas, que se sujetan a los muros con un pivote o clavo posterior, aparecen en lo alto de las paredes. Otras obras líticas aparecen conformando dinteles o eran piezas separadas de la arquitectura como la llamada "Estela Raimondi" y el "Obelisco Tello".
  • 262. Los pasajes internos recibían ventilación y luminosidad mediante ductos estrechos que se comunicaban con el exterior. En un cruce de estos corredores internos aparece el `Lanzón", monolito que representa a un personaje mítico, de 4.53 m de alto.