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1. Actualmente encontrar un equilibrio entre estos dos componentes del proceso de enseñanza-
aprendizaje, constituye un punto esencial para el logro de un aprendizaje significativo, que permita
entre otros aspectos el desarrollo de competencias en los educandos; en la misma medida que
responde a su formación integral. Cabe preguntarse entonces, ¿cómo optimizar el proceder
metodológico que realizan los docentes, de manera que contribuyan desde el vínculo de la teoría
con la práctica al desarrollo de aprendizajes significativos en los estudiantes y por consiguiente a su
formación integral?
De ahí que en el presente artículo tiene como objetivo: reflexionar sobre la importancia de la
vinculación de la teoría con la práctica como base del aprendizaje significativo en la misma medida
que aporta orientaciones metodológicas para su desarrollo, en función de la optimización de la
praxis profesional de los docentes que conlleve a la procura de un aprendizaje significativo en sus
educandos.
Enfoques respecto a la teoría y la práctica para la construcción de aprendizajes
significativos
Lo anteriormente expuesto nos adentra necesariamente en los diferentes enfoques que se
describen en la literatura especializada sobre estos temas respecto a la relación que se da
entre la teoría y la práctica como parte del proceso de enseñanza y aprendizaje y su incidencia
en la formación de los educandos. Según Korthagen (2011), dichos enfoques se definen de
la siguiente forma: un primer enfoque es el que se conoce como: de la teoría-a la
práctica (Carlson 1999), también nombrado como enfoque-deductivo, donde el contenido se
deduce directamente del conocimiento científico disponible.
Ello implica que este enfoque no tenga como característica la impartición de clases
magistrales sino que en que su rasgo característico o principal reside en que es el educador
quien decide que es lo importante y que debe aprenderse, en base al cúmulo de conocimientos
disponibles. De hecho constituye la manera característica del enfoque tradicional dentro del
proceso de enseñanza y aprendizaje y de la formación en general.
Está basado mayormente en la teoría, resultando cuestionado por muchos estudiosos, dado
que se pone en duda la real posibilidad de la transferencia directa de conocimientos
(Korthagen & Lagerwerf, 2001), debido a la dependencia que el educando tiene sobre los
conocimientos y la barrera que presenta el adquirirlos en base a su propio razonamiento.
2. El segundo enfoque, se caracteriza por estar sustentado totalmente en la práctica, también
denominado enfoque ensayo-error, donde se les orienta a los educandos, sin la activa
participación del educador, que por sí solo, apliquen basado en la teoría recibida los
procedimientos y pasos a seguir durante las prácticas correspondientes y finalmente se evalúa
el desempeño obtenido en las mismas.
Como es evidente en ambos enfoques, de por sí, los formadores crean una barrera entre
teoría y práctica. En el enfoque basado en la teoría el proceso de formación se realiza a través
de una excesiva utilización de la misma. Por otra parte en el enfoque basado en la práctica
este proceso de enseñanza-aprendizaje y de formación se efectúa proporcionando un rol
demasiado prominente de ella. Es decir, en ambos enfoques, el tema no se trata
adecuadamente, por lo que coincidimos con Korthagen (2011) al citar a (Smith, 2003: 53),
al considerar como el reto primordial y actual para los educadores, la necesidad de unir teoría
y práctica desde un enfoque que permita encontrar un equilibrio entre ambos.
A partir de estos planteamientos y ante la necesidad de solucionar esta problemática y
teniendo en cuenta las necesidades que se derivan de los retos en el proceso docente-
educativo, surge un nuevo enfoque, denominado como enfoque realista o integral
(Korthagen, 2011). Este enfoque tiene como característica principal la interrelación continua
entre la teoría y la práctica, caracterizado por el trabajo sobre la base de situaciones reales
que han surgido durante el proceso de formación y que han suscitado inquietudes en el
educando, así como por la reflexión e interacción entre los mismos y por la intervención
guiada por el educador y el análisis e investigación de temas creado por los propios
educandos.
Es precisamente referido a este enfoque integral de la teoría y la práctica, que se hace
necesario reflexionar sobre su correcta aplicación dentro del proceso de enseñanza y
aprendizaje y de formación del educando como futuro profesional, de forma que el mismo
aporte los elementos precisos en su formación y que sea determinante en el desarrollo de sus
competencias.
De esto resulta ineludible contemplar la necesidad de utilizar un enfoque integral, que
tenga en cuenta en su justa medida la vinculación de la teoría con la práctica, permitiendo
3. valorar el proceso de formación con la excelencia requerida y la construcción de un
aprendizaje significativo en los estudiantes.
En este andar pedagógico y con el objetivo de lograr alcanzar esta excelencia a la cual se
aspira se debe reflexionar sobre dos temas de significativa importancia dentro del proceso
docente-educativo, específicamente en cuanto al proceso de enseñanza y aprendizaje de
saberes significativos basados en la vinculación de la teoría con la práctica.
Estos aspectos esencialmente los podemos describir como los cambios en los roles que
deben operarse de inmediato tanto en los educadores como en los educandos.
1. Cambios en rol que desempeñan los educadores en el proceso de enseñanza-
aprendizaje
En virtud a lo anterior, es que se debe fortalecer, ante todo, a ese eslabón fundamental que
es el educador como formador de los futuros profesionales, de manera que seamos capaces
de convertirnos en facilitadores del proceso de formación. Este nuevo rol del docente implica
contribuir a formar un profesional idóneo, el cual debe desarrollar una gran capacidad de
adaptación al cambio, unida al manejo adecuado de la información, con una actitud ética que
le permita tomar decisiones adecuadas con el entorno socio-cultural en el cual se
desenvolverá.
Y precisamente si logramos incorporar a los actuales educadores esta visión, la cual es de
por sí un reto, permitirá no solo lograr formar a los educandos en esa línea de pensamiento
sino que estarán al mismo tiempo creando las bases, entregándoles las herramientas
necesarias a estos futuros profesionales que a su vez, en su momento, la transmitirán a sus
estudiantes cuando realicen sus prácticas, creándose de esta manera, esa cadena de nuevo
pensamiento imprescindible para el desarrollo incontenible de nuestra sociedad.
Enfrentar ese reto por parte de los educadores, significa de hecho, un cambio en el rol que
actualmente desempeñan, implicando actuar en tres direcciones principales:
I. Trabajar con un enfoque integral y realista, o sea los educadores deben tener la
capacidad de realizar su propuesta educativa y formadora basada en las inquietudes
4. de los educandos; deberán ser capaces de ayudar a cada estudiante a atravesar las
fases de reflexión, de organizar espacios de interacciones reflexivas, de enseñarles a
desarrollarse de manera autónoma y sistemática, así como inculcarles la necesidad de
observar de forma integral el desarrollo humano y “el aprendizaje cobre vida para
ellos que sientan que el aprendizaje es algo natural, instintivo e integrado a sus
aspiraciones y su mundo” (Fullan & Langworty, 2014, p. 17).
II. Dominar el importante rol de la reflexión en el aprendizaje del educando y ser capaces
de transmitirlo, y es que justamente aprender de experiencias basadas en reflexiones
sistemáticas constituye una de las principales características de este enfoque integral.
Este pensamiento de por sí es algo que debe aprenderse, de modo que los educandos
puedan desarrollar su manera de reflexionar en base a sus propias experiencias,
conllevando la misma a una elevación de la calidad del proceso de enseñanza-
aprendizaje. Lo primordial de esta nueva visión es que procura transformar los
aspectos inconscientes del proceso de enseñanza-aprendizaje en aspectos conscientes
y tangibles.
III. Incorporar el aspecto personal y diferenciado del educando al proceso de enseñanza-
aprendizaje. Tanto los educadores como los educandos a quienes estos impartirán sus
prácticas, son seres humanos con sus necesidades, esperanzas, temores, aspiraciones
y valores individuales, las cuales influyen en sus respectivos comportamientos y
aprendizajes y que generalmente constituirán precisamente el punto de partida para
desarrollar dicho proceso.
Por lo tanto, el profesorado debe fomentar: el pensamiento crítico, la creatividad, la
reflexión, la iniciativa, la resolución de problemas del mundo real con públicos auténticos
mucho más allá de la universidad, la participación, la toma de decisiones, la curiosidad, la
búsqueda de la verdad y así evitar el error, el aprender a aprender en contextos cambiantes y
oportunidades de aprendizaje para todos los estudiantes que le sirvan a lo largo de la vida
(Rodríguez & Altamirano, 2016; Fullan & Langworty, 2014; Rodríguez, Avilez, Nicolalde,
Granda & Angulo, 2017).
2. Cambios en el rol de los educandos dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje
5. Cuando hacemos referencia al necesario reflexionar respecto al enfoque integral de la
teoría y la práctica y su correcta aplicación dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, es
primordial no dejar de referirnos a los cambios que tienen también que producirse en los
educandos, para que sean capaces de recibir todos los conocimientos que esta nueva praxis
educativa conlleva.
Para materializar lo señalado debemos ante todo lograr que los educandos se encuentren
comprometidos en el proceso de aprendizaje, lo cual significa que los mismos deberán
transformarse para asumir su nuevo rol dentro del proceso e incorporar las siguientes
cualidades:
Ser responsables por el aprendizaje: Ello implica que tengan la responsabilidad de su
propio aprendizaje y sean capaces de autorregularse considerando a los procesos individuales
mediante los cuales los estudiantes activan, orientan y mantienen sus pensamientos, afectos
y acciones hacia la consecución de objetivos de aprendizaje (Monereo & Badia, 2013).
También es concebido como un proceso mediante el cual el estudiante configura su actividad
y organiza su entorno en procura de alcanzar los objetivos que se le imponen, o que se
impone, frente a una actividad académica, esto alude a la capacidad metacognitiva, a la
motivación intrínseca y a una actuación estratégica (Hernández & Camargo, 2017; Vives-
Varela, Durán-Cárdenas, Varela-Ruiz & Fortoul van der Goes, 2014).
El hecho y modo en que el alumno regula su aprendizaje se activa dependiendo de las
metas y del contexto, además comprendan que actividades se relacionan con lo propuesto,
así como saber usar referentes de excelencia para evaluar cuánto y cómo han cumplido con
estos (Panadero & Alonso-Tapia, 2014).
Estar motivados por el aprendizaje: Deberán estar comprometidos con este proceso,
encontrando placer y motivación por el aprendizaje. En este nivel de aspiración y excelencia
lograrán alcanzar y poner la mayor pasión para resolver problemas y entender ideas y
conceptos, convirtiendo el aprendizaje como algo intrínsecamente motivante dentro de sus
vidas. La motivación contribuye al logro de sus metas y sus expectativas en lo académico,
“sin motivación no hay aprendizaje” (Pozo, Mateos & Pérez, 2006, p. 90).
6. Ser colaborativos: Serán capaces de entender que el aprendizaje es un elemento social, por
lo que estarán dispuestos a escuchar las ideas de los demás y estar dispuestos a trabajar en
equipo, tomar decisiones, cooperar, interactuar con sus compañeros y desarrollar habilidades
sociales que son fundamentales en su proceso de formación (Dueñas, Salazar, Ojeda, De Sola
& Failde, 2016). Esto contribuirá a crear la necesaria empatía en el grupo y contarán con la
capacidad de asimilar las ideas contradictorias u opuestas, conciliando los puntos existentes
entre ellos.
Ser estratégicos: Desarrollarán continuamente la capacidad de perfeccionamiento de su
proceso de aprendizaje y las estrategias para resolver problemas auténticos, lo que les hará
construir modelos mentales de conocimiento y de recursos, incluso estando los mismos
basados en información compleja y cambiante. Por lo que, para ser estratégico “hay que tener
un propósito (objetivo) y unos conocimientos (conceptuales, procedimentales, actitudinales
y de las condiciones del contexto), y saber activar y regular para alcanzar la finalidad
buscada” (Monereo, 2012, p. 51).
Ser indagador científico, para lo cual debe ser una práctica cotidiana en la universidad y
en el aula que propicie aprendizajes en lo social, político, práctico, metódico, cognitivo y
contribuya en los estudiantes a desarrollar un pensamiento crítico y científico que implique
la creación y utilización de nuevos conocimientos en el mundo real y que el proceso de
aprendizaje sea el punto de encuentro para el descubrimiento, la creación y aplicación de
conocimientos en forma conjunta, lo que permitirá tener una mejor comprensión científica,
y el estudiante pueda integrar, generalizar y transferir sus conocimientos a nuevos contextos
y resolver problemas que le planteen (Mora, 2009; Van den Broek, 2012; Rodríguez &
Naranjo, 2016; Fullan & Langworty, 2014), y, de esta forma devolverle el interés al saber y
darle sentido real y coherente, como un indicador clave de la calidad del aprendizaje, de su
profundidad, adaptabilidad y flexibilidad (Mora, 2009; Morin, 2011; Morin, 2002; Morin,
2001; López, 2004).
En resumen, este tipo de educandos se convertirán en sujetos activos dentro del proceso
de aprendizaje por lo que serán capaces de aplicar y transformar el conocimiento con la
7. finalidad de resolver los problemas de forma creativa y al mismo tiempo de hacer conexiones
en diferentes niveles del conocimiento hasta llegar a un verdadero aprendizaje significativo.
Teoría y práctica como base del aprendizaje significativo
Ante todo es conveniente reafirmar el concepto de aprendizaje significativo, el cual según
el teórico norteamericano (Ausubel, 1978) dijo ser: “...un tipo de aprendizaje en que un
estudiante relaciona la información nueva con la que ya posee; reajustando y reconstruyendo
ambas informaciones en este proceso...”. Ampliando al respecto enfatizó que “el aprendizaje
significativo consiste en la combinación de los conocimientos previos que tiene el individuo
con los conocimientos nuevos que va adquiriendo. Estos dos al relacionarse, forman una
conexión y es así como se forma el nuevo aprendizaje, es decir, el aprendizaje significativo”.
Conforme a Ausubel, “el aprendizaje significativo de acuerdo con la práctica docente se
manifiesta de diferentes maneras y conforme al contexto del alumno, a los tipos de
experiencias de cada uno y a la forma en que las relacione, ello deriva en interpretación y
representación como operaciones cognitivas duales, donde representar es formar un
concepto o contenido mental a partir de una realidad, mientras que interpretar expresaba
que era asignar a un concepto o idea una realidad material relacionada con el mismo”, y lo
enunció de manera gráfica de la siguiente forma.
En esta dirección de pensamiento, es primordial para poder lograr posicionarnos en niveles
satisfactorios de resultados para este tipo de aprendizaje, estructurar de manera eficiente el
proceso de enseñanza-aprendizaje, donde se aplique el enfoque integral de vinculación de la
teoría con la práctica, con la participación activa de todos sus actores durante todo el proceso,
teniendo en cuenta las particularidades y necesidades de aprendizaje de cada uno de ellos,
todo lo cual es compatible con lo señalado por Ausubel (1983), cuando expresó: "La
experiencia humana no solo implica pensamiento, sino también afectividad y únicamente
cuando se consideran en conjunto, se capacita al individuo para enriquecer el significado de
su experiencia”.
Llegado este punto de análisis y reflexión estamos en condiciones de ofrecer nuestras
consideraciones respecto a cómo instrumentar el aprendizaje significativo, desde la
8. vinculación de la teoría con la práctica. Para ello destacaremos una serie de orientaciones
metodológicas como producto de la revisión documental realizada por este equipo de autores.
Orientaciones metodológicas a tener en cuenta para el desarrollo del aprendizaje
significativo, con base en la vinculación de la teoría con la práctica
Una vez expuestos los argumentos relacionados con la teoría y la práctica y su incidencia
sobre el desarrollo del aprendizaje significativo de todos los actores del proceso de
enseñanza- aprendizaje, dígase, educadores, educandos y estudiantes, estamos en
condiciones de plantear las orientaciones metodológicas dirigidas a los educadores de los
diferentes niveles de enseñanza. Esto supone entre otros aspectos los siguientes:
1. Aplicar correctamente el enfoque realista, integral, de vinculación entre la teoría y la
práctica, dentro del proceso de enseñanza- aprendizaje del educando y futuro
profesional, de manera que el mismo aporte los elementos necesarios en su formación
y que sea determinante en el desarrollo de sus competencias profesionales.
2. Incorporar los necesarios cambios en el actual rol que desempañan los educadores
dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, de modo que sean capaces de formar
un profesional idóneo, que le permita tomar decisiones adecuadas en correspondencia
con el entorno socio-cultural en el cual se desenvolverá.
3. Lograr comprometer a los educandos y estudiantes con el proceso de aprendizaje
significativo, para que sean capaces de recibir de forma creativa todos los
conocimientos que esta nueva praxis educativa conlleva.
9. Figura 2. Representación gráfica sobre el proceder metodológico para el desarrollo
del aprendizaje significativo basado en la vinculación de la teoría con la práctica
Al hacer referencia a estas orientaciones metodológicas indicamos las correspondencias
que existen entre los diferentes elementos que conforman la correcta aplicación del enfoque
realista- integral del proceso de enseñanza-aprendizaje, conforme se ha reafirmado a lo largo
del artículo, en el cual se vincula de forma equilibrada la interrelación existente entre la teoría
con la práctica, conjuntamente con los cambios necesarios que deben estructurarse en todos
los actores del proceso, dígase, educadores- educandos-estudiantes, que conlleven a la
obtención de resultados satisfactorios del proceso de aprendizaje significativo, el cual se
representa gráficamente en la figura 2.
Conclusiones
A modo de conclusión se asume que:
1. Resulta imprescindible para el desarrollo del aprendizaje significativo reconocer la
interacción que debe darse entre la teoría y la práctica como sustento esencial del
proceso de enseñanza-aprendizaje.
2. Para lograr lo anteriormente señalado debe encontrarse el equilibrio entre ambas
categorías matizado por el imprescindible cambio entre el rol que debe jugar
10. actualmente el educador como facilitador del conocimiento y el papel del educando
como autogestor de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje.
3. Todo esto implica orientar metodológicamente a los docentes para que tengan una
praxis coherente con los nuevos retos de la educación moderna, comprendiendo la
importancia de la vinculación de la teoría con la práctica para provocar el aprendizaje
significativo en sus estudiantes.
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