Como lo ha calificado SE el Ministro de Asuntos Exteriores el proyecto separatista de Mas constituye un golpe de estado y son complices quienes lo apoyan
1. ARTUR MAS Y CRISTINA KIRCHNER
Artur y Cristina
Eduardo Goligorsky
El populismo no tiene fronteras. Tampoco se ciñe a moldes ideológicos: sirve para implantar
regímenes que, según las circunstancias, pueden adoptar apariencias tanto de izquierda como de
derecha, saltando desprejuiciadamente de un encuadre al otro para conquistar el poder, primero, y
para conservarlo, después. Eso sí, es siempre autoritario y rayano en el totalitarismo. Sus tácticas y
su lenguaje también son universales. El peronismo es un ejemplo típico, que Cristina Fernández de
Kirchner ha elevado a cotas chocantes de prepotencia y megalomanía.
Semejanzas reveladoras
Es penoso comprobar que este fenómeno, propio de sociedades tradicionalmente tercermundistas o
degradadas al tercermundismo –como es el caso de la argentina–, puede encontrar el terreno
abonado en Cataluña, que ha sido históricamente un modelo de apertura al progreso, a las ideas
liberales e ilustradas, a la iniciativa creadora y a las migraciones por causas económicas o políticas.
El clima de crispación y fractura social que ha creado en Cataluña el discurso secesionista de Artur
Mas y de su entorno sectario y mediático guarda semejanzas reveladoras con los frutos de la
campaña demagógica, discriminatoria y maniqueísta que Cristina Fernández de Kirchner ha lanzado
contra la prensa independiente y contra todo atisbo de oposición o mínima disidencia social y
política, incluida la que surge de su propio partido y de los círculos que hasta ayer la acompañaron
incondicionalmente.
Así como Cristina tiene sus panegiristas, encargados de ensalzar su figura y su régimen, hasta el
extremo de proponer, textualmente, "eternizar el cristinismo", exigiendo la reforma de la
Constitución para poder re-reelegir a la Presidenta en plan chavista, Artur tiene los suyos, que lo
2. convierten en la encarnación de la voluntad popular. Y así como los cristinistas son implacables con
quienes amagan competir con su lideresa o no le rinden servil pleitesía, Francesc-Marc Álvaro (La
Vanguardia, 5/11) califica de
grave error estratégico la intervención de Duran Lleida el viernes, en una línea que parecía querer
corregir el discurso del líder de CiU desde la Diada (...) Mientras crece el vínculo suprapartidista
entre la gente y el presidente que aspira a la reelección, hay entornos de su partido y federación que
no acaban de entender el riesgo de esta apuesta (...) El principal activo de CiU es Artur Mas y todo
lo que le debilite es restar posibilidades a un proceso que exige una inteligencia y un coraje que,
hoy, no abundan (...) Mientras Mas crece como líder otros se hacen pequeños.
Álvaro no perdona ni siquiera al hereu Oriol Pujol Ferrusola, a quien reprocha su exabrupto contra la
sodomía entre adultos. No lo critica por albergar prejuicios anacrónicos, sino porque al decir lo que
piensa puede quitar votos al secesionismo.
Peleas entre familias
Para entender mejor de qué estamos hablando al calificar de populista el proceso al que asistimos en
Cataluña cito lo que escribió el riguroso Juan José Sebreli en El asedio a la Modernidad (Ariel,
1992):
El culto del Pueblo implica la rehabilitación de lo irracional, de los instintos inconscientes, de lo
telúrico, de la tradición, de los prejuicios ancestrales, que por el mero hecho de estar arraigados
son inmunes a la crítica de la razón. Por eso los populistas suelen presentar como modelo
de Volkgeist [espíritu del pueblo] a los pueblos primitivos, cerrados sobre sí mismos, donde la
conciencia colectiva parece más real porque el individuo no ha podido desprenderse de las familias,
de la tribu, del clan. Sin embargo, tampoco allí es una realidad, ya que es el jefe de la tribu o el
brujo, un individuo al fin, quien piensa por todos, quien decide por todos. Aun en las comunidades
más cerradas existen peleas entre las familias, entre los vecinos de las aldeas cercanas. El alma del
pueblo, que pretende imponerse de abajo hacia arriba, se impone, por el contrario, de arriba abajo.
Artur crece como líder, los demás se hacen pequeños, dictamina Francesc-Marc Álvaro. Y el líder
impone el alma del pueblo de arriba abajo, dentro de su movimiento, porque debe controlar las
peleas entre las familias de CDC y UDC, y entre los vecinos de Barcelona y los de las Tierras del
Ebro. Lo mismo sucede con Cristina, lideresa que para poder eternizarse, como anhelan sus corifeos
y ella misma, debe domesticar a las mafias variopintas que se disputan el control del movimiento
peronista, cuyo espectro abarca desde conservadores ortodoxos hasta detritos castristas, chavistas y –
¡vaya novedad!– subordinados a Irán.
Masas de insumisos
La palabra que confirma el parentesco entre corrientes sociales e ideológicas tan distintas y alejadas
entre sí como las que encabezan Artur y Cristina es movimiento. Artur Mas ha optado explícitamente
por la táctica movimientista, que Álvaro eleva a la categoría de "vínculo suprapartidista entre la
gente y el presidente". El movimientismo se convierte en el leit motiv de todas las exhortaciones del
líder a sus seguidores, en las que no se recata en repetir la mentira flagrante de que el 11-S congregó
a un millón y medio de manifestantes, cifra que el gurú del somatén mediático del movimiento,
3. Enric Juliana, redujo a 600.000. Precisamente allí, en La Vanguardia (6/11), leemos que Artur Mas
presentó los spots televisivos
en los que aparece como protagonista central, con los brazos en alto, entre un mar de banderas
catalanas y un guiño a alguna estelada incluido.
El discurso que pronunció Mas para presentar las imágenes de la campaña de CiU armonizó con
esta mise en scène típicamente populista, en la que se habrían sentido cómodos Perón y Evita, y que
hoy ha recuperado la narcisista Cristina. Siempre según el somatén mediático, el líder explicó:
El elemento clave será la movilización constante del pueblo de Catalunya, y si en los próximos
cuatro años es preciso no que un millón y medio de catalanes, sino que dos millones, salgan de
nuevo a la calle en defensa de la posibilidad de decidir sobre nuestro futuro, lo haremos (...)
Tenemos buenas cartas, la carta clave es la movilización constante del pueblo de Catalunya.
La amenaza de movilizar constantemente a un millón y medio o dos millones de ciudadanos en la
calle no se conjuga con "la línea respetuosa, pacífica y democrática que caracteriza a los catalanes",
línea esta que Mas alabó a continuación. Tampoco es la que mejor se aviene con la imagen y con el
desarrollo económico, social y cultural de la sociedad que, teóricamente, estaría sentando las bases
para independizarse y ponerse en la cola de aspirantes a ingresar en la Unión Europea. Es dudoso
que algún Gobierno europeo acepte como nuevo socio del club a un clan populista que, para
secesionarse de un socio antiguo, movilizó en la calle a masas de insumisos. Pésimo ejemplo.
Idéntico maniqueísmo
El populismo de Artur y el de Cristina también han articulado discursos idénticos para que ningún
sector político o social pueda situarse al margen de su esfera de poder. O impugnarla. Cristina
seduce, soborna o intimida a dirigentes sindicales y empresarios. Artur cuenta con el acatamiento
sindical a la ofensiva secesionista, aunque dicha obediencia coexista con protestas por los recortes; y
derrocha esfuerzos para embarcar a los empresarios en su carrera hacia la nada. Titula La
Vanguardia (23/10):
Mas llama al mundo económico a hacer piña con el proceso soberanista - "No hace falta
significarse demasiado, basta con no ir en contra", pide el president.
Las grandes empresas y las multinacionales cuya prosperidad depende de la iniciativa privada y no
de los caprichos de líderes iluminados se preparan para emigrar. Un representante ilustre del mundo
económico y político catalán, Carlos Güell de Sentmenat, ha respondido al envite (LV, 8/11):
Catalunya es España y constituye una parte esencial y determinante de la misma. Precisamente por
ello, los catalanes somos españoles y plantear una incompatibilidad entre Catalunya y España es
algo que afecta profundamente a muchos catalanes. A mí, en particular, me hiere muy hondo. Con
toda naturalidad he hecho no sólo compatible sino complementaria esa dualidad, lo que me ha
supuesto un fuerte estímulo a lo largo de mi vida, siempre procurando que Catalunya fuera pionera
en el conjunto de España, liderando la modernidad y el progreso, no sólo económico y social, sino
también de la ciencia, el arte y la cultura.
Los secuaces de Cristina acusan de ser antiargentinos a quienes no se resignan a eternizar a la
lideresa y denuncian el autoritarismo y la corrupción de su Gobierno. Los catecúmenos de Artur
acusan de ser anticatalanes a quienes denuncian que el secesionismo conducirá a Cataluña a la ruina
4. económica, la fractura social, la involución cultural y el aislamiento respecto del resto de Europa.
Idéntico lenguaje, idéntico maniqueísmo, idéntica discriminación, idéntico autoritarismo. Populistas
del mundo, uníos
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