La narradora pasó su juventud esperando alguna emoción o aventura, pero su vida fue gris y aburrida. A los 37 años, su rutina diaria consistía en tomar té frente a la ventana. Un día de lluvia, un hombre llamado Hugo empezó a observarla, y los días siguientes también la observó. El tercer día, Hugo tocó a su puerta y se besaron. Pasaron el día juntos en la cama, y aunque Hugo se fue y nunca regresó, esos tres días cambiaron su vida para siempre, iluminando su día g