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Procesos politicos guía clase eje 4
1. Procesos Políticos, Económicos y el M. del T. Actual -Año 2013
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INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE
BELLA VISTA (CTES)
Entre Ríos 898 (3432)
Bloque de la Formación General: Procesos político-económicos y
el mundo del trabajo actual.
La Argentina Neoliberal (1976-2001)
De las fábricas a los barrios y a las rutas
Los temas que desarrollaremos son:
Crisis del petróleo (1973) y estrangulación del ciclo productivo. Caída de la tasa de la
ganancia y necesidad de disciplinamiento de la clase trabajadora. La lógica económica de
la violencia y el terror. Transición democrática e intento infructuoso en corregir el rumbo
neoliberal. Recomposición y resistencia obrera.
El Alfonsinismo, como juego de suma cero entre las fracciones del bloque dominante. El
menemismo, como resolución de ese conflicto.
Los noventa. Privatizaciones y deuda externa. Estabilización económica sin creación de
riqueza. Consolidación del desempleo como variable estructural. El Estado, como garante
del pacto social regresivo. Flexibilización y tercerización. Achicamiento de la clase obrera
sindicalizada. Sindicalismo empresario. Resistencia: MTA, CTA y movimientos sociales.
Surgimiento de nuevos actores sociales y cambio en la subjetividad. De la fábrica al barrio.
2001. Crisis orgánica del modelo de dominación
Como dijimos, es momento de continuar con nuestro recorrido. En la primera clase presentamos y
exploramos las transformaciones ocurridas en “la Argentina de la valorización productiva” en el
mundo del trabajo. Retratamos con los fragmentos de Jauretche y Perón las rupturas en términos
culturales y de proyecto de país. Con Peralta Ramos y Portantiero tuvimos acceso a la matriz de
alianza de clases que supuso la ISI en su edad de oro y sobre su final. Dimos cuenta en el foro de
este cambio copernicano en el país pero poco avanzamos en los síntomas de su agotamiento.
Porque, claro, esto último es pertinente a esta nueva clase.
Señalamos la sobrevida de la “valorización productiva” pese a la caída del peronismo pero
pusimos como frontera al golpe del 24 de marzo de 1976. Nuevamente, asistimos como país de
modo diferido a un proceso global en materia de reformulación sistémica del capitalismo.
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Permitámonos trasladarnos en el tiempo y a otras latitudes para sopesar cómo se fue cimentando
esto que llamamos neoliberalismo.
La historia canónica del pensamiento neoliberal no permite mayores dudas. El mismo surgió
después de la Segunda Guerra Mundial, como una reacción teórica y política contra el Estado
Intervencionista y de Bienestar. El blanco predilecto de los pensadores que adhieren al
neoliberalismo es la limitación de los mecanismos de mercado por parte del Estado. Fundamentan
dicha crítica en que las restricciones de este tipo constituyen una amenaza a la libertad no sólo
económica sino también política. El pionero de este pensamiento fue Friedrich Hayek, el autor del
primer texto neoliberal llamado: “Camino de Servidumbre”, escrito en 1944. Tiempo después, en
1947, cuando el WelfareState se consolidaba, Hayek reunió en MontPelerin a pensadores que
compartían su doctrina. Entre la asistencia, se destacaban personalidades como: Milton Friedman,
Karl Popper, Ludwig Von Mises, entre otros. Todos estos, enemigos acérrimos del Estado de
Bienestar. Estas reuniones se repetían cada dos años, con el propósito de combatir el
keynesianismo, el solidarismo y preparar las bases de un capitalismo duro y libre de reglas para el
futuro.
La crisis del petróleo de 1973 produjo un proceso inflacionario mundial y socavó las bases del
Estado de Bienestar. En este escenario, las ideas de la logia de MontPelerin ganaron
preponderancia. Desde su óptica esta crisis era producto del poder excesivo de los sindicatos, que
utilizaban en perjuicio del Estado para que éste aumente el gasto social y que también influían en
las bases de la acumulación privada para una reivindicación de los salarios.
La experiencia histórica nos demuestra que la economía no determina automáticamente la
política. Para 1973, Argentina ensayaba infructuosamente un Pacto Social entre las fuerzas vivas
para salvaguardar un modelo que crujía. Sólo el prestigio y la autoridad de Perón eran garantía de
un cierto equilibrio. Digamos que la acumulación económica y política de la clase trabajadora fue
reduciendo paulatinamente la tasa de ganancia. De tal modo el empresariado, al no convenirle
reinvertir, acumuló capital líquido. La valorización financiera se imponía frente a la productiva. Es
estimulante rastrear este proceso, en términos globales, como una de las causas de los
crecimientos exponenciales de la deuda externa en las naciones dependientes.
El Rodrigazo (1975) fue un primer intento fallido de salida pero la clase trabajadora lo resistió
exitosamente. La respuesta obrera se llevó puesto al padre de la criatura, Celestino Rodrigo, y a
López Rega. A su vez, el bloque dominante tomó nota de algo crucial: con democracia es casi
imposible producir los cambios necesarios. Esta perspectiva historiográfica, creemos, es una de las
claves más estimulantes para leer el comienzo de la etapa. Implica entender la lógica económica
del terror y el autoritarismo. Implica asumir la Dictadura, ante todo y en suma, como un
disciplinamiento inevitable de la clase trabajadora.
Intervenidos los sindicatos y las comisiones de base, el Plan Martínez de Hoz puede desplegarse
discrecionalmente:
Video con breve referencia de Martínez de Hoz sobre el Plan económico liberal:
http://www.youtube.com/watch?v=-R5cgD22JuM
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La dictadura militar se convertía en la herramienta del bloque de poder para instalar un nuevo
modelo de acumulación acorde con la lógica del capitalismo a nivel mundial: apertura de mercados,
libre circulación de capitales, endeudamiento extremo en los países subdesarrollados para aumentar los
mecanismos de dependencia, desindustrialización y el fortalecimiento del sector terciario o de servicios.
Si bien la Dictadura implosionó por el desastre de Malvinas y por su desacreditación externa, su
legado económico la sobrevivió. En términos económicos, la transición democrática se puede
leer, en primera medida, como un intento infructuoso de corregir el rumbo neoliberal. En segunda
instancia, como un juego de suma cero entre los diferentes actores. Es decir, todos los intereses
dominantes bajo el abrigo del Estado neutralizándose recíprocamente. La nota de color es la
recomposición del movimiento obrero que ofreció resistencia a las políticas de, vale recordarlo, un
gobierno radical.
La hiperinflación resultante destruyo el valor del salario y la moneda y afecto gravemente la
producción. Detrás de esta profundización de la crisis debemos ver la feroz disputa en el bloque
dominante para salvaguardar sus intereses. Los golpes de mercado (y su propia impotencia)
adelantaron la caída del alfonsinismo.
Los consabidos años noventa perfeccionan al neoliberalismo. El éxito alcanzado a partir de la
estabilización económica habilitó la posibilidad de “hundir el acelerador” y consumar el modelo
acabadamente. Las clases dominantes articularon un nuevo bloque que impulsó un salto en la
concentración y centralización económica, a costa de una aceleración del traslado de ingresos
desde las mayorías, y un reparto proporcional de la apropiación de las empresas del Estado.
El menemismo llevó hasta sus últimas consecuencias las políticas de apertura y desregulación
ensayadas desde 1975. Sus resultados fueron una distribución regresiva de la riqueza, un alto
grado de desocupación, fuertes niveles de corrupción, concentración en amplios sectores de la
economía, la extranjerización y reprimarización industrial, el desmantelamiento del Estado y el
fabuloso crecimiento de la deuda externa.
Video con la presentación de las privatizaciones, y “decálogo menemista” con Menem, Cavallo,
Duhalde y Dromi
http://www.youtube.com/watch?v=nVUu0vT1Tuk
Cabe trasladar los interrogantes al mundo del trabajo. Empecemos señalando que al atacar las
conquistas laborales, la tercerización y la flexibilización laboral se fueron convirtiendo en moneda
corriente. El neoliberalismo, entre sus premisas filosóficas, hace eje en el individuo despojado de
toda mediación. Se puede decir que aislar al trabajador fue un efecto buscado. Dejar al trabajador
librado a su azar y a su modesta fuerza, permitió la reagregación económica y
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política de la autoridad dominante. Ahora entendamos, contra una versión consolidada, que no es
que el Estado permaneció ausente durante la saga neoliberal sino que fue el garante de un pacto
social regresivo.
Consolidado el desempleo como variable estructural, muchos trabajadores desocupados percibirán
su situación como estrictamente personal y no como producto de un sistema. Y por consiguiente la
eventual solución como una salvación individual. Rastrear los elementos constitutivos de estos
cambios identitarios, creemos, es una tarea de primer orden para comprender otros efectos tan o
más dramáticos que los “macroeconómicos”.
No obstante la respuesta por abajo se hizo sentir. La drástica reducción de la tasa de
sindicalización y del trabajo fabril planteó nuevos desafíos a la resistencia popular. Sumado a esto
la consolidación de un sindicalismo empresario obturó ciertos canales de mediación del
conflicto. Empero un grupo no menor de sindicatos nucleados en el MTA (Movimiento de
Trabajadores Argentinos) y relacionados con el transporte y la logística tomaron la posta y
honraron la tradición de lucha del movimiento obrero argentino. Nótese, a su vez, el
desplazamiento de los sectores de la vanguardia sindical. Si en el pasado tenían mayor peso los
que estaban relacionados con la producción en términos estrictos (metalúrgicos, metalmecánicos)
a partir del nuevo reticulado económico el sector terciario cobra relieve.
Pero como es de suponer en tiempos de alta desocupación, la lucha popular no se agotó en la
lucha sindical. En torno a las barriadas humiles fueron cobrando forma los movimientos sociales y
de desocupados. Sobre el final de la década, los reclamos no sólo serían por trabajo sino también
por asistencia alimentaria. Una situación cuasi inédita en la historia nacional. De tal modo el corte
de ruta, conocido como piquete, se ganaría un lugar de privilegio en la crónica contemporánea y se
desplegaría la consigna de intervención militante acuñada por la CTA (Central de Trabajadores
Argentinos): “La fábrica hoy son los barrios”.
El conato financiero de 2001 fue sólo la punta del iceberg de algo mayor. La agudización del
conflicto social y la desarticulación de la alianza de clases dominante incubaban una crisis de
carácter orgánico.
Según Antonio Gramsci se trata de esos momentos históricos en que a las fuerzas dominantes se
le fracturan las relaciones entre la sociedad y el Estado, entre la economía y la política, y no
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pueden ejercer su dirección del modo habitual. Es decir, una crisis en el modelo de dominación y
por consiguiente una crisis cultural y política. Una etapa oscura se cerraba trágicamente tal como
comenzó y abría la posibilidad de una nueva rearticulación política.
Lecturas para esta etapa
De carácter obligatorio
(El orden presentado es el sugerido para encarar las lecturas)
BASUALDO, EDUARDO: (PAG 129 A 165) La reestructuración de la economía
argentina durante las últimas décadas de la sustitución de importaciones a la
valorización financiera. En publicación: Neoliberalismo y sectores dominantes.
Tendencias globales y experiencias nacionales. Basualdo, Eduardo M.; Arceo, Enrique.
CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Agosto 2006.
IRIARTE ALICIA. Transformaciones institucionales y la cuestión social en la
Argentina de los noventa. Apoyo Gestión Pública Provincial. Política Estado y
Modernización de la Provincia de Buenos Aires, 2003.
BECERRA HECTOR. El piquete, metamorfosis de la subjetividad. En Diario Página 12.
1 de Octubre de 2001.
PIQUE MARTIN. La herencia neoliberal es la desigualdad en el mundo del trabajo. En
Diario Tiempo Argentino. 25 de Abril de 2011.
De carácter optativo
VAQUERO CARLOS. Neoliberalismo y mercado de trabajo. En
http://www.filosofia.net/materiales/num/numero9b.htm
SCHVARZER JORGE. La reestructuración de la industria argentina en el periodo de
ajuste estructural. CISEA, Centro de Investigación de la Situación del Estado
Adiministrativo, Buenos Aires, Argentina. 1995. p. 41.
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Preguntas - Guía para la lectura
Texto de BASUALDO:
La reestructuración de la economía argentina durante las últimas décadas de la
sustitución de importaciones a la valorización financiera.
1- Según el autor; ¿cuál es el cambio ocurrido a partir de 1976 en la relación entre deuda
externa y el sector industrial? De cuenta del nuevo mecanismo.
2- Señale cuáles fueron los condicionantes externos e internos para el cambio de modelo
de acumulación a partir de 1976.
3- Señale las principales características económicas de la etapa 83-88 y la denominada
convertibilidad.
Texto de IRIARTE ALICIA:
Transformaciones institucionales y la cuestión social en la Argentina de los
noventa.
1- Enumere las principales características del Estado de bienestar y las críticas del
pensamiento neoliberal.
2- Señale las consecuencias sociales del neoliberalismo.
Texto de BECERRA:
El piquete, metamorfosis de la subjetividad.
1-¿Cuáles son los mojones históricos que el autor señala en el pasado reciente como
constitutivo de nuevas identidades sociales?
2- ¿A qué marco teórico apela el autor para dar cuenta de sus argumentos?
Texto de PIQUE:
La herencia neoliberal es la desigualdad en el mundo del trabajo.
1-De acuerdo a los testimonios, ¿cómo cree que impacta la herencia neoliberal en la
organización de los trabajadores?
2. Caracterice las diferencias entre la izquierda y el peronismo teniendo en cuenta:
a) la relación Estado-Sindicatos
b) la Democracia Sindical.