1. Tonucci en su artículo “La ciudad de los niños/as” propone un proyecto socio-
educativo muy interesante, y que además da respuesta a uno de los problemas que se viene
manifestando desde hace unas décadas: la falta de espacio de los niños/as para poder jugar
libremente en su tiempo de “ocio”, la imposibilidad de jugar, de disfrutar de su infancia y de
dichos juegos, y establecer relaciones sociales libres y sin la supervisión directa o indirecta del
adulto. Es cierto que hoy en día los niños/as no pueden jugar a sus “anchas” porque el
entorno se ha vuelto peligroso y hostil, los niños juegan en los parques y en las urbanizaciones
normalmente, pero ningún padre en su sano juicio dejaría a su hijo/a de seis años que saliera a
jugar con sus amigos/as por la calle sin que les acompañe un adulto, así como tampoco les
dejarían ir al colegio, a no ser que los niños/as tengan 9 o 10 años, y dependiendo del tipo de
ciudad. En primer lugar, uno de los obstáculos principales es la circulación del tráfico (la ciudad
parece estar hecha para la circulación de los automóviles), y en segundo lugar, la desconfianza
generalizada por los casos de violencia infantil que se han ido sucediendo en las últimas
décadas (violaciones, secuestros…).
Como bien señala Tonucci los niños/as están perdiendo oportunidades de crecer, de
jugar libremente, de explorar su entorno, de relacionarse sin el adulto (mediar, colaborar,
discutir, etc., con sus iguales de manera espontánea y natural). Por ello, en su proyecto
propone una ciudad pensada para niños/as, con amplias y variadas zonas protegidas del
tráfico, donde puedan sentirse seguros (ellos y los padres), una ciudad en la que todos los que
formamos parte de la comunidad nos impliquemos y velemos conjuntamente por los niños/as
y por que un proyecto de estas características pueda llevarse a cabo. Pero esta experiencia,
que ya se ha llevado a cabo en ciudades de Italia, no acaba ahí, sino que el compromiso de los
ayuntamientos ha favorecido la implicación de los niños/as en la gestión de las ciudades, en
aspectos como la aportación de ideas para el diseño de las zonas de juego que se van a
construir, o en la participación en los plenos.
Es un proyecto fantástico, pero que precisa un nivel de compromiso muy alto por parte
de diferentes agentes educativos y sociales. Es un esfuerzo que resultaría muy positivo para
todos, no sólo para los niños/as, seguro que las calles de las ciudades se llenarían de vida y las
relaciones sociales entre las personas se volverían más humanas y/o fraternales. La ciudad no
sería tan impersonal y se respiraría otro tipo de clima social. Esperemos que esta experiencia
se exttienda.