1. 201803028384502018665828040A Beethoven se le atribuye la frase (o la profecía): “Debería haber un gran almacén de arte en el mundo al que el artista pudiera llevar sus obras y desde el cual el mundo pudiera tomar lo que necesitara”. Así, como Julio Verne anticipó Internet, Beethoven pensó la posibilidad de crear un gran almacén de música. Hoy, gracias a Internet, esto es posible. En los últimos años ha habido una serie de avances tecnológicos que han transformado y están transformando las formas de producción y distribución musical y, con ellas, la industria discográfica en general. A grandes rasgos, pueden distinguirse tres etapas, con distintos impactos cada una de ellas. <br />La primera etapa corresponde a la década del ochenta y refiere a la aparición de la tecnología digital, que permitió la reproducción de ondas de sonido a través de ceros y unos. Esta tecnología impactó tanto en la elaboración de los productos musicales como en su consumo. <br />La segunda etapa corresponde a los inicios de la década del noventa, cuando la empresa alemana Fraunhofer Gesellshaft creó el formato MP3, que permitía reducir entre 10 y 20 veces las necesidades de almacenamiento de un archivo musical sin que hubiera una pérdida sensible en la calidad de reproducción de dicho archivo. Esta innovación supuso un salto súper importante, porque si bien es cierto que entre los nuevos aparatos reproductores de los ochenta se encontraban los ordenadores personales, éstos no llegaron a afectar los formatos de distribución de música debida, básicamente, a su pobre capacidad de almacenamiento. Por lo que fue con el MP3 cuando realmente se produjo una integración entre la industria discográfica y la industria informática. <br />Esta integración se superó a sí misma y produjo una nueva etapa cuando se combinó con la masificación de la banda ancha y la aparición de la Web 2.0. Fue entonces cuando se revolucionó la industria de la música y los archivos de música comenzaron a circular en Internet en una escala nunca antes pensada; ya sea a través de tecnología streaming, redes de usuarios Peer-to-Peer, buscadores o wikis; los internautas del mundo entero comenzaron a publicar, descargar e intercambiar entre sí archivos musicales. Es justamente esta etapa, que ha sido realmente explosiva y que todavía transitamos la que probablemente más ha afectado la producción, el consumo y la distribución de productos musicales. <br />Es por eso que me gustaría detenerme hoy – aunque de modo bastante general – en dos de sus más grandes impactos. Especialmente en lo que refiere al intercambio de archivos en redes P2P y la Web 2.0. El primero de ellos refiere a la piratería y a los problemas relacionados a los derechos de autor. El segundo, que resulta del anterior, refiere al surgimiento de nuevas estrategias de distribución de los productos musicales.<br />En general, el eje del debate es el siguiente: ¿la piratería es un delito penal que se produce únicamente cuando la descarga y copia de canciones se efectúa con ánimo de lucro? ¿O la descarga de música para uso personal y sin ánimo de lucro es también un delito? Es decir, ¿puede considerarse “piratería en línea” el hecho de escuchar, bajar e intercambiar en Internet canciones y letras de canciones sin autorización y sin compensación a los artistas? Pero el punto es que, más allá de las cuestiones ideológicas, el verdadero trasfondo de esta discusión no refiere a la cuestión legal sino que atañe directamente al funcionamiento de la industria discográfica y sus consecuencias en términos del costo de los discos y productos musicales. <br />La “piratería en línea” no es tanto un problema ético sino una cuestión de precios: la gente usa Internet porque les permite acceder a bienes culturales que son demasiado caros.<br />Lo paradójico es que el factor que explica estos costos no es otro que el margen de ganancia de las compañías discográficas. Es decir, que el quid del problema en torno los derechos de autor en Internet no refieren a los autores ni a los consumidores, sino que atañe exclusivamente a la industria de la música y sus formas de funcionamiento. Por lo que el problema central detrás de toda esta problemática no es el medio de distribución ni el sistema legal de protección de los derechos sino la estructura misma de la industria de la música. Que debe adaptarse a un nuevo medio de comunicación interactivo y colaborativo y a un nuevo perfil de consumidores que quiere evitar los altos costos de los intermediarios. <br />Por otro lado, al mismo tiempo que han implementados estrategias de control de la “piratería en línea” muchas compañías disqueras han comenzado también a incursionar en la red, innovando especialmente en modelos que usan las redes de intercambio como plataformas para la distribución paga de contenidos digitales. <br />Pero el impacto de la Web 2.0 no refiere únicamente a la distribución de música por parte de las compañías disqueras sino que involucra también la distribución y mercadeo de productos musicales por parte de los propios artistas. Porque si bien algunos de ellos critican esta revolución “net” del mercado musical, otros han decidido sacarle el máximo provecho. Tanto es así que la mayoría de las nuevas promesas del pop británico, por ejemplo, pertenecen a la “generación MySpace”, ya que lograron su primer contrato discográfico tras revolucionar la comunidad digital. Basta ver los casos de Artic Monkeys, Lily Allen o Mika. <br />En definitiva, si bien la batalla de la música en Internet todavía está lejos de finalizar, ya podemos arriesgarnos y predecir algunos de sus resultados. Y creo que el primero y el más importante es que estamos comprobando que (afortunadamente) el arte y la música seguirán existiendo y circulando en la medida en que la gente lo demande, colándose por los medios de comunicación disponibles para alcanzar a sus clientes finales. Y que si bien la industria de la música enfrenta hoy un enorme desafío – como todas las industrias tradicionales en la Sociedad de la Información – el único camino que puede seguir es el de adaptarse a los nuevos usuarios y a los nuevos formatos. Vender el mismo producto con una nueva estrategia. Deben cambiar de filosofía y no centrarse tanto en las tiendas de discos, los racks y los kioscos sino hacer hincapié en el pago por productos o servicios, en los patrocinios y en la publicidad. <br />xa+b+ya+b=1abxb+ya=a2+b2a2b2<br />cosα+cosβ=2cos12α+βcos12α-β<br />