Este poema es una confesión de un obispo sobre sus creencias y acciones. El obispo se confiesa de creer en la Iglesia a pesar de sus fallas, de ver a Jesús anunciando la Buena Nueva a los pobres de Latinoamérica, y de celebrar a los fieles que han derramado su sangre. También se confiesa de mantener la esperanza a través de las dificultades y de vivir como un hermano para otros.