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LAS LÁGRIMAS DE LA LUNA,

                             EL CORAZON NEGRO




Número de registro INDAUTOR; 2009-120114035900-14

Género: Novela fantástica, Fantasía oscura - Historia Alternativa
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————




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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

   Al principio fueron los apagones, cientos de ellos por todo el mundo, primero en Europa, luego en

Asia, y ahora en las Américas.

   Luego, esa neblina, blanca y espesa, bajando lentamente desde el cielo como un ángel de la muerte.

   Las noticias en la radio, los periódicos, incluso nuestros líderes y nuestros ejércitos estaban tan

ignorantes como nosotros, pero en lugar de unirnos, lo único que hicimos fue empezar el juego de las

culpas y las acusaciones mientras las armas de las naciones se volvían contra sus vecinos, esperando

una simple orden para iniciar una segunda gran guerra.

   Cuando Irlanda cayó, nadie escuchó su grito de auxilio, y fue solo cuando Inglaterra le siguió,

cuando los hombres detuvieron sus máquinas de guerra, guardando silencio, intentando escuchar,

cualquier cosa. Viendo como la incertidumbre se alzaba como un demonio, infundiendo el terror en sus

corazones y la paranoia en sus mentes.

   Pero al final de nada sirvió, Alemania se lanzó contra Francia justo cuando esta se ahogaba en

un mar de refugiados ingleses, Japón se lanzó contra el Asia y Rusia contra todo el mundo. Todo

mientras el verdadero enemigo se abalanzaba desde el norte, destruyendo todo a su paso, penetrando

nuestros territorios, aprovechando nuestra división.

   Ahora veo que todo fue nuestra culpa, fuimos tan ciegos, siempre, aún desde antes de la invasión,

nos centramos tanto en los gustos y los problemas de la humanidad que olvidamos que el mundo era

más grande que nuestras vidas. Nunca nos dimos cuenta que vivíamos sobre un mundo distinto al

nuestro, explotándolo, agrediéndolo, destruyéndolo

   Muy tarde nos hemos empezado a arrepentir de nuestra sordera a los llantos del mundo, tal vez

ahora solo estamos cosechamos la muerte que hemos llevado a cada rincón del planeta.

   Es posible que sea nuestro merecido, quizá la humanidad merezca la extinción. Pero si eso es

cierto, también nos corresponde a nosotros y solo a nosotros el decidirlo.

                                                                                Winston Thomas H.

                                                                                       Enero 5, 1944

                                                                                                    3
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

                                            I

                              LA COLINA SILENCIOSA



    El cansancio casi acababa con ella. Pero tenía que seguir, tenía que verlo con sus

propios ojos.

    Pudieron haber tomado todo el mundo del hombre, pero, desde el principio y aun

cuando nación tras nación caían ante su poder, algo estaba mal. La nueva era precisaba

la victoria los antiguos y después de ciento veinte mil lunas de preparación el triunfo

era casi palpable.

    Los dos primeros años los ataques sorpresa les dieron la ventaja total, casi la mitad

de las naciones del hombre fueron conquistadas. Pero cada vez, el avance se volvía

más lento, las batallas más largas y pesadas. En Tsaritsyn se vivió la primera derrota en

casi media década de combates y casi de inmediato les siguieron otras por todo el

mundo; El Cairo, Ciudad de México, Tokio, Shanghái.

    Con la recuperación de Estados Unidos se engrosaron los ejércitos del hombre y

con la liberación de Europa se perdió toda posibilidad de revivir las glorias pasadas.

Irlanda fue el último territorio en ser rescatado y con ello la posibilidad de una

invasión humana a la sagrada isla de las manzanas pasaba de ser un pensamiento

absurdo a una temible posibilidad. El desembarco en Brynnwyn puso fin a las dudas.

Pero una vez más se cometió el error, se subestimó al enemigo, ¿o es que acaso un

ataque frontal era realmente una posibilidad nula?, por supuesto que no, de hecho era

lo más lógico del mundo, pero la lógica pierde valor cuando la sobrevaloración propia

crece sin sentido alguno de lo que nos rodea. Y el error ahora era fatal, pues nadie

esperó semejante escenario.




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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

   Menos aquella madrugada, aquel día, el décimo de la luna 79 de la Nueva Era.



   Durante la noche los reportes de bombardeos masivos y de los lanzamientos de

tropas aerotransportadas al interior del imperio dejaron una sensación de peligro en

todas las costas de Ávalon. Ya casi amanecía cuando se recibió la alerta masiva en las

defensas costeras de Rahannwyn. Pero ella seguía sin creerlo posible. Nunca había

visto a un hombre de frente, pero los había estudiado durante más de diez años y

sostenía con una fe inquebrantable que todos ellos no eran sino animales estúpidos

incapaces de usar la verdadera magia y por ende inferiores a la belleza y poder de su

propia raza. La ciencia humana le parecía ridícula, absurda, solo un compendio infinito

de pruebas y errores, conocimientos incompletos que eran sustituidos indefinidamente

cada año. Como si todo lo que descubrieran fuera un sueño cobarde condenado a

quebrarse con la salida del sol. En cambio la magia era estable, siempre respetuosa de

su pasado y origen, siempre armoniosa con los milenarios dioses de la naturaleza,

siempre en equilibrio y perfeccionamiento. Pero si bien ella creía que la ciencia le

mostraba la debilidad del hombre, sentía verdadero terror con su literatura, su arte, su

historia, su religión, pues veía en ellas algo que consideraba impropio del hombre; un

alma superior a la cualquier criatura, capaz de una inmortal expansión de posibilidades.

   Aquellas ideas penetraron su mente mientras corría desesperadamente a la cima del

acantilado.

   Al llegar ahí sus ojos se llenaron de pavor.

   Quiso gritar, pero de su boca solo salió un pequeño suspiro. Los sonidos del mar

callaron mientras barcos tan enormes como castillos ahogaban el horizonte con

repulsivas e inertes figuras, como si millones de inmensos cadáveres nadaran hacia

Ávalon llevando la muerte consigo. Los cielos quedaron obscurecidos con las siluetas

                                                                                       5
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

de incontables aviones semejantes a grandes aves muertas y cohetes que rugían a

manera de dragones agonizantes.

    Las lágrimas recorrieron sus mejillas hasta llegar al suelo. La realidad ahora le

golpeaba el pecho igual que una daga, a partir de aquel instante el anhelo de la victoria

total quedaría reducido a la nada.

    Solo quedaría el anhelo por sobrevivir.



    El hombre había llegado a Ávalon.



                                              …



    Los cañones abrieron fuego y por toda la costa se levantó el suelo en medio del

fuego. Cientos de cohetes disparados desde los aviones golpearon la gigantesca muralla

que impedía el acceso a la playa al tiempo que los barcos recargaban para un segundo

disparo. Cientos de bombarderos ligeros lograron penetrar el fuego antiaéreo dejando

caer su carga sobre toda figura bajo ellos. A lo largo del muro y desde una

impresionante fortaleza, inmensos rayos de luz y bolas de fuego salían disparadas en

interminables ráfagas hacia los miles de botes que se acercaban a la ahora débil barrera.

Las defensas del continente antiguo eran formidables, pero no suficientes. Los

primeros años de la guerra habían cobrado su precio, la perdida de pertrechos y

guerreros se hacía sentir y ante un enemigo de tal magnitud, el resultado era obvio.

    Dentro de las lanchas de desembarco los soldados aguardaban el combate con

estoicismo. Muchos de ellos eran veteranos, habían peleado por todo el frente

occidental, pero pocos se acostumbran al infierno de la guerra. La tensión los obligaba

a aferrarse a cualquier cosa que les diera fuerza, recuerdos, religión, fotografías sucias e

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

ilusiones de alegrías futuras, todas sintiéndose tan reales que casi podía tocarlas y

olerlas, casi del mismo modo con el que podían oler la sal del mar y el vómito del

suelo, tratando de ignorar que lo único seguro para todos ellos era la masacre que se

aproximaba.

   - ¡Treinta segundos! – gritaba un hombre en la popa de la lancha al tiempo que el

joven soldado a su lado se posicionaba detrás de un pequeño cañón de 20 mm.

Complejos diagramas de luz se formaron en el agua seguidos de tremendas

explosiones que hundían a todo barco alrededor. Las demás embarcaciones aceleraron

su avance, no podían hacer nada por aquellos desafortunados y entre más rápido

tomaran la costa, más de ellos sobrevivirían. Sin embargo, aún después de años de

guerra, la magia seguía siendo un arma letal, algo que la mayoría de los hombres se

había grabado ya en la cabeza en letras de sudor y sangre.

   Toda una sección maltrecha del muro occidental cayó cuando una pequeña flota se

estrelló con él. Al instante cientos de barcos hicieron lo mismo a lo largo de toda la

muralla y con el sonido de cadenas chocando con piedras la proa de cada barco cayó al

suelo, formando pequeñas rampas por las que salieron tanques y soldados que se

fundían en un mar sonidos sin forma, de disparos y gritos. Lancetas, hechizos y

metrallas mataban a cuanto soldado tocaban, pero por cada uno que caía otros dos

lograban cubrirse en los niveles más bajos del complejo defensivo y con ellos, minuto

tras minuto, la muerte ampliaba su terreno en aquella sagrada playa.

   La primera línea de defensa había sido aplastada, pero aún quedaban dos líneas más

sin contar con el castillo en lo alto de la playa. Sin embargo solo era cuestión de

tiempo para que todo el complejo sucumbiera.

   Un gran grupo de enormes dragones negros aparecieron de repente, montados con

jinetes de temple frio, atacando sin demora a los aviones de ataque, solo para sucumbir

                                                                                     7
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

en medio de un esfuerzo en vano. Los escuadrones de caza ya se encontraban

presentes para presentarles batalla y los pilotos humanos disparaban a tal ritmo que

convertían el cielo en una pared de plomo y hierro. Los antiguos trataban de mantener

la calma, pero ante cada contraataque los aliados respondían con más fuerza, como si

toda la humanidad estuviera presente para tomar venganza después de siete años de

muerte.

    Enormes puertas se abrían por toda la segunda línea y gigantescas armaduras de

cinco metros de alto salieron como rayos hacia los tanques. Sus enormes espadas

traspasaban a las divisiones blindabas como si fueran de yeso, pero la superioridad

numérica daba al hombre la ventaja. El lodoso suelo temblaba con cada explosión y los

gritos de los soldados lanzados al ataque retumbaban por las grandes construcciones

hechas pedazos. Por donde quiera que se mirara solo se encontraba muerte y

destrucción. Los obscuros muros solo se iluminaban con las columnas de fuego

provenientes de enormes armaduras destrozadas y tanques destruidos. Ávalon, orgullo

de los antiguos por más de diez mil años ahora se ahogaba en un mar de escombros.

    El sonido de rotores casi silenciaba el sonido de los disparos y explosiones al

acercase un centenar de trasbordadores. Fieles descendientes de los primeros autogiros

varios de ellos permanecieron estáticos en el aire asemejando a libélulas verde oscuro

mientras el resto de adentraba a la oscura espesura del bosque por delante.

Deslizándose por largas cuerdas, una gran cantidad de hombres bajaron de los

impresionantes aparatos, todos armados y listos para apoyar el esfuerzo de invasión al

tiempo que los transbordadores abrían fuego hacia las posiciones del enemigo.

    Un solitario soldado, pesadamente armado, bajó del último de los aparatos,

enseñando un rostro joven de una inquietante inexpresión, el cual contrastaba con

unos cansados ojos azules llenos de furia. Tomó una larga metralleta y corrió hacia lo

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

que hasta hace poco eran unas hermosas columnas de mármol decoradas con bellos

símbolos élficos mientras todos los demás soldados le brindaban fuego de protección.

   Varios antiguos solo vieron como la gran figura humana cubierta de insignias de

oficial llegaba ante ellos por el flanco izquierdo a gran velocidad al tiempo que

disparaba una ráfaga de su pesada arma, matando al primero de los antiguos que tuvo a

su vista y con una formidable fuerza levantó el cadáver restante para usarlo como

escudo, mientras en medio de una lluvia de balas, eliminaba toda resistencia con una

tétrica rapidez.

   Al caer el último de los defensores aquel hombre aventó su lúgubre protección y

alzando su brazo grito para señalar a sus compatriotas que la zona estaba asegurada.

Pero apenas terminaba de bajar su mano una tremenda explosión lo golpeó por la

espalda, lanzándolo hacia unas ruinas. Un tremendo haz de luz salió de entre el humo

y las cenizas, haciendo trizas a tres de los trasbordadores en un segundo. Un segundo

haz proveniente del mismo lugar salió disparado hacia la barricada provisional donde

se encontraba la mayor cantidad de soldados y con un inmenso estallido, una docena

de cuerpos salió volando por los cielos.

   El soldado se levantó sintiendo un terrible zumbido que recorría sus oídos y un hilo

de sangre que bajaba por su cabeza. Apenas tuvo tiempo de entrar en razón, cuando

logro distinguir el sonido de enormes pisadas detrás de él. Al dar vuelta por completo,

pudo ver con terror una colosal figura brotar del humo que quedaba. Aquella cosa era

una enorme armadura de más de siete metros de altura, bellamente adornada en negro

y dorado, blandiendo una espada colosal, plateada y reluciente. En la parte alta, girando

con una gracia natural, estaba el yelmo, dentro del cual solo se apreciaba el vacío y era

eso precisamente lo que más aterraba a los hombres, la capacidad de uno y solo un

antiguo, encerrado en lo profundo de aquella aberración, para mover tales monstruos.

                                                                                       9
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

     Aquel coloso tomó su gigantesca espada, llena de pequeños rayos que la recorrían

sin cesar y blandiéndola con una facilidad impresionante descargó un tercer haz de luz

que retumbó como un trueno mientras surcaba el aire.

     Cientos de disparos aparecieron de todas direcciones haciendo poco o ningún

efecto sobre el hermoso gigante cuando de pronto una pequeña estela de humo

apareció a la izquierda del brillante titán seguida por una explosión que lo hizo

tambalear, pero nada más. El mismo soldado que hasta hace poco había controlado el

campo de batalla había disparado con un arma anti tanque y ahora la dejaba caer,

humeante e inerte.

     “Mierda” fue la única cosa que pasó por su mente al ver lo inútil de su intento justo

antes de mirar al monstruo metálico alzar su espada para propinarle un golpe mortal,

pero menos de un segundo después, una ráfaga de estallidos golpeaba a la inmensa

armadura, que ahora caía como una gran columna de basura quemada. Al instante, un

par de veloces aviones cruzaron el cielo a manera de ángeles protectores, produciendo

con sus turbinas el sonido más hermoso que cualquiera de los presentes hubiera

escuchado jamás.

     La segunda línea había caído.



     La sacerdotisa Saerwen se encontraba llorando en la sala de meditación al interior

del castillo. Lo que había visto en la cima del acantilado le dejó sin esperanza. Ella

había logrado el título de sacerdotisa a la increíble edad de diecisiete años, cosa

sorprendente para un antiguo. Y todo gracias a una perseverancia e inteligencia sin

precedentes en la historia. Había nacido dentro del seno de la aristocracia élfica, dotada

desde muy pequeña de gran potencial, jamás mostró miedo por nada y aquella actitud

daba confianza a todo aquel que la rodeaba. Su gran capacidad la hizo merecedora de

10
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

puestos importantes dentro de la guardia imperial, cosa que aprovechó para ordenar

las masacres de miembros de la resistencia en Berlín y en Ottawa, así como la

destrucción de zonas civiles e industriales en Jalisco e Hiroshima durante los años de la

gran expansión. Pero siempre a distancia, pues el miedo a la muerte era para ella una

compañera siempre presente, como si ésta la estuviera esperando en cada rincón de un

mundo que se negaba a mostrarse por completo.

   Su fama ahora le pesaba, gracias a ella ahora sería colgada por crímenes contra la

humanidad.

   “Aquellos que nacen para ser inmortales no deben morir, y menos tan jóvenes”

pensaba una y otra vez mientras sujetaba su cabeza con ambas manos. El llanto se

convirtió en pánico cuando le fue informada la imposibilidad de mandar refuerzos

pues toda la línea costera se encontraba bajo ataque. Lo que ella había visto en el risco

era solo la punta de iceberg de una invasión masiva. Con un enorme lamento se dejó

caer al suelo, dejando que sus hermosos cabellos negros le cubrieran la totalidad del

rostro, pero sus suspiros se escuchaban tan claros como los sonidos de las cercanas

explosiones. Una y otra vez trataba de encontrar alguna solución, pero era imposible, si

bien la fortaleza podía soportar los indiscriminados cañonazos, en breve, las hordas

sajonas y romanas lograrían penetrar la tercera línea hasta llegar la fortaleza central.

   Su desesperación llego al límite cuando se encontró a sí misma en una posición fetal

al tiempo que suplicaba a los dioses por una salida… y de pronto su mente se

esclareció, recibiendo la respuesta; los dioses. Según las antiguas tradiciones, los dioses

y sus guardianes podían ser invocados. Ya todo aquello no era sino una leyenda, pero

ya no tenía nada que perder, realmente sentía que la desesperación ya no podía causarle

más estrés que el que tenía en esos momentos y cualquier cosa, por extraña o

improbable que fuera, que pudiera convertir el caos reinante en una victoria valía la

                                                                                           11
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

pena ser intentada.

     Sin más demora corrió hacia el centro de la fortaleza, donde se encontraba un

brillante orbe, fuente de la protección que rodeaba al castillo. Pero al intentar tomarlo

una hermosa fata, cubierta con la sucia armadura del frente, la detuvo.

     - Señora, ¿Qué intenta hacer?, si lo quita todos moriremos –

     - ¡MALDITA SEA, MORIREMOS DE TODAS MANERAS! ¿Acaso crees que

esos malditos simios      mostrarán misericordia por alguno de nosotros?, ¡deja de

molestarme y quítate! esto es nuestra única esperanza – respondió la sacerdotisa al

tiempo que removía el orbe de un pequeño pilar. Un segundo después, toda la

fortificación se sacudió violentamente al recibir de lleno los disparos de los acorazados.

     Aquel castillo servía para la defensa costera, pero no siempre fue así, al principio

fue construido para honrar a Woden, el gran protector de la entrada a Ávalon. Y

Saerwen conocía el lugar donde aún se encontraba el altar.



     Dos hermosos pilares tronaron al caer al suelo mientras un muro de balas

atravesaba el polvo tras la destrucción, los defensores de la fortificación buscaron

protección y devolvieron el ataque con todas sus fuerzas, solo para sentir como toda

su resistencia caía por los suelos al escuchar el sonido de máquinas del hombre

acercándose. Dos tanques modelo Mamut, que deteniéndose, apuntaron cañones de

150 mm hacia el fondo del inmenso corredor que conducía a la entrada principal del

castillo.

     - ¡Fuego! – gritaban al unísono los dos comandantes de tanque segundos antes de

sentir como las bestias mecánicas que montaban retrocedían por la inercia de sus

disparos. Y con el humo apenas disipándose, decenas de soldados corrieron hacia la

improvisada entrada de la fortaleza con sus mentes sumergidas en la violencia reinante

12
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

y sus pensamientos enclaustrados solo en continuar con la matanza.

   - ¡La entrada está limpia capitán! – gritó un sargento con un notorio acento irlandés.

   - ¡Chécala bien Mac Cárthaigh!, ¡no queremos sorpresas! - respondió el soldado

herido mientras se acercaba. El dolor en su cabeza se empezaba a sentir más fuerte

cada minuto, quizás por la disminución de adrenalina en el corto momento de

tranquilidad. Mientras colocaba su mano junto a su cabeza en un reflejo de dolor, su

miraba bajó, hacia aquel suelo manchado en sangre, pero los cadáveres de antiguos

regados por todos lados no le produjeron mi la más mínima perturbación. No era un

psicópata, no disfrutaba con toda esa muerte, pero la maldita guerra casi le había

quitado todo lo que amaba y no iba a permitir que los cabrones que la habían iniciado

se quedaran impunes.

   Sin ningún obstáculo a la vista, los soldados entraron a lo que parecía ser un jardín

interno lleno de hermosas flores y árboles nunca antes vistos por ninguno de los

presentes. Y entre estos, tres líneas de bellos pilares de piedra rodeados por ramas y

vegetación sostenían un techo que producía el brillo de una serena mañana.

   - Niñas, no hay tiempo de contemplar las flores – expuso el capitán en tono severo

– quiero que los ingenieros derriben aquellas puertas – dijo señalando al final del gran

jardín, hacia dos portones de roca grácilmente decorados con plata. – Mac Cárthaigh y

Hill – continuó – llévense a sus hombres por la de la izquierda, yo iré con Gray por la

otra y comuníquense con los barcos para que apunten a otro lado, no nos vayan a

matar los nuestros. Recuerden, busquen una esfera con brillo y destrúyanla a como dé

lugar, es posible que otras compañías ya hayan entrado al castillo por otros lados, así

que tengan cuidado a que le disparan. No intenten tomar prisioneros, no por ahora y

tengan sus señales de humo a la mano, cuando terminemos con esto den la señal a los

aviones para que tiren esta porquería –

                                                                                      13
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

     - ¡Bien infelices, ya oyeron al capitán, muévanse maldita sea! - gritó el sargento, y

acercándose rápido al capitán le dijo – señor acaban de avisar que “el arlequín”

también ha entrado al fuerte –

     El capitán le miró a los ojos y con una mueca nerviosa asintió la cabeza. Ya todos

habían escuchado sobre el arlequín, una especie de lunático con uniforme, con una

tendencia por volar todo en pedazos, sin embrago la razón por la que aún un ejército

como el mexicano siguiera permitiendo la presencia de gente así en sus filas sin castigo

o juicio era sin duda el misterio que rodeaba al hombre.

     Los ingenieros terminaron pronto de colocar las cargas de explosivos y todos se

prepararon para continuar el ataque. Un par de explosiones tumbaron los grandes

portones en medio de pequeñas sacudidas, pero una Infinidad de bolas de fuego

salieron disparadas a velocidad de bala apenas la última de las puertas tocaba el suelo.

Un joven soldado de no más de veinte años tomó un par de granadas y con gran

destreza las lanzó a través de la puerta, corriendo inmediatamente hacia su antigua

posición para agacharse junto a sus compañeros.

     Gritos de terror se retumbaron a través de todo el pasillo, siendo silenciados de

repente por una tremenda explosión.

     Sin perder tiempo, el primer grupo se levantó y se preparó para entrar por el pasaje

izquierdo, siendo Mac Cárthaigh quién se ponía al frente de la tropa – muev… -

empezó a decir, cuando de la nada, una solitaria esfera de fuego se le vino encima.

Todo su cuerpo salió disparado hacia el suelo al tiempo que la luz de la esfera

atravesaba su pecho.

     Todos se quedaron en silencio al verlo desplomarse y quedándose inmóvil sobre un

charco de sangre

     - ¡¡ MAC CÁRTHAIGH, MAC CÁRTHAIGH!! – gritaba uno de los soldados

14
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

esperando en vano obtener una respuesta.

   El rostro del capitán perdió su inmutabilidad y su expresión se volvió una con su

mirada de ira. Su pesado cuerpo se movió con urgencia hacia aquel pasillo asemejando

un enorme toro presto a matar todo frente a él. No tardó ni tres segundos en llegar a

un cuarto maltrecho al final del amplio túnel cuando de entre todas las siluetas se alzó

una, sosteniendo una especie de báculo largo con una luz rojiza que parpadeaba su

punta. El brillo se tornó de pronto más intenso y una corta ráfaga de esferas

llameantes salió directo hacia el capitán, quien por pura suerte lograba echarse al suelo

al tiempo que apuntaba y disparaba directo hacia su atacante.

   Un solo impacto bastó para que la figura soltara su arma y cayera al suelo, de

inmediato el capitán se levantó, todavía apuntando su arma mientras la sostenía con

fuerza, como si esperara alguna respuesta del cadáver que ahora se encontraba frente a

él, pero cuando se acercó lo suficiente pudo distinguir las infantiles facciones en el

rostro de su enemigo.

   El rostro de un niño con hermosos ojos violeta y cabello oscuro le hizo recordar su

propia vida, cuando corría a través de explosiones en medio de un Londres devastado

y cubierto por el fuego, llevando armas y municiones a los soldados y a la resistencia.

Pero incluso en ese entonces, él ya había dejado su infancia hacía mucho tiempo.

    La ira en sus ojos disminuyó y bajando su arma se acercó hacia su obra para

admirar más de cerca lo que ahora se sentía como su último pecado. Su mente empezó

a descargar recuerdos y su pecho se contraía cada vez más, agitándole la respiración.

   “!Un niño¡ ¡he matado a un niño¡” se repetía a sí mismo en su mente, sintiendo

como con cada palabra una daga se le enterraba en el pecho, como se despertaba de un

largo bloqueo mental, dándose cuenta de cómo la guerra lo había automatizado y

como había perdido la capacidad de pensar en la vida como un valor.

                                                                                        15
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

      Sus hombres empezaron a llegar a través del pasillo y vieron con gusto como su

oficial seguía vivo, quedándose quietos y en silencio a su alrededor, esperando, igual

que un grupo de perros fieles, a que esté dijera o hiciera algo.

      Ante la demora uno de los soldados se le acercó y le preguntó - ¿señor, está todo

bien? – y ante la ausencia de respuesta le volvió a preguntar.

      Un ligero empujón hizo reaccionar al capitán, que dándose la vuelta se paró frente a

su hombre y le dijo mientras le tomaba el hombro – estoy bien Gray – pero el cabo

pudo notar algo raro en el rostro de su oficial, como si algo se hubiera roto dentro de

él.

      Aquel cabo le debía mucho al capitán. Aquel era apenas un par de años mayor que

él, y ya le había salvado la vida en más de una ocasión, siempre con la misma expresión

de fuerza. Pero no podía quitarse de la cabeza aquella escena de hace una semana,

durante la celebración por la liberación de las islas británicas, cuando lo vio sentado,

solo y en silencio en un “pub”. Pensó que solo trataba de relajarse con un buen trago

y no quiso molestarle, así que paso de largo, pero notó como las lágrimas bajaban de

unos ojos rojos y cansados mientras murmuraba una y otra vez cosas sin sentido. No

pudo perderle el respeto, tampoco la admiración, pero desde entonces ya no pudo

mirarlo de la misma manera, ya no como aquel súper hombre de piedra. Quizá no

podía tolerar la idea de ver a su superior como alguien débil y por ello una y otra vez

pensaba que solo habían sido los efectos del alcohol los responsables de lo que Gray

no podía dejar de ver como patetismo. Pero al mismo tiempo tampoco sabía porque

no podía tolerar aquella manifestación de humanidad, como si ello fuera sinónimo de

debilidad.

      - Y ustedes señoritas, ¿qué esperan? ¿El recreo? muévanse, que todavía falta mucho

para un descanso – gritó el capitán al resto de sus hombres. Por un segundo, su mirada

16
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

se posó sobre el distante cadáver de Mac Cárthaigh. Había peleado con la mayoría de

los presentes por casi dos años y creía sentir por cada uno de ellos lo que se siente por

un hermano. Sus compañeros eran casi la única familia que le quedaba y no quería

perderlos, por eso, ganar la guerra era lo importante, pues era lo único que podía hacer

para asegurar que sus muertes no hubieran sido en vano y no podía permitirse

lamentaciones, pero al ver a lo que fue Mac Cárthaigh no pudo pensar en algo que no

fuera la imagen de sí mismo en la misma posición que su antiguo compañero. Casi

podía creer que su destino era morir rodeado de todos aquellos que había asesinado.

Su mente volvía a sumirse en la vaguedad y solo al darse cuenta que la muerte de un

enemigo lo estaba afectando más que la muerte de sus propios hombres le hizo

ubicarse por completo en lo que todavía faltaba por hacer.

   - ¿Ya tomaron lo necesario? – preguntó con pena, refiriéndose al sargento caído.

   - Sí, señor – respondió Hill con seriedad.

   El capitán solo asintió con la cabeza y le ordenó a Gray tomar el lugar de Mac

Cárthaigh y continuar con el plan trazado. Todos aceptaron y dejaron en el suelo todo

aquello que no fuera sus armas o munición. Ya se había perdido mucho tiempo y partir

de ahora el avance debería de ser lo más rápido posible. La mitad del grupo continuó

desde donde se encontraban, mientras la otra parte regresó al gran jardín para tomar el

camino del segundo portón.

   Al final de la segunda puerta se encontraron con una larga escalera que subía hasta

un conjunto de cuartos y salas adornadas con la historia del reino de las hadas, pero

ninguno de los soldados prestó atención a algo que consideraban igual a la mierda.

Pero lo que les preocupaba era la falta de una fuerte resistencia en un lugar tan

importante como el centro de la defensa costera de todo Rahannwyn. Por lo que

asumieron de inmediato que alguna emboscada les debía de estar esperando en

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

cualquier momento.

     Al final de una hermosa sala se divisaba una gran entrada cerrada con dos puertas

hechas de un extraño material parecido al hierro, pero más brilloso; una extraña luz,

demasiado limpia y blanca como para ser la del sol salía por los delgados bordes. Al

acercarse más a ella, lograron escuchar una armoniosa voz que cantaba una especie de

himno en la lengua de las hadas. Aquel cántico, sin embargo, se escuchaba demasiado

leve como para que su autor estuviera cerca. Al abrir una de las puertas se encontraron

ante un extenso corredor cubierto totalmente de mosaicos luminosos, el brillo que

producían era casi insoportable, así que decidieron moverse rápidamente, escuchando

en cada paso como aquel extraño salmo se hacía más y más fuerte.

     El brillo se volvía cada vez más intenso cuando de pronto, se encontraron ante una

segunda puerta, más estrecha que la anterior, pero igual de alta.

     - Vamos a necesitar más explosivos – replicó un soldado ante una primera

inspección.

     Pero al acercarse uno de sus compañeros, notó que la puerta, aun cuando parecía

trabada, solo necesitaba un jalón fuerte para abrirse. Sin decir más puso sus manos en

la puerta y empezó a hacer presión, pero de inmediato el capitán lo detuvo.

     - ¿Qué haces estúpido? - le dijo al quitarla las manos de la puerta - ¿qué no ves que

pueden haber elfos esperándonos? –

     Pero menos de un segundo después, las puertas de abrieron de par en par llenando

todo el pasillo con esferas de fuego y flechas resplandecientes. Varios soldados cayeron

muertos en el acto mientras los demás buscaban protección en cualquier lugar. Pero lo

angosto del corredor impedía ocultarse sin poder encontrar alguna posición donde

pudieran responder al ataque y el capitán apenas podía ver como sus hombres se

arrinconaba casi detrás de las puertas abiertas. Los disparos continuaban de forma

18
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

ininterrumpida, impactando el pasillo hasta llenar todo de pedazos de loza rota y varas

de flechas y saetas incrustadas en cada rincón visible.

   A través de la delgada abertura entre la puerta y la pared, el capitán pudo ver una

área que le pareció familiar, semejante al enorme jardín por el que habían entrado al

castillo, pero aunque las columnas y el techo eran iguales, no parecía haber ninguna

flor alrededor, solo árboles grises y viejos ubicados en círculos desde los cuales

antiguos pesadamente armados continuaban disparando. Pero a pesar del ruido y el

movimiento, pudo ver como el piso de aquella habitación estaba repleto de armaduras

y espadas rotas y viejas, pero lo extraño era su origen, ninguna de ellas se parecía a las

que usaban los antiguos, sino que parecían ser de romanos y vikingos. Como si aquel

lugar fuera el último destino de quienes llegaron antes que ellos, por un instante casi se

podía imaginar los restos de su equipo, cascos y rifles oxidándose y pudriéndose en

aquella habitación, haciendo compañía a los hombres que quizá también quisieron

vengar en épocas antiguas los crímenes de aquellos monstruos.

   Pero fue al subir la mirada cuando se quedó quieto ante una escena parecida a una

antigua misa pagana.

   Decenas de antiguos formaban un círculo alrededor de lo que parecía ser un prisma

tan alto como dos hombres, del cual brotaba una luz tan preciosa que durante un

momento logro tranquilizarlo. De pronto vio como frente al extraño prisma una joven

con un largo cabello negro y compleja túnica blanca levantaba las manos mientras

recitaba el coro que venían escuchando desde hace rato, pero lo que más les llamó la

atención, fue la esfera blanca que sostenía entre sus manos.



   Ella conocía a la perfección todas las leyendas, pero solo el deseo de la victoria y la

imagen de su muerte le pudieron hacer creer en ellas. No podía perder nada

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

intentándolo y si daba resultado la balanza de la guerra podía cambiar a su favor de

manera definitiva. Sostuvo el orbe con ambas manos mientras contemplaba su gran

brillo, ya había terminado de orar a los dioses y ahora solo quedaba decir la invocación.



                              Oh, gran Woden, protector de Ávalon

                                Oh, tu dueño de los vientos gélidos

                       Imploro tu venida, imploro que nos muestres tu poder

                                Que tú olvido se vuelva tu fuerza

                              Que tu ira aplaste a nuestros enemigos

                                        Muéstrate Woden

                                        ¡Muéstrate Odín!



     El orbe en sus manos empezó a brillar con más intensidad que nunca y todo el

suelo alrededor del prisma se agitó de tal manera que largas grietas aparecieron por

todos lados, la respiración de Saerwen aumentó en un ansia de que ocurriera algo

maravilloso, su corazón empezó a latir más rápido y sus ojos se enfocaban en el

prisma. Pero todas sus esperanzas se desmoronaron cuando la sacudida terminó y el

orbe regresó a su estado original. Todo quedó en silencio y solo Saerwen parecía estar

sorprendida. Estuvo a punto de gritar de la desesperación mientras volteaba de un lado

para otro en espera de una respuesta de sus propias soldados cuando un par de

pequeños objetos oscuros salieron de la nada y cayeron exactamente en medio del

circulo de antiguos, justo delante del enorme prisma, solo Saerwen reaccionó con

prontitud y con una carrera abrazó el orbe y se cubrió detrás del gran prisma.

     Dos explosiones siguieron al ínfimo lapso de sorpresa al tiempo que desde un par

de vitrales en la parte alta de la habitación varios cañones de arma aparecieron,

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

abriendo fuego contra todo lo que se moviera abajo. Aprovechando el lapso de

distracción, el capitán y sus hombres salieron corriendo del pasillo, abriendo fuego en

el acto, reduciendo la resistencia del castillo, arrinconándola en el terreno más alto.

   Los antiguos restantes tomaron de inmediato posiciones defensivas y respondieron

el ataque. Saerwen, muerta de miedo, trataba de mantener su mente en calma, no

quería repetir el mismo teatro que hizo en la sala de meditación, pero su cuerpo

parecía sucumbir de forma natural ante el peligro. Debía proteger aquella esfera y

tratar de enmendar su error. Si bien la fortaleza ya no contaba con la protección que le

daba la energía del orbe, este aún mantenía sumergidos los muelles que tanto ocupaban

los hombres para poder concretar la invasión.

   Los soldados sintieron un temblor a sus espaldas y vieron con gusto como toda una

sección de aquella estancia caía para permitir la entrada a más de los suyos. Un par de

pistolas eléctricas fueron postradas a lo largo de una gruesa barda de piedra tras los

árboles y sus disparos acabaron con toda resistencia en pocos segundos.

   Un soldado de complexión rolliza corrió hacia el prisma con su rifle en alto.

   - ¡De pie puta! ¡DE PIE! – gritó a la sacerdotisa desde una distancia segura, la cual

se levantó mostrando la luminosa esfera entre sus brazos.

   Con un brusco movimiento el soldado estiró su brazo izquierdo, logrando tomar el

orbe al mismo tiempo que empujaba a la fata. Saerwen logró mantenerse de pie y con

una rápida inclinación puso sus dos manos sobre el brillante objeto mientras trataba de

resistir la fuerza del humano.

   En medio del forcejeo, el soldado pateó a la molesta muchacha, no sin que esta

lograra quitarle su preciosa posesión, pero la fuerza del impacto le impidió sostener el

orbe con la fuerza necesaria y todo mundo pudo observar como la esfera quedaba

reducida a polvo al momento que se estrellaba contra el suelo.

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

     La alegría empezó a vislumbrase en el rostro de todos los invasores al momento

que a lo largo de toda la costa enormes plataformas de piedra surgían desde el fondo

del mar hasta el interior de la playa, claro que algunas lanchas de desembarco se

volcaban mientras las columnas y las rampas brotaban del lecho del mar, pero el

resultado obtenido valía las molestias. La misión había sido cumplida, después de casi

dos horas de lucha, el puerto más importante de Ávalon había sido tomado. Por su

parte, Saerwen fue levantada a la fuerza, se le amarraron las manos y se le empezó a

llevar hasta el interior del castillo.

     Todo parecía acabado, pero de pronto, una luz, tan brillante que no permitía ver

nada más, emergió desde el fondo del enorme prisma momentos antes de que este

explotara con una fuerza tal que todos aquellos dentro de la sala fueron arrojados con

al suelo con facilidad. Una segunda explosión salió desde el interior del suelo,

despedazando el techo de la estancia seguido por un enorme relámpago que partió lo

que quedaba del techo, cayendo justo donde se habían originado las explosiones.

     El destello del rayo pasó rápidamente y una enorme figura se levantó de entre el

cuarteado suelo.

     No parecía ser un antiguo, pero tampoco parecía humano. Su piel no tenía

coloración alguna y a excepción de unas largas barbas plateadas, sus facciones parecían

las de un hombre joven. Un casco del cual salían un par de alas doradas adornaba su

cabeza y a través de este se podía notar que donde debería de estar su ojo izquierdo

solo había un negro agujero por el que emanaba una brisa similar a un viento invernal.

Una pesada armadura hecha de metal y cuero le cubría el cuerpo y sobre ésta,

descansaba una pesada capa, tan larga que llegaba al suelo con facilidad. Sobre sus

hombros dos cuervos, negros como la noche, se posaban en sus hombros, uno de cada

lado, girando sus cabezas con gracia y graznando a la multitud de forma amenazadora.

22
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

   Todos los soldados quedaron en silencio, no sabían si era miedo o asombro lo que

sentían en ese momento, pero solo se quedaron viendo a aquel ser que se movía

lentamente hacia ellos, dejando una delgada capa de hielo con paso que daba.

   Con una perturbadora tranquilidad aquel extraño levantó su mano hacia quienes lo

miraban y un sonido similar al de un gigantesco trombón surgió de alrededor del

extraño ser al tiempo que todo aquello frente a él se hacía pedazos.

   En medio de la destrucción, uno de los soldados lanzó un grito de horror segundos

antes de empezar a presionar el gatillo de su arma con toda su fuerza, de inmediato

todos sus compañeros hicieron lo mismo. El extraño guerrero retrocedió un poco ante

el ataque, pero las balas no parecían producirle un daño considerable, de hecho, si no

hubiera sido por las pequeñas quejas que se lograban escuchar de entre los impactos de

bala, nadie hubiera creído que se lograba algo con las descargas.

   De repente, el guerrero lanzó un grito horrible, similar al sonido de las sirenas que

anunciaban a los ataques aéreos, y con éste, el impacto psicológico a los hombres fue

inmediato, cada uno de ellos pudo sentir como un sudor frio empezaba a bajar por sus

rostros junto con un terrible escalofrío que recorría sus venas, sin embargo ninguno

de ellos dejó de disparar, el miedo ya no podía detenerlos y menos ahora que habían

logrado capturar la playa.

   Un segundo grito aún más fuerte que el anterior retumbo del extraño ser y de

pronto un viento gélido cayó del cielo a una velocidad impresionante, formando una

pared de hielo entre el guerrero y los ataques de los soldados, haciéndose más y más

sólida con cada segundo, haciendo que las balas rebotaran ante el grueso de la pared. A

través del enorme bloque de hielo se podía ver una silueta sin rostro, inmóvil, tan

distorsionada, que casi se fundía con el grueso hielo frente a ella. El contorno de una

mano empezó a definirse a través del translucido muro y con la fuerza de un cañón

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

naval, miles de cuchillas de hielo fueron lanzadas, destruyendo todo lo que se les

atravesara.

     Los impactos de las cuchillas retumbaban como fuego de morteros y de forma casi

inmediata los sonidos de los disparos fueron remplazados por llantos y gritos de

agonía.

     Una sola lágrima recorrió el rostro de Saerwen mientras sus labios formaban poco a

poco una sonrisa dulce y sincera como la de una niña, contrapuesta a la muerte que la

incitaba. La línea costera aún tenía salvación, el esfuerzo del hombre podía ser

detenido y su victoria les podía ser arrancada. De pronto la formidable figura de un

capitán se levantó de entre los caídos y corrió hacia una de las pistolas eléctricas que

todavía se encontraban sobre las rocas. Woden se movió pesadamente, quedando

frente al capitán y sacando una larga espada hizo un lento moviendo horizontal en

forma de arco.

     Enormes bloque de hielo, afilados como espadas, surgieron de la tierra, siguiendo la

línea trazada por la espada. El capitán escucho un extraño sonido detrás de él y sin

detener su paso dio una pequeña mirada hacia atrás, de inmediato su sangre se heló al

ver una cortina de hielo surgir del suelo y dirigirse hacia él y con un tremendo esfuerzo

acelero su marcha, solo para dar un desesperado salto hacia su objetivo.

     Las pistolas eléctricas eran demasiado pesadas, habían sido diseñadas para

proporcionar alrededor de dos mil disparos por minuto, sacaban su nombre de una

batería eléctrica que hacia girar rápidamente un juego de seis cañones para evitar el

sobre calentamiento. Además las municiones que usaba eran de buen calibre,

aumentando su peso con cada cartucho. Pero, y como si el peso no importara, el

capitán levantó aquella pesada arma y siguió corriendo para evitar ser alcanzado por el

hielo con la esperanza de encontrar una base firme y el tiempo suficiente para usar su

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

nueva adquisición. Por su parte Woden volvía a empuñar su espada, pero antes de

lanzar un segundo ataque, una sección de la larga muralla de hielo se desplomó ante el

avance de un Mamut. La pesada torreta del tanque giró hacia Woden y le apuntó con

su cañón al tiempo que el guerrero volvía a levantar su arma, ahora hacia el tanque, y

con un veloz movimiento la dejó caer al suelo al instante que la bestia mecánica hacia

su disparo. Una tremenda explosión hizo temblar el suelo acompañada de una onda

expansiva que salió emitida a la velocidad del sonido, haciendo que el capitán perdiera

el equilibrio aun encontrándose a más de veinte metros del estallido. La espesa nube de

humo empezó a disiparse dejando ver un tanque completamente destruido, como

rebanado a la mitad y cubierto en su totalidad de fuego y humo y directamente en

frente de todo ese desperdicio de material estaba la serena figura de un guerrero;

   Woden se encontraba ileso.

   El capitán se levantó rápidamente y utilizó ese tiempo para posicionarse detrás de

Woden y recargar su arma. Pero el sonido de la recarga alertó a uno de aquellos

sombríos cuervos, quien de inmediato graznó para alertar a su señor. El capitán no

esperó a perder su ventaja y empezó a disparar su pesada arma, pero la descarga

resultó insoportable, con cada tiro sentía como sus brazos se entumían de malestar, sus

dientes estaban tan apretados que de no haber dado un grito de dolor se hubieran

quebrado, sus piernas empezaron a temblar y pudo sentir como las venas de su cuello

se inflamaban. Habían pasado solo cuatro segundos desde el primer disparo, pero cada

uno le parecía como una eternidad.

   Al principio Woden no pareció recibir daño, pero poco a poco se podía notar como

pequeños pedazos parecidos a cristales astillados empezaban a salir de su espalda con

cada disparo. Con un grito de enojo el guerrero dio la vuelta bruscamente al tiempo

que blandía su pesada espada hacia el único hombre, el último soldado que quedaba de

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

pie en toda la colina.

     El capitán solo vio un haz de luz diagonal viajar hasta él a una velocidad tan grande

que le fue imposible esquivar y solo pudo escuchar como las ruinas que se

encontraban detrás de él estallaron al unísono justo antes de sentir un extraño hilo de

sangre que empezaba a deslizarse por su rostro. Un segundo después una enorme

presión se sintió en todo su cuerpo al instante que un dolor increíblemente fuerte le

cruzó desde arriba de su ceja izquierda hasta su mejilla derecha, todo seguido por el

impacto de un golpe invisible.

     En medio de un horrible grito de agonía, el cuello del capitán se dobló hacia su

espalda mientras un enorme chorro de sangre se elevaba desde su cabeza. Todo le

parecía dar vueltas, pero milagrosamente logró mantenerse de pie, solo para terminar

vomitando. Se sentía demasiado mal, su cuerpo ya no reaccionaba como él quería, solo

se balanceaba de un lado a otro en un patético intento por seguir luchando. El dolor le

impedía siquiera abrir los ojos pero con sus manos aún sostenía con fuerza la pistola

eléctrica.

     Con un último esfuerzo logró levantar su arma hacia donde había estado

disparando momentos antes. Pero al apretar el gatillo toda la pistola eléctrica explotó

en sus manos. Con todo su cuerpo hecho pedazos, se dejó caer de rodillas. Todo tipo

de sensación empezó lentamente a desaparecer de su cuerpo y con la perdida de dolor

pudo abrir sus ojos. Hubiera jurado que ambos ojos se encontraban abiertos pero solo

podía ver con el derecho y lo que vio le hizo sentir un vacío en su estómago; un par de

manos maltrechas, llenas de carne muerta y humo.

     En medio del shock pudo sentir vagamente un aire fresco que se enfriaba cada vez

más. Una pesada bota de piel se le apareció en frente y al verla, con un tembloroso y

lento movimiento, alzó su mirada.

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

   La expresión de Woden era similar a la de un niño que se sorprende de no haber

matado a un ave después de la primera pedrada, como si todo el dolor que el capitán

padecía no fuera suficiente para satisfacerle.

   Woden alargó su brazo derecho y con una mano tan fría como el hielo tomó al

maltrecho hombre por el cuello. Con una fuerza sobrehumana lo levantó y

apretándolo lentamente veía como aquel humano respiraba con dificultad. Por un

instante, un extraño malestar recorrió el brazo de Woden hasta llegarle al cuerpo,

aquella sensación era muy distinta al dolor ocasionado por las balas, era como si su

propia existencia fuera poco a poco disolviéndose en la nada, como si con cada respiro

un pedazo de su alma le fuera arrancado por la fuerza para nunca más volver. Sin

embargo aquella incomodidad pasó demasiado pronto como para impedirle terminar

su trabajo.

   A pesar de la agonía, el capitán trató de ver con más detalle el rostro de su enemigo.

Su piel era parecida a la piedra de rió, o al hielo que se forma en las ramas de los

árboles de las montañas, pero fue el vació de su mirada lo que le hizo sentir la patética

calma de la derrota, solo él había quedado con vida y ahora estaba a punto de morir en

las manos de un maldito monstruo. El capitán empezaba a creer que no solo era su

final, sino que este ere el merecido por todas las vidas que había tomado. Sin embargo

dos figuras se aparecieron en su mente, una era Mac Cárthaigh, tirado, lleno de sangre

y con los ojos fijos en él, como recriminándole el poco intereses en lo que debió haber

sido una pérdida importante, la otra era una imagen rara; el niño elfo a quien le había

arrebatado toda una vida, a este último casi podía verle en la distancia como

esperándolo. Pero la imagen tomó otra forma, pareciéndose cada vez a él, pero más

joven mostrando o que fue su vida. Entonces recordó que todavía había alguien

esperándolo, alguien que necesitaba de él y se dio cuenta que no importaba todo lo que

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

había hecho o si merecía morir por ello, su deber era continuar con vida aunque fuera

para proteger otra más.

     El lejano sonido de los aviones le hizo volver en sí, decidido a vivir, o por lo

menos, a no morir en vano y con lo poco que le restaba de fuerza tomó una de las

señales de humo de su cinturón y con un increíble esfuerzo logró clavarlo en la cuenca

izquierda de Woden. De inmediato una gran nube de humo verde salió del pequeño

tubo enterrado en la cara del guerrero que en medio de su dolor dejó caer al capitán, el

cual aprovechó el momento para prender otra señal y meterla en el cinturón de

Woden.

     Un poderoso brazo salió de entre el humo directamente hacia el pobre soldado y

con un poderoso golpe lo mando a volar hasta un pequeño grupo de árboles a medio

derribar. Un delgado árbol se quebró al impacto del cuerpo humano lanzado hacia él y

el sonido de la madera partiéndose se confundió con el de los huesos quebrándose.

     Woden se giró con la mirada llena de ira, pero antes que pudiera quitarse la señal de

su ojo una explosión a su lado, tan fuerte que le desprendió su armadura, le hizo gritar

de agonía. Una segunda y una tercera explosión acompañaron a la primera y con cada

una se descubría más un cuerpo que se agrietaba como el cristal. Unos bombarderos

ligeros aparecieron en el cielo, seguidos de escuadrones caza que disparaban hacía el

origen de la señal de humo, arrancaban trozos del cuerpo de Woden con las descargas

de sus cañones, sin que este pudiera hacer algo al respecto.

     Durante medio minuto aquella bestia con forma humana pudo sentir un infierno,

que para desgracia del capitán, terminó tan rápido como empezó. Después de la

tormenta de fuego, Woden, cojeando y sangrando, intentaba acercarse al capitán y si

bien cada paso le producía un terrible dolor, en su mirada claramente se podía

distinguir un odio tan grande como su determinación. Él solo existía para defender a

28
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

Ávalon, sin embargo realmente quería asesinar con sus propias manos al responsable

de su humillación. Entre más se acercaba al mar de ramas muertas más notaba el

rostro de un humano agonizante, pero aún consiente a pesar de sus heridas. Las

miradas de ambos parecían estar fijas en el otro, pero de pronto una sonrisa apareció

en el rostro del capitán y su mirada quedó llena del gozo de la victoria. Woden se

quedó helado ante esa expresión, por un segundo no comprendió el significado de

aquel gesto pero de inmediato, como si toda la angustia del mundo le cayera encima,

éste le hizo detenerse. No sabía qué hacer, sentía que en cualquier momento algo más

aparecería para provocarle más y más dolor y casi podía sentir la sonrisa de su enemigo

como un arma más, apuntándole.

   Su inquietud se acrecentó cuando se dio cuenta que el soldado no lo estaba viendo

a él, sino a algo más, algo detrás suyo y sintiendo un gran peligro volteó hacia donde

miraba el capitán y notó un avión, un solitario avión volando de manera semejante al

buitre que rodea tranquilamente a un cadáver fresco.

   El capitán sabía de qué clase de maquina se trataba, era un C-47 modificado, de

fabricación soviética, pesado y lento en comparación con los demás aviones, pero en

eso radicaba su fuerza, no había sido modificado para el combate ni para el

bombardeo, sino para despedazar blancos en tierra. Su enorme estructura estaba llena

de un conjunto de tres cañones eléctricos de 30 y uno simple de 60mm, que en

conjunto destrozaban a un objetivo en cuestión de segundos.

   Dentro del enorme avión toda la tripulación preparaban las armas para destruir el

blanco señalado. Ya tenían experiencia con blancos móviles, aunque jamás habían

apuntado a algo tan pequeño, pero sin dudar de su buena puntería abrieron toda su

capacidad de fuego. Todo bajo las miras de los cañones se despedazaba con los

interminables impactos que a diferencia de las bombas, lograron golpear directamente

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

el cuerpo de Woden. Cada uno le reventaba alguna parte del cuerpo, cada uno le

producía más dolor que el anterior, cada uno le acercaba más y más a la impensable

muerte de un inmortal. Incluso el sonido de sus llantos quedaba reducido ante el

estruendo de los disparos, y solo un último grito, lleno de la misma desesperación que

la un niño al perder a su madre, resonó hasta cubrir cada centímetro de la playa.

     - ¡¡MORGANA!! -

     Un último disparo pegó directamente en su pecho, penetrándolo por completo,

haciendo que la agonía lo consumiera por completo cuando su torso se empezó a

fragmentar en miles de pedazos que volaron por el aire en una hermosa nube de

brillantes tonos blancos y azules. Todo el ataque duró menos de diez segundos y ahora

todo escándalo desaparecía dejando solo el sonido de las olas golpeando las ruinas de

una muralla armonizado con las lejanas pisadas de los invasores.

     Gotas de sangre caían al suelo mientras una lastimera figura se acercaba hacia

donde se encontraban los restos de la criatura que casi pudo destruir todos los sueños

de venganza de todas y cada una de las naciones del hombre. El dolor ahora palpitaba

por todos y cada uno de los nervios de aquel único hombre en la cima de la costa, pero

ahora bien valía la pena tratar de soportar el malestar.

     Un gesto de satisfacción apareció en la cara del joven soldado al tiempo que lograba

levantar un poco la cara, disfrutando la fresca brisa marina y dejando relajar los

músculos, tal vez moriría, pero por lo menos podía alegrarse en el tiempo que le

quedaba, a fin de cuentas todo el sufrimiento no había sido en vano. Se había obtenido

la victoria. Pero al bajar la mirada, su expresión se llenó de desconsuelo al darse cuenta

que todos sus hombres habían muerto y ya ni siquiera podía distinguirlos entre la

enorme mancha de sangre y carne muerta en la se había convertido toda la colina, eso

le produjo un dolor más intenso que el de cualquiera de sus heridas. Sentía que ya no

30
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

podía ni llorarles.

   Cientos de veces se habían jurado a sí mismo no volver a llorar, pero le era

imposible, no podía olvidar los rostros de todos aquellos que lo habían acompañado y

con esto, una vez más quedaba solo. Recordó que alguna vez pensó que con ellos sería

diferente, no eran civiles indefensos, sino veteranos capaces de soportar más de lo que

soportaron su padres y ella… ¡ella!, ella todavía estaba viva y una vez más casi la

olvidada. La había recordado hace apenas tan poco e incluso fue ella su razón para

vivir, pero por alguna razón la realidad de la guerra se la arrancaba de la cabeza.

   De pronto un leve sonido llamó su atención, y casi de inmediato se percató de una

extraña silueta desapareciendo velozmente hacia la lejanía. Sus ojos se llenaron de una

rabia indescriptible cuando distinguió la figura de Saerwen. De todo su cuerpo brotó

sangre al tiempo que desenfundaba un pesado revolver Webley calibre .455. Disparo

tras disparo trataba de mantener su arma lo bastante firme para asegurar su objetivo,

pero le era demasiado difícil y cada segundo que pasaba Saerwen se alejaba más y más.

Con todo el odio del mundo apuntó lo mejor que pudo antes de disparar su última

munición y vio con desesperación su falló, pero de repente una parte del lejano

antiguo se le desprendió de su cuerpo justo al momento de desplomarse, todo antes de

continuar su precipitada carrera casi de manera milagrosa. La maldita había logrado

escapar, pero en eso, varios disparos más salieron por detrás del capitán, todos

dirigidos hacia Saerwen, y todos en vano.

   El capitán trató de recargar su arma, pero todo su cuerpo se derrumbó con fuerza

hacia el suelo mientras un rio de sangre se le escapaba por borbotones de su boca.

Inútilmente intentó levantarse, pero poco a poco su conciencia se desvanecía y toda su

mente se quedó en un negro vacío. Un último recuerdo le cruzó la mente; el rostro de

una joven que le miraban con hermosos ojos azules y encima de ella, un sol tan

                                                                                      31
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radiante que hacía que sus bellos cabellos castaños brillaran como el oro.

     En ese entonces el cielo se veía tan claro y azul.



                                               …



     - ¿Qué demonios pasó aquí? – preguntó un soldado al acercarse al montón de

escombros y pedazos de cuerpos que rodeaba al capitán.

     - Cállate y sigue disparando – respondió con una extraña y suave voz un hombre

que subía lentamente la colina, irguiéndose de tal forma que desarmonizaba el

ambiente de caos a su alrededor, como si se encontrara en un paseo veraniego y no en

las costas del hades. Y con toda la calma del mundo retiraba de su boca una larga

boquilla y la movía ligeramente para quitar la ceniza del cigarrillo en la punta, sus ojos

color sangre se veían aún más tétricos por las cicatrices negras que sobresalían como

líneas por arriba y por debajo de ellos, creando el efecto de maquillaje de circo y

torciendo su boca con disgusto dijo mientras volvía a colocarse la boquilla en la boca –

esa cosa se escapó. Pero por lo menos le volamos un brazo –

     Un suspiro proveniente del maltrecho hombre en el suelo alertó a los presentes,

que con apuró rodearon al capitán – ¡Dios mío, esté sigue vivo! – dijo uno de ellos con

preocupación.

     Con lentitud la mano del capitán se alzó al cielo, como buscando algo, solo para

regresar al suelo un segundo después - hermana – dijo antes de suspirar por última vez.

     El hombre de las cicatrices se quedó mirando al hombre en el suelo por un rato,

fumando lentamente como siempre, al cabo de unos segundos lo movió con el pie,

lentamente al principio y luego aumentando la velocidad, tratando de hacerlo

reaccionar, pero al no ver respuesta se inclinó y se le acercó, alargando su mano y

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

metiéndosela en el pecho buscando algo. Los demás soldados miraban en silencio

cuando el hombre de las cicatrices le arrancaba algo del cuello al hombre muerto y

abriendo su mano mostraba una placa de metal con algo inscrito en ella.



   HARKER, WINSTON T.



   Un suspiro, como un leve lamento salió de la nariz del hombre, ahora arrodillado

ante alguien que fue un simple soldado, olvidado a su suerte en el infierno, como él y

como todos aquellos que ahora subían por toda la maldita playa.

   - ¿Compañero Mayor?, ¿Qué hacemos con él? – preguntó un soldado al acercarse al

hombre cicatrizado. Éste solo los miró con ojos somnolientos y les dijo con calma – el

tipo está muerto, no podemos hacer nada. Pero nosotros aún tenemos trabajo que

hacer – y dicho esto se puso de pie, aun mirando el cadáver. Con un suspiro más cerró

sus ojos, para abrirlos justo cuando su cabeza se alzó al cielo. Y en ese momento lo

supo.



   El cielo jamás volvería a ser azul.



                                          II

                             SOLO UNA RECOMPENSA



   “El cielo sigue azul”

   Isaac pensaba mientras levantaba la cabeza con tranquilidad. No era muy

aficionado a meditar, prefería solo vivir sin pensar demasiado en ello; además cada vez

que lo hacía terminaba por recordar su pasado, pero ahora con los nuevos eventos

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

mundiales no podía dejar de pensar sobre el futuro, él, a quien jamás le había

importado la guerra ni nada referente a cualquier cosa fuera de su propia vida.

     Hacía tres meses se había enterado junto con el resto del mundo de la liberación

total del continente europeo y del desembarco de Rahannwyn, con el que se había

dado inicio a la invasión del territorio de los antiguos, pero nunca sintió verdadero

interés por ello. Ahora era diferente, no podía creer los rumores del súper bombardero

estadounidense hasta que fue confirmado oficialmente hacía tan solo tres días. Al

principio lo había leído en uno de tantos periodicuchos británicos alrededor de las

colonias que tanto detestaba, pero al leerlo en uno de nacionalidad rusa sintió que

debía de ser completamente verdad. El Imperio Ruso-mongol de Ungern era

excesivamente cerrado, casi nunca publicaba cosas fuera del interés ruso, además de

ser muy dado a publicar discursos metafísicos y oraciones a dioses extraños, pero

también era muy cuidadoso de informar sobre los avances bélicos o científicos, más

cuando se trataba de alabar proezas extranjeras. Aunque hacía un par de años sus

periódicos también cometieron el error de creer los rumores de la súper arma probada

en la isla Clipperton. Tal vez aquella mentira dio esperanzas a muchos, les permitió

seguir viviendo, pero Isaac siempre supo la verdad, en primera, que solo los débiles e

idiotas ocupan de ilusiones y fantasías para obtener fuerzas y en segunda, que ninguna

bomba podía tener semejante poder destructivo, al final la noticia era evidentemente

falsa, aun cuando fue adornada con fórmulas matemáticas y teorías locas sobre la

posibilidad de una fisión de átomos.

     Pero con la victoria ya como un hecho físicamente alcanzable las noticias se

volvieron más reales, por lo menos la de moda, el B-49 era real. A estas alturas, incluso

en ese rincón perdido, las noticias de guerra llegaban rápido.

     - Gracias - dijo un hombre de baja estatura y robusta complexión, interrumpiendo

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sus pensamientos mientras se acercaba de manera precipitada, aunque revelando cierta

timidez en su rostro -nosotros nunca hubiéramos podido habernos desecho de esta…

bueno, de este problema -

      Isaac volteó hacia el hombre, enseñando una mirada fuerte y de penetrantes ojos

oscuros, mostrando un aire de confianza que, según él, mantenía la profesionalidad del

trabajo. Al cabo de un momento de silencio se levantó tranquilamente, revelando la

cabeza del monstruo que hacía tan solo unos pocos minutos aun escupía fuego sobre

él.

      - Los dragones de este tipo no son tan inteligentes como los de China, o los del este

de Europa, no fue tan difícil – dijo mientras sus ojos parecían brillar ante los rastros de

sangre que brotaban por los enormes agujeros de bala en el cráneo del animal,

lentamente acercó la mano hacia ellos, pero las palabras del hombre parecieron sacarlo

de su extraño trance.

      - ¿E...E…En serio? - preguntó el hombre, con timidez.

      Isaac no respondió, solo se limitó a verle con los ojos y la boca abierta mientras

afirmaba con la cabeza, dando a entender que al menos para él la anterior pregunta

tenía una respuesta obvia.

      - Creo que tiene razón, digo… para alguien de su reputación –

      - En cuanto a mi pago, me gustaría lo más pronto posible – expuso Isaac

extendiendo la mano.

      La expresión del hombre cambió del asombro a una especie de incomodidad.

      - ¿Algún problema señor? – preguntó Isaac con seriedad, mientras que con la otra

mano se acomodaba un par de gafas de tinte azulado.

      - N... n... no, ninguno –

      El hombre sacó un costal de tamaño considerable de una maleta que llevaba

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

consigo y se lo entregó al joven, quien lo tomó de una manera rápida para evitar

incómodos forcejeos con el pequeño sujeto. Mientras caminaba hacia una semioruga,

recargaba su viejo rifle, pensando en lo irónico que fueron para él los tiempos de la

gran crisis; cuando la mitad del mundo se encontraba en medio de la desesperación,

cuando los ataques de los antiguos provenían de todos lados y los ejércitos más

poderosos del hombre se habían reducido a meras guerrillas. Que maravillosos

tiempos aquellos, cuando los refugiados pagaban lo que fuera por encontrar lugares

con al menos un poco de paz y lo hacían sin queja alguna. Si, aquellos eran los tiempos

de gloria, donde se podía cobrar lo que fuera y vivir como rey matando bestias, pero

ya no más, esos tiempos habían acabado ahora que los países ocupados habían

recobrado su libertad y muchas personas trataban de regresar a sus antiguos hogares.

Ya no importaban los campos de refugiados, ni las pequeñas aldeas con sus alcaldes

mediocres, sino el hecho de regresar a la madre patria, fuera cual fuera.

     “Imbéciles, Como si sus casas siguieran ahí” pensó con cierto desprecio.

     Pero su mente siempre volvía a la misma idea; que el cambio era solo superficial,

vano. No importaba quien dominaría el mundo por venir, la Gran Mancomunidad de

Naciones, los rusos, o incluso los Estados Soviéticos, ni adonde se movieran las masas;

lo seguro era que el hombre había recuperado su trono como dueño del mundo, y

volvería a ser el mismo de siempre, poderoso y patético. Como un niño con escopeta.



                                             …



     Las luces del pueblo empezaban a encenderse y las calles se encontraban vacías a

excepción de una pequeña figura que caminaba lentamente al tiempo que miraba como

el perfil de la calle parecía cambiar con el juego de luces y sombras intercalándose.

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   - Creo que ya es hora de cenar – decía una joven para sí, subiendo el tono mientras

continuaba - maldita sea, ¿por qué tuve que perder mi reloj?... no sé qué será peor, eso

o que huelo a cigarro. Si Alice se da cuenta que sigo fumando a escondidas me va a

matar… eso y por llegar tarde - en ese instante, una segunda figura se asomó por la

calle; era un caballero de edad avanzada y vestimenta elegante, que volteaba a ver con

cierto interés la escena de la hermosa joven hablando al viento. Ciertamente no era lo

más extraño que él hubiera visto, pero la jocosidad de la situación ameritaba ser

contemplada.

   Al darse cuenta que estaba siendo observada, la grácil muchacha miró fijamente al

hombre con una curiosa expresión de serenidad, como si estuviera viendo más a un

perro que a un Lord.

   - ¿Qué horas son? – le gritó al caballero.

   El hombre, en lugar de sentirse extrañado o molesto por la falta de formalidad en la

pregunta, la cual rayaba en la grosería, sintió ternura por aquella extraña al ver con más

detenimiento la agraciada figura de cabellos y ojos dorados que le miraban fijamente,

en espera de una respuesta.

   - ¡Son las siete cuarenta y cinco de la noche! – le gritó el hombre con tranquilad y

ciertamente con más formalidad que la recibida.

   - ¡NOO!… ¡ME MUERO! – gritó la joven y dando un brinco dio la media vuelta y

empezó a correr.

   La joven dama empezó una carrera, pero a solo un segundo de comenzarla paró en

seco y casi tropezándose por la inercia de sus movimientos miró de nuevo al caballero

mientras movía la mano, agradeciéndole por la cortesía – ¡muchas gracias abuelo!, ¡le

debo una!– le gritaba mientras el señor sonreía tratando de aguantar una carcajada –

¡no hay de qué señorita!, ¡no hice gran cosa! – replicó el hombre callando por un

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

momento antes de continuar - ¡ya puede empezar a correr! –

     La jovencita le sonrió mostrándose aliviada y de inmediato retomó su precipitada

carrera.

     La sonrisa del caballero se acentuaba, pensando en cómo la vida de las personas

más jóvenes era tan diferente a como había sido la suya, tanto, que algunas personas de

más edad ya empezaban a criticar lo que consideraban la pérdida de valores en la

juventud, pero el anciano consideraba que aquellas actitudes no eran peores que las

que había sufrido la generación posterior a la gran guerra. No, por el contrario, él veía

como la llamada “generación de las ruinas” mostraba cierto grado de responsabilidad a

pesar de mostrar rebeldía por las instituciones que sentían los habían abandonado.

Pero lentamente su sonrisa se desvaneció y sus ojos se tronaron tristes; “ahora ella

tendría su edad” pensaba el hombre al tiempo que apretaba sus puños con fuerza. El

haber pensado en los tiempos pasados le traía a colación recuerdos tristes que se

fundían con el dolor presente. Él había participado en la última guerra, cuando el

enemigo era humano y aún se conservaba la cortesía militar, pero esta guerra era tan

distinta, el ataque sorpresa devastó la totalidad de Europa en solo un año. Y aun

cuando él había logrado escapar, los recuerdos habían escapado consigo, como clavos

en su cabeza. Fue por eso que había decidido nunca volver a Inglaterra, los recuerdos

le atormentaban pero no podría soportar la realidad. Sentía que a su edad ya no sería

posible rehacer su vida, solo le quedaba morir con la mayor calma posible, el dinero no

sería un problema, para su familia nunca lo fue, pero ya no tenía con quien

compartirlo. La muerte de su hija antes de la guerra le infringió un gran dolor, pero en

ese entonces todavía tenía a su nieta, pero cuando ella murió en los primeros días del

ataque sobre Londres solo quedó en él, el odio sobre aquellas malditas criaturas, que a

pesar de su belleza solo le producían repulsión, con toda seguridad sabía que hubiera

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

preferido verla crecer en la lejanía de los susodichos valores ingleses que en solo poder

verla en recuerdos cada vez menos definidos, pero siempre igual de punzantes. La

única alegría que podía encontrar eran las noticias de la avanzada aliada, sentía orgullo

al saber que los componentes y el dinero invertidos en los B-47 y en el ala voladora B-

49 habían sido británicos a pesar que los aviones habían sido construidos en suelo

mexicano por una compañía americana.

   Por su parte, él todavía podía poner su grano de arena y poder así disfrutar de una

venganza que sentía más que personal, aun cuando tuviera que juntarse con gente

extraña o necesitara conseguir contactos con aquellos a quienes había matado hace

tantos años. Si, nada de eso tenía relevancia ya, solo la satisfacción de su último deseo

era lo importante. Todavía podía soñar y desear vivir lo suficiente para ver a todo el

maldito imperio de las hadas sumergido en el fuego, mientras los hijos de Frey eran

pisoteados por las botas inglesas.



   El reloj daba las ocho cuando una cansada Elizabeth llegó por fin a su casa.

Apenas había abierto la puerta cuando una joven apareció de repente frente a ella, con

profundos ojos azules, cabello largo y castaño y una figura agraciada que era fácilmente

pasada por alto ante la mirada fría y molesta que presentaba.

   - ¿Dónde carajos estabas? ¿Ya viste la hora que es?- le preguntó.

   - Quise llegar antes pero no me di cuenta que anochecía, y cuando quise ver la hora

me di cuenta que no tenía mi reloj y…¡¡¡¡y!!!!-

   - ¡¿Por qué no tenías tu reloj?! ¡No lo habrás vuelto a perder! ¿O sí? – interrumpió

la joven con tono molesto.

   - Si, pero fue porque… -

   - ¡No lo puedo creer, es el tercero que pierdes!, ¿Qué pasa contigo?, es como si no

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

te tomaras nada en serio ¡Dios!, que voy a hacer contigo, hechas a perder todo lo que

se te pide… –

     Elizabeth no quiso interrumpir, si bien sus oídos y sus piernas ya se habían

acostumbrado a tener que escuchar de pie lo que podían llegar a ser horas y horas de

gritos y regaños y si bien su cerebro ya empezaba a desarrollar una especie de cayo

mental que le impedía llenarse de culpa y remordimiento, aún seguía sintiéndose mal

por todo lo que su hermana le decía, porque sabía que era cierto. Alrededor del pueblo

Elizabeth tenía la fama de ser desobligada, grosera y manualmente torpe, pero era una

fama que ella se había ganado a pulso y no podía negarlo. La vida para ella era como

un juego que la mantenía en un estado de eterno soñar despierto y por más que lo

intentaba no lo podía remediar, esto hacia que siempre tuviera dificultad de

concentrarse en cualquier cosa importante y que se confundiera con facilidad. Aunque

su mente podía perderse durante horas viendo a una oruga subir una pared, cosa que

ya había hecho varias veces. Pero su forma de ser también la convertía en una persona

totalmente honesta, aunque no de una manera virtuosa, si bien era incapaz de mentir

siempre decía la verdad de la forma menos diplomáticamente posible, esto hacia que

nadie dudara de su palabra ni de su buena fe, así que hasta cierto punto no le era tan

difícil conseguir trabajo, lo difícil consistía en mantenerlo.

     Alice notó que los ojos de su hermana se empezaban a ver vidriosos y pudo ver la

forma en que se abrazaba a sí misma tratando de tranquilizarse, con esto sintió como

el enojo que la había invadido desaparecía con rapidez. Ella realmente quería a su

hermana y desde la muerte de su padre tuvieron que depender la una de la otra para

poder resistir las penurias y salir adelante. Nunca fueron de una familia rica, pero la

herencia que les fue dejada no era poca cosa y aunque Alice sabía que sin trabajo su

situación podría volverse pesada, más que nada buscaba que Elizabeth se

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responsabilizara, su hermana menor no era una persona mala e incluso en las peores

situaciones siempre parecía tratar de dar lo mejor de sí, sin embargo nunca lograba

hacer nada bien.

   - De acuerdo, hablaremos de esto mañana, primero vamos a cenar o se van a enfriar

las empanadas – dijo Alice después de un silencio tranquilizador.

   - ¿Empanadas? – preguntó Elizabeth con cierta repugnancia.

   - No me vengas con tus malditas quejas y come de una maldita vez – respondió

Alice con autoridad – pequeña vagabunda apestosa, acabo de tranquilizarme y ya

quieres volverme a hacer enojar –

   Alice no había terminado de hablar cuando Elizabeth empezaba a caminar hacia la

cocina, limpiándose el rostro de manera disimulada mientras una pequeña sonrisa se

formaba en su rostro.

   Pero antes de abandonar completamente el recibidor Elizabeth sintió un jalón y

girándose un poco vio cómo su hermana sujetaba su brazo con fuerza, obligándola a

voltearse por completo. Alice la miraba de manera penetrante, su nariz aspiró de forma

rápida y profunda al tiempo que su hermana se daba cuenta de lo que eso significaba.

   - ¡¿Estuviste fumando?! –



                                            …



   La neblina ya comenzaba a bajar por las montañas cuando en los puestos de

defensa empezaba la rotación de los vigías. El ambiente se sentía pesado y los soldados

no sabían que era mejor, estar a la expectativa de un ataque cada noche o estar en el

frente donde el infierno es tan habitual que se convierte en una horrenda rutina. Un

militar de aspecto sombrío entraba en el cuarto de mando, sus largas manos

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

preparaban su pipa mientras tranquilamente tomaba asiento para escuchar la radio.

     Los minutos pasaron rápido y a más de media hora desde su llegada ningún

comunicado se había recibido, aquello ya no era cosa de preocupación, la mayoría de

las comunicaciones ahora eran más por protocolización que por cuestiones

importantes. Así que su tranquilidad era comprensible. Sin embrago un extraño sentir

de consternación se iba acrecentando con el paso del tiempo.

     - Comuníquense con el bloque A – dijo al fin con un tono sereno.

     Uno de los operadores radiales tomó en seguida el micrófono y haciendo las

conexiones correctas se comunicó con la única línea defensiva frente a ellos. Las

razones de tal silencio radial eran demasiadas, y no todas serian el resultado de

catástrofes, sin embargo aquel hombre sabía que hacer caso a las corazonadas o

preocupaciones irracionales era siempre una de las razones para la supervivencia en el

combate.

     Un vigía bajó corriendo hacia el cuarto de mando, su rostro denotaba desconcierto,

pero recobró la formalidad al saludar a sus superiores.

     - Jackson, ¿Qué hace aquí?, ¿Qué ocurre? – preguntó un capitán a lado suyo.

     - Señor, no hay luces hacia el norte, ni siquiera la de la antena del bloque A –

     - Esto no está bien – pensó el capitán en voz alta, - ¿mayor? – continuó,

dirigiéndose hacia el hombre de la pipa.

     - ¡Comuníquense inmediatamente con el bloque central! - dijo el mayor de forma

determinante – esto no está bien – continuó mientras dejaba la pipa sobre su escritorio

y se dirigía al capitán - esto no está bien – le repitió.

     El escenario fue el mismo; silencio total. De pronto todo tomó una nueva

dimensión dentro de sus cabezas; sintiendo cómo si se encontraran en otro tiempo y

en otro lugar. Como si se ubicaran en la Inglaterra de finales de 1942, cuando se

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habían perdido las comunicaciones con el norte de Irlanda. En ese momento nadie en

el mundo se hubiera imaginado las causas de tal suceso, ni que lo ocurrido ahí seria el

inicio de una guerra que estaba durando casi siete años. Pero lo peor en ese entonces y

ahora, era la incertidumbre. Combatir contra un enemigo siempre es peor cuando no

se le ve y es incluso peor cuando no se le conoce. Y aun cuando al menos ya se tenía

una idea de las cosas que ocultaba el mundo, todavía la mente humana no estaba

preparada para ver aquellos secretos tan seguido.

   Desde la rendición de las tropas élficas en el Asia, los aliados habían decidido

mandar la mayor cantidad de recursos para lo que sería la invasión de Ávalon, pero el

miedo a los ataques aéreos o sorpresa había quedado tan grabado en el corazón de

todo europeo, que hizo que se postraran líneas de defensa a lo largo de regiones de

importancia comercial, política o social. Si bien la mayoría de los ataques fueron

aéreos, nunca se presentaron muchos ataques terrestres en la mayoría de ellas, a lo

mucho, algunas escaramuzas con grupos nómadas, o intentos de saqueo,

principalmente al sur de Persia, pero la situación al norte de India había sido muy

distinta. Cuatro años atrás, una incursión antigua había logrado atravesar Rusia, solo

para cambiar de curso y dirigirse rápidamente al sur en un intento de crear una división

temporal entre los suministros rusos provenientes de Siberia y su frente de combate

en el Cáucaso, esto a fin de permitirle al alto mando élfico concentrar sus fuerzas en

Egipto el tiempo suficiente para conseguir la rendición o la aniquilación del

Europäisches Afrika Korps. La incursión tuvo un éxito sorprende y llegó tan al sur que

penetró el norte de la India con suma facilidad, deteniéndose en la ciudad de Agra,

donde una fuerza conjunta anglo-japonesa pudo contenerles por más de cinco meses

aun cuando escaseaban los pertrechos. De hecho, de no haber sido por que la táctica

élfica fue explotada por el mariscal Zhukov, para lograr crear su propio bloqueo

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

temporal a través de una rápida ofensiva que atravesó de Turquía a los Balcanes, la

India hubiera terminado en manos de Ávalon. Pero después de la retirada antigua, el

uso de las bombas químicas por parte de Japón, provocó un ambiente tenso en los

bosques y las montañas del Asia central, ya que se empezaron a correr rumores de

enormes bestias que huían de las selvas contaminadas hacia los poblados cercanos en

un intento desesperado para encontrar comida o refugio. El mismo mayor llegó a

escuchar de los soldados japoneses y rusos dichos rumores, de enormes monstruos

parecidos a los dragones, pero más grandes y carentes de inteligencia, capaces de matar

a un elefante de un solo mordisco, pero jamás les había creído aun cuando durante las

últimas semanas los rumores provenían de soldados ingleses que salían a patrullar los

bosques.

     Ahora, por alguna razón, aquellas cosas venían a su cabeza, como una especie de

advertencia. Pero sabía que no podía permitirle a su mente el estar divagando,

distraerse provocaba la toma de decisiones equivocadas y en esos momentos no

contaban con los refuerzos suficientes para subsanar errores. Logró calmarse por

completo, guardando silencio y despejando su mente, logrando poner atención en la

calma que reinaba el ambiente, no solo por parte de sus hombres sino también del

bosque. E inmediatamente se percató de la importancia de ello.

     - ¡SAQUEN LOS 88 Y DISPAREN AL BOSQUE! – gritó el mayor con terror en

sus ojos.

     Fuera lo que fuera que estuviese en el bosque, había logrado asustar a todo animal

en las cercanías y el mayor Johnson sabía que no era fácil asustar a muchas de aquellas

bestias.

     Cinco enormes torretas salieron del suelo delante de la enorme muralla provocando

un enorme estruendo al abrir fuego, frente a ellos el bosque volaba hecho pedazos en

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un mar de llamas. El fuerte tuvo un segundo de tranquilidad, solo un segundo, antes

de ver como una gran masa obscura surgía de entre los escombros y se dirigía

directamente hacia ellos. Las torres de ametralladoras disparaban ininterrumpidamente

sin lograr efecto alguno sobre la gran mole que avanzaba como un tren fuera de

control.

   Ninguno de los presentes jamás había visto nada semejante. Aquella criatura media

alrededor de cinco metros de alto y con la excepción de un hocico lleno de dientes,

asemejaba a una enorme ave a medio desplumar, moviendo sus enormes piernas a una

velocidad increíble para sus dimensiones. Parecía que nada pudiera detenerla, derribaba

las torres frente a ella sin detener en lo más mínimo su marcha. El capitán Smith logró

ver como del costado de la bestia goteaba sangre y supo que los primeros disparos de

los cañones si bien no pudieron detenerla si habían logrado herirla.

   - ¡RECARGUEN MALDITA SEA, RECARGUEN! - gritó el capitán con

desesperación. En ese mismo momento, el monstruo derribó el último de los postes

de concreto, golpeando directamente contra una de las torretas, inutilizarla y

hundiéndola en el suelo tras un segundo golpe

   Las demás torretas giraron inmediatamente para dar un segundo tiro, sin embargo,

fue inútil, la enorme bestia ahora embestía contra el muro principal, derrumbándolo en

pocos segundos.

   Johnson cayó al suelo con el primer impacto y quedó paralizado cuando vio una

enorme cabeza cruzar rápidamente el espacio que antes ocupaba el puesto de mando.

Un enorme ojo rojizo, fijo y sin alma cruzó por su campo de visión y pudo sentir el

terror a través de su cuerpo al imaginar los pueblos cercanos a merced de aquel animal.

Pero aquella sensación fue lo último en su vida antes de ver como un pedazo del techo

caía sobre él.

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EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

     Tras el humo y los escombros un hombre se levantó de manera tambaleante, su

cara llena de sangre impedían distinguirlo pero sus insignias denotaban el rango de un

capitán. Smith movía la cabeza de forma rápida tratando de recobrar el sentido y al

recuperarse, sus ojos se fijaron en los cuerpos de los soldados muertos a su alrededor,

poniendo especial atención en una figura inmóvil que se encontraba bajo un bloque de

concreto.

     - ¿Mayor?... ¿MAYOR? – gritó el capitán sin recibir respuesta.

     Al verse solo, Smith buscó comunicarse con los poblados, pero la radio había

quedado destrozada. Estuvo a punto de caer en la desesperación cuando su mano tocó

la caja metálica que contenía las bengalas. Él sabía que en New Exeter vivían muchos

viejos soldados y que era seguro que las señales fueran bien interpretadas, así que cargó

la pistola con una bengala y la disparó al cielo.

     Sus ojos no dejaban de ver aquella luz, ahora, su última esperanza.



                                              …



     Empezaba la madrugada y en las tabernas las sillas empezaban a escasear y los

tarros sucios empezaban a amontonarse. Las cosechas habían sido buenas y a

producción mejor y junto con las últimas noticias del avance aliado se daba la perfecta

ocasión para celebrar un poco en el pueblo. New Exeter era sin lugar a dudas uno de

los lugares que más había prosperado desde su fundación como una fábrica de

municiones, atrayendo a tantos trabajadores, granjeros y transportistas, que las

personas que vivían ahí comúnmente dudaban en ser repatriadas. Ya no había nada

para ellos en las islas.

     Los cantos de hombres ebrios acompañando a la música, junto con la radio

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—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

sintonizando la BBC de Nueva Londres, producían una jungla de sonidos que no

permitían distinguir las órdenes de los clientes y en medio de esta cacofonía de alegría

la puerta se abrió con lentitud mientras un individuo entraba en el local, una pesada

capucha verde cubría su cabeza y obscurecía su rostro, pero se le llegaba a apreciar un

aspecto cansado y descuidado. Nadie lo había visto jamás en el pueblo, pero con el

crecimiento de los pueblos vecinos era normal ver extraños.

   - Estoy de paso en el pueblo y quisiera saber si hay alguna posada de buena calidad

por aquí – preguntó el forastero al acercarse a la barra.

   - Chamberlain´s es la mejor que puede encontrar, esta dos calles adelante. Pero es

algo cara, así que lleve dinero amigo – respondió un viejo tabernero de alegre

semblante, bastante activo para su edad.

   - El dinero no es problema, al menos por ahora – sonrió el joven mientras hablaba.

   - Entonces que prisa tiene amigo, quédese a celebrar un poco, ¡la victoria ya está

cerca y la cerveza está a mitad de precio! –

   De un solo movimiento el extraño se quitó su capucha y la puso arriba de la barra,

al tiempo que descubría su cuerpo y su rostro.

   No era muy corpulento o musculoso, pero si algo alto. Su apariencia era fría e

inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro

rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos casi

negros y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. No

llevaba bigote pero mostraba rastros de una barba mal rasurada y sus pómulos

sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le

ceñía la cabeza, de la que brotaban como púas cabellos oscuros mal peinados para

atrás.

   - ¡Amigo!, de veras que se ve cansado, pero nada que un buen trago no pueda curar

                                                                                     47
EL CORAZON NEGRO———————————————————————————

– dijo el hombre detrás de la barra al notar las ojeras que colgaban debajo de cada uno

de sus ojos.

     - Al diablo, ¿Por qué no?... Deme una cerveza, tanto trabajo amerita un descanso.

¿No creé usted? – dijo al viejo tabernero.

     - ¡Ah!, así se dice. Por cierto, ¿cómo se llama amigo? –

     - Solo llámeme Isaac – respondió el extraño al tomar el tarro con calma.



     Al pasar los minutos, Isaac notó que realmente disfrutaba aquel lugar. No era por

ningún factor físico, pues ciertamente el olor a humanidad concentrada y el excesivo

sonido difícilmente relajan a alguien. No, era algo más, algo social, el contacto

humano, la tranquilidad de estar rodeado de personas y no tener ninguna

responsabilidad ante ellos más que la de reír por cualquier tontería que a los borrachos

se les ocurriera, o la de brindar por la victoria de Inglaterra, fusionando su voz con la

de todos a su alrededor. Una parte de él seguía viendo a sus anfitriones como solo un

montón de asnos u otros animales de granja, imaginándoselos revolcándose en un

lodazal justo antes de ser llevados al matadero, pero por lo menos ahora eran

simpáticos y podía sentirse, o al menos fingir, que era igual a ellos, un cerdo más entre

iguales. Qué diferente hubiera sido el contacto con ellos hace tan solo unos cinco años,

justo antes de que empezara a lucrarse con la muerte.

     De pronto, una hermosa joven entró en la taberna, y aunque en su rostro se

mostraba tranquilidad, todos perdieron la serenidad con solo verla.

     - ¿Alice?, que sorpresa. ¿Que se te ofrece? – le preguntó una de las camareras.

     - ¿No creo que vengas por un trago verdad? – añadió un ebrio.

     - Disculpen, pero hay algo que creo que deberían ver –

     Muchos de los hombres presentes dejaron sus tarros en las mesas y se levantaron

48
—————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA

para averiguar el motivo de la visita. Ellos sabían que Alice era una mujer responsable,

muy diferente de su hermana y que por ningún motivo los hubiera interrumpido por

una pequeñez, menos para hacerles perder el tiempo. Al salir notaron de inmediato

una luz blanca que se caía desde las montañas al norte del pueblo.

   - Una bengala – dijo un anciano – posiblemente haya sido disparada desde el fuerte

que se encuentra a 10 Km. de aquí –

   - Es una señal de ataque, como las que se daban en la guerra de trincheras – Expuso

un caballero al bajar su tarro, sin importarle tirar su contenido, denotando más su

preocupación, como si supiera lo que le esperaba al pueblo.

   - Un ataque, eso es ridículo – refutó una señora – los antiguos ya están muy lejos,

no han vuelto desde que las sacamos del Taj, a lo mejor esa bengala es solo por

entrenamientos o algo así… -

   Pero desde la lejanía, un terrible rugido rompió la tranquilidad de la oscuridad,

callando todo su paso mientras despertaba a todos los habitantes de New Exeter.

   - ¡ALGO CRUZO LAS LINEAS DEFENSIVAS! - gritó de inmediato la mujer que

hasta hace poco se mostraba llena de seguridad – ¡ES UN DRAGON, ES UN

DRAGON! - continuó chillando con terror al tiempo que los murmullos de las

personas se convertían ahora en voces de pánico.

   - No es un dragón – exclamo el extraño joven de taberna.

   Todo mundo calló durante un momento, quizás esperando que aquel desconocido

siguiera diciendo algo, pero no lo hizo, solo se limitó a dase vuelta e irse caminando

hasta un extraño armatoste de metal al final de la calle. La pequeña multitud quedó

extrañada, volviendo a las murmuraciones, solo el sonido de una puerta de metal

cerrándose atrajo de nuevo la atención de la gente hacia el forastero, que ahora

avanzaba hacia ellos cargando una gran funda en su espalda y una maleta en cada

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  • 1. LAS LÁGRIMAS DE LA LUNA, EL CORAZON NEGRO Número de registro INDAUTOR; 2009-120114035900-14 Género: Novela fantástica, Fantasía oscura - Historia Alternativa
  • 3. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA Al principio fueron los apagones, cientos de ellos por todo el mundo, primero en Europa, luego en Asia, y ahora en las Américas. Luego, esa neblina, blanca y espesa, bajando lentamente desde el cielo como un ángel de la muerte. Las noticias en la radio, los periódicos, incluso nuestros líderes y nuestros ejércitos estaban tan ignorantes como nosotros, pero en lugar de unirnos, lo único que hicimos fue empezar el juego de las culpas y las acusaciones mientras las armas de las naciones se volvían contra sus vecinos, esperando una simple orden para iniciar una segunda gran guerra. Cuando Irlanda cayó, nadie escuchó su grito de auxilio, y fue solo cuando Inglaterra le siguió, cuando los hombres detuvieron sus máquinas de guerra, guardando silencio, intentando escuchar, cualquier cosa. Viendo como la incertidumbre se alzaba como un demonio, infundiendo el terror en sus corazones y la paranoia en sus mentes. Pero al final de nada sirvió, Alemania se lanzó contra Francia justo cuando esta se ahogaba en un mar de refugiados ingleses, Japón se lanzó contra el Asia y Rusia contra todo el mundo. Todo mientras el verdadero enemigo se abalanzaba desde el norte, destruyendo todo a su paso, penetrando nuestros territorios, aprovechando nuestra división. Ahora veo que todo fue nuestra culpa, fuimos tan ciegos, siempre, aún desde antes de la invasión, nos centramos tanto en los gustos y los problemas de la humanidad que olvidamos que el mundo era más grande que nuestras vidas. Nunca nos dimos cuenta que vivíamos sobre un mundo distinto al nuestro, explotándolo, agrediéndolo, destruyéndolo Muy tarde nos hemos empezado a arrepentir de nuestra sordera a los llantos del mundo, tal vez ahora solo estamos cosechamos la muerte que hemos llevado a cada rincón del planeta. Es posible que sea nuestro merecido, quizá la humanidad merezca la extinción. Pero si eso es cierto, también nos corresponde a nosotros y solo a nosotros el decidirlo. Winston Thomas H. Enero 5, 1944 3
  • 4. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— I LA COLINA SILENCIOSA El cansancio casi acababa con ella. Pero tenía que seguir, tenía que verlo con sus propios ojos. Pudieron haber tomado todo el mundo del hombre, pero, desde el principio y aun cuando nación tras nación caían ante su poder, algo estaba mal. La nueva era precisaba la victoria los antiguos y después de ciento veinte mil lunas de preparación el triunfo era casi palpable. Los dos primeros años los ataques sorpresa les dieron la ventaja total, casi la mitad de las naciones del hombre fueron conquistadas. Pero cada vez, el avance se volvía más lento, las batallas más largas y pesadas. En Tsaritsyn se vivió la primera derrota en casi media década de combates y casi de inmediato les siguieron otras por todo el mundo; El Cairo, Ciudad de México, Tokio, Shanghái. Con la recuperación de Estados Unidos se engrosaron los ejércitos del hombre y con la liberación de Europa se perdió toda posibilidad de revivir las glorias pasadas. Irlanda fue el último territorio en ser rescatado y con ello la posibilidad de una invasión humana a la sagrada isla de las manzanas pasaba de ser un pensamiento absurdo a una temible posibilidad. El desembarco en Brynnwyn puso fin a las dudas. Pero una vez más se cometió el error, se subestimó al enemigo, ¿o es que acaso un ataque frontal era realmente una posibilidad nula?, por supuesto que no, de hecho era lo más lógico del mundo, pero la lógica pierde valor cuando la sobrevaloración propia crece sin sentido alguno de lo que nos rodea. Y el error ahora era fatal, pues nadie esperó semejante escenario. 4
  • 5. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA Menos aquella madrugada, aquel día, el décimo de la luna 79 de la Nueva Era. Durante la noche los reportes de bombardeos masivos y de los lanzamientos de tropas aerotransportadas al interior del imperio dejaron una sensación de peligro en todas las costas de Ávalon. Ya casi amanecía cuando se recibió la alerta masiva en las defensas costeras de Rahannwyn. Pero ella seguía sin creerlo posible. Nunca había visto a un hombre de frente, pero los había estudiado durante más de diez años y sostenía con una fe inquebrantable que todos ellos no eran sino animales estúpidos incapaces de usar la verdadera magia y por ende inferiores a la belleza y poder de su propia raza. La ciencia humana le parecía ridícula, absurda, solo un compendio infinito de pruebas y errores, conocimientos incompletos que eran sustituidos indefinidamente cada año. Como si todo lo que descubrieran fuera un sueño cobarde condenado a quebrarse con la salida del sol. En cambio la magia era estable, siempre respetuosa de su pasado y origen, siempre armoniosa con los milenarios dioses de la naturaleza, siempre en equilibrio y perfeccionamiento. Pero si bien ella creía que la ciencia le mostraba la debilidad del hombre, sentía verdadero terror con su literatura, su arte, su historia, su religión, pues veía en ellas algo que consideraba impropio del hombre; un alma superior a la cualquier criatura, capaz de una inmortal expansión de posibilidades. Aquellas ideas penetraron su mente mientras corría desesperadamente a la cima del acantilado. Al llegar ahí sus ojos se llenaron de pavor. Quiso gritar, pero de su boca solo salió un pequeño suspiro. Los sonidos del mar callaron mientras barcos tan enormes como castillos ahogaban el horizonte con repulsivas e inertes figuras, como si millones de inmensos cadáveres nadaran hacia Ávalon llevando la muerte consigo. Los cielos quedaron obscurecidos con las siluetas 5
  • 6. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— de incontables aviones semejantes a grandes aves muertas y cohetes que rugían a manera de dragones agonizantes. Las lágrimas recorrieron sus mejillas hasta llegar al suelo. La realidad ahora le golpeaba el pecho igual que una daga, a partir de aquel instante el anhelo de la victoria total quedaría reducido a la nada. Solo quedaría el anhelo por sobrevivir. El hombre había llegado a Ávalon. … Los cañones abrieron fuego y por toda la costa se levantó el suelo en medio del fuego. Cientos de cohetes disparados desde los aviones golpearon la gigantesca muralla que impedía el acceso a la playa al tiempo que los barcos recargaban para un segundo disparo. Cientos de bombarderos ligeros lograron penetrar el fuego antiaéreo dejando caer su carga sobre toda figura bajo ellos. A lo largo del muro y desde una impresionante fortaleza, inmensos rayos de luz y bolas de fuego salían disparadas en interminables ráfagas hacia los miles de botes que se acercaban a la ahora débil barrera. Las defensas del continente antiguo eran formidables, pero no suficientes. Los primeros años de la guerra habían cobrado su precio, la perdida de pertrechos y guerreros se hacía sentir y ante un enemigo de tal magnitud, el resultado era obvio. Dentro de las lanchas de desembarco los soldados aguardaban el combate con estoicismo. Muchos de ellos eran veteranos, habían peleado por todo el frente occidental, pero pocos se acostumbran al infierno de la guerra. La tensión los obligaba a aferrarse a cualquier cosa que les diera fuerza, recuerdos, religión, fotografías sucias e 6
  • 7. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA ilusiones de alegrías futuras, todas sintiéndose tan reales que casi podía tocarlas y olerlas, casi del mismo modo con el que podían oler la sal del mar y el vómito del suelo, tratando de ignorar que lo único seguro para todos ellos era la masacre que se aproximaba. - ¡Treinta segundos! – gritaba un hombre en la popa de la lancha al tiempo que el joven soldado a su lado se posicionaba detrás de un pequeño cañón de 20 mm. Complejos diagramas de luz se formaron en el agua seguidos de tremendas explosiones que hundían a todo barco alrededor. Las demás embarcaciones aceleraron su avance, no podían hacer nada por aquellos desafortunados y entre más rápido tomaran la costa, más de ellos sobrevivirían. Sin embargo, aún después de años de guerra, la magia seguía siendo un arma letal, algo que la mayoría de los hombres se había grabado ya en la cabeza en letras de sudor y sangre. Toda una sección maltrecha del muro occidental cayó cuando una pequeña flota se estrelló con él. Al instante cientos de barcos hicieron lo mismo a lo largo de toda la muralla y con el sonido de cadenas chocando con piedras la proa de cada barco cayó al suelo, formando pequeñas rampas por las que salieron tanques y soldados que se fundían en un mar sonidos sin forma, de disparos y gritos. Lancetas, hechizos y metrallas mataban a cuanto soldado tocaban, pero por cada uno que caía otros dos lograban cubrirse en los niveles más bajos del complejo defensivo y con ellos, minuto tras minuto, la muerte ampliaba su terreno en aquella sagrada playa. La primera línea de defensa había sido aplastada, pero aún quedaban dos líneas más sin contar con el castillo en lo alto de la playa. Sin embargo solo era cuestión de tiempo para que todo el complejo sucumbiera. Un gran grupo de enormes dragones negros aparecieron de repente, montados con jinetes de temple frio, atacando sin demora a los aviones de ataque, solo para sucumbir 7
  • 8. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— en medio de un esfuerzo en vano. Los escuadrones de caza ya se encontraban presentes para presentarles batalla y los pilotos humanos disparaban a tal ritmo que convertían el cielo en una pared de plomo y hierro. Los antiguos trataban de mantener la calma, pero ante cada contraataque los aliados respondían con más fuerza, como si toda la humanidad estuviera presente para tomar venganza después de siete años de muerte. Enormes puertas se abrían por toda la segunda línea y gigantescas armaduras de cinco metros de alto salieron como rayos hacia los tanques. Sus enormes espadas traspasaban a las divisiones blindabas como si fueran de yeso, pero la superioridad numérica daba al hombre la ventaja. El lodoso suelo temblaba con cada explosión y los gritos de los soldados lanzados al ataque retumbaban por las grandes construcciones hechas pedazos. Por donde quiera que se mirara solo se encontraba muerte y destrucción. Los obscuros muros solo se iluminaban con las columnas de fuego provenientes de enormes armaduras destrozadas y tanques destruidos. Ávalon, orgullo de los antiguos por más de diez mil años ahora se ahogaba en un mar de escombros. El sonido de rotores casi silenciaba el sonido de los disparos y explosiones al acercase un centenar de trasbordadores. Fieles descendientes de los primeros autogiros varios de ellos permanecieron estáticos en el aire asemejando a libélulas verde oscuro mientras el resto de adentraba a la oscura espesura del bosque por delante. Deslizándose por largas cuerdas, una gran cantidad de hombres bajaron de los impresionantes aparatos, todos armados y listos para apoyar el esfuerzo de invasión al tiempo que los transbordadores abrían fuego hacia las posiciones del enemigo. Un solitario soldado, pesadamente armado, bajó del último de los aparatos, enseñando un rostro joven de una inquietante inexpresión, el cual contrastaba con unos cansados ojos azules llenos de furia. Tomó una larga metralleta y corrió hacia lo 8
  • 9. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA que hasta hace poco eran unas hermosas columnas de mármol decoradas con bellos símbolos élficos mientras todos los demás soldados le brindaban fuego de protección. Varios antiguos solo vieron como la gran figura humana cubierta de insignias de oficial llegaba ante ellos por el flanco izquierdo a gran velocidad al tiempo que disparaba una ráfaga de su pesada arma, matando al primero de los antiguos que tuvo a su vista y con una formidable fuerza levantó el cadáver restante para usarlo como escudo, mientras en medio de una lluvia de balas, eliminaba toda resistencia con una tétrica rapidez. Al caer el último de los defensores aquel hombre aventó su lúgubre protección y alzando su brazo grito para señalar a sus compatriotas que la zona estaba asegurada. Pero apenas terminaba de bajar su mano una tremenda explosión lo golpeó por la espalda, lanzándolo hacia unas ruinas. Un tremendo haz de luz salió de entre el humo y las cenizas, haciendo trizas a tres de los trasbordadores en un segundo. Un segundo haz proveniente del mismo lugar salió disparado hacia la barricada provisional donde se encontraba la mayor cantidad de soldados y con un inmenso estallido, una docena de cuerpos salió volando por los cielos. El soldado se levantó sintiendo un terrible zumbido que recorría sus oídos y un hilo de sangre que bajaba por su cabeza. Apenas tuvo tiempo de entrar en razón, cuando logro distinguir el sonido de enormes pisadas detrás de él. Al dar vuelta por completo, pudo ver con terror una colosal figura brotar del humo que quedaba. Aquella cosa era una enorme armadura de más de siete metros de altura, bellamente adornada en negro y dorado, blandiendo una espada colosal, plateada y reluciente. En la parte alta, girando con una gracia natural, estaba el yelmo, dentro del cual solo se apreciaba el vacío y era eso precisamente lo que más aterraba a los hombres, la capacidad de uno y solo un antiguo, encerrado en lo profundo de aquella aberración, para mover tales monstruos. 9
  • 10. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— Aquel coloso tomó su gigantesca espada, llena de pequeños rayos que la recorrían sin cesar y blandiéndola con una facilidad impresionante descargó un tercer haz de luz que retumbó como un trueno mientras surcaba el aire. Cientos de disparos aparecieron de todas direcciones haciendo poco o ningún efecto sobre el hermoso gigante cuando de pronto una pequeña estela de humo apareció a la izquierda del brillante titán seguida por una explosión que lo hizo tambalear, pero nada más. El mismo soldado que hasta hace poco había controlado el campo de batalla había disparado con un arma anti tanque y ahora la dejaba caer, humeante e inerte. “Mierda” fue la única cosa que pasó por su mente al ver lo inútil de su intento justo antes de mirar al monstruo metálico alzar su espada para propinarle un golpe mortal, pero menos de un segundo después, una ráfaga de estallidos golpeaba a la inmensa armadura, que ahora caía como una gran columna de basura quemada. Al instante, un par de veloces aviones cruzaron el cielo a manera de ángeles protectores, produciendo con sus turbinas el sonido más hermoso que cualquiera de los presentes hubiera escuchado jamás. La segunda línea había caído. La sacerdotisa Saerwen se encontraba llorando en la sala de meditación al interior del castillo. Lo que había visto en la cima del acantilado le dejó sin esperanza. Ella había logrado el título de sacerdotisa a la increíble edad de diecisiete años, cosa sorprendente para un antiguo. Y todo gracias a una perseverancia e inteligencia sin precedentes en la historia. Había nacido dentro del seno de la aristocracia élfica, dotada desde muy pequeña de gran potencial, jamás mostró miedo por nada y aquella actitud daba confianza a todo aquel que la rodeaba. Su gran capacidad la hizo merecedora de 10
  • 11. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA puestos importantes dentro de la guardia imperial, cosa que aprovechó para ordenar las masacres de miembros de la resistencia en Berlín y en Ottawa, así como la destrucción de zonas civiles e industriales en Jalisco e Hiroshima durante los años de la gran expansión. Pero siempre a distancia, pues el miedo a la muerte era para ella una compañera siempre presente, como si ésta la estuviera esperando en cada rincón de un mundo que se negaba a mostrarse por completo. Su fama ahora le pesaba, gracias a ella ahora sería colgada por crímenes contra la humanidad. “Aquellos que nacen para ser inmortales no deben morir, y menos tan jóvenes” pensaba una y otra vez mientras sujetaba su cabeza con ambas manos. El llanto se convirtió en pánico cuando le fue informada la imposibilidad de mandar refuerzos pues toda la línea costera se encontraba bajo ataque. Lo que ella había visto en el risco era solo la punta de iceberg de una invasión masiva. Con un enorme lamento se dejó caer al suelo, dejando que sus hermosos cabellos negros le cubrieran la totalidad del rostro, pero sus suspiros se escuchaban tan claros como los sonidos de las cercanas explosiones. Una y otra vez trataba de encontrar alguna solución, pero era imposible, si bien la fortaleza podía soportar los indiscriminados cañonazos, en breve, las hordas sajonas y romanas lograrían penetrar la tercera línea hasta llegar la fortaleza central. Su desesperación llego al límite cuando se encontró a sí misma en una posición fetal al tiempo que suplicaba a los dioses por una salida… y de pronto su mente se esclareció, recibiendo la respuesta; los dioses. Según las antiguas tradiciones, los dioses y sus guardianes podían ser invocados. Ya todo aquello no era sino una leyenda, pero ya no tenía nada que perder, realmente sentía que la desesperación ya no podía causarle más estrés que el que tenía en esos momentos y cualquier cosa, por extraña o improbable que fuera, que pudiera convertir el caos reinante en una victoria valía la 11
  • 12. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— pena ser intentada. Sin más demora corrió hacia el centro de la fortaleza, donde se encontraba un brillante orbe, fuente de la protección que rodeaba al castillo. Pero al intentar tomarlo una hermosa fata, cubierta con la sucia armadura del frente, la detuvo. - Señora, ¿Qué intenta hacer?, si lo quita todos moriremos – - ¡MALDITA SEA, MORIREMOS DE TODAS MANERAS! ¿Acaso crees que esos malditos simios mostrarán misericordia por alguno de nosotros?, ¡deja de molestarme y quítate! esto es nuestra única esperanza – respondió la sacerdotisa al tiempo que removía el orbe de un pequeño pilar. Un segundo después, toda la fortificación se sacudió violentamente al recibir de lleno los disparos de los acorazados. Aquel castillo servía para la defensa costera, pero no siempre fue así, al principio fue construido para honrar a Woden, el gran protector de la entrada a Ávalon. Y Saerwen conocía el lugar donde aún se encontraba el altar. Dos hermosos pilares tronaron al caer al suelo mientras un muro de balas atravesaba el polvo tras la destrucción, los defensores de la fortificación buscaron protección y devolvieron el ataque con todas sus fuerzas, solo para sentir como toda su resistencia caía por los suelos al escuchar el sonido de máquinas del hombre acercándose. Dos tanques modelo Mamut, que deteniéndose, apuntaron cañones de 150 mm hacia el fondo del inmenso corredor que conducía a la entrada principal del castillo. - ¡Fuego! – gritaban al unísono los dos comandantes de tanque segundos antes de sentir como las bestias mecánicas que montaban retrocedían por la inercia de sus disparos. Y con el humo apenas disipándose, decenas de soldados corrieron hacia la improvisada entrada de la fortaleza con sus mentes sumergidas en la violencia reinante 12
  • 13. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA y sus pensamientos enclaustrados solo en continuar con la matanza. - ¡La entrada está limpia capitán! – gritó un sargento con un notorio acento irlandés. - ¡Chécala bien Mac Cárthaigh!, ¡no queremos sorpresas! - respondió el soldado herido mientras se acercaba. El dolor en su cabeza se empezaba a sentir más fuerte cada minuto, quizás por la disminución de adrenalina en el corto momento de tranquilidad. Mientras colocaba su mano junto a su cabeza en un reflejo de dolor, su miraba bajó, hacia aquel suelo manchado en sangre, pero los cadáveres de antiguos regados por todos lados no le produjeron mi la más mínima perturbación. No era un psicópata, no disfrutaba con toda esa muerte, pero la maldita guerra casi le había quitado todo lo que amaba y no iba a permitir que los cabrones que la habían iniciado se quedaran impunes. Sin ningún obstáculo a la vista, los soldados entraron a lo que parecía ser un jardín interno lleno de hermosas flores y árboles nunca antes vistos por ninguno de los presentes. Y entre estos, tres líneas de bellos pilares de piedra rodeados por ramas y vegetación sostenían un techo que producía el brillo de una serena mañana. - Niñas, no hay tiempo de contemplar las flores – expuso el capitán en tono severo – quiero que los ingenieros derriben aquellas puertas – dijo señalando al final del gran jardín, hacia dos portones de roca grácilmente decorados con plata. – Mac Cárthaigh y Hill – continuó – llévense a sus hombres por la de la izquierda, yo iré con Gray por la otra y comuníquense con los barcos para que apunten a otro lado, no nos vayan a matar los nuestros. Recuerden, busquen una esfera con brillo y destrúyanla a como dé lugar, es posible que otras compañías ya hayan entrado al castillo por otros lados, así que tengan cuidado a que le disparan. No intenten tomar prisioneros, no por ahora y tengan sus señales de humo a la mano, cuando terminemos con esto den la señal a los aviones para que tiren esta porquería – 13
  • 14. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— - ¡Bien infelices, ya oyeron al capitán, muévanse maldita sea! - gritó el sargento, y acercándose rápido al capitán le dijo – señor acaban de avisar que “el arlequín” también ha entrado al fuerte – El capitán le miró a los ojos y con una mueca nerviosa asintió la cabeza. Ya todos habían escuchado sobre el arlequín, una especie de lunático con uniforme, con una tendencia por volar todo en pedazos, sin embrago la razón por la que aún un ejército como el mexicano siguiera permitiendo la presencia de gente así en sus filas sin castigo o juicio era sin duda el misterio que rodeaba al hombre. Los ingenieros terminaron pronto de colocar las cargas de explosivos y todos se prepararon para continuar el ataque. Un par de explosiones tumbaron los grandes portones en medio de pequeñas sacudidas, pero una Infinidad de bolas de fuego salieron disparadas a velocidad de bala apenas la última de las puertas tocaba el suelo. Un joven soldado de no más de veinte años tomó un par de granadas y con gran destreza las lanzó a través de la puerta, corriendo inmediatamente hacia su antigua posición para agacharse junto a sus compañeros. Gritos de terror se retumbaron a través de todo el pasillo, siendo silenciados de repente por una tremenda explosión. Sin perder tiempo, el primer grupo se levantó y se preparó para entrar por el pasaje izquierdo, siendo Mac Cárthaigh quién se ponía al frente de la tropa – muev… - empezó a decir, cuando de la nada, una solitaria esfera de fuego se le vino encima. Todo su cuerpo salió disparado hacia el suelo al tiempo que la luz de la esfera atravesaba su pecho. Todos se quedaron en silencio al verlo desplomarse y quedándose inmóvil sobre un charco de sangre - ¡¡ MAC CÁRTHAIGH, MAC CÁRTHAIGH!! – gritaba uno de los soldados 14
  • 15. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA esperando en vano obtener una respuesta. El rostro del capitán perdió su inmutabilidad y su expresión se volvió una con su mirada de ira. Su pesado cuerpo se movió con urgencia hacia aquel pasillo asemejando un enorme toro presto a matar todo frente a él. No tardó ni tres segundos en llegar a un cuarto maltrecho al final del amplio túnel cuando de entre todas las siluetas se alzó una, sosteniendo una especie de báculo largo con una luz rojiza que parpadeaba su punta. El brillo se tornó de pronto más intenso y una corta ráfaga de esferas llameantes salió directo hacia el capitán, quien por pura suerte lograba echarse al suelo al tiempo que apuntaba y disparaba directo hacia su atacante. Un solo impacto bastó para que la figura soltara su arma y cayera al suelo, de inmediato el capitán se levantó, todavía apuntando su arma mientras la sostenía con fuerza, como si esperara alguna respuesta del cadáver que ahora se encontraba frente a él, pero cuando se acercó lo suficiente pudo distinguir las infantiles facciones en el rostro de su enemigo. El rostro de un niño con hermosos ojos violeta y cabello oscuro le hizo recordar su propia vida, cuando corría a través de explosiones en medio de un Londres devastado y cubierto por el fuego, llevando armas y municiones a los soldados y a la resistencia. Pero incluso en ese entonces, él ya había dejado su infancia hacía mucho tiempo. La ira en sus ojos disminuyó y bajando su arma se acercó hacia su obra para admirar más de cerca lo que ahora se sentía como su último pecado. Su mente empezó a descargar recuerdos y su pecho se contraía cada vez más, agitándole la respiración. “!Un niño¡ ¡he matado a un niño¡” se repetía a sí mismo en su mente, sintiendo como con cada palabra una daga se le enterraba en el pecho, como se despertaba de un largo bloqueo mental, dándose cuenta de cómo la guerra lo había automatizado y como había perdido la capacidad de pensar en la vida como un valor. 15
  • 16. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— Sus hombres empezaron a llegar a través del pasillo y vieron con gusto como su oficial seguía vivo, quedándose quietos y en silencio a su alrededor, esperando, igual que un grupo de perros fieles, a que esté dijera o hiciera algo. Ante la demora uno de los soldados se le acercó y le preguntó - ¿señor, está todo bien? – y ante la ausencia de respuesta le volvió a preguntar. Un ligero empujón hizo reaccionar al capitán, que dándose la vuelta se paró frente a su hombre y le dijo mientras le tomaba el hombro – estoy bien Gray – pero el cabo pudo notar algo raro en el rostro de su oficial, como si algo se hubiera roto dentro de él. Aquel cabo le debía mucho al capitán. Aquel era apenas un par de años mayor que él, y ya le había salvado la vida en más de una ocasión, siempre con la misma expresión de fuerza. Pero no podía quitarse de la cabeza aquella escena de hace una semana, durante la celebración por la liberación de las islas británicas, cuando lo vio sentado, solo y en silencio en un “pub”. Pensó que solo trataba de relajarse con un buen trago y no quiso molestarle, así que paso de largo, pero notó como las lágrimas bajaban de unos ojos rojos y cansados mientras murmuraba una y otra vez cosas sin sentido. No pudo perderle el respeto, tampoco la admiración, pero desde entonces ya no pudo mirarlo de la misma manera, ya no como aquel súper hombre de piedra. Quizá no podía tolerar la idea de ver a su superior como alguien débil y por ello una y otra vez pensaba que solo habían sido los efectos del alcohol los responsables de lo que Gray no podía dejar de ver como patetismo. Pero al mismo tiempo tampoco sabía porque no podía tolerar aquella manifestación de humanidad, como si ello fuera sinónimo de debilidad. - Y ustedes señoritas, ¿qué esperan? ¿El recreo? muévanse, que todavía falta mucho para un descanso – gritó el capitán al resto de sus hombres. Por un segundo, su mirada 16
  • 17. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA se posó sobre el distante cadáver de Mac Cárthaigh. Había peleado con la mayoría de los presentes por casi dos años y creía sentir por cada uno de ellos lo que se siente por un hermano. Sus compañeros eran casi la única familia que le quedaba y no quería perderlos, por eso, ganar la guerra era lo importante, pues era lo único que podía hacer para asegurar que sus muertes no hubieran sido en vano y no podía permitirse lamentaciones, pero al ver a lo que fue Mac Cárthaigh no pudo pensar en algo que no fuera la imagen de sí mismo en la misma posición que su antiguo compañero. Casi podía creer que su destino era morir rodeado de todos aquellos que había asesinado. Su mente volvía a sumirse en la vaguedad y solo al darse cuenta que la muerte de un enemigo lo estaba afectando más que la muerte de sus propios hombres le hizo ubicarse por completo en lo que todavía faltaba por hacer. - ¿Ya tomaron lo necesario? – preguntó con pena, refiriéndose al sargento caído. - Sí, señor – respondió Hill con seriedad. El capitán solo asintió con la cabeza y le ordenó a Gray tomar el lugar de Mac Cárthaigh y continuar con el plan trazado. Todos aceptaron y dejaron en el suelo todo aquello que no fuera sus armas o munición. Ya se había perdido mucho tiempo y partir de ahora el avance debería de ser lo más rápido posible. La mitad del grupo continuó desde donde se encontraban, mientras la otra parte regresó al gran jardín para tomar el camino del segundo portón. Al final de la segunda puerta se encontraron con una larga escalera que subía hasta un conjunto de cuartos y salas adornadas con la historia del reino de las hadas, pero ninguno de los soldados prestó atención a algo que consideraban igual a la mierda. Pero lo que les preocupaba era la falta de una fuerte resistencia en un lugar tan importante como el centro de la defensa costera de todo Rahannwyn. Por lo que asumieron de inmediato que alguna emboscada les debía de estar esperando en 17
  • 18. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— cualquier momento. Al final de una hermosa sala se divisaba una gran entrada cerrada con dos puertas hechas de un extraño material parecido al hierro, pero más brilloso; una extraña luz, demasiado limpia y blanca como para ser la del sol salía por los delgados bordes. Al acercarse más a ella, lograron escuchar una armoniosa voz que cantaba una especie de himno en la lengua de las hadas. Aquel cántico, sin embargo, se escuchaba demasiado leve como para que su autor estuviera cerca. Al abrir una de las puertas se encontraron ante un extenso corredor cubierto totalmente de mosaicos luminosos, el brillo que producían era casi insoportable, así que decidieron moverse rápidamente, escuchando en cada paso como aquel extraño salmo se hacía más y más fuerte. El brillo se volvía cada vez más intenso cuando de pronto, se encontraron ante una segunda puerta, más estrecha que la anterior, pero igual de alta. - Vamos a necesitar más explosivos – replicó un soldado ante una primera inspección. Pero al acercarse uno de sus compañeros, notó que la puerta, aun cuando parecía trabada, solo necesitaba un jalón fuerte para abrirse. Sin decir más puso sus manos en la puerta y empezó a hacer presión, pero de inmediato el capitán lo detuvo. - ¿Qué haces estúpido? - le dijo al quitarla las manos de la puerta - ¿qué no ves que pueden haber elfos esperándonos? – Pero menos de un segundo después, las puertas de abrieron de par en par llenando todo el pasillo con esferas de fuego y flechas resplandecientes. Varios soldados cayeron muertos en el acto mientras los demás buscaban protección en cualquier lugar. Pero lo angosto del corredor impedía ocultarse sin poder encontrar alguna posición donde pudieran responder al ataque y el capitán apenas podía ver como sus hombres se arrinconaba casi detrás de las puertas abiertas. Los disparos continuaban de forma 18
  • 19. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA ininterrumpida, impactando el pasillo hasta llenar todo de pedazos de loza rota y varas de flechas y saetas incrustadas en cada rincón visible. A través de la delgada abertura entre la puerta y la pared, el capitán pudo ver una área que le pareció familiar, semejante al enorme jardín por el que habían entrado al castillo, pero aunque las columnas y el techo eran iguales, no parecía haber ninguna flor alrededor, solo árboles grises y viejos ubicados en círculos desde los cuales antiguos pesadamente armados continuaban disparando. Pero a pesar del ruido y el movimiento, pudo ver como el piso de aquella habitación estaba repleto de armaduras y espadas rotas y viejas, pero lo extraño era su origen, ninguna de ellas se parecía a las que usaban los antiguos, sino que parecían ser de romanos y vikingos. Como si aquel lugar fuera el último destino de quienes llegaron antes que ellos, por un instante casi se podía imaginar los restos de su equipo, cascos y rifles oxidándose y pudriéndose en aquella habitación, haciendo compañía a los hombres que quizá también quisieron vengar en épocas antiguas los crímenes de aquellos monstruos. Pero fue al subir la mirada cuando se quedó quieto ante una escena parecida a una antigua misa pagana. Decenas de antiguos formaban un círculo alrededor de lo que parecía ser un prisma tan alto como dos hombres, del cual brotaba una luz tan preciosa que durante un momento logro tranquilizarlo. De pronto vio como frente al extraño prisma una joven con un largo cabello negro y compleja túnica blanca levantaba las manos mientras recitaba el coro que venían escuchando desde hace rato, pero lo que más les llamó la atención, fue la esfera blanca que sostenía entre sus manos. Ella conocía a la perfección todas las leyendas, pero solo el deseo de la victoria y la imagen de su muerte le pudieron hacer creer en ellas. No podía perder nada 19
  • 20. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— intentándolo y si daba resultado la balanza de la guerra podía cambiar a su favor de manera definitiva. Sostuvo el orbe con ambas manos mientras contemplaba su gran brillo, ya había terminado de orar a los dioses y ahora solo quedaba decir la invocación. Oh, gran Woden, protector de Ávalon Oh, tu dueño de los vientos gélidos Imploro tu venida, imploro que nos muestres tu poder Que tú olvido se vuelva tu fuerza Que tu ira aplaste a nuestros enemigos Muéstrate Woden ¡Muéstrate Odín! El orbe en sus manos empezó a brillar con más intensidad que nunca y todo el suelo alrededor del prisma se agitó de tal manera que largas grietas aparecieron por todos lados, la respiración de Saerwen aumentó en un ansia de que ocurriera algo maravilloso, su corazón empezó a latir más rápido y sus ojos se enfocaban en el prisma. Pero todas sus esperanzas se desmoronaron cuando la sacudida terminó y el orbe regresó a su estado original. Todo quedó en silencio y solo Saerwen parecía estar sorprendida. Estuvo a punto de gritar de la desesperación mientras volteaba de un lado para otro en espera de una respuesta de sus propias soldados cuando un par de pequeños objetos oscuros salieron de la nada y cayeron exactamente en medio del circulo de antiguos, justo delante del enorme prisma, solo Saerwen reaccionó con prontitud y con una carrera abrazó el orbe y se cubrió detrás del gran prisma. Dos explosiones siguieron al ínfimo lapso de sorpresa al tiempo que desde un par de vitrales en la parte alta de la habitación varios cañones de arma aparecieron, 20
  • 21. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA abriendo fuego contra todo lo que se moviera abajo. Aprovechando el lapso de distracción, el capitán y sus hombres salieron corriendo del pasillo, abriendo fuego en el acto, reduciendo la resistencia del castillo, arrinconándola en el terreno más alto. Los antiguos restantes tomaron de inmediato posiciones defensivas y respondieron el ataque. Saerwen, muerta de miedo, trataba de mantener su mente en calma, no quería repetir el mismo teatro que hizo en la sala de meditación, pero su cuerpo parecía sucumbir de forma natural ante el peligro. Debía proteger aquella esfera y tratar de enmendar su error. Si bien la fortaleza ya no contaba con la protección que le daba la energía del orbe, este aún mantenía sumergidos los muelles que tanto ocupaban los hombres para poder concretar la invasión. Los soldados sintieron un temblor a sus espaldas y vieron con gusto como toda una sección de aquella estancia caía para permitir la entrada a más de los suyos. Un par de pistolas eléctricas fueron postradas a lo largo de una gruesa barda de piedra tras los árboles y sus disparos acabaron con toda resistencia en pocos segundos. Un soldado de complexión rolliza corrió hacia el prisma con su rifle en alto. - ¡De pie puta! ¡DE PIE! – gritó a la sacerdotisa desde una distancia segura, la cual se levantó mostrando la luminosa esfera entre sus brazos. Con un brusco movimiento el soldado estiró su brazo izquierdo, logrando tomar el orbe al mismo tiempo que empujaba a la fata. Saerwen logró mantenerse de pie y con una rápida inclinación puso sus dos manos sobre el brillante objeto mientras trataba de resistir la fuerza del humano. En medio del forcejeo, el soldado pateó a la molesta muchacha, no sin que esta lograra quitarle su preciosa posesión, pero la fuerza del impacto le impidió sostener el orbe con la fuerza necesaria y todo mundo pudo observar como la esfera quedaba reducida a polvo al momento que se estrellaba contra el suelo. 21
  • 22. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— La alegría empezó a vislumbrase en el rostro de todos los invasores al momento que a lo largo de toda la costa enormes plataformas de piedra surgían desde el fondo del mar hasta el interior de la playa, claro que algunas lanchas de desembarco se volcaban mientras las columnas y las rampas brotaban del lecho del mar, pero el resultado obtenido valía las molestias. La misión había sido cumplida, después de casi dos horas de lucha, el puerto más importante de Ávalon había sido tomado. Por su parte, Saerwen fue levantada a la fuerza, se le amarraron las manos y se le empezó a llevar hasta el interior del castillo. Todo parecía acabado, pero de pronto, una luz, tan brillante que no permitía ver nada más, emergió desde el fondo del enorme prisma momentos antes de que este explotara con una fuerza tal que todos aquellos dentro de la sala fueron arrojados con al suelo con facilidad. Una segunda explosión salió desde el interior del suelo, despedazando el techo de la estancia seguido por un enorme relámpago que partió lo que quedaba del techo, cayendo justo donde se habían originado las explosiones. El destello del rayo pasó rápidamente y una enorme figura se levantó de entre el cuarteado suelo. No parecía ser un antiguo, pero tampoco parecía humano. Su piel no tenía coloración alguna y a excepción de unas largas barbas plateadas, sus facciones parecían las de un hombre joven. Un casco del cual salían un par de alas doradas adornaba su cabeza y a través de este se podía notar que donde debería de estar su ojo izquierdo solo había un negro agujero por el que emanaba una brisa similar a un viento invernal. Una pesada armadura hecha de metal y cuero le cubría el cuerpo y sobre ésta, descansaba una pesada capa, tan larga que llegaba al suelo con facilidad. Sobre sus hombros dos cuervos, negros como la noche, se posaban en sus hombros, uno de cada lado, girando sus cabezas con gracia y graznando a la multitud de forma amenazadora. 22
  • 23. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA Todos los soldados quedaron en silencio, no sabían si era miedo o asombro lo que sentían en ese momento, pero solo se quedaron viendo a aquel ser que se movía lentamente hacia ellos, dejando una delgada capa de hielo con paso que daba. Con una perturbadora tranquilidad aquel extraño levantó su mano hacia quienes lo miraban y un sonido similar al de un gigantesco trombón surgió de alrededor del extraño ser al tiempo que todo aquello frente a él se hacía pedazos. En medio de la destrucción, uno de los soldados lanzó un grito de horror segundos antes de empezar a presionar el gatillo de su arma con toda su fuerza, de inmediato todos sus compañeros hicieron lo mismo. El extraño guerrero retrocedió un poco ante el ataque, pero las balas no parecían producirle un daño considerable, de hecho, si no hubiera sido por las pequeñas quejas que se lograban escuchar de entre los impactos de bala, nadie hubiera creído que se lograba algo con las descargas. De repente, el guerrero lanzó un grito horrible, similar al sonido de las sirenas que anunciaban a los ataques aéreos, y con éste, el impacto psicológico a los hombres fue inmediato, cada uno de ellos pudo sentir como un sudor frio empezaba a bajar por sus rostros junto con un terrible escalofrío que recorría sus venas, sin embargo ninguno de ellos dejó de disparar, el miedo ya no podía detenerlos y menos ahora que habían logrado capturar la playa. Un segundo grito aún más fuerte que el anterior retumbo del extraño ser y de pronto un viento gélido cayó del cielo a una velocidad impresionante, formando una pared de hielo entre el guerrero y los ataques de los soldados, haciéndose más y más sólida con cada segundo, haciendo que las balas rebotaran ante el grueso de la pared. A través del enorme bloque de hielo se podía ver una silueta sin rostro, inmóvil, tan distorsionada, que casi se fundía con el grueso hielo frente a ella. El contorno de una mano empezó a definirse a través del translucido muro y con la fuerza de un cañón 23
  • 24. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— naval, miles de cuchillas de hielo fueron lanzadas, destruyendo todo lo que se les atravesara. Los impactos de las cuchillas retumbaban como fuego de morteros y de forma casi inmediata los sonidos de los disparos fueron remplazados por llantos y gritos de agonía. Una sola lágrima recorrió el rostro de Saerwen mientras sus labios formaban poco a poco una sonrisa dulce y sincera como la de una niña, contrapuesta a la muerte que la incitaba. La línea costera aún tenía salvación, el esfuerzo del hombre podía ser detenido y su victoria les podía ser arrancada. De pronto la formidable figura de un capitán se levantó de entre los caídos y corrió hacia una de las pistolas eléctricas que todavía se encontraban sobre las rocas. Woden se movió pesadamente, quedando frente al capitán y sacando una larga espada hizo un lento moviendo horizontal en forma de arco. Enormes bloque de hielo, afilados como espadas, surgieron de la tierra, siguiendo la línea trazada por la espada. El capitán escucho un extraño sonido detrás de él y sin detener su paso dio una pequeña mirada hacia atrás, de inmediato su sangre se heló al ver una cortina de hielo surgir del suelo y dirigirse hacia él y con un tremendo esfuerzo acelero su marcha, solo para dar un desesperado salto hacia su objetivo. Las pistolas eléctricas eran demasiado pesadas, habían sido diseñadas para proporcionar alrededor de dos mil disparos por minuto, sacaban su nombre de una batería eléctrica que hacia girar rápidamente un juego de seis cañones para evitar el sobre calentamiento. Además las municiones que usaba eran de buen calibre, aumentando su peso con cada cartucho. Pero, y como si el peso no importara, el capitán levantó aquella pesada arma y siguió corriendo para evitar ser alcanzado por el hielo con la esperanza de encontrar una base firme y el tiempo suficiente para usar su 24
  • 25. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA nueva adquisición. Por su parte Woden volvía a empuñar su espada, pero antes de lanzar un segundo ataque, una sección de la larga muralla de hielo se desplomó ante el avance de un Mamut. La pesada torreta del tanque giró hacia Woden y le apuntó con su cañón al tiempo que el guerrero volvía a levantar su arma, ahora hacia el tanque, y con un veloz movimiento la dejó caer al suelo al instante que la bestia mecánica hacia su disparo. Una tremenda explosión hizo temblar el suelo acompañada de una onda expansiva que salió emitida a la velocidad del sonido, haciendo que el capitán perdiera el equilibrio aun encontrándose a más de veinte metros del estallido. La espesa nube de humo empezó a disiparse dejando ver un tanque completamente destruido, como rebanado a la mitad y cubierto en su totalidad de fuego y humo y directamente en frente de todo ese desperdicio de material estaba la serena figura de un guerrero; Woden se encontraba ileso. El capitán se levantó rápidamente y utilizó ese tiempo para posicionarse detrás de Woden y recargar su arma. Pero el sonido de la recarga alertó a uno de aquellos sombríos cuervos, quien de inmediato graznó para alertar a su señor. El capitán no esperó a perder su ventaja y empezó a disparar su pesada arma, pero la descarga resultó insoportable, con cada tiro sentía como sus brazos se entumían de malestar, sus dientes estaban tan apretados que de no haber dado un grito de dolor se hubieran quebrado, sus piernas empezaron a temblar y pudo sentir como las venas de su cuello se inflamaban. Habían pasado solo cuatro segundos desde el primer disparo, pero cada uno le parecía como una eternidad. Al principio Woden no pareció recibir daño, pero poco a poco se podía notar como pequeños pedazos parecidos a cristales astillados empezaban a salir de su espalda con cada disparo. Con un grito de enojo el guerrero dio la vuelta bruscamente al tiempo que blandía su pesada espada hacia el único hombre, el último soldado que quedaba de 25
  • 26. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— pie en toda la colina. El capitán solo vio un haz de luz diagonal viajar hasta él a una velocidad tan grande que le fue imposible esquivar y solo pudo escuchar como las ruinas que se encontraban detrás de él estallaron al unísono justo antes de sentir un extraño hilo de sangre que empezaba a deslizarse por su rostro. Un segundo después una enorme presión se sintió en todo su cuerpo al instante que un dolor increíblemente fuerte le cruzó desde arriba de su ceja izquierda hasta su mejilla derecha, todo seguido por el impacto de un golpe invisible. En medio de un horrible grito de agonía, el cuello del capitán se dobló hacia su espalda mientras un enorme chorro de sangre se elevaba desde su cabeza. Todo le parecía dar vueltas, pero milagrosamente logró mantenerse de pie, solo para terminar vomitando. Se sentía demasiado mal, su cuerpo ya no reaccionaba como él quería, solo se balanceaba de un lado a otro en un patético intento por seguir luchando. El dolor le impedía siquiera abrir los ojos pero con sus manos aún sostenía con fuerza la pistola eléctrica. Con un último esfuerzo logró levantar su arma hacia donde había estado disparando momentos antes. Pero al apretar el gatillo toda la pistola eléctrica explotó en sus manos. Con todo su cuerpo hecho pedazos, se dejó caer de rodillas. Todo tipo de sensación empezó lentamente a desaparecer de su cuerpo y con la perdida de dolor pudo abrir sus ojos. Hubiera jurado que ambos ojos se encontraban abiertos pero solo podía ver con el derecho y lo que vio le hizo sentir un vacío en su estómago; un par de manos maltrechas, llenas de carne muerta y humo. En medio del shock pudo sentir vagamente un aire fresco que se enfriaba cada vez más. Una pesada bota de piel se le apareció en frente y al verla, con un tembloroso y lento movimiento, alzó su mirada. 26
  • 27. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA La expresión de Woden era similar a la de un niño que se sorprende de no haber matado a un ave después de la primera pedrada, como si todo el dolor que el capitán padecía no fuera suficiente para satisfacerle. Woden alargó su brazo derecho y con una mano tan fría como el hielo tomó al maltrecho hombre por el cuello. Con una fuerza sobrehumana lo levantó y apretándolo lentamente veía como aquel humano respiraba con dificultad. Por un instante, un extraño malestar recorrió el brazo de Woden hasta llegarle al cuerpo, aquella sensación era muy distinta al dolor ocasionado por las balas, era como si su propia existencia fuera poco a poco disolviéndose en la nada, como si con cada respiro un pedazo de su alma le fuera arrancado por la fuerza para nunca más volver. Sin embargo aquella incomodidad pasó demasiado pronto como para impedirle terminar su trabajo. A pesar de la agonía, el capitán trató de ver con más detalle el rostro de su enemigo. Su piel era parecida a la piedra de rió, o al hielo que se forma en las ramas de los árboles de las montañas, pero fue el vació de su mirada lo que le hizo sentir la patética calma de la derrota, solo él había quedado con vida y ahora estaba a punto de morir en las manos de un maldito monstruo. El capitán empezaba a creer que no solo era su final, sino que este ere el merecido por todas las vidas que había tomado. Sin embargo dos figuras se aparecieron en su mente, una era Mac Cárthaigh, tirado, lleno de sangre y con los ojos fijos en él, como recriminándole el poco intereses en lo que debió haber sido una pérdida importante, la otra era una imagen rara; el niño elfo a quien le había arrebatado toda una vida, a este último casi podía verle en la distancia como esperándolo. Pero la imagen tomó otra forma, pareciéndose cada vez a él, pero más joven mostrando o que fue su vida. Entonces recordó que todavía había alguien esperándolo, alguien que necesitaba de él y se dio cuenta que no importaba todo lo que 27
  • 28. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— había hecho o si merecía morir por ello, su deber era continuar con vida aunque fuera para proteger otra más. El lejano sonido de los aviones le hizo volver en sí, decidido a vivir, o por lo menos, a no morir en vano y con lo poco que le restaba de fuerza tomó una de las señales de humo de su cinturón y con un increíble esfuerzo logró clavarlo en la cuenca izquierda de Woden. De inmediato una gran nube de humo verde salió del pequeño tubo enterrado en la cara del guerrero que en medio de su dolor dejó caer al capitán, el cual aprovechó el momento para prender otra señal y meterla en el cinturón de Woden. Un poderoso brazo salió de entre el humo directamente hacia el pobre soldado y con un poderoso golpe lo mando a volar hasta un pequeño grupo de árboles a medio derribar. Un delgado árbol se quebró al impacto del cuerpo humano lanzado hacia él y el sonido de la madera partiéndose se confundió con el de los huesos quebrándose. Woden se giró con la mirada llena de ira, pero antes que pudiera quitarse la señal de su ojo una explosión a su lado, tan fuerte que le desprendió su armadura, le hizo gritar de agonía. Una segunda y una tercera explosión acompañaron a la primera y con cada una se descubría más un cuerpo que se agrietaba como el cristal. Unos bombarderos ligeros aparecieron en el cielo, seguidos de escuadrones caza que disparaban hacía el origen de la señal de humo, arrancaban trozos del cuerpo de Woden con las descargas de sus cañones, sin que este pudiera hacer algo al respecto. Durante medio minuto aquella bestia con forma humana pudo sentir un infierno, que para desgracia del capitán, terminó tan rápido como empezó. Después de la tormenta de fuego, Woden, cojeando y sangrando, intentaba acercarse al capitán y si bien cada paso le producía un terrible dolor, en su mirada claramente se podía distinguir un odio tan grande como su determinación. Él solo existía para defender a 28
  • 29. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA Ávalon, sin embargo realmente quería asesinar con sus propias manos al responsable de su humillación. Entre más se acercaba al mar de ramas muertas más notaba el rostro de un humano agonizante, pero aún consiente a pesar de sus heridas. Las miradas de ambos parecían estar fijas en el otro, pero de pronto una sonrisa apareció en el rostro del capitán y su mirada quedó llena del gozo de la victoria. Woden se quedó helado ante esa expresión, por un segundo no comprendió el significado de aquel gesto pero de inmediato, como si toda la angustia del mundo le cayera encima, éste le hizo detenerse. No sabía qué hacer, sentía que en cualquier momento algo más aparecería para provocarle más y más dolor y casi podía sentir la sonrisa de su enemigo como un arma más, apuntándole. Su inquietud se acrecentó cuando se dio cuenta que el soldado no lo estaba viendo a él, sino a algo más, algo detrás suyo y sintiendo un gran peligro volteó hacia donde miraba el capitán y notó un avión, un solitario avión volando de manera semejante al buitre que rodea tranquilamente a un cadáver fresco. El capitán sabía de qué clase de maquina se trataba, era un C-47 modificado, de fabricación soviética, pesado y lento en comparación con los demás aviones, pero en eso radicaba su fuerza, no había sido modificado para el combate ni para el bombardeo, sino para despedazar blancos en tierra. Su enorme estructura estaba llena de un conjunto de tres cañones eléctricos de 30 y uno simple de 60mm, que en conjunto destrozaban a un objetivo en cuestión de segundos. Dentro del enorme avión toda la tripulación preparaban las armas para destruir el blanco señalado. Ya tenían experiencia con blancos móviles, aunque jamás habían apuntado a algo tan pequeño, pero sin dudar de su buena puntería abrieron toda su capacidad de fuego. Todo bajo las miras de los cañones se despedazaba con los interminables impactos que a diferencia de las bombas, lograron golpear directamente 29
  • 30. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— el cuerpo de Woden. Cada uno le reventaba alguna parte del cuerpo, cada uno le producía más dolor que el anterior, cada uno le acercaba más y más a la impensable muerte de un inmortal. Incluso el sonido de sus llantos quedaba reducido ante el estruendo de los disparos, y solo un último grito, lleno de la misma desesperación que la un niño al perder a su madre, resonó hasta cubrir cada centímetro de la playa. - ¡¡MORGANA!! - Un último disparo pegó directamente en su pecho, penetrándolo por completo, haciendo que la agonía lo consumiera por completo cuando su torso se empezó a fragmentar en miles de pedazos que volaron por el aire en una hermosa nube de brillantes tonos blancos y azules. Todo el ataque duró menos de diez segundos y ahora todo escándalo desaparecía dejando solo el sonido de las olas golpeando las ruinas de una muralla armonizado con las lejanas pisadas de los invasores. Gotas de sangre caían al suelo mientras una lastimera figura se acercaba hacia donde se encontraban los restos de la criatura que casi pudo destruir todos los sueños de venganza de todas y cada una de las naciones del hombre. El dolor ahora palpitaba por todos y cada uno de los nervios de aquel único hombre en la cima de la costa, pero ahora bien valía la pena tratar de soportar el malestar. Un gesto de satisfacción apareció en la cara del joven soldado al tiempo que lograba levantar un poco la cara, disfrutando la fresca brisa marina y dejando relajar los músculos, tal vez moriría, pero por lo menos podía alegrarse en el tiempo que le quedaba, a fin de cuentas todo el sufrimiento no había sido en vano. Se había obtenido la victoria. Pero al bajar la mirada, su expresión se llenó de desconsuelo al darse cuenta que todos sus hombres habían muerto y ya ni siquiera podía distinguirlos entre la enorme mancha de sangre y carne muerta en la se había convertido toda la colina, eso le produjo un dolor más intenso que el de cualquiera de sus heridas. Sentía que ya no 30
  • 31. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA podía ni llorarles. Cientos de veces se habían jurado a sí mismo no volver a llorar, pero le era imposible, no podía olvidar los rostros de todos aquellos que lo habían acompañado y con esto, una vez más quedaba solo. Recordó que alguna vez pensó que con ellos sería diferente, no eran civiles indefensos, sino veteranos capaces de soportar más de lo que soportaron su padres y ella… ¡ella!, ella todavía estaba viva y una vez más casi la olvidada. La había recordado hace apenas tan poco e incluso fue ella su razón para vivir, pero por alguna razón la realidad de la guerra se la arrancaba de la cabeza. De pronto un leve sonido llamó su atención, y casi de inmediato se percató de una extraña silueta desapareciendo velozmente hacia la lejanía. Sus ojos se llenaron de una rabia indescriptible cuando distinguió la figura de Saerwen. De todo su cuerpo brotó sangre al tiempo que desenfundaba un pesado revolver Webley calibre .455. Disparo tras disparo trataba de mantener su arma lo bastante firme para asegurar su objetivo, pero le era demasiado difícil y cada segundo que pasaba Saerwen se alejaba más y más. Con todo el odio del mundo apuntó lo mejor que pudo antes de disparar su última munición y vio con desesperación su falló, pero de repente una parte del lejano antiguo se le desprendió de su cuerpo justo al momento de desplomarse, todo antes de continuar su precipitada carrera casi de manera milagrosa. La maldita había logrado escapar, pero en eso, varios disparos más salieron por detrás del capitán, todos dirigidos hacia Saerwen, y todos en vano. El capitán trató de recargar su arma, pero todo su cuerpo se derrumbó con fuerza hacia el suelo mientras un rio de sangre se le escapaba por borbotones de su boca. Inútilmente intentó levantarse, pero poco a poco su conciencia se desvanecía y toda su mente se quedó en un negro vacío. Un último recuerdo le cruzó la mente; el rostro de una joven que le miraban con hermosos ojos azules y encima de ella, un sol tan 31
  • 32. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— radiante que hacía que sus bellos cabellos castaños brillaran como el oro. En ese entonces el cielo se veía tan claro y azul. … - ¿Qué demonios pasó aquí? – preguntó un soldado al acercarse al montón de escombros y pedazos de cuerpos que rodeaba al capitán. - Cállate y sigue disparando – respondió con una extraña y suave voz un hombre que subía lentamente la colina, irguiéndose de tal forma que desarmonizaba el ambiente de caos a su alrededor, como si se encontrara en un paseo veraniego y no en las costas del hades. Y con toda la calma del mundo retiraba de su boca una larga boquilla y la movía ligeramente para quitar la ceniza del cigarrillo en la punta, sus ojos color sangre se veían aún más tétricos por las cicatrices negras que sobresalían como líneas por arriba y por debajo de ellos, creando el efecto de maquillaje de circo y torciendo su boca con disgusto dijo mientras volvía a colocarse la boquilla en la boca – esa cosa se escapó. Pero por lo menos le volamos un brazo – Un suspiro proveniente del maltrecho hombre en el suelo alertó a los presentes, que con apuró rodearon al capitán – ¡Dios mío, esté sigue vivo! – dijo uno de ellos con preocupación. Con lentitud la mano del capitán se alzó al cielo, como buscando algo, solo para regresar al suelo un segundo después - hermana – dijo antes de suspirar por última vez. El hombre de las cicatrices se quedó mirando al hombre en el suelo por un rato, fumando lentamente como siempre, al cabo de unos segundos lo movió con el pie, lentamente al principio y luego aumentando la velocidad, tratando de hacerlo reaccionar, pero al no ver respuesta se inclinó y se le acercó, alargando su mano y 32
  • 33. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA metiéndosela en el pecho buscando algo. Los demás soldados miraban en silencio cuando el hombre de las cicatrices le arrancaba algo del cuello al hombre muerto y abriendo su mano mostraba una placa de metal con algo inscrito en ella. HARKER, WINSTON T. Un suspiro, como un leve lamento salió de la nariz del hombre, ahora arrodillado ante alguien que fue un simple soldado, olvidado a su suerte en el infierno, como él y como todos aquellos que ahora subían por toda la maldita playa. - ¿Compañero Mayor?, ¿Qué hacemos con él? – preguntó un soldado al acercarse al hombre cicatrizado. Éste solo los miró con ojos somnolientos y les dijo con calma – el tipo está muerto, no podemos hacer nada. Pero nosotros aún tenemos trabajo que hacer – y dicho esto se puso de pie, aun mirando el cadáver. Con un suspiro más cerró sus ojos, para abrirlos justo cuando su cabeza se alzó al cielo. Y en ese momento lo supo. El cielo jamás volvería a ser azul. II SOLO UNA RECOMPENSA “El cielo sigue azul” Isaac pensaba mientras levantaba la cabeza con tranquilidad. No era muy aficionado a meditar, prefería solo vivir sin pensar demasiado en ello; además cada vez que lo hacía terminaba por recordar su pasado, pero ahora con los nuevos eventos 33
  • 34. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— mundiales no podía dejar de pensar sobre el futuro, él, a quien jamás le había importado la guerra ni nada referente a cualquier cosa fuera de su propia vida. Hacía tres meses se había enterado junto con el resto del mundo de la liberación total del continente europeo y del desembarco de Rahannwyn, con el que se había dado inicio a la invasión del territorio de los antiguos, pero nunca sintió verdadero interés por ello. Ahora era diferente, no podía creer los rumores del súper bombardero estadounidense hasta que fue confirmado oficialmente hacía tan solo tres días. Al principio lo había leído en uno de tantos periodicuchos británicos alrededor de las colonias que tanto detestaba, pero al leerlo en uno de nacionalidad rusa sintió que debía de ser completamente verdad. El Imperio Ruso-mongol de Ungern era excesivamente cerrado, casi nunca publicaba cosas fuera del interés ruso, además de ser muy dado a publicar discursos metafísicos y oraciones a dioses extraños, pero también era muy cuidadoso de informar sobre los avances bélicos o científicos, más cuando se trataba de alabar proezas extranjeras. Aunque hacía un par de años sus periódicos también cometieron el error de creer los rumores de la súper arma probada en la isla Clipperton. Tal vez aquella mentira dio esperanzas a muchos, les permitió seguir viviendo, pero Isaac siempre supo la verdad, en primera, que solo los débiles e idiotas ocupan de ilusiones y fantasías para obtener fuerzas y en segunda, que ninguna bomba podía tener semejante poder destructivo, al final la noticia era evidentemente falsa, aun cuando fue adornada con fórmulas matemáticas y teorías locas sobre la posibilidad de una fisión de átomos. Pero con la victoria ya como un hecho físicamente alcanzable las noticias se volvieron más reales, por lo menos la de moda, el B-49 era real. A estas alturas, incluso en ese rincón perdido, las noticias de guerra llegaban rápido. - Gracias - dijo un hombre de baja estatura y robusta complexión, interrumpiendo 34
  • 35. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA sus pensamientos mientras se acercaba de manera precipitada, aunque revelando cierta timidez en su rostro -nosotros nunca hubiéramos podido habernos desecho de esta… bueno, de este problema - Isaac volteó hacia el hombre, enseñando una mirada fuerte y de penetrantes ojos oscuros, mostrando un aire de confianza que, según él, mantenía la profesionalidad del trabajo. Al cabo de un momento de silencio se levantó tranquilamente, revelando la cabeza del monstruo que hacía tan solo unos pocos minutos aun escupía fuego sobre él. - Los dragones de este tipo no son tan inteligentes como los de China, o los del este de Europa, no fue tan difícil – dijo mientras sus ojos parecían brillar ante los rastros de sangre que brotaban por los enormes agujeros de bala en el cráneo del animal, lentamente acercó la mano hacia ellos, pero las palabras del hombre parecieron sacarlo de su extraño trance. - ¿E...E…En serio? - preguntó el hombre, con timidez. Isaac no respondió, solo se limitó a verle con los ojos y la boca abierta mientras afirmaba con la cabeza, dando a entender que al menos para él la anterior pregunta tenía una respuesta obvia. - Creo que tiene razón, digo… para alguien de su reputación – - En cuanto a mi pago, me gustaría lo más pronto posible – expuso Isaac extendiendo la mano. La expresión del hombre cambió del asombro a una especie de incomodidad. - ¿Algún problema señor? – preguntó Isaac con seriedad, mientras que con la otra mano se acomodaba un par de gafas de tinte azulado. - N... n... no, ninguno – El hombre sacó un costal de tamaño considerable de una maleta que llevaba 35
  • 36. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— consigo y se lo entregó al joven, quien lo tomó de una manera rápida para evitar incómodos forcejeos con el pequeño sujeto. Mientras caminaba hacia una semioruga, recargaba su viejo rifle, pensando en lo irónico que fueron para él los tiempos de la gran crisis; cuando la mitad del mundo se encontraba en medio de la desesperación, cuando los ataques de los antiguos provenían de todos lados y los ejércitos más poderosos del hombre se habían reducido a meras guerrillas. Que maravillosos tiempos aquellos, cuando los refugiados pagaban lo que fuera por encontrar lugares con al menos un poco de paz y lo hacían sin queja alguna. Si, aquellos eran los tiempos de gloria, donde se podía cobrar lo que fuera y vivir como rey matando bestias, pero ya no más, esos tiempos habían acabado ahora que los países ocupados habían recobrado su libertad y muchas personas trataban de regresar a sus antiguos hogares. Ya no importaban los campos de refugiados, ni las pequeñas aldeas con sus alcaldes mediocres, sino el hecho de regresar a la madre patria, fuera cual fuera. “Imbéciles, Como si sus casas siguieran ahí” pensó con cierto desprecio. Pero su mente siempre volvía a la misma idea; que el cambio era solo superficial, vano. No importaba quien dominaría el mundo por venir, la Gran Mancomunidad de Naciones, los rusos, o incluso los Estados Soviéticos, ni adonde se movieran las masas; lo seguro era que el hombre había recuperado su trono como dueño del mundo, y volvería a ser el mismo de siempre, poderoso y patético. Como un niño con escopeta. … Las luces del pueblo empezaban a encenderse y las calles se encontraban vacías a excepción de una pequeña figura que caminaba lentamente al tiempo que miraba como el perfil de la calle parecía cambiar con el juego de luces y sombras intercalándose. 36
  • 37. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA - Creo que ya es hora de cenar – decía una joven para sí, subiendo el tono mientras continuaba - maldita sea, ¿por qué tuve que perder mi reloj?... no sé qué será peor, eso o que huelo a cigarro. Si Alice se da cuenta que sigo fumando a escondidas me va a matar… eso y por llegar tarde - en ese instante, una segunda figura se asomó por la calle; era un caballero de edad avanzada y vestimenta elegante, que volteaba a ver con cierto interés la escena de la hermosa joven hablando al viento. Ciertamente no era lo más extraño que él hubiera visto, pero la jocosidad de la situación ameritaba ser contemplada. Al darse cuenta que estaba siendo observada, la grácil muchacha miró fijamente al hombre con una curiosa expresión de serenidad, como si estuviera viendo más a un perro que a un Lord. - ¿Qué horas son? – le gritó al caballero. El hombre, en lugar de sentirse extrañado o molesto por la falta de formalidad en la pregunta, la cual rayaba en la grosería, sintió ternura por aquella extraña al ver con más detenimiento la agraciada figura de cabellos y ojos dorados que le miraban fijamente, en espera de una respuesta. - ¡Son las siete cuarenta y cinco de la noche! – le gritó el hombre con tranquilad y ciertamente con más formalidad que la recibida. - ¡NOO!… ¡ME MUERO! – gritó la joven y dando un brinco dio la media vuelta y empezó a correr. La joven dama empezó una carrera, pero a solo un segundo de comenzarla paró en seco y casi tropezándose por la inercia de sus movimientos miró de nuevo al caballero mientras movía la mano, agradeciéndole por la cortesía – ¡muchas gracias abuelo!, ¡le debo una!– le gritaba mientras el señor sonreía tratando de aguantar una carcajada – ¡no hay de qué señorita!, ¡no hice gran cosa! – replicó el hombre callando por un 37
  • 38. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— momento antes de continuar - ¡ya puede empezar a correr! – La jovencita le sonrió mostrándose aliviada y de inmediato retomó su precipitada carrera. La sonrisa del caballero se acentuaba, pensando en cómo la vida de las personas más jóvenes era tan diferente a como había sido la suya, tanto, que algunas personas de más edad ya empezaban a criticar lo que consideraban la pérdida de valores en la juventud, pero el anciano consideraba que aquellas actitudes no eran peores que las que había sufrido la generación posterior a la gran guerra. No, por el contrario, él veía como la llamada “generación de las ruinas” mostraba cierto grado de responsabilidad a pesar de mostrar rebeldía por las instituciones que sentían los habían abandonado. Pero lentamente su sonrisa se desvaneció y sus ojos se tronaron tristes; “ahora ella tendría su edad” pensaba el hombre al tiempo que apretaba sus puños con fuerza. El haber pensado en los tiempos pasados le traía a colación recuerdos tristes que se fundían con el dolor presente. Él había participado en la última guerra, cuando el enemigo era humano y aún se conservaba la cortesía militar, pero esta guerra era tan distinta, el ataque sorpresa devastó la totalidad de Europa en solo un año. Y aun cuando él había logrado escapar, los recuerdos habían escapado consigo, como clavos en su cabeza. Fue por eso que había decidido nunca volver a Inglaterra, los recuerdos le atormentaban pero no podría soportar la realidad. Sentía que a su edad ya no sería posible rehacer su vida, solo le quedaba morir con la mayor calma posible, el dinero no sería un problema, para su familia nunca lo fue, pero ya no tenía con quien compartirlo. La muerte de su hija antes de la guerra le infringió un gran dolor, pero en ese entonces todavía tenía a su nieta, pero cuando ella murió en los primeros días del ataque sobre Londres solo quedó en él, el odio sobre aquellas malditas criaturas, que a pesar de su belleza solo le producían repulsión, con toda seguridad sabía que hubiera 38
  • 39. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA preferido verla crecer en la lejanía de los susodichos valores ingleses que en solo poder verla en recuerdos cada vez menos definidos, pero siempre igual de punzantes. La única alegría que podía encontrar eran las noticias de la avanzada aliada, sentía orgullo al saber que los componentes y el dinero invertidos en los B-47 y en el ala voladora B- 49 habían sido británicos a pesar que los aviones habían sido construidos en suelo mexicano por una compañía americana. Por su parte, él todavía podía poner su grano de arena y poder así disfrutar de una venganza que sentía más que personal, aun cuando tuviera que juntarse con gente extraña o necesitara conseguir contactos con aquellos a quienes había matado hace tantos años. Si, nada de eso tenía relevancia ya, solo la satisfacción de su último deseo era lo importante. Todavía podía soñar y desear vivir lo suficiente para ver a todo el maldito imperio de las hadas sumergido en el fuego, mientras los hijos de Frey eran pisoteados por las botas inglesas. El reloj daba las ocho cuando una cansada Elizabeth llegó por fin a su casa. Apenas había abierto la puerta cuando una joven apareció de repente frente a ella, con profundos ojos azules, cabello largo y castaño y una figura agraciada que era fácilmente pasada por alto ante la mirada fría y molesta que presentaba. - ¿Dónde carajos estabas? ¿Ya viste la hora que es?- le preguntó. - Quise llegar antes pero no me di cuenta que anochecía, y cuando quise ver la hora me di cuenta que no tenía mi reloj y…¡¡¡¡y!!!!- - ¡¿Por qué no tenías tu reloj?! ¡No lo habrás vuelto a perder! ¿O sí? – interrumpió la joven con tono molesto. - Si, pero fue porque… - - ¡No lo puedo creer, es el tercero que pierdes!, ¿Qué pasa contigo?, es como si no 39
  • 40. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— te tomaras nada en serio ¡Dios!, que voy a hacer contigo, hechas a perder todo lo que se te pide… – Elizabeth no quiso interrumpir, si bien sus oídos y sus piernas ya se habían acostumbrado a tener que escuchar de pie lo que podían llegar a ser horas y horas de gritos y regaños y si bien su cerebro ya empezaba a desarrollar una especie de cayo mental que le impedía llenarse de culpa y remordimiento, aún seguía sintiéndose mal por todo lo que su hermana le decía, porque sabía que era cierto. Alrededor del pueblo Elizabeth tenía la fama de ser desobligada, grosera y manualmente torpe, pero era una fama que ella se había ganado a pulso y no podía negarlo. La vida para ella era como un juego que la mantenía en un estado de eterno soñar despierto y por más que lo intentaba no lo podía remediar, esto hacia que siempre tuviera dificultad de concentrarse en cualquier cosa importante y que se confundiera con facilidad. Aunque su mente podía perderse durante horas viendo a una oruga subir una pared, cosa que ya había hecho varias veces. Pero su forma de ser también la convertía en una persona totalmente honesta, aunque no de una manera virtuosa, si bien era incapaz de mentir siempre decía la verdad de la forma menos diplomáticamente posible, esto hacia que nadie dudara de su palabra ni de su buena fe, así que hasta cierto punto no le era tan difícil conseguir trabajo, lo difícil consistía en mantenerlo. Alice notó que los ojos de su hermana se empezaban a ver vidriosos y pudo ver la forma en que se abrazaba a sí misma tratando de tranquilizarse, con esto sintió como el enojo que la había invadido desaparecía con rapidez. Ella realmente quería a su hermana y desde la muerte de su padre tuvieron que depender la una de la otra para poder resistir las penurias y salir adelante. Nunca fueron de una familia rica, pero la herencia que les fue dejada no era poca cosa y aunque Alice sabía que sin trabajo su situación podría volverse pesada, más que nada buscaba que Elizabeth se 40
  • 41. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA responsabilizara, su hermana menor no era una persona mala e incluso en las peores situaciones siempre parecía tratar de dar lo mejor de sí, sin embargo nunca lograba hacer nada bien. - De acuerdo, hablaremos de esto mañana, primero vamos a cenar o se van a enfriar las empanadas – dijo Alice después de un silencio tranquilizador. - ¿Empanadas? – preguntó Elizabeth con cierta repugnancia. - No me vengas con tus malditas quejas y come de una maldita vez – respondió Alice con autoridad – pequeña vagabunda apestosa, acabo de tranquilizarme y ya quieres volverme a hacer enojar – Alice no había terminado de hablar cuando Elizabeth empezaba a caminar hacia la cocina, limpiándose el rostro de manera disimulada mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. Pero antes de abandonar completamente el recibidor Elizabeth sintió un jalón y girándose un poco vio cómo su hermana sujetaba su brazo con fuerza, obligándola a voltearse por completo. Alice la miraba de manera penetrante, su nariz aspiró de forma rápida y profunda al tiempo que su hermana se daba cuenta de lo que eso significaba. - ¡¿Estuviste fumando?! – … La neblina ya comenzaba a bajar por las montañas cuando en los puestos de defensa empezaba la rotación de los vigías. El ambiente se sentía pesado y los soldados no sabían que era mejor, estar a la expectativa de un ataque cada noche o estar en el frente donde el infierno es tan habitual que se convierte en una horrenda rutina. Un militar de aspecto sombrío entraba en el cuarto de mando, sus largas manos 41
  • 42. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— preparaban su pipa mientras tranquilamente tomaba asiento para escuchar la radio. Los minutos pasaron rápido y a más de media hora desde su llegada ningún comunicado se había recibido, aquello ya no era cosa de preocupación, la mayoría de las comunicaciones ahora eran más por protocolización que por cuestiones importantes. Así que su tranquilidad era comprensible. Sin embrago un extraño sentir de consternación se iba acrecentando con el paso del tiempo. - Comuníquense con el bloque A – dijo al fin con un tono sereno. Uno de los operadores radiales tomó en seguida el micrófono y haciendo las conexiones correctas se comunicó con la única línea defensiva frente a ellos. Las razones de tal silencio radial eran demasiadas, y no todas serian el resultado de catástrofes, sin embargo aquel hombre sabía que hacer caso a las corazonadas o preocupaciones irracionales era siempre una de las razones para la supervivencia en el combate. Un vigía bajó corriendo hacia el cuarto de mando, su rostro denotaba desconcierto, pero recobró la formalidad al saludar a sus superiores. - Jackson, ¿Qué hace aquí?, ¿Qué ocurre? – preguntó un capitán a lado suyo. - Señor, no hay luces hacia el norte, ni siquiera la de la antena del bloque A – - Esto no está bien – pensó el capitán en voz alta, - ¿mayor? – continuó, dirigiéndose hacia el hombre de la pipa. - ¡Comuníquense inmediatamente con el bloque central! - dijo el mayor de forma determinante – esto no está bien – continuó mientras dejaba la pipa sobre su escritorio y se dirigía al capitán - esto no está bien – le repitió. El escenario fue el mismo; silencio total. De pronto todo tomó una nueva dimensión dentro de sus cabezas; sintiendo cómo si se encontraran en otro tiempo y en otro lugar. Como si se ubicaran en la Inglaterra de finales de 1942, cuando se 42
  • 43. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA habían perdido las comunicaciones con el norte de Irlanda. En ese momento nadie en el mundo se hubiera imaginado las causas de tal suceso, ni que lo ocurrido ahí seria el inicio de una guerra que estaba durando casi siete años. Pero lo peor en ese entonces y ahora, era la incertidumbre. Combatir contra un enemigo siempre es peor cuando no se le ve y es incluso peor cuando no se le conoce. Y aun cuando al menos ya se tenía una idea de las cosas que ocultaba el mundo, todavía la mente humana no estaba preparada para ver aquellos secretos tan seguido. Desde la rendición de las tropas élficas en el Asia, los aliados habían decidido mandar la mayor cantidad de recursos para lo que sería la invasión de Ávalon, pero el miedo a los ataques aéreos o sorpresa había quedado tan grabado en el corazón de todo europeo, que hizo que se postraran líneas de defensa a lo largo de regiones de importancia comercial, política o social. Si bien la mayoría de los ataques fueron aéreos, nunca se presentaron muchos ataques terrestres en la mayoría de ellas, a lo mucho, algunas escaramuzas con grupos nómadas, o intentos de saqueo, principalmente al sur de Persia, pero la situación al norte de India había sido muy distinta. Cuatro años atrás, una incursión antigua había logrado atravesar Rusia, solo para cambiar de curso y dirigirse rápidamente al sur en un intento de crear una división temporal entre los suministros rusos provenientes de Siberia y su frente de combate en el Cáucaso, esto a fin de permitirle al alto mando élfico concentrar sus fuerzas en Egipto el tiempo suficiente para conseguir la rendición o la aniquilación del Europäisches Afrika Korps. La incursión tuvo un éxito sorprende y llegó tan al sur que penetró el norte de la India con suma facilidad, deteniéndose en la ciudad de Agra, donde una fuerza conjunta anglo-japonesa pudo contenerles por más de cinco meses aun cuando escaseaban los pertrechos. De hecho, de no haber sido por que la táctica élfica fue explotada por el mariscal Zhukov, para lograr crear su propio bloqueo 43
  • 44. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— temporal a través de una rápida ofensiva que atravesó de Turquía a los Balcanes, la India hubiera terminado en manos de Ávalon. Pero después de la retirada antigua, el uso de las bombas químicas por parte de Japón, provocó un ambiente tenso en los bosques y las montañas del Asia central, ya que se empezaron a correr rumores de enormes bestias que huían de las selvas contaminadas hacia los poblados cercanos en un intento desesperado para encontrar comida o refugio. El mismo mayor llegó a escuchar de los soldados japoneses y rusos dichos rumores, de enormes monstruos parecidos a los dragones, pero más grandes y carentes de inteligencia, capaces de matar a un elefante de un solo mordisco, pero jamás les había creído aun cuando durante las últimas semanas los rumores provenían de soldados ingleses que salían a patrullar los bosques. Ahora, por alguna razón, aquellas cosas venían a su cabeza, como una especie de advertencia. Pero sabía que no podía permitirle a su mente el estar divagando, distraerse provocaba la toma de decisiones equivocadas y en esos momentos no contaban con los refuerzos suficientes para subsanar errores. Logró calmarse por completo, guardando silencio y despejando su mente, logrando poner atención en la calma que reinaba el ambiente, no solo por parte de sus hombres sino también del bosque. E inmediatamente se percató de la importancia de ello. - ¡SAQUEN LOS 88 Y DISPAREN AL BOSQUE! – gritó el mayor con terror en sus ojos. Fuera lo que fuera que estuviese en el bosque, había logrado asustar a todo animal en las cercanías y el mayor Johnson sabía que no era fácil asustar a muchas de aquellas bestias. Cinco enormes torretas salieron del suelo delante de la enorme muralla provocando un enorme estruendo al abrir fuego, frente a ellos el bosque volaba hecho pedazos en 44
  • 45. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA un mar de llamas. El fuerte tuvo un segundo de tranquilidad, solo un segundo, antes de ver como una gran masa obscura surgía de entre los escombros y se dirigía directamente hacia ellos. Las torres de ametralladoras disparaban ininterrumpidamente sin lograr efecto alguno sobre la gran mole que avanzaba como un tren fuera de control. Ninguno de los presentes jamás había visto nada semejante. Aquella criatura media alrededor de cinco metros de alto y con la excepción de un hocico lleno de dientes, asemejaba a una enorme ave a medio desplumar, moviendo sus enormes piernas a una velocidad increíble para sus dimensiones. Parecía que nada pudiera detenerla, derribaba las torres frente a ella sin detener en lo más mínimo su marcha. El capitán Smith logró ver como del costado de la bestia goteaba sangre y supo que los primeros disparos de los cañones si bien no pudieron detenerla si habían logrado herirla. - ¡RECARGUEN MALDITA SEA, RECARGUEN! - gritó el capitán con desesperación. En ese mismo momento, el monstruo derribó el último de los postes de concreto, golpeando directamente contra una de las torretas, inutilizarla y hundiéndola en el suelo tras un segundo golpe Las demás torretas giraron inmediatamente para dar un segundo tiro, sin embargo, fue inútil, la enorme bestia ahora embestía contra el muro principal, derrumbándolo en pocos segundos. Johnson cayó al suelo con el primer impacto y quedó paralizado cuando vio una enorme cabeza cruzar rápidamente el espacio que antes ocupaba el puesto de mando. Un enorme ojo rojizo, fijo y sin alma cruzó por su campo de visión y pudo sentir el terror a través de su cuerpo al imaginar los pueblos cercanos a merced de aquel animal. Pero aquella sensación fue lo último en su vida antes de ver como un pedazo del techo caía sobre él. 45
  • 46. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— Tras el humo y los escombros un hombre se levantó de manera tambaleante, su cara llena de sangre impedían distinguirlo pero sus insignias denotaban el rango de un capitán. Smith movía la cabeza de forma rápida tratando de recobrar el sentido y al recuperarse, sus ojos se fijaron en los cuerpos de los soldados muertos a su alrededor, poniendo especial atención en una figura inmóvil que se encontraba bajo un bloque de concreto. - ¿Mayor?... ¿MAYOR? – gritó el capitán sin recibir respuesta. Al verse solo, Smith buscó comunicarse con los poblados, pero la radio había quedado destrozada. Estuvo a punto de caer en la desesperación cuando su mano tocó la caja metálica que contenía las bengalas. Él sabía que en New Exeter vivían muchos viejos soldados y que era seguro que las señales fueran bien interpretadas, así que cargó la pistola con una bengala y la disparó al cielo. Sus ojos no dejaban de ver aquella luz, ahora, su última esperanza. … Empezaba la madrugada y en las tabernas las sillas empezaban a escasear y los tarros sucios empezaban a amontonarse. Las cosechas habían sido buenas y a producción mejor y junto con las últimas noticias del avance aliado se daba la perfecta ocasión para celebrar un poco en el pueblo. New Exeter era sin lugar a dudas uno de los lugares que más había prosperado desde su fundación como una fábrica de municiones, atrayendo a tantos trabajadores, granjeros y transportistas, que las personas que vivían ahí comúnmente dudaban en ser repatriadas. Ya no había nada para ellos en las islas. Los cantos de hombres ebrios acompañando a la música, junto con la radio 46
  • 47. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA sintonizando la BBC de Nueva Londres, producían una jungla de sonidos que no permitían distinguir las órdenes de los clientes y en medio de esta cacofonía de alegría la puerta se abrió con lentitud mientras un individuo entraba en el local, una pesada capucha verde cubría su cabeza y obscurecía su rostro, pero se le llegaba a apreciar un aspecto cansado y descuidado. Nadie lo había visto jamás en el pueblo, pero con el crecimiento de los pueblos vecinos era normal ver extraños. - Estoy de paso en el pueblo y quisiera saber si hay alguna posada de buena calidad por aquí – preguntó el forastero al acercarse a la barra. - Chamberlain´s es la mejor que puede encontrar, esta dos calles adelante. Pero es algo cara, así que lleve dinero amigo – respondió un viejo tabernero de alegre semblante, bastante activo para su edad. - El dinero no es problema, al menos por ahora – sonrió el joven mientras hablaba. - Entonces que prisa tiene amigo, quédese a celebrar un poco, ¡la victoria ya está cerca y la cerveza está a mitad de precio! – De un solo movimiento el extraño se quitó su capucha y la puso arriba de la barra, al tiempo que descubría su cuerpo y su rostro. No era muy corpulento o musculoso, pero si algo alto. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos casi negros y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. No llevaba bigote pero mostraba rastros de una barba mal rasurada y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que brotaban como púas cabellos oscuros mal peinados para atrás. - ¡Amigo!, de veras que se ve cansado, pero nada que un buen trago no pueda curar 47
  • 48. EL CORAZON NEGRO——————————————————————————— – dijo el hombre detrás de la barra al notar las ojeras que colgaban debajo de cada uno de sus ojos. - Al diablo, ¿Por qué no?... Deme una cerveza, tanto trabajo amerita un descanso. ¿No creé usted? – dijo al viejo tabernero. - ¡Ah!, así se dice. Por cierto, ¿cómo se llama amigo? – - Solo llámeme Isaac – respondió el extraño al tomar el tarro con calma. Al pasar los minutos, Isaac notó que realmente disfrutaba aquel lugar. No era por ningún factor físico, pues ciertamente el olor a humanidad concentrada y el excesivo sonido difícilmente relajan a alguien. No, era algo más, algo social, el contacto humano, la tranquilidad de estar rodeado de personas y no tener ninguna responsabilidad ante ellos más que la de reír por cualquier tontería que a los borrachos se les ocurriera, o la de brindar por la victoria de Inglaterra, fusionando su voz con la de todos a su alrededor. Una parte de él seguía viendo a sus anfitriones como solo un montón de asnos u otros animales de granja, imaginándoselos revolcándose en un lodazal justo antes de ser llevados al matadero, pero por lo menos ahora eran simpáticos y podía sentirse, o al menos fingir, que era igual a ellos, un cerdo más entre iguales. Qué diferente hubiera sido el contacto con ellos hace tan solo unos cinco años, justo antes de que empezara a lucrarse con la muerte. De pronto, una hermosa joven entró en la taberna, y aunque en su rostro se mostraba tranquilidad, todos perdieron la serenidad con solo verla. - ¿Alice?, que sorpresa. ¿Que se te ofrece? – le preguntó una de las camareras. - ¿No creo que vengas por un trago verdad? – añadió un ebrio. - Disculpen, pero hay algo que creo que deberían ver – Muchos de los hombres presentes dejaron sus tarros en las mesas y se levantaron 48
  • 49. —————————————————————————––— LAS LAGRIMAS DE LA LUNA para averiguar el motivo de la visita. Ellos sabían que Alice era una mujer responsable, muy diferente de su hermana y que por ningún motivo los hubiera interrumpido por una pequeñez, menos para hacerles perder el tiempo. Al salir notaron de inmediato una luz blanca que se caía desde las montañas al norte del pueblo. - Una bengala – dijo un anciano – posiblemente haya sido disparada desde el fuerte que se encuentra a 10 Km. de aquí – - Es una señal de ataque, como las que se daban en la guerra de trincheras – Expuso un caballero al bajar su tarro, sin importarle tirar su contenido, denotando más su preocupación, como si supiera lo que le esperaba al pueblo. - Un ataque, eso es ridículo – refutó una señora – los antiguos ya están muy lejos, no han vuelto desde que las sacamos del Taj, a lo mejor esa bengala es solo por entrenamientos o algo así… - Pero desde la lejanía, un terrible rugido rompió la tranquilidad de la oscuridad, callando todo su paso mientras despertaba a todos los habitantes de New Exeter. - ¡ALGO CRUZO LAS LINEAS DEFENSIVAS! - gritó de inmediato la mujer que hasta hace poco se mostraba llena de seguridad – ¡ES UN DRAGON, ES UN DRAGON! - continuó chillando con terror al tiempo que los murmullos de las personas se convertían ahora en voces de pánico. - No es un dragón – exclamo el extraño joven de taberna. Todo mundo calló durante un momento, quizás esperando que aquel desconocido siguiera diciendo algo, pero no lo hizo, solo se limitó a dase vuelta e irse caminando hasta un extraño armatoste de metal al final de la calle. La pequeña multitud quedó extrañada, volviendo a las murmuraciones, solo el sonido de una puerta de metal cerrándose atrajo de nuevo la atención de la gente hacia el forastero, que ahora avanzaba hacia ellos cargando una gran funda en su espalda y una maleta en cada 49